Sunland ¿Una princesa de la r...

By Evie20211

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Seis reinos, una muralla y una princesa que no nació para reinar. El destino de Malena estaba decidido desde... More

Introducción
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPITULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPITULO 9
CAPITULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22

CAPÍTULO 13

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By Evie20211

                   CAPITULO 13

    TERRA Y LAS SACERDOTISAS

Después de oír semejante confesión o advertencia por parte de Frederick, Van decidió ir de cacería para despejar su mente, mientras yo me quede en casa junto a Frederick y Hansel, mismo que aún no despierta. Vimos caer la noche y no hemos comido nada, tal vez mientras estemos aquí no lo hagamos, una porque Frederick teme por su vida, y no está dispuesto a regresar al palacio sin mí, y dos porque simplemente aquí ya no hay nada que comer.

—¿Era molesto vivir aquí? Digo con todo respeto majestad, este lugar no es nada seguro, en todos los sentidos, la casa esta deteriorada, lo que le abre paso fácilmente al agua y a las bestias que acoge el bosque— soltó Frederick de la nada, y tengo que recalcar que eso de bestias que acoge el bosque, fue una indirecta hacia como entro Van a mi vida.

—No era molesto, era más bien, deprimente, ver como un día lo tienes todo y al otro ya no, es...deprimente. Luego te acostumbras y solo piensas que eres humano y que tarde o temprano te vas a morir como todos, sin nada.

Conteste apoyando mi espalda en la única pared que dividía la casa, mientras observaba el exterior a través de la ventana frente a mí, la cual estaba del lado de arriba del sofá en el que se encontraba recostado Frederick, pues, aunque la lengua no le paraba, su estado aún era delicado, o al menos eso decía él.

—Claro, me disculpo por la indiscreción.

—No pasa nada, yo estoy por hacerle una pregunta igual de indiscreta— entrecerré mis ojos en su dirección— ¿Por qué no dijo nada cuando le comenté lo que oí en el rio?

—Esa, esa es una buena pregunta— enderezo su postura arreglada su túnica, y se sentó posando sus manos sobre sus rodillas, moviéndolas sobre ellas de manera ansiosa— creo que usted sabe porque no lo hice ¿no es así?

—¿Por Van?

—Ha acertado. Soy sincero, no confío en el vampiro. Y quiero que sapa desde ahora que delante de él no voy a decir nada...nada que pueda perjudicarnos en un futuro ¿entiende?

—¿A qué te refieres con nada que pueda perjudicarnos en un futuro?

—Majestad, tiene frente a usted un gran problema y sin embargo aún no lo nota. Pero tranquila, me tiene a mí y mi deber es ayudarla. Le explico...él es un vampiro, usted es una humana, ambos han desarrollado una relación de supuesta confianza que esta prohibida entre ambos, son enemigos jurados, deberían odiarse, los suyos asesinaron a muchos de los nuestros hace quinientos años, y en las sombras siguen planeando su regreso, no sabemos qué tan fuertes se han vuelto ahora, no sabemos cómo han evolucionado, tampoco sabemos sí el día de mañana se levantaran y lograran corromper la muralla...y sí ese vampiro ya lo logro que nos asegura que él solo es el primero de muchos que vendrán, ¿qué pasaría si él está aquí en calidad de espía? Sería el fin de la humanidad, y usted como reina tiene la responsabilidad de proteger a su pueblo, por encima de cuanto agradecimiento le tenga a ese vampiro...

Sus palabras dejaron presas las mías en mi garganta, no podía refutar porque en gran medida tenía razón, pero...yo creo en Van y sé que a pesar de ser lo que es, él jamás me traicionaría, él menos que nadie quiere que yo muera, me ha protegido en varias ocasiones y me ha ayudado a sobrevivir dentro del palacio, puede que sí sea un vampiro pero eso no lo vuelve el malo de la historia, cuando el traidor que incrimino a mi padre y nos sentenció injustamente a vivir en la miseria aún está por allí disfrutando de la vida, mientras mi padre esta tres metros bajo tierra gracias a él.

