Manual de lo prohibido | Chae...

By sooyaverse

31.8K 4.4K 602

𝗖𝗦» ¿Algunas vez has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista de "no toques ni codici... More

Prólogo
↳ Capítulo 1.
↳ Capítulo 2.
↳ Capítulo 3.
↳ Capítulo 4.
↳ Capítulo 5.
↳ Capítulo 6.
↳ Capítulo 7.
↳ Capítulo 8.
↳ Capítulo 9.
↳ Capítulo 10.
↳ Capítulo 11.
↳ Capítulo 12.
↳ Capítulo 13.
↳ Capítulo 14.
↳ Capítulo 15.
↳ Capítulo 16.
↳ Capítulo 17.
↳ Capítulo 18.
↳ Capítulo 19.
↳ Capítulo 20.
↳ Capítulo 21.
↳ Capítulo 22.
↳ Capítulo 23.
↳ Capítulo 24.
↳ Capítulo 25.
↳ Capítulo 26.
↳ Capítulo 27.
↳ Capítulo 28.
↳ Capítulo 29.
↳ Capítulo 30.
↳ Capítulo 31.
↳ Capítulo 32.
↳ Capítulo 34.
↳ Capítulo 35.
↳ Epílogo.

↳ Capítulo 33.

736 111 30
By sooyaverse

Fue entonces que me percaté de que una lágrima había escapado de mis ojos y había llegado hasta mis labios. Estaba llorando.

Allí estaba y no era un sueño, una ilusión o una cruel jugarreta de mi mente. Entonces capté que colgando del edificio, había un enorme cartel que decía "Don't run away again" con grandes letras azules. No sabía qué decía, jamás había aprendido inglés a pesar de ser mi lengua materna, pero cual fuera el mensaje, me impedía moverme, quería permanecer allí, observándola.

Hice una comparación, y mi exposición salió perdiendo. Rosé era hermosa, en todo sentido que pudiera verle; su voz, su rostro, su cuerpo, así usara el atuendo más ridículo del planeta.

De pronto, un pensamiento me cruzó por la mente, ¿existía la posibilidad de que ella me quisiera a mí? ¿Tan sólo a mí?

Tenía que haber una razón por la que en este momento estuviera allí, cantándome esas hermosas palabras que me llenaban el alma, ese "por siempre" que agregó a su melodía, pero, ¿todo ello era verdad? Y si lo era, ¿acaso no seguiría siendo malo?

El recuerdo desgarrador que aún no me abandonaba, era aquel en el que veía los ojos hinchados y rojos de Jennie, la tristeza en su rostro y la radiografía de su alma hecha pedazos. ¿Es que yo podía ser tan cínica como para terminar de arrebatarle lo que más amó?

Miré de nuevo a Rosé y otra lágrima corrió por mi mejilla. Ni siquiera yo misma me entendía; si ella me quería y yo la amaba más que a mi vida misma, ¿Cómo podíamos estar juntas? ¿El dolor de Jennie era el precio a pagar? Me lastimaba querer hacerlo para estar con Rosé, no podía ser tan egoísta, ¿o sí?

Era verdad que había pasado el tiempo, pero aunque para mí fuera eterno, en realidad no había sido bastante. En dos meses nadie sana una herida, y mucho menos si es tan profunda como la que yo había hecho. ¿Es que nunca podría llegar a estar con Rosé? ¿Ser feliz con ella? ¿Tenía que conocerla?

Pero tampoco podía ignorar todo este amor que me quemaba por dentro, me hacía hervir la sangre y que ya hasta dudaba me cupiera en el corazón o en el cuerpo entero.

Sentí a Eunwoo a mi lado.

—Dile que no es demasiado tarde—, me susurró y la gente volvió a mí alrededor, volví a la realidad que me asfixiaba.

Di una rápida mirada a Eunwoo y luego la volví a Rosé; el murmullo de la gente me hizo perder las voces en mi cabeza, mientras la de Rosé continuaba metiéndose por mis oídos y llegaba a mi corazón. El suspiro angustiado que solté se hizo visible al empañar el cristal de la ventana, ¿por qué tenía que pensar demasiado las cosas? ¿Volver a escapar sería muy cobarde?

La música paró, y junto a ella mi corazón estrepitosamente colapsó en nuevos latidos. Rosé miró hacia mí y aún a tal distancia, pude sentirme abrigada en el calor de su mirada.

—¿Qué esperas?—, me instó Eunwoo, pero ni siquiera yo lo sabía.

Rosé no se movía, pero el par de músicos detrás de ella comenzaron a retirarse, haciendo que la escena pareciera viva.

Era hora de aclarar las cosas con Rosé y también conmigo misma.

Comencé a mover los pies hacia atrás y despegué las manos del cristal, dejando la huella de mis palmas.

