Armony ⌊ SasuSaku ⌉

Por NeoClas

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Sasuke, un joven estudiante de Kinesiología, descubre que una de sus compañeras stalkea su Instagram a través... Más

Prólogo
Aclaraciones
Perfiles
Episodio 1
Episodio 2
Episodio 3
Episodio 4
Episodio 5
Episodio 7
Episodio 8
Episodio 9
Episodio 10
Episodio 11
Episodio 12
Episodio 13

Episodio 6

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Por NeoClas

3/3

—Puf, esto tiene realmente tiene muy buena información —opinó de pronto Matsuri, quien admiraba mi fotocopia de Anatomía con detenimiento mientras resolvía una de las preguntas— ¿En serio lo has conseguido en la biblioteca?

—Ajá.

Otro trabajo más en dupla...

Vale, se entiende que los profes mantienen esa ideología de que, entre más apoyo poseas por parte de compañeros, mejor resultarán las cosas. Pero aún existe gente que prefiere hacer las cosas sólo, pues de lo contrario, se siente forzado.

Me pone de malas el ver cómo un compañero de mi equipo no trabaja o no soluciona ciertos retos de la manera en que yo lo haría, más porque si se supone que somos un equipo, lo que él o ella haga; se complementa con mi parte del desafío. Y si bien Matsuri es bastante buena en lo que hace, era tan rápida que ni siquiera había tiempo para observar a mayor profundidad ciertos detalles, y de vez en cuando, llevaba mucho la contraria.

—Listo, he terminado la última pregunta, ¿has terminado la tuya ya? —preguntó ella, a lo que yo asentí— Bien, unamos todo —extrajo de su estuche una pequeña grapadora de color celeste. Tomó las hojas y con la pequeña herramienta las unió, verificando que todo estuviese en orden— Me parece que todo está listo.

Ambos nos levantamos, dispuestos a movernos para ir a entregar finalmente el bendito trabajo.

—¿Haruno? —escuchamos la voz de la profesora a tono alto, y junto con el apellido pronunciado, levanté mi cabeza instantáneamente con curiosidad— ¿Puede venir aquí un segundo?

Justo en la entrada del aula, la pelirrosa se encontraba levantada con su bolso sobre las manos y semi empapada de pies a cabeza. Sobre todo, estaba muy, muy pálida. Tanto, que hasta me agarró frío de sólo mirarla.

Extrañado por el estado de ella, noté que su postura yacía más que estática. Además, todo el salón se había silenciado levemente hasta que la pelirrosa se encaminó hasta la profesora segundos después. Y entonces, poco a poco, la bulla de los estudiantes volvió a elevarse.
En cuanto la Haruno comenzó a hablar a tono bajo y a la distancia, Matsuri espabiló.

—Bien, ¿vamos?

—Le he dicho que no me interesa —fue lo primero que escuchamos al situarnos detrás de la pelirrosa para esperar a que la profesora nos atendiese—. La única responsabilidad que usted tiene es cumplir con su puntualidad, buenas calificaciones y deberes. De momento, con estas dos primeras no he visto buenos resultados.

—... ¿Disculpe? —cuestionó ella.

—Asuma las consecuencias, señorita Haruno. Usted tiene bastante claro que no es la primera vez que llega tarde, y ni hablar del año anterior. Así que, si en 30 minutos no tengo su trabajo en mi escritorio, deberá aceptar su mínima calificación.

¿30 minutos?, me pregunté con indiferencia. Era absurdo el tiempo otorgado, pero bien, tampoco era mi problema.

Sin embargo, y aunque observando únicamente la espalda de la Haruno noté que una vez más había adoptado una postura en seco y estática, me fijé nuevamente en el estado húmedo que se encontraba.

Había estado bajo la lluvia, eso es demasiado obvio, ¿pero cuánto? Pues no traía un paragua en manos, y sabiendo que me llamaba la atención, me fijé en que la zona trasera de su cabello estaba medianamente intacta y presentable. Observando, supuse que se debía al hecho de que el gorro de su abrigo se había encargado de cubrirla de la lluvia. Pero desde su cuello y hombros pequeños hacia abajo, había una diferencia bastante notoria debido a la clara humedad postrada en sus prendas.

Pronto la escuché susurrar algo a lo bajo, y sin entenderla en absoluto, la profesora fue la primera en reaccionar.

—¿Qué? —pronunció— ¿Podría modular mejor?

Ella movió sus manos como en un sobresalto, y como si pareciera meditar movió su cabeza suavemente antes de continuar.

—Yo... disculpe —dijo, direccionando la cabeza hacia abajo—, no se volverá a repetir.

—... Bien, retírese.

La pelirrosa no tardó en tomar la hoja de actividad ofrecida por la profesora, y apenas dió la media vuelta, se topó con Matsuri provocando que ambas se sobresaltaran a la par al haber estado a punto de chocar.

—¡Ush, cuidado!

—¡Ah! P-Perdón, no sabía que-... —y sin embargo, en cuanto mi mirada y la suya chocaron fijamente, ella detuvo su comentario enseguida.

Vi otra vez sus ojos brillantes cargados de cierta energía frágil o negativa, pero antes de siquiera cruzar una sola palabra, Matsuri se adelantó.

—Ahm, no importa —dijo ella—, ¿me das espacio para entregarle esto a la profesora?

La Haruno no tardó en hacerse a un lado, y en cuanto nosotros nos adelantamos hasta llegar al escritorio de la profesora, ella ya se había alejado de nosotros de manera ágil y veloz.

Sin embargo mis ojos siguieron su posición, pues la escena se me hizo muy similar a la primera vez que ocurrió esto.

—Estando ya en la universidad, siguen creyendo que son niños sin responsabilidades —comentó ásperamente la profesora a un costado, refiriéndose claramente a lo ocurrido recientemente y a lo que mi compañera le respondió.

—Sí... Está muy empapada, ¿le pasó algo?

—Pues claro, afuera cada vez llueve más —contestó—. Seguramente volvió a quedarse dormida, pero ya no lo toleraré.

—Claro, es entendible... Aunque da lástima.

Fruncí el ceño ante sus comentarios, sin quitarle la mirada de encima a Sakura.

¿Se quedó dormida?

Ná, muy cuestionable. Vi la historia que publicó hoy por la mañana, en donde ella misma me hacía verificar que, bien temprano, ya se dirigía hasta la universidad. Pero no sé, viendo ahora a la pelirrosa muy tiesa como una estatua mirando su hoja, y con la expresión más que fuera de sí plasmada en su cara, era de tontos pensar que se trataba de algo tan simple y absurdo como quedarse dormida y ya está.

Pero bien, sólo ella sabrá.

—¿Y ustedes? ¿Tienen alguna duda? —preguntó la profesora, enfocándose en nosotros.

—Ya terminamos la actividad —habló Matsuri. La mayor nos indicó que dejáramos las hojas sobre su escritorio, junto con los otros pocos trabajos que ya habían sido entregados. Pronto y sin más, volvimos a dirigirnos a nuestros asientos.

De vuelta a los pupitres, Matsuri comenzó a hacer breves comentarios respecto a lo fácil que había resultado el trabajo gracias a la fotocopia del libro de Anatomía. Por mi parte no le presté mucha atención, y al contrario, había vuelto a posar mi mirada en la pelirrosa y de reojo. Esta vez su pierna había comenzado a moverse con ese tick, aunque a diferencia de unos minutos, ahora parecía esforzarse en pasearse por las páginas de su libro con auténtica velocidad.

Bastó con mirarle la cara una vez más para enterarme de todo.

Que estrés, pensé de tan solo meterme en sus zapatos, pues su expresión la delataba al cien por cien.

—Todo este contenido entrará en el examen, ¿no? —pregunté.

—Me parece... Si la profesora lo fijó para unas dos semanas más, yo creo que sí.

Sin decir nada, asentí en tono de afirmación a su respuesta. Me levanté sin más para encaminarme hacia la profesora por segunda vez y preguntarle directamente:

—¿Puedo sacar un momento el trabajo que he hecho con mi compañera?

Ella me miró extrañada, pero no tardó en contestar.

—¿Cómo?

—Con mi compañera dejamos una respuesta en lápiz mina —mentí.

—Ah, ¿Uchiha? —asentí— Vale, puedes buscarlo entre los que están-...

—Ok —sin perder el tiempo, posé mis manos sobre la pila de trabajos que estaban sobre su escritorio. No fue difícil hallarlo. Sin decir nada volví hasta mi pupitre para después sacar mi teléfono asegurándome de que la profesora no estuviese mirando, y comencé a tomarle fotos a las hojas.

Sentí cómo Matsuri se sobresaltaba y me miraba casi anonadada.

—¿Qué haces?

—He olvidado tomarle fotos.

—¿Fotos para qué?

—Estas preguntas podrían salir en el examen. Voy a estudiar con esto.

—Oh... ¡Pues bien pensado! ¿Me las mandas a mí después?

—No te tengo en contactos, tómale fotos tú.

En cuanto revisé que todas las fotos tenían buena calidad, supe que era mejor volver a dejar las hojas en el escritorio de la profesora.

Por último, miré a Sakura.

Tuve una vaga búsqueda mental para ver qué podía hacer por ella al respecto, pues no podía mentir; era lamentable verla así.

Pero bien... Tampoco tengo nada que ver con eso.

. . .

Llegué al gimnasio de la universidad a poco menos con los pies arrastrando. Me quité la gorra de la cabeza la cual me había estado cubriendo de la lluvia, y me sobé los brazos con mis manos, brindándome algo de calor por el ambiente gélido situado a cada lugar al que llegaba, y al ver con facilidad a Naruto a un rincón de dos paredes pero sobre una de las bancas, hablando sólo y moviendo sus brazos, solté un suspiro, imaginándome lo que me esperaba.

Cómo deseaba estar en la biblioteca, calentito y tomándome un café. Pero bien...

—Ya es segunda vez que provocas que me salte el almuerzo —dije, una vez ya más cerca de su posición para que éste pudiera oírme—. Me debes ya dos hamburguesas.

—¡¿Bromeas?!

—¿Me ves con cara de andar bromeando? Me cago de hambre.

—¡Egoísta, es por una buena causa, estamos salvando la vida de este bicho!

Para cuando llegué a su posición y tomé asiento junto a Naruto, pude ver a ese gato sobre su regazo, aquél mismo con el que nos habíamos topado por la mañana debido a la pelinegra. El cachorro era blanco, muy pequeño y tenía unos bigotes grandes con ojos grisáceos, mezclados con un celeste opaco.

Y al mirarlo fijamente, como si se tratara de una indefensa cucaracha, sólo pude fruncir mis labios.

—... ¿Y quién me salva a mí del hambre? —pregunté, a lo que repentinamente el gato soltó un horrible maullido, casi como un estruendoso grito que me reventó los tímpanos.

—¡Ay, pendejo! —se quejó Naruto del animal— ¡Ha estado siglos gritando así! ¿Has traído algo para comer?

—Para ti no.

—¡Pues claro que para mí no! ¡Para el gato! —elevó al gato con sus manos para situarlo justo frente a mí. Enseguida, éste comenzó a maullar con más ferocidad para intentar zafarse de los brazos de Naruto— Ay, ¡cuidado!

—Lo estás torturando.

—¡¿Yo lo estoy torturando a él?!... ¡Ay! —el minino rasguñó las manos de Naruto un poco más desesperado, y aunque solté una risa de burla ante las quejas de Naruto, hablé;

—Venga, déjalo en el suelo.

En cuanto yo saqué la bolsa de mi mochila, Naruto dejó al gato en la baldosa quitándole el delgado trapo que la pelinegra antes le había dejado puesto. No estaba seguro si el yogurt natural le haría mal al minino, pero si no mal recordaba, una vez vi a mi tía darle a su mascota sin culpa alguna, así que supuse que no habría mucho problema.

Le quité la tapa al lácteo y lo dejé junto al animal. Este fue casi a horcajadas hacia el alimento y comenzó a lamerlo como si estuviese liberándose de una huelga de hambre. Y aguardando unos segundos en silencio, junto con Naruto lo observamos detenidamente, casi analizándolo, escuchando cómo el gato parecía decir "ñam, ñam" en forma de maullido, mientras su lengua pequeña arrasaba con la textura cremosa del yogurt.

—Es demasiado pequeño —opiné.

—¿Cuántos meses crees que tenga?

—Ni idea, no más de 3, supongo —en cuanto le respondí, él pareció fruncir más el ceño, expresando claramente algo de frustración y consuelo hacia el animal, y guardando distancia repentinamente—. Es extraño.

—¡Es cruel! —gritó— ¿Cómo ella pudo haber dejado a este bebé en el frío salón sin nada?... ¡Es cruel! —repitió, refiriéndose a la pelinegra.

No dije nada más, pero aunque estaba en todo su derecho a estar frustrado, a la vez no estaba seguro si opinar exactamente lo mismo que Naruto con respecto a la chica, que ahora que la mencionaba de esa manera otra vez, me daba cuenta de que había olvidado su nombre.

—Aquí estarás mejor. Por favor, no llores más —dijo ella, hablándole al gatito mientras se secaba sus propias lágrimas.

Por lo pronto y arrodillada sobre sí, abrazó al pequeño con más fuerza por encima del trapo, y le dio unos fugaces besos en la cabeza como si se tratara de una amarga despedida. Luego murmuró algo que no fui capaz de oír, ni siquiera una sola palabra.

Asomado por la puerta con sigilo y al igual que yo; Naruto se limitó únicamente a observar sin llamar la atención. Si bien, para mi perspectiva la situación se me hacía ampliamente extraña y curiosa, la expresión de Naruto emanaba disgusto total.

De repente vimos cómo la pelinegra se adentró a una de las aulas vacías y abiertas con el gato en brazos. Sin embargo, al salir del salón cerrando la puerta mientras sollozaba y se cubría ligeramente el rostro con una de sus manos, el animal ya no yacía con ella, sobre su regazo.

Simplemente se marchó, dejando al gato encerrado en el aula.

Entonces, nuevos segundos traspasaron frente a nuestras posiciones, manteniéndonos en silencio como si estuviésemos esperando algo, u analizando.

—... Amigo, ¿acabas de verlo? —preguntó Naruto de pronto, totalmente indignado en cuanto la chica desapareció de nuestra vista— ¿De verdad lo ha dejado ahí?

—Mh —musité, sin una respuesta exacta.

Lo escuché gruñir, y al mirarlo, noté cómo se mordió los labios con impotencia. Naruto no tardó en reaccionar, pues corrió cruzando el pasillo, dirigiéndose al aula en donde se hallaba el minino, situada a tan sólo un salón del que nos encontrábamos.

—¡Y en medio del frío! —volvió a hablar, abriendo la puerta— ¡¿Pero qué tiene esa chica en la cabeza?!

—Pues no sé, pregúntale.

—¡Ven, ayúdame!

—Uf, no empieces —con pereza, me levanté de mi sitio para dignarme a colocar una postura más derecha.

Antes de salir del aula C, tomé el bolso de Naruto y el mío, colocándolos sobre mi hombro derecho para después abrirme paso hasta la salida y encaminarme hacia la otra sala en la que Naruto se encontraba.

Pronto y antes de entrar, escuché al gatito llorar otra vez.

—Mira, es un llorón —junto con él, los murmullos de Naruto—. Mierda, esa chica ni siquiera te ha brindado un grano de comida...

Tomó al minino entre sus brazos para comenzar a acariciarlo, evitando que éste se escapara de su agarre, pues el animal continuaba llorando con algo de ferocidad.

—Ya, ya, hombre... ¡Ya no estás solo! —consoló— Oh, ¿eres hombre? ¿O mujer?

—Se dice "macho u hembra" —corregí—, no "hombre o mujer".

—Ah, pero observa, creo que es hombre, ¡tiene pelotas!

—¿Ah?

Ya habiéndome encaminado hasta la posición de ambos animales, pude ver la misma imagen que Naruto; el gato sobre sus manos mostrando toda su panza, y con ello, dos canicas peludas justo en su zona baja.

—Uy.

—¡Son diminutas! —dijo, y comenzó a reír sin más, burlándose claramente de los testículos del pequeño.

—¿Diminutas? Pero si son iguales que las tuyas.

... Y enseguida se calló.

Volteó su cabeza hacia mí, con la mirada enfadada y sacando la lengua.

—Ja-ja, muy gracioso... —volviendo a acomodar al gato llorón sobre su regazo, volvió a pasear sus manos sobre su cuerpo pequeño y peludo, dándole palmaditas con sutileza— ¿Sabes? Yo me lo llevaré.

—¿Qué?

—Entraré con él a mi clase. Si el profesor me pide sacar al gato, pues me salgo con él. Si no, pues una patada en los huevos al profe y problema resuelto.

—Ok, de una.

—Y tú estás encargado de ayudarme —dicho esto, mis ojos se fueron al cielo enseguida—. Estate atento al WhatsApp, ¡te avisaré y te pasaré toda la info!

—¿Info de qué?

—¡Pues del estado del gato!

—Ay, sí, ¡gracias por mantenerme al tanto! —imité su voz chillona a mala gana, dándole un codazo.

—Yo, en su caso, jamás me habría atrevido a hacer una cosa así, ¡de verdad! —volví a escucharlo en la realidad, retornando al presente para dirigirle nuevamente la atención.

Y pues, al final, seguro que Naruto parecía pensar un poco más cuerdo por esta vez. Si ni siquiera yo quise deshacerme de una identificación que no era mía, seguro que tampoco querría deshacerme de un gato con menos de 5 meses de vida. Pero bien, si Naruto decide hacerse cargo, pues alá. De todas maneras, y pensando precisamente en la pelinegra respecto al mismo asunto, ¿por qué razón podría haberlo dejado tirado en medio de una universidad, y en las zonas más apartadas en donde, quizá, nadie podría hallarlo?

Con eso, tomando en cuenta que ella también estaba llorando.

Tal vez sí que le afectaba dejarlo aquí, y su intención era venir a por él luego de las horas que sean según sus ocupaciones, o qué sé yo. No creo que valga la pena comenzar a cuestionármelo.

—¿Entonces no entraste a clases? —le pregunté a Naruto.

—Claro que lo hice, pero el profesor me hizo sacar al gato.

—Entonces le diste una patada en los huevos como me habías dicho, ¿eh? —dije con ironía.

—Sí, bueno, iba a intentarlo —contestó con voz desafiante, a lo que solté una risa burlona— ¡Te lo juro! Pero él me ha echado del aula antes de mi cometido.

—Obvio, y yo me llamo Batman.

—Pienso llevármelo a casa.

—Bue, ¿enserio?

—¡Ajá! No creo que mis padres tengan problema con aceptarlo.

—Claro, si te aceptaron a ti, les será más fácil aceptar al gato.

—Sí, sí —sonrió—... Ah, espera, ¡¿cómo?! —reaccionó de pronto, poniéndome su mejor cara de exaltación.

Rodé los ojos con gracia. De todas maneras, estaba de acuerdo con el hecho de que Minato y Kushina, los padres de Naruto, le darían la chance de tener al gato. Son bastante receptivos con él en ciertos aspectos.

—¿Y qué nombre le pondrás? —pregunté.

—¡Firulais!

—¿¿Qué??

—¡O Raúl! Ése sí está más bueno —dijo, riendo.

—No puede ser...

—Ah, ah, o también... ¡Hulk! —me miró de pronto, como si su rostro de pronto se hubiera iluminado— ¿Qué tal Hulk?

—¿Quieres inscribirlo en un circo, los vengadores, o qué mierda se te pasa por la cabeza?

—Tiene pulmones de acero, grita como una bestia, ¡debe llamarse Hulk!

. . .

Megu
10 minutos más, espera

Yo
Esos 10 minutos ya
pasaron hace 15 minutos

Megu
No exageres

Yo
Ja ja

Megu
¿Estás en la biblioteca?

Yo

Pero ya casi termino

¿Segura que en 10?

Megu
Supongo

Yo
Fua

Ok

Para el final de la jornada, y siendo esta ya un poco tardía, ocurrieron una o dos cosas que no acabaron por agradarme del todo.

Recargado contra una de las paredes que daban paso a la salida de la universidad y resguardado por un tejado, me quedé esperando a Megu para volver a casa juntos ya que se quedaría a cenar, y para matar los primeros minutos, sólo atiné a admirar cómo la lluvia humedecía a un pequeño grupo de estudiantes que se cubrían con cuadernos sus cabezas, corriendo hacia la parada del autobús más cerca que se hallaba de la universidad a tan sólo unos pasos.

Soplé, esta vez mirando hacia arriba. Instantáneamente una nube de vaho expulsada desde mi boca se dibujó en el aire a causa del frío.

—Oye, tipejo —escuché una voz aproximándose a mí—, ¿por qué tan solito?

—¿Vienes a proponerme noviazgo acaso?

—Ja ja, qué simpático —Kiba, con una engreída sonrisa adornada por sus resaltantes colmillos, despeinó un poco su cabello—. En verdad estoy buscando a tu amiguito, ¿lo has visto?

—Hace un rato, tal vez.

—¿Ya se ha ido?

—Hace un rato, tal vez —repetí.

—¿Y eso por qué?

Lo miré alzando una ceja.

—¿Vas a proponerle noviazgo, o por qué tantas ganas de saber dónde está? —cuestioné.

—¿Ah? —la cara de Kiba se dibujó en confusión— ¡Agh! Ni me estresaré contigo, ¿al menos podrías decirle que mañana en el receso habrá un partido en la cancha?

—¿Y por qué no le dices tú?

—¡Oh, claro! ¿Cómo no se me ocurrió antes? ¡Lo haría si el idiota no me tuviera bloqueado!

Y vale, se desafían a pendejadas, se pelean, se buscan pero se bloquean. Encima éste intenta utilizarme como medio para brindarle información.

—¿A qué hora te vas?

—¡Ok, acabo de perder mi tiempo contigo! —reclamó por última vez, decidido a marcharse. Aliviado solté un suspiro, hasta que el niñito volvió soltando un pequeño grito— ¡Ah, casi se me olvida! ¿De casualidad, no habrás visto un gato pequeño por la universidad?

—¿Un gato?

—Pues sí, ¿estás sordo?

¿Se refiere al gato que la ojiperla ha abandonado y Naruto se ha llevado hace unas horas a casa?

—No.

—¿No lo has visto o no estás sordo?

—A ver —ya un poco tenso, me giré directamente hacia él—, ¿traes las preguntas anotadas o qué?

Kiba arrugó la frente.

—¡Definitivamente, acabo de perder mi tiempo contigo!

Se marchó dando pasotas hacia la salida.

