One Shots/Bl/Yaoi.

By AwesomeMoon96

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Obra dedicada solo para One Shots de todos tipos. Se irán agregando mediante se me ocurren :3 Además, aquí es... More

Entrevista (parte 1)
Entrevista (Parte 2)
Entrevista (Parte 3)
Chilensis ADxMY
Evan
Piratas (BTS)
Preguntas al Autor

Atte...

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By AwesomeMoon96

Sam iba corriendo rápidamente mientras evadía a cuanta persona se le cruzase, era su primer día de clases en segundo año de secundaria y llevaba diez minutos de retraso.

A pesar de que el reloj corría, no era justamente el regaño lo que lo tenía preocupado, sino que eran las ansias por ver a su mejor amigo. Tenía algo muy importante que decirle, y no podía esperar.

La campana sonó y la primera clase comenzó. Sam llega cinco minutos tarde al salón, y con la voz agitada saluda a la maestra, la cual lo deja entrar.

Un rápido recorrido al aula y lo encuentra. Con su típica sonrisa y señalando de manera casi exagerada el asiento desocupado a su costado, su mejor amigo Ashton lo llama.

Sam ríe y camina hacia su nuevo pupitre.

Todo un verano sin ver a su mejor amigo, todo un verano tratando de decidirse por decirle lo que tan importante es para Sam. Pero no podía decirlo así y mucho menos ahí, así que se decidió por el segundo receso, sería ahí que le diría.

La clase transcurrió entre anécdotas de verano entre los amigos y risas por montones. El primer receso llegó y ambos salieron, Ash lo invita a sentarse bajo un árbol para seguir hablando y Sam acepta.

El chico no puede evitar sentirse nervioso por lo que le va a decir a su amigo, desde que se conocieron, hace exactamente un año, o sea, en el primer día de primer año de secundaria, son inseparables, más inseparables que cualquier otro par de amigos que puedan conocer.

Nunca creyó que pudiese llegar hasta ese punto de la vida, pero aun así no se lo ocultaría a la persona más importante dentro de ella.

Un inusual quejido por parte de Ash le extrañó a Sam, su mano estaba en el centro de su pecho mientras hacia una mueca de dolor. Al preguntar, Ashton le explica que le pasa seguido los últimos meses, pero el médico le había asegurado que no era nada grave, Sam insiste en que vaya a enfermería, pero Ash continúa diciendo que estaba bien, así que solo lo ignoraron.

La segunda clase pasó normal, entre más risas y palabras, Sam más y más se emocionaba por decirle de una vez lo tan importante a su mejor amigo.

El segundo receso llegó y su corazón se detuvo. Respiró profundamente antes de salir del salón tras su amigo.

—Hey, Sam. Vamos a las canchas, voy a jugar futbol con los chicos.

—Eh... seguro.

No podía. Simplemente no podía. Mordió su labio, inquieto. Ash notó que su amigo estaba nervioso, caminó hacia él y lo miró.

—¿Estás bien?

—Sí, lo estoy.

—¿Vienes?

—Claro.

Ashton sonrió y tomó la mano de su amigo, haló de ella para llevarlo corriendo directo a las canchas.

Sam hizo un gesto de incomodidad ante la acción del otro. Tenía que decírselo, era ahora o nunca.

—Ash. —El joven se detuvo, justo frente a las puertas del gimnasio. Volteó a verlo.

—¿Qué sucede?

—Eh... yo...Tengo algo que decirte. —Se soltó del agarre de su amigo y bajó la cabeza.

—Dime, Sam.

—Es que...

—¡Hey, Ash! ¡Vamos a comenzar sin ti! ¿Vienes o no? —Se escuchó de parte de los chicos al interior del gran gimnasio.

—¡En un segundo voy! —Les contestó Ashton—¿Entonces? ¿Piensas decirme, o no? —Sonrió.

—Es que... Yo, solo... Te deseo un buen partido. Eso. —Sonrió Sam.

Ashton rió entre dientes y acarició el cabello del más bajo.

—Eres tan gracioso, Sam. Gracias.

—Sí...—La sonrisa del rostro de Ashton se borró de un segundo a otro, una de sus manos fue directo a su pecho mientras hacia una mueca de dolor.

Soltó un quejido.

—Ash, ¿estás bien? —Sam tomó a su amigo por los hombros y lo miró preocupado.

—Sí. Estoy bien...—Nuevamente tomó compostura y luego de un segundo eliminó la mueca que estaba en su rostro—. Solo fue un extraño pinchazo en mi pecho, no es nada. —Volvió a sonreír.

—¿Estás seguro?

—Sí, lo estoy, Sam. No te preocupes. —Sam asintió levemente con la cabeza y dio un paso atrás.

Ashton trotó hasta el centro de la cancha lanzando su chaleco a alguna parte del lugar, y el juego comenzó. Sam caminó hasta las gradas, subió algunas y ahí se quedó, mirando a los chicos jugar. No era fan del ejercicio físico, nunca le gustó hacer gimnasia así que tampoco amaba jugar futbol.

