♡Get a rich boy♡ |L.S|

By iwhoopsr5

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{en edición} ♡Louis consigue un chico con dinero♡ Contenido: ♡Poemas memorizados. ♡Alcohol. ♡Drogas. ♡Dinero... More

♡playlist♡
♡introducción♡
♥Get a rich boy: Let me♥
{editado}♡1: candy page♡
{editado}♡2: god damn♡
{editado}♡4: daddy's little princess♡
{editado}♡5: bae, i'm gonna ruin u if u let me stay♡
♡6: if i get a little prettier can i be ur baby?♡
♡7: it feels like i'm dying♡
♡8: i need u to touch me♡
♡9: daddy's special touch♡
♡10: let me be the one♡
♡11: love me in pink♡
♡12: every single step♡
♡13: good boys smoke♡
♡14: baby, i'm perfect♡
♡15: hit me up when u'r rich♡
♡16: pacify her♡
♡17: hurt him♡
♡18: but boy, it's only u♡
♡19: sad words, sad boys♡
♡20: how did it become so violent?♡
♥Get a rich boy: Give me♥
♡21: blow a kiss, fire a gun♡
♡22: baby, go on, twist the knife♡
♡23: tell me what lovers do♡
♡24: i want i want i want♡
♡25: i'm not a little kid now♡
♡26: it's hard, 'cause you make me feel good♡
♡27: i just liked ur tattoos♡
♡28: what kind of bubblegum have u been blowing lately?♡
♡29: but i'm already coolest ♡
♡30: but we never prayed♡
♡31: red, white, blue's in the sky♡
♡32: tell me i'm ur national anthem♡
♥Get a rich boy: Show me♥
♡33: hello, it's me ♡
♡jacky♡
♡trailer♡
♡so i started writing poems♡

{editado}♡3: he's mine♡

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By iwhoopsr5

Capítulo 3: He's mine.

"Harry me pertenecía desde el primer mensaje"

Harry conducía a algún lugar, realmente no supe a dónde nos dirigíamos hasta que llegamos. El hombre es inteligente, había que admitirlo.

― ¿Una librería? ―pregunté una vez que estuve seguro que entraríamos ahí.

―Sí, ¿te agrada la idea? ―se desabrochó el cinturón.

Esperé para contestarle.

―Claro que me agrada― asentí.

Harry sonrió, bajó del auto y fue a abrirme la puerta para que bajase.

Iba a caminar siguiendo al rizado pero éste dobló su brazo, invitándome a enredar mi brazo con el suyo. Acepté.

Ambos caminamos adentro, aunque una vez que entramos, no pude evitar salir de nuestro agarre cuando vi la cantidad de libros, estantería tras estantería decoradas con distintos colores y versiones de portadas diferentes de un mismo libro, fui a la primera sección y tomé un libro, luego otro, los iba dejando de apoco donde estaban. Leía los títulos, miraba su portada y los volvía a dejar.

― ¿Ninguno te gusta? ―Harry estaba a mi lado.

― ¿Cómo? ―lo miré―, claro que me gustan, todos, creo.

―Toma los que quieras, los llevamos a casa.

Traté de no ver tan directamente al hombre de pie a mi lado.

― ¿Cuáles llevo?

―Los que quieras― se encogió de hombros.

―Okay― asentí.

Fui revisando los títulos nuevamente y escogiendo los que me llevaría, de vez en cuando le echaba un vistazo a Harry para saber si estaba de acuerdo y él asentía a todo.

Al final llevaba al menos unos veinte libros, los había apilado en la caja. Yo había tomado cinco libros pero Harry insistió en que eran pocos, después diez también eran pocos. Y así.

―Algún día te llevaré a la biblioteca de la Ciudad de México― dijo Harry cuando la cajera se encargaba de pasar los libros.

― ¿Por?

―Es muy grande, te gustaría. Tengo algo con ese país.

Sonreí.

La muchacha terminó de pasar todos los libros y recordé un pequeño detalle, para nada pequeño.

―No puedes comprarme todos estos libros― él me miró.

― ¿Por qué no?

― ¿Dónde los pondría sin que mamá se diera cuenta de que mi biblioteca aumentó considerablemente? ―murmuré.

―Buen punto.

― ¿No lo habías considerado?

―No.

Harry se detuvo a pensar, la cajera le pidió el dinero y él le dio la tarjeta de crédito.

