Lo que no dicen del amor PGP2...

By farfallafugace

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El amor es impredecible, caótico y no conoce barreras. Eso lo aprenderán April y Alexia, cuando al enamorarse... More

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By farfallafugace

Jamás había conocido a alguien, (aparte de sus primos) que se interese por escucharla hablar, quizá por minutos u horas sobre algo.

—Vamos a empezar por Lalun, nació aquí en Cobore, en el pueblo de Freliz, hace unas cuantas décadas. Afamado maestro, filósofo y amante de hombres jóvenes.

—¿Su trabajo pudo ser público? —preguntó con una sonrisa.

—No, la verdad no se han encontrado escritos personales de él, nuestro conocimiento de sus enseñanzas viene de los diálogos de su pupilo más famoso, Adromish.

Cómo April solo se hallaba expectante, Alexia decidió seguir. No es que fuera una gran fanática de los mitos, sin embargo, le gusta tocar algunos temas.

—Lalun puede ser considerado el gay más influyente de la historia, con sus enseñanzas nos armó de herramientas para entender quiénes somos. Se sabe que mantenía relaciones homosexuales con muchos de sus alumnos de manera abierta.

Al escucharla hablar con tanta dedicación sobre el tema, April sintió una rara sensación, Aunque no de incomodidad, sino más bien placer. Lograba percibir cómo su piel se erizaba. No sabía si era por el frío del cuarto o la voz de Alexia la hacía sentir de esa manera.

April no tenía palabras ante la información, no sabía que podía opinar. En su mente solo vagaba una cosa: «Quiero seguir oyendo a Alexia», el silencio de la muchacha dio hincapié para que Alexia siguiera hablando.

—Cabe mencionar que, en aquella época, que un hombre tuviera relaciones con otro varón no era una cosa mal vista, dando igual si los dos eran homosexuales o no. No existía un término para designar los comportamientos sexuales entre personas del mismo sexo.

La fascinación en el rostro de April no cabía, sentía una extraña necesidad por seguir oyendo. Había descubierto sin querer un nuevo hobby. Escuchar a la chica de cabellos negros hablar sobre historia.

Aunque a April le daba miedo sentirse así, no entendía qué era lo que ocurría en su mente y en el corazón. Sus labios temblaban, quizá de frío; sus manos inquietas (nerviosismo). Y tenía poco autocontrol en sus movimientos. Todos contaban como señal de que el cortisol tal vez estaba comenzando a elevarse de manera subliminal.

—Lalun terminó siendo sentenciado a muerte por corromper a la juventud y también la herejía religiosa de esos tiempos. Se le acusaba de mantener relaciones sexuales con sus alumnos, mucho más jóvenes que él, pero siempre de manera consentida, y de perturbar a estos con sus ‘disparatadas ideas’.

La cara de sorpresa de April daba ternura, como se notaba que ese último dato le resultó algo extraño, tal vez no de una manera incómoda, pero quizá no se lo esperaba, aun así siguió prestando atención al tema.

—En su juicio, el filósofo, negó todos los cargos en su contra, y sostuvo que, en cambio, debería ser honrado por su papel de maestro y por dotar a esos jóvenes de ingenio y sabiduría. Por la injusticia de su acusación, Lalun decidió tomar cicuta, un tipo de veneno, como última enseñanza moral.

A Alexia le resultaba incómodo, aunque interesante, que de todo lo que había dicho, April no la hubiera detenido ni un segundo para hacer preguntas.

—Y cómo olvidar a Adromish… Filósofo que nació en Cobore, también en el pueblo de Freliz aunque su año se desconoce. Discípulo de Lalun y maestro de Tasys, fundó la Academia de su pueblo natal y nos dio a conocer las enseñanzas que antes le habían impartido a Lalun.

—Su influencia ha sido incalculable en toda la historia de la filosofía, de la que se ha dicho que alcanzó identidad como disciplina gracias a sus trabajos.

«¿Si estará entendiendo? ¿Me ganó la emoción?» meditó Alexia. «¿Le fastidiará la conversación?»

—Conoció a Lalun a la edad de 20 años. Sus textos dejan fuera de toda duda la devoción a su maestro. Sus sentimientos pudieron haber sido tan intensos que resultó siendo incapaz de soportar el espectáculo, ser testigo de la muerte real de “el mejor, el más sabio y el más justo de los hombres que conocí” según sus propias palabras.

«¿Por qué me mira así?» reflexionó. «¿Le estoy aburriendo?»

