Notas En La Pista

By cytvtct

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El amor supera barreras , un muelle casi abandonado y dos chicas More

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introducción
carrera
ella
escribirle
psicólogo y escuela
protejerte
cuidarte
hermanas Villareal
la cita
declaracion
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familia
el show y charla seria
presentacion
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el inicio de la pesadilla , charla , la carta
un pequeño accidente
lo mejor para las dos
que paso
¿ que Alejandra que!?
contactarla
sabía que ibas a volver
volver a verlas
les guste o no les guste
todo por ti
superar
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entrevista
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Anna me quería
the warning
viaje
charla madre y hija / nuestro momento
desaparecer
golpiza
van a morir
aprender / sobrevivir
pedida de mano
extra / boda
¿ cómo es ser la pareja de un famoso?
noche de cuñados!!
la sorpresa
preguntas
respuestas
quien fue.
suéltala!
viaje familiar / sorpresa
Pau no llego a tiempo.
especial: años después
la charla
déjame cuidarte
no vayas a la luz ( 4 )
un gran susto (5)
palabras
idea
el último accidente Villareal
¿ que paso ?
diagnóstico
testimonios.
deben despedirce
cuando no estas ( última)
el ensayo.
el ensayo (parte 2)
el ensayo ( última)
les menti
libro nuevo
máquina del tiempo
no estás sola
pensé que te había perdido
no te cases ( 2 )
tal vez en otra vida
punishment
aviso
con los Villarreal Reyes no

no te cases

75 8 7
By cytvtct

Esto no tiene nada que ver con la historia real.

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Pov sofia días antes.

El día de la boda de Alejandra se acercaba rápidamente, y para nadie era un secreto el tormento que vivía en su interior. Sabía, a través de mis conversaciones clandestinas con Daniela y Paulina, las hermanas de Alejandra, que mi amada aún me amaba con todo su corazón. La presión de su padre, Luis, era la sombra que oscurecía su felicidad, obligándola a casarse con ese chico al que detestaba.

Mis manos temblaban mientras repasaba mentalmente todas las opciones que tenía. Una parte de mí clamaba por intervenir, por detener esta farsa de matrimonio que solo conduciría a la infelicidad de Alejandra. Pero el miedo me paralizaba. ¿Qué podía hacer yo, una simple espectadora en esta tragedia, para cambiar el curso de las cosas?

Desde que nos separamos, mantuve un contacto clandestino con las hermanas de Alejandra, aferrándome a cualquier noticia que pudiera darme un atisbo de esperanza. Pero cada vez que escuchaba sus voces cargadas de preocupación y tristeza, mi impotencia se volvía aún más palpable.

¿Debería arriesgarme a interrumpir la boda, a enfrentarme a la ira de Luis y al posible rechazo de Alejandra? La idea danzaba en mi mente como una llama titilante en la oscuridad, atrayéndome con su promesa de salvación. Pero, ¿y si fallaba? ¿Y si mi intervención solo empeoraba las cosas para todos?

Un nudo se formó en mi garganta mientras luchaba contra mis propios demonios internos. Amar a alguien significaba, a veces, tener que tomar decisiones difíciles, enfrentarse a los peligros y desafiar al destino mismo. Pero esta vez, el riesgo parecía demasiado grande, la apuesta demasiado alta.

Con un suspiro resignado, me puse de pie y caminé hacia la ventana, dejando que la brisa suave acariciara mi rostro. Miré hacia el horizonte, donde el sol se hundía lentamente en el cielo, pintando el mundo con tonos dorados y naranjas. Por un momento, me permití soñar con un futuro donde el amor triunfara sobre todas las adversidades.

En la actualidad

El sol se filtraba tímidamente a través de las cortinas entreabiertas de la habitación, pintando patrones dorados en las paredes blancas. Me encontraba sentada al borde de la cama, con la mirada perdida en el vacío, sumergida en un mar de pensamientos tumultuosos que agitaban mi alma.