―Tengo una idea― me dijo, los libros estuvieron listos y entre los dos tomamos las bolsas―, puedo llevarme los libros y tú te llevas el que estés leyendo, así tu madre no ve todos los libros en una sola vez.

Parecía convincente y funcionaría.

―Bien, suena bien― asentí.

Pusimos las bolsas en el asiento trasero del auto y subimos para ir a otro lugar. Fuimos a casa de Harry de nuevo, acomodamos los libros en una repisa vacía en la habitación de Harry. Éste se sentó en el piso con las piernas a lo largo y me pidió que me sentara junto a él, o más bien, entre él. Me metí en medio de sus piernas de espaldas, me recosté en su pecho y él pasó ambas manos hacia el frente de mí, sujetándome por la cintura. Y puso su barbilla en mi hombro.

Escuchaba la suave respiración de Harry en mi oído y me hacía temblar.

―Tengo hambre― murmuré después de un gran rato.

―Vamos a la cocina― él me soltó y me levanté, lo ayudé a ponerse de pie y caminamos a la cocina.

Esta vez no me senté, me quedé al lado del rizado, dispuesto a ayudarle a cocinar pero él insistió en que no hacía falta.

―Siéntate y espera a que termine― me dijo con las cejas arriba.

―Puedo ayudarte― me acerqué.

―No. Estoy bien, ve a hacer algo más mientras termino― señaló la salida de la cocina.

―De acuerdo― levanté las manos a la altura de mis hombros―, iré a la sala.

―Ve― asintió.

Salí de la cocina hacia el recibidor, llevaba mi mano deslizándose pegada a la pared, sentir las superficies siempre me ha gustado. Poner ambas manos en una superficie plana ayuda con los ataques de pánico o ansiedad.

Llegué a la sala y observé antes de entrar por completo, las paredes blancas y todo impecable, como el resto de la casa. Los sofás eran de piel negra con cojines blancos, había una bella alfombra blanca bajo la mesa de centro. Había una estantería con libros en el fondo. Obviamente me acerqué a verlos, era una colección de clásicos del siglo XX, recuerdo haber leído dos libros de esa colección.

Seguía observando la habitación y noté que había una puerta al lado opuesto en el que estaba, quería conocer toda la casa, así que fui ahí. Yo jamás habría pensado ver una habitación tan desordenada o tan..., libre, ésta seguía teniendo un fondo blanco pero encima de este había dibujos, dos caballetes, pinturas óleo, batas, mesas llenas de colores pastel, cuadros de óleo colgados en las paredes; un estudio.

Me acerqué al caballete y retiré la tela encima de él, había una obra empezada, era un mar, con un cielo despejado y un sol que sólo estaba delineado, sin pintar.

―Diste con mi escondite.

Respingué, no lo había escuchado acercarse.

―Lo encontré― asentí.

Harry entró por completo en la habitación y la observó como si nunca hubiese estado ahí.

― ¿Tú hiciste todo esto?

―No. Los cuadros de las paredes son de mi padre― señaló.

― ¿Él vive contigo...-

―No. De hecho, él ya no vive― dijo, yo era un estúpido, innegablemente―. Ésta casa también era su casa de soltero, antes de que se casara con mi madre, obviamente, aquí era su estudio. Me regaló éste sitio hace..., como doce años. Vine a vivir aquí cuando él murió, hace cuatro años. Ni siquiera mi madre sabe de estos cuadros, son los primeros de papá.

Uau, mucha información. Personal.

― ¿Qué me puedes decir acerca de tus padres, Lou? ―se recargó en una de las mesas, con los brazos cruzados.

―Mnh...

―Si me quieres contar, claro.

―No, está bien, no tengo problemas con eso. Pero ya sabes, mi padre está enfermo, él trabaja en una oficina administrando finanzas.

Harry arrugó el ceño―. Ese es un buen puesto.

―Sí pero falta mucho al trabajo― él asintió.

― ¿Y tu madre? ―quiso saber.

―Nos cuida en casa.

― ¿Los cuida? ―asentí―, ¿tienes hermanos?

―Está mi hermana mayor, Lottie.

―Pensé que eran más de familia, tenía esa idea― dijo divertido.

― ¿Tú tienes hermanos?

―No. Soy hijo único― negó, usando un tono distinto de voz―, siempre estuve bastante solo cuando niño.

―Se escucha como una infancia problemática― dije y él rio.

―No te creas, pero siempre quise un hermano, o hermana― se encogió de hombros.

―Te regalo la mía― reímos.

