Barrera de hielo (Saga "camin...

By YuukiThome

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Charlotte es una chica que vive bajo presión. Siendo una excelente patinadora de hielo, con el novio perfecto... More

ADVERTENCIA
Prólogo
1 Ensayo y cansancio
3 El gran día
4 Cautiva
5 Día eterno y recuerdos
6 Pasado borroso
7 Aunque no sea de sangre
8 Locura
9 Raro
10 Deseo reprimido
11 Problemas
12 Todo fue tan rápido
13 Despedida
14 Mundo real
15 La verdad
16 Adiós
17 Esto es amor
18 Aclaraciones
19 Ganamos
20 Ven conmigo
21 Te amo
Epílogo

2 Accidente

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By YuukiThome

La semana transcurrió tranquila en la universidad, Jared estaba más tranquilo y habíamos podido ponernos de acuerdo en cuanto a la música y los pasos de la coreografía.

Nuestro entrenador estaba emocionado porque la teníamos casi lista. Teníamos menos de una semana para pulirla, pues la competencia estaba en puerta y daríamos lo mejor de nosotros.

— ¡Charlie! —Escuché a Clara gritar desde el otro lado del pasillo—. Como no comas, vas a desaparecer —mencionó cuando nos encontramos.

—Buenos días a ti también —sonreí—. Y claro que estoy comiendo, desayune tostadas con frutilla.

—Si tú lo dices —enganchó su brazo con el mío y caminamos hasta llegar a su casillero—. ¿Estás emocionada? Digo, la próxima semana es la competencia, vamos a ir a apoyarlos, a excepción de ya sabes quién.

—Ni que lo digas —puse los ojos en blanco—. ¿Has visto a Jared? No me llamó esta mañana.

—Bueno —mi amiga me miró dudosa.

—Charlie —sentí sus brazos envolver mi cintura y dejó un beso en mi mejilla—. Lamento no haber pasado por ti hoy, estaba algo ocupado platicando con mis padres y se me hizo un poco tarde.

Me giré y lo jalé del cuello para besar sus labios. Respondió de inmediato.

—Bueno, tortolos —habló Clara—, tráguense solos, no frente a otros.

Sonó la campaba.

—Te veré para ir al ensayo —dijo apartándose de mí y soltándome—. Te amo.

—Hasta...

Apenas iba a contestarle pero se giró y se fue a prisa.

—Raro —dijo mi amiga abrazando sus libros—. ¿Qué me decías?

—Que ha estado raro y no contesta mis mensajes.

—Sí, bueno te está engañando —la miré sorprendida—. ¿Qué? Es lo que hace un hombre cuando deja de responder y actúa raro y esa actitud —lo señalo a lo lejos—, no es normal en él que siempre está como un imán contigo.

Sopese en las palabras que dijo Clara mientras caminábamos a nuestro salón.

Faltaba solo alguien ahí dentro; Sally, la chica de curvas perfectas y cabello divino, capitana del equipo de porristas del campus y que siempre era inoportuna. Todos cuanto la miraban babeaban por ella. Sentí una punzada en el pecho y la duda me invadió completamente.

El profesor dio la clase, pero yo no estaba ahí. Mi mente divagó en Jared y Sally, con mil imágenes atacando a mi mente. Ellos, en una habitación, en su coche, en un sillón; mientras se besaban y se toqueteaban.

—Charlie —la mano de mi amiga pasó repetidas veces frente a mi rostro y volví a la realidad—. ¿Estás bien? Te ves... un poco pálida.

—Estoy bien —fingí una sonrisa. Entonces miré a mí alrededor y me percaté que estábamos solas en el aula—. Pero...

—Sí, bueno... si tú estás bien, yo soy reina de Inglaterra —me miró con preocupación—. Y no creas que no me doy cuenta de las enormes ojeras que tratas de ocultar con el maquillaje, ¿todo está bien?

Clara me conocía bien, ella sabía que mi madre y yo habíamos huido, podía confiar en ella.

—Siento que alguien me persigue y...

Su teléfono comenzó a sonar, seguido del mío.

—Pero que —su rostro palideció y me miró—. No, no lo veas.

Levanté mi móvil y desbloquee la pantalla. Quedé en shock ante lo que mis ojos veían.

Jared estaba comiéndose a Sally, mientras sus manos apretujaban su trasero y ella le rodeaba el cuello con ambos brazos.

