Mi Chico Mata Divergentes.

By Divergente_Osadia_

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Mi estilo nunca fue aburrida, nunca me gustaron los trajes gris, ni mucho menos no poder ver me en un maldito... More

#2 La Elección.
#3 Entrenamiento.
#4 Espejo.
#5 Serpiente y Sirena.
#6 Serpiente y Sirena.
#7 Familia.
#8 ¿Anaconda o Gusano?
#9 Simulación de tus miedos.
#10
#11 Una Con Clase. [1/3]
#12 Primera pelea y Aush. [2/3]
#13 Mierda, joder, puta vida. [3/3]
Bobian Desler
Importante.
14 Inteligencia, Fuerza Y Belleza.
#15 ¡Vete A La Mierda, Marica!
Stop the show.
#16 Solita.
Avisó.

#1 Prueba De Aptitud.

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By Divergente_Osadia_

Estaba en mi habitación, esperando a que mi madre llegara por mí para poder irme a la Prueba de Aptitud. Ella me iría a dejar en su auto para pasar más tiempo conmigo.

Cuando era pequeña mamá ponía el 75% de su atención en mí, consintiendo me todo lo que podía. Cuando cumplí los 8 años eso dejo de pasar, mamá estaba todo el día en la biblioteca o trabajando, así fue como consiguió su puesto de líder. Sin embargo, cuando cumplí los 15 años todo volvió a ser como antes. Pero había una diferencia, todos los domingos me hacía preguntas que yo no sabía que existían para evaluar mi inteligencia, alrededor de tres meses se dio cuenta que yo no servía para nada en Erudición. Por lo que me contrato un entrenador para que me enseñará defensa de todo tipo. Me hizo prometer le que nadie se entearía.

No me importaba guardar un secreto que me implicaba. Como el que tengo 17 años, pero para la sociedad, y facciones, tenía 16 años.

-Ya llegué- escuche el grito de mi madre. Seguramente estaba comiendo el emparedado de salmón que le había preparado.

Mamá era muy elegante y limpia, pero aquí en la casa a solas conmigo podría ser una cochina.

Salí de mi habitación y camine hasta la cocina. Éramos sólo las dos por lo que no necesitábamos de un segundo piso. Pronto sería sólo ella.

-Come tranquila, aun falta una hora para ir saliendo y llegar a la hora- le dije sentando me en una silla de la cocina. Se dio la vuelta acostumbrada a que yo la asustará. -Yo igual quiero uno.

Se levantó luego de terminar el suyo para preparar dos más. Se veía que no había almorzado.

-¿No tienes miedo?- pregunto dándome una rápida mirada.

-No, ya sé en donde quiero estar...

-Sí, lo sé. No por nada te contrate un entrenador.

-¿Mamá?- pedí su atención. Hizo un sonido y continúe. -¿Te cuidarás cuando me vaya?

Término con los emparedados y los dejo los dos en la pequeña mesa y se acercó a mi limpiando sus manos. Una vez limpias las puso en mis hombros.

-Cariño, tienes que dejar de preocuparte por mi. Te recuerdo que crecí sin nadie que cuidara de mí, no necesito una mocosa mal criada que me cuide- sonreí. -A parte, no es que no nos veamos nunca más.

-No sé si te falta un cable por allí, pero te recordaré el lema, "Facción antes que sangre".

-Lo sé, cariño. Erudición colaboró mucho con esa frase. Pero aún así, digamos que eso no va con los líderes- sonrió, tocó la punta de mi nariz con uno de sus dedos y salio de la cocina a su habitación.

Seguramente se cambiaría de ropa. Mire la mía, estaba presentablemente aburrida. Odiaba el traje de Erudición, pero cuando veía las vestimentas de Cordialidad o Abnegación, lo amaba.

Según yo, el traje de Verdad era uno de los más bonito. Después venían los de Erudición y Osadía. Me gustaba lucir bien y limpia, sobre todo comoda conmigo misma y demostrar que me enorgullece mis proporciones.

-Estoy lista- avisó.

Tomó las llaves del auto, y salimos de la casa dejando la alarma conectada al celular de mi mamá.