―Vamos a comer― tomó mi mano y me llevó a la cocina.

Me senté y esperé, el lugar olía delicioso.

― ¿Ahora si me acompañarás a comer? ―le pregunté cuando puso dos platos con comida sobre la mesa.

―Sí― estiró su cuerpo para sacar unos vasos de las repisas altas.

― ¿Qué hiciste? ―vi mi plato, tratando de encontrar figura en él.

―Se llaman quesadillas― respondió, vertiendo el agua rojiza en los vasos.

― ¿Comida mexicana?

―Sí― rio― tortilla, carne, queso, chile, y algunas otras cosas.

― ¿Entonces tu comida favorita es la mexicana?

Harry asintió, se sentó y me miró.

― ¿Hay que dar gracias o...?

El rizado rio otra vez, sacudiendo la cabeza.

―Me gusta observar tus movimientos― admitió en voz baja.

―Comamos― dije, fingiendo que no lo había escuchado.

Poco antes de que terminara de comer mi móvil interrumpió. Mi madre de nuevo.

―Dame un segundo― Harry asintió.

Salí de la cocina y contesté.

― ¿Dónde estás, Louis William Tomlinson?

Mi nombre completo.

―E-eh... Con Flynn, ya lo sabes.

―Sí pero aquí hay un muchacho preguntando por ti, voy a salir en media hora y tú no estás aquí.

Liam. ¿Qué hora era?

―Eh, sí, ma. Ya voy, llego en quince.

―Más te vale, no quedes con gente si vas a estar todo el día metido en la casa de otros― me riñó.

―De acuerdo, lo siento.

―Date prisa, Louis.

Colgué, me giré para ir a la cocina y encontrarme con Harry pero él ya estaba viéndome desde la puerta de la cocina.

―Tengo que irme a casa― le dije.

―Vamos― movió la cabeza, indicando la salida, asentí y fui con él. Me di cuenta de que me faltaba algo, un libro. Cualquiera. Subí corriendo y tomé el primero que encontré.

Subimos al auto y condujo en silencio hasta que estuvimos cerca de la casa, como que me di una idea...

―Tú sabías que iba a ver a Liam a esta hora― dije por lo bajo. Sin ningún tono en especial, no había reproche o molestia porque ambos chicos me daban un poco igual.

Harry no me contestó.

― ¿Fue tu culpa que se me hiciera tarde? ―traté de encontrar su mirada pero él fingía más interés en la calle.

―Liam puede esperar por ti― me respondió después de un rato.

Lo miré de nuevo.

― ¿Tú no? ―Jugué.

―No.

Mis mejillas hirvieron cuando él respondió, uno nunca se espera que alguien le responda tan en serio a una pregunta que ni cuenta como pregunta porque era un broma.

El auto se detuvo frente a mi casa, eché un vistazo buscando a mi madre por alguna de las ventanas pero ella no se veía.

―Louis, ten esto― lo miré y observé una tarjeta azul rey en su mano.

― ¿Qué?

―Es tuya, no tiene límites― seguía con la mano extendida.

―Ouh, Harry-

―Tómala― me sonrió.

Con mi cara roja, sujeté la tarjeta entre mis dedos.

―Gracias― murmuré.

―No hay que agradecer― me aseguró, aun con una gran sonrisa―. Será mejor que entres.

Asentí, abrí la puerta, con un libro en mano donde llevaba una tarjeta como separador y antes de abrir la puerta por completo y si quiera sacar un pie del auto, decidí hacer algo por Harry.

Esperé a que me mirara y se despidiera.

―Adiós, Louis― sonrió.

―Adiós, Harry.

― ¿Sólo eso? ―preguntó con una ceja arriba.

Cerré los ojos unos segundos.

―Gracias, daddy.

Sonreí con las mejillas coloradas y bajé muy rápido del auto.

Entré a la casa sin mirar atrás, cerré la puerta detrás de mí y busqué en la sala. Liam estaba hablando cómodamente con mi madre.

―Llegué― avisé, lanzando mi mochila en el suelo y terminando de entrar en la estancia.

―Bien― mi madre dio un suspiro y se puso de pie―. Un placer conocerte, Liam. Me tengo que ir pero te dejo en tu casa.

Rodé los ojos sin que ella me viera.

―Muchas gracias, señora Tomlinson― sonrió Liam.

Mamá pasó a mi lado cuando iba a la salida.

― ¿Qué tanto haces en casa de Flynn?

