Sunland ¿Una princesa de la r...

By Evie20211

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Seis reinos, una muralla y una princesa que no nació para reinar. El destino de Malena estaba decidido desde... More

Introducción
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPITULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 9
CAPITULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
EXTRA
Capítulo 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
Capítulo 34

CAPITULO 8

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By Evie20211


CAPITULO 8

Él o Yo

La mañana que pase junto a Hansel termino bastante bien. Dimos un pequeño recorrido por los alrededores del palacio a caballo, y durante el camino no hizo más que hablar de los huérfanos y de la poca importancia que les han dado reyes anteriores. Entonces comprendí que él no sospecha de mí, en su lugar piensa que irónicamente yo estoy dentro de ese grupo abandonado de huérfanos y sí invitó a la reina de Sunland a dar un paseo es porque quiere asegurarse de que Malena no sufra más, quien irónicamente también soy yo.

Toma oportunidades, y no las desperdicies.

Esas fueron las palabras de Van en algún momento, y eso es exactamente lo que voy a hacer.

—¿Van? ¿Dónde estás? Puedes salir las doncellas se han quedado afuera— informe en cuanto me adentre en la habitación.

—Ya lo sé— de perfil veo un par de piernas cruzadas. Esta sentado en un sillón con vista hacia las puertas del balcón, las cuales en este momento están abiertas.

—Traigo noticias— informo caminando en su dirección.

—Eso quiere decir que no son ni buenas ni malas— contesta con su voz hostil tan predecible.

—No, son más bien ventajosas— capto su mirada y su interés al tiempo que me siento a su lado en otro sillón—Hansel no tiene ni la más mínima idea de quién soy yo, piensa que su adorada Malena esta entre los huérfanos del reino, y es por eso que se ha quedado, no para casarse conmigo sino para buscarla a ella.

—¿No se siente escalofriante hablar de ti misma en tercera persona?

—Tú hablas de matar como sí fuera el deporte más normal del mundo, hablar de mi en tercera persona no significa nada comparado con eso.

—Umm, deporte...me agrada como lo has definido. Volviendo al tema, ¿se puede saber en qué nos beneficia que te busque por todo el reino como un idiota, cuando en realidad te tiene a su lado? Tarde o temprano podría descubrirte...

—Es ahí donde tú y yo sacamos provecho. La reina lo quiere como futuro rey, y si lo despacho ya sea a su reino o al otro lado del puente— hago referencia a cuando me envió al puente entre la vida y la muerte — la reina me hará perder el tiempo con personas indeseables para que me case lo antes posible, pero sí Hansel se queda y la convenzo de un interés mutuo, ella me dejara en paz y podremos concentrarnos en buscar los elementos.

—¡Wow! Me impresionas, has calculado bien hasta la parte en la que la reina cree que sí vas a casarte con él, y en la que él busca a su querida amiga de la infancia, pero ¿Qué pasa si la reina decide casarte en menos de un mes? Y peor aún ¿Qué pasaría si la estancia de Hansel en Sunland hace que te descubra?— enarca una ceja en mi dirección.

—Pasa que me niego, y pasa que podemos usar el dispensador para distraerlo. Él  jamás se casaría con una mujer que no ama, sus principios se lo impedirían, su madre murió suplicándole que se casara por amor, y a la única que ha guardado en su corazón por tantos años ha sido a Malena.

—Osea a ti.— me señala con la mirada—En tu enredosa teoría en algo has tenido razón, y es que podemos usar el calón para distraerlo, y toma apunte, porque es así como se le llama a esta joya—metió su mano a uno de los bolsillos en su pantalón y saco un collar de plata, con la reliquia en forma de hoja que previamente sacamos de la corona, solo que ahora la reliquia estaba consumida a la mitad por oscuridad y no por oro— Tan, tan, sorpresa.

Me levante frenéticamente, buscando la manera de tocar el collar, pero antes de que lo haga el mueve la mano hacia un lado y me lo impide por completo.

—Aún no está listo. Pensaba dártelo como un pequeño obsequio después de la trágica muerte del príncipe Hansel, pero lamentablemente él no murió hoy— comento con ironía.

Erguí mi espalda y bufé algo por lo bajo. Él tal vez lo escucho porque se puso de pie y soltó una carcajada sarcástica.

—Tranquila, entiendo que empiezas a mover las piezas a tu beneficio, y está bien lo que sirve se mantiene al lado, y lo que no, se desecha—habla pausadamente— aun no puedo dártelo, la piedrecita mágica tiene una energía muy fuerte, y me está impidiendo drenar mi energía aquí. Debemos ir lejos de la piedra para hacerlo.

—¿Dónde?

—Al bosque oscuro, es perfecto para este tipo de cosas y está lo suficientemente lejos del palacio y de la piedra.

—Pero está más cerca de la muralla ¿eso no importa?

—Por supuesto que no, el bosque oscuro contiene una energía medianamente poderosa que alimenta a seres como yo, por eso pude salvarme y llegar hasta aquí hoy.

