Barrera de hielo (Saga "camin...

By YuukiThome

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Charlotte es una chica que vive bajo presión. Siendo una excelente patinadora de hielo, con el novio perfecto... More

ADVERTENCIA
Prólogo
1 Ensayo y cansancio
2 Accidente
3 El gran día
4 Cautiva
5 Día eterno y recuerdos
6 Pasado borroso
7 Aunque no sea de sangre
8 Locura
9 Raro
10 Deseo reprimido
11 Problemas
12 Todo fue tan rápido
13 Despedida
14 Mundo real
15 La verdad
16 Adiós
18 Aclaraciones
19 Ganamos
20 Ven conmigo
21 Te amo
Epílogo

17 Esto es amor

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By YuukiThome

Luka

¡Mierda!

Me había engañado para atraerme hacia ella y como loco caí. Moría de ansiedad y quería que mis ojos lo comprobaran pero, cuando venía en el avión me di cuenta de que realmente fue todo una trampa y quería encontrar al causante de todo. La dirección IP fue sacada de su amiga Clara y al no encontrarla en ningún lado y saber que Charlotte no estaba en su viejo departamento, supuse que estaría aquí.

Quedé paralizado al verla en medio de la pista, pero me obligué a caminar hasta llegar a donde estaba, soltó los patines y sus bellos ojos marrones me veían brillantes.

—No tenía a donde llamarte...

Aseguró y noté que tenía razón, pero pudo encontrar a Olga, ¿por qué a mí no pudo? Bueno, sé que soy más difícil y no utilizo redes sociales, el mundo no tiene por qué conocerme.

Sin más me jaló del cuello de la camisa y me besó. No opuse resistencia, era lo que ansiaba desde que la tuve conmigo y la perdí. Pero ahora no sería tan estúpido como para perderla.

La pegué lo más que pude a mi cuerpo, parecía un puto sueño y no quería despertar y perder su calidez, no quería sentirme sin vida otra vez.

— ¿Tienes idea de cuánto me has jodido, Milenka? —Susurré sobre sus labios—. Espero que sea buena la excusa para que me hayas hecho viajar más de doce horas hasta aquí con una broma de mal gusto.

—Pensé en las consecuencias —estaba sonrosada—. Y también sabía que me arriesgaba a tu furia si te enterabas.

Succioné su labio inferior y jadeó suavemente.

—Entonces, ¿me extrañabas? —la tomé de una mano y la alejé para hacerla girar.

Comenzó una canción familiar, una que escuchaba cuando mamá vivía, la misma canción que ponía para que mi pequeña se relajara.

— ¿Qué haces? —sonrió y me miró—. No llevas patines.

Me hinqué y me coloqué los que estaban ahí, eran justo mi talla. No tardé y me erguí de nuevo, lanzando mis botas hacia la orilla.

Sin despegar su mirada de la mía, alzó la mano y la giró levemente, la música comenzó de nuevo.

Dio un paso atrás y comenzó a moverse, la seguí y pronto tomamos el ritmo. La tomé de la cintura y mientras iba de espaldas alzó una pierna y su cabeza se fue hacia atrás a la par que su mano izquierda. Volvió y sonrió.

— ¿Estás listo, Luka?

—Contigo, siempre.

Comenzamos a danzar en la fría superficie al sonido de "pas de deux", mientras nuestros cuerpos se amoldaban y se sincronizaban perfectamente a los movimientos. En el último momento la alcé y la lancé para un giro triple perfecto y verla caer adecuadamente. La hice girar sobre su eje varias veces y volví a tomarla de la cintura, para después abrazarla y alzarla para que hiciera un Split en el aire apoyada solo en mis manos, bajó por mi espalda y me alcanzó para dar una última vuelta por toda la pista y acoplar nuestros cuerpos para casi rozar el suelo sin detenernos, ponernos de pie y enlazar los brazos.

Su pecho subía y bajaba cuando frenamos, todas las luces se encendieron y fue entonces que miré a su mejor amiga y al estúpido de su ex novio en las sillas, aplaudiendo descaradamente.

— ¿Qué mierda hace ese aquí? —Espeté molesto—. Ganaste sola y...

Alzó la mano para que me callara, pero la sonrisa seguía en su rostro. ¿A caso quería devolverle la maldad de aquella foto con Sally? Porque no lo creía posible, él se veía entusiasmado de verla.

—No estoy entendiendo.

—Jared sigue siendo mi pareja en la pista —tomaba aire rápidamente—. O lo era, hasta hoy.

— ¿Me estás usando para darle celos?

—No —sonrió y se paró de punta para dejar un pico en mis labios—. Jared sale con Clara ahora —los miró y después a mí—. Pero el volvió a ensayar conmigo. Tengo dos coreografía; solista y pareja.

—Ya veo.

El confundido ahora era yo.