—Yo te lo aseguro, Van no es malo. Al menos no malo como para traicionarme, porque reconozco que tiene instintos asesinos, pero eso es parte de su naturaleza, lo que lo hace ser él mismo, y lo que lo hace mi amigo...entiendo que tengas tus dudas sobre él, pero lo que no voy a permitir es que quieras hacerme dudar del único ser que me inspira confianza, así que de la mejor manera le pido que se ahorre sus consejos respecto a Van conmigo, porque diga lo que diga yo a él lo conozco desde hace ocho años, pero ¿y a usted? A usted apenas lo conozco.

—Está bien majestad, no insistiré en el tema, es su decisión y la respeto, solo compartía mi criterio con usted porque es mi deber hacerlo— contesto en un tono serio, con una voz firme— con respecto a lo que oyó en el río, pues sí tiene razón, era Karina, pero no propiamente ella, sino su memoria— le puse cara de no entender a lo que se refería y continúo— cuando Karina murió en sus manos, no murió propiamente, ella aún vive en las memorias del agua, su cuerpo se diseco y se volvió polvo dentro del océano, se volvió parte del agua lo que le permite hacer ciertas apariciones cuando ella lo deseé.

—¿Me estás diciendo que gracias a mi ahora ella es agua?

—Básicamente sí, por eso ella quería que usted la asesinara, sí hubiera muerto en otras manos, habría muerto para siempre. Y sí ella le dijo que, en los montes al sur de Terra, detrás de la montaña más alta, se esconde quien durante quinientos años ha guardado un gran secreto, es porque hacia allá tendremos que ir mañana mismo.

—¿Mañana? Pero Hansel aún no despierta, y no podemos dejarlo solo...además esta lo de la situación en el palacio ¿qué pasará sí me declaran muerta?

—Tres días con las banderas a media asta. Luto absoluto en la nación por diez días, la reina madre es destituida y los ministros empezarían a pelearse por el trono, el recibimiento de la nueva era...básicamente tendríamos un mes antes de que descubran que usted sigue con vida. Tiempo suficiente para ir a Terra y descubrir que es a lo que Karina se refería. Y por el príncipe Renaldi no se preocupe, dejare un hechizo que haga invisible la casa, impidiendo así el acceso y salida de la misma...claro también dejaríamos la despensa llena por sí el príncipe se despierta antes de nuestro retorno.

—Entonces, hagámoslo. Mañana viajaremos a Terra. Tengo que desencapsular el elemento agua de una buena vez, para poder obtener los demás.

***

Llegada la hora, por la madrugada Frederick abrió un portal hacia mis aposentos en el palacio, se arriesgó y de allí robo, o como lo dijo él para que sonara menos feo, sustrajo algunas prendas y telas para crear un vestuario más cómodo para mí y para él. Ahora porto una blusa negra de mangas que llegan hasta mis muñecas, un corsé de cuero negro por encima, y un pantalón negro ajustado con un par de botas del mismo color que llegan hasta por debajo de mis rodillas, mientras que Frederick opto por una túnica blanca con estampados de llamas color negro, algo que según yo para nada es cómodo, pero a él insistió en que si lo era. Trence mi cabello sola, y dado a mi poco practica en hacerme dicho peinado barios pequeños mechones quedaron sueltos alrededor de mi cabeza, y todo gracias a que mi fiel peinador no apareció sino hasta que el sol lo hizo y para esa hora Frederick y yo ya estábamos listos

—¿El estorbo también va? — pregunto Van con hastío al ver que Frederick se preparaba para abrir el portal hacia Terra.

—Este estorbo como usted me llama, es de mucha más utilidad que ciertos bultos sin magia, débiles y frenéticos por la sangre— contesto Frederick con toda la intención de fastidiar a Van.

Van hiso un ademán de ir a por él para medio matarlo, pero lo detuve tomándolo del brazo para que se contuviera.

—Por favor los dos, sí van a ir conmigo les voy a pedir que eviten pelear, verbal y físicamente ¿entendido?