—No entiendo como dentro de Sunland haya ese tipo de energía, se supone que la muralla la reprime...

—Te equivicas, la repele que es muy distinto. Todo lo malo que intente entrar, no entra y lo que está dentro, dentro se queda. El bosque oscuro fue escenario de muchas matanzas y peleas entre humanos y vampiros hace quinientos años, es natural que los vampiros dejaran algo de su esencia en aquel lugar.

—Bien, suponiendo que logramos ir ¿Cómo vamos a burlar a tanta gente?

—No será necesario burlar a nadie. Posees el elemento luz, puedes abrir un portal, ya es hora de que empieces a hacer hechizos reales, iremos ahora y tú vas a abrir un portal que nos lleve.

Me señalé con el dedo índice estupefacta y le recordé que aún no se hacer ese tipo de hechizos. Pero Van no es alguien que conozca un no ante una propuesta suya, por lo que insistió en enseñarme una forma rápida de aprender.

Nos dirigimos hacia el salón dentro de mi habitación en el que Frederick solía enseñarme hechizos, el mismo salón en donde hace unos días, rompí un vitral.

—El hechizo es sencillo, pero una vez que lo hagas y abras un portal, yo debo pasar primero para cerciorarme de que vamos al lugar correcto.

—Bien, ¿entonces que debo hacer?

Me dijo que me parara justo encima de la figura del sol impregnado en el suelo y que intentara visualizar el bosque en mi mente.

—Ya, lo tengo ¿Ahora qué?
—Ahora vas a levantar tu dedo índice y medio, al tiempo en tu mano derecha. Vas a llevar ambos dedos frente a ti y vas a dibujar, un rectángulo o un círculo con ellos, cualquiera de las dos figuras no importa cuál.

Hago los movimientos que me indica al pie de la letra, pero no sucede nada. Lo intento con la otra mano, y tampoco sucede nada. Lo intento con ambas manos y es lo mismo. Van estaba empezaba a mostrarse eufórico, y yo estaba entrando en desesperación, pero algo ilumino mi mente en ese instante; cuando la reina abrió el portal en el bosque para traerme hasta aquí, lo hizo en el tronco de un árbol, y este abrió una especie de puerta. Entonces tal vez el hechizo deba realizarse sobre una superficie. Ignoré los ataques de ira y frustración de Van, y procedí a realizar el hechizo sobre la puerta que daba salida del salón. Utilice los dedos índice y medio de ambas manos dibuje un rectángulo imaguine en mi cabeza el bosque y en un susurro dije:

—Abriros declaro—pronunciadas estas palabras, un destello brillante salió disparado de mis manos y estrello en la puerta, esta se ilumino y en cuestión de segundos se convirtió en la entrada al bosque oscuro.

—Van, creo que podemos irnos—le anuncie con una sonrisa. Él casi incrédulo por mi logro personal, no pronuncio palabra solo se acercó al portal y paso al otro lado, segundos después fui yo. Al entrar el portal se cerró a mi espalda.

—Es hora de la acción—anuncia sacando el collar de su bolsillo.

El bosque sigue siendo igual de tenebroso que siempre, aunque conserva algunos claros, la luz del sol es escasa aquí, y lo que más se aprecia es la humedad, los musgos, y entre ratos la pestilencia de animales muertos, y más allá de ello el sonido emitido por animales propios del bosque.

—¿Has terminado? — pregunto después de un rato. A pesar de que estoy familiarizada con el bosque, el lugar parece más aterrador que otras veces.

—Si —murmura sin apartar sus ojos del collar en sus manos, mismos que ahora se habían tornado de color verde— fue demasiado fácil, estando aquí mi energía se concentró y dreno rápido. Ahora debes probarlo.

Me lo extiende y lo tomo entre mis manos, la reliquia ahora es completamente de color negro, el brillante oro a desaparecido debajo de un color negro satinado. Intento ponérmelo, pero me es difícil conectar la cadenilla. Van lo nota por lo que en un movimiento aparta mis manos de alrededor de mi cuello se acerca un poco a mi mejilla para poder visualizar el conector y se encarga de conectar el collar con rapidez. Se aleja un poco, pero la distancia entre nosotros no es mucha por lo que puedo ver sus ojos verdes muy de cerca, (sus ojos debieron cambiar de color al drenar su energía) se queda unos segundos observando mis ojos con notorio interés, y yo observó los suyos con notorio nerviosismo.

—Y bien... ¿funciono?

—Si... están perfectamente teñidos de un azul cielo, tan abrumante y aterrador como su portadora— susurra antes de tomar una distancia prudente. Aclaro mi garganta con nerviosismo.

—¿Dices que soy aterradora?

—¿En serio quieres tener esa conversación ahora Lena?

—Si, porque literalmente me estas agrediendo y quiero saber el por qué.

