Iniciativa Caídos 2: Tierra D...

By IniciativaCaidos

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Hace miles de años los dioses egipcios gobernaban la tierra, o al menos eso dicen los mitos pero son sólo eso... More

Prólogo
Capítulo 1: De vuelta a la Acción
Capitulo 2: Vida de Zorros
Capítulo 3: Mirar al Futuro
Capítulo 4: El más buscado
Capítulo 5: Preguntas sin respuestas
Capítulo 6: Regalo de los Dioses
Capítulo 7: Más fuerte
Capítulo 8: Stairway to Heaven
Capítulo 9: Primer Contacto
Capítulo 10: Sarthor
Capítulo 11: Último Reencuentro.
Capítulo 12: Guerra contra Sombras
Capítulo 13: Poder contra Habilidad
Capítulo 14: Voluntad de Hierro
Capítulo 15: Alumno y Maestro
Capítulo 16: El Regreso
Capítulo 17: Riesg Contra Omegahumana
Capítulo 18: Peligrosos Aliados
Capítulo 19: El Reencuentro
Capítulo 20:Héroes
Capítulo 21: ¿Sabes qué son los pensamientos?
Capítulo 23: La Subasta [Parte 2]
Capítulo 24: El Ataque
Capítulo 25: Marcas Blancas
Capítulo 26: Lucha de Ideales

Capítulo 22: La Subasta

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By IniciativaCaidos

Aclaración:  utilizamos estos símbolos "^/" para marcar que están hablando en lenguaje hevenziano.  


Los hevenzianos albinos fueron muy sencillos de manipular, al contrario que los demás hevenzianos, ellos parecían ser más ágiles y diestros para el combate. Sin embargo sólo bastaron unas simples palabras para que el líder de ellos esté en manos de Sarthor, incluso él mismo se sorprendió por la facilidad con las que obtuvo la confianza del todo el pueblo.

Fue bienvenido, le dieron ropa, comida y hasta un lugar propio. Sólo por verse como uno de ellos. Esa misma confianza en su raza sería su perdición.

A ellos les llamó la atención los adornos dorados que el arqueólogo llevaba consigo y evitó que se los quitaran diciendo que él mismo los había hecho. De nuevo creyeron en sus palabras, sin pruebas ni nada.

Habían transcurrido 3 días desde que llegó al pueblo y ya era un integrante más. Una hevenziana de rastas blancas se encargaba de traerle comida. Se parecía mucho a su ex asistente hevenziana. Él inevitable pensó en Piero y Marin, preguntándose si estaban bien y a salvo. Por cómo se dieron las cosas se convenció que dejarlos atrás había sido la mejor decisión.

Unas manos sacudiéndose frente a su rostro lo sacaron de sus pensamientos. Era esa mujer quien intentaba llamar su atención. Ella le hizo unas señas al mismo tiempo que hablaba en su idioma.

^/¿Necesitas algo más^/, le preguntó. Sarthor entendió perfectamente gracias al amuleto de la sabiduría, sin embargo hizo una mueca. Siguiendo con la mentira de no entender.

—Gracias por la comida —habló sonriendo. Pero ella avanzó y le cubrió la boca con sus manos—. Ah, lo siento-

^/No hablamos ningún idioma humano aquí^/, la hevenziana lo mandó a callar nuevamente con un shhh.

^/Yo bien callado^/, dijo Sarthor luego de que ella apartara sus manos, ^/Yo... hablar... con jefe^/, a propósito cometió errores se pronunciación y eligió palabras sueltas.

^/El líder partió^/, dijo mientras hacía unos garabatos en la nieve para explicarle con dibujos lo que había pasado, ^/Dijo que atacaría a los que te mantenían encerrado y eliminará a la híbrida. Los demás nos mantendremos a salvo mientras él no está^/.

La hevenziana terminó de trazar los dibujos y miró a Sarthor. Quien se contenía para no mostrarse tan sorprendido.

¡¿Atacará la base de Egipto?! ¡¿Él solo?! Prácticamente es un suicidio, pensó el arqueólogo.

^/¿Cuándo se fue? Yo... despedir^/, le preguntó a la hevenziana.

^/Se marchó esta mañana, al amanecer^/, respondió garabateando nuevamente.

Tras esa breve charla la hevenziana lo dejó solo para que comiera tranquilo. Sin embargo Sarthor estaba muy alterado, debía apresurar sus planes debido a este inesperado cambio. Él esperaba que un grupo de los hevenzianos de la aldea fueran a atacar a la base, no sólo el líder. Hacer algo así era impensable y se vio obligado a apresurar su plan.

