El Arte De Conocerte

By DanCardona

201 37 7

¿Te has preguntado cuál es el verdadero significado del amor? El amor es sufrido, todo lo cree pero los human... More

S I N O P S I S (+ Aclaraciones)
UNO1
DOS02
TRES3
CUATRO4
CINCO5
SIETE7
OCHO8
NUEVE9 - PARTE UNO1
NUEVE9 - PARTE DOS2
DIEZ10
ONCE11
DOCE12
TRECE13
CATORCE14
QUINCE15
DIECISÉIS16
DIECISIETE17
DIECIOCHO18

SEIS6

13 2 1
By DanCardona

En el momento en que ambos cortamos la poca distancia que nos quedó para poder unir nuestras bocas algo dentro de mí me dijo que estaba haciendo lo incorrecto, cuando eso sucedía ya no hago lo que iba a hacer y pienso muchas veces ese tema. Esperé, y al parecer no fui solo yo. Russ, de igual forma dejó de acercarse a mí y me vio a los ojos. Mi mano está en su nuca y nuestros alientos se chocan.

—Alex no creo...

—Russ no estoy tan segura...

Hablamos al unísono, nos vimos extraños para después separar nuestros cuerpos de algo que ya está flanqueado por ambas partes.

—Russ— tomé la iniciativa —No sé qué acaba de pasarme pero ahora ya no quiero hacerlo, me he arrepentido a último minuto y, no quiero que creas que soy una cobarde— jugueteo mis dedos —Solo.. quiero que sigamos como estamos, con esa confianza que me tienes como pedirme esto y accedí porque te tengo demasiada confianza y sé que respetas mis limites, tú lo sabes mejor que yo, así que dime... ¿estás enojado?

Hice una mueca esperando ansiosa su respuesta, perder a otro chico cuyo trato hacia mí es tan lindo es algo que no quiero ni en otro universo alterno, este tipo de relaciones son las que me gustan. Russ es un gran chico sin duda pero no estamos destinado a esto.

Un dejo de risa llamó mi atención.

—Te comprendo Alex,  por eso te pido que me disculpes por lo sucedido. Quiero seguir siendo tu amigo, ese que te mete a su habitación para que él resto piense que vamos a ya sabes— hizo una mueca  —No estoy enojado contigo por lo que decidiste, es más, te apoyo. Cuando vuelva a proponerte que vayamos a toquetear solo dame una cachetada y ¡asunto resuelto!— la alegría volvió a sus ojos. —¿Te parece?

—Sí, por supuesto que sí.

Arreglamos nuestras indiferencias para ver otra película y quedar dormidos abrazados dándonos calor y la noche favoreció nuestra cercanía ya que comenzó a llover fuerte y el aire por la ventana abierta del cuarto refrescó la habitación. Russ me aseguró que él puede convertirse en un oso de peluche cuando quisiera, es blando y muy cómodo. Lo tendré en cuenta cuando no pueda dormir. Desperté desorientada en el lugar, la respiración de Arthur azota mis cachetes y su brazo aún rodea mi cintura, pero yo tengo ganas de ir a hacer pipí de modo que salí con sumo cuidado de su agarre y con mis cosas salí de la habitación con cara de querer morir.

Di el paso para ir a la otra habitación pero la presencia de una señora acompañada de una escoba y un mandil detuvo mi caminar.

—Buenos días señorita, ¿ya se va? ¿Quiere que le prepare algo de comer? Puedo llamar a un taxi si desea— ofreció con tanta amabilidad poco creíble hoy en día.

—Yo no...

—¿Se quedará otra noche?

"Madre mía, te ha tomado como acostón de una noche. Jaja."

—Yo vivo aquí, ya nos hemos visto antes. En la entrada— traté de no sonar borde —Soy la enfermera de Dalí... bagh, del niño Dalí— recuerdo sus palabras que dijo aquel día refiriéndose al chico de silla de ruedas.

La señora abrió su boca en una gran O empezando a recordar mi presencia aunque al instante borró esa sonrisa orgullosa por haberlo hecho y volvió a hablar:

—Pensé que era una de las chicas que los niños traen por las noches para... ya sabe— dudó —Para divertirse.

—Ajá— asentí lento —Sí, pero no.

Traté de salir pero nuevamente detuvo mi andar.

—Es que la vi salir de la habitación del niño Arthur— escaneada con su mirada que juzgaba añadió: —Su apariencia no ayuda mucho, la verdad— fue sutil con sus palabras pero la ofensa está hecha para ofenderte.

—Adiós.