Levanta la cabeza mirando hacia el cielo y suelta un jadeo, pone sus manos sobre sus caderas y vuelve a mirarme:

—Bien, ya que parece que aún no lo notas te lo voy a explicar yo. Primero, manipulas a todos a tu alrededor con dulcura, les has hecho creer que eres sumisa y una buena niña, cuando en realidad solo los estas utilizando. Segundo; mueves a Hansel y cada una de las personas a tu alrededor como piezas de ajedrez en el tablero de la muerte, el que te sirve avanza contigo y el que no corre riesgo de que ya no lo haga. En resumen, te has vuelto calculadora, manipuladora y estas utilizando a todos a tu alrededor para conseguir exactamente lo que quieres...— cerré mis puños con fuerza, porque, aunque eso era cierto, que me lo dijera así, con ese tono de voz y esa mirada me hacía sentir como un monstruo—y te felicito, has aprendido del mejor.

Se señalo con orgullo.

Puse los ojos en blanco en cuanto soltó esa última frase con una sonrisilla en los labios. Esboce una sonrisa amarga, me acerque a él y puse mi dedo índice sobre su pecho de manera amenazante.

—Cuidado, dicen por ahí que el estudiante supera al maestro.
Tomo mi mano apartando mi dedo de su pecho—No cuando el maestro es superior en muchos sentidos. Yo puedo matar a sangre fría a quien sea sin importarme nada, tu no. Te faltan por lo menos mil años más antes de superarme.

—Bien, dejare que te confíes, y te daré en ese orgullo. — soltó un jadeo burlesco como si no pudiera creérselo— ¿Quiero saber que sigue ahora?

—Primero nos vamos ¿no?

Asentí y abrí el portal en el tronco de un árbol. Esta vez el hechizo salió a la primera, en realidad no era difícil solo necesitaba concentración y relajación, o por el contrario algo de adrenalina, eso hacía que el elemento dentro de mí se activara en un cien por ciento.

***

—¿Se puede saber en dónde estabas? — escucho la vos de la reina madre en cuanto las puertas de la habitación se abren con brusquedad.

Me apresuro a recibirla. Camino hacia el lugar en el que se encuentra dentro de la habitación y hago una pequeña reverencia. Mis doncellas se posicionaron estratégicamente detrás de mí y las suyas detrás de ella. Por suerte alcance a cambiarme después de llegar del bosque y Van hace rato cambio de forma, por lo que al menos por ahora no tengo nada de qué preocuparme.

—Saludos madre. He estado aquí desde que termine de dar el paseo con el príncipe Hansel ¿Por qué la pregunta?

—Porque no almorzaste con nosotros. Se suponía que tenías que bajar—me espeto molesta.

—Lamento no haberlo hecho. La cabalgata hizo que me doliera un poco la cabeza, y decidí quedarme a descansar- conteste de manera sumisa.

—¿Decidiste dices? — se acercó a mí y en un solo movimiento estampo fuertemente su mano en mi mejilla. Ardió, dolió, al punto de que estuve a nada de regresársela, pero logré contenerme.

—Tú no puedes decidir nada, tú haces lo que yo digo ¿ya lo olvidaste? —me espeto inclinando su cabeza de manera amenazante sobre la mía. Tomó mi mentón y me obligo a verla a los ojos para luego susurrarme:

— Tu no haces nada sin que yo te lo diga, y si yo te dije que el príncipe Hansel seria tu esposo, es porque debes convertirte literalmente en su sombra ¿entiendes? — se inclinó más sobre mí y acerco sus labios a mi oreja para susurrar—Déjame recordarte que si estás aquí es porque yo lo quise así, lo que significa que estoy por encima de ti, estoy tan arriba, que si yo quiero puedo hacer que a tu madre le sucedan muchas cosas malas...y no queremos que eso pase ¿verdad?

Me libera de su agarre bruscamente. Retrocede unos cuantos pasos y retoma su posición erguida de reina digna e inalcanzable.
No pronuncie palabra. Levante mi cabeza y regrese a verla con la mejilla ardiendo, y los ojos teñidos de rojo, por la impotencia de no poder defenderme. Van tenía razón, aunque ya no tenga a mi familia conmigo, siempre serán una debilidad, ella siempre va a utilizar a mi madre y a mis hermanos para amenazarme.

—No volverá a suceder—le aseguro.

—Lo sé. Por eso esta noche habrá una cena en honor al príncipe, asistirás y comeremos los tres juntos. Cena que por cierto se supone que tu organizaste en honor a la estancia de su alteza— me informo—si llegas tarde o si por el contrario no llegas, atente a las consecuencias.

Giro en su propio eje y sus doncellas le abrieron paso para que dirigiera la ruta. Caminaron a sus espaldas y cerraron la puerta. Dejándome con suma vergüenza e impotencia delante de mis doncellas.

—No se aflija majestad, con todo respeto la reina madre siempre ha tenido un carácter duro.

Hablo una de mis doncellas. Me giré hacia ellas, y las vi estáticas sin romper fila, con la mirada clavada en el piso, asumo que la que hablo debió hacerlo sin levantar la cabeza.

