30 | Disgusto marchito
Son alrededor de las 1:20 a.m cuando llego, Sprite me da un enorme beso antes de marcharse a su casa y le pido de favor que vaya con mucho cuidado y me envíe un mensaje cuando llegue.
Entro a casa y me aseguro de que mamá sepa que ya llegué, entro a su dormitorio pero está completamente rendida. Me voy a la mía y de inmediato me despojo de todo, echándome en la cama, exhausta.
Espero el mensaje de Sprite para dormirme, tengo mucho sueño y aunque no tomé casi nada, siento que sí lo hice.
Creí que no me la pasaría tan increíble, ya que Edwin fue con su chica, pero no pude pasármelo mejor, me encantó todas las horas que duré con Sprite, sin importarnos nada y siendo solamente el y yo.
Su mensaje llega y me limito a responder con los ojos entreabiertos, suelto el móvil de pronto y me quedo sumida en un profundo sueño...
A la mañana siguiente, me despierto con una pereza y un dolor en el cuerpo insoportable. Ya es sábado y tengo que ir organizando mis cosas porque el lunes ya se acaban las vacaciones. Me estaba acostumbrando a ella y ya en un abrir y cerrar de ojos ya tengo que retomar mi vida.
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Luxmart Allen
—¿Te has comunicado con tu abuela? — pregunta mi mamá desde la cocina.
—No.
—Hazlo entonces. Está muy enojada porque no te fuiste a pasar estas vacaciones con ella— musita, poniéndome el enojo al cien por cien —invéntale alguna excusa de porqué no fuiste.
Asiento y me voy a mi habitación.
Yo amo a mi abuela paterna, es lo único que me queda de mi papá, pero me molesta que piense que no tengo una vida social, que todas las vacaciones tengo que pasarla con ella como si fuese una obligación. Acá está mi mamá y también tengo que pasar tiempo con ella, debería de entender eso.
Ni siquiera me esfuerzo en llamarla para inventarle alguna mentira de porqué no fui, a ver si entiende que tampoco es cada vez que a ella le plazca, también es cuando yo desee.
Me meto a la ducha y me doy un rico baño, me lavo el cabello con mis productos favoritos y luego de una hora salgo de allí. Recuerdo que ya el lunes retomamos las clases y se me baja un poco lo malhumorada, me pongo contenta ya que volveré a ver a mis amigas todos los días y a Dominic, claro.
No saber de él durante un mes entero me ha pegado bien fuerte, me he tenido que conformar con ver sus historias de WhatsApp y nada más, porque mi orgullo no me permite escribirle y yo para él soy inexistente.
Como si él se sincronizara con mi mente, justo entonces sube un historial. No me puedo esperar y entro inmediatamente.
El corazón me late fuerte y me es inevitable no sonreír ante la pantalla. Me quedo viéndolo por largos minutos y un montón de cosas me llegan a la mente... Es que esa boca tan rica y apetecible que tiene me deja fuera de sí y no lo puedo controlar, su piel, sus ojos tan negros y provocadores me llevan a un mundo paralelo el cual solo me veo con él allí, y nadie más.
Quito la foto de golpe en el momento que alguien entra a mi habitación.
Es mi madre.
—Muy buena la conversación eh.
Suelto una risa.
—No hablaba con nadie, solo veía una foto— digo, al momento que bloqueo mi iPhone.
—¿Una foto de quién? —dice con picardía.
—No es tu problema, mamá— espeto, sonrojada hasta las hebras del cabello.
Sonríe e ignora mi comentario, adentrándose a la habitación.
—Subí a decirte que tu amiga Niki pasó por aquí y te mandó a decir que le respondas los mensajes que te envío— espeta, abriendo las cortinas de mi ventana— me sorprende que tengas el móvil en las manos.
Reprime una risita, y sé porqué lo hace.
Me exalto y desbloqueo mi celular rápidamente, viendo de inmediato los cinco mensajes que me dejó mi amiga, y que no me había molestado en notarlo porque estaba muy ocupada viendo la foto que Dominic publicó en su historial.
—Ahorita le respondo —digo, avergonzada.
—De acuerdo— musita yéndose de la habitación.
Ese chico me trae en bobada y se me hace imposible controlarme, me pregunto qué será de mi a partir del lunes.
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Sprite Clayton
Me incorporo de la cama y me voy directo al barcón, me apoyo del barandal y me quedo allí tranquilamente. Esta noche ha sido la primera en la que he dormido bien después de haberle contado la verdad a Macary y que me estuviera evitando desde entonces.
Respiro aire fresco y mi mente viaja a la noche anterior que estuve con ella, que la pasamos fenomenal y una vez más la hice mía. No sé qué demonios tiene que me volvió loco tan rápido y no puedo sacarla de mi mente aunque así lo quiera.
