BENNY WILLIAMS: EL REINO DE L...

By DanielFMuoz

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¡2DA PARTE DE LAS AVENTURAS BENNY WILLIAMS! Benny intenta retomar su vida con una nueva carrera, pero un nue... More

Capítulo 1: LA SALA DEL TRONO
Capítulo 2: LA NUEVA NORMALIDAD
Capítulo 3: REUNIÓN FAMILIAR
Capítulo 5: EL CHICO NUEVO
Capítulo 6: EL FIN DE LA NORMALIDAD
Capítulo 7: CULPABLES
Capítulo 8: ISABEL VLADIMOR
Capítulo 9: UNA DRÁSTICA DECISIÓN
Capítulo 10: EL VIAJE COMIENZA
Capítulo 11: LA RUTA POR LA MONTAÑA
Capítulo 12: LA LLEGADA A DRACUVIA
Capítulo 13: MAG-LOVAR
Capítulo 14: ENTRE LÁGRIMAS Y SANGRE
Capítulo 15: LA BESTIA DEL CALABOZO

Capítulo 4: CHARLA DE PADRE E HIJO

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By DanielFMuoz


Benny entró a grandes zancadas y cerró la puerta con un fuerte estruendo. Se sentó en su cama, cubriéndose la cara con las manos e inclinando su cuerpo hacia adelante. No iba a llorar. Había derramado demasiadas lágrimas por situaciones como estas desde hacía varios años, y no quería darle la satisfacción a su padre.

En ese momento, la luz del pasillo lo iluminó y el chico levantó la vista tan solo para ver a Valeria asomándose hacia cuarto. No necesitó permiso para entrar. Ella fue hacia él y se sentó a su lado, rodeándolo con brazo y atrayéndolo hacia su hombro.

—Había sido un día tan perfecto —comentó Benny mirando al vacío.

—No tiene porqué tratarte así —dijo la chica entre dientes—. Él no es tu padre real. —Luego, empezó a hablar entrecortada, como si las siguientes palabras fuera más difíciles de lo que pensaba—. Si quieres, me desharé de él.

—No —dijo casi al instante y apretó su mano—. No Val, no vale la pena.

Valeria asintió.

—De acuerdo.

—De todos modos, no importa —dijo Benny encogiéndose de hombros—. Que me trate bien ya sería un milagro.

—No Benny —dijo Valeria levantándose de un salto y colocándose delante de él—. No actúes como si no te importara. Ese hombre no tiene derecho a decir todas esas cosas de ti.

Los pechos de Valeria subían y bajaban a gran velocidad, su piel se volvió pálida y lechosa, con las venas enmarcándose de un color azul oscuro. Sus ojos se volvieron rojos y brillantes, y los colmillos emergieron de sus labios.

—No me importa si es tu padre o no —rugió la vampiresa mientras se inclinaba sobre Benny—. Si vuelve a hablarte de esa manera lo degollaré.

—Val...

Era como si ella no se hubiera dado cuenta.

—¡Lo haré y no podrás detenerme!

—¡Val!

Valeria se reincorporó, mirándolo desde lo alto como si fuera un insecto y ella una diosa. Él tragó saliva y se levantó hasta alcanzar sus hombros, extendió sus manos hacia ella y le acarició las mejillas. Su piel se sentía fría y estaba tiesa como un cadáver.

—Valeria —dijo Benny con un nudo en la garganta—. Por favor, ya hablamos de esto.

La vampiresa no respondió.

—¿Val? —jadeó Benny mientras la mirada.

Jamás había visto a Valeria tan enojada, ni cuando vinieron sus hermanos por ella, y no estaba seguro de cuál sería el mejor plan de acción. Estaba considerando la idea de salir corriendo, pero sabía que ella lo atraparía antes de que llegara a la puerta. La otra opción era, simplemente, apelar al hecho de que ella lo amaba más que a nada en el mundo.

De pronto, ella se abalanzó sobre él. Benny no tuvo tiempo de responder y cerró los ojos esperando el violento desgarre de su piel y la inserción de sus colmillos, pero tan solo sintió como sus brazos lo rodeaban. Valeria lo estaba abrazando, cerrando los ojos y ronroneando como un animal salvaje recientemente apaciguado.

—Perdón Benny...

Benny soltó un suspiro.

—No te voy a lastimar —dijo ella agitada.

—Lo sé —dijo Benny.