—Él me está provocando— protesto Van indignado, señalándolo con el dedo índice.

—Frederick...por favor. ¿Debo recordarle que él le ha salvado la vida?

—No es necesario que me recuerde cosas que me amargan el día majestad, pero está bien, tratare...pero no prometo nada— contesto entre dientes.

—Pues tampoco yo, y sí un día amanece sin vida cúlpenme por favor.

—¡Van! — masculle.

—Lena...

—Es tan poco respetuoso dirigirse a una reina así, que la verdad...

—La verdad es que debemos darnos prisa porque estamos perdiendo demasiado tiempo— intervine antes de que ese par iniciara otra discusión.

—Bien, como desee majestad— contesto Frederick formando una línea recta con sus labios como sí obligara su propia lengua a callar, mientras que Van no pudo evitar esbozar una media sonrisa, empiezo a notar que ama ver y causar sufrimiento ajeno.

Frederick procedió a mover sus dedos y manos de forma bastante coordinada para elaborar el hechizo que haría la casa invisible, dejando a Hansel atrapado en ella. Sí me lo preguntan debo admitir que sí me preocupa dejarlo solo, él significo una ilusión para la niña que llevo dentro, pero eso no quiere decir que yo vaya a parar solo por él, antes que nada, yo debo hacer justicia.

—Adelante majestad— anunció Frederick después de haber abierto el portal, ni siquiera note en qué momento lo abrió mis pensamientos sobre Hansel me tenían en las nubes.

—¡Espera! — Van me jalo del brazo para evitar que yo fuera la primera en pasar— Yo primero— le espeto a Frederick lanzándole un rayo sombrío con la mirada. Claramente Van no termina de confiar en Frederick.

—Seguro— soltó el mago al verlo ingresar— de haber sabido que él iba primero hubiera abierto un hoyo negro o que se yo.

—¡Frederick! — lo mire de mala manera antes de atravesar el portal.

No tuve tiempo de ver u oír su respuesta, pues en menos de lo que pensé ya me encontraba en Terra, y vaya que su nombre le hace justica, es un reino bellísimo lleno de flora. Un cielo azul despejado con el sol brillando sobre el nos recibió, a mi alrededor no hay más que árboles y arbustos de lo que parece un bosque mucho más claro y menos húmedo que el bosque oscuro.

Pero a pesar de ver las aves volar en el cielo, y de ver el hermoso sol brillando en el cielo...un momento, el sol es brillante, oh no ¡Van!.

—¡Van! ¡Van! — comencé a llamarlo moviéndome por el llano en el que estaba. Me adentré más en el bosque y empecé a llamarlo a gritos, estaba entrando en desesperación al no obtener respuesta, hasta que finalmente una voz débil y molesta dijo:

—¡Aquí!

Corrí en dirección de la que venía aquella voz y lo encontré tirado en una raíz frondosa de un árbol, como ocultándose del sol.

—¿Estas bien? — pregunte con la voz agitada.

—¿Existe pregunta más estúpida que esa? — contesto molesto.

—¿No sabías que Terra era aún más soleado que Sunland?

—Claramente nunca había pisado este maldito reino hasta ahora ¿no?

Su amargura era evidente, seguir hablando no iba a ayudar en nada. Pero ¿qué podía hacer yo?, el sol es su enemigo jurado, y el sol es un enemigo que no puede derrotar...al menos no, sí cuenta con protección solar.