Salí de su presencia para meterme a la habitación de Timothy y apoyar la espalda contra la puerta, mi corazón latió muy fuerte como si de verdad estuviera huyendo del encuentro sexual que tuve.  Mi amigo duerme plácidamente con la boca un poco abierta, su estómago baja y sube lento por ello trato de no hacer mucha bulla yendo al baño para darme una ducha. El agua fría despertó cada célula que aún dormía dentro de mí. Fundí mi cuerpo con una pantaloneta de hombre y una camisa holgada junto a mis calcetas y crocs. Fin de semana, uno puede usar lo que desee.

Ya lista para enfrentar al mundo bajé por algo de comida, el estómago me ruge como león, ahí ya está Dalí con Timy al lado, ambos me sonrieron y les devolví el saludo.

—¿Café?— preguntó el chico de ruedas cerca de la barra en la cocina.

—No gracias, prefiero jugos. ¿Tienes?

Éste miró a Timy, el otro soltó una carcajada.

—Solo de caja si te gustan— responde confuso.

Fui y serví un vaso al tope de jugo de mora, mi favorito. Me senté en la mesa acompañada por los chicos que ya hicieron su desayuno, hice una llamada a casa. Son las reglas que tengo, llamar a mamá una vez  a la semana para darle a saber que sucede conmigo y mis estudios. Días sábados de preferencia, ella descansa de su trabajo al igual que yo.

—Buenos días mamá— sonreí, puede ser cierto que a veces nos llevamos mal pero es mi madre, la quiero mucho.

—Buenos días hija, ¿cómo estás?— su voz sonaba somnolienta.

—Bien, ¿te desperté?

—No, hace rato que abrí los ojos.

—Ah, okay. ¿Qué tal el trabajo?

—Bien, salí temprano toda la semana. Tu padre me ha llamado para decirme de tu comportamiento— comentó con la intención de regaño en su voz.

—Él no sabe nada— me quejé.

—Leah— advirtió.

—Es verdad, ¿o no?

—Solo pórtate bien y no hagas que su esposa hable mal de ti.

—Okay, lo haré ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

Un rato más con el móvil pegado al oído hablando con mi madre sobre lo que quisiera y dándole a saber el chisme como ella le llama de mi vida colgué, los chicos aún seguían ahí sentados hablando de temas varoniles, yo contemplo mi jugo de mora que casi se acaba, la mirada de Dalí no se apartaba de mí y al final habló.

—Sí quieres más ve y tómalo, no hay problema. También estás pagando tu alimentación— recordó,  salté sobre mí lugar y sonríe.

—¿De veras?

—Sí.

Sin decir más fui por la caja de jugo al refrigerador y me senté a beber con ellos, jugo por supuesto y escuchar la charla que tienen, de repente un cuerpo femenino muy bien formado entró a la cocina como Juan por su casa, una chica rubia, alta con el pelo enmarañado tomó algunas cosas de la cocina.

Los chicos no dieron atención a la chica de cabello rubio oscuro, todo lo contrario. Siguieron hablando entre ellos, todo fue más interesante cuando Charlie entró a la cocina, se acercó a la chica y la besó de una manera nada... ¿Cómo decirlo? ¿Lenta? ¿Discreta? Me quedo con la segunda, abrí tanto la boca que llegue a pensar en una mosca dentro de ella.

—Alex, Alex.

—Mmm— giró para ver a Timy con confusión y el brazo extendido cerca del mío.

—¿Qué te sucede? Parece que te dio algo.

Sí, acababa de ver a una chica salir igual que yo en la mañana acercarse a la cocina, tomar lo que desaba y después ser besada por el chico cuya relación conmigo no es nada bonita. Mi cerebro se niega a procesar esas escenas tan particulares en esta casa, tengo una semana en vivir acá y la única chica que entra y sale soy yo porque el resto de habitantes son hombres, ¡hasta el perro! Caramelo quién sigue mostrando sus dientes cada vez que me ve.

—No pasa nada— aseguro sin quitar la mirada de los chicos frente a mí.

Una risita se escuchó de fondo logrando captar mi atención por completo y sacarme de ese ensueño.

—¿De qué te ríes?

—De ti, tal parece que no has visto a chicos de sexo opuesto besarse.

Miré mal a Dalí y luego a Timy levantar las manos en señal de rendición.

—Claro que he visto, solo... me sorprende que Charlie tenga novia.

Ambos rieron a carcajadas, se veían y luego seguían riéndose de mí como si haya dicho el mejor chiste del mundo. ¡no tengo sentido del humor! Soy humor cuando paso vergüenza frente a muchas personas, hasta yo me río de mí de la pena que me doy.

—Ella no es novia de Charlie, ninguno tiene novia— aclaró —Lo que viste es  solo un... gusto culposo de él si lo quieres ver desde esa perspectiva.