¿Entonces Kiba también anda buscando al gato? ¿O es que de pronto se convirtió en guardería animal la universidad? A no ser que el castaño conociera a la pelinegra y la estuviera ayudando, eso tenía más sentido, pero a la vez se trataba de algo con demasiada coincidencia. Aunque de ser esta última opción, podría ser que la pelinegra sí que tenía pensado quedarse con el gato o ver qué hacer con él, en lugar de "abandonarlo" como tal en el aula.

Seguramente lo dejó allí para el paso de las horas de clase y ya está. No debería deducir nada más de ello. Aún así, Naruto se ha atrevido a saltarse todas sus clases y simplemente llevárselo.

Los minutos continuaron traspasando, y con ello, me di cuenta de la barbaridad que Megu parecía tardar. Al haberme dado cuenta de la hora, calculé que habían transcurrido alrededor de veinte minutos ya. Sin embargo, no quise hacer acto de presencia en el chat de Megu hasta otros quince minutos más, cuando ya me dolían los pies de estar tanto tiempo levantado, con lluvia y esperando.

Yo
Meg

¿Ya estás lista?

Pregunté... Sin embargo, nuevamente y hasta para contestar, tardó un rato.

Megu
Sasuke

¿Estás?

Por supuesto, sin haberme salido del chat, no dudé en contestarle de vuelta.

Yo
Estoy

¿Y tú?

Megu
Perdona

De tan sólo leer ese mensaje, un berrinche salió de mi boca sabiendo más o menos lo que veía venir.

Yo
Por?

Megu
Se me ha ido la hora por
los cielos

No me he dado cuenta

Regresa a casa sin mí

Naaaaa, bueno, me está vacilando, ¿no es así?

Yo
Cómo

Llevo sobre 40 minutos aquí

Qué estás haciendo?

Megu
Solucionando una presentación
digital

No creo que esté lista pronto

Yo
Entonces no vienes a cenar

Megu
No

¿Podemos dejarlo para
el viernes o para la próxima
semana?

Instantáneamente comencé a sentir una leve molestia o incomodidad, claramente.

Yo
Ok

Me piro entonces

Megu
Vale

De verdad perdona

Se me ha ido total
avisarte

Yo
Bueno

Me avisas cuando te
vayas y llegues a casa

Es el colmo, pensé a penas salí del chat.

Es que entiendo que esté ocupada, sí, pero mínimo haber avisado antes. Y que yaaa, está bien, se le ha olvidado, pero pffff...

—¡Estás heladísimo! —exclamó mamá, abrazando mis manos al abrirme la puerta.

—Y claro, hace frío afuera y está lloviendo.

—¡Anda! Éntrate en la casa y cámbiate esas prendas, que tengo caldito para cenar.

—¿Caldo otra vez?

—¡Sí! ¿Qué tiene?

—Nada.

—¿Nada? Ok, no me vayas a reclamar, Uchiha. Que si no, cocinas tú.

Cuando mamá se dirigió a la cocina, yo me abrí paso al interior de la casa sobándome los brazos. Y enseguida me golpeó ese aroma hogareño del que tan acostumbrado estaba, junto con ese olor a caldo que últimamente mamá se había dado el tiempo de preparar más veces de lo habitual.

—¿No vino Megumi contigo?

—No —contesté, quitándome el abrigo—. está ocupada.

—Oh, es una pena... ¡Había preparado mucha comida de sobra!

Torcí los labios con asentimiento, y revolviéndome el cabello sin seguir prestando mucha atención, me dirigí hasta mi habitación con la idea de cambiarme toda la ropa para colocarme prendas más holgadas y cómodas, y habiéndome tirado en la cama un par de minutos antes de que mamá tuviese la cena lista, recibí un mensaje de un usuario desconocido por mi Instagram principal.

Matsu_risusu
Hola Sasuke

¿Cómo estás?

De sólo leer, arrugué mi frente un poco extrañado.

Y este, ¿quién es?

ssk.uchihaa
Hola

?

Matsu_risusu
Jaja, siento sorprenderte
así

Soy Matsuri 😊

¿Me pasas las fotos de
Anatomía?

Fua, ¿Matsuri? Que no le ha costado nada pillarme el Insta, a falta de que no quise pasarle mi número para que me hablase por el WhatsApp precisamente para esto.

Pero bueno, será que llegó mi hora de realizar la buena acción del día.

ssk.uchihaa
Vale

Ahí va

Sin perder el tiempo, le mandé de una las tres fotos que tomé de la actividad que realizamos.

Matsu_risusu
Eres un cielo

Muchas gracias 😘

Habiéndome quitado del chat, apagué el móvil un instante para posarlo boca a bajo sobre mi pecho.

Y sin embargo, con esto, otros segundos más perdí en cuanto se me cruzó Sakura también por la cabeza, pues fugazmente me pregunté si acaso habría terminado individualmente la actividad con el tiempo que le cedió la profe, pero no sé porqué lo dudaba casi con totalidad.

No tenía idea qué tan bien le iba en la asignatura, pero de tan sólo acordarme de la cara que traía en ese momento de la clase, peor que la primera vez que llegó tarde; tenía más que claro que "muy cómoda" no parecía estar. Aunque tampoco podía confirmarlo. Hacía ya unos días que no habíamos vuelto hablar. Y en persona, ni mencionarlo.

... Pero pensé.

Venga, otra acción buena del día.

¿Qué más da?

Me adentré en su chat desde mi cuenta principal, y en un tirón mandé las tres fotos seguidas. Con algo de suerte, ella las podría utilizar como estudio para el examen que se aproximaba.

ssk.uchihaa
Me avisas si quieres más

Pues claro, apuntes no me faltaban, y dármelas de humilde de vez en cuando no tiene porqué estar mal, eh.

Fua, es que soy genial.

—¡Sasuke, ya está servida la cena! —escuché a mamá gritar.

Estando a punto de levantarme para ponerme en marcha a almorzar, nuevamente y como si de pronto se tratara de la hora de los mensajes, recibí unos cuantos más, esta vez por WhatsApp.