Busque entre mi ropa algo metálico o de material duro que soportara mi energía. Rebusqué en mi blusa hasta que encontré un pequeño hilo del tamaño de mi meñique, que colgaba de mi hombro, esta ropa la había hecho Frederick con magia, así que probablemente funciona. Cerré mis ojos ante la mirada atónita de Van, y cubrí el hilo con ambas manos, tenía que concentrarme. Respire profundo, y me centre en lo que mi cabeza necesitaba en ese instante...ayudar Van. Sentí como poco a poco esa hebra de hilo en mi mano se iba volviendo tibia...hasta tomar más volumen y peso. Cuando sentí que mi energía había sido canalizada hacia el, abrí los ojos al mismo tiempo que mis manos. Esboce una media sonrisa al ver que ese hilo ahora era una pequeña pieza recta de oro, o más bien de luz, la pequeña varita desprendía una pequeña luz, porque básicamente estaba hecha de luz así que eso no es sorpresa, lo que me sorprende es que me concentre tanto en lo que quería que incluso en mis manos se formó una pequeña cadena que atravesaba la vara, convirtiéndola en un colgate, y a la pieza entera en un collar. Justo lo que necesitaba.

—¿Qué estupidez has hecho?

—Algo que va ayudarte— me puse de cuclillas frente a él y le mostré el collar en mi mano, la pequeña vara brillaba por sí sola y Van no tardo en ponerle mala cara.

—¿Qué es eso?

— Va a protegerte del sol. Creo que voy a llamarlo...diastro sí diastro suena bien ¿no?.

—¿Estas loca? Eso va a quemarme el pecho— protesto.

—No lo sabremos hasta que lo uses— señale con la mirada el collar en mis manos— solo quiero ayudar...déjame intentar.

Suavizo su expresión de desaprobación y con cautela me incline un poco hacia él para dejar alrededor de su cuello el diastro.

—¿Duele? ¿Arde? ¿Quema? — pregunte al dejar el collar alrededor de su cuello.

—Fastidia...

—¿Eh?

—No...es decir, ¿tenía que ser dorado?

—¡Ush! ¡Van! — puse los ojos en blanco antes de ponerme en pie.

—Odio el color tanto como al sol, pero me conformare mientras tú uses el tuyo— saco del bolsillo de su pantalón el calon, la joya en la que el dreno parte de su energía para que mis ojos y cabello cambiaran de color. Se puso de pie y lentamente se acercó a mi cuello dejando alrededor de este el calon. Sentí el frío de la joya mágica sobre mi pecho en el momento en que mis ojos y cabello cambiaron de color.

—Ahora sí te pareces más a la Lena que...conozco.

—Gracias, pero hay que ponerlo a prueba— señalé la joya que colgaba de su cuello con la mirada mientras retrocedí varios pasos hasta quedar parada en un punto donde el sol atravesaba la poca densidad de la flora.

Van lo dudo por unos instantes, hasta que finalmente camino hacia mí, lentamente dio el paso que hizo que dejara las sombras y estuviera frente a mí. Sonreí al ver que el sol ya no le afectaba en nada, soportaba perfectamente la fuerte irradiación, y eso quería decir que mi energía canalizada en la recién formada joya lo estaba protegiendo.

—Es increíble...

—¿Qué? recibir la luz del sol.

—No, que por fin estes haciendo algo productivo.

—De nada Van— solté poniendo los ojos en blanco.

—¡Majestad!¡Majestad!

Escuche la voz de Frederick venir desde el llano en el que el portal se había abierto. Por un instante olvide que también estaba aquí.

—¡Frederick! — conteste para orientarlo hacia nosotros.

—¿Para qué le contestas? Deja que se pierda.

—Te aseguro que primero nos perdemos tú y yo antes que Frederick en Terra.

—¡Majestad ¡—Frederick seguía gritoneando, pero no daba con nosotros, por lo que Van y yo tuvimos que ir hasta él.

—Podrías dejar de hacer tanto escándalo, estorbo, no estamos precisamente en una feria de Sunland—protesto Van al llegar hasta él.

—¡Apártate indeseable! ¿Dónde está su majestad?

—Aquí— dije saliendo de detrás de Van.

—Ma...¿Majestad? ¿Qué le paso?

—Pasa que esta soy yo...la verdad detrás de la gran mentira es esta— conteste señalando mi rostro con mi dedo índice.

—¿Cómo...? ¿Cómo hizo eso? — Frederick no salía de su asombro, tanto así que intento subir su mano hasta mi rostro para tocarlo como si estuviera embobado, pero no paso del intento, pues Van al ver sus intenciones lo detuvo tomando su mano en el aire haciéndola aún lado bruscamente.

