#1 Prueba De Aptitud.

3.1K 121 25
                                    

Estaba en mi habitación, esperando a que mi madre llegara por mí para poder irme a la Prueba de Aptitud. Ella me iría a dejar en su auto para pasar más tiempo conmigo.

Cuando era pequeña mamá ponía el 75% de su atención en mí, consintiendo me todo lo que podía. Cuando cumplí los 8 años eso dejo de pasar, mamá estaba todo el día en la biblioteca o trabajando, así fue como consiguió su puesto de líder. Sin embargo, cuando cumplí los 15 años todo volvió a ser como antes. Pero había una diferencia, todos los domingos me hacía preguntas que yo no sabía que existían para evaluar mi inteligencia, alrededor de tres meses se dio cuenta que yo no servía para nada en Erudición. Por lo que me contrato un entrenador para que me enseñará defensa de todo tipo. Me hizo prometer le que nadie se entearía.

No me importaba guardar un secreto que me implicaba. Como el que tengo 17 años, pero para la sociedad, y facciones, tenía 16 años.

-Ya llegué- escuche el grito de mi madre. Seguramente estaba comiendo el emparedado de salmón que le había preparado.

Mamá era muy elegante y limpia, pero aquí en la casa a solas conmigo podría ser una cochina.

Salí de mi habitación y camine hasta la cocina. Éramos sólo las dos por lo que no necesitábamos de un segundo piso. Pronto sería sólo ella.

-Come tranquila, aun falta una hora para ir saliendo y llegar a la hora- le dije sentando me en una silla de la cocina. Se dio la vuelta acostumbrada a que yo la asustará. -Yo igual quiero uno.

Se levantó luego de terminar el suyo para preparar dos más. Se veía que no había almorzado.

-¿No tienes miedo?- pregunto dándome una rápida mirada.

-No, ya sé en donde quiero estar...

-Sí, lo sé. No por nada te contrate un entrenador.

-¿Mamá?- pedí su atención. Hizo un sonido y continúe. -¿Te cuidarás cuando me vaya?

Término con los emparedados y los dejo los dos en la pequeña mesa y se acercó a mi limpiando sus manos. Una vez limpias las puso en mis hombros.

-Cariño, tienes que dejar de preocuparte por mi. Te recuerdo que crecí sin nadie que cuidara de mí, no necesito una mocosa mal criada que me cuide- sonreí. -A parte, no es que no nos veamos nunca más.

-No sé si te falta un cable por allí, pero te recordaré el lema, "Facción antes que sangre".

-Lo sé, cariño. Erudición colaboró mucho con esa frase. Pero aún así, digamos que eso no va con los líderes- sonrió, tocó la punta de mi nariz con uno de sus dedos y salio de la cocina a su habitación.

Seguramente se cambiaría de ropa. Mire la mía, estaba presentablemente aburrida. Odiaba el traje de Erudición, pero cuando veía las vestimentas de Cordialidad o Abnegación, lo amaba.

Según yo, el traje de Verdad era uno de los más bonito. Después venían los de Erudición y Osadía. Me gustaba lucir bien y limpia, sobre todo comoda conmigo misma y demostrar que me enorgullece mis proporciones.

-Estoy lista- avisó.

Tomó las llaves del auto, y salimos de la casa dejando la alarma conectada al celular de mi mamá.

-¿habrán agujas?

-No, cariño. Esto es solo un líquido que tienes que beber.

-Bien.

El camino se me hice corto, sobre todo pensando en el tema que tenía en mi cabeza.

Mi padre.

No tenía conocimiento alguno sobre él. No sabía si me había abandonado, o si el no sabía de mi existencia. Porque estaba segura de que Jeanine no me adoptó, nuestro parecido era, físicamente, solo en la nariz, ojos y altura. Cabello negro, mis ojos azules, alta y con buenas proporciones, no me podía quejar de lo que tenía. Sin embargo, a veces deseaba ser diferente psicologicamente, no tenía amigos dado que siempre estaba a la defensiva, era una celosa o simplemente a veces era muy alegre.

Mi Chico Mata Divergentes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora