Christian
(Escuchar audio) How Long Will I Want You - Ellie Goulding
Anoche Anastasia no pasó buena noche, tuve que llamar a mamá en la madrugada para que la revisara, su fiebre era muy alta y ya me tenía al borde con sólo verla temblando. Mi madre ha dicho que ha sido por el estrés.
Ayer no comió en todo el día, por la mañana eran los nervios por la visita a la cárcel, al medio día no quiso probar bocado en el avión, no le quise insistir por lo nerviosa que estaba después de la visita a su padre, y por la noche, ya en Seattle sólo quería dormir.
Pero ahora no se salva, solo deseo que se mejore y luego nos centraremos en resolver este problema.
Voy caminando hacia nuestra habitación llevando una bandeja con su desayuno y al entrar, la encuentro envuelta entre las sabanas temblando como anoche. La toco y confirmo que la fiebre ha vuelto.
—Mamá.
Llamo a la casa preocupado.
—Christian, cariño. Como sigue tu herm... Lo siento. Mi hija.
Reprimo una sonrisa.
—Le ha vuelto la fiebre, mamá. Me preocupa.
Se supone que ya debería estar bien.
—Voy para allá. Ponle compresas frías en la cabeza.
—Si, mamá. No tardes.
Vuelvo a la cama con paños húmedos y hago lo que mamá ha dicho.
—Christian... ¿Qué pasa? —susurra cuando le coloco la primera compresa en su frente.
—Nada, nena, solo es la fiebre que ha vuelto. Mamá ya viene.
—Me siento muy cansada...
—Has pasado por muchas cosas últimamente. Descansa, nena. Yo te cuido.
—Si, amor.
Mamá no demora en llegar, afortunadamente. Besa su frente y la abraza mientras llora en silencio. Mi niña sabe ganarse los corazones.
Me quedo a su lado hasta que mamá me manda a salir para revisarla. Como si no conociera su cuerpo. Igual me quedo en la puerta a esperar a que mamá la revise. No creo que soporte estar tan lejos con la incertidumbre carcomiéndome.
Espero que se recupere rápido, no quiero verla así, enferma y sufriendo. Odio verla sufrir.
—Hijo, ya puedes entrar. —Lo hago sin dudar—. Creo que será mejor hablar con Flyn, para que le recete algo para la ansiedad que tiene. No podemos dejar que pasen los días, puede volverse algo crónico.
—¿Y si la saco de la ciudad unos días?
—No me quiero ir. Adam todavía anda por ahí —nos interrumpe.
—Ya veremos, nena —digo besando sus calientes y agrietados labios, antes de salir de la habitación para llamar Flyn.
Anastasia
Christian y mamá se han ido y me he quedado sola en la habitación, odio estar sola. Gracias a mamá y a los cuidados de Christian ya mi fiebre ha bajado y ese horrible escalofrío finalmente se ha ido.
Me ha vuelto a traer comida, la cual devoro como si no hubiera probado bocado en días.
Haberme enterado del sucio engaño de Adam me ha dolido mucho, todas esas personas muertas por su culpa y por la mía también. Nunca debí confiar en él tan ciegamente. Que estúpida he sido.
Y Steve... No sé qué pensar de él ahora. Su mirada arrepentida se veía tan genuina que terminó por derrumbarme. Amaba a mi madre, eso lo pude ver.
—Listo, nena —dice Christian entrando a la habitación distrayéndome de mis pensamientos.
—¿Qué está listo?
—Saldremos a relajarnos un par de días.
—Christian, yo no...
—Shhh... —Levanta la mano y lo odio—. Vas a ir por las buenas o por las malas. Ya hablé con Flyn y está de acuerdo, Sarah y Ethan se encargarán de hablar con el sujeto que nos recomendó Steve y cuando regresemos planearemos que hacer.
—Ya lo tiene todo resuelto, señor Grey.
Sonreí arrogante y lo vuelvo a amar.
—Siempre.
Besa mi frente y me ayuda a levantar. Empieza a sacar ropa de su inmenso armario y a guardarla en una pequeña maleta. Sólo lo veo preocupada, temiendo que Adam haga algún movimiento durante mi ausencia y alguien más de mi familia resulte lastimado. No quiero que nadie más salga herido porque yo decidí confiar en ese bastardo.