—Se ve...pero jamás se toca— le espeto observándolo con clara molestia.

Frederick formo una línea recta con sus labios, como sí hiciera un esfuerzo para tragarse sus propias palabras.

—Perdone majestad, me estaba dejando llevar por mi curiosidad— se disculpó conmigo ignorando a Van por completo—... y sí no me equivoco, eso se lo hizo él ¿no?

—Si, ¿y?— respondía Van a la defensiva— Tu reina la desquiciada le cambio el color de sus ojos y cabello para que se asemejara más a su hija la muerta, y lo único que hice fue ayudarla a que volviera a ser ella misma.

—No, corrección, esa mujer dejo de ser mi reina en el momento en que...

Frederick se cortó así mismo esquivando por completo nuestras miradas.

—Desde el momento en que ¿qué? Frederick— me aproxime hacia él con toda la intención del mundo de hacerlo hablar.

—Desde el momento en el que la utilizo a usted para cubrir lo que....

ASGGGG

El estruendoroso chillido de un animal que paso volando prácticamente a unos escasos centímetros por encima de nosotros hizo que nos agacháramos para evitar que nos rosara. No alcance a ver que animal era, pero por su sombra y por el estruendo que hizo estoy segura de que era un animal bastante grande.

—¡Qué vástagos...!

—¿Qué fue eso?

—Sí no me equivoco eso...era un dragón. Y por su tamaño casi puedo jurar que solo era un infante...

—¿Un infante? ¿Has visto su sombra? Era enorme— dije con la voz exaltada.

—Claro, estamos en Terra no podía esperar menos— bufo Van.

—En efecto. Majestad, este es el reino y hogar de distintas criaturas fantásticas, todas conviven en armonía respetando su ciclo y habitad como tal...

—Sí con respetar su ciclo te refieres a que el dragón se come al león, el león a la oveja y la oveja a la hierba, sí considero que en todos los reinos se respetan los ciclos— intervino Van con todo el afán de fastidiar a Frederick.

—Ignorando al indeseable— Frederick puso los ojos en blanco y luego dirigió su atención a mi— majestad, creo que debemos empezar a avanzar, tenemos que subir a alguna montaña o cerro para poder visualizar mejor.

Asentí y acto seguido Frederick abrió un nuevo portal sobre el suelo. Van fue el primero en entrar detrás de él yo y por último Frederick.

—¡Guou! Impresionante...—musite apreciando la vista desde la montaña. Desde aquí Terra lucía totalmente impotente, estaba lleno de bosques con ríos, lagunas, y cascadas, ambos elementos combinados en un paraíso, dónde en los cielos reinan los dragones (de distintos tamaños y colores) y sobre la tierra la más feroz de las bestias, (qué desde aquí se ven que son muchas y de distintas especies).

—Es horrendo— escuche contradecirme a Van. Y claro todo lo bello que contenga luz solar para él no deja de ser horrible.

—Es un paraíso— lo corrigió Frederick, acomodando sus manos detrás de él— las sacerdotisas hacen que él reino mantenga el equilibrio que tanto lo caracteriza.

—¿Hay más de una sacerdotisa en el mundo? Pensé que la sacerdotisa que me corono era la única...

—Con todo respeto creo que le falta estudiar majestad, Terra no solo es el reino del sol eterno porque de aquí proviene la piedra de sun que le ha dado el elemento que ahora posee. Terra también es el hogar de las sacerdotisas, seres con extraordinarias destrezas que han logrado convertirse en inmortales gracias a sus métodos de conservación, combinando el cuerpo con el alma misma haciéndolas una para su larga duración, visibilidad y existencia, gracias a ellos en este reino no se conoce la noche, reina la paz, dónde cada criatura cumple su ciclo apegándose a las reglas de su especie...se dice que cada sacerdotisa tiene la habilidad de adoptar la forma de una criatura del reino, dando paso así a la comunicación entre las distintas especies que aquí habitan, manteniendo la paz y la armonía.