—¿Por qué bajan la cabeza? ¿Han hecho algo malo acaso? — pregunto con serenidad en mi voz.

—No majestad. Solo es parte de nuestro protocolo—respondió una de ellas.

—Pues a mí no me gusta. No es justo que sean sumisas solo porque un papel lo dicta...

—En realidad es Madame Cants...—dijo la más pequeña de todas. Al oírla las demás le susurraron que se calle.

—Ya veo que los aires de superioridad no solo los tiene la reina madre. Dentro del palacio el que tiene mayor rango es el que se siente superior y con derecho de pisotear. Pero eso va a acabarse en mi reinado, un día todos los que pisotearon serán pisoteados por quienes pisotearon primero, eso se los firmo con mi voz. Luchare por su libertad y por la mía.

Les asegure, mientras la rabia y la impotencia me consumían por dentro. Al fondo de la habitación mis ojos se encontraron con la mirada verdosa de Cheng Cheng, estaba sentado sobre la pequeña mesa de cristal viéndome atentamente de manera aterradora y penetrante.

—No es necesario que se moleste por nosotras majestad, estamos bien, y nos sentimos bien al servirle. Con todo respeto y por la seguridad de todos le sugiero no desafiar a la reina madre.

—No tienen que preocuparse por mí. Se defenderme...aunque no lo demuestre.

Le pedí a las doncellas que se retiraran y quedandome a solas con él. Automáticamente cambio de forma y se quedó paralizado observándome de brazos cruzados.

—¿Sabes lo que has dicho?

—Lo sé, porque salió de mis labios ¿crees que solo me arde la mejilla? No, me arde el estómago, el pecho y el cuerpo entero lo tengo lleno de impotencia y rabia...quisiera tenerla entre mis manos y...

Me interrumpió.

—¿Matarla? ¡Wow! Tranquila asesina, admito que comparto el sentimiento, pero los guardias de Elite podrían oírte— se acercó a mí y poso su mano sobre la mejilla que en la que la reina estrello su mano. Se sintió bien por un segundo, su toque frio calmo el ardor— la tendrás entre tus manos cuando llegue el momento. Cuando llegue tu momento, y entonces podras cobrar golpe por golpe y sangre con sangre.

—No sé cuánto más pueda soportarla. La cena se alargará y retrasará nuestros planes.

Baja su mano de mi mejilla hasta el bolsillo delantero de su pantalón y saca el collar con el dije oscuro y lo extiende hacia mí. Quedamos en que él lo guardaría mientras estábamos dentro del palacio, dado que guardarlo en la habitación era peligroso, considerando que las doncellas limpian cada rincón y que la energía que emana el collar podría dejar inconsciente a alguien que no posee magia.

—¿Qué tal si jugamos un poco con el príncipe?

—¿Cómo?

—Mostrándole a su amada Malena.

—No, no puedo aun, no estoy lista para enfrentarlo.

—Que aburrida eres— bufo—entonces plan B.

Saco de su otro bolsillo una planta motosa, color café, era pequeña y desprendía una especie de polvo.

—¿De dónde sacaste eso?

—Del bosque. Un poco de esto en sus copas y no abandonaran el baño en un buen rato— explico con perversión en su mirada.

—Bien, esa idea me agrada más.

Al caer la noche, las doncellas me ayudaron a vestirme. Llevaba un vestido color azul marino con brillo en la falda, y pedrería en el corsé, mangas largas transparente que caían desde mis hombros hasta el fin del faldón. Un collar de perlas, pendientes de perlas y el cabello ligeramente recogido, como el vestido era un poco descotado las doncellas dejaron libre una parte de las ondas del castaño cabello.

Van había vuelto a su forma gatuna. Decidimos ir juntos a la dichosa cena para poder ejecutar el plan, yo distraería a quien estuviese en el comedor vigilando y el echaría el polvo de aquella planta en las copas del príncipe y la reina. Nos desharíamos de ellos y empezaríamos la travesía que me llevaría al segundo elemento.

—¿Estas listo? — le susurre acurrucándolo en mis brazos mientras los guardias abrían las puertas del comedor para mí.

—La pregunta ofende— susurro mientras me adentraba en el comedor con él en brazos. Los guardias cerraron las puertas tras de mí. Y me encontré con dos mayordomos allí dentro, custodiando la mesa redonda, donde había un banquete listo para ser servido, copas de agua, vino, y hasta un vaso de jugo. Hicieron una cortes reverencia, y me dieron la bienvenida. Por suerte aún no había llegado ni Hansel ni la reina, me asegure de llegar unos minutos antes. para llevar a cabo el plan. Pero ahora debía deshacerme de los mayordomos. Deje a Cheng Cheng sobre la mesa, para que ejecutara el plan en cuanto los mayordomos se distrajeran.

—¿Podrían decirme la hora? —pregunte dirigiéndome a ellos.

—Son las siete en punto majestad— respondió uno de ellos sin perder la rigidez, y sin mirar ningún reloj. Fracaso.