Rosé notó mi movimiento y en cuanto me di la media vuelta, dio un salto hacía atrás y se echó a correr. No supe qué más hizo, porque caminé hasta las escaleras y bajé a grandes zancadas medio desequilibradas hasta la planta baja. ¿Qué iba a decirle? Mi cabeza era un completo caos e iba viéndome los pies al caminar, tratando de encontrar la respuesta correcta a todo este dilema.

Justo cuando iba a salir por la puerta, donde la luz taciturna del sol escaso ya comenzaba a alumbrar, un brazo me cerró el paso.

El pecho agitado de Rosé se movía de arriba abajo, bajo su camiseta negra y su respiración irregular me movía los cabellos de tanta cercanía. Tenerla así de cerca después de tanto tiempo hizo que me debilitara por completo, pero me obligué a sacar fuerzas de dónde no las tenía para mantenerme de pie, aun cuando mi corazón estallara contra mi pecho.

—No escapes de nuevo— musitó entrecortadamente y su aliento me estremeció el alma.

—¿Qué?—, logré decir.

—Es lo que dice el cartel— hizo ademán para señalar el enorme eslogan que caía del edificio continúo, mientras medio esbozaba una tenue sonrisa. —No vuelvas a escapar, Jisoo. Si lo haces, no voy a parar de perseguirte.

—¿Qué estás haciendo aquí?— pregunté, aún incrédula de que estuviera allí, hablándome.

—Ya te lo dije, no voy a descansar si sigues escapando de esa manera, ¿es que no lo ves?—, me tomó de las muñecas y la piel ardió con su tacto, como antes. —No eres fácil de olvidar, te he buscado como una loca por cielo, mar y tierra.

—Dos meses, Rosé—, musité, con apenas un hilo de voz. —Dos meses han pasado. Si has estado buscándome, ¿por qué tardaste tanto?

—Tampoco eres fácil de encontrar—, su mirada se angustió. —Corrí por mis maletas en cuanto te fuiste de Londres, Jisoo. Esa misma noche tomé un vuelo a otro país, pensando que tú estarías allí.

—¿A qué país?

—Egipto.

—¿Qué?

—¿Recuerdas cuando me dijiste que a ese lugar escaparías? Dijiste que era lo suficientemente lejos para huir de tus problemas— su voz comenzó a agitarse. —Estuve buscándote por más de un mes en cada rincón de Egipto, Jisoo.

—Pero sabías muy bien que volvería a Seúl. Tú lo oíste de mis propios labios— no sabía si sus palabras eran sólo un pretexto para excusar el tiempo, no sabía si era verdad tampoco, pero es que me costaba trabajo aceptar que estaba allí y me quería, después de lo que yo había oído decirle a Jaehyun.

—¿Y quién me aseguraba que fuera verdad?—, cuestionó, sin soltarme las manos. —A lo mejor sabrías que yo te buscaría a donde quiera que fueras y decidiste mentir para que no pudiera encontrarte.

—¿Mentir?—, la voz me tembló y las lágrimas comenzaron a salir, finas y cálidas, recorriendo mis mejillas. —Rosé, mentir era lo que menos llegaría a hacer en un momento como ese.

—¿A no?— me miró, incrédula y sarcástica. —¿Y esa vez que me dijiste que no me amabas?— enterró su mirada en mí y el corazón se me colapsó. —¿Fue mentira o fue verdad?

—Eso fue distinto— dije con voz ahogada.

—¿Por qué distinto?

—¡Por Jennie!—. Su nombre hizo doler mis labios.

—Ella siempre fue tu elección— musitó. —¿Pero qué hay de ti? ¡Qué hay de mí! Jisoo, te juro que quise evitar todo esto. 

Me apretó las muñecas. 

—Pensaba en Jennie y en el daño que le provocaría si confesaba que estaba enamorada de ti. Muchas veces quise terminar con ella, pero no me atrevía, y para ser sincera, tampoco quería cuando veía que coqueteabas con Seulgi. Estaba furiosa de verte junto a ella y yo no podía quedarme sola en ese momento. No era que utilizara a Jennie, también me dolía dejarla. Por supuesto que la quería, la quería mucho, y no me cabía en la cabeza cómo es que se podía llegar a estar enamorada de dos mujeres al mismo tiempo, hasta que comprendí que no se puede. La quería a ella, pero de una manera distinta en la que sentía que te quería a ti. Cuando estaba contigo era como... no escuchar las voces de los demás, como si estuviera donde quisiera estar y no en donde todo el mundo quiere que esté. Esa era la diferencia. Contigo era yo, con Jennie era la orden de las personas a mi alrededor. Por supuesto que me sentí una idiota por fijarme en la persona menos indicada, traté de evitarlo, pararlo, ignorarlo, ¡de todo! Pero cada día era más imposible. Hasta que me di cuenta que no podía luchar más con esto, pero estaba confundida, no sabía si tú me querías a mí o si yo era la única. Hasta ese día en que te embriagaste y te llevé a casa, no podía dejarte sola en el departamento, por eso te llevé a mi hogar; cuando tomaste mi rostro entre tus delicadas manos y me besaste, te juro que removiste todo dentro de mí, algo que jamás me había pasado. No me creas si no quieres, pero es la verdad. Jisoo, entiéndeme, me sentí como una idiota tanto tiempo, sé que tú viviste con la misma agonía que yo, nos merecemos una oportunidad, un final feliz—. Rogó.

