Notas En La Pista

By cytvtct

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El amor supera barreras , un muelle casi abandonado y dos chicas More

intro
introducción
carrera
ella
escribirle
psicólogo y escuela
protejerte
cuidarte
hermanas Villareal
la cita
declaracion
argentina
familia
el show y charla seria
presentacion
cumpleaños sofia
el inicio de la pesadilla , charla , la carta
un pequeño accidente
lo mejor para las dos
que paso
¿ que Alejandra que!?
contactarla
sabía que ibas a volver
volver a verlas
les guste o no les guste
todo por ti
superar
relación publica
entrevista
las extrañaba
Anna me quería
the warning
viaje
charla madre y hija / nuestro momento
desaparecer
golpiza
van a morir
aprender / sobrevivir
pedida de mano
extra / boda
¿ cómo es ser la pareja de un famoso?
noche de cuñados!!
la sorpresa
preguntas
respuestas
quien fue.
suéltala!
viaje familiar / sorpresa
Pau no llego a tiempo.
especial: años después
la charla
déjame cuidarte
no vayas a la luz ( 4 )
un gran susto (5)
palabras
idea
el último accidente Villareal
¿ que paso ?
diagnóstico
testimonios.
deben despedirce
cuando no estas ( última)
el ensayo.
el ensayo (parte 2)
el ensayo ( última)
les menti
libro nuevo
máquina del tiempo
no estás sola
pensé que te había perdido
no te cases
no te cases ( 2 )
tal vez en otra vida
aviso
con los Villarreal Reyes no

punishment

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By cytvtct

Pov Valentín.

Continuamos nuestro camino hasta que me di cuenta de que el tiempo se nos escapaba y teníamos que volver a casa. Al llegar, nos sorprendió ver a Alejandra y Sofía hablando con Paulina en el patio. Era inusual verlas allí, considerando que estaban ocupadas con los preparativos de la mudanza.

Alejandra abrazó a Daniela y le explicó que necesitaba algunos consejos de organización, antes de llevarla al patio para hablar en privado. Mientras tanto, Sofía se acercó a mí y me saludó con una sonrisa.

"¿Cómo va todo con la mudanza?" le pregunté, interesado en su bienestar.

"¡Demasiado bien!", respondió con entusiasmo. "Al principio estábamos bastante estresadas, pero ahora todo está más tranquilo".

Me alegré de escucharlo. "Siempre quise que ambas fueran felices juntas", le dije sinceramente.

Sofía luego compartió detalles sobre los ensayos para la obra de teatro, mencionando lo entregada que estaba Alejandra en su papel. Le agradecí nuevamente por aceptar actuar en mi obra final de la universidad, y por accidente, solté un término argentino familiar.

"¡Polleruda!", exclamé, sin darme cuenta del desliz. Sofía levantó una ceja con diversión mientras me llamaba "prollerudo", y pronto estábamos envueltos en una pelea juguetona, riendo juntos por el pequeño malentendido.

Pronto estábamos los dos en el suelo en una pelea , se podía decir que ninguno golpeaba a la otra persona en serio pero la realidad es que estábamos peleando con puños.

Ambos estábamos en el suelo, golpeándonos, pero ninguno de nosotros pegaba realmente fuerte, eran más bien golpes de broma. Hasta que escuchamos un "¡Sofía Reyes, ¿qué estás haciendo?!" Era la voz de Alejandra, visiblemente molesta. Rápidamente, Sofía soltó un "¡Mierda!" y se separó de mí, tratando de calmar a su novia.

Yo no pude evitar soltar una risa y le dije: "¡Polleruda!" Pero lo que me sorprendió fue escuchar a Daniela decir: "¡Valentín Ismael Domínguez!" en tono de reproche, comenzando a retarme. Yo simplemente repetía que Sofía había empezado. Paulina, por su parte, solo se reía.

Después de la pequeña escena, Sofía y yo estábamos sentados en el sillón, escuchando cómo nuestras novias nos regañaban a ambos. La miré y ella me devolvió la mirada. "Al final, los dos terminamos siendo pollerudos", le dije con una sonrisa, aceptando nuestra derrota en la batalla de las bromas.

Alejandra le dice a Sofía que iba a dormir en el sillón o peor, que la castigaría. Sofía parece triste, pero al mismo tiempo algo feliz, y yo no entiendo por qué. En cambio, Daniela me mira y me dice: "No podría enojarme contigo, pero si me entero de que vuelven a pelear como niños chiquitos, les juro que los mato".

En ese momento, mi suegra, Moni, interviene y les recuerda a Daniela y Alejandra las peleas que tenían cuando eran pequeñas, incluso peores que las nuestras.

Ellas le dicen a Moni que no nos dé la razón, pero Sofía, con curiosidad, le pregunta a Moni a qué se refiere, ya que Alejandra siempre le había dicho que con sus hermanas jamás se habían peleado. Esto desató una risa muy fuerte por parte de Moni. Alejandra y Daniela le pidieron que no contara nada, pero yo le dije que por favor lo hiciera. Moni se apoyó contra la pared y comenzó a contar.

"¡Oh, chicos, no tienen idea de las peleas que tenían cuando eran pequeñas!", dijo Moni entre risas. "Recuerdo una vez que estaban tan enojadas que se tiraron los juguetes unas a otras, y otra vez se pelearon por el control remoto durante horas".

Todos nos miramos sorprendidos y luego comenzamos a reír, imaginándonos a las tres hermanas en medio de esas situaciones ridículas. Aunque al principio Alejandra y Daniela estaban un poco avergonzadas, terminaron riendo con nosotros, disfrutando de esos recuerdos de la infancia.

" es más - dijo Moni - cuando Alejandra era aún más pequeña es decir cuando tenía unos once o doce años se agarró a golpes con Daniela por qué Dani agarro su bajo para una foto , Daniela termino con el labio sangrando y Alejandra sin un rasguño "

Pov Daniela.

Flashback.

A: ALGUIEN VIO MI BAJO....- viendo a Daniela - DANIELA PORQUE TUS SUCIAS MANOS ESTAN TOCANDO MI HERMOSO BAJO!

D: cálmate Aletita , es solo para una foto.

A: TE DOY UN SEGUNDO PARA DEJARLO EN SU LUGAR.

D: cálmate exagerada - el peor error que puede cometer un ser humano es decirle exagerada a Alejandra -

A: ADIVINA , SE ACABAN DE SORTEAR UNOS LINDOS GOLPES Y TU TIENES TODOS LOS NUMEROS.

Sin decir nada más Alejandra se lanso a golpearla , Daniela se trataba de defender pero extrañamente Ale era más fuerte.

Paulina estaba llendo al estudio a ensayar cuando vio a Alejandra golpeando a Daniela , corrió a dónde estaba su madre y la llamo.

Las chicas con solo escuchar los pasos de su madre se separaron rapidísimo.

M: ya se separaron?

D: separarnos de que mami?

A: si , separarnos de que?

M: Daniela tienes el labio sangrando , no sirve que me mientas.

D: MALDITA SEAS ALEJANDRA, ERES UNA BRUTA! .

Le dió un golpe en la cabeza a Alejandra Pero está última se lo devolvió muchísimos más fuerte y ya no podían separarlas.

M: A LA 1...A LAS 2...Y A LAS TRE...

Las chicas se separaron y estaban mirando a su madre allí parada.

M: muy bien , ambas van a estár castigadas , y tú Alejandra, es solo un bajo.

A: jamás compartiré mi bajo!

P:  ni siquiera a tu futura esposa o hijas?

A: NO,  JAMÁS ME VOY A CASAR Y NO TENDRE HIJOS!

M: si claro , eso dices ahora.

A: te apuesto que jamás voy a casarme , apuesto mi bajo mamá!

Fin del flashback.

- JAMAS TE QUIERES CASAR! , AUCH!

A: genial ahora tengo una relación que arreglar.

Pov Alejandra.

Cuando llegamos a la casa Sofía finjia estar enojada conmigo.

A: amor!, era algo que decía cuando era pequeña, si me quiero casar algún día contigo.

- no lo sé amada mía - exagerando con una mano en la cabeza - como puedo creerte - acento de película completamente exagerada-

A: deberías dejar de ver tantas películas

- ahora me quieres cambiar el tema , así quedamos Alejandra.

A: como me dijiste.

- Alejandra - desafiante -

A: hoy duermes en el sillón y te quedaste sin besos por una semana.

- NO , TODO MENOS ESO!

A: ya está echo , con permiso Sofía.

- déjame arreglarlo.

A: inténtalo , voy a estar tocando el bajo por si me necesitas.

Narrador horas después.

En la pequeña y acogedora cocina de su departamento, Alejandra se encontraba de pie junto a la ventana, mirando fijamente las gotas de lluvia que se deslizaban por el cristal. Sus brazos estaban cruzados, y su expresión, endurecida por el enojo, hacía que el ambiente se sintiera aún más frío. Sofia, por su parte, entraba cautelosamente, sosteniendo una bandeja con dos tazas de té caliente y unas galletas de canela que había horneado esa mañana, esperando que el aroma familiar suavizara el ánimo de su esposa.

—Traje té, y también unas galletas… Sé que son tus favoritas —dijo Sofia con una voz suave, intentando romper el muro de silencio que Alejandra había construido entre ellas.

Alejandra no respondió, pero la tensión en sus hombros se suavizó un poco al oler las galletas. Sofia colocó la bandeja sobre la mesa y se acercó lentamente a Alejandra, respetando el espacio pero buscando la conexión visual.

—Ale… Sé que te hice enojar. No debí no llamarte cariñosamente , fue un error y lo siento mucho. Estoy haciendo todo lo posible para que veas cuánto lo siento.

Alejandra finalmente se volvió hacia Sofia, sus ojos mostraban una mezcla de tristeza y frustración.

A: lo olvidaste verdad?

_ que olvidé?

A: no era importante de todos modos.

- Ale , dime qué pasó.

A: hoy hace cinco meses que volviste a mi vida , pensé que lo recordarás.

- PERDON...PERDON! - poniéndote de rodillas - soy una idiota perdon, lo siento mucho.

A: no , no era importante.

- como no lo va a hacer! , prepárate que hoy salimos.

A: no es necesario amor.

- y está noche..voy a darte motivos para perdonarme.

Pov Sofía.

Alejandra estaba en el coche, todavía un poco sorprendida por todo lo que había organizado para la noche. Desde la cena hasta la película, había planeado cada detalle, pero lo que venía a continuación era lo que realmente esperaba que tocara su corazón.

Mientras conducíamos hacia la colina en las afueras de la ciudad, revisaba mentalmente cada paso de la próxima parte de la sorpresa. Quería que fuera perfecto. Al llegar al parque, saqué una manta del maletero y le ofrecí mi mano a Alejandra, guiándola hacia un lugar con una vista impresionante de la ciudad iluminada bajo el cielo nocturno. Extendí la manta y la invité a sentarse, tratando de ocultar mi nerviosismo.

—Espero que estés disfrutando la noche tanto como yo —le dije mientras sacaba una pequeña caja de mi bolso.

—Claro que sí, Sofía. ¿Qué es todo esto?

Abrí la caja para revelar el pequeño proyector portátil. Su expresión cambió de curiosidad a sorpresa mientras lo encendía y ajustaba para proyectar sobre una de las paredes cercanas del parque.

—Esto es algo especial, Ale. Quiero mostrarte cuánto significas para mí —expliqué.

Las imágenes comenzaron a pasar, cada una de ellas una memoria preciosa de nuestro tiempo juntas. Vacaciones en la playa, nuestra boda falsa organizada en forma de broma y como cura paulina..

tardes perezosas en casa. Cada foto era un recuerdo, una historia, un pedazo de nuestra vida compartida.

—Cada momento contigo vale más que mil palabras, Ale. Y quería recordarte cuánto te amo y cuánto me importas —le dije, sintiendo un nudo en la garganta mientras las palabras salían.

Alejandra se giró hacia mí con lágrimas en los ojos, claramente conmovida por el gesto. Tomé su mano, sintiendo el calor de su piel contra la mía, el amor que nos conectaba más allá de cualquier desacuerdo o error.

—No puedo creer que hayas hecho todo esto, Sofi... —susurró, apretando mi mano.

—Haré todo lo necesario para que nunca dudes de mi amor y compromiso. Eres mi todo, Ale. Y si necesitas que te lo demuestre todos los días, lo haré. No quiero perder lo que tenemos.

La noche continuó con nosotros simplemente sentadas, viendo las fotos, recordando y reconectando. Cada imagen proyectada reafirmaba mi compromiso y mi amor por ella. Era mi promesa silenciosa, proyectada para que nosotros y las estrellas fueran testigos.

Después de pasar un buen rato bajo el cielo estrellado, contemplando nuestra historia juntas a través de las imágenes proyectadas en la pared del parque, sentí que era el momento de cerrar la noche con la última parte de mi plan. Me aseguré de que cada detalle de la sorpresa estuviera listo en mi mente antes de hablar.

—Ale, ha sido una noche increíble, ¿no? Pero todavía no hemos terminado. Tengo una última sorpresa para ti. ¿Estás lista para volver a casa?

Alejandra me miró con una mezcla de curiosidad y emoción, asintiendo mientras recogía la manta que había estado bajo nosotros. Empaqué el proyector y caminamos de vuelta al coche, el aire fresco de la noche envolviéndonos con su suave brisa. El camino de regreso estaba tranquilo, y la expectativa llenaba el silencio cómodo entre nosotras.

Al llegar a casa, abrí la puerta lentamente, guiándola adentro con una sonrisa. Había planeado todo meticulosamente para este momento. Las luces estaban atenuadas, y desde el salón venía el suave murmullo de música clásica, una de nuestras piezas favoritas que solíamos escuchar juntas en noches tranquilas.

—Espera aquí un segundo —le dije, dándole un suave beso en la mejilla antes de desaparecer hacia la cocina.

Rápidamente encendí las velas que había colocado en la mesa de nuestra habitación.

Unas horas antes había llamado a un servicio de decoración y ahora todo lo valía.

miré a Alejandra con una chispa de anticipación, me acerqué a un cajón para sacar una venda de tela suave.

—¿Confías en mí? —le pregunté con una sonrisa juguetona, sosteniendo la venda en mis manos.

Alejandra, con una mezcla de sorpresa y emoción, asintió. Se dejó vendar los ojos sin resistencia, su confianza y curiosidad claramente visibles en su sonrisa.