—¿Y eso que tiene que ver con que una sacerdotisa este en Sunland cuidando las reliquias del reino?

—Pues existe un tratado para ello. Las sacerdotisas no pueden reproducirse como tal, por ello cada diez años sí no me equivoco, Sunland otorga los huérfanos del reino a Terra como sinónimo de agradecimiento por la piedra de sun, mientras que Terra cada cien años ha otorgado una sacerdotisa al reino para que con su magia divina custodie las reliquias que se guardan en el reino, me parece que es un tratado bastante justo.

—Si bastante...tannn, pero tan justo que solo existen mujeres sacerdotisas, me pregunto que les pasara a los pobres niños que vienen aquí...—el comentario de Van me dejo inquieta por lo que antes de que Frederick pudiera responder dije:

—¿Ya sabías sobre la existencia de las sacerdotisas?

—Tengo un pasado Lena, es normal que sepa ciertas cosas relevantes sobre los reinos que me rodean.

—Majestad, ¿ve eso? — señalo Frederick algo a lo lejos. La luz del mismo sol ocultaba o más bien me impedía ver con exactitud que era lo que señalaba...

—¿Qué es?

—Es el lugar que estamos buscando...la montaña más alta de Terra, tan alta que hasta el sol se mescla con su copa.

—Tenemos que ir allí y ver que es lo que se esconde detrás, no hay tiempo que perder.

—Bien, pues creo que lo haremos solo tú y yo Lena...porque haya vienen las sacerdotisas— Van señalo unos destellos azules que lucían como estrellas cayendo del mismo cielo que poco a poco se acercaban hacia nosotros.

—¡Oh no! Creo que han rastreado mi magia, deben saber que estoy aquí...majestad escóndase, ellos conocen sus rasgos físicos y tienen la habilidad de sentir al elemento luz, sentiran su energía, pero al verla con ese rostro nos meteríamos en grabes problemas— exclamo Frederick casi haciéndonos descender a empujones de la montaña en la que estábamos.

—La luz no debe mezclarse con las sombras...recuérdelo majestad, los alcanzare en cuanto pueda— me dijo en un susurro antes de dirigirse a Van— y tú indeseable...más te vale que la cuides, caso contrarío vas a conocer de lo que es capaz un mago real cuando se enoja.

—¿Es eso una amenaza? Porque la verdad no me ha dado nada de miedo, ni siquiera para amenazar sirves...

—No era amenaza era advertencia...—dadas esas últimas palabras Frederick nos dio un empujón a ambos por los hombros, ahogue un gritillo pensando que caeríamos cuesta abajo, pero en realidad atravesamos un portal que nos llevo a la mitad del bosque. Ambos caímos de espaldas, yo quejándome del golpe, y Van maldiciendo a Frederick planeando su muerte de todas las formas posibles.

—Creo que se me movió de lugar una costilla...—dije entre jadeos.

—Juro que no le quedan muchos días de vida...

—¿A dónde crees que lo lleven?

—Probablemente lo invitaran a su palacio a tomar el té después de todo es el maldito mago real de Sunland ¿no?

—Es probable...

—Bien— me repuse poniéndome de pie junto a Van— hemos vuelto a ser tu y yo, así que ten.

Le extendí la daga que días atrás le di en el palacio, la cual guardaba en una de mis botas. Fredrick no solo sustrajo el elemento agua de en medio de mi colchón, sino que también saco las dagas.

—¿Cómo es que...? — pregunto extrañado tomándola entre sus manos.

—Digamos que Frederick las sustrajo junto al elemento agua de en medio de mi colchón.

—¡Oh vaya! El intento de hechicero sabe robar— dijo fingiendo sorpresa mientras pasaba la yema de sus dedos por el filo de la daga.