Ya estoy loco por verla de nuevo, besar sus ricos labios y sentir su piel contra la mía.
Si algo veía imposible era sentir estas ganas locas de querer tenerla aquí conmigo en todo momento. Nunca pensé en la posiblidad de que nos estemos enrollando, que ella haya estado todo este tiempo enamorada de mí y viéndola como una simple compañera más de clases.
Escucho la puerta de mi dormitorio abrirse y me giro hacia atrás, inconscientemente.
—Hasta que por fin despiertas— entra mi madre y se acerca a mí.
—Estuve muy casando.
—Ya veo— emite, ignorando mi comentario— voy a buscar a tu hermana porque esta noche cenamos en familia y su vehículo se le averió esta mañana. No puede venir por sí sola...
—Pensaba salir esta noche, mamá—, la interrumpo.
—No es necesario, ya he invitado a Jesly para que venga a cenar con nosotros.
—¿Que hiciste qué? —me exalto, enojado —las cosas entre ella y yo no están bien, mamá, debiste preguntarme al menos.
Me paso la mano por el cabello, frustrado.
—Con que no es con ella que tienes planes esta noche —emite, pensativa, como si acabara de caer en cuenta.
—No, mamá. Así que deberías de cancelarle.
—De ninguna manera. Ya le dije que iría por ella.
Le dedico una mirada fulminante y me alejo del lugar, ella consigo me cae atrás.
—No tenía idea de nada, Sprite.
—Por lo tanto debiste decírmelo primero y yo decidía si le hacía la invitación.
Tenso la mandíbula, enojado al cien por ciento. Esta noche quería pasármela con Macary, no con nadie más.
Mi mamá suspira con pesar y me sostiene la mirada, con resignación.
—Lo siento, pero tendrás que posponer tus planes.
Dicho esto, salió de la habitación.
El enojo y la rabia me corroe y no encuentro qué hacer en este momento, Jesly y yo no estamos en nuestro mejor momento como para que venga a cenar con mi familia, a fingir que todo está de color de rosa entre nosotros. Nuestra relación está en sus últimos días y esto no lo encuentro para nada prudente.
Es una aberración.
La última vez que hablamos le dejé claro mi incomodidad con la relación, lo alejado que estoy de seguir con ella, pero se puso tan histérica con llantos desenfrenados que no tuve que tratar de calmarla y dejar el tema de lado, ya que comprendí que no era el momento de abandonar el romance.
Jesly es una buena chica, tiene valores, es hermosa y siempre ha sabido quererme por encima de todo, pero hace tiempo que ya dejé de sentirme bien con ella, no sé bien con exactitud cuando fue, pero en el momento en que empecé a tratar muchísimo más con Macary, empecé a sentirme diferente, empecé a sentir cosas que hacía mucho tiempo ya no sentía con ella, y de a poco, sin quererlo, empecé a dedicarle menos tiempo del que le dedicaba, ya no le mandaba mil mensajes al día como solía hacerlo, ni mucho menos me interesaba estar con ella sexualmente.
Creo que perdí la fecha de la última vez que estuvimos.
Ubico mi móvil en mi mesita de noche y le envío un mensaje a Macary antes de entrar a la ducha y darme un baño para sentirme menos irritado de toda esta mierda que ha hecho mi mamá.
Al cabo de unas horas, ya ha caído la noche y escucho el ruido de voces en la sala y de inmediato el enfado me carcome los sentidos, pero me apuro en ponerme un suéter y bajar, antes de que a alguien que no me apetece ver en lo absoluto se le ocurra la brillante idea de subir por mí.
Bajo y lo primero que veo es el rostro de Jesly, riendo con mis hermanos. Trato de poner un rostro agradable, pero se me hace imposible, aún viendo a mi queridísima hermana que tanto adoro.
—¡Sprite, mi amor! —escucho a mi madre, que es la primera en verme.
Todos giran la mirada hacia mí y Jesly se viene contra mí con toda la alegría que le caracteriza.
«Farsante»
Me abraza y me dedico a devolverlo con pocas ganas, me da un beso rápido y se aparta de mí.
—Me alegra mucho verte, precioso.
—A mí igual.
—Ven, quiero que escuches lo que está diciendo tu hermano de ti —me toma de la muñeca y me lleva en el lugar donde están mis hermanos.
Saludo a mi hermana Jasiry con un abrazo y un beso en las mejillas y luego a mi hermano. Me siento en uno te los taburetes que hay junto a mi hermana y trato de disimular el mal humor que traigo.
—¿Qué es lo que dices de mí? —le pregunto a Sleyder, mi hermano.