—Sentí tu miedo, Benny —dijo ella y apartó la cabeza para mirarlo a los ojos—. Sé que planeabas salir corriendo, pero no es tu culpa, es mía. No sabes cuánto me enoja la forma en la que ese hijo de perra de trata.

—Sí —dijo el chico tomando una bocanada de aire—. Mi padre tiene la costumbre de sacar lo peor de uno.

—No deberías vivir con él —sentenció.

—¿Y a dónde iría?

Las últimas palabras resonaron en su cabeza. Valeria soltó a Benny y caminó de un lado a otro mientras pensaba en una solución.

—En serio, no te preocupes por eso.

Repentinamente, Valeria se acercó a él a toda velocidad. Benny dio unos pasos hacia atrás, tropezándose con la cama y cayendo de espaldas. La vampiresa, que aún seguía en esa forma pese al cambio de humor, levantó a su amado de un tirón y lo sacudió ligeramente de los hombros.

—Ya tengo la solución —dijo con entusiasmo y enseñando los dientes con una sonrisa—. ¡Vivirás conmigo!

—¿Qué? —dijo Benny confundido.

—Así es —respondió Valeria.

Entonces, con un zumbido, la vampiresa se desplazó por la habitación a su velocidad sobrehumana. Colocó una maleta sobre la cama junto a Benny y fue a los cajones.

—Espera Val, ¿qué haces? —dijo Benny con una sonrisa mientras la vampiresa colocaba la ropa de los cajones en la maleta a su lado.

—¿Qué crees, Benny? —rió la vampira—. Vendrás a vivir conmigo. Es lo mejor que puedo hacer, ya no vivirás aquí con ese desgraciado; además, eres mío.

—Pero... ¿Tan pronto? —resopló Benny con nerviosismo—. ¿No deberíamos decirle a tu papá?

—Descuida, le diré —afirmó, mirándolo por encima del hombro y guiñándole un ojo.

Entonces entraron Danny y Allison.

La pareja se sobresaltó hacia atrás y ahogaron un grito al ver a Valeria en su forma vampira.

—¡Val, acá no! —exclamó Allison.

—Ah —rió la vampiresa y se retorció ligeramente volviendo a su forma humana—. Listo, normal.

—¿Y dónde están Luis y Jan? —preguntó Benny.

—Abajo, apuesto a que molestando a Vicente —respondió Danny encogiéndose de hombros, luego adoptó una compostura preocupada—. ¿Cómo estás?

—Ya sabes, sobrellevándolo.

—Ya no tendrás que hacerlo —afirmó Valeria.

—¿A qué te refieres? —preguntó Allison arqueando las cejas.

Valeria soltó una risita.

Entonces, la pareja notó la maleta que estaba al lado de Benny, junto con sus pertenencias.

—¿Y eso? —inquirió Allison.

—Nos mudaremos.

Danny y Allison se volvieron hacia Benny, como si él tuviera las respuestas, pero el chico solo se encogió de hombros.

—Llamaré a papá —dijo Valeria, ahora usando una velocidad que los humanos consideraban normal mientras seguía empacando la ropa de Benny—. Le diré que se mudará conmigo y que si se atreve a decir que no lo drenaré en la noche...

Ante sus últimas palabras, Danny y Allison se quedaron aterrados y boquiabiertos, intercambiaron miradas y luego se volvieron hacia Valeria.

—¡Es una broma! —rió Valeria tapándose la boca mientras se descojonaba de risa—. Dios, hubieran visto sus caras.

—Val...

—Sí, ya sé Allie —carraspeó Valeria recuperando la compostura seria y calmada—. No será complicado convencerlo. Él quiere a Benny... A pesar de los dolores de cabeza que le causaba, pero no creo que se niegue.

Benny no podía creer lo que estaba pasando. Hace mucho si alguien le dijera que una sexy y alta vampiresa le propondría vivir con ella, alejándolo de su padre tiránico padre a un lugar dónde finalmente se sentiría querido, simplemente no lo hubiera creído. Ahora estaba pasando y, aunque al inicio se había negado, simplemente estaba tan contento que no sabía qué decir.

—Voy a llamarlo ahora mismo —dijo Valeria, decidida.

De pronto, la puerta se abrió y Henry Williams entró en la habitación. La felicidad que colmaba al grupo desapareció y Valeria le dirigió una mirada amenazante mientras fruncía el ceño; no obstante, el general ni siquiera se inmutó y se volvió hacia Danny.

