Leslie Duk: El árbol de Mana

By BrunoGrimmie

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Adéntrate en la odisea de Leslie, un joven cuyo viaje de autodescubrimiento trasciende las dimensiones de la... More

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By BrunoGrimmie

Una semana había transcurrido desde mi bienvenida oficial, y muchas cosas habían ocurrido desde entonces.

Después del almuerzo de aquel día, Frederick, junto con su hija Sophie, me ayudaron a sacar el colchón de la habitación y le dieron fuertes golpes con una pala que encontramos cerca de la cerca.

"¡Dale con fuerza, muchacho! Demuestra ese legado enano que corre por tus venas. ¡BAAJAJA!" exclamó Frederick entre risas.

A pesar de que el colchón terminó en el suelo cubierto de tierra, logramos dejarlo más limpio de lo que estaba en la habitación. Luego, Elena me brindó una ayuda casi enérgica para dejar la habitación completamente habitable y limpia.

Cuando llego el momento de limpiar el escritorio, decidí encargarme personalmente para mantener en secreto al pequeño felino de madera que reside detrás de él.

Todo resultaba bastante agradable; podría decirse que me encontraba en un estado de bienestar que no había experimentado en mucho tiempo. Había olvidado cuándo fue la última vez que me sentí tan pleno.

Las palabras de Wallace Tremblay cobraban cada vez más sentido en mi mente. Su ausencia había generado especulaciones entre todos nosotros, ya que nadie había tenido contacto con él durante al menos dos semanas antes de que apareciera en mi casa. Sin embargo, ahora, con el paso del tiempo, sus palabras resonaban claramente en mi cabeza: 

"...valdrá la pena, se lo aseguro".

Estos días aquí me han permitido compartir momentos en familia, lo que me ha llevado a comprender mejor las palabras del señor Tremblay. La convivencia ha sido enriquecedora y reveladora.

Frederick, ha demostrado ser un hombre excepcional. Me ha ayudado en muchas tareas cotidianas, desde levantarme temprano para participar en la recolección y la caza, hasta acompañarme en visitas al gremio de leñadores para obtener troncos que Elena necesita para encender el horno. Su generosidad y disposición para ayudar han dejado una profunda impresión en mí.

"Debes embarnecerte, muchacho. Debes seguir el legado de tus ancestros, ¡BAJAJAJA, incluso si eres tan flacucho!" 

Suele hacer muchas bromas sobre lo poco enano que parezco, y después de cada una, me da un golpe fuerte en el hombro. No parece tener noción de su fuerza; seguro que ya tengo un moretón allí.

Junto a Sophie, la hermana de mi madre, descubrí que tenía mucha fuerza, aunque no sabía cómo usarla correctamente.

"Escúchame, Leslie. Unos cuantos meses junto a nosotros y esos músculos de innumerables generaciones saldrán de tu cuerpo para que los luzcas con orgullo".

Ambos eran el epítome de lo que un enano debía ser; no podría haber pedido mejores maestros para reconectarme con mis orígenes, aunque a veces fuera doloroso.

Pero a pesar de todo eso, disfrutaba pasar tiempo con ellos. Cada desafío y experiencia que me hacían enfrentar me enriquecía de alguna manera, a pesar de mi falta de actividad física.

"Van a matarlo si siguen tratándolo así".

Elena siempre estaba allí para supervisar que los esfuerzos excesivos que me hacían hacer ambos dos no fueran excesivos. Mi presencia parecía recordarle de alguna forma a mi fallecida madre, lo que parecía acercarla de alguna manera a su hermana. Compartía historias de su infancia con mi madre y a menudo me mostraba las figuras talladas que habían ayudado a crear en el taller de su padre.

Durante las tardes, me unía a Elena en lecciones de tallado mientras ella preparaba la cena. Me sentaba frente a una mesa, tallando con cuidado, y ella se acercaba regularmente para corregir mi técnica. A pesar de mi destreza inicial, comprendía que siempre había espacio para mejorar, especialmente cuando se trataba de detalles más finos, como el tallado de la ropa. Era bastante agradable el pasar el tiempo con ella, a diferencia de mi abuela.

Mi abuela, la anciana de la casa, mantenía cierta distancia. Su expresión hacia mí había experimentado una evolución a medida que pasaban los días de mi estancia. 

Al principio no era mas que una sonrisa agradable y muy fingida, luego de eso había cambiado a una de desprecio, para finalmente llegar a una de preocupación y condescendencia, que es la que tiene ahora. Creo que esta actitud va de la mano con el resentimiento pendiente con mi madre antes de su fallecimiento. Además, su ausencia en el momento del fallecimiento de su esposo, el padre de mi madre, mi abuelo, probablemente había ayudado a esta distancia. Creo que lo prefiero asi, de esta manera no debo entrar en incomodas charlas.

Por último, tenemos a Sophie. Es una chica con serios problemas; sin lugar a dudas, tiene de delicada lo que yo tengo de perro pequinés. Es fácil notar que es hija de su padre; ambos parecen cortados por la misma tijera.

