Manual de lo prohibido | Chae...

Door sooyaverse

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𝗖𝗦» ¿Algunas vez has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista de "no toques ni codici... Meer

Prólogo
↳ Capítulo 1.
↳ Capítulo 2.
↳ Capítulo 3.
↳ Capítulo 4.
↳ Capítulo 5.
↳ Capítulo 6.
↳ Capítulo 7.
↳ Capítulo 8.
↳ Capítulo 9.
↳ Capítulo 10.
↳ Capítulo 11.
↳ Capítulo 12.
↳ Capítulo 13.
↳ Capítulo 14.
↳ Capítulo 15.
↳ Capítulo 16.
↳ Capítulo 17.
↳ Capítulo 18.
↳ Capítulo 19.
↳ Capítulo 20.
↳ Capítulo 21.
↳ Capítulo 22.
↳ Capítulo 23.
↳ Capítulo 24.
↳ Capítulo 25.
↳ Capítulo 26.
↳ Capítulo 27.
↳ Capítulo 28.
↳ Capítulo 29.
↳ Capítulo 30.
↳ Capítulo 32.
↳ Capítulo 33.
↳ Capítulo 34.
↳ Capítulo 35.
↳ Epílogo.

↳ Capítulo 31.

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Door sooyaverse

Me había pasado casi toda la noche en vela, ideando algún buen nombre para mi trabajo, algo que fuera como el título de una historia, pero nada era lo suficientemente bueno.

Luego recordé una de las conversaciones que había tenido con Irene, aquella en donde le mostré la cantidad de fotografías que había tomado de Rosé.

Había usado un término para referirme a ellas: "Manual de lo prohibido", porque para mí eso eran.

Entonces tuve la idea y el nombre para mi exposición: "Manual of the prohibited.", en Inglés, porque había sucedido en Londres.

Luego de que llamé a Jang y que encantado aceptó el título, tecleé el número de Eunwoo, él aún me debía ciertas explicaciones. Le pedí que viniera a mi casa y a los pocos minutos apareció tocando mi puerta. Lo hice entrar y lo senté frente a mí en la sala.

—¿Recibiste la noticia, no?—. Me sonrió, no sabiendo qué esperar.

—Justo ayer. ¿Por qué no me dijiste?

—Porque pensé que ibas a decir que no y no estoy equivocado, ¿verdad?—, enarcó una ceja.

—Pues no, pero... acepté— exhalé.

—¿Aceptaste? ¿En serio?— la expresión de viva alegría le volvió al rostro.

—En contra de mi misma, incluso— admití.

—¿Por qué dices eso?— preguntó confundido.

—Porque al exponer esas fotografías, terminarán por odiarme, Eunwoo. Fui y destruí su perfecta relación, le mentí a Rosé al decirle que no la amaba, y ahora, y ahora vengo aquí a exponerle mi vida a medio mundo.

—No estás exponiendo tu vida— me contradijo. —Cada persona interpretará las fotografías a su manera, allí no dice "le robé la novia a mi mejor amiga", ¿o sí?— volvió a levantar la ceja.

—Ya lo sé, pero soy tan egoísta que no importa tanto que Rosé se enoje y me odie por completo, me duele muchísimo, pero... sólo quiero verla de nuevo. Por eso acepté, Woonie, esto me da la esperanza de volver a contemplar su rostro.

—¿Egoísta? Jisoo, eres la persona menos egoísta que conozco, pero te diré lo que sí eres: masoquista—, fruncí el ceño, pero él continuó hablando. —Por una vez en tu vida, Jisoo, date gusto a ti misma. Vives preocupándote de la vida de los demás, de sus opiniones y te dejas de lado— me sacudió ligeramente de los hombros. —Piensa por una vez en ti. Si esto puede que te acerque a esa tal Rosé, pues no te detengas. Por una vez en la vida, lucha por lo que quieres.

No me había detenido a pensar que, aunque Eunwoo fuese un bruto de sentimientos, podría llegar a ser también el amo y señor de la razón. Y justo ahora la tenía, no me iba a echar para atrás pensando en la gente a mi alrededor, o la que alguna vez estuvo allí; aún por más ridícula que fuera la idea y burda la esperanza, debía seguir adelante.

—Supongo que tienes razón, Eunwoo—, le sonreí y él también.

—No supongas, la tengo— rió y luego me abrazó. —Sé que va a ser la exposición fotográfica más popular en Seúl—, me animó.

—O más allá.

Después de aquella tarde y de muchas más, mientras el tiempo seguía su transcurso y con él se llevaba mis suspiros, la fecha de la exposición fotográfica se acercaba.

Jang había hecho su reconocido trabajo al darle la suficiente publicidad al mío, mandando a imprimir folletos, volantes e incluso un espectacular en la ciudad. Él era un chico chiflado, pero me daba esperanza. Inclusive se utilizó el diseño de una página web en la internet, anunciando la exposición fotográfica "Manual of the prohibited" por Kim Jisoo y al lado, una fotografía de Rosé, la que Eunwoo había llevado a Jang.