—¿Cómo ha podido saberlo sin ver un reloj?

—La luna es la que me ha dictado la hora majestad—regrese la mirada hacia atrás y en efecto detrás de mi había un ventanal que permitía ver el cielo nocturno.

Suspiré algo molesta, o intentando suprimir mi molestia y volví a intentar algo:

—¿Pero qué clase de cortinas son esas? — pregunte fingiendo indignación.

—La reina madre a elegido ese color majestad.

—El rojo no va con mi atuendo, les ordeno que las quiten y que cuelguen unas azules ahora mismo.

—Pero majestad, la reina madre ordeno...

—¿Me está desafiando? —pregunte entrecerrando mis ojos para intimidarlo.

—No me atrevería majestad.

—Entonces limítese a cumplir mis ordenes— vi cómo le dio un pequeño empujón por los hombros a su compañero y este se movió en dirección a las cortinas.

—Y usted no se quede ahí parado ayúdelo. Nuestro invitado está por llegar— se movió en dirección hacia su compañero de forma rápida y lo ayudo. El momento de la discusión fue aprovechado por Cheng Cheng, y me hizo una ceña indicando que la misión había sido exitosa.

—De hecho, ya estoy aquí— la voz de Hansel casi me hizo estremecer por lo sorpresiva que fue.

Allí estaba con su elegante traje azul y blanco, muy bien peinado y con una tímida sonrisa. Por un instante no supe que hacer, ni siquiera escuché en qué momento se abrió la puerta. Lo salude torpemente, intentando evadir el hecho de que estaba regañando como una reina déspota a los mayordomos. El pareció no darle importancia a ese hecho, se acercó a mi tomo mi mano y poso sus labios sobre los nudillos de estas.

—Es un honor que organizara esta cena en mi nombre.

Dijo sin soltar mi mano.

—Al contrario, el honor es mío, al tenerlo de visita en mi reino.

Ni bien termine de pronunciar esas palabras y Cheng Cheng o más bien Van soltó algo parecido a un gruñido. Soltó un maullido ostentoso como si le molestara lo que estaba presenciado. Porque si le estaba molestando.

Hansel ladeo la cabeza y dirigió su mirada hacia él.

—No sabía que tenía una mascota majestad—se acercó a Van, quien estaba sentado al borde de la mesa, con un semblante no muy amigable. Intento acariciarlo, pero Van le mostro los colmillos de forma agresiva—¡Wow!, no es muy amigable.

—No, no lo es. Él es más reservado que cualquier otra criatura— me apresure a contestar, mientras tomaba al imprudente gato entre mis manos.

— Entiendo. Hablando de criaturas y mascotas quisiera pedirle amablemente que...

—Veo que todos ya están aquí. Disculpen la tardanza, no interrumpo una conversación importante ¿verdad? - la reina madre interrumpió súbitamente nuestra conversación con su presencia. Hansel se apresuró a saludarla y segundos después nos sentamos todos alrededor de la mesa. Me senté y mantuve a Cheng Cheng sobre mi regazo, así lo mantendría bajo control, aunque el no quisiera.

La reina madre empezó a hablar de un par de cosas sin relevancia, y empezamos a degustar de la comida. Mientras yo anhelaba que probaran el agua en sus copas para salir de aquí lo más rápido posible. La reina madre probo el caviar y segundos después lentamente llevo la copa de agua a sus labios. Excelente, bebió la mitad del contenido sin pausa alguna. Por otro lado, Hansel, solo tomo vino, nunca probo el agua, situación que me estreso mucho, pero al menos pude deshacerme del problema mayor.

—Creo que van a tener que disculparme—hablo disimulando un quejido, sosteniendo su abdomen con una mano— Me tengo que retirar ahora.

Se levanto y Hansel preocupado le pregunto si se encontraba bien, la reina madre fingió estar bien, y le pidió que se quedara acompañándome, cosa que ni a mí ni a Van favoreció.

—Bueno, creo que algo de la comida no le cayó bien a la reina madre. Me disculpo por tener que la cena acabara tan pronto, creo que será mejor que todos nos retiremos a descansar—trate de escusarme para escapar, una vez que la reina madre se retiró.

—Entiendo, pero antes de que se retire a sus aposentos me gustaría invitarla a dar un pequeño paseo por el jardín...

—Eh, en realidad yo...

—Dicen que caminar ayuda a la buena digestión...

Y si, no me quedo más que aceptar. Las escusas se me acabaron, y a Hansel le quedaba una larga lista del porque debíamos ir...

—La reina me pidió que la acompañara por un rato más, y mi deber es hacerlo.

Minutos después nos vi caminando alrededor de la fuente que está en uno de los jardines frontales del palacio. Allí rodeados de los sonidos emitidos por los insectos nocturnos, por arbustos y las frondosas flores, sin que se diera cuenta contemple su rostro iluminado por la luz de la luna. Hansel tenía facciones muy bien definidas, un carácter flexible, amable y un espíritu liberal pero comprometido con su pueblo, siempre pensé que sería mejor rey que su hermano, pero no soy quién para juzgar al rey Magnus.