A pesar de su brusquedad, sumada a su personalidad peculiar y bromista, ha sido sumamente servicial y amable al enseñarme ciertas cosas. Por ejemplo, me señaló qué libros debería leer para comprender el propósito de cada tipo de madera.

"Claro que no puedes utilizar cualquier madera. ¿Quién sabe qué pensamientos podrías infundir en ella? No deberías ser tan imprudente."

Su tono se volvía sumamente serio cuando se trataba de enseñarme sobre el tallado de la madera, y si cometía un error, optaba por golpearme, aunque no de la misma manera que su padre; más bien con golpes en la cabeza, ya fuera con un pergamino o una regla. Aunque su madre dijo que no lo tomara como algo personal, ya que ella fue la última alumna de nuestro abuelo.

"Los enanos somos una raza mágica, en nuestro interior fluye el poder y nuestro conductor son nuestras manos y herramientas"

Sophie me entregó cuatro libros que, según ella, me ayudarían a comprender verdaderamente el arte del tallado:

"Las Raíces de la Destreza: Secretos Arborícolas de las Profundidades" por Gustav Rich

"La Mente Mágica: Psicología y Control Mental en la Práctica de la Hechicería" por Nikola Lumberbatch

"Los Susurros de lo Imaginario: Forjando la Magia en el Alma de los Objetos" por Nikola Lumberbatch

"El Arte de la Talladura: Dominando la Creación de Artefactos a partir de la Madera" por Balfor D. Crag

Hojeando los libros, me di cuenta de que "El Arte de la Talladura" hablaba sobre un antiguo y restringido proceso de tallado conocido como Ilarguskelatu. Este método implica el uso de una madera proveniente de un árbol cuya venta y plantación están estrictamente controladas. Se crea un bloque de madera y se esculpe en él una figura animal mientras se le baña con la luz del sol o de la luna. Según la elección de la fuente de luz, el Ilarguskelatu adoptará personalidades diferentes.

Automáticamente recordé al felino que se ocultaba detrás del escritorio de mi madre, y ahora comprendo el porqué de su encubrimiento. El libro parecía no hacer hincapié en el porqué esta técnica estaba tan controlada, tanto en la madera como en el árbol e incluso en el proceso mismo. Así que finalmente fui en busca de respuestas.

"Jmmm, nunca llegue a esa parte la verdad. Aunque estoy bien enterada que la Silvalar esta controlada."

Fue la respuesta de Elena la cual habia actuado indiferente a pesar de ser tan cercana al trabajo del tallado.

"No lo se Leslie, el tallado era cosa de Jenn y de Elena. Lamento no poder ayudarte"

Dijo mi tia Sophie.

"A mi no me preguntes, no soy bueno de esa forma con las manos BAJAJAJAJA"

Claramente no.

Por un momento pensé en preguntarle a la abuela, pero siendo honesto, siento que es mejor mantener cierta distancia. Hay demasiada pena y resentimiento acumulado hacia mí.

La verdad es fuí bastante prejuicioso, fui a los mayores, aquellos que a simple vista parecían más sabios, cuando la respuesta la tenía frente a mí.

"El Ilarguskelatu es una figura que solo pueden realizar los enanos líderes de familia. Es una antigua magia que se usa para crear un guardián que proteja a su amo y a todas las personas que le importan"

Me explicó Sophie. Al parecer, el abuelo le había enseñado más de un truco, lo que ahora tiene más sentido. Según Elena, mi madre y mi abuelo tenían una relación especial cuando se trataba de tallar; no me sorprendería si le hubiera enseñado algunos secretos.

"¿Es tan difícil conseguir madera de Silvalar?"

"Sí, según lo que me contó el abuelo, hace mucho tiempo una clase de señores feudales mandaron a quemar gran parte de los bosques de Silvalar que había en esta zona. Ahora solo crecen en la capital de un reino lejos de aqui y bajo su protección."

Me rasco la cabeza.

"¿Por casualidad, el abuelo no tenía un almacén?"

Sophie mira intrigada y asiente. Al parecer, ese almacén había estado cerrado durante mucho tiempo en memoria del abuelo, y nadie se había aventurado allí. 

Bajamos unas escaleras que se encontraban al lado de un hermoso reloj tallado con una familia de enanos. Había mucho polvo, aunque después de mi llegada a esta casa, ya estoy algo acostumbrado.

Un gran candado con detalles dorados y azulinos se encontraba bloqueando puerta de entrada al almacén.

"Era obvio..."

"¿Lo es?"

Pregunto intrigado a Sophie.

"Si algo caracteriza a nuestra familia es el tallado y la magia en objetos. Pero también, según me ha contado mi madre, fue lo que finalmente quebrantó a la familia... La abuela cree que el abuelo y tía Jenn estaban tan unidos a través del tallado que cuando tía Jennifer se fue, él no lo soportó y se fue deteriorando poco a poco hasta morir..."

No soy sentimental. Dudo que alguien pueda morir de tristeza, aunque son de una raza diferente, quizá no deba ponerlo en duda. Aunque también yo tengo mitad sangre enana y no me imagino un escenario muriendo por algo tan simple como un sentimiento.

