"El Elemento Perdido #1: Fueg...

By DanielaHernandez1940

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Alexia Raven tiene una vida perfecta: familia perfecta, popularidad, belleza y todo lo que una chica de 17 añ... More

"CAPITULO 1"
"CAPITULO 2"
"CAPITULO 3"
"CAPITULO 4"
"CAPITULO 5"
"CAPITULO 7"
"CAPITULO 8"
"CAPITULO 9"
"CAPITULO 10"
"CAPITULO 11"
"CAPITULO 12"
"CAPITULO 13"
"CAPITULO 14"
"CAPITULO 15"
"CAPITULO 16"
"CAPITULO 17"
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"CAPITULO 19"
"CAPITULO 20"
"CAPITULO 21"
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"CAPITULO 29"
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"CAPITULO 31"
"CAPITULO 32"
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"CAPITULO 34"
"CAPITULO 35"
"CAPITULO 36"
"CAPÍTULO 37"
"CAPÍTULO 38"
"CAPÍTULO 39"
"CAPITULO 40"
"CAPÍTULO 41"
"CAPÍTULO 42"
"CAPÍTULO 43"
"CAPÍTULO 44"
"CAPÍTULO 45"
"CAPÍTULO 46"
"CAPÍTULO 47"
"CAPÍTULO 48"
"CAPÍTULO 49"
"CAPÍTULO FINAL"
PRÓXIMAMENTE

"CAPITULO 6"

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By DanielaHernandez1940

Nunca me había gustado venir al cementerio a pesar de que aquí estaba una vieja tumba familiar. Los Raven, una antigua familia en este lugar, según Daniel, parte de sus antepasados llegaron a América luego de la Independencia y llegaron a ser parte importante de la fundación de este lugar, prueba de ello era el hermoso -y trillado- nombre que nuestro querido pueblito tenía. 

Generación tras generación, la familia Raven quedó muy bien posicionada, aunque algunos más, regresaron a Alemania, de donde provenían originalmente, pero Daniel, al crecer, estudiar y comenzar su trabajo en América, no fue capaz de ir con la abuela de vuelta a Múnich. Dëni y yo siempre supimos que él echaba de menos a su familia.

Pasando por todas las tumbas y las capillas, me puse a pensar que yo jamás había estado en un cementerio  realmente. Ni siquiera cuando el padre de Daniel murió, Janine no estuvo de acuerdo con la idea de que visitaramos lugares así. Jamás en mis cinco sentidos imaginé que entraría aquí en estas circunstancias.

Vagué por el lugar unos minutos, leyendo los nombres que se hallaban en las tumbas, algunas estaban muy descuidadas, era claro que nadie había venido en mucho tiempo. Y en el fondo, lleno de flores frescas, lilas en su mayoría, se hallaban juntas las tres lápidas. Por primera vez en mucho tiempo, lloré, lloré de verdad, los tres nombres grabados en letras doradas y con una foto de ellos:


    Dëni Raven
11 de Octubre de 1997
   ➕4 de Junio de 2015
"Hija, hermana y amiga querida"

     Nathan James Weber
⭐15 de Noviembre de 1997
➕4 de Junio de 2015
"Siempre te recordaremos"

     Vanessa Rodríguez
⭐4 de Junio de 1997
➕4 de Junio de 2015
     "Hija excepcional"


Me senté cuidadosamente en el pasto y acaricié la fría piedra con la que estaban hechas. ¿Por qué ellos?, todos me consideraban un milagro viviente pero la verdad yo no lo veía de esa forma, ni siquiera me sentía afortunada. Y aún así fue milagro que el salir volando por la ventana, me hubiera salvado la vida.

Las flores desprendían un maravilloso aroma, prueba de que habían sido cambiadas recientemente.

—Por favor, perdónenme.

Mi voz se ahogó en un terrible llanto, lo había contenido durante mucho, yera mi culpa, me había negado a llorar, sentía que era una hipocresía de mi parte, pero ahora, pensándolo detenidamente, me di cuenta de que no habia razón para ello. Merecía llorar, merecía sufrir, sacarlo todo, sacarlo porque me estaba consumiendo lentamente y no podía aguantarlo más.

Me estaba destruyendo. 

Era mi hermana, mi mejor amiga y probablemente el amor de mi vida. Ahora me arrepentía por nunca haber sido franca con mis sentimientos, por no haber sido una buena hermana y cuidar a Dëni como se lo había prometido y por no ser una buena amiga y dejar que Vanessa se sintiera menos a nuestro lado. Tendría que cargar con eso el resto de mi vida. Sentí los brazos de Daniel alrededor de mi.

—Esta bien, llora hija, lo necesitas.

—Es mi culpa —dije entre sollozos—, por mi culpa están muertos, papá.