Ver mi nombre bajo el título y al lado de la fotografía era para mí como una llamada de auxilio para que Rosé la pudiera ver. Algo que esperaba que la trajera hasta mí al reconocer aquel nombre, del cual anhelaba no se hubiera olvidado tan pronto.

No esperaba que me tendiera los brazos y me abrigara en ellos, sólo quería verla de nuevo, tenerla frente a mí era el deseo más ferviente de mi corazón, y aunque me odiara con toda su alma, le explicaría que la amaba y el porqué le había mentido, pero sólo si ella atendía a mi llamado.

—Es espectacular, ¿no crees?— el eco de la voz de Eunwoo resonó en el salón vacío, trayéndome al presente.

—¿Cómo dices?—, pregunté haciendo demasiado evidente mi falta de atención.

—El lugar, es grandioso— dijo fingiendo no darse cuenta. —Ya me imagino todo, ¡no puedo esperar a que llegue el martes!

Miré a mi alrededor, curiosa por las palabras de Eunwoo, aunque la mayoría de las veces resultaba ser un exagerado, esta vez tenía razón. Era un salón grande, con piso de mármol en color negro, las paredes blancas se expandían extensas dándole un espacio realmente grande y luminosidad al lugar.

Aquel era el sitio perfecto que Jang había conseguido para que se llevara a cabo mi exposición y aunque quedaba casi fuera de la ciudad, al norte de Seúl, Eunwoo se había ofrecido en llevarme y traerme las veces que fuera necesario.

Él siguió andando por las habitaciones del lugar, mientras que otras de las palabras que él había dicho, captaron mi atención. Faltaba casi menos de una semana para que se llevara a cabo la exposición y el mes se había pasado lento a pesar de todo, o mejor dicho, lento para mí, ya que cada día la agonía de desconocer el resultado de mi atrevimiento me arrastraba en una incertidumbre desconocida que me obligaba a ignorar el paso de las horas en el reloj.

Cuando terminamos de ver el lugar, Eunwoo me llevó a casa y me hizo prometer que no pensaría en otra cosa más que en la exposición fotográfica. Y aunque traté de hacerlo, me resultó completamente imposible, Rosé se había convertido en mi pensamiento constante y además, la razón de mi exposición, ¿cómo no iba a pensar en ella? Eso, ni aunque me borraran la memoria.

Por la tarde charlé con Irene y le conté las buenas nuevas, evitando por supuesto, el plan debajo de ellas. Además ella me lo ponía bastante fácil, ya que procuraba no hablar de Rosé tampoco. Me contó sobre lo bien que iba su relación con Seulgi y que ella me mandaba saludos, luego algunas cosas triviales que ocuparon el lugar de la conversación.

Yo debía de mantener la farsa, hacerle creer a las personas a mi alrededor que esto no era para mí más que el placer del trabajo bien recompensado y no una esperanza a mi locura.

El martes llegó con prontitud, a pesar de mi desvarío por el tiempo. Veía cómo acomodaban las fotografías en la pared, tratando de encontrar la manera de que se vieran elegantes y perfectas, pero para mí ya lo eran.

Me mordí el labio inferior con nerviosismo y luego divisé a Eunwoo hablando con Jang en la otra esquina, mientras le mostraba unos papeles y éste asentía.

Faltaba menos de un par de horas para que las puertas se abrieran y la gente pasara. Puse mi atención hacía el lado izquierdo de donde me encontraba parada y miré a los meseros acomodar los aperitivos en distintas bandejas para poder servirlos. A pesar de que todo era una situación distinta a otra, mi mente no dejaba de volar en torno a una sola cosa con nombre propio.

No es que tuviera precisamente la esperanza de que ella apareciera, justo aquí, pero al menos que me buscara luego, que supiera que estaba cerca de aquí, que supiera que la necesitaba.

Vi a Eunwoo acercarse a mí y le sonreí nerviosa.

—En un momento empezará todo, ¿estás lista?—. Me preguntó y sin dejarme contestar añadió. —Hay mucha gente que desea entrar.

—Estoy nerviosa, es la cosa que más quería cuando comencé a trabajar en esto y ahora ya está aquí.

—Los sueños se cumplen—. Sonrió. —¿O lo dudas?

—Te lo contesto luego. ¿Qué te dijo Jang?— pregunté cuando lo vi salir por la puerta giratoria, además de querer cambiar de tema.

—Oh, tiene que irse, pero me dijo que le pasara un reporte de cómo había resultado todo. Él también está emocionado y ansioso. Oh, y quiere que pruebes los bocadillos.

—¿Jang quiere eso?— dije extrañada.

—No, en realidad el que quiere eso soy yo, relájate, Jisoo. Vamos— me tomó del brazo y me llevó hasta donde los mozos acomodaban las charolas.

