𝕋𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠: 𝑵𝒐 𝒎𝒆 𝒅𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒓 (𝒓𝒆𝒈𝒓𝒆𝒔𝒂𝒓𝒆́).
ℝ𝕖𝕤𝕦𝕞𝕖𝕟: 𝑻𝒖́ 𝒚 𝑨𝒅𝒂 𝒔𝒐𝒏 𝒂𝒎𝒊𝒈𝒂𝒔. 𝑳𝒆 𝒅𝒂𝒔 𝒖𝒏 𝒍𝒖𝒈𝒂𝒓 𝒅𝒐𝒏𝒅𝒆 𝒒𝒖𝒆𝒅𝒂𝒓𝒔𝒆 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒓𝒆𝒄𝒖𝒑𝒆𝒓𝒂𝒓𝒔𝒆 𝒚 𝒐𝒄𝒂𝒔𝒊𝒐𝒏𝒂𝒍𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒖𝒏 𝒍𝒖𝒈𝒂𝒓 𝒆𝒏 𝒕𝒖 𝒄𝒂𝒎𝒂, 𝒂𝒖𝒏𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒔𝒆 𝒗𝒂 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒂 𝒎𝒂𝒏̃𝒂𝒏𝒂. 𝑯𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒉𝒐𝒚.
𝔸𝕕𝕧𝕖𝕣𝕥𝕖𝕟𝕔𝕚𝕒𝕤: 𝑨𝒎𝒊𝒔𝒕𝒂𝒅𝒆𝒔 𝒄𝒐𝒏 𝒅𝒆𝒓𝒆𝒄𝒉𝒐𝒔, 𝑷𝒆𝒍𝒖𝒔𝒂 𝒅𝒐𝒎𝒆𝒔𝒕𝒊𝒄𝒂, 𝑴𝒆𝒏𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒍𝒆𝒗𝒆 𝒅𝒆 𝒓𝒆𝒍𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒆𝒙𝒖𝒂𝒍𝒆𝒔, 𝑰𝒅𝒊𝒐𝒕𝒂𝒔 𝒆𝒏𝒂𝒎𝒐𝒓𝒂𝒅𝒂𝒔.
Ada no era alguien que ocultara lo que quería. Ella tomó todo lo que puso sus ojos, cavando con uñas y dientes y se negó a dejarlo ir. No importaba lo que fuera, si lo quería, lo tenía.
De ti especialmente.
Innumerables veces ella aparecía en tu puerta y apenas le daba oportunidad a la puerta de cerrarse antes de estar sobre ti. A veces era igual, a veces ella sólo quería todo lo que podía quitarte.
Esta noche fue sólo eso.
No podías pensar, la sensación de las manos de Ada sobre tu piel dejando la piel de gallina a su paso, robándote el aliento. Ella apenas te había tocado, susurrándote alabanzas mientras movía sus manos debajo de tu camisa, sus labios sobre los tuyos mientras tomaba todo lo que voluntariamente le diste. Con cada movimiento ella te robaba el aliento, alejando lentamente tu camisa de tu piel como si fueras un regalo para desenvolver.
"Ada", susurraste , apenas capaz de hablar, te picaban los pulmones por la falta de aliento mientras ella tiraba de la tela que aún te cubría .
Un suave zumbido salió de sus labios, el único reconocimiento de que ella te escuchaba, su atención completamente en tu piel. Sus manos nunca dejaron de moverse, quitando cada trozo de tela, dejando solo el colgante a juego que ambas llevaban. Un regalo de ella. Una promesa que siempre cumpliría, incluso si nunca pronunció las palabras en voz alta.
"Ada", susurraste de nuevo, tu voz aún más tranquila que antes, cerrando los ojos y tirando de su vestido. Su nombre una oración en tus labios. "¿Qué pasa contigo?" Apenas podías hablar, pero te obligaste a pronunciar las palabras, con la mano apoyada en el dobladillo de su vestido, los dedos deslizándose por la línea superior y el pecho, y la otra enredada en su cabello.
"Más tarde", prometió, alejando sus labios de tu cuello y moviéndose hacia abajo, lejos de tu mano que no estaba enredada en su cabello. Ella no se detiene hasta que te tiene inmovilizado debajo de ella, con la piel expuesta y sin aliento, solo capaz de decir su nombre.
Más tarde nunca llegó. Ella no te deja alejarte hasta que se ha saciado, dejándote exhausta hasta que te quedas dormida sobre ella.
***
Te despertaste horas más tarde cuando sentiste que la cama se movía a tu alrededor, una repentina ráfaga de aire fresco golpeando tu piel mientras las mantas se movían. Miraste hacia arriba y observaste cómo Ada se levantaba lentamente de la cama y salía de debajo de las sábanas. Mientras se levantaba, se estiró, con los brazos por encima de la cabeza, buscando su ropa. Se movía en silencio, evitando las crujientes tablas del suelo mientras se vestía. Una de las pocas veces que podías mirar sin interrupción, verla ser ella misma. Sin fachada, solo la mujer que amabas.
"¿Adónde vas?" finalmente preguntaste en voz baja. Mantuviste tus ojos en ella mientras ella intentaba escabullirse sin despertarte. La luz del sol se colaba a través de las cortinas, la iluminaba y la hacía parecer el cuadro más hermoso del mundo. Una obra maestra que nadie más pudo ver excepto tú. Te dolió el corazón al verlo, sabiendo lo que siguió.
Ada se detuvo al oírte y suspiró en voz baja. "Sabes que no puedo quedarme", murmuró Ada, mirándote por encima del hombro.
