Botas rojas
~la sal también parece azúcar~
Cuando la alarma sonó Jimin se levantó como si de un robot se tratara. Sus ojos se abrieron más fácil que nunca y su cuerpo no tuvo una pisca de sueño. Tal vez había sido porque durmió bien, o tal vez porque el día de hoy alguien firmaría su sentencia de muerte.
Camino hasta la ducha y se dió un baño largo mientras cantaba un rato. Cuando salió secó su cuerpo y se hizo su rutina de Skincare. Se miró en el espejo cuando se sintió lo suficientemente bonito se regaló una enorme sonrisa y se levantó de su tocador hasta su closes.
Sacó unos pantalones negros y un suéter felpudo rojo. Peinó bien sus cabellos y se colocó perfume. Sus característicos anillos y argollas adornaban también el aufit además de un pequeño colgante fino. Pero lo que puso la cereza al pastel fueron unas bonitas botas rojas que tenían un significado peculiar en la universidad.
Dichas botas significaban que Jimin estaba en guerra con alguien y eso era más que obvio, pues Yoongi se había atrevido a regarla. Tomó su bálsamo para aplicarlo en sus labios y lo guardó en su bolsita de maquillaje junto a otras cosas. Guardo eso en su mochila junto con su cámara fotográfica. Bajo a desayunar y luego se fue en su auto a la escuela.
Cuando estacionó sus amigos lo estaba esperando. Hoseok que había venido hoy, Jennie y Jin. Yoongi no estaba. Cuando bajó los pies del auto medio mundo se le quedó viendo.
"Botas rojas"
Murmuraban algunos. Botas rojas era sinónimo de guerra y eso era sinónimo de chisme. Así que probablemente no le quitarían la vista de encima a Jimin en todo el día hasta saber que sucedía, para luego hablar de ello toda la semana.
Jimin se acercó a su grupo de amigos y los saludó con cariño, especialmente a Hoseok quién al parecer estaba de mejor ánimo. Eso ponía feliz a Jimin, pero no lo suficiente como para no querer matar a Yoongi.
— ¿Botas rojas? ¿Quién es el muerto?— preguntó Jennie mientras comía una mandarina.
Jimin sonrió y negó ignorando la pregunta de su amiga. Se adentraron en el salón de clases cuando la campana sonó. La clase comenzó y por unas horas el se olvidó de lo que haría luego.
— Chicos cómo van con el trabajo que les dejé? Algunos me han dicho que es difícil para ustedes.
— No es que sea difícil es que es muy poco tiempo y tenemos que exprimirnos el cerebro para buscar una idea que no sea igual a las demás.
Comentó Jennie y el profesor asintió con una sonrisa.
— Bueno si su intención es que les dé más tiempo, lamento decirles que no lo haré. Algún día tendrán que hacer las cosas con mucha rapidez y calidad a la vez. A mí como fotógrafo profesional me ha pasado.
— Pero aún nos quedan 3 años más ... Puede no ser tan cruel.— preguntó Yuna.
— Te aseguro que dentro de esos próximos tres años sin contar este, me estaréis agradeciendo por haberles dado tan poco tiempo.
La campana sonó y él recogió sus cosas para irse. Cómo ya era hora de almuerzo Jimin se levantó y salió con los chicos al encuentro de Jin a nuestra mesa de siempre. Al llegar ahí estaba pero no había rastro de Yoongi.
— ¿Yoongi no vino hoy? — preguntó Jimin sin sentarse aún.
— Si vino pero me dijo que me adelantara.
— Oh ya veo.
Sin decir nada más tomó una silla y la arrastro por el suelo de la cafetería hasta dejarla en medio con el pasillo libre a la puerta por dónde entraban las personas. Se sentó en ella cómodamente cruzando una de sus piernas por encima de la otra.
Todo el lugar se quedó en silencio mirando al pelirosa, incluso sus amigos. Tenía el seño fruncido y una mirada de odio mientras arreglaba sus anillos en sus bonitos dedos gorditos. Todos continuaron susurrando sobre sus botas rojas y sobre lo que probablemente pasaría cuando la persona que él esperaba entrara por la puerta.
Eso no tardó en pasar pues cuando el pelimenta entro al lugar Jimin se levantó de la silla y camino a paso firme hacia él. Todos los de la cafetería se asustaron cuando Yoongi cayó estruendosamente al suelo al ser derribado por una patada de Jimin. No era secreto para nadie que Jimin había sido entrenado desde pequeño para saber defenderse ante cualquier peligro. Justo ahora, Yoongi era su enemigo.
La punta de su bota chocó una, dos y tres veces contra el abdomen de Min y otra más contra su rostro quebrándole la nariz. Entre quejidos y muy aturdido por el dolor trató de defenderse pero recibió otra patada en su entrepierna que lo hizo gritar de dolor.
— Eres un cabron mal nacido Yoongi. Pero te vas a arrepentir de lo que hiciste.
— que estás- A!
No satisfecho aún lo tomó del cabello y lo arrastro por el lugar hasta los pies de Hoseok quien miraba asustado la escena.
Aún tomándolo de los cabellos lo hizo arrodillarse frente al chico y levantó su cabeza para que mirara a Jung.