Cuidadosamente, guié a Alejandra fuera del comedor. La llevé lentamente, asegurándome de que cada paso fuera seguro mientras nos movíamos hacia nuestro destino final de la noche. Mientras caminábamos, coloqué sus manos en mis hombros para que pudiera sentirse segura en su avance.

Llegamos al patio trasero, donde había pasado la tarde preparando la última sorpresa. Justo antes de abrir las puertas del jardín, me detuve y me aseguré de que todo estuviera perfecto. A través del cristal, las velas titilaban suavemente, creando un camino luminoso rodeado de pétalos de rosa que llevaban hacia un pequeño altar donde había colocado un regalo especial para ella.

—Prepárate para la última sorpresa de la noche —susurré emocionada al oído de Alejandra.

Con cuidado, retiré la venda de sus ojos. La luz de las velas iluminó su rostro, revelando su asombro y alegría al ver el camino de velas y pétalos de rosas que se extendía ante nosotros. Los pétalos, esparcidos con cuidado, creaban un sendero que invitaba a seguirlo, y las velas emitían un cálido resplandor que bañaba todo en una luz suave y acogedora.

Alejandra tomó una profunda inhalación, claramente conmovida por el gesto. Tomé su mano y caminamos juntas por el camino de pétalos hasta llegar al final, donde un pequeño cofre de madera esperaba ser abierto.

—Esto es porque cada día contigo es un regalo y cada momento merece ser celebrado —dije mientras ella abría el cofre para encontrar dentro una pequeña joya, un recuerdo de nuestro amor y de esta noche inolvidable.

Las lágrimas de felicidad en sus ojos y su abrazo apretado me dijeron todo lo que necesitaba saber sobre el éxito de la noche. En ese abrazo, con el suave murmullo de la música y el cálido resplandor de las velas, supimos que no importa lo que enfrentemos, nuestro amor siempre nos guiará de vuelta la una a la otra.

Mientras las velas emitían un suave parpadeo en la habitación, me aparté ligeramente para mirar a Alejandra a los ojos. El brillo de las llamas se reflejaba en su mirada, creando un ambiente casi mágico. Sentí cómo su abrazo se afianzaba un poco más antes de soltarla suavemente.

—Hay algo más que quiero mostrarte —le dije, con un tono lleno de misterio y emoción.

La lleve a la habitación, había decorado la cama.

Cuando Alejandra vio la decoración de la cama con pétalos de rosas formando las palabras "Te amo", su rostro se iluminó aún más si cabe. Las velas eléctricas dispersas por la habitación emitían una luz suave y cálida, creando un ambiente íntimo y acogedor. La música de fondo, apenas un susurro, añadía una capa adicional de serenidad y romance al entorno.

—Es todo tan hermoso, Sofía... —murmuró Alejandra, claramente emocionada y tocada por el esfuerzo y el detalle puesto en cada aspecto de la noche.

Me acerqué, tomando sus manos entre las mías, y la miré directamente a los ojos. —Quería que esta noche fuera un recordatorio de mi amor por ti, de que siempre estaremos juntas en lo bueno y en lo malo. Quería crear un lugar de paz y amor solo para nosotras dos—, le expliqué, sintiendo cómo la emoción crecía en mi pecho.

Nos besamos nuevamente, un beso tierno pero lleno de pasión y promesas no dichas. Después, lentamente, nos acercamos a la cama y nos sentamos, aún sosteniendo nuestras manos. Nos quedamos así, disfrutando del calor compartido, hablando en susurros sobre nuestros sueños, esperanzas y el futuro que seguiríamos construyendo juntas.

Mientras la película continuaba suave en el fondo, Alejandra se detuvo de repente, apagando el volumen con el control remoto. Se giró hacia mí con una seriedad afectuosa en sus ojos que inmediatamente captó toda mi atención. La luz de las velas danzaba en su rostro, resaltando la sinceridad en su mirada.

"Sofía," comenzó, tomando ambas de mis manos entre las suyas, "necesito que sepas cuánto te amo. No solo esta noche, sino cada día, incluso cuando no lo demostramos tanto como deberíamos." Su voz era firme, cada palabra impregnada de emoción.

Continuó, "Lo que has hecho hoy... toda esta noche... ha sido increíble. Me has recordado por qué me enamoré de ti. Por todas las veces que nos hemos perdido en el camino, siempre encontramos el regreso el uno al otro, y eso... eso es lo más precioso para mí."

Sentí un nudo en la garganta al escucharla, y las lágrimas brotaron suavemente de mis ojos. "Ale," respondí, apretando su mano, "nada en este mundo podría hacerme más feliz que oírte decir eso. Estoy tan agradecida por tenerte en mi vida, y por todas las segundas oportunidades que nos damos. Te amo, más de lo que las palabras pueden expresar."

Nos abrazamos con fuerza, permitiendo que el momento llenara el espacio entre nosotras, un silencioso testimonio de nuestro compromiso renovado. En ese abrazo, en el suave resplandor de nuestro salón, todo lo demás se desvaneció, dejándonos solo a nosotros, nuestro amor, y la promesa de innumerables días como este, llenos de amor y comprensión.

Desde que Alejandra comenzó a besarme, sentí una oleada de emoción recorrerme. Sus labios suaves y cálidos encontraron los míos con delicadeza, provocando un cosquilleo en mi interior que solo ella podía despertar. Mientras nos besábamos apasionadamente, la tomé de la cintura, acercándola aún más a mí, queriendo sentir su cercanía en cada fibra de mi ser.

Entre besos entrecortados, Alejandra soltó un comentario jocoso, mencionando algo sobre merecer un castigo por haber olvidado nuestra fecha. La risa se escapó de mis labios mientras la miraba con complicidad, pero su siguiente comentario, un poco más atrevido, me hizo sentir un cosquilleo en el estómago.

—"Oh, ¿así que quieres que te castigue, eh?" dijo con una sonrisa traviesa, dejando que mi mano acariciara suavemente su cintura.

Alejandra rió, su risa llenando la habitación con alegría, y luego volvió a besarme con una pasión renovada. Sus labios encontraron los míos con ansias, como si quisiera sellar nuestro acuerdo tácito con cada gesto de complicidad. Nos reímos juntas, disfrutando de la ligereza del momento y del vínculo especial que compartíamos.

El beso de Alejandra era una mezcla de pasión y ternura, un recordatorio palpable del amor que compartíamos. Nos besamos con un deseo creciente, cada caricia de sus labios avivando el fuego dentro de mí. Caminamos juntas hacia la cama, nuestros labios aún unidos en un beso apasionado, nuestros cuerpos moviéndose en armonía con el latido de nuestros corazones.

Al llegar a la cama, Alejandra me empujó suavemente sobre ella, y me recosté con un suspiro de anticipación. Sus labios seguían explorando los míos con fervor, cada beso lleno de un deseo que me hacía temblar de placer. Mis manos se aferraron a su cabello, acariciándolo con ternura mientras me dejaba llevar por la ola de sensaciones que nos envolvía.

Mientras los besos de Alejandra recorrían mi cuello con una suavidad embriagadora, apenas podía concentrarme en mis propios pensamientos. Cada caricia de sus labios enviaba escalofríos de placer por todo mi cuerpo, haciéndome temblar de deseo. Sin embargo, entre sus besos y susurros, logré captar sus palabras.

—"Si bien me has dado muchos regalos esta noche, creo que quiero cobrarme uno yo misma", dijo con voz entrecortada por la pasión que nos envolvía.

Mis sentidos se agudizaron aún más ante sus palabras, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. A pesar de la nube de deseo que nos rodeaba, logré comprender el significado detrás de sus palabras. Asentí con un suspiro, mi aliento entrecortado por la anticipación.

—Sí, sí, por favor —murmuré, apenas capaz de articular mis palabras entre sus besos ardientes.

El deseo entre nosotras era palpable, casi tangible en el aire cargado de pasión que nos rodeaba. Con un impulso ardiente, Alejandra me levantó suavemente, y entre besos apasionados, se apresuró a quitarme la remera. El roce de su piel contra la mía enviaba ondas de placer a través de todo mi ser, y no pude evitar devolverle el gesto, deslizando rápidamente su remera por encima de su cabeza.

Nuestros cuerpos se encontraron en un abrazo ardiente, la piel desnuda contra la piel desnuda, sin nada que nos separara excepto el ansia mutua de entregarnos por completo una a la otra. El calor de su cuerpo contra el mío, la suavidad de su piel bajo mis manos, cada sensación se amplificaba por la intensidad de nuestro deseo compartido.

Aunque Alejandra solía ser un poco más reservada en situaciones íntimas, en este momento parecía haber encontrado una nueva confianza, una valentía que la impulsaba a explorar y disfrutar del momento junto a mí. Mientras sus besos descendían por mi piel, podía sentir su determinación y pasión crecer con cada caricia.

A pesar de que yo solía tener el control en situaciones como estas, Alejandra demostraba una destreza y habilidad sorprendentes, mostrando que también era capaz de llevar las riendas cuando se trataba de expresar su amor y deseo. Sus besos eran suaves pero seguros, sus caricias tiernas pero decididas, cada gesto revelando su creciente confianza en sí misma y en nosotras como pareja.

Mientras sus labios se movían sobre mi piel desnuda, absorbía cada sensación con avidez, dejándome llevar por la ola de placer que nos envolvía. Cuando Alejandra se detuvo por un momento para expresar sus sentimientos, sus palabras resonaron en mi corazón de una manera que no puedo explicar.

—No sé cómo explicar lo que siento en este momento —murmuré, mi voz temblorosa con emoción y deseo. Estaba completamente abrumada por la intensidad del momento, por la conexión profunda que compartíamos y por el amor que fluía entre nosotras.

En ese instante, en medio de la pasión desbordante y la ternura compartida, nos encontramos unidas no solo por el deseo físico, sino también por el profundo amor y la complicidad que nos había llevado hasta aquí. Era un momento de conexión pura y genuina, un recordatorio de que juntas éramos más fuertes, más valientes y más capaces de enfrentar cualquier desafío que la vida nos pusiera en el camino.

Mientras Alejandra bajaba sus besos con una ternura cautivadora, se detuvo por un momento y me pidió permiso para continuar. Con un suspiro entrecortado, sentí una oleada de emoción y deseo recorrerme, pero en lugar de responder con palabras, tomé su rostro entre mis manos y la atraje hacia mí con un gesto apasionado.

Nuestros labios se encontraron en un beso ardiente y urgente, y mientras nos perdíamos el uno en el otro, dejé que mis acciones hablasen por sí mismas. Mis manos exploraban su cuerpo con una intensidad creciente, transmitiéndole silenciosamente que en ese momento era ella quien tenía el control absoluto, que no necesitaba pedir permiso para seguir adelante.

Entre besos apasionados, le susurré con voz entrecortada: "Es tu turno ahora, mi amor. Tú eres quien manda esta noche, quien guía nuestros deseos y placeres. No necesitas pedir permiso, porque ya sabes que cada caricia tuya me vuelve loca de amor y pasión".

El beso de Alejandra era una fusión de pasión y ternura, sus labios exploraban cada rincón de mi boca con una destreza que me dejaba sin aliento. Cada caricia era como una melodía armoniosa que despertaba mis sentidos, encendiendo un fuego dentro de mí que amenazaba con consumirme por completo. Sus manos recorrían mi espalda con una delicadeza embriagadora, cada roce enviando escalofríos de placer a lo largo de mi columna vertebral.

Cuando su mano descendió hasta el botón de mi pantalón, sentí un cosquilleo de anticipación recorrer mi piel. Con movimientos expertos, desabrochó el botón y deslizó lentamente la tela hacia abajo, revelando la suave curva de mis caderas. El roce de sus dedos contra mi piel desnuda enviaba ondas de placer a través de todo mi cuerpo, y apenas podía contener el gemido que amenazaba con escapar de mis labios.

Sus labios siguieron el camino trazado por sus manos, descendiendo lentamente por mi cuello con besos suaves y húmedos que enviaban corrientes eléctricas de deseo directamente a mi núcleo. Cada beso era como una caricia ardiente que avivaba las llamas del deseo dentro de mí, y me encontré arqueando mi cuello hacia ella en busca de más.

Cuando llegó a mis pechos, su boca encontró mis pezones con una habilidad que me dejó sin aliento. Sus labios los envolvieron con ternura, su lengua trazando círculos alrededor de ellos antes de tomarlos con suavidad entre sus dientes. Un gemido escapó de mis labios ante la sensación embriagadora que recorría mi cuerpo, cada succión enviando oleadas de placer directamente a mi centro.

El tiempo parecía detenerse mientras nos entregábamos al éxtasis del momento, cada caricia, cada beso, cada susurro llenando el aire con una electricidad palpable. Mis manos se aferraron a las sábanas con fuerza mientras me dejaba llevar por la marea de sensaciones que nos envolvía, saboreando cada momento como si fuera el último.

Con cada movimiento descendente, Alejandra dejaba una estela de besos que se incrustaban en mi memoria como pequeños tesoros. Sus labios avanzaron con audacia hacia mi vientre, marcando el camino hacia una intimidad más profunda. Mis manos encontraron su cabello, entrelazándose en los mechones suaves, mientras me rendía a la sensibilidad de su exploración.

Cuando sus labios alcanzaron la suavidad de la entrepierna, un escalofrío me recorrió de cabeza a pies. Su aliento cálido contra mi piel más sensible fue suficiente para hacerme arquear mi cuerpo hacia ella, un gemido suave y profundo se escapó de mis labios. Sus besos eran ligeros al principio, casi como una pluma tocando la superficie del agua, pero pronto se profundizaron, buscando, explorando, reclamando.

La respuesta de mi cuerpo fue inmediata y abrumadora. Cada beso parecía encender un fuego que se extendía rápidamente por cada vena, cada fibra de mi ser. Mi respiración se aceleró, y un calor intenso me envolvió, centrándose en el epicentro de su atención. Alejandra sabía exactamente cómo moverse, cómo presionar, cómo llevarme al borde del precipicio con solo el roce de sus labios.

"Más que nunca, siento cada caricia como un relámpago," susurré con voz temblorosa, mis palabras un murmullo entre cortes de respiración. Mi piel estaba electrificada, cada toque suyo amplificando el placer que se retorcía dentro de mí. Las sensaciones se acumulaban, construyendo un clímax que se sentía monumental, inevitable.