Christian me mira y se arrodilla frente a mí al ver mi expresión desolada. ¿Cómo más puedo estar?
—¿Solo serán dos días? —digo con cierto desespero y sé que lo nota cuando sonríe.
—A menos que te resistas. Cada vez que me menciones algo de trabajo o problemas, sumaremos un día más.
—Eres malo. ¿Y si pasa algo...?
—Estaremos preparados —me interrumpe—. Ahora vamos, preciosa. Te voy a bañar.
—No soy una niña.
Me cruzo de brazos y él se acerca lentamente a mí, parezco su presa.
—Sólo cuando te conviene. Créeme, éste es uno de esos momentos.
Me da una sonrisa maliciosa y no puedo evitar sonrojarme. Maldito Grey. Me levanta y me sube a su hombro como un costal de papas provocando que grite. Me lleva cargada hasta el baño y me baja una vez dentro. Abre la ducha y vuelve a salir, empieza a desvestirme lentamente. No sé por qué me siento tan nerviosa, ni que fuera la primera vez que me ve desnuda o me toca.
—Respira, nena —susurra en mi oído y suelto el aire que no sabía que estaba reteniendo, de manera brusca.
Cierro mis ojos y muerdo mi labio inferior al sentir su aliento sobre mi piel. Lo próximo que siento son sus labios sobre los míos y lo muerde para soltarlo. ¿Por qué tiene que ser tan seductor en todo?
Me toma de la mano y entramos a la ducha, el agua resbala por mi cuerpo, esto se siente tan bien. Mi cuerpo se relaja al instante, después de estos días tan difíciles. Christian está detrás de mí y empieza a lavar mi cabello haciendo que mis piernas se vuelvan gelatina por su suave tacto. Definitivamente sabe lo que hace y lo que necesito. Me hacía tanta falta esto, aunque no lo admita en voz alta, adoro que me cuide y me consienta de esta manera.
Luego de cuatro semanas lejos, finalmente podemos estar juntos. Es una lástima las circunstancias. Creo que debí ser más paciente y no pensar en salir corriendo a la primera duda. Si no hubiera planeado eso, él nunca me hubiera dejado, pero eso no le hubiera salvado la vida a Lucy.
Termina y pasa a mi cuerpo, que se pone alerta ante su tacto. Comienza por mi cuello, espalda, llega a mi culo y lo aprieta haciendo que mi boca se haga agua. Baja a mis piernas y vuelve a subir, rozando mi sexo con sus muy habilidosos dedos. Sube una mano por mi cintura hasta mis pechos, mientras la otra la deja en mi entrepierna.
No puedo evitar dejar escapar ese gemido que he estado conteniendo desde que empezaron sus caricias.
—Siempre tan lista —susurra y muerde el lóbulo de mi oreja haciéndome arquear mi cuerpo hacia él con otro gemido más fuerte cuando siento sus dedos entrar en mí—. ¿Estás cansada, nena?
Yo sólo niego. Lo quiero y necesito dentro de mí. Me da vuelta y se apodera de mis labios como si ese sólo gesto me dijera que le pertenezco, baja a mi cuello y me levanta, enredo mis piernas en su cintura. Entra en mi volviendo a mis labios para atrapar mi grito excitado al setir cómo me llena completamente. Siento que mi interior se estremece ante sus salvajes embestidas. Nunca me cansaré de amarlo y sentirlo así, sólo espero ser suficiente para él. Nunca me ha demostrado lo contrario, pero sé de sus gustos y no quiero defraudarlo.
Mi cuerpo se estremece con fuerza y sujeta mi cabello con fuerza sabiendo que estoy llegando a mi punto más alto. Gimo su nombre y mis extremidades se debilitan instantáneamente. Un par de segundos despué, él tambien me sigue y ambos nos quedamos jadeantes, tratando de recuperar el aliento.
—Te amo, nena —dice después de nuestro encuentro—. Te deseo para siempre conmigo, eres todo lo que necesito para que mi corazón lata. Te amo, preciosa. Eres mi más.
—Y yo a te amo a ti, Christian. Tu eres mi hogar, donde siempre deseo estar.
Me estrecha hacia él y nos dejamos llevar por un dulce beso lleno de promesas mientras el agua escurre sobre nuestros cuerpos.