—Hijo, yo...

—Si te vas a disculpar, hazlo con Benny —espetó el hijo mayor, desviándole la mirada.

Y Henry giró la cabeza hacia Benny.

—Ven, quiero hablar contigo en privado —dijo él haciendo un gesto con la mano para que lo siguiera.

—La verdad pienso quedarme acá —respondió Benny sin molestarse en hacer contacto visual.

Henry miró a su otro hijo, el favorito, pero él ni siquiera le correspondió. Miró a Valeria. Ella estaba de brazos cruzados y enviándole una mirada amenazante.

—Relájate —dijo el general—. No vine a pelear. Benny, hay algo que tengo que hablar contigo y es importante.

—Ya te dije que no.

—Es sobre el profesor Castro, o debería decir... Dr. Cruel.

Fue como si hubiera formulado las palabras mágicas. Benny alzó la vista hacia él con la boca entreabierta.

(...)

Convencer a Benny fue una cosa, pero a Valeria... El chico tuvo que hacer un esfuerzo por mantenerla cerca. Sabía que los sentimientos de la vampira estaban a flor de piel, y que estar adentro, escuchando hablar de una persona que la había atacado a traición de una boca de alguien que odiaba, solo podía desencadenar una terrible calamidad; y Benny no quería acabar muerto.

Desde pequeño, a Benny siempre le habían prohibido entrar a la oficina de su padre. Él había acatado, incluso cuando ellos estuvieron de viaje, pues no quería mover algo de manera accidental y que luego él se diera cuenta. Ahora, sin embargo, había llegado el momento de descubrir lo que había en el misterioso despacho.

Al entrar, Benny se sintió como si estuviera dentro de la mente de Henry. El lugar estaba iluminado tenuemente por los faroles en el techo, que emitía una luz anaranjada. Las paredes estaban repletas de fotografías de su padre junto a compañeros de su pelotón. Había un armario de metal reforzado de metal, con una cerradura biométrica en una de sus puertas. A Benny le pareció extraño que su padre tenga una posesión como esa y se dio cuenta de que era algo confidencia, pero a Henry no parecía importarle si lo veía. Desvió la mirada y se concentró en otros detalles de la oficina. Al frente estaba el escritorio, largo y de madera, con un relieve ondulaba que recorría todo el costado del mueble.

Su padre se encontraba mirándolo serio con los brazos cruzados. Hizo un gesto para que se sentara, y Benny obedeció; no quería discutir con él, solo quería que terminase.

—Tu madre quiere que hagamos las paces —dijo cuando se sentó frente a él.

—Ambos sabemos que eso no pasará —resopló Benny con una sonrisa maliciosa.

Henry soltó una risa.

—Chico listo —comentó.

—Dijiste que quería decirme algo sobre el Dr. Castro —dijo Benny, no queriendo retrasar más el motivo por el que estaba allí.

—Sí —dijo Henry—. No andemos con rodeos.

En ese momento, el general colocó una enorme carpeta sobre la mesa y esta tembló con el impacto. Benny se acercó y lo abrió, viendo fotos del profesor y varios informes sobre el ataque a su hermano y el Proyecto Tecno.

—Cuando un recurso tan importante como el Proyecto Tecno desaparece, una persona como yo no se hace de la vista gorda.

Benny continuaba examinando el archivo, allí estaba detallado la batalla en el instituto.

—¿Dónde lo tienen ahora?

—Eso no es de tu incumbencia, ¿o sí?

—¿Lo vigilabas? —Benny alzó la mirada hacia su padre adoptivo.

—Por supuesto que sí —afirmó Henry como si no tuviera importancia, y se reclinó hacia adelante—. Vigilamos a todos los que consideremos una amenaza.

Luego sacó otra carpeta y la colocó sobre la mesa. Esta contenía muchos más papeles que el archivo del profesor Castro. Se sobresaltó al ver que la etiqueta decía "Valeria".

—¿Creíste que una vampira pasaría por desapercibido en esta casa? —dijo Henry con una sonrisa maliciosa—. ¿O dos?

Lentamente, Benny alzó la mirada hacia él.