Hoy es el día en que Alejandra se casa. La misma Alejandra que conocí en la escuela cuando éramos apenas unas adolescentes de quince años, aquella que robó mi corazón desde el primer momento en que la vi. Juntas estuvimos hasta los dieciocho, tres años de pura felicidad que parecían una eternidad de amor y complicidad. Pero la sociedad, esa implacable juez de nuestras vidas, decidió separarnos.

El padre de Alejandra nunca aceptó nuestra relación. Recuerdo claramente el día en que nos descubrió, el odio ardiente en sus ojos mientras nos echaba de su casa. Desde entonces, Alejandra y yo luchamos contra viento y marea para mantener viva nuestra historia de amor, pero las fuerzas en nuestra contra eran demasiado poderosas.

Cuando finalmente nos separamos, el destino cruelmente la empujó hacia los brazos de aquel chico que la maltrató, un monstruo que aún hoy sigue acechándola con su sombra de violencia. Mi corazón se rompe en pedazos al pensar en el sufrimiento que Alejandra ha debido soportar, pero mi impotencia es aún más desgarradora.

Sé que debería estar feliz por ella, que debería desearle lo mejor en su nueva vida junto a ese hombre que no merece ni una pizca de su amor. Pero no puedo. Porque aunque el tiempo ha pasado y las circunstancias nos hayan separado, mi amor por ella sigue siendo tan puro y eterno como el primer día. Jamás dejaré de amarla, de desear su felicidad por encima de la mía propia.

Una lágrima solitaria se desliza por mi mejilla, y con un suspiro pesado me levanto de la cama. Hoy es el día en que debo enfrentarme a la realidad, aceptar que no puedo cambiar el curso de las cosas. Alejandra ha tomado su decisión, y aunque me duela en lo más profundo de mi ser, debo respetarla.

Pov Alejandra

El vestido de novia colgaba delicadamente en el armario, esperando su momento de gloria en el gran día. Me observaba en el espejo con una mezcla de emoción y ansiedad, tratando de forzar una sonrisa en mi rostro mientras me imaginaba caminando hacia el altar, hacia un futuro que no deseaba.

Cada fibra de mi ser gritaba en silencio, clamando por una salida de este laberinto de mentiras en el que me encontraba atrapada. Sentía el peso de la falsedad aplastándome el pecho, robándome el aire y la esperanza. Sabía que este no era el camino que quería seguir, que el amor que ardía en mi corazón pertenecía a otra persona, a alguien que la sociedad no permitía que amara.

Las lágrimas brotaron de mis ojos sin control mientras me miraba en el espejo, viendo a una mujer vestida de blanco pero con el alma teñida de dolor y desesperación. No era feliz. No podía serlo. Porque en este vestido de novia no veía los sueños compartidos, los abrazos cálidos ni los besos robados. Solo veía un recordatorio cruel de la vida que me había sido arrebatada.

Mis hermanas, Daniela y Paulina, entraron en la habitación en silencio, sus rostros reflejando la comprensión y la compasión. Ellas sabían la verdad, conocían el tormento que me consumía desde el día en que nos separamos. Y aunque sus palabras de aliento y consuelo eran un bálsamo para mi alma herida, no podían cambiar mi destino sellado por las expectativas y el miedo.

"¿Estás segura de esto, Alejandra?", preguntó Daniela con voz suave, sus ojos llenos de preocupación.

Asentí con un nudo en la garganta, incapaz de articular las palabras que se ahogaban en mi pecho. Sabía lo que tenía que hacer, lo que se esperaba de mí, pero cada fibra de mi ser se rebelaba contra esa realidad impuesta.

Paulina se acercó y me abrazó con ternura, su presencia reconfortante envolviéndome como un manto protector. "Estaremos contigo, pase lo que pase", murmuró con voz entrecortada por la emoción.

Mis lágrimas seguían fluyendo, una cascada de angustia y anhelo desbordándose en el abismo de mi alma. Quería gritar, quería correr lejos de aquí, lejos de este matrimonio forzado que amenazaba con ahogarme en la infelicidad.