— ¿Quién tomo esto? No tiene remitente y al parecer lo han enviado al campus completo y...

El aire me faltaba y todo comenzó a darme vueltas. Traté de ignorar la imagen pero no podía, mis ojos no se apartaban de la pantalla. Clara intentaba hacerme reaccionar, pero su voz era tan lejana que no sabía si estaba en un sueño.

—Vámonos ahora.

Me tomó del brazo y me obligó a ponerme de pie. Era hora del almuerzo y todavía había más clases, pero al poner un pie en el pasillo los murmullos y las risas no se hicieron esperar. Todos sabían quién era yo, lo sabían gracias a Jared, y ahora... solo sería el hazme reír.

La competencia estaba tan cerca que yo no sabía si seguiríamos juntos.

Era una zombi mientras caminaba, tratando de que no afectaran las palabras de los demás. De pronto escuché mi nombre a lo lejos, en una voz que, si antes me llenaba de alegría y amor, ahora me provocaba asco.

—Charlie, espera —Jared me sostuvo del brazo y me giró—. No es lo que piensas, yo no...

El sonido resonó por los pasillos y todos nos miraron sorprendidos, mis dedos se habían pintado en su mejilla y su rostro giró por el impacto.

— Déjala ahora J —mí amiga sonaba demasiado molesta—. Suficiente has hecho.

—Pero yo no...

—Vete —hablé tan bajo que apenas me escucho.

—Bien —su voz subió una octava y al soltarme fue tan brusco que casi caigo al perder el equilibrio—. Espero que puedas sola con la competencia.

Se dio la vuelta y se marchó.

Los pasillos estaban en completo silencio, nadie se atrevió a decir o hacer nada y fue entonces que sentí el calor de mis lágrimas mojar mis mejillas.

—Es una mierda de hombre —dijo un chico.

—No la merece —dijo una chica a mis espaldas.

Y ahora los murmullos cambiaron de dirección, ahora todo el mundo se veía preocupado por mí. Comenzaron a preguntar por la competencia y en cómo la universidad de vería afectada si no lo hacíamos bien, en si cancelábamos la presentación.

—Clara —tomé a mi amiga de la manga de su sudadera—. Sácame de aquí.

Mi día se vio arruinado en cuestión de segundos, por una foto enviada por un anónimo y que todos lo vieron.

Subimos a su auto y lo encendió.

— ¿Estás segura que vas a revelarme la dirección de tu casa? —me miró más preocupada—. Mierda...

—Baja ahora mismo —Jared gritó desde afuera—. No te irás a ninguna parte sin que hayamos hablado.

—Hemos terminado —solté sin mirarlo—. Tú y yo ya no somos nada, ni siquiera para la competencia.

No sabía de donde había sacado tanta valentía para soltar aquello, pero no podía echarme para atrás. Pero noté, por su respiración, que estaba dolido.

Lo conocía bien, sabía que su temperamento no estaba bien las últimas semanas, sabía que se había desquitado conmigo porque no tenía a quien más acudir. Y no es por justificarlo, él no es mala persona, no conmigo.

Pero que me haya engañado de ese modo, no tiene perdón.

—Es por eso que no contestaste mis llamadas ayer, ¿verdad? —por fin lo miré—. Preferiste cogerte a Sally, que ver a tu novia.

— ¡Yo no he...! —Suspiró con fuerza—. Charlie, vamos. Yo jamás te sería infiel, yo no estaba con ella, no se quien tomó esa fotografía.

— ¡No mientas!

— ¡Tu cállate! —Gritó a mi amiga.

—Vámonos —solté sin más y mi amiga aceleró.

Me hice ovillo una vez salimos del estacionamiento del campus. No quería estar más tiempo ahí y me permití llorar.

—Está bien que te sientas mal, pero... carajo, ¿Sally? Es una zorra.

Mi mente se quedó en blanco, pero el eco de la voz de Clara resonaba aún en mi cabeza.

Al final, le pedí que me llevara a la pista, en vez de ir a casa. No podía arriesgar mi seguridad, ni siquiera con ella, alguien me seguía y no podía arriesgar a nadie.

Insistió en quedarse, pero le pedí que volviera a clases. Podía arreglármelas sola.

—Podemos ver películas, comer helado, chocolate, soda —se veía mal por mi causa—. No puedo dejarte sola en las malas, estamos juntas.

—Lo sé, te lo agradezco. Pero te prometo que estoy bien, un par de horas de sudor y listo.