Daniel se sentó a mi lado y tomó mi rostro entre sus manos, sus ojos brillaban con intensidad. Él no estaba de acuerdo en lo que decía.

—Claro que no y no quiero que...

—¡Es la verdad! —grité—, yo fui quien organizó la estúpida fiesta, fue mi idea y además todo el asunto del alcohol...

Ni siquiera pude terminar de hablar. Si no hubiera hecho la fiesta, Vanessa habría pasado a la mayoría de edad sin ningún problema. Y Dëni y Nathan seguirían aquí.

—Fue un accidente, había lluvia y eso podía ocurrir de cualquier forma. Lo único que debes saber y entender es que ellos no sufrieron demasiado. Sabes bien que tu hermana sufría del corazón y éste no lo resistió y Nath y Vanessa ellos se fueron sin dolor. Lo juro.

Eso me ponía aún peor y... ¡rayos!

Claro que no había sido un accidente. Me aparté de Daniel y me puse de pie ignorando el dolor que aún sentía en mi pierna.

¿Cómo pudiste olvidarlo?

Por lo que entendí nadie había hecho una investigación al respecto o al menos no estaba terminada, de ser así me hubieran llenado de preguntas pero no lo hicieron. La camioneta. La camioneta negra que nos golpeó.

—No fue un accidente —Daniel me miraba como si estuviera loca—, papá, lo recuerdo y no fue un simple accidente, alguien quería matarnos.

—Alex yo sé que aún estás en negación y lo entiendo pero...

—Papá no, por favor escúchame. Esa noche una camioneta comenzó a seguirnos, nos golpeó hasta que nos salimos del camino.

—¿Estás segura de lo que dices? —Daniel no parecía muy convencido.

—Te lo juro, era, era una camioneta negra, como una vagoneta, traté de ver quién era o qué quería, pero no pude.

Parecía sorprendido, tal vez si me creía aunque fuera un poco. ¿Tendría que ver esto con lo ocurrido en Forbeville?

—Llamaremos a Carlos y John para que podamos explicarles esto, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

—Pero ya es hora de irnos, deben de estarse preguntando dónde estamos, las gemelas están ansiosas por verte.

Di una última mirada a las tumbas.

Volveré pronto, lo prometo.

...

El camino a casa duró muy poco, hubiera deseado que no acabara jamás. Daniel aparcó el auto e inmediatamente Tasha y Tabitha salieron corriendo de la casa, se veían muy felices, felices de verme. Janine y Nina -la niñera- salieron detrás de ellas. Todas se veían muy contentas y yo también lo estaba, abrí la puerta del auto y Daniel ya estaba ahí para ayudarme.

—¡Alexia! —gritaron las gemelas al unísono y me abrazaron.

—Auch, mi brazo, mi pierna, tranquilas. 

—Niñas, no sean tan abrumadoras —Nina las hizo a un lado y me envolvió en un ligero abrazo—, que bueno tenerte de vuelta, cielo —su tono fue dulce como siempre, ya me hacía falta escucharlo.

—Ya estas en casa, cariño —Janine besó mis dos mejillas.

Analizándolos bien a todos, se veían mal, peor de lo que yo esperaba, el cansancio y la tristeza invadían sus rostros. Excepto las gemelas, ellas aún no lo entendían, al menos no del todo.

—Alex ¿por qué no te fuiste con Dëni y tus amigos? —Tabitha me miraba con curiosidad. Dios mio, ¿por qué a mí?

—Niñas no molesten a su hermana —el tono de Daniel era firme—, hay que dejarla descansar.

—Sí, vamos adentro, te preparé algo delicioso de comer, debes estar harta de la comida del hospital.

Nina queriendo convencerme con la comida, eso nunca fallaba pero en realidad no tenía nada de hambre a pesar de que casi todo el alimento que pude consumir fueron sueros y sedantes. Me veía como un maldito zombie, había perdido tal vez unos cinco kilos, Lena estaría orgullosa, siempre me llamaba gorda.

—Te dejaremos descansar cariño, después llamaré a Lucinda para que sepan que ya estás en casa.

—De acuerdo —no quería recibir visitas, pero Janine está a segura de que eso tal levantaría mi ánimo un poco.

Aunque me negué por completo, Daniel me llevó en brazos hasta mi cuarto, no quería que esforzara mi pierna. 

Mi cuarto estaba limpio, como si no me hubiera ausentado jamás, estaba intacto. Ya en mi cama bajé las sábanas y le pedí a Daniel que me despertaran después. Vaciló un poco. 

Vamos, no me voy a suicidar. 

Alcé mis cejas. Estoy esperando, fuera. Me dio un beso en la frente y salió no sin antes darme una ultima mirada. Puse mi almohada sobre mi cabeza esperando que esto fuera sólo una mal sueño. A la mañana siguiente me despertaría y todo seria normal de nuevo.

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