—¿Le agrada el cielo nocturno? — pregunto observando la nada, o más bien el cielo.

—Es muy bello— dije embobada observándolo de perfil. Gracias a los cielos reaccione a tiempo y trate de reponer con coherencia— imponente y sereno.

—Pienso igual. Aunque es algo gracioso, ¿sabe? hace años conocí a una niña que pensaba que las estrellas eran dulces que se derretían con el sol y caían en forma de lluvia— comento formando una pequeña sonrisa con sus labios.

Y si, la niña de la que habla era yo. Tontamente tenía esa teoría a los cinco años, pero... ¿Qué caso tiene decirme esto ahora? ¿Qué caso tiene decirle esto a Cordelia?

—Umm, la niña que lo dijo debió ser una niña muy dulce- me escuche decir.

—Lo era, era muy linda, estaba llena de sonrisas y donde quiera que iba repartía felicidad, papa la quería mucho, incluso Jared siendo un témpano de hielo desde pequeño solía emocionarse cuando ella iba a visitarnos.

Una dura, cruel y depresiva nostalgia me invadió en ese momento. Todo sería tan distinto si nunca, hubieran acusado a papá de traición. Yo seguiría siendo su amiga, llevaría una vida feliz, papá seguiría con vida...aunque eso implicaría que nunca hubiera conocería a Van.

—Umm, veo que se trata de alguien muy especial ¿Dónde se encuentra ella ahora? — indague en un débil intento de mantener mi voz fuerte.

—Francamente, no lo se. Y con todo respeto majestad preferiría no hablar de eso, recordarla me hace sentir que ella sigue sonriendo como lo hacía antes, y volver a la realidad donde ella es una incógnita...duele.

—No se disculpe, en todo caso yo debería disculparme por haber preguntado— por impulso, por instinto, o por el absurdo sentimiento que aun alberga mi corazón, me acerque a él y pose una de mis manos sobre sus hombros tratando de reconfortarlo— sea donde sea que ella este, seguro que también lo recuerda con una sonrisa.

Su mirada y la mía se encontraron por unos segundos. Mantuve el contacto visual por unos segundos, hasta que volví en mí misma y bajé tanto mi mano de su hombro como mi mirada.

—Gracias por reconfortarme majestad. Y si no es mucha molestia, me gustaría insistir en la reconstrucción de los orfanatos en la capital y las ciudades fronterizas de Sunland, tal vez haya muchos niños abandonados que necesiten cobijo.

—Lo he meditado, y me parece una noble sugerencia. Y por supuesto que la tomare en cuenta de hecho la pondré en debate en la primera audiencia que tenga con los ministros.

Hable con franqueza. Si eso deja que su consciencia este más tranquila pues eso debo hacer, o al menos hacerle creer que lo hare, siendo franca Van tiene razón yo solo soy una marioneta, sin voz ni voto en este palacio, los sirvientes me obedecen por temor a mi rango, pero la reina madre y los ministros no cesaran en su idea de acabar conmigo.

Nos despedimos cordialmente, y por fin pude empezar a correr hacia mi habitación. Lugar donde me encontré con un Van de brazos cruzados y expresión amarga, tensa y obstinada.

—No me mires así, tu fuiste testigo de que intente por todos los medios posibles escapar de él— trate de escusarme al cerrar la puerta a mi espalda. Me pareció raro verlo en su forma, 'normal' y no como Cheng Cheng, se supone que las doncellas lo trajeron hasta aquí en cuanto yo baje al jardín con Hansel.

—Si claro. Sea donde sea que ella este, seguro que también lo recuerda con una sonrisa— recita, recordándome lo que le dije a Hansel hace unos minutos.

—¿Estabas espiándonos?

—Estaba cuidando tu dignidad que es distinto. Cuidado con lo que dices Lena, un comentario inocente y podrías levantar sus sospechas, y entonces si estarás perdida.

—Eso no va a pasar. El no sospecharía de mí, el cree...

—¡Él cree!, ¡él cree!. Él puede creer muchas cosas Lena y con tu actitud y tu torpeza lo estas guiando hacia ti— me espeto, perdiendo totalmente la paciencia— esta noche íbamos a ir por el segundo elemento, íbamos a dar un paso grande que te garantizaría unos días más de vida, más de los que ellos tienen planeado para ti...pero tu preferiste quedarte a revivir sentimentalismos inútiles con el principito de tus sueños, sueños que también son inútiles LENA.

—¡Van esa no era mi intención!. Yo no quería quedarme con él, y lo siento mucho si me tarde, ¿pero que querías que hiciera? Que lo dejara ahí tirado para que mañana venga la reina y me proporcione otra bofetada.