Dentro de sus pertenencias había ocultado un celular satelital. Por lo que llamó a uno de sus contactos para coordinar sus movimientos, Volthom había hecho su parte, pero si quería que todo esto funcionara deberían atacar al mismo tiempo.

Atraer al cuervo. Así apodaron a la operación que Sarthor había planeado desde hace semanas. Los Caídos, igual que el animal que los representaban, eran escurridizos

e inteligentes. Pero animales al final de cuentas, por ello les daría justo lo que estaban buscando.

.

.

.

2 semanas después del ataque a la mansión Burjas las cosas estaban demasiado tranquilas. Mientras esperaba noticias de los equipos de búsqueda, Hyrik se mantenía sereno. Reflexionaba acerca de haberles ocultado la verdad al resto de los Caídos, en un principio les había dicho que la confianza lo era todo, sin embargo faltó a su propia filosofía. ¿En qué momento se había vuelto así? A pesar de que los otros le ocultaran cosas, él se había prometido ser confiable, incluso desobedeciendo algunas órdenes de la Agencia.

—El amuleto de Hathor —se dijo así mismo al llegar a una conclusión.

—Señor Wyx un nuevo amuleto ha sido activado —habló uno de los agentes, sacándolo de sus pensamientos. En la realidad él se encontraba en la sala de comunicaciones mientras trataban de contactar con uno de los equipos de búsqueda—. La señal proviene de Mónaco.

—¿A los Caídos les gustará un viaje a sus hoteles de lujo? —bromeó el hevenziano mientras llamaba a cada uno de ellos para darles la misión, exceptuando a Castel y Helena, ambos aún estaban recuperándose de sus cirugías.

Al momento de que Nathaniel recibió el mensaje se encontraba jugando Uno con Castel en su cuarto. Ronin por su parte deseaba con todas sus fuerzas morir de nuevo en lugar de pasar un segundo más con esos dos y su estúpido juego. Cuando el celular sonó y el pelinegro leyó el mensaje en voz alta, tanto Ronin como Castel se levantaron de sus lugares, dispuestos a ir la acción.

—"Castel no irá, sigue castigado" —leyó Natt, riendo levemente debido a la reacción del rubio.

—¡¿Otra vez?! ¡¿Primero me dejan fuera de la misión que involucraba a mis padres y ahora de ésta?! —exclamó molesto. Entonces comenzó a buscar entre sus ropas el traje para ir a pelear, no le importaba desobedecer de nuevo.

—Iron Hell tampoco irá, Hyrik asegura que aún no se han recuperado del todo —le explicó Natt con calma—. Él es doctor.

—Estoy bien.

—¿Y tus padres? ¿Hablaste con ellos? —insistió el pelinegro, buscando alguna razón para convencer a su amigo.

—Se los llevaron a otra base de la Agencia, era muy peligroso tenerlos aquí en Egipto cerca de Alezie —respondió sin voltear a mirarlo. Para estas alturas Nathaniel estaba considerando usar la fuerza bruta para detenerlo.

—Mejor haz caso o te volverás un estorbo como la última vez —comentó Ronin haciendo que el rubio se detenga en seco. Sabía perfectamente a lo que se refería y, luego de saber que él había regresado de la muerte, había querido darle las gracias. Sin embargo esa actitud le molestaba demasiado, como si le debiera de por vida.

—Muchas cosas cambiaron desde que Cyberex te asesinó —respondió Castel mientras caminaba hacia él—. ¿Estás seguro que yo seré el estorbo? —sin dudarlo tomó con fuerza el cuello de la ropa de Ronin, quien respondió de un rápido movimiento, intentando tomar su espada. Pero en el mango de ésta había un escudo que le impedía sujetarla.

—¡Ya basta! —ordenó Nathaniel. Sin embargo sólo podía mantener controlado a Ronin, por lo que preparaba sus sombras mientras veía que el amuleto de Castel estaba brillando, aunque débilmente.

—Es la primera vez que no siento nada —habló el rubio para luego soltar a Ronin. Por más que éste se mostraba furioso, con ganas de decapitarlo, Castel no era capaz de sentir sus emociones con el amuleto Hathor—. Trataba de averiguar por qué me salvaste pero me quedé sin una respuesta —explicó para luego volver a prepararse para la misión.

En ese momento Hyrik se presentó en la habitación, tal vez ya sospechaba que Castel iba a causar problemas otra vez. El rubio lo ignoró en todo momento mientras que el hevenziano le daba indicaciones a Nathaniel sobre qué hacer.