Megu
Voy saliendo de la uni

¿Tú estás bien?

Apenas leí a Meg, apreté mis labios fijándome principalmente cuánto había tardado, teniendo la impresión de que seguramente si yo no le hubiese recordado que la esperaba en aquél entonces y hacía más de cuarenta o cincuenta minutos, fijo que seguiría de pie en la salida de la universidad.

Yo

Estoy en casa

Megu
¿Estás enfadado?

Yo
No, no

Por?

Megu
No sé

Tuve la impresión
de que sí

Pues no, enfadado no, pero sí que me ha sabido un poco agria la situación. No por "haberla esperado", eso sería absurdo.

Yo
No, no estoy enfadado

Megu
Ah

Pero algo te pasó, ¿no?

Yo
Pues en lugar de enfado,
sí me desconcertó

Megu
¿Te desconcertó esperarme?

Yo
Me desconcertó que
no me avisaras

Megu
No fue mi culpa, ya te dije
que lo olvidé

Yo
No te estoy
echando la culpa

Tú me preguntaste
y te respondí

Megu
Claro...

¿Y tu mamá dijo algo?

Yo
Nop

Megu
Bien... Bueno, dile disculpas
de mi parte, ¿sí?

Te aviso cuando llegue a casa

Oooook, pensé, sin responderle de vuelta y apagando el móvil.

Ok, sí, pero no sé. No estoy seguro si se debía al clima pesado, pero por alguna razón esta situación tan habitual de parte de Megu pareció incomodarme más hoy que las veces anteriores. Y aunque insisto en mi cabeza que no es su culpa, tampoco puedo descartar la otra parte de mi pensamiento de que tengo más que claro que ella, de alguna forma, también debería hacerse responsable.

¿Pero responsable de qué?

Lo tenía más o menos claro, más no sabía si estaba en lo correcto. O tal vez sólo me estoy comiendo un poco la cabeza, pero sé que mi tiempo de calidad con Megu parecía haber disminuido tanto, que ya a duras penas estaba disfrutándolo.

No me enfoqué en continuar dándole más vueltas durante el día, sin embargo y respecto a esto mismo, dos días después algo relacionado al mismo tema volvió a surgir, y a la misma hora del final de la jornada.

Luego de haberla vuelto a esperar a que su clase terminara, lo primero que pude presenciar en ella fue su semblante lleno de estrés. Y tras un beso en los labios, mil y un cosas con respecto a sus estudios escaparon de su boca.

No existió espacio para una plática tranquila, y mucho menos para conversar respecto a lo que había sucedido. Al contrario, la prioridad de la conversación se basó en sus tareas, el agobio por ser representante estudiantil, los exámenes que se aproximaban, la visión de ella respecto a cómo iba a rendir. Y por supuesto, esto último no significaba ser algo positivo.

—Así como voy, seguro que no logro presentar buenas calificaciones.

Era algo bastante común de ella sostener la idea de que no rendiría bien en sus exámenes. Pero al contrario... Cada vez que lo decía, luego era la primera en obtener una de las mejores en su clase. Y no sólo sucedía en el ámbito académico y estudiantil.

Un par de veces me he fijado en que Megu juega demasiado con su autoestima. Asegura que un hecho será negativo, desanimándose y cargando frustración, para después ver que el resultado fue completamente distinto, animándose otra vez. Y es que no está mal, es su problema al final. El hecho es que mantiene esa postura de forma tan constante, que pareciera que no existe espacio para nada más, y que no se permite reconocer lo frustrante que puede ser tanto para ella como para lo demás.

O al menos, de esa manera he estado percibiéndolo yo.

—Meg, ¿no crees que le estás dando demasiadas vueltas?

—No, intenté ordenar mis ideas, y simplemente esa fue la conclusión que saqué.

—Claro, pero bajo tu propia presión —contesté.

Esta vez, Megu me miró con algo de incertidumbre y frialdad, acomodándose el bolso sobre la zona izquierda de su hombro para después mascullar;

—Sólo estoy siendo realista.

—Pesimista, es muy distinto.

—¿Pesimista? —con ello, fue suficiente para que se detuviera a mirarme fijamente— ... Ok, y en caso de ser así, ¿qué quieres que haga?

—No sé, ver las dos caras de la moneda, o al menos intentarlo.

—¿Las dos caras de la moneda? Entonces, ¿de pronto tú te has convertido en un optimista como para aconsejarme?

—¿Ah? —fruncí el ceño— Nada que ver, no estamos hablando de mí.

—Sí, pues tampoco me agrada que hablemos de mí ni que me taches de pesimista.

—Es mi punto de vista, no quiere decir que te estoy tachando de esa forma.

—Pues la forma en que lo dices, haces que se sienta así —ante tanto comentario, solté un pesado respiro para continuar.

—Vale, no era mi intención que lo tomaras de esa manera, ¿te parece si olvidamos el tema y mejor nos vamos? —manteniendo un semblante tranquilo, pero sintiéndome claramente un poco incómodo con la conversación, me sentí dispuesto a continuar caminando.

Pero apenas di un sólo paso, Megu continuó la conversación desde su posición.

—Verás, Sasuke... Si le doy tantas vueltas al asunto como tú dices, es porque me preocupo por mis asuntos y por mi futuro. En cambio, a ti todo te la suda —pronunció, de manera tan firme que hasta yo me sentí instantáneamente fuera de lugar como para volver a girarme hacia ella.

—... ¿Qué?

—Ahora sí, ¿damos por finalizada la conversación?

—Hey, para un poco —la sujeté de los hombros antes de que también comenzara a caminar, para mantenerla en su posición y evitar que se largara—, ¿cómo que a mí me la suda todo?

—No todos tenemos en nosotros mismos la confianza y el egocentrismo que tú te tienes. Y es un hecho, ¿no es así?