Después de casi veinte minutos la convencí. Aun podía volver a las últimas clases.

Tenía cerca de dos horas ensayando, cuando unos gritos me desconcentraron totalmente. El entrenador estaba furioso y Jared estaba con él. Creo que ya se había enterado de la situación.

—No voy a permitirle que lo haga —soltó sin más—. Somos pareja y haremos esta competencia juntos.

—Yo no pongo las reglas, bien lo sabes —me quedé parada escuchándolos—. Pero es una falta de moral y respeto lo que acaba de pasar, el decano me ha mandado un aviso y yo no puedo manchar la imagen de la señorita Stevens.

— ¡Es que yo no hice nada! —Su tono de voz me exaltó y sin más entró a la pista—. No voy a arruinar el progreso por una estúpida foto que no significa nada.

Intenté alejarme, pero fue rápido y me tomó de la cintura.

—Y tú —me miró a los ojos—. No vas a dejarme tan fácil —su voz salió en un susurro—, no sin que te explique las cosas.

El nudo en la garganta no me dejó hablar. Aun así, no me opuse y dejé que el ensayo transcurriera sin problemas.

Nos movimos con tanta soltura, como si todo fuese perfecto. Sus manos fueron suaves conmigo, sus dedos rozaban los míos con delicadeza y me hizo sentir bien. Pero no podía sonreír, no podía quitarme la imagen de la cabeza. Y en ese último salto, sucedió algo inexplicable; la cuchilla de su patín derecho se zafó completamente, haciendo que perdiera el equilibrio y cayó de lleno con su hombro derecho sobre la dura superficie y el grito que soltó fue de auténtico dolor. Patiné a prisa para llegar a su lado. El entrenador entró también a prisa y tuvo que llamar a los paramédicos.

Y fue así que terminé como participante solitaria en la competencia, pues Jared tuvo una lesión en el hombro y no podría cargarme para la coreografía y no podíamos modificarla ya.

Al volver a casa me sentía extraña. Fue un día demasiado extraño en su totalidad. Y el acecho que sentía hacia mi persona estaba latente todo el tiempo. Pero siempre que miraba, estaba vacío.

—Ay cielo, espero que Jared mejore pronto —mi mamá me recibió con un abrazo—. Pero sé que lo harás muy bien, puedes llegar a las olimpiadas —su semblante cambió—. Aunque insistí en que no lo hicieras, has llegado lejos y...

El silencio que hizo fue notorio. Me aparté y la miré, había miedo.

— ¿Mamá?

— ¿Sí?

— ¿Estás bien? Te noto algo... nerviosa.

—Sí, cielo, todo está bien —señaló el sillón—. Me siento un poco decepcionada que hayas dado nuestra dirección, sabiendo que...

Era una caja más pequeña que la de la otra vez, sin remitente, no había nota.

—Gracias, Jared quedó de enviarme unos libros —mentí—. No podrá conducir por un tiempo, así que debió decirle a su nuevo chofer.

—Cielo —no cayó—. La lesión fue hace un par de horas, no creo que...

—Quedó desde ayer, así que supongo que fue de último minuto —sonreí y la tomé, era algo pesada—. Así que no te preocupes, nadie más tiene la dirección, solo la universidad.

Me fui a mi recámara y cerré la puerta. Coloqué la caja en el piso. Mi corazón estaba acelerado y tenía miedo, ya no había nota pero eso no indicaba que no hubiese peligro. Bien podía ser una bomba y explotaría ahora mismo.

Pero la sorpresa que me llevé al abrirla, estaba muy lejos de lo que esperaba ver dentro. Tomé entre mis manos los hermosos patines blanco perla entre mis manos, justo mi talla y unas cuchillas bien cubiertas que dejaban ver un filo excelente, los cordones a juego. En el fondo unos calentadores para mis piernas del mismo color y una nota, escrita con una hermosa caligrafía en tinta blanca sobre papel negro:

"Eres la mejor, nunca lo dudes y sé que ganarás...

Tu puedes pequeña"

Era la misma persona que me había dejado los anónimos, pero no sabía quién podría ser. Me atemorizaba que fuese un viejo acosador que quisiera hacerme daño, algún fanático que quiera secuestrarme, pero estos patines son carísimos. Ni yo misma me había atrevido a pedírselos a mamá por miedo a que me dijera que no. No cualquier persona podría darse ese lujo.

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