—No me mires con esa cara —declaró Henry, levantándose y rodeando la mesa mientras continuaba—. Cuando Vicente me comentó que una vampira lo había golpeado en la fiesta... Digamos que tenía que verlo con mis propios ojos, pero lo que no me esperaba era que esté tan ligada a ti —Hizo una pausa para tomar una bocanada de aire—. Lo que me lleva al siguiente punto. Supongo que, como siempre, no tienes ni idea de las consecuencias de tus actos.

Benny se había quedado mirando al vacío, absorto en sus pensamientos mientras pensaba en la revelación de Henry. Él sabía; lo que significaba que no estaba a salvo.

—¿Me escuchaste?

La voz fría de Henry sacó a Benny de su mente. Se volteó y alzó la vista hasta conectarse con la mirada severa de su padre.

—¿A qué te refieres con consecuencias? —preguntó.

—¿Has escuchado de Dracuvia, o de Silas Johansen? —dijo Henry, volviendo a rodearlo y acercándose a una archivera en la esquina de la oficina.

Benny había escuchado el nombre Johansen con anterioridad, exactamente hace un año cuando le preguntó a Valeria por qué había venido a Lima; el apellido de Michael, su prometido. De Dracuvia no sabía nada.

—No, ¿qué es? —dijo. No estaba mintiendo, conocía el apellido, pero no a Silas o lo que significase Dracuvia.

—Dracuvia es el reino de los vampiros —explicó Henry, volviendo a Benny con un mapa en la mano—. Una ciudad oculta en las montañas, cerca a Seminario —Tendió el mapa frente a Benny, justo encima de los archivos que le había mostrado; la mesa y estaba hecha un desorden—. Mis hombres y yo la hemos vigilado por años.

Benny contempló el mapa. Era una imagen satelital que mostraba a detalle la ciudad en forma de un cuadrado perfecto, enmarcado por unas líneas gruesas que asumió que representaban las murallas. Notó la protuberancia en el medio, como un castillo que se alzaba.

—¿Y qué tiene que ver conmigo? —preguntó, volviendo la mirada hacia Henry.

—Silas Johansen es el nuevo rey de la ciudad, junto con la madre de tu noviecita —espetó—. Y últimamente, los espías notifican que están interesados en tu vampira.

—¿Ahora por qué? —saltó Benny.

—Sí —asintió, encaminándose de vuelta a su asiento—. Aquí entre nosotros, las paredes concentran el sonido en esta habitación —Se sentó—. Así que tu vampira no podrá oírnos. Asumo que debe estar pegada a la puerta preocupada por su dulce humano. ¿Ya se vincularon?

Cada palabra lo dejaba estupefacto. Henry conocía muchos detalles de la vida de los vampiros, incluso más que él. Uno diría que por ser militar conocería ese tipo de secretos, como en Estados Unidos en la que los altos mandos conocen lo que guarda el Área 51, pero esto era Perú y no había esa clase de secretos; o al menos eso era lo que creía.

—Veo que sabes mucho de ellos.

—Trabajo para el gobierno, Benny —afirmó—. Y como estás involucrado en esta contienda, es justo que te diga cuál vendría ser el plan de acción.

—¿Qué quieres hacer? —preguntó el chico con suspicacia.

Henry guardó silencio, cruzó los dedos y giró la silla acolchonada directo a la ventana, observando el pequeño hueco entre las cortinas la penumbra de la noche.

—Muchos gobiernos lo ocultan —continuó, dándose la vuelta a su hijo adoptivo—. Creen que pueden convivir con estas criaturas en nuestro mundo, pero se equivocan. Para empezar, los vampiros dicen que solo se centran en sus asuntos, pero han matado a muchos de los nuestros. ¿Qué hace la humanidad? Les da una palmadita en la mano. Es solo cuestión de tiempo que interpreten nuestra amabilidad como debilidad, y no permitiré que ese momento llegue —Hizo una pausa y apretó el puño, golpeándolo contra la mesa—. ¿Qué quiero? Quiero que me entregues a la chica.

—No, eso nunca.

—Si no actuamos ahora, pagaremos el precio —exclamó Henry con firmeza—. Ellos se están preparando para atacarnos, y si esperemos más vidas estarán en juego.

—Tú no entiendes —protestó Benny—. Ella huyó de ellos. Debe de haber otra manera.

—No voy a buscar otra manera —espetó entre dientes—. Tu novia debe afrontar sus compromisos.

Benny se echó para atrás. Henry había optado por usar el tono firme que tanto temía y lo remontaba a las constantes palizas e insultos.