—¿Egocentrismo? ¿Pero qué mierda tiene que ver? —Megu pegó un suspiro tan fuerte que me vi obligado a soltarla, pero ella permaneció en su sitio para oírme una vez más— Que no me coma tanto la cabeza como tú, no quiere decir que no me importa nada.

—Pues en este caso pareciera que lo mío en verdad no te importa, o no ves el peso de-...

—No es así, Meg. Sólo digo que podrías intentar tranquilizarte o distraerte de vez en cuando respecto a cosas como esta. Pero si prefieres estar así, no insisto.

—No deberías porqué hacerlo, no eres tú el que está sintiendo lo que yo siento.

—Lo sé, y te comprendo. Entiendo las inseguridades y preocupaciones que puedas tener, sólo-...

—¿Lo entiendes? —preguntó, con un claro tono de ironía para después recalcar— ¿Tú me "entiendes"? Si fuera así, no estarías hablando de todo esto ahora. Tampoco me habrías dicho que soy una pesimista, y no te habría molestado el simple hecho de que ayer no te "avisé" que me tardaría más de lo normal.

Manteniendo mi atención completamente fija en ella, y recalcando el sentimiento de que al final Megu sabía claramente que lo de ayer no me pareció cómodo en absoluto, me tomé unos segundos para meditar y pensar con tranquilidad antes de continuar.

—Desde que te conozco, he tenido claro qué cosas son tus prioridades y hasta qué punto son importantes para ti —contesté—. He intentado darte todo el espacio posible. Incluso a inicios de la relación, nunca te reclamé por todas las veces que cancelaste planes conmigo por estar ocupada con tus asuntos. Y sumando el hecho de que estuvimos mucho tiempo sin vernos por mi intercambio, es obvio que voy a estar frustrado si no puedo pasar suficiente tiempo contigo, de la misma manera o peor que en un principio.

—¿Entonces es eso lo que te molesta? ¿Haber estado fuera tanto tiempo y, ahora que sí estás aquí en Japón, no poder pasar mucho tiempo conmigo?

—Más que eso, me molesta sentir que eso no te importa.

—Pues te recuerdo que yo estuve en tu misma situación, y no fui la que te pidió que te fueras ocho meses, Sasuke.

—Pero bien que me reclamaste y a poco me terminaste porque supuestamente no te prestaba atención en ése entonces, ¿verdad?

Tras esto, Megu pegó un tenue silencio de manera inmediata.

Sintiéndome altamente frustrado, ella mantuvo sus ojos postrados en los míos durante varios segundos sin decir nada, y con el traspaso de éstos, poco a poco comencé a poner los pies sobre la tierra para percibir toda la ofensa, ira e impotencia que Megu comenzó a transmitirme con su dura mirada.

Entonces, mi semblante se suavizó.

La he cagado, pensé.

—... Meg.

—Me voy a casa —pronunció.

—Hey —antes de que acomodara su bolsa sobre su hombro, coloqué mis manos sobre sus brazos—, venga, solucionemos esto.

—Ahora mismo no tengo ganas de solucionar nada.

—¿Y te irás sin más?

—Sí —contestó firmemente, aún sin quitarme la mirada de encima.

Esperé un momento para verificar si acaso ella mencionaría alguna que otra palabra, o si al menos se retractaría para dar un giro a la conversación. Pero al verla tan decidida, no tuve otra opción que volver a retirar levemente mis manos de sus brazos. Una vez que eché un paso hacia atrás para abrirle el paso, Megu no dudó ni un segundo en comenzar a caminar para alejarse de mi posición, hasta atravesar el primer semáforo y, tras éste, perderla de vista cada vez más.

Fijé mis ojos en el suelo un minuto, e intentando reflexionar lo que sea que se me cruzara por la cabeza, acabé revolviendo mi cabello para espabilar e intentar quitarme la amarga sensación que se me había quedado en la boca.

Por último, dejé escapar un largo suspiro mientras continuaba intentando repasar toda la conversación que había tenido con Megu. Como si intentara descifrar cuál fue el verdadero motivo de toda esa discusión, y cómo concluyó de la manera en que concluyó. Pero como estaba medio desconcertado, supe que no era un buen momento para ponerme a pensar en ello.

Tenía la cabeza en blanco.

A cambio, y una vez ya habiendo llegado a mi parada del autobús, intenté enfocarme en otra cosa absurda. Posé un cigarrillo sobre mis labios para encenderlo, y así, simplemente inhalar su semi-amargo sabor a uva.

Que puto agobio, pensé. Aunque sabía que probablemente estaba exagerando un poco por el simple hecho de que no estaba muy acostumbrado a discutir con Megu. O al menos, no de esta manera en donde repentinamente un par de cartas son tiradas sobre la mesa.

Cuando exhalé, la suave sensación de una campanita me espabiló. El estómago se me revolvió cuando vi por el rabillo del ojo que, quien se había aparecido repentinamente, era la Haruno.

Ella se posó bajo la misma parada, cargando ese bolso de tela tan típico que siempre se traía entre manos. De manera involuntaria, enderecé mi postura para moverme a un costado y cederle más espacio. La pelirrosa no se molestó en dirigirme una directa mirada tampoco, y sin decir ni una sola palabra, un silencio frío se posó entre los dos.

Mierda, tenía un revoltijo de sensaciones desde la garganta hasta los talones. El frío, el desconcierto, la incertidumbre, algo de desgano, pero también ese tintineo en la cabeza que extrañamente me libraba de todo lo anterior. Intentando deshacerme de esto, junto con una ola de viento soplando en nuestra dirección, volví a llevarme el cigarrillo hasta la boca para inhalar y exhalar con sutileza.

No tardé en notar un leve movimiento por parte de la Haruno, quien en principio elevó su mano hasta la altura de su nariz y la movió para esparcir el humo, el cual parecía incomodarle. Y claro, éste último acababa de abofetearle la cara porque el viento no estaba a su favor.