—Si no te gusta el tema, podemos parar acá —recomendó.

—No, sigue… es interesante… —respondió April.

Sin más, asintió y se acomodó en su puesto exhalando el aire que no sabía que retenía y siguió hablando.

—Bueno… Luego de la pérdida de Lalun. Adromish, que tenía solo 28 años, se retiró con algunos discípulos de su maestro a Freliz partiendo a Fronteras desconocidas. Allí conoció a Mijiod, el cuñado de Mazbet, por quien se sintió atraído y al que transmitió las doctrinas que en algún momento fueron impartidas a su persona acerca de lo que era el placer. Pero este no sería el último de sus amantes homosexuales a lo largo de su historia.

—¿Cuántos tuvo en total?

—... No lo dicen… Adromish murió a la edad de 81 años, y dedicó sus últimos momentos de vida a impartir enseñanzas en la academia de su pueblo natal.

April soltó un suspiro y la miró aún expectante, estaba abierta a aprender nuevas cosas. Y esto nunca se lo había impartido y eso le hacía más interesante.

—Aimilios Palatou, nació en Cobore, para ser exactos en Froeglosa, asumió la presidencia de Cobore a los 20. Fue un genio militar que en 11 años de guerra jamás perdió una batalla.

«Bueno, eso sí lo sabía.» recordó April. «Pero vamos a ver, siempre algo sorprende.»

—Fue un discípulo de Tasys, expandió la cultura Adheox. No dejó ningún heredero, a pesar de tener esposas, ya que su amor principal fue Evripidis, un hombre. En aquella época no era extraña la homosexualidad en las filas del ejército, donde el sexo y los orgías entre militares de diferente rango eran habituales.

Al oír esa palabra, April se atragantó con su saliva, de todas las cosas que podía esperar esa fue inesperada en su totalidad. Alexia, al mirar como le costaba respirar por la tos, le dio pequeñas palmadas en la espalda.

—¿Prosigo? ¿Te encuentras bien?
April afirmó con un leve movimiento de su cabeza y sonrió.

—Trifonas Tocceli murió a los 33 años de edad, y en solo dos decenios cambió el curso de la Historia. Su imagen y actitud rompen con el estereotipo homosexual, demostrando una vez más que la masculinidad nada tiene que ver con la orientación sexual.

—Comparte la gloria junto a otros grandes genios militares de la Historia, cuyo amor hacia el mismo sexo ha tratado de ser ocultado.

—Ioannis Leventoti, primer alcalde de Bluesnow, nació en Froeglosa. Tenía 16 años cuando murió su padre. Resultó ser un alcalde nato. Que era capaz de relacionarse con las personas adecuadas y mantenerlas a su lado. Sin duda fue una de las más importantes figuras de la historia del pueblo.

—Ioannis Leventoti tuvo muchas mujeres, entre ellas Evgenia Frangelis, pero el gran amor frustrado de su vida fue un muchacho llamado Kordenis. La historia cuenta que Ioannis Leventoti lo tenía en su casa como trofeo. Donde lo encarceló por más de cinco años para mantener relaciones sexuales, aunque acabó enamorándose de él. Cuando el adolescente se negó a ser su amante en público, Ioannis, encendido de rabia, ordenó su ejecución, hecho por el que más tarde se arrepentiría.

—La historia cuenta muchas más relaciones de él, que a pesar de tener esposas prefería la compañía de los hombres, y que murió asesinado en la Curia del teatro de Glikchą.

—Serafim Spanopoulos, nació en Freliz, Cobore, en 1475. Fue un arquitecto, escultor y pintor renacentista, considerado uno de los más grandes artistas de la historia tanto por sus esculturas como sus pinturas y obra arquitectónica.

—Se conoce de él que era de carácter introvertido, simple, y que, al contrario que otros artistas, vivía al margen de las modas de su época.

—A la edad de 57 se enamoró de un joven llamado Strosil de Kelleli, a quien dedicó el resto de sus años. Si bien su relación pareció ser un amor platónico del genio.

—Orestiada Kondili, nació en el pueblo de Freliz en 1452. Hija ilegítima, criada por sus abuelos. genio de las artes. Destacó como pintora, anatomista, arquitecta, artista, botánica. Científica, escritora, escultora, filósofa. Ingeniera, inventora, cantante y poetisa.