Dalí puso una uva en su boca ocultando lo bien que se la está pasando conmigo y mi ignorancia.

—Me siento humillada.

—No lo tomes personal— Timy se levantó de la mesa y se acercó al arco de la entrada que conecta con los pasillos —¡Caramelo, Caramelo!— gritó acompañado de un silbido,  después volvió a su lugar.
—Es más, debes acostumbrar a tus ojos a ver eso porque algunas veces vienen chicas a pasar la noche aquí, yo te recomiendo que consigas audífonos y una suscripción en Spotify para no oír ruidos extraños.

Pasé la mirada de él a Dalí, éste se oculta detrás de su brazo alzado sobre la mesa y con la cabeza baja.

—¿Por qué una suscripción?

—Sí consigues la normal al momento de los anuncios vas a oír todo el sonido 3D que habrá en la habitación continua a la tuya— esta vez si se dignó a verme.

Caramelo llegó corriendo y Timothy se levantó para darle su comida.

—¡Pero si no tengo habitación! Tú prácticamente querías que yo durmiera en el sofá— extendí los brazos agregando drama a la situación.

—¡Te ofrecí mi humilde morada y la has rechazado!— igualó mi tono.

—Necesito privacidad.

—Estar con Gavi no es privacidad.

—Timy me da más privacidad que tú.

Quiso volver a hablar pero la voz de la chica lo interrumpe.

—Adiós chicos.
Agitó su mano y salió por completo de nuestra presencia.

—¡Adiós!— respondieron ellos.

—Vale, esto es nuevo para mí. Tardaré en acostumbrarme.

Di un sorbo a mi jugo viendo que los chicos son un caso especial. Quisiera decir que habían mentido con las chicas pero no, vi pasar muchas chicas de diferentes colores de cabello y piel por la puerta principal, unas con mucha ropa y otras con poca, la casa se convirtió en una pasarela de modelos que atienden a los chicos por la noche y parte del día. Días en que estoy sentada en el sofá de la sala  con mis tareas y entran a veces Russ o Charlie, inclusive Timothy con alguna chica besándose y toqueteando entre ellos sin discreción, se pasean por todo el lugar y las paredes con sonidos de placer y entonces entendí a Dalí, conseguí audífonos al tercer fin de semana que cumplía ahí.

Subo el volumen hasta tope sin importar que quede sorda, es mejor a escuchar las guarradas que se dicen entre ellos mismos.

Una tarde iba bajando las escaleras cuando Arthur y una chica subían , él con las manos dentro de la camisa de ella y tuve que hacerme a un lado para que ellos pudieran pasar bien entre manoseo, la otra vez el timbre sonaba y sonaba repetidas ocasiones, abrí la puerta encontrando a Charlie y su acompañante exigiendo el pase, me tumbaron del otro lado para ellos pasar sin ningún problema. Luego Timothy que no se quedó atrás en sus conquistas y competencia entre ellos, la chica iba colgando del torso de mi amigo exigiendo que la llevara a la habitación para seguir con lo que comenzaron en el auto.
Demasiada información.

"Ya porque tú no tienes acción."

Y, a todas ellas era el mismo proceso de despedida, se levantaban por las mañanas y cuando se encontraban a Elena, la señora de la limpieza, ofrecía los mismos servicios que alguna vez me hizo a mí creyendo que yo era alguna de esas chicas, algunas cortés aceptaban y otras con mandato exigían. Basura de chicas.

Los único quienes no teníamos esa clase de acción y atención éramos Dalí, Caramelo y yo. Con el último nos hicimos más cercanos, poco creíble por parte del canino pero sí. Al fin Caramelo podía estar a mi lado sin mostrar sus dientes, ahora exige que le de cariños y lo saque a pasear por el patio, empecé a tomarme cariño, algunas noches se queda a dormir en la habitación de mi amigo y otras en la de Charlie, Arthur o Dalí. Los chicos aman a ese perro que una vez me trató mal, no guardo rencor a animales, solo es cuestión de quererlos.

Con Dalí todo este mes que ya cumplí con ellos acá fue diferente, las noches de fines de semana se desaparecía y no sé a donde hasta que Russ dijo que se la pasaba en su estudio. No quise preguntar nada, es algo que no me incumbe y las terapias avanzan conforme las vamos haciendo, este próximo lunes debemos ir a hacer unos exámenes de rutina para verificar el avance en las heridas de él, según lo que tengo investigado ya ha avanzado demasiado. Se esfuerza en cada sesión, y, aunque resulta enojado al salir de ello parece olvidar todo, yo por otra parte estoy bien. Logro costear todo lo necesario, siempre investigo acerca de Dalí y soy más dedicada a mis estudios ahora que antes. Tengo el apoyo de Pablo lo cual hace que sea mucho mejor.