La intensidad de mi respuesta a sus caricias era un testimonio del profundo vínculo que compartíamos, de la confianza y el amor que nos permitía explorar juntas las profundidades de nuestro deseo. Con cada nuevo beso, cada caricia de Alejandra, me sentía más conectada a ella, más enamorada, si eso era posible. Mi cuerpo respondía a ella como si hubiera sido diseñado para comprender y complementar cada uno de sus movimientos, cada uno de sus deseos.

Con una determinación que irradiaba confianza, Alejandra se deshizo de la última prenda que me cubría, liberando mi cuerpo desnudo ante sus ojos ardientes. La seguridad con la que actuaba era embriagadora, sus movimientos llenos de una pasión desenfrenada que me dejaba sin aliento. Mis mejillas ardían con la anticipación de lo que vendría a continuación, mi cuerpo temblando con el deseo que brotaba de lo más profundo de mí.

Cuando sus labios descendieron hacia el lugar donde ahora no había obstáculos, un gemido escapó de mis labios y mi cuerpo se arqueó hacia ella en un acto instintivo de anhelo. Cada beso era como una caricia eléctrica que encendía mi piel, haciendo que mi corazón latiera con una urgencia que me dejaba sin aliento. Mis manos se aferraron a las sábanas con fuerza, mis dedos se entrelazaron en el tejido mientras me dejaba llevar por la avalancha de sensaciones que nos envolvía.

Los labios de Alejandra eran un torbellino de pasión y deseo, explorando cada centímetro de mi piel con una devoción que me hacía temblar. Sus caricias eran suaves pero decididas, cada movimiento calculado para provocar una respuesta visceral en mí. Cada beso era como una promesa de placer y éxtasis, un tributo al amor y la conexión que compartíamos en ese momento.

Con una sonrisa traviesa bailando en sus labios, Alejandra se detuvo por un momento y me lanzó la pregunta juguetona: "¿Quieres que paremos?"

Mi respuesta fue un rotundo "¡No!" pronunciado con una urgencia que casi se desbordaba. La idea de detenernos en ese momento era simplemente impensable, cuando estábamos tan sumergidas en una tormenta de placer que amenazaba con arrastrarnos hacia un éxtasis absoluto.

"¡No, no, no!" grité, cada sílaba cargada de anhelo y deseo. "¡Sigue, sigue, sigue!" Mis palabras eran un mantra de pasión, una súplica desesperada para que no se detuviera, para que continuara con la sinfonía de sensaciones que nos envolvía.

"Estás haciendo esto... tan malditamente bien", murmuré entre jadeos, mis palabras entrecortadas por el torbellino de emociones que me embargaba. Cada caricia de Alejandra era como una descarga eléctrica que recorría mi cuerpo, encendiendo cada nervio y haciéndome temblar con un éxtasis casi abrumador.

Mis manos se aferraban a las sábanas con fuerza, mis uñas arañando la tela en un intento desesperado por encontrar algo tangible en medio de la vorágine de placer que nos consumía. Las maldiciones brotaban de mis labios, una cascada de obscenidades y palabras sueltas que escapaban de mí sin censura alguna.

"¡Joder, sí! ¡Así, así!" gemí, mis palabras arrancadas por el arrebato de pasión que me embargaba. Cada movimiento de Alejandra era recibido con una mezcla de fervor y anhelo, cada caricia arrancándome gemidos incontrolables y palabras sueltas que escapaban de mis labios como un río desbordado.

Mientras nos perdíamos en la intensidad del momento, Alejandra de repente detuvo sus caricias, y sus ojos se encontraron con los míos, llenos de una vulnerabilidad que rara vez dejaba ver. "¿Lo hago mejor que... Valentina?" su voz apenas era un susurro, pero las palabras golpearon con la fuerza de un trueno en mi pecho.

Valentina era el nombre que la prensa había fabricado, vinculándome con una modelo argentina en un rumor absurdo que aún no había desmentido públicamente. Sabía que Alejandra confiaba en mí, pero esos chismes infundados comenzaban a crear una sombra en su mente.

Tomé su cara entre mis manos, buscando en sus ojos mientras el mundo parecía desvanecerse a nuestro alrededor. "No hay nadie más para mí, Ale. Solo tú," le aseguré con toda la sinceridad y el amor que sentía, deseando disipar cada sombra de duda en su corazón. "No existe Valentina, ni nadie que pueda compararse contigo. Eres tú la que me tienes completamente, en cuerpo y alma."

La urgencia en mi voz era palpable; necesitaba que entendiera y creyera en mis palabras, que sintiera cuán profundo y exclusivo era mi amor por ella. No quería que un rumor sin fundamento erosionara lo que habíamos construido juntas. Era crucial para mí que Alejandra supiera que ella era mi todo, mi único amor.

Mientras mis palabras aún flotaban en el aire, Alejandra me regaló una sonrisa, aquella que siempre lograba desarmarme completamente. Con un brillo juguetón en sus ojos, ella inclinó la cabeza hacia un lado y murmuró con voz seductora, "Entonces déjame mostrarte cuánto te amo."

Sin esperar respuesta, Alejandra volvió a sumergirse entre mis brazos, su boca buscando de nuevo mi piel con una intensidad renovada. Cada beso era una promesa, cada caricia una declaración de amor. No pude contener los gemidos de placer que escapaban de mis labios mientras ella exploraba cada rincón de mi ser.

"Oh, Ale... sí, justo ahí," susurré, perdida en el torrente de sensaciones que me inundaban. "Nadie más podría... oh, dios... hacerme sentir así." Las palabras se mezclaban con mis jadeos, cada uno más entrecortado que el anterior a medida que Alejandra me llevaba más cerca del abismo del placer absoluto.

"Eres increíble," logré articular, mi voz temblorosa por la intensidad del momento. "Nadie más, solo tú, Ale... solo tú me haces sentir... ¡ah!" Las palabras ya no bastaban para expresar lo que Alejandra me hacía sentir; solo podía dejarme llevar por las olas de placer que ella expertamente provocaba en mí. Cada movimiento suyo era perfecto, cada segundo a su lado era un testimonio del amor profundo y apasionado que compartíamos.

En medio del torbellino de sensaciones, mis labios buscan desesperadamente aire mientras mi piel arde con el fuego que Alejandra aviva con cada beso, cada caricia. El sudor perlaba mi frente, un eco del calor abrasador que nos envolvía, mientras mi cuerpo respondía con urgencia a sus toques expertos.

Cada beso de Ale era como una corriente eléctrica que recorría mi piel, haciendo que mi corazón latiera con una intensidad casi dolorosa. Mi mente se nublaba con el deseo, mis pensamientos se disolvían en un mar de sensaciones abrumadoras que solo Ale podía provocar en mí.

"¡Oh, dios!" gimo entre susurros, mis manos buscando desesperadamente el contacto que me hacía sentir más viva que nunca. Sus labios recorren mi piel con una precisión hábil, cada beso dejando una estela de fuego en su camino. Mi cuerpo se retuerce bajo su tacto, rendido ante su dominio absoluto.

"Te necesito, Ale..." murmuro, mis palabras ahogadas por el deseo que me consume. Alejandra responde con un gemido de deseo, sus labios encontrando los míos en un beso ardiente que amenaza con consumirnos por completo. En ese momento, somos una sola entidad, unidas por el fuego del amor y la pasión que arde entre nosotras.