-¿habrán agujas?

-No, cariño. Esto es solo un líquido que tienes que beber.

-Bien.

El camino se me hice corto, sobre todo pensando en el tema que tenía en mi cabeza.

Mi padre.

No tenía conocimiento alguno sobre él. No sabía si me había abandonado, o si el no sabía de mi existencia. Porque estaba segura de que Jeanine no me adoptó, nuestro parecido era, físicamente, solo en la nariz, ojos y altura. Cabello negro, mis ojos azules, alta y con buenas proporciones, no me podía quejar de lo que tenía. Sin embargo, a veces deseaba ser diferente psicologicamente, no tenía amigos dado que siempre estaba a la defensiva, era una celosa o simplemente a veces era muy alegre.

-¿Qué pasa, Cariño?- preguntó mamá cuando vio mi mueca.

-¿En dónde está mi padre? Me encantaría conocer lo antes de irme de la facción- sabía que una vez en Osadía, no podría buscarlo.

De otra cosa que estaba segura, es que él tenía que ser de Erudición si o si. Mamá se embarazo de mi a los 27 años y me tuvo con 28 años, por lo que podía descartar fácilmente que se conocieron, y me crearon, en Erudición. Pero nunca había tenido ningún tipo de acercamiento a él, cada vez que encontraba algo que fuera una prueba de su existencia, está desaparecía como magia.

-Pues obviamente aquí no está- dijo bromeando.

-Es en serio, mamá. Quiero saber de él, ya tengo 17 años y quiero saber como es que no tuvo interés en mi.

-El no esde aquí- respondió sonriente.

-¿A qué te refieres?

-En la noche te contare.

No hablo más, sé que si lo hago mamá se arrepentirá de querer decirlo.

[•••]

Estoy sentada en una de las mesas hace como media hora esperando a que digan mi nombre para poder salir luego de este lugar. Estaba rodeada de personas que hablaban de compuestos químicos y libros, era asfixiante, más aún cuando preguntaban por el nuevo proyecto de mi mamá.

¡Qué sabía yo! No le tomaba atención a las clases, excepto a las de gimnasia.

-Jhon Moore. Tatiana Dashnear. Alexandra Tonelli. Mariano Balo. Italia Paredes. Maite Duran. Jennifer Andres. Aphril Matthew...

Salto de mi puesto emocionada al escuchar mi nombre. Por un momento pensé que sería la última aquí, pero me equivoque. Espero a que la señora termine de decir los últimos nombres y avanzó junto a los otros nombrados, solo conozco a Jennifer que es de Erudición e iba en mi clase, pero no me caía de lo mejor, digamos que era una perra que presumía su inteligencia. Me detengo en la puerta numero ocho, y toco con los nudillos de mis manos.

-Adelante- escucho desde adentro. Abro la puerta lentamente y camino hacia adelante. -Soy Miranda Rimg, hoy voy a supervisar su prueba de Aptitud. Tome asiento, por favor.

Su voz era baja, su mirada estaba atenta en lo que hacía y no la dirigía en ningún momento al gran espejo que había en la habitación. Era una Abnegada hecha y derecha. Sin embargo, yo, desde que llegue a esta habitación, no había parado de acomodar mi cabello mirándome al espejo.

-Tiene que beberlo- volvió a hablar, entregando me un pequeño vaso con un líquido azul. Lo había visto, pero mi mamá nunca me dejo beberlo.

-Bien- respondo.

Lo bebo de un sorbo. Aprieto mis ojos con fuerza por el sabor fuerte del líquido, cuando los abro veo todo borroso y confuso, los vuelo a cerrar y al abrirlos me encuentro en la cafetería.

A mi alrededor hay mesas completamente vacías, sin saber que hacer doy un paso al frente.

-Elige.

-¿Qué?- pregunto confusa.

-Elige- distingo la voz de mi mamá.

Doy la vuelta, en una mesa veo un pedazo de queso y un cuchillo. Tomo el cuchillo solamente porque odia el queso.