—No soy el enemigo, Benny —dijo, reclinándose en el asiento—. Solo quiero lo mejor para mi mundo.

Hubo un largo y profundo silencio. Padre e hijo se quedaron quietos. A menudo se intercambiaban miradas, esperando a que uno soltara unas palabras. Benny evaluaba sus opciones, entregar a Valeria o dejar que los vampiros vuelvan a la ciudad. Sabía que ella aborrecía el reino vampiro, a su madre y al vampiro con el que la prometieron.

—Piensa en las vidas que salvarías.

Benny se levantó de un salto y se dirigió hacia la puerta.

—No dejes que los sentimientos nublen tu juicio —exclamó el padre parándose, pero quedándose detrás del escritorio—. Toma una decisión... O lárgate de esta casa.

El chico se quedó a unos centímetros de la puerta, agitado y procesando las últimas palabras. Lo miró por encima del hombro, pero no respondió y salió.

Afuera estaba Valeria, con quién tropezó y ella lo detuvo sosteniéndolo de los hombros.

—Benny —dijo ella—. No pude escuchar nada. ¿Qué te dijo?

No hubo respuesta.

Valeria alzó la vista hacia Henry, frunciendo el ceño mientras imaginaba todas las maneras en la que le haría pagar por ponerlo así.

—¿Qué le hiciste? —rugió.

—Nada vampira —rió Henry con los brazos cruzados.

Los ojos de Valeria se abrieron como platos y su rostro palideció del miedo.

—Solo le di a elegir —comentó Henry—. ¿Qué decidirá ahora? Depende de él.

Valeria soltó un gruñido mientras se llevaba a Benny a grandes zancadas.

Pasaron junto a Mara, quien miró con desconcierto como la pareja se marchaba y cerraba la puerta de entrada de golpe. Danny y Allison estaba en la escalera y corrieron tras ellos, seguidos por Luis y Jan.

La señora Williams se volteó a su esposo y se acercó a él con un semblante serio y triste.

—¿Qué le dijiste?

—Lo que tenía que decirle.

(...)

Tras una conversación con su padre, Valeria finalmente obtuvo lo que deseaba; Benny viviría con ella. No perdió tiempo y se lo llevó, llegando a la casa en apenas unos segundos. Su padre salió y observó a la pareja, estaba con su pijama y una taza de café en la mano.

—¿Qué hora es? —preguntó Cortez.

—Lamento la hora papá, pero espero no hayas cambiado de opinión.

—No, pasa.

Cortez entró a la casa, siendo seguido por la joven vampira y el pequeño humano.

—Acá las cosas serán diferentes a tu casa —empezó a decir—. Dormirás en el sofá.

Valeria alzó el dedo y abrió la boca para hablar.

—No hija, no dormirá en tu cuarto.

La chica soltó un gruñido.

—Cuando tengas techo propio harás lo que quieras —replicó—. Ahora bien, supongo que ya conoces bien la casa como para ubicarte, ¿cierto, Benny?

—Sí.

—Bien, ¿y tus cosas?

—Danny las traerá.

Cortez esbozó una sonrisa.

—¿Junto con la bazuca?

—Supongo que sí —asintió con timidez.

—Bueno —suspiró—. Yo me iré a dormir. Instálate y siéntete como en tu casa —Se dio la vuelta para dirigirse hacia las escaleras, pero se volteó antes de llegar—. Y no quiero que hagan travesuras.

—Papá, soy confiable —dijo con una sonrisa maliciosa.

Cortez resopló un gruñido y subió las escaleras.

—No nací ayer —refunfuñó.

En cuanto se fue, Valeria se asomó por la escalera, con el oído atento a sus pasos lentos y cansados. No tardó mucho en escuchar el golpe de la puerta y los resortes de la cama. La vampira sonrió y se volteó hacia Benny.

—Tenemos un asunto pendiente —comentó la chica con una sonrisa.

—¿Así? ¿Qué?

Valeria mostró el contenedor en dónde estaba la torta helada y lo abrió.

En unos momentos, Danny y Allison llegaron y se reunieron a ellos en la sala, colocando la pequeña maleta que Valeria había empacado para Benny en el suelo.

Durante la conversación, el grupo se sumió una conversación agradable, compartiendo lo ocurrido en el día durante su salida e ignorando el altercado con Henry. Rieron cuando tocaron el tema de la cachetada a Luis y se burlaron de Allison recordando cuando la mataron primero en el juego.