El aliento entrecortado se escapa de mis labios mientras mis palabras apenas son un susurro: "No puedo más".

Cuando sus labios se apartan de esa zona , una oleada de frustración y deseo se apodera de mí, y una maldición escapa de mis labios sin control. La ausencia repentina de su contacto me deja anhelando más, preguntándome por qué detiene el torrente de pasión que nos consume.

"¿Por qué paraste?" murmuro, mi voz teñida de desconcierto y anhelo. La respuesta de Alejandra es un susurro cargado de promesas, una promesa de castigo y recompensa que me hace temblar de anticipación.

Con un gesto decidido, Alejandra acerca su mano a la zona que clama por su atención, una caricia tentadora que despierta un torbellino de emociones en mi interior. En ese momento.

Las palabras groseras y crudas escapan de mis labios sin freno, entre gemidos y maldiciones, revelando la intensidad abrumadora del placer que me embarga.

"¡Maldición! ¡Dios mío, Alejandra!" exclamo, cada palabra tintada con un tono de urgencia y deseo desenfrenado.

Sin embargo, antes de que pueda sumergirme por completo en el torbellino de sensaciones, siento la presencia reconfortante de Alejandra acercándose. Su aliento cálido roza mi piel mientras sus labios se acercan a los míos, y su suave voz me interrumpe.

"Sofía, eso es suficiente," me reprende con ternura, su tono suave pero firme.

Mis ojos se encuentran con los suyos, brillando con una mezcla de complicidad y autoridad, y una sonrisa avergonzada se dibuja en mis labios. Reconozco la verdad en sus palabras y me disculpo por mis palabras groseras.

"Lo siento, hermosa," murmuro con sinceridad, mis labios temblando con la emoción del momento.

La intensidad del momento se suaviza, y entre susurros de perdón y promesas de ternura, nos sumergimos nuevamente en la intimidad compartida, renovados por el amor y la complicidad que nos une.

"¿Estás segura, Sofía?" pregunta Alejandra con ternura, su voz llena de preocupación y afecto.

Sofía, con la mirada aún nublada por el deseo, asiente con determinación. "Sí, estoy segura," responde con firmeza, sus ojos brillando con una mezcla de pasión y confianza en su pareja.

En ese momento, la conexión entre ellas se fortalece aún más, alimentada por la honestidad y el entendimiento mutuo. Juntas, están listas para dejarse llevar por el éxtasis del amor compartido, navegando las olas del placer con la seguridad de que siempre tendrán el apoyo y la comprensión de la otra.

Con un beso lleno de ternura y complicidad, siento cómo Alejandra se acerca más a mí, preparándome para lo que está por venir. Mi corazón late con fuerza en mi pecho mientras la anticipación se apodera de mí, sabiendo que el momento de entrega está cerca.

Cuando Alejandra me penetra suavemente, mi cuerpo se tensa momentáneamente, una mezcla de nerviosismo y emoción me recorre. Pero pronto, esa sensación da paso al placer, y me encuentro sumergida en un mar de sensaciones abrumadoras.

"¿Estoy haciendo todo bien?" pregunta Alejandra con una pizca de inseguridad en su voz, temerosa de no estar cumpliendo con mis expectativas. Mis labios se curvan en una sonrisa traviesa mientras la miro profundamente a los ojos, dejándole saber lo mucho que me hace perder la cabeza.

"Oh, cariño, estás más que bien," respondo con un susurro lleno de deseo, dejando escapar un gemido suave entre mis labios. "Eres tan increíblemente buena en esto... me haces sentir como si estuviera en el paraíso."

Mis palabras provocan un destello travieso en los ojos de Alejandra, alimentando su confianza y su pasión. Con determinación, aumenta la intensidad de sus movimientos, llevándome a nuevas alturas de placer y éxtasis compartido..

Con una determinación renovada, Alejandra se entrega por completo al momento, decidida a brindarme todo su amor y pasión. Sus labios encuentran mis pechos nuevamente, y un escalofrío de placer recorre mi cuerpo mientras me dejo llevar por las sensaciones abrumadoras que me regala.

En medio del éxtasis, solo puedo dejarme llevar, entregándome por completo al placer que Alejandra me ofrece. Cada beso, cada caricia, es una exquisita muestra de su deseo y dedicación hacia mí, y no puedo evitar perderme en la delicia de la experiencia compartida.

Con determinación renovada, Alejandra intensifica sus caricias, dejando que su pasión ardiente guíe cada movimiento. Mis gemidos de placer llenan la habitación mientras sus labios encuentran mis pechos, desencadenando una oleada de sensaciones que me hacen perder el aliento.

Entre susurros de éxtasis, no puedo contenerme de halagar a Alejandra, elogiando su destreza y la belleza de su cuerpo. "Eres asombrosa, Ale... tan talentosa y hermosa," murmuro con admiración, mis manos explorando cada contorno de su piel con devoción.

Con un susurro lleno de deseo, Alejandra acerca sus labios a mi oído y me susurra palabras que encienden aún más la llama del placer. "Eres tan increíblemente sexy," me dice con voz suave pero cargada de pasión. "No puedo resistirme a ti."

Sus palabras, cargadas de sensualidad, despiertan un ardor profundo en mi interior. "Quiero explorar cada rincón de tu piel," continúa, su aliento cálido enviando escalofríos por mi espina dorsal. "Eres mi deseo más profundo, Sofía."

Cada palabra que sale de sus labios es como una caricia ardiente que recorre mi piel, alimentando el fuego de la pasión que arde entre nosotras. Sus susurros íntimos despiertan un deseo indomable en mí, llevándome a un estado de éxtasis aún mayor.

Con el deseo palpable en el aire, Alejandra siente el pulso acelerado de Sofía y decide llevar las cosas al siguiente nivel. Con una mirada llena de pasión y determinación, aumenta la intensidad de nuestras caricias, añadiendo otro dedo a la mezcla.

Entre gemidos de placer, siento cómo el éxtasis se apodera de mi cuerpo, mientras me dejo llevar por la ola ardiente de sensaciones que Alejandra despierta en mí. "Oh, Ale, sí," exclamo entre jadeos, incapaz de contener la avalancha de emociones que me embarga. "No pares... esto se siente tan bien."

Sus movimientos se vuelven más intensos, más decididos, y no puedo evitar perderme en la vorágine de placer que compartimos. Entre susurros de éxtasis y gemidos de deleite, nos entregamos por completo al amor y la pasión que nos une, confiando plenamente en la conexión íntima que compartimos.

Y mientras nos sumergimos en el éxtasis del momento, escucho la voz suave y seductora de Alejandra, sus palabras llenas de deseo y pasión. "Eres tan increíble, Sofía," me susurra con voz entrecortada, su aliento cálido enviando escalofríos por mi espina dorsal. "Me encanta hacerte sentir así... tan deseada, tan amada."

Con el éxtasis alcanzando su punto máximo, apenas puedo contenerme. "No puedo más, Ale," jadeo entre gemidos entrecortados, sintiendo que estoy al borde del clímax absoluto.

Alejandra se detiene por un momento, y mi corazón se acelera con anticipación. "¿Qué... qué estás haciendo?" pregunto con voz entrecortada, la necesidad palpable en mis palabras.