Suspiró fuertemente al notar que se encontraba nuevamente en su punto inicial. No le había dicho lo tan importante a Ashton, y solo por tener miedo de cómo reaccionaría su amigo.

Pero tenía que hacerlo, todo un verano juntando coraje para decirlo y en el último minuto se congela. Tonto. Tenía que existir una manera de decirle, pero cómo.

Una nota.

Tomó su bolso y extrajo una libreta de él, con una lapicera escribió el corto pero muy importante mensaje en una de las hojas, para luego arrancarla y cortar en un trozo pequeño.

Listo, ahora solo tenía que entregársela.

El timbre sonó, anunciando que la siguiente clase estaba por comenzar. Miró hacia los chicos que seguían corriendo de un lado a otro tras una pelota de futbol. Ashton levanta su cabeza y mira a su amigo.

—Ve tú, yo terminaré el juego.

—Seguro. —No era raro que su amigo se saltara una que otra clase, ya estaba acostumbrado.

No era un mal estudiante, tenía buenas calificaciones y buen comportamiento en el salón, pero saltarse las horas era normal en él.

Se levantó y bajó de las gradas, en la última de ellas estaban los chalecos de todos los chicos que jugaban, incluyendo el de Ashton. Mordió su labio inferior con una idea en la cabeza.

Tomó el trozo de papel que estaba en su bolsillo y lo guardó en el del chaleco de su amigo. Así no tendría que dárselo directamente, él leería el mensaje y no habría manera de detenerlo. No tendría que pronunciar palabra alguna.

Sonrió al notar lo fácil que fue "Decirle" a su amigo lo que tan importante era para él.

Caminó hacia la puerta de salida. Llegaría tarde si seguía demorándose.

—¡Sam! —El chico volteó y su amigo corría hacia él.

—¿Sí?

—Este... —Rascó su cabeza como pensando en lo que iba a decir—, ¿Me prestas los apuntes luego?

—Oh, claro, no hay problema. —Sam sonrió y su amigo copió su gesto.

—Gracias. Eres el mejor. —Estiró su puño cerrado situándolo frente a su amigo, este rió y chocó su propio puño contra el de Ashton.

—Llegaré tarde. Nos vemos.

—Claro.

Caminó hacia la puerta y la abrió. En eso, sintió que algo tiraba del borde de su chaleco, volteó en su dirección y era la mano de su amigo quién halaba de él. Al notarlo lo miró extrañado, Ashton sonrió nervioso y alejó su mano de Sam.

—¿Qué estabas...?

—Nada. —Apresuró Ash. Sam frunció el ceño.

—Pero tú...

—Solo quitaba una mugre de tu chaleco. Llegarás tarde a clases, vete. —empujó levemente a su amigo fuera del gimnasio y cerró la puerta.

Estaba hecho. Ashton leería el mensaje una vez terminado el juego.

Agitó su cabeza para despejar la mente y corrió hacia el salón.

No prestaba atención a lo que el maestro hablaba, estaba nervioso. ¿Habría leído el mensaje Ashton? ¿Estaría meditando con respecto a ello en este momento? ¿Y si no le agradaba lo que le había dicho? Dejaría de ser su amigo. No, no, no. No tenía que pensar en eso, tenía que ser positivo.

Decidió dejarle todo al destino y comenzó a tomar apuntes, después de todo, le prometió a Ash prestárselos una vez terminada la clase.

Al sonar la campana para el almuerzo, Sam guardó todas sus cosas y salió del salón. De seguro Ashton lo esperaba en la cafetería como lo habían hecho las veces anteriores.

Pasó por los otros salones y se detuvo al notar que una gran cantidad de chicos se agolpaba fuera de la enfermería. En eso, se comienza a escuchar una ambulancia a lo lejos.

Los paramédicos llegaron corriendo con una camilla en las manos. Los maestros trataban de quitar a los alumnos del lugar para darle la facilidad a los paramédicos a que entraran al sector. ¿Qué había pasado?

Desde el interior de la enfermería se escuchó un grito, seguido por un llanto.

Sam sintió un dolor en el pecho, un mal presentimiento lo inundó por completo. Algo no andaba bien.

Trató de hacerse lugar entre los muchos alumnos que intentaban de igual manera averiguar qué pasaba. Al llegar a la puerta de la enfermería su corazón se detuvo.

Los paramédicos traían consigo una camilla, con una persona en ella, cubierta por completo por una sábana blanca.

¿Qué era esa sensación tan horrible que tenía? ¿Por qué sentía que tenía que ver quién era esa persona?

No podía moverse, estaba en shock, jamás había visto un cadáver tan de cerca y menos en la escuela.

Los murmullos de los alumnos a su alrededor le aclaraban un poco las cosas, había sido por un paro cardiorrespiratorio, un infarto al corazón quizá.

¿Habrá sido un maestro? ¿Un auxiliar? ¿O un alumno?

En cualquier caso, ¿qué era exactamente lo que había pasado?

Dio un paso hacia adelante y sintió nuevamente el llanto desde el interior de la enfermería, volteó a ver y simplemente su alma se vino abajo. Era la madre de Ashton.

Uno de los maestros que trataba de poner orden a la situación lo tomó y lo empujó suavemente hacia atrás para hacer espacio. Sam negó con la cabeza aún en estado de shock y empujó al maestro para liberarse de su prisión. Corrió hacia los paramédicos con el corazón en la mano y rezando porque estuviera en un error, un muy horrible error.

Sin oír los regaños de las personas tomó la sábana y rápidamente dejó a la vista el rostro del chico en la camilla.

El cabello negro y piel clara de su amigo quedaron frente a él. Un dolor punzante en su pecho lo atacó. Esto no era cierto.

Sus manos se quedaron tiesas, sus ojos se llenaron de lágrimas las cuales comenzaron a caer lentamente por sus mejillas, una tras otra.

Los paramédicos tomaron la sábana y volvieron a cubrir el rostro de Ashton. Un maestro llegó a su lado y lo tomó por los hombros, regañándolo. Sam no oía nada, su cabeza estaba desconectada del mundo.

Ashton estaba muerto.

La ambulancia cerró sus puertas justo después de que la madre de Ashton subiera con él. Y se marcharon.

Sam estaba solo.

Esa misma noche, Sam se encontraba de pie en el centro de su habitación, tres minutos habían pasado desde que llegó del funeral de su mejor amigo.

Su madre les había contado entre lágrimas que Ashton había estado sufriendo dolores en el centro de su pecho hacía ya varios meses, y a pesar de que un médico les había asegurado que no era nada de qué preocuparse, nada de eso era cierto. Ashton había tenido una arritmia antes de sufrir un infarto, el cual había acabado con su vida.

Y pensar que había tomado apuntes para él esa misma tarde. Pensar que había comenzado un nuevo año escolar ese mismo día. Pensar que le había escrito la nota con el importante mensaje para él.

Otra lágrima cayó por su mejilla izquierda. Ni siquiera se había cambiado el uniforme escolar.

De seguro el juego le había causado el desorden rítmico en los latidos de su corazón, y él había estado de acuerdo cuando le dijo que se quedaría a terminar el partido. Debió obligarlo a asistir a clases.

Le había dicho que era el mejor, pero no era así.

Sam apretó los dientes aguantando un sollozo. Respiró profundamente y miró el techo de su cuarto.

Debió decírselo, debió decírselo cuando tuvo la oportunidad, ahora nunca sabrá qué pudo haber pasado.

El chico negó con la cabeza y sonrió melancólicamente al recordar lo último que hablaron, las últimas palabras que cruzaron.

—Una mugre en mi chaleco. —Soltó una leve risita acompañada de más lágrimas—. Tú siempre tan detallista, ¿no, Ash?

Llevó sus manos a los bordes de su chaleco y los tocó. Sintiendo el último contacto con su amigo, como si su esencia estuviera de alguna manera en ese sector de su abrigo: el bolsillo derecho.

Frunció el ceño extrañado al notar un pequeñísimo bulto que antes no se encontraba allí, al menos no estaba esa mañana cuando se había puesto la prenda. Introdujo su mano en el bolsillo y extrajo de él un pequeño trozo de papel.

Su corazón comenzó a latir de manera desenfrenada, no podía ser lo que creía.

Con suma delicadeza y con las manos temblando del temor, abrió la pequeña nota.

Un gemido de dolor se escapó de sus labios al leer, sus mejillas se tornaron de un suave color rojo, las cuales fueron cubiertas con más lágrimas.

La notita calló de sus manos, seguido por él. De rodillas y cubriendo su cara comenzó a llorar con desesperación y tristeza. No lo podía creer.

Si tan solo se lo hubiera dicho, si hubiera sido un poco más valiente... tal vez estaría en una situación completamente diferente.

No estaría pensando en que quizás no leyó la nota, quizás si le hubiera dicho en el momento en que tuvo la oportunidad, hubiera pasado algo más; quizás si no hubiera sido tan cobarde, las cosas serían diferentes ahora.

El chico soltó un grito de angustia que crecía en su garganta. No podía creer que esto estuviera pasando.

Aún con lágrimas en los ojos miró la notita a un costado suyo, con las letras a la vista, se veía la perfecta caligrafía de su amigo en ella.

Y apuntaba: "Me gustas, Sam. Atte. Ashton."


***

~N/A: Esta historia se me ocurrió gracias a mi hermana e.e Todo comenzó con la idea de participar en un concurso para el liceo, tenía que presentar una historia con cien palabras, y me dijo a mí que la ayudara, digamos que no pudo llevar nada porque para mí es imposible escribir una historia en cien palabras :c y bueno, la idea ya la tenía así que la desarrollé un poquito más y ¡Paf! cinco páginas de Word en un minuto e.e cnjskj

No es el "Ashton" de 5SOS.
Sam no es el mismo Sam de DP.
Por si acaso e-e
Djjdd

Bueno, espero que les guste c:

Voten, comenten y cosas random :3


-D.

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