Las dos vampiras luego se fueron a hablar en privado, dejando a Benny con su hermano.

—Tienes suerte de tenerla —dijo Danny con una sonrisa en el rostro.

Benny, que se había quedado observando el lugar por dónde se habían ido las vampiras, se volteó a su hermano.

—Sí —suspiró el chico en respuesta—. Ojalá que todo sea así, yo con ella, saliendo... bromeando entre nosotros.

—Así será —afirmó su hermano, pero entonces sintió que había algo más en ese comentario de lo que saltaba a la vista—. ¿Por qué lo dices?

—Una corazonada.

Entonces volvieron las chicas.

Allison mostraba una sonrisa maliciosa y se arrastró por el sofá hacia Danny con un movimiento seductor; como la gacela acechando a su presa.

—Danny —murmuró la chica al oído de su amante—. Dejémoslos solos. Tengo algo que mostrarte... En mi cuarto.

En ese momento, al hermano de Benny se le hizo un nudo en la garganta, mientras sus ojos se enfocaban en los de la vampira a pocos centímetros de él. Aún no se había acostumbrado del todo a esta nueva faceta de personalidad de Allison, a veces extrañaba su estado materno y tímido; sin embargo, este nuevo lado de ella no le molestaba.

Rápidamente volvió a la realidad frente a la chica que amaba. Allí se levantó y se fue con ella.

Valeria se reunió con Benny y ambos rieron al ver como se desenvolvía la otra pareja. En cuanto ellos se fueron, la alta vampira se recostó sobre el hombro de su pequeño novio, cuidando su peso para no aplastarlo.

—Al fin solos —dijo ella con una risita traviesa—. No te preocupes por papá. A no ser que una bomba estalle o alguien dispare, no despertará.

Benny correspondió resoplando una risa.

De pronto, antes de que pudiera decir algo, los labios de Valeria chocaron con los suyos. La chica adoptó su forma vampira, ya no quería contener frente al muchacho que amaba. Se sentó a horcajadas sobre él, inmovilizándolo contra el espaldar del sofá. Sus manos los rodeaba por detrás de la cabeza, como si quisiera fusionarse a él con cada beso.

Mientras tanto, Benny se dejaba llevar por las acciones de la vampira. No tenia que hacer nada, sabía que ella guiaría en todo el acto, siempre había sido así y no tenía objeción; estaba a gusto con ello.

Como le gustaría que esto fuera eterno, que los días solo sean con él reuniéndose con sus amigos en algún local a divertirse y luego una noche de pasión con Valeria. Ojalá esa vida tranquila se le concediera, pero las cosas no eran tan fáciles para él. Las palabras con Henry lo habían preocupado y una realidad era segura; los vampiros regresarían. "¿Debería entregar a Valeria para garantizar la seguridad de su ciudad?"; pensaba Benny mientras debatía sus opciones. "¿Y si lo hacía, los vampiros respetarían su palabra de dejarlos?"; se replicó a sí mismo. No quería entregar a Valeria, sabía que ella lo detestaba, pero no podía ignorar la amenaza próxima; en algún momento tenía que hablarlo con ella, pero tal vez no ahora. Sin embargo, vínculo entre ellos alertó a Valeria de las preocupaciones de su amado. Ella paró de besarlo y lentamente lo miró con un semblante maternal.

—¿Qué sucede, mi amor? —preguntó.

Debió haber sabido que su conexión con ella lo delataría. Sus planes de quizá hablarlo mañana o en unos días había salido por la borda.

—¿Qué te preocupa, mi pequeño Benny? —Ella insistió, con una voz dulce cuando vio que estaba demorando demasiado en responder.

Benny tragó saliva, dudando en responder. No quería soltar una bomba así y con un tema que ella no le fascinaba. Sin darse cuenta su respiración empezó a agitarse, el miedo se estaba apoderando de él. No había sido su intención arruinar el momento entre ellos, pero lo había hecho. Ahora la vampiresa estaba frente a él, esperando la respuesta mientras su preocupación aumentaba.

—Me preocupa Dracuvia —soltó. 

De pronto, toda alegría en el rostro de Valeria fue rápidamente reemplazada por una profunda tristeza. Benny se arrepintió de lo había dicho en cuanto la vampiresa se levantó y se marchó por las escaleras.

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