Con una mirada llena de deseo, Alejandra se levanta y se posiciona sobre mí, sus movimientos llenos de determinación. "Confía en mí, cariño," murmura con voz suave pero cargada de pasión, mientras se despoja de su ropa lentamente.

Mis ojos se abren con sorpresa y anticipación. "¿Qué... qué tienes planeado?" pregunto, mi aliento entrecortado por el deseo.

Pero antes de que pueda terminar mi pregunta, siento cómo Alejandra comienza a moverse adelante y atrás, envolviéndome en un torbellino de placer y éxtasis. Mis palabras se desvanecen en gemidos mientras me dejo llevar por la cascada de sensaciones abrumadoras que me envuelve por completo.

Entre gemidos entrecortados, siento el placer arremolinándose dentro de mí, pero algo es diferente esta vez. "Es la primera vez que haces esto..." murmuro entre suspiros, mis palabras apenas audibles entre el torbellino de sensaciones.

Alejandra sonríe con complicidad mientras se mueve sobre mí, su respiración entrecortada por el deseo. "Quiero que lo disfrutes al máximo," responde con voz cargada de pasión, sus ojos brillando con intensidad.

Siento el calor de sus manos tomando las mías con firmeza, y su agarre me hace estremecer. "Oh, Ale," susurro, mi corazón latiendo con fuerza mientras siento cómo aumenta la intensidad de sus movimientos.

Con cada embestida, nos sumergimos más profundamente en el éxtasis compartido, entregándonos por completo al amor y la pasión que nos envuelve. Mis manos se aferran a las suyas con fuerza, buscando apoyo en el torbellino de sensaciones abrumadoras que nos envuelve por completo.

Con una intensidad creciente, Alejandra aumenta el ritmo de sus movimientos, llevándome cada vez más cerca del borde del éxtasis. Sus labios encuentran mi cuello y un escalofrío recorre mi espina dorsal, mientras mis manos se aferran a sus hombros con firmeza.

"Oh, Ale," susurro entre gemidos, dejando escapar palabras de deseo mientras siento el calor de su aliento en mi oído. "Eres increíble... me haces perder la cabeza."

Con un susurro lleno de deseo, Alejandra gira su cabeza hacia mí y me susurra al oído con voz sensual y cargada de pasión. "Quiero recorrer cada centímetro de tu piel con mis labios ardientes. Quiero hacerte perder la razón con cada caricia, y llevarte al límite una y otra vez," murmura con una intensidad irresistible.

Mis labios se entreabren en respuesta a sus palabras, mi respiración se vuelve errática mientras siento cómo el deseo me consume por completo. "Oh, Ale..." respondo entre gemidos, mis manos buscando su piel con ansias, anhelando la conexión íntima que solo ella puede ofrecerme.

Con un deseo ardiente palpable en el aire, no puedo contenerme y le pido más a Alejandra, anhelando la intensidad y el placer que solo ella puede ofrecerme. "Quiero más, Ale," susurro entre gemidos, mi voz cargada de anhelo y pasión.

Con una sonrisa traviesa en sus labios, Alejandra me mira con ojos llenos de deseo y complicidad. "Tus deseos son órdenes," responde con voz seductora, antes de aumentar la intensidad de nuestros movimientos con una pasión renovada.

Nuestros labios se encuentran en un beso ardiente y apasionado, nuestras lenguas danzando en un baile sensual mientras nos entregamos por completo al éxtasis compartido. Cada caricia, cada roce, es una expresión de nuestro deseo mutuo, un tributo al amor y la pasión que nos une.

Con un susurro cargado de deseo, Alejandra responde con una voz sensual y ardiente. "Voy a hacerte temblar de placer," murmura entre gemidos, sus palabras llenas de promesas y anhelo.

Mis labios se entreabren en respuesta a sus palabras, mi corazón latiendo con fuerza mientras me sumerjo en el abismo del deseo que solo ella puede despertar en mí. "Sí, Ale..." respondo entre suspiros, sintiendo cómo el éxtasis se apodera de mí por completo.

Y cuando Alejandra aumenta la intensidad de nuestros movimientos, siento que ya no puedo más. "¡Oh, Ale! ¡No puedo más!" exclamo entre gemidos, mis manos aferrándose a ella con fuerza mientras me dejo llevar por el torbellino de sensaciones abrumadoras que me envuelve por completo.

Con un gemido de placer, Alejandra reconoce la intensidad del momento. "Yo también estoy al límite, pero confía en mí," susurra con determinación, su aliento cálido rozando mi piel.

Asiento, entregándome por completo a ella, confiando en que me llevará a nuevas alturas de placer. "Sí, confío en ti," respondo entre suspiros, sintiendo la excitación aumentar con cada segundo que pasa.

Con movimientos expertos y una pasión desenfrenada, Alejandra desliza su mano por mi cuerpo con una destreza increíble, explorando cada centímetro de mi piel con una intensidad que me deja sin aliento. Sus caricias son suaves pero firmes, enviando oleadas de placer a través de cada fibra de mi ser.

De repente, siento cómo sus dedos encuentran un punto de placer que nunca antes había sido tocado. Con una habilidad asombrosa, comienza a acariciarlo con movimientos precisos y vigorosos, desatando una explosión de sensaciones que me hacen arquear la espalda y gemir de placer.

Mientras tanto, sus labios encuentran los míos en un beso apasionado y frenético, susurrándome palabras de deseo y promesas de placer infinito. Nuestros cuerpos se fusionan en un torbellino de pasión y éxtasis, cada caricia, cada beso, llevándonos más cerca del límite del placer absoluto.

Es como si cada roce de sus dedos encendiera un fuego dentro de mí, avivando el deseo hasta alcanzar un punto de no retorno. Mis manos se aferran a las sábanas con fuerza mientras me dejo llevar por la marea del placer que amenaza con arrastrarme hacia un éxtasis incontrolable.

Sintiendo cómo mi cuerpo se estremece con el éxtasis, llego al límite del placer, mis gemidos llenando la habitación con una sinfonía de pasión y satisfacción. Mis músculos se contraen en un delicioso espasmo de placer, y mi mente se nubla con la intensidad del orgasmo que me consume por completo.

Sin embargo, Alejandra no se detiene. Siente mi clímax, pero continúa con una determinación implacable, llevándome más allá de lo que creía posible. Cada movimiento, cada roce, aumenta la intensidad de las sensaciones, llevándome a nuevas alturas de placer.

Grito su nombre una y otra vez, mis manos aferradas a las sábanas mientras me dejo llevar por la ola de placer que me envuelve por completo. Es un momento de pura entrega, donde el placer es la única realidad, y Alejandra es la única persona que existe en mi mundo en ese instante.

Finalmente, después de un torbellino de emociones y sensaciones abrumadoras, alcanzo otro clímax, más intenso que el anterior. Grito su nombre una vez más, mi cuerpo temblando con la fuerza del placer que me consume por completo. Es un momento de éxtasis puro, donde el tiempo parece detenerse y solo existe la pasión compartida entre nosotras dos.

Con un suspiro de satisfacción, Alejandra cae exhausta sobre mí, su respiración agitada y sus labios curvados en una sonrisa de placer. En un instante, sin embargo, me sobrepongo, impulsada por la energía renovada del deseo que arde dentro de mí.

Invierto rápidamente nuestras posiciones, quedando encima de Alejandra, mirándola con ojos llenos de pasión y deseo. "Ahora me toca a mí", murmuro con voz suave pero cargada de determinación, dispuesta a devolverle cada una de las sensaciones placenteras que me ha regalado.