—¿Feliz? ¿Podrá de verdad suceder?— dije. —Tú dime, Rosé, ¿y Jaehyun?

Al oír su nombre, Rosé se echó hacia atrás, como sorprendida de que lo mencionara. Intentaba controlar mis lágrimas, pero no podía pararlas.

—¿Jaehyun?

—Te vi hablando con él la última vez, dijiste que...— mi voz se volvió a quebrar, —fue la persona que más quisiste, ¿y me dices a mí mentirosa?—, quise deshacerme de su agarré, pero fue imposible.

—Por eso escapaste—, relacionó. —Jisoo, ¿por qué no terminaste de oír toda la frase?

La miré, ceñuda y aún con lágrimas en los ojos.

—Le dije eso, le dije que él había sido la persona que más había querido, hasta que me fui a Londres y conocí a Jennie, y que gracias a ella había conocido después a la persona que más he amado en toda la vida. Le dije que lo sentía, pero que no fuera hipócrita conmigo. Por favor, Jisoo, no me juzgues. Lo que siento por ti es verdad, me hiciste escribir canción tras canción, hiciste que mi sueño se cumpliera cuando un famoso cantante le puso voz a mi letra. Lo que acabo de cantarte, ¿no te dice nada?—, dijo casi desesperada. —No digas que es demasiado tarde para hacer lo correcto.

Me miró por un largo instante, y yo, con la voz atascada en el nudo de mi garganta, le sostuve la mirada, sin poder hablar. Su entrecejo se arrugó levemente en señal de desesperación a mi silencio y de pronto, sin previo aviso, soltó mis manos para colocar las suyas en mis mejillas, aferrando mi rostro con temor de abandono y lo condujo hasta sus labios, que al instante de juntarse con los míos, ardieron con un fuego descomunal que quemaba placenteramente.

No podía creer que los estuviera tocando de nuevo, que ambas bocas estuvieran bailando con la misma pasión con la que danzaron al unísono la primera vez. Sentí que todo mi cuerpo se deshizo en el suyo y mi corazón golpeteaba contra su pecho. Pero aún no estaba segura de nada y el pensamiento que me había cruzado la mente hace unos minutos volvió como una ráfaga y me hizo separarme abruptamente de ella.

La aventé del pecho con una escasa fuerza de voluntad y me miró, confundida, mientras sentía mis labios arder y pedir enérgicos ser de nuevo unidos a los de ella.

—No es que sea tarde—, dije, —pero tampoco que esto sea de verdad lo correcto—. No pude resistir más e intenté alejarme de ella.

—Te lo ruego, no escapes de nuevo—, soltó, como si fuese un sollozo, viéndome caminar.

Giré sobre mis talones para mirarla, la vista volvió a empañárseme.

—No estoy escapando, Rosé. Sólo dame tiempo para... para pensarlo.

—¿Tiempo para pensarlo?—, repitió, incrédula. —Jisoo, pasaron dos meses sin tenerte. No puedo creer que sigas pensando en algo que no seas tú.

No dije nada, sólo tragué saliva intentando deshacer el nudo que me asfixiaba la garganta y me di la media vuelta, dejándola allí, mirando cómo me alejaba.

Si ella de verdad me quería, no iba a dejarme ir, pero yo necesitaba tiempo para pensar qué hacer.

Continue Reading

You'll Also Like

9.3K 970 41
La teniente médico (t/n)vostokoff ,una recién salida de su internado médico en la fragata The Pillar of Autumn Ella nació en reach y vio caer su ho...
1.7K 482 13
Luego de haber derrotado a Kaoru, Álex Shinji Itsuka ve morir a su hija, a su amada Origami, a su madre, a su padre, y a todas las espíritus a manos...
6.4K 961 11
Park Chaeyoung comparte el mismo tren de lunes a viernes a la misma hora junto a Kim Jisoo. Chaeyoung está completamente enamorada de aquella chica p...
3.4K 289 11
Naruto vive una vida normal hasta que comenzó a tener el mismo sueño una y otra vez desde que cumplió dieciséis años. Una noche una chica aparece ant...