Ahogué un pequeño suspiro al mirar mi cigarillo.

Entre ambos y de las pocas veces que ya habíamos estado a poca distancia, no era la primera vez que algo en particular del otro nos incomodaba, así que con dolencia y un pequeño titubeo en la cabeza, acabé por tirar el cigarro para pisotearlo.

Pero por lo pronto y de manera repentina, la pelirrosa estornudó, acompañada de una tos  que la atacó poco después.

—Mh, mh-... —carraspeó, pero delatando una mueca de incomodidad, continuó tosiendo, llevándose una de sus manos hasta la zona central de su cuello, la garganta— Ah...

—¿Estás bien?

—¿Eh? —me echó una mirada fugaz, pero volvió a enfocar su vista al frente— Ah, ¡s-sí!... sólo-... sólo tengo una molestia en la garganta...

—A lo mejor te resfriaste.

—... No creo, no sé —titubeó—, no-... no habría porqué.

—Llegaste empapada a clases antes de ayer, puede que sí.

—A-Ah, sí, pero... supongo que no es nada grave.

—Mh —respiré profundo, sobándome un poco los brazos antes de continuar—, el té con miel y limón podría servirte.

La Haruno permaneció un momento en silencio, pero tras unos breves segundos, me miró sutilmente añadiendo curiosidad en su tono de voz al preguntar:

—¿Miel y limón?

—Funciona bien, lo probé un par de veces cuando enfermé.

—¿D-De verdad? —cuestionó, pero con un apretón de labios, acabó por arrugar un poco la frente — Nunca lo he probado...

—El sabor es medio pesado, empalagoso. Como si mezclaras café con caramelo.

—Oh, pero-... pero es bastante común, ¿no te gusta?

—Mh... —la miré con una mueca de asco, pero ella delató rápidamente extrañeza en su cara.

—¿De-... de verdad no te gusta?

—Supieras la diarrea que me da.

Inmediatamente su frente se arrugó aún más, pero cuando una sonrisa estrepitosa se formó en sus labios, ella desvió rápidamente su cabeza.

Con algo de gracia, la miré unos pocos segundos más hasta volver a fijar mi mirada en la calle y en los carros. Me extrañó notar que aún no se asomaban buses de traslado. Pero de todas maneras, la pelirrosa estaba en la misma situación.

—¿Te sirvieron las fotos que te mandé? —pregunté.

Ésta, detenidamente, ladeó la cabeza con curiosidad.

—... ¿Fotos?

—Sí, las del otro día.

—... ¿El... otro día...? —murmuró, entonces, poco a poco sus ojos se abrieron hasta llegar al tope— ¿Te-... te refieres a las fotos nudistas que me enviaste por Instagram?

—...¿Qué?

—¿Tus nudes?

Sin entender en absoluto, sentí que mi rostro se deformó.

—¿Cómo que "nudes"?

¿Le envié nudes? ¿Cuándo?

—¡Q-Quiero decir! N-No me refiero a que sí lo eran, sólo que-...

—Obvio que no lo eran. Seguro te equivocaste de chat —contesté, pero rápidamente Sakura prosiguió.

—¡Por eso, nunca dije que lo fueran! S-Sólo que-... eh... —se sobó la nariz, cubriéndose un poco la boca— ¿qué-... qué era, entonces...?

—No sé, ¿los apuntes del trabajo de Anatomía, tal vez? —contesté con ironía, pero la Haruno se mantuvo observándome de la misma manera, con la boca semi-cubierta, ojos grandes, y esta vez, mejillas rojas como auténtico tomate.

—... ¿Qué?

—¿Qué?

—¿De... de verdad eran apuntes de anatomía?

No puede ser. Ni siquiera revisó las imágenes y aún así....

—Por supuesto que no—suspiré—. No eran apuntes, eran mis nudes.

Es el colmo, con esta chica siempre pasa una cosa tras otra.

—... Yo-... yo... perdón, es que no verifiqué que...

—Te juro que no me había dado cuenta —rodé los ojos hasta mirar al cielo, e indignado, acabé por posarlos en la vereda. El alivio ante tanto lío me envolvió cuando vi que por fin mi bus se aproximaba, así que extendí mi mano para solicitar su parada—. Siento darle tanta vuelta, pero es que no me lo creo todavía, ¿de verdad pensaste que te envié nudes?

La indignación que sentía, a poco se desvaneció al notar que la expresión de la chica estaba peor. Más que peor. Tenía la mirada perdida. Y sin quitarse todavía los dedos de la boca, me miró otra vez, notoria y completamente avergonzada.

Pero de la nada, las mejillas se le inflaron al contener una risa.

—¡Te juro que no era mi intención! Q-Quiero decir, ¡lo pensé, pero no enserio!—aclaró otra vez con una revoltosa entonación—. Ah, perdóname... es que-... es que... —el bus se detuvo a nuestro lado, y sin embargo, mientras éste abría sus puertas, yo continué observando retraído a la pelirrosa—... Ve-... verás...

Me desencajé tanto el verla tan tentada y de la nada, que finalmente tuve que reprimir una risa también.

—Que paranoia, de verdad —dije, sonriendo con algo de burla para encaminarme hacia la entrada del bus.

Esta vez la pelirrosa se enderezó rápidamente, y volviendo a depositar su mirada en mí, apretó sus labios con una divertida mirada antes de hacer una pequeña reverencia.

—¡Sasuke! —gritó mi nombre de pronto, antes de que las puertas se cerraran frente a nuestras caras— ¡Lo siento muchísimo, y-... y muchas gracias por las fotos!

Divididos por el autobús y por su lenta marcha, lo último que vi fue su rostro hecho tomate hasta que poco a poco me comencé a alejar.

Qué tipa.

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