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"¿Acaso mi vida hubiese cambiado de haber hablado con ella en vez de aventarle aquel platillo casi a la cabeza?"

No. La verdad no lo creo, con suerte recuerdo si en algún momento de mi austera y miserable vida e siquiera sonreído. Aunque mi madre siempre lo intento, hasta ese día. Tal vez si tuviera la opción de volver a ese momento haría las cosas diferentes. Le diría cuanto la quiero, y le daría las gracias porque a pesar de hablarle mal y ser indiferente con ella. Jamás dejó de preocuparse. Si, tal vez haría eso, aunque fuese mentira.

La verdad, la razón por la que pienso en eso es únicamente que su rostro a quedado grabado en mi cerebro, su rostro de llanto y decepción a momento de salir de mi habitación. Y esque de verdad me daba y me sigue dando igual que haya muerto mi abuelo.

Pero si tan solo le hubiese deseado un buen viaje o tal vez haber enviado el pésame al resto de mi familia, su rostro quizá no me atormentaría ahora mismo. Y esque cuando pierdes a tu madre en un accidente automovilístico luego de esa escena tan de pelicula o tal vez un dorama con una trama algo trillada, bueno, esas cosas pesan. A pesar de que como ya dije, no te importen.

Limpio la figura que estoy tallando del lado de las arrugas del pantalón que acabo de definir.

"No esto no esta bien, es una arruga muy gruesa, a menos de que tenga un tumor en su muslo jamás se formaría de esa manera... hm?"

Pienso a la vez que un rayo de sol entra por mi ventana, nuevamente me amanecí haciendo muñecos.

Miro mi celular.

"Maldito horario de invierno"

Ya es bastante tarde para la escuela.

A mi padre le da igual si voy o no a la escuela, de hecho luego de la muerte de mi madre, si bien nuestra relación ya estaba quebrada de hace mucho, me hecho la culpa y se enfocó mas en su trabajo y a mantener a la hija que tiene con su otra familia. No lo entiendo, que tan hipócrita puede ser, le es infiel mas de doce años a la mujer que dice amar y, ¿Luego me culpa a mi por todo lo sucedido?

"Infeliz...!"

Digo en voz alta mientras aprieto mi celular a la vez que intento cerrar mi puño.

Paso a llevar un botón y mi pantalla se ilumina. Han pasado diez minutos.

Como decía, si bien no tengo obligación alguna de ir o no a la escuela, prefiero hacerlo, de algún modo me ayuda a distraer mi mente de ese momento marcado en mi memoria.

"Tal vez pueda arreglar el detalle del pantalón viéndolo mas de cerca..."

Guardo el cincel que estaba utilizando en un estuche de cuero y lo dejo caer al interior de mi mochila. Hago lo mismo con la figura del hombre que estoy haciendo y un bloque extra de madera.

Estiro el cuello de mi camisa la cual traía puesta de ayer por la noche y la huelo.

"No hace falta..."

Decido no cambiarme de ropa y salir con la misma camisa que lleve el día de ayer a la escuela.

Bajo las escaleras viendo como un destello de luz entra por una gran ventana que se encuentra a un costado de mi sala atraviesa el pasillo e ilumina hasta la cocina. Si fuera un vampiro y tuviera que atender la puerta de entrada estaría en graves problemas.

Levanto las llaves de mi casa que descansan sobre una mesa junto a la puerta. Me quedo de pie durante unos segundos, contemplando las únicas dos fotografías que tengo con mi madre. En una de ellas, ella me sostiene en sus brazos cuando era un bebé, mientras que en la otra, aparecemos como familia hace unos cinco años, los tres mirando hacia la cámara. ¿Nostalgia? No, nada de eso. Simplemente, su rostro vuelve a atormentarme.

Leslie Duk: El árbol de ManaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora