Cambios.

By vaneecomelibros

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Se necesita coraje para cambiar las cosas, para dejar de mentirnos, aceptar nuestras realidades y cumplir nue... More

Capítulo uno.
Capítulo dos.
Capítulo tres.
Capítulo cuatro.
Capítulo cinco.
Capítulo seis.
Capítulo siete.
Capítulo ocho.
Capítulo nueve.
Capítulo díez.
Capítulo once.
Capítulo doce.
Capítulo trece.
Capítulo catorce.
Capítulo quince.
Capítulo dieciséis.
Capítulo diecisiete.
Capítulo diecinueve.
Capítulo veinte.
Capítulo veintiuno.
Capítulo veintidós.
Capítulo veintitrés.
Capítulo veinticuatro.
Capítulo veinticinco.

Capítulo dieciocho.

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By vaneecomelibros

Los únicos sonidos que resonaban a mi alrededor eran los desesperantes e indescifrables murmullos de los desconocidos. A pesar de los forcejeos, no lograba safar mis muñecas de las ataduras, así que al final, me di por vencida.

El vehículo no se había detenido en todo el trayecto, ¿Qué tan lejos pensaban llevarme?. ¿Qué hacía Alejandro ahí, y por qué no me soltaba?. Esas eran unas de las tantas preguntas que me taladreaban la cabeza. Estaba nerviosa y confundida, pero por sobre todo, quería salir corriendo hacia los brazos de mi hermano, donde todo estaría bien.

—Ya es hora.—habló Alejandro, poniéndome los pelos de punta.

Su voz era la única que me habían permitido escuchar, y por alguna razón, eso me molestaba. Era como si se estuvieran burlando de mí, ¿No les parecía suficiente mantenerme de esta forma?. ¡Esto es un puto secuestro!.

Mi enfado aumento cuando de lejos se escucharon unas risas, y luego de eso, varias voces conocidas cantando "Cumpleaños feliz".

Alguien me quitó la bolsa que llevaba un buen rato impidiendome la visión, paparpadié para desacerme de los restos de lágrimas y acostumbrarme a la claridad del lugar. Lo primero que divisé fue un gran pastel con decoración de Harry Potter frente a mí, sostenido por mi hermano. A su alrededor se encontraban Hanni, Oliver, Pol, Oliver y Bobby. Estamos subidos a un autobús, conducido por un señor de alta edad que nos observaba divertido.

—Feliz cumpleaños, chica del suéter.—susurró alguien detrás de mí.

—No es gracioso.—me quejé, volteando para verle.

—Fue idea de tu hermano.—Alejandro se encogió de hombros, sin dejar de sonreír.

—Lo siento, hermanita. Pero si te lo hubiera dicho, no habrías aceptado.

—Papá te va a matar.—dije, sin poder ocultar la sonrisa.

—Ya hablamos con tu mamá.—habló Hanni, emocionada—Los irás a ver la próxima semana.

—¿Se puede saber a dónde vamos?.—pregunté, tomando a Bobby en brazos.

—¡A la playa!.—gritó Brandon, emocionado—No todos los días se cumplen veintiún años, hermanita, así que alquilé un autobús y una casa en la playa. Aproveché que saldrías con Alejandro para tomar las maletas que ya tenías preparadas, y te secuestré.

—¿Cómo sabías eso?. Lo llamé en la mañana.—arrugué las cejas, confundida.

—La verdad es que esa parte no estaba en el plan, íbamos a asaltar la casa para llevarte, pero entonces Alejandro me envió mandando un mensaje avisando que pasarían el día juntos.

—Así que tú lo sabías.—volví a girarme hacia él—No puedes evitar ser un mentiroso, ¿eh?.

—Esta vez logré engañarte.—sonrió, aunque en el fondo estaba segura de que no se enorgullecía de eso.

—Todo muy bonito, pero....¿Alguien puede quitarme esto de encima?. Pesa como el cadáver de Dumbledore.—pidió Brandon, refiriéndose al pastel.

—¿En serio pensabas que permitiría que no celebraras tu cumpleaños?.—me habló Hanni, ignorando a mi hermano.

—Gracias por no rendirte conmigo, Hanni.—sonreí.

—Es hora de explotar esa burbuja, amiga.—me guiñó un ojo, también sonriendo.

—Creo que tienes razón.—dije al final, mirando a mi hermano.

La vida es muy corta, demasiado corta como para dejarla ir delante de nuestras narices.