Cuando ya estaba listo para salir, Hyrik se interpuso en su camino. No iba a permitir que vaya con los demás y Castel no iba a quedarse en la base. Podría usar sus poderes para apartar la hevenziano, pero eso sólo empeoraría la situación.

—Ya estoy bien y acompañaré al resto —habló el muchacho con determinación.

—Necesito que hagas algo, tu propia misión —respondió Hyrik, dejando a Castel confundido.

.

.

.

El elegante lugar bien decorado e iluminado contrastaba con la actividad ilegal que se realizaba allí, el cielo nocturno de Mónaco podía verse desde el ventanal que había en el techo del edificio.

—El próximo artículo de la subasta pertenece al lote 24 —comentó el director de la misma mientras hacía una señal para que trajeran el objeto—, un pectoral egipcio que data como mínimo del año 3.000 A.C —el mencionado pectoral fue presentado en el escenario con delicadeza. Pese a su antigüedad, aún sorprendía su belleza, resaltando por sobre todo las piedras preciosas incrustadas en ella—. Empezaremos la puja por $50.000, ¿quién da más?

La subasta se desarrolló por varios minutos, subiendo cada vez más el valor de la pieza, $100.000, $200.000, $300.000, llegando incluso hasta los $500.000, Samir suspiro, había logrado deshacerse de los guardias e inmiscuirse en la sala sin ser detectado, esperaba que, viendo quienes pujaban por el amuleto podría descubrir si Alezie o alguno de sus aliados estaba presente, sin embargo todos los presentes habían levantado su paleta al menos una vez, y tenía sentido, la pieza visualmente era muy atrayente.

—Supongo que habrá que hacerlo de la manera difícil —murmuró dando unos pasos hacia él frente—, 2 millones de dólares —declaró haciendo que todos voltearan a verlo sorprendido.

—Este es un evento privado, ¿como hizo para entrar aquí? —preguntó el director de la subasta.

—Más que privado, diría que clandestino, por eso me sorprende que lo hagan de manera tan evidente —respondió el Dios Caído—. Parece que tras la muerte de Cyberex ya no hay tanto peligro para personas como ustedes.

—Irónico viniendo del líder del grupo que lo asesinó —contestó alguien con un particular acento británico mientras se ponía de pie y volteaba a verlo. Samir lo observó atento, el arqueólogo ya sabía que los Caídos iban tras los amuletos, no era una sorpresa que supieran que él era parte de ellos, pero, ¿lo llamó líder? ¿Cómo sabía eso?

—Supongo qué tu eres de los esbirros de Alezie.

—Digamos que soy más un colaborador suyo, oh, y se hace llamar Sarthor ahora —contestó despreocupado—. Soy Nash Volthom, y déjame presentarme a mis compañeros —tras decir esto 3 personas más se levantaron—: Diamond.

El mencionado hizo tronar sus puños mientras su piel se volvía de un color celeste brillante y reflectante, tal como el material que le daba su nombre.

—El de ahí es Terracota —el sujeto asiático reaccionó tomando un par de kunais en sus manos, por su nombre Samir podía intuir que se trataba de un omegahumano con la capacidad de multiplicarse de alguna forma—, también tenemos a Gantry —agregó mientras una mujer de cabello negro y ojos anormamente azules no le quitaba la vista de encima, la cual traia unos zapatos y guantes mecánicos—. Y por último está....

Antes de que terminara su frase Samir reaccionó tomando su espada y girando justo a tiempo para bloquear un ataque que venía de su espalda. Este último sujeto era diferente, vestía con lo que parecía ser un traje que emulaba las antiguas armaduras de la edad media, de color blanco con detalles rojos,aunque era visiblemente más moderna y tecnológica, su máscara sólo dejaba ver un atisbo de unos ojos negros, la capa y capucha que traía seguían los mismos patrones que el resto de su armadura, sin embargo lo que más resaltaba eran 2 cosas, la espada negra que portaba y con la cual había atacado al líder caído, y su pechera la cual era de una tela notoriamente desgastada y con una cruz templaria de el centro.

—Lamento la impaciencia de nuestro amigo —comentó Nash—, NightBlade es algo intenso a veces.

El Dios Caído no le quito la vista al recién llegado, no podía creer que no lo había detectado, era imposible, incluso ahora que lo tenía frente a él, no era capaz de observar su aura, solo la que salía de la única parte que no estaba cubierta por su traje, sus ojos, claramente esa armadura no era normal.