La miré sin ninguna expresión.

―Nada.

Ella me dio una de sus miradas condicionadas―. Regreso más tarde ―tomó su bolso y abrió la puerta.

― ¿A dónde vas? ―fruncí el ceño.

―A arreglar un asunto, no tardo.

Asentí, no muy convencido, no convencido en lo absoluto.

Cerró la puerta.

Ella nunca sale, no sola, apenas acompañada uno la saca de casa. No tiene amigas si quiera.

Suspiré, volviendo a la sala.

―Perdón por llegar tan tarde, Liam― me senté a su lado.

―No te preocupes― sonrió―, tu madre es agradable.

―No vuelvas a decir eso, suena raro― le dije, tallando mis ojos―. Sólo soporto a Flynn diciendo que le agrada mi mamá.

Él rio y asintió.

― ¿Con qué quieres empezar? ―preguntó.

― ¿Ahora de qué hablas?

―Temas, Louis.

Me quejé.

―Sobre eso... ― me puse de pie y encendí la televisión, saqué una caja verde del mueble de madera―... ¿Alguna vez escuchaste lo que es Forza Motorsport?"

Él asintió.

―Tengo la versión seis― señalé la etiqueta de la página―. Es aburrido pero entretiene bastante.

―A mí me gusta― tomó la caja.

―Claro que lo hace― murmuré muy por lo bajo.

― ¿Y qué con esto?

―Hay que jugar.

― ¿Qué hay sobre tus trabajos?

―Lo termino yo mismo después― moví la mano con desdén.

― ¿Seguro?

―Obvio.

Puse el juego en la consola que mi tío me había regalado cuando salí de la secundaria, el juego lo conocía porque venía junto con la consola, de no ser así, yo no tendría ni idea de que éste existía.

Liam se entretenía con facilidad, eso sí. Lo mantuve jugando el Forza por un buen rato.

― ¿Harry es como ese primo mayor súper cool? ―preguntó de pronto.

―No.

―Por un momento lo pensé― dijo.

¿Eso era?

―Eh... ― ¿qué ganaba con mentir de nuevo? ―No, él no es mi primo.

Entonces Liam me miró.

― ¿Familiar?

Negué con la cabeza.

―Oh― soltó.

―Harry es mi..., conocido― me encogí de hombros.

Él asintió. No le quedaba de otra.

La partida terminó y el castaño miró su reloj.

―Dios, mira la hora.

―Dios no quiere mirar la hora― murmuré.

Eran las nueve cuarenta de la noche.

―Ya me tengo que ir― se puso de pie.

―Bien, me ofrecería a llevarte pero no tengo edad para conducir, ni tengo auto― le dije.

Colocó su mochila en su hombro y sonrió.

―No te preocupes por eso, yo tengo auto― apuntó al patio de enfrente.

Cuando llegué no lo vi, era un gracioso Volkswagen rojo.

―Genial.

Fuimos a la salida.

―Nos vemos, Lou― dijo sonriendo.

Fue raro que alguien además de Harry me dijera así.

―Dime Louis― le pedí y él asintió, sin siquiera maliciar el porqué. Eso estaba bien.

―Bien. Adiós, Louis― sacudió la mano mientras se acercaba a su auto.

Estuve de pie en la puerta de entrada hasta que el auto de Liam dejó su lugar, alejándose.

El cielo ya se había vuelto oscuro cuando las luces de un auto me iluminaron, llegando a la casa. Era papá. Era temprano para que él llegara a casa y muy tarde para que mi madre no estuviera en la cocina.

Entré a la casa sin esperar a mi padre, subí las escaleras y busqué a Lottie en su habitación.

―Lottie― la llamé desde afuera de su habitación a pesar de que su puerta estaba abierta.

― ¿Qué necesitas? ―ella pareció en la puerta.

―Papá llegó y mamá no está en casa.

― ¿De qué hablas? ¿Dónde está mamá? ―ella se veía incluso más confundida que yo. En buen santo me encomendaba.

―Salió desde hace un rato.

―Pues todo es muy raro― arrugó la nariz―, ¿quién le dará de cenar a mi padre?

― ¿Tú?

― ¿Yo? ―chilló―, apenas sé encender la estufa.

―Pues de mí no esperes nada.

La puerta de la entrada se cerró y ambos bajamos a ver a mi padre.

―Llegaste temprano, pa― dijo Lottie.

Él asintió, dejando su abrigo en el perchero.