                         ******
El resto del camino lo pasamos escuchando música, riendo y comiendo pastel. Admito que la sorpresa me agradó más de lo que esperaba, no me vendría nada mal estar un tiempo con mis amigas; además, sería solo una semana, ¿Qué podría salir mal?.

—Tenemos un problema, chicos.—empezó a hablar Brandon desde su asiento—Alegre no sabe nadar.

—Cállate.—le lancé una cuchara a la cabeza.

Los demás solo se reían y burlaban de los comentarios de mi hermano, mientras yo me cruzaba de brazos en mi sitio.

—Ya no sólo tengo que enseñarte a bailar, ahora también a nadar; espero que me pagues bien por mis servicios, chica del suéter.—susurró Alejandro, que estaba sentado detrás de mí.

—Callense los dos.—esta vez, ya no tenía cucharas a mi alcance.

—¿Jugamos a algo?.—propuso Oliver, instando calmar el ambiente.

—¡Venga!.—lo apoyó Hanni a mi lado.

—¿Al Veo Veo? No hay muchas opciones.—dijo Pol, mirando su teléfono.

—¿Qué tal Verdad o Reto?.—habló su gemelo.

—Me apunto.—Brandon asintió—¿Quién empieza?.

—Venga, comienzo yo.—se animó Charlie.—¿Verdad o Reto, Alegre?.

Lo pensé durante unos segundos, al final, me fui por la vía segura.

—Verdad.

—Emnm....—tardó un poco en soltar la pregunta—¿Eres virgen?.

—¡Oh, por favor!.—se quejó Brandon, molesto—Claro que es virgen, y lo será hasta el matrimonio.

Todos comenzaron a reír desproporcionadamente, y me ví en la obligación de acabar con el circo en que se había convertido mi vida sexual, que de por sí ya era bastante inactiva.

—Brandon, creo que hay dos cositas que deberías saber. Primero, no soy virgen. Y segundo, me moriré sola en el sofá de casa, y en el muy poco probable caso de que me uniera en matrimonio con alguien, sería con Bobby.

—¡¿Qué?!.—exclamó Brandon, y estuve segura de que solo se había quedado con la primera parte de mi discurso.

—A los diecisiete, con el hijo de los vecinos franceses.—le especifiqué, bajando mi tono de voz.

—¡Ya no quiero saber más!. Mejor ahórrate los detalles en tu cabeza de pervertida.

Reí un poco por la reacción de mi hermano, dando inicio a otra ronda.

—¿Verdad o Reto, Pol?.—pregunté, ya emocionada por el juego.

—Verdad.—respondió, sin mirarme.

—¿Alguna vez has tenido novia ?.—lancé lo primero que me vino a la mente.

—No.

Valla, eso no me lo esperaba.

—¿En serio?.—elevé las cejas con sorpresa.

—¿Quieres ser la primera?.—por fin me miró a los ojos, con el semblante serio.

—Siguiente ronda.—habló Alejandro, pero su voz no parecía precisamente animada—¿Verdad o Reto, Oliver?.

—Reto. Pongamos esto interesante.

—Saca el culo por la ventanilla, y que Brandon lo grabe con el móvil.—dijo, está vez un poco más juguetón.

—Joder.—rió un poco—Pues venga, pon la cámara, hermano.

A esa ronda, le siguieron muchas más, cada una más divertida que la otra. Aún así, no pude evitar suspirar con alivio cuando el olor a mar se coló en mi nariz. De fondo ya se podían ver las olas romper en la dorada arena, por fin aviamos llegado a nuestro destino.

Bajamos del autobús, y Brandon nos indicó a Hanni y a mi que esperamos a que ellos buscaran las maletas. Nos quedamos mirando las múltiples casas de alquiler a nuestro alrededor, algunas tenían piscina, otras jardín, y unas estaban muy cerca de la playa.

—Alegre, toma la llave.—me habló Brandon desde el maletero del autobús—Es la casa que está a tu izquierda, la azúl.

Mis ojos fueron instintivamente hacía el lugar al que correspondía la descripción que me había dado, encontrándome con que Hanni había echado a correr hacía allá, y lo miraba todo con fascinación.

—¡Espérame!.—grité, riendo, al ver que intentaba brincar la cerca la de entrada.

Abrí el candado con la llave que me había dado mi hermano, y entré, pasando por un jardín precioso que rodeaba la entrada al salón principal.

Me adentré en aquella casa de alquiler, sin ser consiente de que tanto podría cambiar mi vida en esa semana.

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