Sigo en comunicación con Aska y aveces salimos juntas a la cafetería de Felipe, o nos encontramos en los pasillos de la universidad pasando un rato de  amigas, cuenta que su nueva compañera de habitación es muy reservada pero no da dolor de cabeza.

Viernes por la tarde cuando ya estamos terminando la sesión con Dalí,  coloco una silla delante de él quién está sentado en la camilla de siempre.

—Este lunes debemos ir a por los exámenes— recuerdo cautelosa.

Asiente lento, cabizbajo.

—Lo sé, Russ hará el favor para llevarnos a la clínica.

Hice una mueca, él entrecerró los ojos buscando la falla en mi lenguaje no verbal.

—Sobre eso...

—No me digas que no estarás.

—Sí estaré pero ya pedí favor yo a un amigo. Él vendrá para llevarnos a la clínica, es que él sabe de estas cosas y en serio necesito su ayuda.

Vira los ojos dándome a saber que es imposible tratar conmigo.

—Ay Alex— me sorprende que me llame así, nunca lo hace soy Leah para él —¿Qué? ¿Solo los chicos pueden decirte así?

—Puff— resté importancia —Tú también. ¿Estás enojado por el cambio repentino?

Pasó una mano sobre su cabello mojado por el sudor dejándose esos mechones sobre la frente pálida.

—Obvió no, es buena idea. Así Russell puede seguir durmiendo hasta tarde y no molestamos a nadie. ¿A qué hora nos vamos?

—Ocho, hay que estar a las nueve  allá, hice cita un par de días atrás.

Con otro asentamiento se subió a su silla con ayuda mía salimos de la habitación ocupada por él y que también nos sirve para las terapias, serví agua para ambos aunque yo no hago tanto esfuerzo como él estoy tan agotada. Con él ocupando un lado de la mesa y yo otro quedando frente a frente, observo sus movimientos. Su rostro adornado por ojeras, sigue igual de flacucho como el primer día, su cuello y sus muñecas ya no están adornadas por pulseras y collares muy lindos que le quedaban de  su... madre.

Pocas veces sale de casa, vuelve ya tarde, convive con los chicos y se encierra en su dichoso estudio, desconozco qué tanto hace ahí pero lo mantiene muy ocupado.

—Sí sigues viéndome así vas a hacerme cenizas— su ronca voz terminó con el escaneo que le daba.

Sacudí la cabeza para volver a la realidad.

—No te veo a ti, ni siquiera sabía que te estaba viendo— Mentira.

—¡Ay ajá!— bebió —Voy a dejar que te creas eso solo para que te sientas bien contigo misma. Aquí sentía tu mirada— tocó su cuello justo donde tiene un lunar.  Joder, este chico es tan atractivo.

Tan elegante. En todo.

—Cállate— demandé —¿Por qué yo?

La pregunta formulada le tomó por sorpresa pues dejó de inclinarse el vaso a la boca para depositar toda su atención sobre mí, sentí un escalofrío recorrer mi espalda tras esos ojos grises profundos.

—¿A qué te refieres?— revuelve su cabello para darme un vistazo fugaz.

—Habiendo tantas personas especializadas en esto decidiste irte por una inexperta, enfermera y desconocida. Y sabes— acomode mi cuerpo a la silla de madera —Es lo que más llama mi atención. Tú y yo nos conocimos más por lástima que por casualidad...

Él rió,  no supe interpretar ese sonido ronco y breve que emitió, a veces Dalí es como los cubos de colores, das y das vueltas y lo que más logras es empeorar la situación.

—La verdad— dijo lento, despacio como si fuese un secreto que salvará a la humanidad —No lo sé, el día que eché a patadas a la otra tuve un subidon de adrenalina y enojo juntos, en lo único que pensaba es hacer enojar a mi madre. Recordé que tú estudias para enfermera y supe de inmediato que eras la indicada— gira su rostro para verme de lado —Y no me equivoqué, sigues siendo la indicada.

—Ah...

—¡Dalí, amigo mío! Mi mina de oro— una alegre y entusiasmada voz se percibe desde la sala. El chico en silla de ruedas inclina su cabeza hacía la derecha con una sonrisa genuina a la espera de la entrada glamurosa de aquella persona.

—Necesitas dinero— adivinó él,  aquella chica gritona entra por completo a la cocina ocupando un lugar junto a mí, o sea, frente a Dalí.

—Hola— me saludó —¿Es ella?