― ¿Tú madre aún no regresa? ―preguntó.

Los dos negamos con la cabeza, él se fue a la sala.

―Ya no tarda, hay que esperarla.

Lottie me miró con el ceño fruncido, aunque yo tenía exactamente la misma expresión.

Hacía mucho tiempo que no veíamos a mi padre llegar a casa, por lo regular llega cuando estamos dormidos o cuando ya estamos en nuestras habitaciones sin embargo, ahora el hombre estaba sentado en el sillón, viendo la televisión, con el nudo de su corbata medio deshecho.

Había ciertas ideas en el ambiente que me hacían sentir como si todo fuera cambiar, incluso Lottie lo sentía, estaba casi seguro cuando la miré ver angustiada la hora en el reloj de la entrada.

•●•

La cena no fue menos difícil, todo nos sentamos y comimos comida comprada fuera, ¿desde cuándo podemos darnos estos lujos? Todos fuimos a dormir, era obvio que todo era diferente por la forma en que mi madre se quedó callada toda la cena.

Me fui a dormir sin la más mínima intención en saber algo hasta que ellos no quieran decirnos. Ese no es mi plan.

HarryStyles: ¿Estas bien?

Louist: Sí, ¿por?

HarryStyles: Estás más cortante que de costumbre.

Louist: Te lo puedo contar en persona, no existe urgencia de hablarlo por mensaje.

HarryStyles: Como gustes.

Louist: Tengo que ir a dormir.

HarryStyles: Yo igual, mañana hay trabajo.

Louist: ¿En sábado?

HarryStyles: ¿Te sorprende que trabaje los sábados?

Louist: Me sorprende que trabajes, en realidad.

HarryStyles: Buen punto.

Louist: Buenas noches, Harry.

HarryStyles: Descansa, Lou.

Apagué el móvil apenas recibí el último mensaje, como siempre, me había acostado temprano y ahora era de madrugada.

Iría con los chicos a la cafetería por la mañana así que tenía que dormir un poco.

Luego vino mi madre a despertarme, me levanté y lo primero que hice fue meterme a la ducha. Bajé rápido y me encontré con mi madre limpiando la sala.

―Voy a la cafetería con Paris y Flynn― avisé dirigiéndome a la salida.

― ¿Y el almuerzo?

―Voy a la cafetería.

―Louis― sentenció.

―Mamá― rodé los ojos.

―Almuerza algo.

―Ya me voy, ma.

― ¿Algo que le quieras decir a tu madre? ―Levantó las cejas, sugiriendo.

Rodé los ojos y puse mi peso en un solo pie para comenzar:

Señora, hace mucho tiempo que intento saber cómo diré, o haré que te digan, mi querer, mi pensamiento y las razones de mi intención: por un mensajero o por mi propio corazón; por un mensajero no me atrevo, temeroso de que aquello te moleste, y vaya a serte enojoso. Lo dijera yo mismo, pero estoy tan turbado por el amor, que, al verte, olvido lo que ha pasado― terminé de decir con una sonrisa y mi madre sonrió.

―Puedes hacerlo con más ganas― me señaló.

―Pero llevo prisa― lloriqueé.

―Entonces vete― sonrió―, pero quiero que me lo digas con el corazón― asentí sin mucha seguridad.

Salí de casa y suspiré. ¿Un detalle para revelar? Ah sí, que me gusta la poesía, o algo así.

Lo que le acaba de decir a mi madre era un párrafo del poema Señora más gentil de lo que sé expresar, de Arnaut de Maruelh, fue el primer poema que aprendí, en el jardín de niños. De ahí hasta la actualidad, dedico mi tiempo a leer poesía, y en su efecto, la memorizó. Mi madre me quería obligar a declamar pero me negué.

Aun pensando en la obsesión de mi madre por tenerme recitando todo el tiempo, llegué a la cafetería y divisé a mis amigos en una de las mesas dentro.

―Llegas tarde, bastardo― Flynn me sonrió en cuanto estuve cerca y saludó.

―Lo siento, mi madre― expliqué y ellos asintieron.

― ¿Cómo está ella? ―Preguntó Paris, viendo el menú.

―Está bien. Molesta porque Flynn no entra a casa para saludarla― me burlé y mi amigo me miró en seguida.

― ¿De qué hablas? ―Chilló.

―Ya sabes― me encogí de hombros, me senté―. Ella cree que tú y tu primo me llevan a casa.

―Louis, ella me va a odiar.

