Cómo están mis queridos lectores?
Estamos en la recta final y el siguiente capítulo se lo dedicaré al primer comentario.
Disfruten
Habíamos entrado a un campo minado, no iba a ser fácil.
—Te pedí que...
—Ambos merecían la duda mamá —corté sus palabras y escuché la puerta cerrarse—. Él también es parte de mí, sabes que no quiero que estemos mal. Acepté que me contaras la verdad, así como lo hice con él.
—Cielo, fueron criados como hermanos —retrocedió cuando avanzamos al espacio de estar—. No... no es normal que los hermanos tengan romances, la sociedad, todos los señalarán.
—Nadie tiene ni puta idea de quién soy, Alya —habló serio—. No vengas con la moral, que te falló mucho antes que a mí. Yo siempre he respetado a Charlotte y...
— ¡No tienes ningún derecho!
— ¡Basta! —Los corté—. Luka, siéntate por favor. No voy a permitir que sigan haciendo esto —ambos me miraron asombrados—. Los amo a los dos, los quiero a los dos en mi vida y, si vamos a hacer esto tiene que ser en paz, por favor—miré a mi madre—. Luka no me hizo nada de pequeña, ya deja de creer ideas que no son.
—Eso no lo sabes —contestó.
Luka estaba a punto de levantarse y lo detuve.
—Cuando estuve con él... hace poco —abrió sus ojos claros como platos y me miró decepcionada—. Créeme que era virgen mamá.
—No voy a seguir este estúpido juego —el chico se levantó y tomé su mano—. No cuando esta mujer me seguirá ofendiendo después de que le salvé la vida.
— ¿Me salvaste? Perteneces al mismo lugar que...
—No me compares con ese monstruo.
— ¿No? Después de llevarte a mi hija hasta que casi la matas en ese lugar y...
—Jamás le haría daño —mantuvo su tono de voz neutro y después me miró—. Ella es lo más puro que ha habido en mi vida, jamás le jodería la vida.
—Luka...
—Te amo, Charlotte. Pero si ella no acepta esto, no voy a quedarme aquí a soportar insultos y malos tratos.
—No vas a llevarte a mi hija de mi lado —atacó—. Ella es más mía que tuya, no vas a destruirle la vida con esas estupideces. Van a matarla.
—Mamá.
—Ella jamás correrá peligro a mi lado —apretó mi mano con la misma fuerza que yo lo hacía y me puse de pie—. He renunciado a todo por ella, lo haría mil veces si fuera necesario con tal de verla feliz y tenerla a mi lado.
Me conmovieron sus palabras. Pero necesitaba terminar esta guerra entre ellos, no podría vivir sin uno ni otro.
Luka me acercó a su pecho y me rodeó con un brazo por los hombros, depositó un beso en mi coronilla y sonreí ante la acción. Él venía en paz y a arreglar las cosas, mamá tenía que ceder.
—Charlie, cariño —la miré—. ¿Esto es lo que quieres? —Asentí—. De acuerdo, pero no puedes irte de nuevo.
—No lo haré —el chico me soltó—. Tengo una competencia en puerta, no voy a defraudar a nadie.
—De acuerdo, entrenarás como siempre —mamá sonrió triunfante—. Hablaremos con Jared y...
—Ya no es mi pareja mamá.
— ¿Qué? Pero... ¿qué sucedió?
—Renunció ayer —Luka volvió a abrazarme—. Tengo una pareja nueva y está dispuesto a ensayar conmigo hasta el cansancio, ¿no es así?
—Tengo que terminar unos asuntos en Petretsy, tengo que volver hoy mismo...
—La competencia es esta noche —sonreí—, no puedes irte así como así, lo sabías.
—Claro que no.
—Siempre sabes todo de mí.
—Pues no —nos pusimos de frente—. Te dejé ir, ¿recuerdas?
— Debiste investigar.
—Chicos —mamá se paró entre ambos—. Cálmense —me apuntó—. Tú ve a preparar todo, nos quedan algunas horas y tú —apuntó a Luka—, ve viendo que harás, habla con tus hombres o lo que quieras, pero debe ser ya. Mi hija va a brillar esta noche.
Salimos de la casa y la enorme camioneta negra estaba parada afuera.