—Con ellas en mano me sentiré más segura. Dos cosas sí sé Van, una; aquí no puedo utilizar mi magia para abrir portales, las sacerdotisas lo sentirían y más porque poseo el elemento luz. Y dos: no vas a asesinar a ninguna criatura al menos que tu vida dependa de ello, puede que sí matases a alguna eso también atraiga a las sacerdotisas hacia nosotros.

—Lena, ¿Por quién me tomas? Yo no mato por que sí, yo asesino a mis presas por venganza. Mientras no me toquen viven, me tocan y se mueren — contesto con una voz ronca llena de frialdad y al mismo tiempo de seguridad.

—Me alegra oírlo, tanto que creo que yo debería ponerlo en práctica, en especial con el ministro que intento prenderme fuego...el mismo que seguramente es el verdadero traidor— argumente con la misma frialdad que él. Porque, aunque no parezca cierto la frialdad sí es algo contagioso y más la de Van.

—Estas creciendo pequeña Lena. Estas creciendo— contesto con una sonrisa perversa.

Comenzamos a caminar en medio del bosque. Van en lo posible trataba de evitar el sol, a pesar de llevar el diastro colgando de su cuello y protegiéndolo, a él simplemente no le gustaba la luz solar. Llegamos hasta las orillas de un río muy parecido al del bosque oscuro, no tenía mucha profundidad y había varias piedras por las que saltar para llegar a la otra orilla.

—Esto es de la más detestable que haré en la vida— protesto Van mientras me seguía el paso saltando de piedra en piedra, claro que él era más hábil y podría haber cruzado mucho más rápido que yo, pero él dejarme sola en medio de un rio no es algo que le apetezca, considerando que la última vez que lo hizo termino con la camisa empapada.

—Relájate amargado. Esto es de las pequeñas cosas buenas que tiene la vida, sé que no vinimos a divertirnos, pero...disfruta la felicidad mientras dure al llegar a la orilla no sabemos lo que nos espera, así que disfrutemos ahora.

—Sí, claro, hablo la aprendiz de asesina que ama la felicidad—ironizo.

—No, no la amo, y tampoco la he sentido plenamente en muchos años, pero me gusta disfrutarla mientras pretendo que mis problemas no existen.

—¡Guao! Increíble, casi me conmueves, pero...

—No lo logre, es lo mismo que le dijo aquel vampiro en Oceanía a Karina— guarde silencio por unos segundos antes de pronunciar la siguiente pregunta— ¿Tú conocías a aquellos vampiros?

Van cambio su expresión notoriamente, creo que no le gusto la pregunta, tanto así, que en lugar de responder paso por mi costado sin decir nada, absolutamente nada, como sí prefiriera ignorar mi pregunta.

—¿No vas a responderme?

Detuvo su andar, y pude escuchar como antes de girarse hacia mi nuevamente soltó un jadeo de fatiga.

—No tengo porque responder todas tus preguntas Lena. —respondió mirándome por encima de su hombro— Hay cosas que deje en el pasado porque...de estar en el presente podían sacar la peor versión de mí, una versión que aún no conoces Lena, y a la que le tendrías mucho miedo.

No dije nada, y él tampoco siguió con la conversación, en lugar de eso seguimos avanzando. Hay momentos en los que he aprendido a guardar silencio, y este era uno de ellos, Van aún cuando yo creía que era un gato indefenso me escuchaba, y siempre guardaba silencio y eso me gustaba, que me escuchara que no preguntara un por qué ni me juzgara, y ya iba siendo hora de que yo le devolviera el favor, aunque eso implicara tragarme todas mis preguntas, las cuales, sí, son muchas.

Después de caminar un rato en medio del bosque, de la nada Van se detuvo haciendo que yo chocara con su espalda, me queje he intente dar un par de pasos al frente para preguntar que pasaba, pero él me retuvo poniendo su brazo como barrera para impedirme el paso.

—¿Qué...?

—Silencio— ordeno con un tono de voz serio. Van observaba a su alrededor como sí buscara algo entre los árboles, yo también empecé a inspeccionar el área con mi mirada, pero no encontré nada.

—No entiendo que pasa, no veo nada.

