Olas de intensidad

By nniss9

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A veces no se conoce a una persona de la forma más bonita, pero lo importante es lo que pasa después. Justo... More

Capítulo 1. Qué pesadilla.
Capítulo 2. ¿Lo conoces?
Capítulo 3. Soy imbécil.
Capítulo 4. No, gracias.
Capítulo 5. ¿Todo bien?
Capítulo 6. ¿Es tu novio?
Capítulo 7. Deja de hacerlo.
Capítulo 8. Como quieras.
Capítulo 9. Que ni la miréis.
Capítulo 10. ¿Yo para qué?
Capítulo 11. Joder...
Capítulo 12. Fuiste tú el que me besaste.
Capítulo 13. ¿Te hace gracia?
Capítulo 14. ¿No vas a decir nada?
Capítulo 15. Gracias por quedarte.
Capítulo 16. ¿Qué te pasa?
Capítulo 17. Deja de provocarme.
Capítulo 18. Te quiero.
Capítulo 19. Espera, Valen.
Capítulo 20. Pedri...
Capítulo 21. Te voy a matar.
Capítulo 22. Gracias por traerme.
Capítulo 23. Ni se te ocurra.
Capítulo 24. Valen, por favor.
Capítulo 25. Ya te gustaría.
Capítulo 26. Lo siento...
Capítulo 27. Qué guapa eres.
Capítulo 28. Hasta mañana.
Capítulo 29. Como te quieren.
Capítulo 30. Pídemelo.
Capítulo 31. No pasa nada.
Capítulo 32. No puede ser...
Capítulo 33. Dame un beso.
Capítulo 35. Nada que no sepas.
Capítulo 36. ¿Puedes llevarme a casa?
Capítulo 37. ¿Estáis juntos?
Capítulo 38. No te preocupes.
Capítulo 39. ¿Has dicho...?

Capítulo 34. Si quieres...

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By nniss9

La fiesta estuvo increíble. Nos lo pasamos genial, todos con todos y la verdad es que no pude sentirme más afortunada. Mis amigas por fin conocieron a los chicos, y se llevaron genial, cosa que me alegró mucho. Les estuve contando un montón de cosas, y aunque traté de hacer caso a todo el mundo, mi atención se centraba un poquito más en el sevillano que tenía al lado. 

-¿Tienes algo que confesar? -susurró Inés en mi oreja para que no la escucharan. 

-¿Yo? Qué va -fruncí el ceño. 

Asintió incrédula y dirigió una mirada rápida hacia Pablo, a lo que me encogí de hombros como si no fuera conmigo el tema, y seguí la conversación de los demás. 

Obviamente quería contarle todo, pero preferí esperar primero a que se arreglaran las cosas entre Pablo y yo. 

Me gustaba, eso era obvio. Y también sabía que yo le gustaba a él, pero no sabía en qué sentido. No sabía si se había aclarado, si volvía a mí porque sí, para un rato y ya está, o qué era lo que quería. Y a pesar de que lo que más me apetecía en ese momento era estar con él, no tenía intención de hacer nada para conseguirlo, porque no quería volver a pasar por lo mismo. Así que si él quería estar conmigo, que lo demostrara. 

Cuando terminó la fiesta, recogimos entre todos un poco y fuimos a despedirnos los unos de los otros, así que me dirigí hacia el comedor a coger mis cosas. 

-Cojo la chaqueta también y nos vamos -se me acercó Gavi. 

-¿A dónde? -fruncí el ceño hacia él. 

-A mi casa -contestó obvio. 

Me quedé quieta ante eso y dudé durante unos instantes. 

-¿Por qué se supone que iba a ir contigo? -alcé un poco las cejas. 

-¿No vas a hacerlo? -me imitó. 

-¿Me lo has pedido?  

-¿Hace falta?  

Volví a quedarme en silencio analizándolo. 

-Ha venido mi hermano y me apetece estar con él -murmuré entonces. 

-Y yo tengo tu regalo en mi casa y también me apetece dártelo -rebatió. 

-Puedes dármelo otro día -solucioné. 

-Puedes ver a tu hermano mañana y todos los demás días, antes ha dicho que se quedaría -aseguró acercándose un poco más. 

-Sabes que no me gusta que me digan lo que tengo que hacer -me acerqué también. 

-Sabes que no me gusta que me rechacen. 

-Pues vas a tener que acostumbrarte -sentencié y fui a irme, pero me frenó. 

-Valen -tensó la mandíbula. 