— ¿Dónde rayos está nuestro auto?
Miré a Luka mientras tomaba la maleta que colgaba de mi hombro.
— ¿Qué pasa? —Habló mamá cuando salimos.
—Luka —me crucé de brazos y lo miré molesta—, ¿qué has hecho con nuestro auto?
—Pasó a mejor vida.
—Pero...
Me empujó por la espalda baja para que caminara y mamá se sentó en el asiento delantero con el chofer, creo que entendió que teníamos que hablar.
—Mañana iremos a comprar otro.
—Me gusta ese.
—"Ese" no funciona.
—Claro que sirve, no me gusta que hagas estas cosas —me pegué a la ventana y me crucé de brazos molesta.
Pasado un rato, tomé mi teléfono y marqué a Clara para saber si ya habían llegado a la pista, dijo que iban de camino ella y Jared, porque el entrenador no se quedó conforme con lo que ellos le dijeron ayer y quería comprobarlo con sus propios ojos.
—Los calentamientos son pan comido, cielo —mamá me miró—. Sé que podrán hacer las cosas, aunque no sé si aceptarán el cambio de último minuto.
—Bueno... recuerda que había ganado como solista —miré de reojo a Luka que seguía viendo su teléfono—. Podría ocurrir otro accidente, no lo sé.
Quería tantear terreno, recordando que Jared se había lesionado justo antes de la competencia al zafarse la cuchilla del patín.
Llegamos a la pista y todo estaba tranquilo, tendríamos que hacer otro viaje rápidamente a la cede en Quebec para la competencia en unas horas más.
—Solo espero que no se te ocurra arruinar más las cosas —dije molesta cuando entramos a la pista—. Esto es importante para mí.
—Y tú eres mi todo —susurró cerca de mí al tomar mi cintura.
Nos acomodamos al centro y la melodía comenzó, fue tan rápido, que no me di cuenta hasta que mamá aplaudió emocionada al lado de mis amigos.
—Bien, están listos —habló el entrenador—. Ahora, debemos correr a tomar el vuelo.
—Irán conmigo —Luka habló impasible.
Parecía una película de mafiosos donde el capo se queda con la chica que secuestra, con los lujos, las atenciones, el jet privado. Solo faltaban las balas y los enemigos, pero hasta ahora solo Viktor había sido un obstáculo, porque ahora mismo mi madre lo mira diferente.
—Bueno, chicos —miró a Clara y a Jared—, ¿ustedes portándose mal a espaldas de mi cielito? No es de amigos.
—Mamá —la regañé—. Cállate.
—Bueno, señora —mi amiga salió decidida—. Primero que nada, Jared y su hija ya no eran nada, en segundo, es algo que no le compete. Y si antes me caía bien, le pido que no se meta o terminaré odiándola y no creo que sea algo que quiera ¿o si?
Quedé asombrada ante sus palabras.
—Ven —Luka me tomó de la mano y me hizo poner de pie—, tienes que descansar un poco.
Me llevó al final del pasillo y abrió una puerta donde había una habitación con una cama matrimonial, perfecta para dormir durante el vuelo.
—Quizá no quiero dormir —hablé en voz baja pegándome a su pecho—, quizá...
—Cogerte duro me encanta —susurró en mi cuello y dejó un beso suave—, pero tienes una competencia y yo me recupero rápidamente.
—Ay... más tarde será entonces.
—Más tarde te haré mía hasta que quedes afónica, hasta que tus piernas tiemblen y me pidas que pare.
Sonaba demasiado bien, pero tenía razón y mi cuerpo no soportaría más de eso hoy.
El hotel estaba listo, logramos conseguir más habitaciones para Clara y mamá gracias al encanto de mi nuevo chico. Nos instalamos en contra del reloj y salimos a prisa para llegar a la competencia.
—Odio esto —susurré mientras terminaba de estirar.
— ¿Qué sucede? —Luka me miró tan tranquilo como siempre—. Creí que querías esto.
—Lo quiero —me detuve y lo miré—, pero los nervios me traicionan siempre y...
—Charlotte Evans y Luka Volkova, salen en diez minutos.
—Rayos.