....
El umbral de la habitación crujió bajo el peso de la presencia de mi padre, Luis, quien entró con una sonrisa que pretendía ser reconfortante pero que solo conseguía aumentar mi malestar. Sus palabras resonaron en la habitación como un eco sombrío, recordándome una vez más que mi padre era el arquitecto de esta tragedia que se desarrollaba frente a mis ojos.

"¿Por qué no estás lista, Alejandra?", preguntó, su tono autoritario apenas ocultando el desdén que sentía hacia mi dilema emocional. "Deberías estar feliz. Todo esto es por tu bien, por tu futuro".

No pude mirarlo a los ojos. Sabía que cualquier intento de enfrentarlo solo desencadenaría más dolor y conflicto. En su mente, mi relación con Sofia no era más que una fase pasajera, un capricho adolescente destinado a desaparecer con el tiempo. No entendía, o quizás no quería entender, la profundidad de mis sentimientos hacia ella.

Asentí con la cabeza en silencio, tratando de ocultar el torbellino de emociones que se agitaba en mi interior. ¿Cómo podía explicarle a mi padre que Sofia era mi único pensamiento, mi razón de ser? ¿Cómo podía hacerle entender que su aprobación no significaba nada en comparación con el amor que sentía por ella?

Pero mis pensamientos fueron interrumpidos por las palabras crueles que salieron de los labios de mi padre, como puñales afilados que perforaban mi corazón ya herido. "Estoy orgulloso de ti, Alejandra", dijo con una sonrisa condescendiente. "Es bueno que finalmente hayas dejado atrás esa tontería con Sofia y estés lista para ser una mujer normal".

Una ola de indignación y dolor me inundó, pero me mantuve en silencio. Sabía que no había nada que pudiera decir para cambiar la percepción de mi padre, para hacerle ver la verdad que yacía oculta detrás de sus palabras llenas de desdén.

Mientras él se alejaba de la habitación, dejándome sola con mis pensamientos y mis miedos, sentí un impulso irrefrenable de buscar a Sofia, de correr hacia ella y confesarle todo lo que sentía. Pero una mirada a mis brazos cubiertos de moretones, disimulados con habilidad bajo capas de maquillaje, fue suficiente para recordarme la cruel realidad de mi situación.

El futuro esposo que me esperaba en el altar no era más que una sombra vacía, un reflejo pálido de lo que alguna vez soñé que sería el amor verdadero. Y en medio de la desesperación y el desaliento, una única certeza se aferraba a mi corazón atormentado: mi amor por Sofia nunca moriría, nunca se desvanecería, sin importar cuánto intentara la vida separarnos.

Pov Sofía

Tenía una decisión, lucharé por mi amor.

El sonido de las campanas de la iglesia resonaba en mis oídos como un llamado urgente, una melodía que despertaba una determinación feroz en lo más profundo de mi ser. Mis manos temblaban mientras me vestía apresuradamente, la imagen de Alejandra en su vestido de novia resonando en mi mente como un eco constante de dolor y deseo.

Había dudado, oh, cómo había dudado. Durante horas, había luchado contra el miedo y la incertidumbre, preguntándome una y otra vez si mi intervención sería bienvenida o si solo causaría más daño. Pero entonces, como un rayo de luz en la oscuridad, vi la noticia parpadeando en la pantalla de mi teléfono: "Hoy se casa la famosa bajista de The Warning, Alejandra Villarreal".

Mis manos se detuvieron en su frenesí, mi corazón latía con fuerza contra mi pecho mientras una oleada de determinación inundaba mi ser. Sabía lo que tenía que hacer. Sabía que no podía quedarme de brazos cruzados mientras la mujer que amaba se casaba con alguien más, condenada a una vida de infelicidad y arrepentimiento.

Sin detenerme a pensar en las consecuencias, me puse un traje rápido, sintiendo la tela ajustada contra mi piel mientras salía corriendo de mi apartamento y me dirigía hacia la iglesia donde se llevaría a cabo la boda. Cada paso era un acto de fe, un acto de amor desesperado por salvar a Alejandra de un destino que no merecía.