No es que no quisiera ir con él, lo que no quería era que se pensara que volvía a tenerme a sus pies. 

Clavé mis ojos en los suyos y esperé a que hablara. 

-Si no quieres quedarte a dormir lo entiendo, pero me gustaría darte el regalo, porque tu cumpleaños es hoy, no otro día -trató de explicar-. Si quieres luego te llevo a casa y ya está, pero ven diez minutos aunque sea, por favor. 

¿Tan difícil era decirlo así desde el principio?

Tomé aire y cuando fui a contestar mi hermano se nos acercó. 

-¿Te espero para ir a casa, o? -preguntó contento. 

Sentí la mirada de Gavi sobre mí, mientras yo miraba a David. 

-No, no te preocupes. Tengo que ir a casa de Pablo un momento, y luego me llevará él -rechacé algo nerviosa. 

-Ah, vale -asintió tranquilo-. Entonces seguramente esté ya durmiendo cuando vengas, estoy muerto del viaje, así que, hasta mañana -dejó un beso sobre mi cabeza. 

Sonreí y cuando se separó lo observé mientras le chocaba la mano al sevillano para después marcharse. 

-Gracias -murmuró Gavi mirándome de nuevo. 

Rodé levemente los ojos y me puse la chaqueta para después salir en dirección a su casa, donde aparcamos en el garaje al llegar. 

Dejé las cosas en el comedor y fui a sentarme, pero Pablo me lo impidió. 

-No, no, vamos a mi habitación -indicó dirigiéndose hacia ahí. 

-Gavi... -lo miré obvia. 

-¿Qué? Venga -se quedó mirándome. 

Chasqueé la lengua y fui hacia él. 

-Que no voy a comerte, eh -ironizó. 

Sonreí también sarcástica y pasé por delante para subir las escaleras. 

-Lo haría encantado, pero... -murmuró por detrás. 

Negué con la cabeza y reprimí una sonrisa sin que me viera. 

Llegamos a su habitación y me dejé caer sobre la cama, mientras él se dirigía hacia otro lado para coger una bolsa en la que supuse que estaría el regalo. 

-Levanta -ordenó al llegar frente a mí. 

Hice caso y me incorporé, para después coger la bolsa que me tendía y sacar lo de dentro. 

-Qué miedo -murmuré palpando el regalo. 

-Calla y ábrelo -pidió nervioso. 

Solté una risita y comencé a desenvolver un paquetito cuadrado que había entre mis manos. 

Quedó ante mí una cajita negra, a lo que sonreí levemente al abrirla y levanté la vista hacia el sevillano, quien me miraba expectante. 

-Un collar -alcé las cejas. 

-Eso no es lo importante -frunció un poco el ceño.

-¿Qué es lo importante? ¿La letra "G" que lleva? -pregunté algo nerviosa yo también. 

-Exacto -sonrió orgulloso. 

Volví a mirar el collar dorado que había en la cajita e intenté no morir de ternura. 

-G de... -me hice la tonta. 

-Del Guadalquivir, no te jode -habló sarcástico. 

Solté una carcajada y lo miré de nuevo. 

-Pensaba que era de Griezmann, que es mi jugador favorito -bromeé también. 

-Justo en eso había pensado -dio una palmada siguiéndome la broma. 

Volví a reír y me levanté hacia él, cerrando la cajita y analizándolo durante unos segundos. 

-Gracias -murmuré un poco tímida. 

Sonrió también a modo de respuesta y negó con la cabeza como diciendo "no es nada". 

-¿Quieres que te lo ponga? -ofreció tranquilo. 

Entonces yo volví a dudar. 

-¿No crees que...?

-Como digas que llevar mi inicial es muy de novios te juro que te vas andando a casa -me interrumpió. 

-Bueno, pues entonces me voy a ir yendo porque sino se me va a hacer tarde -hice el amago, pero él me frenó, así que sonreí. 

-Vamos a hacer una cosa -comenzó a hablar de nuevo. 

-A ver -tomé aire dispuesta a escucharlo. 

-El otro día me dijiste que si quería que volvieras a estar conmigo tenía que demostrártelo, y yo te dije que sí -recordó. 

-Mhm -coincidí. 

-Bien. Pues entonces, tú vas a guardar ese collar, y yo voy a seguir demostrándote todo lo que quieras. Cuando consideres que ya lo he hecho, vas a coger y te lo vas a poner. Cualquier día, en  cualquier momento, cuando sea. 

Sonreí levemente y asentí. 

-¿Entendido? -alzó las cejas. 