— Discúlpate. — ordenó Jimin.
— Ji-
Hoseok trató de hablar pero fue interrumpido por el grito de Jimin.
— AHORA!!
— lo siento!! — Dijo el pelimenta entre sollozos.
Yoongi jamás pensó una reacción así por parte de Jimin y se había acobardado.
— Perdón? Que dijiste? No logré escucharte.
— Lo siento Hoseok. Perdóname por lo que te hice...!
Todo el mundo en al cafetería miraba expectante la escena. Las otras veces que Jimin había usado botas rojas jamás había llegado tan lejos. Lo que sea que haya hecho Yoongi debía haberlo afectado mucho.
— ¿Tu lo perdonas Hoseok?
Jimin dirigió su mirada a Jung que aún parecía asustado pero igualmente este no decía nada. Jimin volvió a preguntarle y entonces Hoseok negó con la cabeza. Acababa de firmar la sentencia de muerte de Yoongi.
Otra patada lo dejó inconsciente y en el suelo. Jimin tomó unas toallitas húmedas para limpiar sus lindas botas bajo la mirada asustada de sus compañeros.
— Jackson!!!
— Si! Dime! — respondió corriendo hacia Jimin con rapidez.
— Llévalo a la enfermería y dile a la enfermera que se cayó por las escaleras.
— si.
— ¡¿Escucharon todos?! Min Yoongi se cayó por las escaleras. Esto de aquí nunca pasó.
Todo el mundo asintió como robots y Yoongi fue llevado a la enfermería por Jackson. Jimin fue a por un Buble tea y se sentó con sus amigos a tomarlo como si nada de esto hubiera pasado. Los demás integrantes de la mesa lo miraban sorprendidos aún.
— ¿que? Acaso nunca han visto a alguien ser golpeado por algo que hizo mal? Bueno pues acaban de verlo. Coman que el receso para almorzar casi se acaba.
Jimin sabía defensa personal y por eso no le tenía miedo a andar solo pero sus amigos jamás lo habían visto golpear tanto a alguien. Por eso siempre trataban de no hacerlo enojar. Jimin enojada daba miedo y habían tenido una advertencia en vivo y en directo.
Sin decir nada más todo el mundo volvió a lo suyo. Pero el recuerdo de un Jimin de botas rojas cobrando venganza por uno de sus amigos seguiría vigente por muchos años.
Aún con la mirada en Jimin, Jennie sacó de su cartera una tarjeta dorada y se la extendió a Jimin.
— ¿Que es esto?
— Es para mi algodón de azúcar que anda estresado estos días. Es un Spa. Se que te gustan.
Ella movió sus cejas sugestivamente mientras Jimin solo sonreía.
— Mañana iremos, Tae me las ha regalado así que hay que aprovecharlas.
— Recuérdame agradecerle a Tae por esto.
Park sonrió ampliamente pero obviamente el ambiente aún seguía algo tenso, especialmente con Hoseok y Jin que no habían pronunciado palabra alguna luego de lo que pasó.
Jimin era ese tipo de personas que lo daba todo sin buscar nada a cambio. Pero dentro de su cabeza había una lista de las cosas buenas y malas que hacías por él. Podría perdonarte millones de veces pero si hacías algo que realmente lo hiciera enojar, eras tachado de su vida para siempre. Y eso pasaba en esta escuela.
Normalmente el volaba bajo el radar pero todos temblaban con el apellido Park al recordar momentos como este. Así que todos trataban de ser amigables con él y su grupo de amigos, pues también era capaz de cortar cabezas por ellos.
Ese era Park Jimin, dos mundos ligados en uno.
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Unas horas más tarde Jimin se paseaba por el pasillo con su cámara en mano. Trataba de hacer su tarea ya que faltaría dos días a la universidad y temía no poder hacerla a tiempo.
Se asomó en el salón de baile dónde alumnos practicaban e incluso en el de teatro más tarde buscando algo que le llamara la atención. Pero realmente no encontró muchas cosas.
Al final decidió quedarse con la danza, aunque los alumnos de su universidad no le transmitieran muchos sentimientos.
Al contrario, al observar sus fotos solo veía personas bailando y punto. No veía sentimientos en ellas y eso lo estaba cabreando. Enojado salió del salón y le dió una patada a un bote de basura, abollandolo en el proceso.
Suspiró mirando el bote en el suelo, justo así se veían sus fotografías. Basura.
Frustrado fue a quejarse dónde Jennie como niño pequeño. Esta solo sonrió y le dijo que volviera a intentarlo luego del Spa de mañana.
El simplemente asintió y entonces quedó con sus amigos de ver unas películas en la casa de Jennie hasta la noche. Cuando comenzó a oscurecer regresó a casa para la cena pues no le gustaba que su madre cenara sola.
Su padre andaba de viaje de negocios por Italia, hace meses que no lo veía pero hablaban regularmente.
Al llegar a casa su rutina nocturna se repetía, abrazos y besos en la puerta, cena, baño y a dormir.
Otra vez con la esperanza de que al despertar tuviera un mensaje de Jungkook. Ni siquiera le había escrito para planear dónde se encontrarían. Si mañana no recibía mensaje, entonces él le escribiría.
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