Ni siquiera pude responder a ese saludo, ambos se sumergen en su círculo privado de conexión.

—Sí.

—Vaya...— gira a verme descaradamente sin importarle que me dé cuenta —Tiene un cabello increíble y un físico atrayente.

Él rió coqueto colocando su barbilla sobre su mano, le di una mirada y éste me guiñó un ojo.

—Vas a asustarla.

—¡Me gusta!— volvió a darme un vistazo.

—Dime a qué vienes, con esa actitud que te andas dando es algo bueno.

Fue así como se olvidó de mí centrándose en él.

—Oh sí. Tengo dos buenas noticias— hizo un baile con sus cejas —La primera es que Steven Horner va a darte publicidad en su cuenta de Instagram para que escuchen tu música. Pero debes abrir una cuenta en las App de música para que lo hagan, debes publicar tu música y enviarle el link de tus cuentas— pausa —Dos, acaban de hacer un depósito por una de tus canciones. Unos cuantos ceros en nuestras cuentas bancarias.

La expresión de Dalí fue muy difícil de interpretar, está neutro, como una platica normal en la que te cuentan un chisme, ni siquiera para los chismes  guardas tus emociones pero él sí. Su rostro relajado, esas cejas espesas tranquilas sin moverse  y sus labios serenos, yo no sé qué es lo que él hace o no comprendo muy bien pero solo con escuchar a la chica sentada junto a mí, supe que esas dos noticias son buenísimas. Demasiado para aceptar en un solo rato. Ella no parece tan afectada con la poca expresión de él, más bien sonrió aún más por la alegría que sintió.

—¿Cómo conseguiste que Steven supiera de mi existencia?— abrí los ojos a tope, no pude con la pregunta formulada. Yo en su lugar hubiera gritado y saltado o a empezar a decir tonterías.

—Sabes que siempre me quedo con una copia de tus discos.

—Ajá.

—Y papá necesitaba un fondo para su nuevo comercial de perfume. Así que le dí el disco, utilizó la música y el Internet hizo su magia. A los dos días  papá dijo que él había contactado para preguntarle sobre la música, papá le dijo todo y así es como él llegó a mí y nos pusimos a hablar por correo. ¡Ay Dalí, como te amo!— juntó sus manos con la de él, ya que seguía con la barbilla sobre la izquierda.

El roce fue seductor, como cuando quieres ligar,  Dalí no pareció molesto por ese acto, todo lo contrario la tomó de la mano.

Aparté  la mirada de inmediato.

—Soy bueno en mi trabajo— alardea —¿Quieres que hablé con tu padre?

Ella asintió sin necesidad de más palabras.

—Como gustes.

—Gracias— abandonó su silla para dar la vuelta e inclinarse hacia él lado derecho, sus manos se posaron en los hombros del chico. Una perfecta manicura dio a entender que es una chica de estilo y manipuladora.

—Sí quieres hablar ya sabes qué hacer— besó su mejilla para luego susurrar algo solamente para él. Dalí rió y volvió a besarlo coqueta, tomó su mochila sobre la mesa y se fue sin despedirse.

No pude prevenirlo, ni siquiera sentí cuando la frente comenzó a darme palpitaciones. Mi estómago se revolvió dándome náuseas. Mis ojos soltaron lágrimas porque no supe cómo sentirme al respecto, una tontería que me había afectado pero aquí estoy llorando sin saber el motivo verdadero, con las náuseas a punto de salir porque mi sistema es un desastre al momento de enfrentar mis emociones.

Una mano se posó en mi espalda y con un cuidado de no arruinar el momento dijo:

—Leah, ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?— Dalí dudó en si querer saber o no.

Me levanté de ahí limpiando con brusquedad mis lágrimas.

—Necesito estar sola, necesito a Timy— lo vi desde arriba, él con gesto de no saber qué hacer frunció los labios.

—Timothy aún no llega.

—Okay— salí lo más rápido posible subiendo las escaleras y dar un portazo con la puerta. El enojo comenzó a destrozar la tranquilidad que tenía, estoy mal lo sé pero es la única manera de descargar mi mal tiempo. No tengo otra. Quiero tirar las cosas al suelo, destrozarlas y gritar hasta quedar afónica.

Tomé mi cabeza en manos y hale de mi cabello con fuerza, varios mechones quedaron en mis manos pero no importó, se que hacerme daño a mi misma no soluciona nada.  Fui directo a la habitación de Arthur, él tiene un bate de béisbol. Lo tomé yendo al patio frontal a descargar mi enojo con cualquier objeto que se pusiera enfrente, el pobre bote de basura pagó las consecuencias.

Mis golpes lo aplastaron por largo rato acompañado de mis gritos y mi histeria. Tengo graves problemas lo sé. No supe cuanto tiempo pasé ahí hasta que una mano se encargó de quitarme el bate y con mayor fuerza que la mía abrazarme contra su pecho, volví a llorar.  No quiero pasar el mismo proceso otra vez, lloré porque me sentí protegida y segura con aquel aroma varonil muy conocido.

—Cálmate por favor. Así no se arreglan las cosas, ya hemos hablado de esto— apretó más el abrazo.

—Yo... sigo sin entender por qué me afecta tanto.

—Vamos arriba y hablamos, ¿Quieres?

Sí por favor, asentí limpiando los mocos que dejé en su camisa azul, no va a importarle. Con cuidado subimos a su habitación, no supe si los otros ya llegaron pero solo importa el tiempo que pasé a solas con mi amigo.

Nos sentamos en el borde de la cama y con cuidado limpió las lágrimas de mi mejilla.

—¿Qué pasó realmente?

Sorbo mi nariz.

—Tuve un ataque, Timy yo  me puse mal.

Él gimió.

—Sin mencionar el bajón emocional que tuviste.

Mierda, Tim me conoce tan bien y es inútil ocultar cosas, sé qué el va a saberlas temprano o tarde así como ahora. Me limité a aceptar. Éste se arrodilla delante de mí acariciando mis piernas con las yemas de sus dedos, acto que me trajo tranquilidad.

—Leah, sé que esto es muy difícil para ti. Te he dicho miles de veces que vayas a terapia pero...

Le corté el rollo.

—No lo necesito, estoy bien, soy un  poco lenta, solo necesito que estés aquí conmigo.

Soy lenta, mi cerebro trabaja lento de momento que solo necesito a alguien a mi lado para superarlo y ese alguien se encuentra frente a mí con sus manos en mis muslos y listo para cualquier cosa.

—Voy a estarlo, eres fuerte, lo has demostrado muchísimas veces y salir adelante luego de tu relación toxica lo demuestra al cien por cien, no olvides que pedir ayuda no está mal.

—Ya sé— el llanto lo olvidé —Y por ello te pido que me apoyes, Timothy. El problema fue que no estaba preparada para volver a tener esos recuerdos.

Forzó una sonrisa.

—Comprendo, ahora dime qué fue el segundo detonante de tu ira haya afuera.

—Vi a Dalí y una chica muy cerca...

—¿Celos?

Negué.

—Recordé mi vida antes de que tú llegaras.

Hizo un gesto de desaprobación, hemos tenido esta charla muchas veces pero este problema fue el que menos superé con ayuda de psicólogo.

—Ay nena— colocó un mechón de cabello atrás de mí oreja —Nena tu sabes que te amo, me gustas tal y como eres y no necesitas de más. La chica que viste es solo la confianza que se tienen, es como tú y yo. No necesitas de muchas personas, solo de aquellas que tu dejas entrar en tu vida. Arthur te quiere, lo he visto, Dalí va por ese camino y ambos te tratan bien, el hecho de que algunos no lo hubieran hecho en el pasado no quiere decir que será el mismo destino, no. Debes aprender que lo pasado ya pasó y lo que se vive es el futuro, Alex yo te amo como nunca quise a alguien y me duele verte así porque eres una gran chica, con buenos sentimientos. Es hora de aprender de tus errores y dejar de sostener el pasado con ambas manos, déjalo ir y a partir de ahora que no te afecte esta clase de cosas.

No tuve el valor de verle a los ojos.

—Nena...

—Ay Timy, yo no sé qué haría sin ti.

El río sorprendido. Me levantó de la cama para abrazarme de nuevo.

—Vamos a averiguarlo.

Besa mi mejilla y luego de una ducha cada uno nos metimos a la cama.











•••

Forcejeo varías veces con la silla de Dalí, lo bueno es que él no está sentado ahí o sería peor. Escucho el motor del auto ser encendido y la presión que me cargo aumenta, intento en cerrarla pero no puedo hasta que al fin, la dichosa silla está de mi lado. La meto en el auto y subo al sillón de copiloto.

—Creí que perderíamos la cita por tu culpa— Pablo sale del camino hasta afuera.

—Ja ja ja, cállate— él se ríe por lo bajo yendo a la clínica, es la cita de Dalí y debemos saber como va con su tratamiento, no ha sido fácil pero puedo asegurar que va por buen camino, su salud lo dice. Transcurrida la hora llegamos y con ayuda de mi amigo Dalí se sienta en su silla.