—Ahora que estamos todos podemos empezar —agregó el británico haciendo que el resto de los presentes huyeran despavoridos—. Me sorprende que hayas venido solo.

—No lo hizo —habló el llamado NigthBlade. Samir rápidamente hizo fuerza con su brazo haciéndolo retroceder junto con los demás.

—Entren, ahora —ordenó rápidamente por su comunicador, ante esto el resto de los Caídos atravesaron la ventana superior y cayeron en el medio del auditorio.

—Son menos de los que esperaba —dijo Klinn poniéndose en guardia.

—Bien, esto lo hará más interesante —dijo Volthom murmurando—. Ya lo saben muchachos, como lo planeamos.

Antes de que pudieran reaccionar, Diamond golpeó el suelo con fuerza haciendo salir por debajo de ellos una montaña de estalactitas que obligó al equipo a moverse en direcciones distintas mientras el edificio entero se desmoronaba, logrando así separarlos.

En medio de la nube de polvo Nathaniel intentaba aclarar su visión, no con demasiado éxito.

—Abre bien los ojos amnésico, están por atacarnos —le dijo Ronin quien ya había desenvainado su espada. En ese instante Fox sintió una ligera corriente de aire tras él, sólo le bastó girar levemente la cabeza para localizar a la responsable, Gantry. Rápidamente sacó un tentáculo de su espalda, sin embargo, antes de alcanzarla esta se desvaneció en un destello azul y reapareció frente a él conectando un potente golpe con su guante mecánico que lo mandó a volar.

La mujer dirigió su mirada hacia el segundo Caído, pero grande fue su sorpresa al ver qué este ya estaba a punto de alcanzarla con su espada, para su suerte logró activar su poder y desvanecerse nuevamente.

—Así que teletransportación —dijo Arasu volteando a verla tras el—, perfecto, un oponente como tú me vendrá muy bien para ponerme en forma. Quédate atrás amnésico, esto será demasiado rápido para ti —le indicó al vigilante quien había logrado ponerse de pie.

—La derrotaremos más fácil si trabajamos juntos —sus palabras fueron ignoradas por el fantasma de la espada quien se lanzó al ataque, su hoja fue directo al cuello de su contrincante que volvió a teletransportarse justo a tiempo. El combate siguió con los mismos resultados, la velocidad de Arasu seguía siendo impresionante, sin embargo pese a estar muy cerca, no lograba dar un corte certero.

Fox podía notar la razón de esto, y es que había un momento en el que el espadachín no atacaba, y era ese lapso entre que Gantry desaparecía de su vista hasta que la volvía a localizar. Incluso a él con sus reflejos le costaba encontrar un momento para golpear con sus sombras, sobre todo porque su compañero lo superaba en velocidad y reanudaba sus ataque antes de que él llegara a hacer algo.

Por su parte, Arasu estaba frustrado, estaba seguro que podía superar su teletransportación si se empleaba a fondo, sin embargo no podía hacerlo, no sabía porque, su fuerza, equilibrio, habilidad, todo se sentía como siempre, pero al intentar tensar sus músculos para sacarle el máximo provecho a sus capacidades, como tantas veces lo había hecho, no lo lograba. En ese instante una idea llegó a su cabeza... ¿trabajar junto al amnésico? No, esos no eran sus pensamientos, nuevamente era esa especie de conexión mental que tenía con este debido al amuleto, esa distracción fue aprovechada por Gantry quien por primera vez tomó la ofensiva propinándole una patada que Ronin apenas llegó a bloquear con su arma. En ese momento Nathaniel logró acertar un golpe con su puño de sombras, aunque apenas logró empujarla un poco antes de que volviera a transportarse a una ubicación segura, algo alejada de ambos.

—Estoy seguro de que puedes arreglartelas solo —comentó el pelinegro acercándose—. Pero no tenemos tiempo que perder, el enemigo tiene a su merced el último amuleto, sí no nos apresuramos será el fin —Arasu simplemente lo observó de reojo, se puso en guardia nuevamente y no dijo nada.

—No estoy tratando de demostrar nada amnésico —dijo de la nada tras varios segundos de silencio—, tampoco inseguro.

—No dije nada —se excusó el joven.

—No es necesario —replicó seriamente—, creo que ya estoy entendiendo un poco como funciona el vínculo que forma el amuleto de Anubis. —Eso último hizo un clic en su cabeza dándole una idea.

—Creo que puede funcionar —comentó Nathaniel sin necesidad de que le dijera nada.