—Ese es el problema Lena. Es un bosque, pero en esta parte hay demasiado silencio...

Sus palabras empezaron a preocuparme, por lo que con cuidado saque las dagas de plata de mis botas y me puse en guardia. Van y yo nos quedamos espalda con espalda por unos segundos hasta que...

.

—¡Ayyy! — chillé de la nada haciendo que Van se pusiera alerta y me jalara de la mano poniéndome detrás de él casi por instinto.

—¿Qué? ¿Qué? ¿Dónde?

—Mira es un spirrolts— señale por encima de su hombro .al pequeño animal que estaba intentando ocultarse entre los arbustos. Un spirrolts es un animal en forma de camaleón que en lugar de cambiar de color cambian de elemento, es decir hay veces que se torna azul y escupe agua, y otras que se vuelve naranja y escupe fuego, así como también puede hacerse invisible y mezclarse con el aire, es un animal realmente fascinante, él único capaz de dominar más de un elemento, papá me había hablado de ellos cuando era niña. Ahora estaba de color naranja lo que quería decir que sí lo asustaba escupiría fuego.

—¡Usgh!— lo escuche resoplar mientras yo me acercaba al animalito que se arrinconaba contra la raíz de un árbol.

—Hola pequeño— musité al animal frente a mí, pero este como respuesta escupió fuego, y no fue poco, fue toda una llamarada que perfectamente podría quemar a un niño entero. Yo retrocedí asustada y gracias a los cielos ilesa también, cosa que causo gracia en Van, quien no dudo en suprimir sus ganas de reír a carcajadas. El jamás ha reído a carcajadas frente a mí, es como sí no le gustara sonreír o algo así, pero ahora mi pánico envuelto con mi asombro, han logrado que al menos reprima las ganas de hacerlo.

—¿Te ibas a burlar de mí?

—Yo no, pero el insecto ese sí—regrese a ver al spirrolts, pero ahora se encontraba de color azul sacándome abiertamente la lengua.

—Intentaba ser amable— le reproche al animal, el cual no dudo en salir huyendo.

—Sí seguro él se conmovió por eso.

—Ajá. Ahora entiendo porque la zona estaba tan silenciosa, con animales como ese aquí nadie querría estar cerca.

—Es probable, pero no estoy seguro de...

Van tubo que cortarse a sí mismo dado que en el cielo se escuchó una fuerte explosión.

—¿Qué fue eso?

—Eso no suena a nada bueno Lena.

Van tomo mi mano y juntos corrimos a su eventual rapidez hasta un llano donde se podía divisar mejor el cielo. Nos mantuvimos ocultos detrás de los arbustos de alrededor, para no llamar la atención. A lo lejos divisamos a varias sacerdotisas pelear con magia contra...dos encapuchados con túnicas negras. Los hechizos que lanzaban eran grises, eran oscuros, lo que me lleva a pensar que probablemente sean los vampiros que vi en Oceanía, pero ¿qué hacen en Terra a plena luz solar? ¿vienen por el elemento tierra o por el secreto que Karina dijo que aquí se esconde? Sí yo interviniera sería de mucha ayuda para las sacerdotisas, pues no hay mejor oponente para las sombras que la luz, pero por otro lado sí lo hiciera todos sabrían que estoy viva y enviarían la noticia a Sunland. Esto cada vez está llenándome de más dudas, en especial porque siento que Van sabe muchas cosas sobre ellos, pero no quiere decirlas.

Halaaa!!!

Bueno no tengo mucho que decir, la verdad apenas y terminé de editar hoy el capítulo, hice mi mayor esfuerzo por traérselos, y lo seguiré haciendo, espero su semana este yendo de maravilla y que logren todo lo que se propongan hacer en ella. 

¿Van anda muy misterioso Eh?

¿Qué creen que le hayan hecho ese par de vampiros para que él no quiera hablar sobre ellos?

Leo sus teorías.

Y enormemente gracias por estar aquí brindándome su apoyo💛🖤

Los quiere...

Evie♡

       Instagram: @Evie_202111

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