Pablo estaciona el auto y yo entro al lobby  de la clínica, una mujer nos atiende y luego de confirmar la cita nos deja pasar, Pablo nos alcanza en el elevador y una vez en la planta correspondiente nos atiende un doctor de treinta y algo de años.

—Dalí Urkijo, ¿cierto?— ve la papeleta en sus manos .

—Sí.

—Comencemos.

Nos entra a un cuarto con varias máquinas, le da una bata al chico con ayuda de mi amigo se la coloca.

—Bien, tú debes ser su fisioterapeuta— me observa muy detallado.

—Exacto.

—¿Qué puedes decirme con respecto a su avance?

Vale, no estoy preparada para esto, es un lenguaje que no entiendo pero llegué acá, acepté el trabajo y debo enfrentar las consecuencias de mis actos,
nerviosa respondo.

"Por favor no vayas a vómitar."

—Los músculos han sido fortalecidos, ha tardado en soportar el peso y la inflamación ha bajado continuamente.

Él asiente. Meten a Dalí en una máquina redonda donde le piden calma en lo absoluto, él no responde. Se ha mantenido callado todo el recorrido, debe estar nervioso y entiendo. Saber cómo llega tu andar es algo increíble. Siguen las radiografías, exámenes de alimentación y muscular hasta que luego de una hora en espera dan los resultados donde el mismo doctor las lee para nosotros tres. Pablo ha sido un gran apoyo, me explica cosas que no entiendo y a veces habla él con el doctor con un mejor lenguaje que el mío, además me ayuda con el peso de Dalí.

—Ajá— se lleva una mano a la barbilla examinando las radiografías contra la luz.  —Su proceso está yendo bien— dejó salir un suspiro de alivio —Ven estas partes de aquí, es el área afectada y en comparación con las otras radiografías ha mejorado muchísimo— señala con su dedo la imagen.

—Los esguinces han sufrido mucho daño pero con él tratamiento medicinal y el físico han mejorado lo que es una buena noticia— nos ve a los tres con una sonrisa —De seguir así él puede recuperar la sensibilidad y el movimiento a los tres meses. Por supuesto— pausa —Deberá usar bastón mientras
recupera totalmente la fuerza pero para estas lesiones es bastante avance y les felicito.

Sonreí muchísimo abrazando a Pablo quien no dudó en devolverme el gesto con un beso.

—¿Habla en serio doctor?— Dalí habla por primera vez desde que llegamos.

—Así es, han hecho un buen trabajo en todo, no descuides tu dieta porque aunque sea lo menos importante puede cambiar todo, debes evitar el alcohol y toda sustancia que no se elimina fácilmente del sistema puesto que te hará un sangrado interno y no quieren eso.

—No— dijimos ambos al mismo tiempo.

—Eso es todo, los veré dentro de un mes si Dios lo permite. Haremos la cita y cualquier consulta no duden en llamar— me da su tarjeta de presentación —Vayan subiendo el volumen del peso en las terapias, no tan rápido pero si lo suficiente para que puedan seguir avanzando.

—De acuerdo, gracias.

Estrecho su mano y juntos salimos de ahí con una sonrisa en nuestros rostros.

—Estoy orgulloso de ti Alex, sabía lo podías hacer—  Pablo me dedica su linda sonrisa seguido de un beso en la mano.

—Leah— llama mi atención Dalí antes de poder responder.

—¿Sí?

—Algo está molestando mi cuello, puedes ver que es.

—Tienes invalida las rodillas no las manos, ve tú.

Volteo a ver a Pablo para seguir hablando pero la silla de Dalí se interpone en ambos separando la poca distancia que teníamos.

Arrugó las cejas.

—Sigues siendo mi enfermera y te pago para que me atiendas— su tono salió borde y sin intenciones de disculparse, suspiré y me agache para ver qué quería.

—A ver... según tú, ¿qué te molesta?— puse mis manos en mis rodillas, esos ojos grises  oscurecidos  no dicen mucho.

—Algo está picando mi cuello, mira— di una pequeña vuelta en el ascensor para ver pero no tenía nada, seguro es la etiqueta de su camisa negra. Le sople la nuca y pasé mis dedos frotando para hacerle desaparecer la comezón.

—¿Ya?

—No, aún no. Hazlo de nuevo... tal vez así se desaparezca.

Y volví a hacerlo, soplo despacio contra su piel levantando algunos mechones de cabello y dando pequeños masajes a esa área.

—¿Ahora sí?

—Mmm, ni tanto. Déjalo así.

—Okay.