Mordisqueé con ansiedad un par de aperitivos que rápido hicieron aparición en mi garganta al pasar por ella. Pronto llegó la hora, el reloj marcó las diez de la mañana del martes treinta y uno de enero, las puertas se abrieron y gente comenzó a entrar, girando sus cabezas hacia cuanta foto veían y dirigiéndose a ellas.

Me di la media vuelta y cerré los ojos, yéndome a sentar a otro lugar porque no quería ver la cara de las personas al mirar las fotografías, no deseaba saber qué pensaban o qué se les ocurría. En ese momento me arrepentía de haber dicho 'sí'.

Así pasaron cuarenta minutos de las dos horas que se habían predestinado para la exposición. Cuarenta largos y tormentosos minutos de ver, aunque no haya querido y haya hecho casi todo por evitarlo, el rostro de las personas que sonreían y movían sus cabezas en forma de asentimiento y fascinación al contemplar las fotografías que habían sido tomadas por mí.

"Manual of the prohibited" estaba siendo un éxito que a la gente le gustaba por encontrar inspiración en aquellas imágenes a blanco y negro.

Alguien me tocó el hombro y el corazón se me paró por un segundo. Me giré sobre mis talones y una chica muy hermosa y de ojos verdes me sonrió. El corazón volvió a su ritmo, decepcionado.

—Disculpa, ¿eres la autora?—. Me preguntó mientras en su mano izquierda sostenía una libretita.

—Si así podría llamársele, sí— le devolví la sonrisa que antes me había dado.

—Hola, soy Kim Minjeong y trabajo para el periódico local— me ofreció la mano en saludo de presentación y yo la tomé. —Debes de sentirte orgullosa de que tus fotografías estén fascinando a todo el que entra por esa puerta y las ve, ¿no es así?

—Vaya, gracias—, dije tímida.

—En lo personal a mi me han encantado, pero ¿podrías decirme, por qué el título? ¿Qué significa? Si no me equivoco es en Inglés, ¿verdad?

—Así es. Significa manual de lo prohibido—, dije, sintiéndome repentinamente incómoda al no haber visualizado esto en el plan.

—Y, ¿por qué?— insistió.

—Bueno...—, tartamudeé, no iba a darle una explicación extensa ni platicarle mi vida, sólo dije lo primero que se me vino a la mente cuando pensé en Rosé. —¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista de "no toques, ni codicies" pero que cada momento te incita más y más a tenerlo.

Ella miró a su alrededor después de lo que yo le había dicho y miró todas las fotografías de forma rápida. Después me sonrió.

—Ya entiendo— dijo. —Todo tu conjunto de fotografías forma un manual de una sola cosa prohibida, ¿verdad?

Abrí los ojos ante la sorpresa de que ella había realmente comprendido.

—Así es— dije.

—Gracias por responderme—. Me sonrió y volvió a darme la mano. —Ha sido un placer conocerte.

—Igualmente—. Respondí y luego la vi alejarse haciendo anotaciones en su libreta.

Me quedé parada en el mismo lugar por un par de minutos, viendo hacia donde la muchacha se había ido y luego le regalé un suspiro al aire.

I think it was me the one who prohibited the manual.

Mi corazón latió con una fuerza devastadora y luego colapsó de repente de forma teatral. Giré desorientada a fin de encontrar a la dueña de aquella voz, sin saber si era sólo una fantasía en mi cabeza o una alucinación de mi mente.

Pero allí estaba, incluso más hermosa que una proyección de mi cabeza, sonriéndome nerviosa. ¡Era ella!

Las piernas perdieron su equilibrio y me temblaron, me quedé estática. Me llevé la mano al pecho, sólo para confirmar que mi corazón latía, porque yo sentía que había explotado dentro. No me percaté del momento exacto en que mis lágrimas se desbordaron, ya que la vista se me nubló y todo se volvió sólo siluetas borrosas. ¿Estaba respirando?

Me obligué a recordar cómo se hacía, porque verdaderamente el aire había dejado de entrar a mis pulmones, y me limpié las lágrimas, esperando que mi vista se aclarara.

Entonces volví a verla, su hermoso y bello rostro lucía preocupado y el desasosiego pintó cada una de sus facciones.

—¿Park Rosé?— la voz masculina de un chico partió la escena, pero no retiré la vista empañada de Rosé, por temor a que desapareciera como si hubiese sido sólo una alucinación.

Rosé miró al chico y los ojos se le abrieron de par en par, desprendiendo un fulgor desconocido.

—Jaehyun— musitó sorprendida.

Y eso fue todo, perdí la conciencia porque ya no resistí tener pies de gelatina y no podía ya obligar a mis pulmones a respirar.

¿Caí al suelo? ¿O alguien me sujetó?

Qué más daba, ya no contaba con la percepción de nada.

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