"Sólo por un poco más de tiempo," dijiste suavemente, mientras levantabas la cabeza de la almohada y la mirabas. "Te haré el desayuno." Ada empezó a protestar, pero tú te levantaste de la cama antes de que ella pudiera pronunciar una palabra. Cualquier protesta fue ignorada cuando tomaste una camisa y te acercaste a ella. No tiene sentido el pudor cuando hace apenas unas horas te tenía temblando debajo de ella, rogando por más.
"No me des de comer- volveré", advirtió Ada, levantando una ceja mientras tomabas su mano y la arrastrabas lejos del dormitorio antes de que pudiera entender completamente lo que estaba pasando. A pesar de las numerosas veces que Ada se había quedado a pasar la noche, nunca había podido ver bien la casa, toda su concentración siempre en ti. Ella no tuvo más remedio que seguirte, sin saber dónde estaba nada más que tu habitación y la puerta. Un lapsus en la atención, el único lugar que era completamente seguro.
"Tal vez eso es lo que quiero", respondiste, manteniendo fuerte tu agarre en su mano. "Necesito más tiempo para cuidarte adecuadamente", agregas mientras la conduces hacia la pequeña cocina. La habitación era tan pequeña como el resto de la casa, aunque no parecía agobiante. Ada lo siguió, preguntándose cuál era tu plan. Nunca le ocultaste tus sentimientos, no es que hubiera alguna razón para hacerlo; Ada habría sabido lo contrario.
Ada la siguió sin decir palabra, permitiéndote llevarla a donde quisieras, un marcado contraste con la noche anterior. Nunca fuiste tan controladora con ella; siempre la dejaste tomar la iniciativa en todo, nunca la presionaste para que pidiera más. Esto era nuevo, aunque solo fuera presionar por algo tan pequeño como quedarse a desayunar.
"¿Tienes alguna alergia?" preguntaste mientras los dos entraban a la pequeña cocina. Soltaste su mano y caminaste hacia un armario, lo abriste y revelaste muchos frascos llenos en su interior. Toda la comida enlatada casera, etiquetada y organizada para que no estorbe. Una pequeña revelación de la vida de la que Ada se alejó, la vida doméstica y segura que llevabas mientras ella estaba fuera.
"No", respondió Ada, pareciendo sorprendida por la pregunta. Escuchaste la sorpresa en su voz, era una pregunta que rara vez le hacían, aunque era una pregunta esperada para ti.
"Bien", respondiste, soltando su mano, liberándola de tu agarre mientras entrabas a la cocina y comenzabas a trabajar. Sacaste un frasco lleno del armario y lo vaciaste en una olla pequeña para calentarlo. Mientras calentabas la comida, le echaste miradas rápidas a Ada, intentando débilmente ocultarlo. Ada se dio cuenta pero no dijo nada, acercándose y mirándote trabajar. Estaba encantada de verte trabajar, de verte hacer algo tan simple pero que nunca habías hecho por ella.
Ella te observó con atención, finalmente capaz de admirarte sin interrupciones, solo apartándose del camino cuando era necesario. Este fue un gran cambio de ritmo con respecto a la noche anterior, era más tranquilo, relajante, doméstico. Sin adrenalina, sin límite de tiempo, solo dos casi amantes viviendo juntos.
La comida estuvo lista en unos minutos y la dividiste en dos tazones, colocando un tazón de comida humeante frente a Ada en la mesa en la esquina de la cocina. "Aquí tienes", dijiste, acercándote para dejar tu propio plato y sentarte, esperando a que Ada se sentara también.
Ada se unió a ti y se sentó frente a ti en la mesa. "Gracias", murmuró, dando un mordisco a la comida. Ella no dijo nada mientras comía, disfrutando de la comida. Ambas comieron en silencio, cada uno mirándose furtivamente la una a la otra. Casi cada vez que la mirabas, Ada te atrapaba, aunque no apartó la mirada hasta que tú apartaste la mirada primero.
"¿Entonces? ¿Te he convencido de que sigas regresando?" preguntaste mientras Ada terminaba el último bocado de su comida. Una pregunta simple, pero llena de esperanza, aunque intentaste ocultarla, no queriendo parecer desesperada por la atención de Ada. No querías alejarla.
Ada te miró con una pequeña sonrisa en los labios mientras estudiaba tu reacción. "Sí, lo has hecho," respondió ella. No dijo nada más, no hacía falta nada más. Ella siempre iba a volver, nadie más la hacía sentir tan cómoda simplemente existiendo a su alrededor. Le dio una excusa para quedarse un poco más.
"Bien", murmuraste, levantándote y tomando su mano una vez más. "Ahora déjame cuidarte adecuadamente", agregas mientras la pones de pie suavemente, inclinándote para besarla.
Ada se inclinó de inmediato, sus labios se encontraron con los tuyos y te quitaron el aliento. Su mano libre fue a tu cintura, sujetándote con fuerza como si de otra manera te fueras a ir, un ancla para mantenerte quieta.
Ella se apartó del beso el tiempo suficiente para llevarte de regreso a tu habitación, sin alejar su mano nunca de la tuya.
Ella nunca salió de casa ese día.
perdón por actualizar tan tarde!! Me fui de paseo un rato y se me olvidó subir lo que ya tenía editado 😭😭😭
Capitulo dedicado a yanyere, muchas gracias por siempre votar y dejar comentarios 🩷✨
Nos vemos posiblemente mañana porque el viernes me voy a disfrutar la playa, el calor está insoportable 😩😩😩
Sr_Macaroni