Con movimientos gráciles pero decididos, comienzo a explorar su cuerpo con mis manos, acariciándola con una intensidad que refleja mi deseo de satisfacerla completamente. Mis labios encuentran los suyos en un beso apasionado y hambriento, mientras me sumerjo en el éxtasis compartido de nuestro amor.

Con una determinación ardiente, me inclino hacia adelante, sintiendo el pulso acelerado de mi corazón mientras me sumerjo en un beso apasionado con Alejandra. La urgencia del deseo nos consume a ambas, y sé que no hay tiempo que perder.

Mis manos viajan con ansias por su piel, explorando cada curva y contorno con una necesidad abrasadora. Sin rodeos ni juegos preliminares, desciendo directamente hacia su centro de placer, ansiosa por llevarla al borde del éxtasis.

Cada beso, cada caricia, está impregnado de una pasión desenfrenada, mientras me entrego por completo a la tarea de volverla loca de deseo. Sus gemidos y suspiros alimentan mi propia excitación, impulsándome a ir más allá en mi búsqueda de su placer.
Siento cómo Alejandra comienza a llegar al límite del placer, su respiración agitada y sus gemidos llenando la habitación con una sinfonía de pasión y deseo. Cada caricia, cada beso, la lleva más cerca del éxtasis, y sé que estamos en el punto culminante de nuestra unión.

Mis movimientos se vuelven más intensos, más frenéticos, mientras me esfuerzo por llevarla al clímax absoluto. Sus manos se aferran a las sábanas con fuerza, sus labios emitiendo gemidos de placer que solo alimentan mi propia excitación.

Es un momento de pura conexión y entrega, donde nuestros cuerpos se convierten en uno solo en el éxtasis compartido de nuestra pasión desbordante. Me sumerjo por completo en el momento, dejando que el placer nos envuelva a ambas en un torbellino de emociones abrumadoras.

Con una determinación ardiente, después de sentir cómo Alejandra alcanza su límite, la miro a los ojos y le susurro con voz cargada de deseo: "Solo estamos empezando, cariño". Sin perder tiempo, la penetro con mis dedos, sintiendo cómo su cuerpo se tensa ante la nueva oleada de placer que la invade.

Mis movimientos son rápidos, frenéticos, impulsados por el deseo de llevarla aún más lejos en el abismo del placer. Cada embestida está cargada de intensidad, de pasión desenfrenada, mientras me entrego por completo a la tarea de hacerla perder la razón de placer.

Sintiendo la urgencia del momento, me dejo llevar por la pasión desbordante y comienzo a penetrar a Alejandra con una rapidez que nunca antes había mostrado. Cada embestida está cargada de un deseo ardiente y una determinación implacable, llevándola al límite una vez más en un torbellino de sensaciones abrumadoras.

Mientras mis dedos encuentran su ritmo frenético, Alejandra responde con gemidos de placer que llenan la habitación, alimentando mi propia excitación y deseo. Siento cómo su cuerpo se estremece bajo mis caricias, su piel ardiendo con el fuego del deseo compartido.

Sin poder contenerme, dejo un rastro de besos ardientes en sus pechos, sintiendo cómo su piel se eriza bajo mis labios mientras la envuelvo en una ola de placer indescriptible. Es un momento de pura pasión y éxtasis, donde nuestros cuerpos se funden en un baile sensual y frenético, llevándonos a nuevas alturas de placer compartido.

Con un tono seductor y una voz llena de deseo, me acerco al oído de Alejandra y susurro lentamente: "Nunca antes había sentido algo tan increíblemente excitante como lo que estoy experimentando contigo en este momento. Cada roce, cada gemido, cada mirada ardiente entre nosotros alimenta el fuego que arde dentro de mí, llevándome a un estado de éxtasis indescriptible".

Mientras nuestras respiraciones se entrelazan en un ritmo frenético, mis palabras encuentran su objetivo, y puedo sentir cómo su cuerpo reacciona ante ellas. Un escalofrío recorre su espalda, sus músculos se tensan de anticipación, y sus labios se curvan en una sonrisa de placer mientras se entrega por completo al torbellino de sensaciones que la envuelve.

Es un momento mágico, donde el tiempo parece detenerse y solo existimos nosotras dos, inmersas en un océano de deseo y pasión desenfrenada. Me sumerjo por completo en la experiencia, dejando que el placer nos envuelva a ambas en un éxtasis indescriptible mientras nos entregamos por completo al momento presente.

Con una determinación ardiente, decido darle a Alejandra una última ronda de placer, entregándome por completo a la tarea de satisfacerla de la mejor manera posible. Mis labios viajan con determinación por su cuerpo, dejando un rastro de besos ardientes y mordiscos suaves en cada centímetro de su piel.

Comienzo bajando mis besos a sus pechos, saboreando cada curva y contorno con una pasión desenfrenada. Mis labios encuentran sus pezones, y los rodeo con suavidad, sintiendo cómo se endurecen bajo mis caricias. Un gemido escapa de los labios de Alejandra, alimentando mi propia excitación mientras continúo explorando su cuerpo con mis manos y mi boca.

Luego, mis labios descienden lentamente por su abdomen, dejando un rastro de besos ardientes a su paso. Me detengo en sus muslos, acariciando la piel suave y tersa con mis labios y mi lengua, provocando gemidos de placer que llenan la habitación. Mis manos se deslizan con ternura por sus muslos, acariciándola con una suavidad que contrasta con la intensidad creciente de mis besos.

Finalmente, llego a su entrepierna, el centro mismo de su deseo, y me sumerjo en el éxtasis del momento. Mis labios encuentran su zona más íntima, y los acaricio con suavidad, saboreando cada rincón con una pasión desenfrenada. Mi lengua se mueve con destreza, explorando cada pliegue y recoveco, mientras me entrego por completo a la tarea de llevarla al límite del placer.

Con un susurro cargado de deseo, Alejandra me mira fijamente y me dice con voz ronca: "Sofía, no puedo aguantar más. Necesito sentirte completamente, necesito fundirme contigo hasta perderme en el éxtasis más profundo".

Sus palabras encienden una chispa dentro de mí, pero en un momento de comprensión, decido no prolongar más el juego. Con determinación, respondo: "Entonces, déjame llevarte al límite, mi amor. Déjame mostrarte todo lo que soy capaz de hacer por ti, todo lo que puedo hacerte sentir".

Con un guiño travieso y una sonrisa, tomo la iniciativa y me sumerjo en la tarea de llevarla al clímax definitivo, entregándome por completo al deseo compartido y al éxtasis de nuestro amor. Es un momento de pura conexión y entrega, donde nuestros cuerpos se convierten en uno solo en la vorágine del deseo compartido. Y cuando finalmente siento que Alejandra alcanza el límite del placer, continúo con determinación, llevándola más allá de lo que creía posible. Sus gemidos de placer llenan la habitación, alimentando mi propia excitación mientras me sumerjo por completo en la tarea de satisfacerla. Es un momento mágico, donde el tiempo parece detenerse y solo existimos nosotras dos, entregadas por completo al éxtasis compartido de nuestra pasión desenfrenada.

Nos separamos y sin siquiera darnos cuenta nos dormimos.

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