-Claro -le quité importancia, y fui a moverme de ahí para ir a guardarlo, pero volvió a frenarme. 

-Espera, no he acabado -tensó un poco la mandíbula. 

-¿Qué? -volví a sus ojos. 

-Cuando te pongas ese collar, no solo va a significar que me perdonas -puntualizó. 

Entrecerré un poco los ojos y me quedé observándolo. 

-A partir de ese momento serás mía -añadió después. 

-¿En qué sentido? -lo analicé. 

-Serás mi novia -soltó como si nada. 

A mí el estómago se me encogió de golpe, haciendo que las pulsaciones se me dispararan. 

-Si has cambiado de idea y quieres ponértelo ahora... -sonrió victorioso supongo que ante mi expresión. 

Entonces traté de recomponerme. 

-No esperes vérmelo puesto pronto -rebatí tratando de sonar convincente. 

-Ya veremos -me retó con superioridad. 

Tragué grueso y di unos golpes suaves con los dedos en la cajita. 

-Venga, abre el otro regalo -lo señaló con la cabeza. 

Me di la vuelta hacia la cama, rompiendo el contacto visual con él, dejando la cajita en un lado y cogiendo el otro regalo. 

Lo desenvolví con cuidado, y ante mí quedó una camiseta del Barça, la cual extendí y le di la vuelta, para ver el nombre de Gavi detrás, junto con el número 6. 

-¿Y esto qué? ¿Cuando me la ponga significará que acepto casarme contigo, o? -me di la vuelta hacia el sevillano. 

Soltó una carcajada y me miró divertido. 

-Si quieres... -se encogió de hombros.

Negué con la cabeza sonriendo y me la acerqué al cuerpo para ver si me iba bien de talla.

-Pruébatela a ver -pidió observándome. 

Dirigí la mirada hacia él y lo miré sospechosa, a lo que se cruzó de brazos y se apoyó en la pared, esperando a que lo hiciera. 

Rodé los ojos y ni siquiera me molesté en darme la vuelta. Me quité la camiseta que llevaba delante de él, y me puse la que me había regalado acto seguido, para después dirigirme hacia el espejo que había a mi izquierda y mirarme. 

-Igual un poco grande, pero mejor -aseguré metiéndola un poco en el pantalón. 

-No está mal, ¿No? -preguntó acercándose hacia mí. 

Sonreí y negué con la cabeza. La verdad es que ese regalo me hacía bastante ilusión. 

-Ahora ya tienes lo que ponerte cuando vengas a verme a los partidos -posó sus manos sobre mi cintura. 

-Ah, ¿Esa es otra condición si me la quedo? -alcé las cejas mirándolo por el espejo. 

-No sabes tú la de condiciones que se me ocurren... -susurró cerca de mí oído. 

Arqueé un poco la espalda y sonreí levemente, mientras subía las manos por mi cintura, para volverlas a bajar y agarrarla con fuerza. 

-Algo me dice que muchas -traté de que no se me acelerara la respiración ante su mirada fija en mis ojos a través del espejo.

Sonrió levemente y apartó mi pelo hacia el lado izquierdo, lo que hizo que mi piel se erizara al notar su contacto tan cerca de mi cuello. 

-Una de ellas es que si te la pones, te la tengo que quitar yo -habló bajito acercando su boca a mi oído. 

Tragué grueso y mordí mis labios hacia el interior, sin apartar la mirada de él. 

-¿Vas a decirme todas las demás o tendré que ir a ciegas? -pregunté con media voz. 

Sonrió y dejó un beso sobre mi cuello, llevando las manos al bajo de la camiseta. 

-Vamos a empezar por cumplir la primera, y luego veremos -susurró comenzando a levantarla a lo largo de mi cuerpo. 

Tomé aire y a pesar de que sabía que no debía, dejé que me la quitara. 

Sonrió orgulloso y yo me quedé quieta frente al espejo, esperando a ver cuál era su próximo movimiento. 

-Otra va a ser, que cada vez que te la quite, voy a tener que quitarte también todo lo demás... -comenzó a besar mis hombros, dirigiendo sus manos hacia el enganche de mi sujetador, para desabrocharlo. 

-¿Y si no estoy de acuerdo con alguna? -pregunté algo tensa. 

Entonces volvió a posar sus manos sobre mi cintura, girándome hacia él de golpe. 

-No va a haber ninguna que no te guste, no te preocupes -contestó muy cerca de mis labios. 