—Bien, eso nos ahorrará tiempo, tal como querías —finalizó mientras ambos se disponían a comenzar el contraataque. Todo lo relacionado con las consecuencias de usar la máscara de Anubis era un fastidio, pero ahora, lo usarían a su favor.

Por su parte Himeya se levantó sacudiéndose el polvo de encima para luego ponerse en guardia al sentir unos pesados pasos aproximándose.

—Escucha muchacho, podemos hacerlo de la manera sencilla —dijo el sujeto recubierto de diamante—, te quedas ahí y yo no tendré que partirte a la mitad —el victoriano no respondió nada y simplemente disparo de sus manos su energía característica, sin embargo Diamond simplemente se cubrió con sus brazos desviando el ataque hacia unos edificios para luego re direccionarlo hacia el castaño quien recibió su propio poder de frente enviándolo al suelo—. Mala elección.

El castaño aturdido intentó reincorporarse, si el sujeto frente a él podía reflejar sus ataques tan fácilmente debería no tendría un combate sencillo.

Antes de que pudiera volver al combate unos gritos lo distrajeron, al voltear su vista hacia el origen de estos pudo notar como unos escombros gigantescos estaban por caer encima de unos civiles. Con gran rapidez disparó de sus dedos unos rayos de energía que destrozaron dichos escombros hasta convertirlos casi en polvo inofensivo.

—Evacuen el área —ordenó a estos mientras se levantaba. Civiles en el campo de batalla nunca era bueno—. ¡Ahora! —gritó haciéndolos reaccionar por fin. En cuanto estuvieron solos Himeya se colocó en posición de combate y espero el ataque de su rival, sin embargo este no se movió, claramente no quería iniciar un combate cercano, e iba a esperar que él hiciera el primer movimiento.

Tomando la iniciativa, el victoriano avanzó rápidamente y lanzó un recto derecho que fue bloqueado por su enemigo quien respondió con una velocidad impresionante para su gran tamaño y un golpe descendente. Usando su mano izquierda Haruki logró desviarlo y volvió a intentar conectar un ataque, esta vez acertando en su mentón logrando desestabilizarlo, tras esto lo tomó del brazo e intentó hacerle un derribo, sin embargo, la extremidad de Diamond comenzó a liberar estalactitas obligándolo a soltarlo, cosa que aprovechó para lanzarle una patada de la que Keizer apenas pudo protegerse, logrando alejarlo.

—Vaya, no esperaba ver a un militar en un grupo de terroristas —comentó el hombre.

—¿Quién dijo que lo soy? —cuestionó el castaño a la defensiva.

—Tienes el porte de uno, además, tu manera de pelear, veo tintes de Krav maga en tu estilo, aunque ese último intento de derribo ¿Fue Aikido? ¿O tal vez Judo? Sea como sea, esas formas de combate son muy utilizadas en el ejército —respondió Diamond sorprendiéndolo.

—Tu también eres militar —supuso Himeya a lo que el sujeto sonrió.

—Lo fui una vez, aunque lo termine dejando, seguir las reglas no es lo mío —contestó despreocupado—. Escucha, como cortesía entre soldados, te daré la oportunidad otra vez de que elijas la opción fácil donde te quedas donde estás.

—La cortesía de un desertor me repugna —comentó Haruki mirándolo con repulsión.

—Es una lástima, tendrá que ser de la manera difícil —apuntando sus manos hacia el joven comenzó a disparar diamantes como proyectiles obligándolo a moverse esquivándolos hasta hallar cobertura tras un automóvil.

Himeya se estaba impacientando, tenía que acabar con su oponente lo antes posible para poder ir por él amuleto, sin embargo no podía moverse a la ligera, y aunque estaba tentado a hacerlo, tampoco podía usar su medallón para transformarse en Omega Keizer, si lo hacía todo el mundo sabría que era parte de los Caídos. Tranquilizandose respiro hondo y preparó su contraataque. Lanzando un rayo de energía contra el vehículo lo mandó a volar haciendo que choque contra Diamond quien lo recibió de lleno con tanta fuerza que explotó.

En cuanto la nube de humo se disipó Haruki saltó sobre él iniciando nuevamente un combate mano a mano. Se notaba que se estaba enfrentando a alguien con entrenamiento militar, aunque parecía oxidado, como si no lo hubiera puesto en práctica en mucho tiempo, de ahí que le pudiera conectar numerosos ataques los cuales, aún con la resistente piel del sujeto, podía verse claramente que le hacían daño.