La habitación cambia y las mesas son ahora espejos. Amo los espejos, pero esto ya era un poco espeluznante. En frente mío hay un perro, es grande, me llega casi a la altura de mi cadera. Me gruñe y sé que quiere atacarme, lo veo fijamente a los ojos intentando demostrarle que no le tengo miedo. Si les muestras a los perros que eres débil y tienes miedo, te verán como presa, por eso me mostraba firme.

-¡Perrito!- escucho detrás mío.

El perro vuelve a su modo de ataque y corre a por la niña. La niña corre con miedo, al princípio no hago nada porque se parecía a mi y yo sabía que hacer a la edad de 10 años, sin embargo recuerdo que no soy yo. Uso el cuchillo tal y como me dijo mi entrenador que lo usará, una vez lista lo tiro y le doy al perro en su espalda, desaparecen los dos de inmediato y aparezco en un autobús. Al frente mío hay un señor con un diario en sus manos, reconozco a la persona del titular. El hombre es un Veraz.

-¿Lo conoces?- veo detrás mío, pensando que le habla a otra persona pero no hay nadie. -¡Dime, ¿Lo conoces?!

-¿Por qué debería decirle?

-¡Porque me salvarias!- me grita. Odio que lo hagan. -¡Lo conoces, yo sé que sí!

-No, no lo conozco- respondo segura.

La imagen desaparece y me encuentro otra vez en la habitación sentada en la silla. La señora mira atentamente la pantalla del computador, luego sonríe y escribe algo. Estoy algo confundida y me toma algo de tiempo darme cuenta que lo ocurrido hace minutos fue el efecto del suero.

-Bien, ya tengo tu resultado.

-¿Y?

-Al no elegir el queso se quitó inmediatamente la probabilidad de Cordialidad, Y al elegir el cuchillo da señales de Osadía. Luego, con el perro y la niña, has defendido a la pequeña con el mismo cuchillo, lo que demuestra que eres Osada. Después, en el bus con el hombre, pudiste haber dicho la verdad y salvarlo, pero no lo has hecho porque sabías que te haría daño, y eso quita completamente Verdad pero has sido inteligente al no decirse la por las consecuencias que supuestamente tendrías. Sin embargo, tu resultado definitivo es Osadia- me explica. Estoy atenta a todo lo que dice, y me parece lógico que allá dicho sobre mi inteligencia, signos de Erudición, ya que mi madre es una Erudita. Tocan la puerta apenas termina la explicación sobre mi resultado. -Es el inspector. Adelante.

La puerta se abre y por esta entra un hombre de alrededor de 35 a 40 años, rubio y delgado. Viste de blanco y negro, lo que significa que es un Veraz.

-Vengo a ver el resultado de la señorita Alexandra Matthew- dice con total calma.

-El resultado de la señorita Matthew a sido un 95% Osadía.

-Muy bien, por favor acompañe me a la salida.

Me levanto de la silla para seguir al hombre por una puerta que estaba a las espaldas de Miranda, salimos por allí y me dirige a la puerta principal.

-Su madre, Jeanine Matthew, la esta esperando- apunto a la esquina derecha de la calle, donde estaba el coche de mi mamá aparcado.

-Gracias... Y Adiós- dije para luego salir corriendo hacia mi madre. En el camino dejo mis ojos completamente abiertos para que se cristalicen.

Cuando llego al auto ya estoy llorando. Nunca es mal momento para una broma.

-¿Y, cuál fue tu resultado?- dijo apenas subí al auto. Su sonrisa se veía a kilómetros, pero rápidamente la quito al verme llorar. -¿¡Estas llorando!?

-Yo... Eh sí, mi resultado te lo diré en la noche, luego de que me cuentes lo de mi padre.

-Eso es chantaje- se quejó. La miré con ojos de perro abandonado, dio un suspiro y prosiguió a echar andar el auto.- Te diré sobre tu padre cuando lleguemos a la casa. No puedo esperar para saber tu resultado.

Parece tan segura de querer decírmelo, que dudaba que me dijera la verdad completa. Esperaba que sí me la dijera, pero sobre todo esperaba saber el nombre del hombre que dio mi esperma.

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