Sonreí levemente y eché un poco los hombros hacia atrás, a lo que dirigió sus manos hacia ahí, bajándome los tirantes del sujetador lentamente, y dejándolo sobre la cama una vez me lo había quitado.

Volvió a acercarse a mi cuello, para besarlo despacio, subiendo hacia mi cara, dejando besos por la mejilla, y llegando a mi boca, donde se detuvo un buen rato. 

-Pablo... -lo separé un poco. 

-Dime, Valen... -habló algo ahogado. 

-Quizá sería mejor esperar... -cerré los ojos tratando de creerme lo que estaba diciendo mientras él volvía a besarme el cuello y enredaba sus dedos en mi pelo. 

-Mhm -contestó sin separarse de mi piel. 

Tragué grueso y me humedecí los labios.

-¿Me estás escuchando? -pregunté casi sin voz.

-Mhm... -volvió a asentir sin parecer hacerme caso. 

Sonreí levemente y lo aparté un poco, haciendo que me mirara, clavando mis ojos en sus labios rositas, y subiéndolos después a los suyos. 

-Ahora voy a irme a casa, y veremos -alcé un poco las cejas. 

-¿Es lo que quieres de verdad? -repasó mi cara de forma lenta. 

-No, pero sí -me encogí de hombros y me acerqué a su boca-. Sabes que me encantaría quedarme aquí y follar contigo toda la noche -traté de decirlo sin atragantarme. 

-¿Entonces? -tensó la mandíbula.

-Pero también me encantaría que saliera bien esta vez, sin que sea solo sexo y sin que acabemos pasándolo mal -apunté. 

-Sabes que no es solo sexo, Val... 

-Sé que no es solo sexo por mi parte, Gavi -rebatí. 

Asintió lentamente y tomó aire. 

-De acuerdo -aceptó rápido. 

-Lo siento, pero...

-No, no, no te preocupes. No me molesta y lo entiendo. Solo voy a decir una cosa -habló tranquilo y acercó su boca a mi oído despacio-. Vas a ser mía, Valen. Y me da igual todo el tiempo que tenga que esperar, porque lo haré encantado, con tal de volver a tenerte en mi cama -murmuró bajito. 

Ahí fue cuando mis pulsaciones explotaron y el corazón casi se me salió por la boca. 

Dejó un beso suave sobre mi cuello y se separó, mirándome con deseo y más ganas que nunca. 

-Vístete y te llevo -ordenó dándome un repaso. 

Sonreí e hice caso, cogiendo el sujetador de la cama y yendo a ponerme su camiseta, ya que era más cómoda que la mía que había llevado todo el día. 

-Valen -me frenó, impidiendo que me la pusiera. 

-¿Qué? -lo miré sin entender. 

-¿Ya se te han olvidado las condiciones que había si te la ponías? -alzó las cejas. 

En mi cara se dibujó una sonrisa leve y por un momento dudé si ponérmela o no, pero sería jugar con él si le pedía calma y después hacía eso, así que desistí. 

Dejé la camiseta sobre la cama y me puse la mía, para después guardar la suya en la bolsa junto con el collar. 

Ambos bajamos hacia el comedor, donde cogí el resto de mis cosas y fuimos al coche para ir en dirección a mi casa. 

Estuvimos todo el camino en silencio, solo intercambiando algunas miradas algo cómplices mientras varias canciones sonaban de fondo hasta que llegamos a la puerta de mi casa. 

Nada más parar, Gavi buscó en los asientos de atrás el ramo de rosas que se había convertido en tradición y me lo tendió. 

-Ya pensaba que se te había olvidado -sonreí levemente. 

-No tendrás esa suerte -me imitó. 

Rodé los ojos y cogí el ramo, para después acercarme a él y dejar un beso sobre su mejilla. 

-Gracias, por esto y por la fiesta -murmuré quedándome cerca de su cara. 

-Gracias a ti, Val -sonrió dulce mirándome. 

No pude resistirme ante tanta ternura, así que volví a acercarme a él y dejé un beso corto sobre sus labios, a lo que cuando fui a separarme cogió mi cara y me besó de nuevo. 

-Si no lo hacía me moría -balbuceó separándose un poco de mis labios. 

Sonreí y negué con la cabeza, para después volver a besarlo y separarme ya del todo. 

-Buenas noches -abrí la puerta. 

-Buenas noches, nena -contestó antes de que la cerrara. 


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Hola! Este es el único de hoy. No sé si mañana habrá, sino pasado mañana seguro. Chau <3



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la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...