Mejor finjo.

"Es una pena..."

¿Lo hice bien? Creo que lo hice bastante bien. 

"En fin, la llave la tiene abuela, no podemos entrar"

Cuando parecía que habíamos alcanzado un obstáculo insuperable, recordé un factor que Sophie pasaba por alto: mi madre siempre me había enseñado a ser perseverante y a no rendirme fácilmente, incluso cuando las circunstancias parecían desfavorables.

Sophie me mira con atención mientras rebusco en mis bolsillos, y su expresión se vuelve de sorpresa al sacar el manojo de llaves que mi madre me había legado.

Comienzo a buscar entre las llaves y, para mi alivio, encuentro una llave dorada con detalles azules que parece encajar con el diseño del candado.

"¿Como es que...?"

Balbuceó Sophie.

*CLICK*

Con cuidado, dejo el candado colgado en la misma ranura para evitar que se pierda. Al empujar la puerta rechina ligeramente al abrirse, revelando un interior oscuro y misterioso. Sophie, con prisa, enciende una vela y ambos entramos con cautela en la habitación, dejando que la luz parpadeante ilumine lentamente el espacio ante nosotros.

"¿Como es que tienes eso?"

"Fue una de las cosas que mi madre me heredó, lo tengo conmigo en caso de que algo asi pasara".

Fue una decisión inteligente.

La habitación era de tamaño medio, sin ventanas, con un pequeño atril de piedra en el centro y tallados en el suelo alrededor de un gran círculo con numerosos símbolos.

"¿Habías estado alguna vez aquí?"

"Solo afuera de la habitación. El abuelo nunca me permitió acompañarlo hasta aquí".

A ambos lados del atril, se encontraba un escritorio que era claramente un espacio de trabajo, y a sus lados había estantes con muestras de madera de todo tipo: bloques grandes, pequeños, medianos, de muchos colores, troncos sin refinar, madera sin procesar e incluso madera prensada.

"¡Leslie, aqui!"

Me acerqué a un espacio inferior en las repisas donde se encontraba una pequeña lámina de bronce grabada que decía "Silvalar".

Lamentablemente, solo había despuntes y un poco de madera sin refinar.

"Así que el abuelo logró tener un poco de esta madera."

"¿Te sorprende? Vivió muchos años, incluso antes de que existiera la prohibición"

Le aclare a Sophie. Creo que se avergonzó un poco por no haber atado todos los cabos ella misma, lo cual igualó un poco el marcador de los sabiondos.

"Y, hablando de eso, ¿por qué tanto interés en los Ilarguskelatu?"

La miro directamente a los ojos y percibo en ella un espíritu aventurero, así como una curiosidad similar a la mía por el pasado de esta familia. Si hay alguien en quien puedo confiar con esto, es en ella.

Sophie se exalta cuando tomo su mano y la guío hacia la habitación de mi madre, donde ahora duermo. Me aseguro de que todo esté cerrado correctamente y de que la abuela no esté cerca, aunque, siendo sincero, la abuela no me toma demasiado en serio.

Me posiciono en un extremo del escritorio y con un gesto, indico a Sophie que se coloque en el otro lado.

"¿Lista para jalarlo hacia adelante?"

Ella asiente y juntos, deslizamos el escritorio por los rieles, ahora libres de polvo. El ruido es mucho menor que la primera vez.

Luego, saco el manojo de llaves abro la caja donde desenvuelvo al pequeño felino que había estado envuelto en mi bufanda. Cuando la luz del sol lo ilumina nuevamente, comienza a moverse.

"Brrrrau."

Sophie estaba asombrada.

"Es bellísimo"

Murmuró, como si su habla se mezclara con un suspiro. 

"Qué trabajo tan delicado y qué magia tan hermosa. Jamás habia visto algo asi"

"Entonces, ¿nunca habías visto uno?"

"Hasta hoy conocí la madera de Silvalar, asi que..."

"Brau."

"Sophie..."

Me mira con atención mientras acaricia el pelaje amaderado de la cabeza del felino.

"¿Crees que podrías ayudarme a terminarlo?"

La habitación quedó sumida en el fuerte ronroneo del Ilarguskelatu.

"¿Estás hablando en serio?"

"No sé cómo trabajar correctamente esta madera. Desde que llegué aquí, me di cuenta de que todo lo que sabía sobre el tallado era lo que traía en la sangre. Pero no tengo experiencia."

Estaba siendo realmente sincero aunque algo modesto. Siento en lo profundo de mi corazon  una especia de instinto o deseo que me impulsa a terminar esa obra de arte, pero no me sentía preparado. No solo.

"Ayúdame."

"Lum, te ayudaré."

"¿Eso es un si...?"

"Oh, perdona. Si, te ayudare. Cuenta conmigo, Leslie"

Una sonrisa se dibujó en mi rostro. Esa madera era especial, y si estaba prohibida, debía de haber una razón para ello. Me emocionaba la idea de descubrir por qué.





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