―No― sacudí la cabeza―, no lo hará.

―Deja de meterme en tus líos― amenazó.

―Tú me hiciste entrar en esto― ataqué.

― ¿Acaso puse un arma en tu frente para que lo hicieras? ―Fingió indignación.

―Eso siempre dice la gente manipuladora― reímos y él negó, por alguna razón Paris no nos miraba, mucho menos nos prestaba atención.

―Cuando dejen de hablar sobre ese tipo voy a charlar con ustedes― respondió a una pregunta no hecha.

Tomé una respiración audible y hablé―: ¿Por qué te molesta?

―Porque estás entrando en un terreno maldito, ¿lo sabes? ―me retó con la mirada.

―Estás dramatizando de nuevo― reí.

―No puedo creer que seas tan inteligente y estés cayendo en esto― soltó sorprendida―. Tú no eres así.

―Tada― canté y ella negó con la cabeza mirando el suelo.

De alguna forma, Paris se quedó con nosotros, tal vez porque no volvimos a mencionar a Harry. Pedimos algo y hablamos un rato, les conté sobre los libros que Harry había comprado para mí, entonces Paris se puso seria. Cambiamos el tema rápido y todo mejoró.

Cuando íbamos a pagar, negué a los dos y puse mi nueva tarjeta sobre la mesa.

―No te pases― sopló Flynn mirando la tarjeta, reí y moví mis cejas.

―Me la dio ayer.

Paris observó todo y actuó.

―Me niego a dejar que pagues lo que yo consumí con esa tarjeta― dijo firme, poniendo su dinero en la mesa.

―Vamos, Paris― murmuró Flynn―, deja de ser una perra.

Paris lo miró mal y sin más, se puso de pie y caminó hasta salir de la cafetería. Miré a Flynn y él se encogió de hombros, murmurando un―: Ella no tiene remedio.

Salimos de la cafetería una vez que cobraron nuestras cosas y deslizaran la tarjeta.

―Es increíble que te haya dado una tarjeta― dijo Flynn, metiendo las manos en los bolsillos, imité su acción porque el clima comenzaba a ponerse frío.

―Es una buena persona― asentí.

―No amor, Louis― me advirtió y puse lo ojos en blanco.

―No hay nada de eso, Flynn.

―Eso espero― agregó―, no voy a reparar tu corazón por dólares.

Reí. Mi móvil comenzó a sonar.

―Es Harry― dije viendo la pantalla―, no digas nada.

―Contesta.

― ¿Hola? ―Solicité.

Buenos días, Louis― su suave voz se escuchaba agitada.

― ¿Cómo vas? ―Pregunté extrañado.

De lo mejor, espero que tú igual.

―Igual.

Me alegro. Me preguntaba si puedes venir a casa hoy.

Miré a Flynn y continué hablando.

―Sí, puedo.

Asombroso. ¿Paso por ti a tu casa?

―Eh..., no estoy en casa. Estoy cerca, en una cafetería― me detuve de caminar para ir en la dirección en que veníamos.

¿Voy por ti?

―Ajá.

Llego en quince.

―Que sean diez― solté sin querer, arrepintiéndome en seguida de lo que había dicho.

Serán diez― habló con su voz gruesa.

―Bien.

Colgué.

―Espero que actúes así porque eres un sugar baby― comentó Flynn sin verme, no le respondí.

Con Flynn volvimos a la cafetería, nos sentamos fuera y esperamos al auto de Harry.

―Hace mucho frío― mencionó Flynn abrazándose a sí mismo.

―Lo hace― asentí mientras mantenía mis manos en las mangas de una sudadera verde y detalles amarillos que me había encontrado en el armario de papá.

― ¿Cuánto crees que tarde tu gillipollas en llegar? ―Rodé los ojos.

―No tarda― respondí.

― ¿Quieres que me quede? ―Lo miré y me encogí de hombros.

―Él ya te conoce.

Esperamos otro rato, incluso yo estaba considerando que Harry no aparecería cuando un auto rojo estacionó frente a nosotros, mi amigo me miró sonriendo. El vidrio polarizado bajó hasta que el rizado se alcanzó a ver con un moño en la cabeza y gafas de sol.

―Buenas tardes, Flynn― saludó desde el auto y me miró―. Louis.

Me puse de pie suspirando y fui a mi lugar en el auto, no me había dado cuenta de que Flynn se había puesto de pie y ahora estaba junto a la ventanilla de Harry.