Se echa a reír.
—No ando diciendo nada, Jesly es muy mentirosa.
Ruedo los ojos y no le doy más largas al tema, no estoy para chistes de mal gusto.
Estoy inquieto, desesperado y muy enfadado, no quiero estar aquí, a estas horas yo debería de estar yendo de camino a casa de Macary para estar con ella, y no aquí perdiendo el tiempo.
Me incorporo del asiento y voy tras algo de tomar en el mini bar, tomo uno de los tequila más fuertes y no me voy con vacilaciones a la hora de pegarme de la botella y tomar como si fuera agua.
Necesito algo que me queme la garganta.
—Despacio que no es agua.
Espeta Jesly, separando la botella de mi boca y arrebatándomela de las manos.
—Necesito tomar.
—Pero no es la manera, pareciera como si tuvieras un problema cara a cara.
«Sí que lo tengo, y eres tú».
Tenso la mandíbula, frustrado.
No quiero estar aquí maldita sea y mi mente solo me envía momentos en los que me veo estando con Macary, besándole el cuello y diciéndole cosas torturantes para su entrepierna.
Me paso la mano por el cabello y trato de calmarme, no puedo dejar que mis hermanos noten el mal humor que traigo y lo incómodo que estoy.
—Tienes razón— pronuncio, pero mi voz no suena apacible.
—Ven, vayamos a sentarnos— emite con una sonrisa.
—Si.
Minutos después, llegan dos de mis tías y el actual novio de mi mamá, al que no tolero para nada y me mantengo al margen de él, para que no crea que me cae en gracia su amorío con mi madre. Quizá estoy siendo muy egoísta con mi madre por no aceptarlo, ella lleva muchos años sola después de la muerte de mi papá y es ahora que está reaciendo su vida, no ha sido fácil para ella superar su muerte y ahora luego de tantos años es que encontró al amor de su vida, como ella suele llamarle.
Quizá en otro momento lo acepte.
La música retumba por todos los alrededores de la casa y Jesly está más feliz que nunca, charlando con mi hermana y con una de mis tías, mamá de vez en cuando sale de la cocina, ya que se ha dedicado a ayudar a María Juaquina con los preparativos de la cena.
Me empino de la botella que tengo a mi lado y siento el alcohol quemar mi garganta y me gusta la sensación que produce en mí en este momento tan miserable.
Ya la cena está lista y todos nos reunimos en la mesa, Jesly a mi lado izquierdo y mi hermana al otro lado. Ni siquiera tengo hambre. Solo quiero una cosa.
—Es muy linda tu novia, Sprite— comenta mi tía Wendal.
—Muchísimas gracias señora, es usted más linda— responde Jesly.
Yo no digo nada y disimulo estar comiendo de mi plato.
—Es un gusto para mí tenerla como yerna la verdad— agrega Marlyn, mi madre, llevándose una porción de comida a la boca.
—Siempre he dicho que hacen linda pareja— habla Sleyder, para mi sorpresa, ya que nunca ha dicho esa mierda.
El momento me incomoda y ya quiero que se acabe la cena de una vez por todas, porque no aguanto más, ya es demasiado.
No sé si es la rabia de que Jesly esté aquí o la irritación de todo lo que están diciendo que hace que me termine mi plato en fracciones de segundos y me incorpore del asiento por inercia.
Las miradas recaen en mí y rápidamente hablo:
—Siento que me ha caído mal. Ya vuelvo.
Veo cómo mi mamá frunce el ceño y mis hermanos ponen caras de no entender nada y la verdad es que me da igual.
—Puedo acompañarte, mi amor— detengo a la chica que se hace llamar mi novia cuando intenta pararse.
—Tranquila, voy a estar bien.
Pone cara de decepción y salgo de allí lo más rápido que puedo.
—...a estado muy callado, mamá, algo le está sucediendo. —Escucho que dice mi hermana Jasiry.
—Cuidado si está metido en problemas— agrega Sleyder, con voz preocupada.
No logro escuchar más y me adentro en mi dormitorio, suspirando con pesar. Busco mi móvil y le marco a Macary, son las diez menos cuarto y lo más probable es que ya no tenga el móvil encima, así que espero con impaciencia que descuelgue la llamada.
—¿Sí? — responde con voz amable.
—¿Me estás extrañando? —es lo que esporádicamente me sale decir.
—Siempre lo hago.
—Pues deja de hacerlo porque justo ahora voy por ti.
Le cuelgo la llamada y me lo echo en el bolsillo, salgo por la ventana y me acerco al coche de mi hermano. En un momento de descuido aproveché y tomé sus llaves prestadas, no iba a poder irme en mi moto en estas circunstancias.