—Lena creo que no has entendido el significado de ser quién eres, o de quien quieres ser. Para ganar una batalla, primero debes sufrir el proceso, caerás, te levantaras, te lastimaran, te traicionaran y te harán sufrir de distintas maneras y ¿sabes por qué? Porque el mundo es cruel, las personas no siempre son lo que aparentan y la vida al menos la de ustedes los humanos es corta, pasajera e impredecible.

Baje la cabeza sin saber que responder, la frialdad en sus palabras de cierta manera me dolió, porque la verdad duele, y el me la estaba diciendo.

—Si no estas dispuesta a sufrir el proceso esta batalla no tiene sentido— hablo bajando su tono de voz— porque la perdiste desde el momento en que bajaste la cabeza. Te jure lealtad por salvarme, y solo por eso hoy vuelvo a preguntarte y quiero que respondas con la verdad ¿Aun quieres los cinco elementos? ¿Aun quieres hacerle justicia a tu familia?

Dio unos cuantos pasos hacia mi acortando la distancia entre nosotros, pero manteniéndose a una distancia prudente.

Lo pensé por unos segundos detenidamente. ¿Aun quería seguir con esto? Siendo sincera conmigo misma diría que no. Pero siendo razonable, olvidándome por completo de mi vida antes de ser exiliada y recordando cada lagrima de mi madre, cada carencia que sufrimos y cada humillación que vivimos, encuentro la fuerza necesaria para decir:

—Si quiero— respondí con firmeza levantando la cabeza.

—Entonces elige: El príncipe alborota polillas estomacales, o yo. Pero a los dos no puedes tenerlos. O tienes el bien de tu lado o tienes al mal, pero jugar de ambos lados no te llevara a nada.

—¿Me estas amenazando?

—No, te estoy aclarando las cosas.

—Entonces no hay duda, una y mil veces...te elijo a ti.

Mi respuesta lo dejo helado. Mas de lo que comúnmente es, pero al menos la tensión en sus hombros bajo notoriamente.

—¿Por qué? Podrías elegirlo a él y vivir tu romance con final trágico perfecto

—Porque él no haría por mí, lo que tu sí. Y porque tú eres el único ser en el que confiaría hasta mi vida ¿entiendes? Así que no vuelvas a dudar de mi prevalencia en esta batalla. Tú lo has dicho, van a lastimarme, y ya lo hicieron, van a traicionarme, y ya lo hicieron también, hoy pude haber caído, pero me has ayudado a levantarme. Así que vamos a seguir luchando.

Van pareció más convencido con esas últimas palabras, pero me advirtió que si no cambiaba mi actitud ante la eminente situación con Hansel y la reina, moriría más rápido de lo pensado. Le asegure que cambiaria y dominaría mis sentimientos, y que no desistiría en mi venganza.

***

—No puedo creer que yo esté haciendo esto.

Lo escuche rezongar por decima vez.
La noche aún era joven y después de la discusión que tuvimos, decidimos arriesgarnos e ir a Oceanía por el segundo elemento. Claramente para esto necesitábamos armas, vestuario y un peinado adecuado, peinado del cual se estaba encargando Van, pues resulto ser que también infecto de ese extraño polen a mis doncellas, así que no le quedo de otra que peinarme el mismo. Me estaba trenzando el cabello sin tener la menor idea de lo que era una trenza, por su inexperiencia dejo algunos pequeños mechones fuera de la trenza, pero al menos la hizo.

Gracias a los distintos obsequios y a las distintas clases de tela que me regalaron los nobles durante mi presentación, logre armar mi vestuario. Un pantalón negro, una blusa del mismo color con un corsé en la cintura, y unas botas de cuero por debajo de la rodilla. Van por el contrario solo cambio de camisa y pantalón, que buena falta le hacía, pero los colores no cambiaron. Con su magia rara le dio forma a la tela como él quiso y conseguimos los atuendos.

—Yo tampoco hubiera creído que me convertiría en la reina de Sunland sino lo hubiera vivido, pero ya ves, aquí estoy— le conteste poniéndome de pie, dando unos cuantos pasos lejos del sillón.

—Como sea, vas a aprender a hacerlo tu misma. La próxima que me obligues a hacerlo, primero me ahorco con una de las millones de hebras oscuras que cuelgan de tu cabeza antes de hacerlo.

—Tú lo has dicho, yo te obligué, pero tampoco te puse un puñal en el pecho para que lo hicieras—ironice, porque en realidad si lo hice— Pero tal vez pueda compensar algo por la discusión de hace un rato y tu ayuda...con esto.

Me acerque a uno de los cajones de mi mesa de noche y de ahí saque una daga, de metal con un aro de oro en la parte superior de la empuñadura. La hoja era recta puntuda y filosa, y en ella habían pequeñas espirales tallados.

Se la lance y el la atrapo sin hacer mucho esfuerzo. Su agilidad nunca dejara de sorprenderme.

—¿En serio? —pronuncio sin dejar de observarla.

—¿Qué? ¿no te gusta?