Volví a mi estatura para hablar con Pablo hasta que el ascensor nos dejó en la planta baja del edificio pequeño. Condujo hasta la casa de Dalí, mi amigo y yo seguimos hablando del tema general, él con sus consejos y recordando que puedo consultar con él cualquier cosa que necesite, lo agradezco. Es algo que me da ese empujón para seguir en esto, estoy aprendiendo muchísimo y comienza a gustarme.

—Por cierto, quiero invitarte a salir— me sorprende sus palabras aunque logro sonreír muy contenta, este me ve por el rabillo del ojo.

—Claro, dime la hora, el día y la fecha. Ahí voy a estar— No he tenido muchas citas desde que llegué aquí, así que estoy emocionada por esto.

—Miércoles por la tarde...

—Leah—  la voz cortante de Dalí hizo girarme despacio hacia atrás.

Alcé las cejas dándole a saber que hablara.

—El miércoles te necesito en casa, hay una presentación que debo cubrir y tú eres la única que está en casa disponible.

—Ay, que mentiroso. Dile a Tyler, seguro ella te puede acompañar.

—Tyler tiene sus propios asuntos, no siempre puede estar conmigo.

—De acuerdo— accedí y regreso con el chico de enfrente —Viernes al mediodía, estoy libre a esa hora.

Pablo abrió su boca para responder pero fue interrumpido por Dalí otra vez que comenzaba a molestar un poco.

—Ahora que lo recuerdo, tengo tantas cosas que hacer esta semana que quiero que me acompañes en todas ellas, Tyler necesita vacaciones y tú eres la perfecta para ocupar su lugar. Voy a pagarte el doble.

—¿Estás hablando en serio?— borré la sonrisa que tenía para verle de mala gana. No entendí su repentina agenda ocupada, ni siquiera me había dicho nada .

—Sí, muy en serio.

—Okay, está bien— accedí despacio.

—Vaya... creí que solo eras su enfermera no su manager— comentó Pablo algo desilusionado.

—Es puro teatro, sigo aceptando tu invitación, claro— di un apretón en su hombro. Falta poco para llegar.

—Más te vale, te enviaré un mensaje para coordinar la cita.

—No te esfuerces, estará muy ocupada para poder asistir— giré a verlo con mala cara, ya cansada de sus interrupciones continúas, sus ojos se posaron en mí pero no pude descifrar algo en ellos.

—Ya Dalí...

—Solo digo la verdad.

—No importa, igual nos veremos en la universidad y ahí podemos tener nuestra cita— aparcó el auto y giró a verlo —A menos que tenga que estar contigo durante su jornada universitaria también.

Vi como la respiración de Dalí se alteró un poco y esforzó una sonrisa en esos labios carnosos y rosados.

—Puff, por favor... no soy tan desconsiderado.

Luego de eso bajamos del auto y antes de que Pablo se fuera le di otro abrazo en agradecimiento por haber venido y ayudarme. Aunque no duró mucho, sentí como fui empujada hacia atrás con demasiada fuerza.

—También debo agradecerte Pedro por haber venido, aunque no era necesario— extendió su mano para estrechar.

Pablo aceptó.

—Pablo— corrige.

—Como sea Pepe, gracias— luego giró a verme a mí —Leah vámonos, debemos descansar ha sido un día pesado.

—Ya lo creo— susurro —Oye, gracias por todo, en serio, gracias.

—Cuando quieras.

Tome las manijas de la silla y entramos a la casa que se encuentra vacía a simple vista, no sé si los chicos estarán pero aquí no. De mala gana dejo a Dalí en la sala principal y comienzo a subir las escaleras, necesito dormir. El grito del chico que se empeñó a molestar.

—¡Leah!

—¿Qué?— devolví el grito.




























☆☆☆

No olvides que tu salud es lo más importante. Hay personas a tu al rededor que se preocupan por ti y tu bienestar, pedir ayuda no nos hace de menos o cobardes o algún otro adjetivo que imponga la sociedad  u otra persona. Madurar es entender que todos necesitamos de ánimos, ayuda y apoyo.
La mejor terapia de creer en el Señor Jesucristo, él lleva nuestras penas y dolores. Confiesa con tu boca y cree con todo tu corazón y serás salvo.

TQM. Chica Indiscreta.

Vale, no.

Dani.<3

Continue Reading

You'll Also Like

59.6M 1.2M 15
Sinopsis Kaethennis ha disfrutado de los placeres de la vida, mucho, casi se puede decir que demasiado. Un alma libre, al menos así se definiría el...
1.7M 118K 84
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
61.1K 7.1K 17
Todo empezó gracias al juego de las escondidas. - ¿Cinco? - Pregunta con emoción. - ¿Quien eres? - Con temor pero lo oculta. - Ocho. Y todo pasó... ...
355K 23.5K 28
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...