—A los 14 años la enviaron como aprendiz del célebre pintor Inigo Rodríguez. Sus primeros trabajos de importancia fueron creados en Bluesnow al servicio del duque Horado Lovato.

—A los 24 años la acusaron, junto con otras 3 personas, de haber cometido actos impuros con una joven modelo menor. Leona, era una mujer reservada y trataba de mantener sus asuntos en secreto, son famosas sus notas escritas a la inversa que necesitaban para ser descifradas con el uso de un espejo.

—Pero sí se conoce su gusto por rodearse de discípulas jóvenes y bellas: Silvi de Oleastro, Jada Valiente, Andrea Salaino, Francesca Burgos, a las que adoptó como su propia descendencia.

—En 1519 falleció en su pueblo natal, a los 67 años, acompañada de su fiel Francesca Burgos, a la que se le consideraba su amante, y a quien legó sus proyectos, diseños y pinturas.

—Oswaldo Maldufes, nació en Freliz en 1854. Fue escritor y poeta, considerado uno de los dramaturgos más destacados de sus tiempos.
Una celebridad de su época debido a su agudo y puntilloso ingenio.

—En 1895, en la cima de su carrera, se convirtió en la figura central del más sonado proceso judicial del siglo, que consiguió escandalizar a la clase media y alta de todo el país. Oswaldo, que había mantenido una íntima amistad con Jerome Melville fue acusado por el padre de este, por supuesta perversión sexual.

—Se le declaró culpable en el juicio, celebrado en mayo de 1895, condenado a dos años de trabajos forzados… Su peripecia en prisión fue descrita en dos obras: De Profundis, extensa carta llena de resentimiento dirigida a Jerome Melville.

—Aunque Melville había sido la causa de su infortunio, él y Oswaldo se volvieron a ver en agosto de 1897 en En Froeglosa. Esta reunión fue desaprobada por los amigos y familias de ambos. Su esposa, Casandra Maldufes, rehusó volver a encontrarse con él, y no le permitió ver de nuevo a sus hijos. Murió en Freliz en 1900.

Tal vez ya se estaba haciendo de noche, pero eso no importaba en ese momento a April le estaba gustando por a Alexia hablar.

—Wow, no sabía nada de eso…

—No hablan sobre estos temas en los libros de historia, aunque en la historia de la homosexualidad hay muchos más que abarcar…

Unos segundos después, la ansiedad subió de repente. Los brazos de April tomaron por sorpresa a Alexia, la última vez que recibió un abrazo (de alguien que no fueran sus tíos o primos), tenía como máximo unos 16 años.

—Pero bueno, volviendo a Justin…

—¿Cuánto tiempo duraron? Me da curiosidad no sé… —preguntó April.
A Alexia le estrujaba el corazón esa parte de la historia, si no hubiera sido por su madre que se había enterado de sus gustos, por culpa de su diario. Todavía la duración de ese “amorío” con su amigo aún duraba más, pero la vida le tenía algo distinto planeado. Y de ahí en adelante todo comenzó a ser un infierno.

—Unos meses, en mi casa se habían enterado de mi orientación y pensé: «Si ya lo saben, ¿para qué seguir con él?»

—¿Cómo lo tomó?

Alexia no supo responder, ella lo había terminado bajo la excusa de: Me enamoré de alguien más y desde ese momento cortaron toda comunicación.

—No lo sé, no hablamos más después de eso… un año después nos volvimos a encontrar en una reunión… Grupo de apoyo emocional a gays y lesbianas. No preguntes cómo llegué ahí, ni yo lo sé.

April se había entristecido, el saber que su amigo había tenido que ir a terapias de apoyo y que no estuvo ella para acompañarlo en su malestar la hizo enojar con ella misma.

—Al menos se tuvieron el uno al otro —agregó con un tono melancólico.

—Si…

Luego de un rato la risa de ambas cubrió la habitación con las anécdotas de Alexia y Justin durante los últimos 7 años, a April se le llenó el corazón de gozo al ver la sonrisa de Alexia. Y viceversa.

No sé supo en qué momento, pero escucharon una característica voz ruda y grave. (La de un hombre quizá) los ojos de ambas brillaron al reconocer de quién trataba.

—¡Juan Carlos! —gritaron al unísono.
El hombre apenas escuchó esas voces, corrió a ver a su hija. Dormía de forma plácida en su cama y no tenía fiebre. Eso lo tranquilizó, pero le molestó que nadie estuviera al pendiente de Coraline.