― ¿Auto nuevo? ―Le preguntó, posando una mano en el capote, Harry sonrió.

―Sí, ¿cómo está?

―Fabuloso, ¿qué pasa con el otro?

Y yo estaba ahí, sólo escuchando. De todas formas no sabía de autos, me crucé de brazos y miré a la calle.

―Está en casa.

―Vale. Los dejo ir― mi amigo dio un par de golpes al auto y Harry sólo asintió, subió el vidrio y el auto comenzó a alejarse de Flynn.

Hubo un silencio hasta que Harry habló.

―Tu amigo me resulta incómodo― comentó, lo miré con el ceño fruncido.

―Ni idea― me encogí de hombros.

Tal vez parecía enojado, y tal vez lo estaba. Cuando estoy con Harry siento toda la presión y me siento vigilado, pero también estaba la atención que él me presta, sinceramente me encantaba.

Harry dejó de mirar el camino un segundo para verme y su rostro pareció gustoso.

―Tienes una sudadera de los Packers― estiró su mano hacia mí y tomó la tela verde entre dos de sus dedos.

Me miré, el logotipo decía que era de algo llamado así.

―Ah― reí―, con que eso dice― asentí y él me miró con el ceño fruncido.

― ¿Tienes la sudadera puesta y no lo habías notado?

―Sólo la tomé del closet de mi padre porque la consideré cómoda― me encogí de hombros―. No sé ni qué es eso.

Harry pareció asombrado, expresión que yo jamás había visto en él.

― ¿No lo sabes? ―Subió la voz un poco―. ¿Vives bajo una piedra o algo así?

No quería que mis mejillas se encendieran pero era asunto perdido, sólo me hundí en el asiento y no respondí, dirigiendo mi vista a lo que pasaba por mi ventanilla.

―Es un equipo de fútbol― explicó para mí, tal vez a estas alturas ya había notado que estaba molesto.

Claro que era un equipo de fútbol, mi padre hacía carnes asadas si los Packers llegaban a la final, hace unos años cuando nuestra economía nos brindaba esos placeres. A veces la estupidez me llega fuerte.

No quería decir nada pero él rizado sí.

―Son de Green Bay― agregó, sin mirarme.

Seguí sin responder, odiaba simplemente hacer y decir cosas que me hicieran parecer estúpido. De pronto sentí que no tenía nada de qué hablar con él, autos y fútbol. Yo no sabía nada de eso.

― ¿Estás molesto? ―Preguntó.

Maldito Harry y su poder de lectura de mentes.

―No― mentí― tengo frío.

Tenía frío y me sentía inútil. No creía que hubiese peor sentimiento.

El silencio continuó y mirando el paisaje rural, me idealicé a mí hablando de fútbol, apuesto a que iríamos por el mismo equipo sin tan sólo alguna vez me hubiese sentando junto a mi padre.

Llegamos a su casa y como el adolescente frustrado sin información de fútbol que soy, bajé del auto sin esperar la cortesía de Harry abriéndome la puerta. Sólo caminé a la casa con mis brazos alrededor mío, quería desaparecer en la enorme sudadera.

Me detuve una vez que estuve frente a la puerta, Harry llegó después y la abrió. No esperé a que me diera el paso, sólo entré con paso firme y fui a la sala, me senté en el sillón sin hacer nada.

Seguía pensando en lo mismo.

Escuché a Harry caminar despacio por el corredor principal, el sonido de unas llaves en algún cristal y poco después sentí su presencia detrás del sillón.

―Haré algo para comer, ¿se te antoja algo? ―Preguntó con su voz profunda, a pesar de mi amor por la comida, no contesté y sólo me encogí de hombros. Expectante a lo que diría―. Bien.

Esperé a escuchar sus pasos alejándose pero en lugar de eso, un par de pasos se acercaron a mi espalda y cuando un aliento ajeno al mío se posó en mi cuello encargándose de erizarme la piel, sentí mis latidos ir más rápido.

―Sólo para que lo sepas― dijo suave contra mi piel―; cualquier otro daddy te habría castigado por aquel berrinche.

Salió de la sala, dejándome respirando de forma agitada y con las mejillas en el mayor tono que el rojo tenía en su escala.

Me había comportado como un idiota sin siquiera darme cuenta por pensar en mi ignorancia en un tema. Ahora tenía que arreglarlo.