El viento soplaba frío contra mi rostro mientras corría por las calles, el pulso de la ciudad latiendo en armonía con los latidos acelerados de mi corazón. Cada esquina que doblaba me acercaba un poco más a mi destino, a la oportunidad de cambiar el curso de las cosas, de reclamar mi amor perdido.

Finalmente, llegué a la imponente fachada de la iglesia, con sus puertas abiertas de par en par como un llamado silencioso a los fieles. Mi respiración era agitada, mis músculos tensos con la anticipación, pero no vacilé ni un momento mientras me adentraba en el sagrado recinto.

El interior de la iglesia estaba iluminado por la suave luz de las velas, la atmósfera cargada de solemnidad y expectación. Mis ojos escudriñaron la multitud, buscando desesperadamente entre los rostros familiares el que había ocupado un lugar permanente en mi corazón.

Y entonces la vi. Allí, al final del pasillo, radiante en su vestido de novia, estaba Alejandra. Su belleza era deslumbrante, pero en sus ojos oscuros reconocí la misma tormenta de emociones que atormentaba mi alma. Sin pensar en nada más que en el amor que sentía por ella, corrí hacia ella, dejando atrás todas las dudas y los miedos.

"¡Alejandra!", grité, mi voz resonando en la vastedad de la iglesia mientras me acercaba a ella con pasos rápidos y decididos. La sorpresa y el desconcierto se reflejaron en su rostro mientras se volvía hacia mí, pero no me detuve, no podía detenerme ahora.

Con cada paso que daba, sentía el peso de la certeza asentándose en mi pecho. Había venido aquí para salvarla, para rescatarla de una vida de arrepentimiento y pesar. Y aunque el futuro seguía siendo incierto, una cosa era segura: nunca dejaría de luchar por el amor que nos había unido desde el principio.

Pov Alejandra.

El momento había llegado, el momento que había temido y anticipado en igual medida. Estaba parada frente al altar, con el corazón latiendo desbocado en mi pecho, mientras el cura pronunciaba las palabras que sellarían mi destino. Mi futuro esposo esperaba a mi lado, su mirada llena de expectación y ansiedad.

Entonces, el cura hizo la pregunta que me llenó de temor y esperanza al mismo tiempo: "¿Alguien se opone a esta unión?" Las palabras resonaron en la atmósfera cargada de la iglesia, y un silencio tenso se apoderó del lugar.

Mis ojos buscaban en la multitud, mi corazón latía con fuerza, esperando, deseando escuchar un susurro de protesta, una voz que desafiara el destino que se cernía sobre mí. Pero en el silencio abrumador, solo podía escuchar el latido sordo de mi propio corazón, lleno de dudas y miedos.

Y entonces, como un milagro en medio de la oscuridad, la vi. Allí, al final del pasillo, estaba Sofia, con su mirada feroz y decidida clavada en la mía. El aire parecía detenerse a su alrededor mientras avanzaba con pasos decididos hacia el altar, su presencia radiante iluminando la iglesia como un faro en la tormenta.

Mi corazón dio un vuelco en mi pecho mientras la miraba acercarse, una mezcla de sorpresa y alivio inundando mi ser. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Cómo había encontrado el valor para enfrentarse a esta situación tan desesperada?

El cura pareció desconcertado por su llegada repentina, pero no pude apartar mis ojos de ella, de la mujer que había sido mi amor desde el principio. En ese momento, todas las dudas se desvanecieron, todas las preguntas encontraron su respuesta. Porque sabía, en lo más profundo de mi ser, que no podía seguir adelante con esta farsa de matrimonio, que mi corazón pertenecía solo a ella.

"Sofia...", murmuré, mi voz apenas un susurro en la vastedad de la iglesia, pero ella ya estaba junto a mí, sus ojos ardientes con determinación mientras enfrentaba al cura y a mi futuro esposo con una valentía que me dejaba sin aliento.

Entonces....

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Jiji Jiji

Los voy a dejar con la duda de que paso pero esperen la parte dos.

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