Con una gran rapidez bajó de nuevo, necesitaba cerciorar de dónde venían las voces, revisaba cada aposento, pero no las encontraba hasta que se le ocurrió acercarse a comprobar una de las habitaciones viejas de la mansión.

—¿Me pueden explicar que demonios hacen aquí?

—¡Fue su culpa! —acusó Alexia.
Durante horas los tres adultos tuvieron una discusión, Juan Carlos regañaba a April y el solo veía “mal” a Alexia, quien le sonreía con nerviosismo y luego dirigía una mirada ¿decepcionado? Hacía April.

—¡Tú sabes a la perfección que en ese cuarto nadie puede entrar!

Juan Carlos regañaba a su hermana, estaba siendo un poco injusto, pero Alexia no quería meterse porque tenía miedo de que fuera a perder el empleo. Hasta que el coraje le ganó y se soltó la lengua…

—¿Disculpe? ¿Puede ser más suave con ella? —mencionó con molestia.

—¡Usted no se meta Alexia!

—¿¡Pero puede dejar de gritar!? Ella no se lo merece… no tiene la edad de su hija.

Durante horas los adultos discutieron. Hasta que el momento de la cena se dio y la niña interrumpió en la sala.

—¿Papi? ¿Por qué le gritas a la tía?
El hombre solo miró a su hermana y luego a su hija. No sabía qué responder.

—Mi amor…. un desacuerdo… nada grave —respondió acercándose a su hija.

Coraline tenía hambre. ¿Cómo no iba a tener? Si no había merendado, además de que era bastante tarde.

—Bien… ¿Quién hace la cena? —preguntó Juan Carlos viendo a su hija.

Coraline, sin decir nada con una sonrisa señaló a su padre. Quien de inmediato le devolvió el gesto.

—Bien… ¿Alguna idea?

—¿Y si hacemos malteada de chocolate? ¿Con panqueques de avena? ¿Qué opina usted, señor Juan Carlos?

El hombre no dijo nada, tampoco hizo un gesto. Esto puso nerviosa a Alexia que no sabía si su sugerencia estaba bien.

«A Coraline le gustan.» recordó.  «Siempre me lo dice.»

Juan Carlos se quedó pensativo. Quizá rememorando cómo se hacía la malteada o los panqueques.

—¿Me pasas la receta por favor Alexia? —preguntó el hombre.

Ella asintió y se posó junto a él, comenzando a explicar que debía hacer, (no sin antes aclarar los ingredientes obvio).

Minutos después, ya se encontraban comiendo los panqueques con la malteada de chocolate que había sugerido Alexia.

—Alexia, ¿de casualidad vienen por ti? Ya es tarde… te puedo llevar a casa.

«¿También vendrás April?» pensó. «Ah, verdad que vives en la ciudad…»

—Vivo cruzando el puente detrás de acá…

«¿Fue una cara de desilusión lo que vi?» meditó. «¿Qué querías oír?»

Alexia terminó su cena, se despidió de la niña, su padre y April. Salió acompañada por Juan Carlos y emprendió camino al puente que la llevaba hasta su casa.

Ángelo la regañaba cada vez que agarraba ese “atajo” él decía que no lo era aparte de que se la vivía solo y podía ser peligroso.

Luego de un máximo de una hora Alexia se encontraba abriendo la puerta de su casa, hace rato iba hablando con Manolo. Su viaje fue un poco difícil. Pero logró llegar a su primera parada antes de medianoche y solo le tocaba esperar el próximo bus.

Cómo ya había cenado, se fue directo a su habitación. Se puso su pijama, pero conciliar el sueño se le volvía cada vez más complicado, se hallaba sola en casa y sin nadie que le acompañara en ese ocaso.

Admitía que se sentía feliz porque hoy April le había dirigido la palabra por cuenta propia. Pero sabía que aún no eran amigas y eso la entristeció.

—¿Reina, cuando entenderás que no estamos mal? —decía entre dientes con lágrimas en los ojos, su vista se hallaba nublada y en su almohada ahogó un gemido producido por el llanto.

Ya en su cama, cuándo por fin agarraba el sueño, en el cielo los relámpagos habían comenzado a hacer estruendo, ocasionando la vibración del cristal de su ventana. Alexia pasó en vela pensando todo lo acontecido en su vida.

Los flashbacks invadieron su mente como grandes ráfagas de viento haciendo que su corazón latiera con fuerza hasta que de tanto dar vueltas en la cama venció el cansancio.

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