—Hey —me tomó de la mejilla—, todo saldrá perfecto —lo miré—. Te prometo que todo va a estar bien, lo tienes y vas a ganar.
Dejó un cálido beso en mi frente y salimos para ver a los concursantes antes que nosotros. Y de pronto mil dudas me atacaron al ver la sincronía de la pareja en turno.
¿Cómo podía olvidar todo lo que había pasado? ¿Cómo podía perdonar todo lo que me habían hecho?
— ¿Qué somos, Luka?
— ¿Qué? ¿De qué hablas?
—Sí, tú y yo, ¿qué somos ahora?
—Una pareja que está buscando lo que quiere en la vida, que tiene sueños, vamos a lograrlos —me miró y tomó mi mano—. Somos compañeros en la pista y amantes en la cama.
No dije nada más, no soltó mi mano.
Vimos la puntuación de los concursantes y anunciaron nuestros nombres por los altavoces. Fue una odisea para que nos dejaran participar como pareja, pero accedieron.
Justo como ayer, justo como cuando éramos pequeños; con confianza, con esa delicadeza, con esa entrega, con esa pasión, con esas ganas, dimos todo en la pista. Me sentí perfecta a su lado, había dado todo de mí y había dado todo de si por mí.
Los espectadores estaban en silencio durante la actuación, reventando en aplausos y ovaciones al final.
—Perfecta —habló el chico cuando unimos nuestras manos para hacer reverencia y lo miré sonriente—. Se mi novia, Charlotte.
La sonrisa se me hizo más grande y asentí. Me abrazó y giró conmigo para después sacarme en brazos de la pista.
—Muchachos, eso fue... —El entrenador solo terminó aplaudiendo, no dijo más.
Mamá nos abrazó emocionada, no podía creer que era la primera muestra de afecto hacia Luka, que extrañado respondió.
Jared y Clara estaban contentos y felicitándonos.
—Siempre has sido perfecta —el chico llevaba unas flores—. Mereces lo mejor, Charlie.
Pero una gran mano las arrebató antes de que pudiese tocarlas, sorprendiéndome de la grosería tan grande.
—Oye.
—No tienes por qué regalarle flores a mi novia —soltó—, en dado caso, regálaselas a la tuya —extendió el ramo hacia mi amiga.
Lo jalé del cuello de la camisa para que su rostro estuviera a mi altura.
—No tienes ningún derecho a portarte así —espeté molesta—, solo está siendo amable.
—Amables mis huevos por no haberte hecho un hijo aún —me puse como tomate—. Y no, seré tan celoso como quiera y cuidaré lo que es mío.
—No soy tu propiedad.
—Lo eres, pequeña —se acercó y dejó un pico en mis labios.
Observamos atentos a los últimos participantes y esperamos atentos a que los jueces dieran la puntuación final.
Ganamos el primer lugar en parejas.
— ¡Las olimpiadas! —Exclamé emocionada—. ¡Lo logramos!
Me giré para abrazar a Luka, no podía con la emoción, comencé a llorar y gritar de felicidad, lo habíamos logrado. Uno de mis grandes sueños se había hecho realidad y ahora representaría a Canadá en las ligar mayores.
—Lo has hecho —susurró en medio del abrazo.
Fue un día demasiado pesado, no podía más mi cuerpo, muchas emociones, un largo viaje, sexo desenfrenado con el chico que me gusta y ahora, había ganado.
—Bueno, tendremos que estar aquí por lo que resta de la noche, mañana volverán a Toronto y me iré.
Lo miré seria cuando íbamos de camino al hotel. No podía asimilar que apenas había llegado y se volvería a ir por unos días.
Me abrazó y me subió a su regazo.
—No me hagas esto —besó mi cabeza—. O me obligaras a llevarte conmigo una vez más.
—Podría —susurré—, pero no puedo dejar las cosas así, tengo que practicar y...
Me apretó el cuello con una mano y me obligó a mirarlo.
—Volveré lo más pronto posible, ahora somos una pareja —me besó suave—, ahora tenemos que escoger la música, los pasos y...
—No, lo haré yo —retiré con mi mano la suya—. Yo voy a decidir.
Sonrió.
—De acuerdo.
No supe más, disfruté de su aroma y su calor hasta que me quedé dormida en sus brazos.