Me vi en la necesidad de esperar unos minutos antes de ir a la cocina tras Harry debido a mi corazón agitado y el color rojo que se negaba a salir de mi cara.

Él estaba frente a la estufa, moviendo la comida en un sartén, tenía las mangas de su camisa blanca dobladas en sus manos y una toalla de manos estaba en su hombro. Entré despacio y caminé hasta él.

Me miró de reojo sin dejar de hacer la comida y creí morir en ese instante por falta de aire.

―Lo siento― murmuré por lo bajo y despacio, no me miró o respondió, sólo siguió con lo que ya hacía así que volví a intentarlo―. Lo lamento, Harry.

Pero no me respondía y me hacía sentir mal, de nuevo no me prestaba atención. Era la única persona en la habitación, ¿cómo podía ignorarme?

Entonces volví a hablar, no esperaría respuesta, sólo le diría porqué actué de esa forma e iría a la sala de nuevo a esperar por él hasta que estuviera la comida.

―Lamento haber actuado como un idiota, pero así me sentía― solté―. Me sentí idiota al usar una sudadera con cualquier logotipo sin si quiera saber qué rayos era y andar por ahí mostrándome. Me sentí ignorante y no me gusta ese sentimiento.

Él detuvo sus movimientos pero no me miraba, me sentía frustrado.

― ¿Sabes qué? Ya ni siquiera usaré esto― jalé la tela de la sudadera hacia abajo y luego tiré de ella por mi cuerpo para sacarla―, no sé qué diablos es esto así que no tiene-

Antes de que sacara la prenda de mí, sus brazos me detuvieron mientras sus ojos me miraban fijamente.

―No te la quites: es de mi equipo favorito. Me encanta verte con ella, ¿podrías? ―Bajé la mirada porque no podía con sus verdes orbes, sólo asentí, bajando la tela a su lugar.

―De acuerdo― susurré al notar que el rizado seguía con sus manos a mis costados.

―Pudiste preguntarme cualquier cosa sobre el equipo. No te molestes por eso, bebé― lo había hecho, Harry me había llamado de esa forma. Después de que había aceptado tener esto con él, se había limitado a decirme 'Lou' y ahora era su bebé.

Quitó sus manos y volvió a la comida. Me quedé en mi lugar, me recargué en la encimera y estuve ahí, sólo viéndolo y ocultándome del frío en la sudadera. Sonreí para mí solo cuando me di cuenta que mi mente estaba recitando en silencio, otoño.

¿Dónde están las canciones que entonó la primavera? ―Solté sin querer en voz alta y al darme cuenta mis mejillas volvieron a su tono rosado.

No pienses más en ellas; también tienes tu música― él rio al terminar de decir aquello, sin mirarme, sin darse cuenta de que me tenía con la boca abierta.

¿Él de verdad lo sabía? ¿Sabía el poema? Quería respuestas para ambas preguntas pero no me animaba a preguntarlo, así que, tanteando el terreno, me animé a seguir el poema.

Mientras nubes florecen cuando muere el día― dije sumamente lento, observando la reacción de Harry: Me escuchó, detuvo sus movimientos de nuevo y me miró.

― ¿Sabes el poema? ―Preguntó con su ceño fruncido.

―Sé el poema― asentí―, junto a otro montón de poemas.

―Pensé que los jóvenes no leían a John Keats― comentó sin dejar de verme, me encogí de hombros.

―No todos― reímos y él seguía viéndome embelesado.

Yo seguía sin poder creer que alguien más supiera el poema Otoño.

Terminó de preparar la comida, puse los cubiertos y esperé sentado a que él sirviera.

― ¿Dices que sabes muchos poemas? ―Preguntó después de un rato.

―Sí, la mayoría de los que he leído― asentí.

― ¿Por qué? ―Sólo eso preguntó. Me pudo haber preguntado cualquier cosa menos eso, esa pregunta haría sentir loco a cualquiera, ¿qué se supone que le responda? ¿Que lo hago porque tengo tiempo de sobra sin hacer nada? ¿Que soy raro, por eso?

―No lo sé― es lo que regularmente respondo, él no dejaba de mirarme y sinceramente, prefería que fuera así a que estuviese ignorándome todo el tiempo―. ¿Tú también sabes poemas?

―Sí, pero más que nada memorizó los diálogos de los libros― dijo sin mirarme―. Que no sirve de nada.

Sonreí de felicidad auténtica, éste hombre seguro sabía Romeo y Julieta. Eso significaba.

•●•

Jacky, se va.

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