— ¿Y por qué la mentira?

—Quería verte.

—Podías decirle a Olga y podía...

—No, necesitaba verte de inmediato —su rostro perdió la sonrisa—. Pero no sabía si tú querías lo mismo, así que... hice mi mejor esfuerzo y mis amigos que ayudaron a lograrlo.

Me tomó de la mano y me hizo salir con ella de la pista.

—Lo hicieron perfecto —la chica nos señalaba sonriendo hacia el chico—, es más que obv... Hola —cortó cuando vio que estábamos muy cerca—, chico misterioso.

—Chicos —habló Lottie algo avergonzada—, él es Luka, mi...

Se detuvo y me miró dudosa.

Ya no podía presentarme como su hermanastro, puesto que teníamos apellidos diferentes y estaba de más, pues no teníamos la misma sangre y ahora su madre era oficialmente viuda.

— ¿Charlie? —Habló la chica al ver que nos mirábamos entretenidamente y puedo asegurar que ahora veía más de cerca las pecas en su hermoso y delicado rostro—. ¿Hola?

—Clara, creo que estamos de más —él estúpido habló—. Vamos, después...

—Soy su novio —solté sin pensarlo—. Lottie estuvo conmigo todo este tiempo que estuvo ausente.

Al fin reaccionó y despegó su mirada de la mía.

Era un delicioso trance que quería llevar fuera de aquí con urgencia.

—Bueno —la rubia habló—, vayamos ahora sí por un café.

—Mejor te llevo a casa —se paró el chico y tendió su mano—. Por cierto, lo hicieron excelente. Charlie —mi chica lo miró—, él debería ser tu pareja, no yo. Lo han hecho de maravilla y se han sincronizado a la perfección, yo no...

—Que bien que lo admitas —mi voz salió más seca de lo que pensé—. Ya puedes largarte.

—Luka —Lottie me reprendió—. No tienes por qué ser así, son mis amigos.

—Bueno, alguien que se mete con una zorra...

— ¿En serio vas a hablar de ella ahora? —Se cruzó de brazos, conocía a Sally—. Porque tú eres mucho peor que él —lo señaló.

¿Íbamos a discutir ahora?

Me agaché y retiré los patines y me coloqué mis botas para marcharme yo. Actuaría como una niña celosa y caprichosa y no quería una escena ahora que nos habíamos vuelto a encontrar.

— ¿Qué haces? —me coloqué frente a ella y se sintió pequeñita de pronto—. ¿Luka?

Me incliné a la altura de su rostro y dejé un beso fugas para después ponerme de erguido de nuevo y levantarla con facilidad y echarla a mi hombro como si fuese un costal muy ligero.

— ¡Bájame ahora mismo! —Chilló—. ¡Luka!

— Adiós tortolitos —escuche a la chica decir.

Salimos del lugar. Las luces de la ciudad iluminaban todo y la subí a la camioneta a prisa.

— ¿Qué crees que haces? Mis cosas están ahí dentro —me empujó—. ¡Eres un idiota!

—Soy el idiota que extrañabas —me acerqué a su rostro y se quedó inmóvil—. Y que ese idiota se sienta afortunado —saque mi arma de detrás del pantalón y la guardé en la bolsa del asiento delantero.

— ¿Todo el tiempo trajiste eso contigo? —Asentí—. P-pero...

—Todo fue un engaño planeado por ustedes tres, ¿qué tanto les has contado?

—Clara lo sabe todo, es mi amiga desde hace cinco años y...

La tomé de la nuca con fuerza y la besé.

—Vamos —indiqué al chofer y subí el vidrio que nos separaba para quedar incomunicados—. Ahora sí, pequeña, tienes mucho que explicar.

Su respiración era acelerada, no sabía si estaba enojada todavía o eran los nervios. Lo que hizo a continuación, me dejó sin palabras.

Se sentó a horcajadas sobre mí y sus manos me tomaron del rostro para después besarme. De un rápido movimiento, retiré sus patines y los dejé caer al piso, mis manos recorrieron desde sus pies hasta llegar a sus muslos y detenerme en sus caderas.

— ¿Quieres quemarte con fuego?

—Estoy lista para arder en tu infierno, Luka Volkova —sonrió y después repartió pequeños besos por mi mandíbula, descendiendo a mi cuello—. Espero que no te moleste.

Siguió en la labor y mi erección dolía, ansiaba por ser liberada y penetrarla de una, pero ella tenía el control y entre pequeños jadeos dejaba mordiscos en mi cuello. Entonces me atreví a mover con mis manos su cadera y frotarla contra mi miembro duro, pero sin mucho esfuerzo, pues ella lo hacía. Irguió su espalda y fue mi turno de atacar, mordisquee su pezón izquierdo que se percibía duro sobre la tela.

Un goce escuchar sus gemidos y quería explotar en ese instante, pero moría por hacerla mía sin inhibiciones, ni incomodidades.

—Detente ahora —mi voz salió más ronca de lo normal—. Aquí no.

—Aquí sí.

Sus ávidas manos desabrocharon mi cinturón e intentó hacer lo mismo con mi pantalón, pero la detuve. Siguió con los movimientos de sus caderas y un gruñido salió de mi garganta, seguido de un fuerte gemido de su parte.

La humedad atravesó la tela y me di cuenta que se había corrido, sin necesidad de nada más.

—Vaya, creí que costaría más —su respiración era agitada—. Pero fue pan comido.

—Me has utilizado —enterré mis dedos en la carne de sus muslos—. Te has corrido en mí y has manchado mi ropa.

—Llevas negro —besó mis labios—, no se notará.

Sonrió victoriosa e intentó bajarse pero no se lo permití.

—Luka...

—Cierra esa boca sucia —di un lametón—. Porque no te gustará verme enfadado.

—Soy inexperta, lo sabes...

—Te vas a graduar hoy mismo.

El auto se detuvo y la tomé de las muñecas, jalé mi cinturón y le até las manos juntas.

— ¿Qué haces?

—Castigarte.

Abrí la puerta y como si fuese un costal, volví a echarla sobre mi hombro y la llevé fuera para después dirigirme directo al elevador.

—Buenas noches, señor...

—Que nadie me moleste por la mañana —le dirigí una mirada a la recepcionista y de inmediato me entregó mi tarjeta—. Por favor.

—Sí.

Dejé una nalgada en el trasero de Lottie y respingó, entramos al elevador y cuando las puertas se cerraron protesto.

— ¿Tienes que hacer esto?

—Sí.

—Pero...

Volví a hacerlo y chilló, pero esta vez se quedó en completo silencio, se resignó a ir en esa posición y sentí más peso, se había relajado. Se detuvo el cubo de metal y salimos para caminar por el largo pasillo hasta llegar a la recamara que había rentado, abrí y cerré de una patada la puerta.

La tiré sobre el sofá y no se quejó.

Tiré la chamarra que llevaba y me quité los zapatos.

—No puedo hacer mucho con las manos atadas —me acerqué a ella y de un tirón romí las mallas que tenía puestas—. ¡Oye!

—Escucha bien —hablé pegado a su rostro—. Vas a guardar silencio ahora —intentó contener la risa, pero no lo logró.

—Vamos —la tomé de las mejillas—. Quería verte, no fue tan malo.

—Atravesé un puto océano para llegar aquí —bufé—. Debiste quedarte a mi lado, pequeña.

—No sabía lo que quería...

— ¿Ahora lo sabes?

—Te quiero a ti —me detuve antes de romper su blusa—. No puedo explicarlo, pero...

Ataqué su boca y solté sus manos. Volví a abrazarla y me la llevé a la encimera en la cocina. Rasgué sus bragas y mis dedos juguetearon sintiendo sus jugos salir de su cavidad.

—Estás lista para mí —me saqué la camisa a prisa y desabroché mis pantalones, quedando así en ropa interior—. No tengo...

Sus piernas se enredaron en mi cintura y me pegó a ella al tiempo que sus manos me apresaban el cuello. No puedo explicar el golpeteo de mi corazón en el pecho, lo sentía incluso en la garganta. Terminé de rasgar su blusa y fue un deleite ver que no llevaba sostén.

—Tendrás que comprarme ropa nueva, has roto todo lo que llevaba puesto.

—El mundo entero si me lo pides...

Volví a besarla y de una la penetré. Olvidé que no llevaba condón, pero no importaba, ya me encargaría de eso después.

Sus manos arañaron mi espalda y me permití encajar mis dedos en su suave piel. Era un puto salvaje y la última vez la llené de marcas, pero esta vez, la haría mía hasta el cansancio, hasta que no quedara nada de los dos. Cambiaría sus palabras por gemidos y gritos de placer.

Terminé más rápido de lo que quería, pero sin soltarme, la levanté por las nalgas y la llevé a la recamara. Me dejé caer en la cama y ya estaba duro de nuevo, dentro de ella y con sus caderas meneándose suavemente en círculos.

Nos habíamos unido como imanes y conectamos de inmediato.

Su cabello era un desastre y el sudor la llenaba con pequeñas gotas que brillaban en su cálida piel. Mis manos la recorrían y a la vez mis dedos pellizcaban sus pezones para liberarla de toda esa presión que sentía al ser apresado por su vagina.

Explotamos una vez más en un orgasmo que drenó toda mi energía. La pegué a mi cuerpo y besé cada rincón de su cuerpo, la adoré, me deleité con su sabor y le di todo de mí, tenía que saber que significaba para mí.

La deseaba con locura, jamás tendría suficiente de ella. Era mía, solo mía, mi pequeña Lottie.

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