—¿Tenía que ser dorada? — soltó enarcando una ceja.
Ya había olvidado que el dorado y los colores pintorescos en general no van con él. La daga estaba bañada en oro, pero que podía hacer, lo importante es que logre conseguirla ¿no?

—Estamos en Sunland ¿Qué esperabas?

Se limito a juguetear con ella metiendo su dedo índice en el pequeño aro en la parte superior.

—Fuera de lo horrible que se ve, es interesante, podría divertirme mucho. ¿Qué es esto?

Señalo el rubí incrustado entre la empuñadura y la hoja.

—Es un rubí de fuego. Una piedra majestuosa que le da cierto realce...

—Sé lo que es. Me refería a él ¿Qué hace incrustada aquí?

—Es característica del elemento fuego y de quienes lo poseen. Su portador admiraba el elemento fuego...

—¿Era de tu padre?

Asentí con la cabeza. Mi padre guardaba muchas armas de ese tipo en casa, siempre lo recordaba limpiándolas con un delicado pañuelo rojo. El solía decir que un buen dragón no escondía todos sus huevos en un mismo nido, por eso el escondió algunas de sus armas en el palacio, lugares que yo conocía por supuesto.

—¿Por qué me la das entonces?

—Porque yo ya tengo dos— saque dos dagas de mis botas, eran iguales a la que le di a Van con la diferencia de que las mías eran de plata— y porque dije que me desharía de los sentimentalismos inútiles- acentúe mi voz en la última palabra.

—¡Wow! Si no te conociera me darías miedo.—Comenta con sarcaamo—Momento. Protesto ¿Por qué las tuyas son de plata?

—Porque me gustan, el rubí resalta más. Y a ti te va más la dorada- conteste con simpleza pasando por su costado. Me dirigí hacia el salón en mi habitación donde solía practicar hechizos con Frederick, ya que allí abriría el portal que nos llevaría a Oceanía.

Van me siguió de cerca y cerró las puertas con seguro.

—¿Estás seguro de esto? —pregunto viéndolo a los ojos.

—Nada es seguro fuera de tu burbuja de oro. Pero es el sacrificio que hay que hacer para que consigas los cuatro elementos restantes.

Guarde las dagas a un costado de mis botas, y me pare en la circunferencia del sol impregnada en el suelo.

Me llevo dos horas abrir el portal, pues abrir un portal que lleva a un lugar más allá de la muralla es complicado, al menos para mí lo es. Después de abrir el portal teníamos exactamente seis horas antes del amanecer, tenía que volver o al menos trataría de volver al amanecer antes de que todos despierten. Al ser un portal especial el que abrí, no lo hice sobre una pared sino sobre la circunferencia que da forma al sol impregnado en el suelo, dándole forma ahora a un pozo azul claro brillante.

-—Por fin, ya era hora, empezaba a aburrirme— comento Van a mi espalda.

—Creo que tomara menos tiempo a la próxima.

—Ojalá, no nos conviene quedarnos atrapados allá.

Se puso de cuclillas a un costado del portal y lo observo detenidamente por unos segundos.

—Llego la hora— anuncio regresando a verme a los ojos.

—Estoy lista— asegure.

Y lo estaba, tenía el puesto el collar, tenía el coraje, tenía las armas, tenía un elemento y lo tenía a él.

Se puso de pie y extendió su mano hacia mí, ofreciéndomela. La observe y dude internamente, aunque por fuera no dude en tomarla.

—Ni se te ocurra romantizar esto— se refirió a nuestras manos juntas—Lo hago considerando que esta es tu primera vez fuera de tu burbuja de oro.

—Lo sé— conteste sosteniéndole la mirada.

—Entonces, será un placer ser tu guía.

Cierro los ojos, busco fuerzas en mi interior para dar el salto que me llevara a la mismísima guerra. No lo hago por mí, lo hago por mis padres, y por la vida que me negaron vivir.
Sin más, saltamos al pozo en el suelo, y nos sumergimos en una especie de trance que me hizo aferrarme más a la mano de Van. Todo paso muy rápido hasta que caímos en una especie de suelo rocoso.

Caímos de cuclillas, o más bien logre caer así porque Van me sostenía la mano. Abrí los ojos y me vi rodeada por un inmenso mar, un cielo grisáceo y una pequeña isla rocosa sobre la cual estábamos parados. Un gesto de asombro no se hizo esperar en mí, porque entendí que verdaderamente ya no estaba en Sunland.

Van noto mi reacción, por lo que se apresuró a decir:

—Bienvenida a Oceanía Lena.

Autora:

Holaa!! Estoy por acá nuevamente un lunes. Me extendí un poquito sí, pero siento que el capítulo valío la pena. Sí encuentran alguna falta ortográfica por favor haganmelo saber. Ahora con todo lo que ha pasado en este capítulo me gustaría preguntarles:

¿Están listos para lo que se viene?

Porque sí, les aseguro que esto apenas comienza, se vienen grandes cosas.

Gracias por leerme <33

Los quiere Evie 🖤

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