En un arranque de ira, Diamond golpeó el suelo liberando una ola de cristales punzantes que alcanzaron al castaño, estos apenas rozaron su piel, pero fueron lo suficientemente fuertes como para mandarlo a volar y estrellarlo contra un muro. El victoriano se recuperó rápidamente e intentó acercarse para reanudar la pelea, sin embargo antes de poder hacerlo su contrincante repitió el mismo ataque haciendo que se detuviera.

Himeya maldijo por lo bajo, estaba claro que su enemigo ya no lo dejaría acercarse tan fácilmente, como último recurso decidió activar su amuleto, aún con los efectos secundarios era la mejor opción. Su collar brilló con sus colores azul y dorados característicos, ya podía empezar a sentir las náuseas por lo que no podía perder tiempo.

Activando el poder de Amón, Himeya se movió a gran velocidad logrando posicionarse a espaldas de su rival y encajarle una potente patada, quebrando parte de su recubrimiento, también, aprovechando su sorpresa, descargó una lluvia de golpes que no podían ser detenidos por su enemigo quien, abrumado, rodeo su cuerpo de espinas, logrando así detener al joven para luego dispararlos, alejándolo una vez más.

Pese a tener un corte en su mejilla Haruki sonrió, su enemigo se estaba enojado, y él lo sabía por experiencia, dejarse llevar por la ira en una pelea podía ser mortal. Diamond volvió a golpear el suelo, pero esta vez para tomar un enorme pedazo de concreto y lanzárselo con todas sus fuerzas a no que Himeya disparó un rayo dejándolo como una pila de escombros los cuales redirigió con un vendaval de viento hacia su contrincante quien solo se enojó aún más, disparando más y más proyectiles, pero era en vano, con la velocidad que había adquirido el victoriano gracias al amuleto de Amón no era capaz de acertarle.

Perdiendo por completo la paciencia cometió su más grande error, dejó de disparar para acercarse a su oponente, quien sin dejar pasar dicha oportunidad, se movió a gran velocidad hasta quedar frente a él, colocó su mano a escasos centímetros de su abdomen, y disparó su energía, tal vez su piel de diamante podía reflejar los rayos, pero a tan corta distancia, solo podían rebotar con la mano del victoriano, quien sin problemas era capaz de resistirlos y devolverlos, ante esto, incluso su resistente cuerpo cedió generando una ligera explosión que lo daño, para cuando se dio cuenta de su error fue demasiado tarde, Himeya repitió el mismo movimiento una y otra vez en diferentes partes de su cuerpo hasta que lo hizo caer de rodillas sin aliento y con gran parte de su armadura resquebrajada.

—Parece que esta manera no era tan difícil como creías —declaró Haruki seriamente mientras colocaba su mano extremadamente cerca de su rostro. Diamond lo miró con furia hasta que lanzó un grito de frustración, aunque no se quedó solo en eso, pues su armadura comenzó a recubrirse de más capas de aquel material hasta aumentar considerablemente de tamaño. El shock inicial fue tanto que Himeya apenas pudo esquivar el puñetazo descendente que se dirigía hacia él dando un salto hacia atrás.

—Todavía no terminamos —gritó Diamond mientras se ponía de pie, haciendo que el castaño entendiera de inmediato la situación, tal vez esa forma le daba más fuerza y resistencia, pero lo volvía increíblemente lento.

—Si, ya terminamos, solo que no te diste cuenta —replicó el victoriano mientras activaba su amuleto creando poco a poco un tornado alrededor de ambos al mismo tiempo que cargaba su poder en una de sus manos. Finalmente disparó un enorme haz de energía que su contrincante reflejó con facilidad, sin embargo, antes desviarse por completo, el potente vendaval de viento lo hizo girar en círculos hasta que lo volvió a impactar, esta vez en su espalda. Liberando todo su poder, Haruki volvió a disparar llenado todo al mismo resultado, el seguía atacando y su enemigo volvía a reflejarlo, el ciclo continuo repitiéndose hasta que el tornado se volvió un remolino luminoso, los rayos de Himeya impactaron una y otra vez en Diamond y su armadura ya no era capaz de resistirlos. Tras unos minutos el combate terminó con una explosión de energía que, gracias al tornado generado por el Caído, se concentró por completo en el mismo punto.

Tras esto, el enorme sujeto cayó al suelo, con su armadura destrozada y totalmente inconsciente. Himeya lo miró mientras intentaba controlar sus náuseas y ganas de vomitar, estaba algo cansado, pero todavía tenían una misión.

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