Capítulo 4. No, gracias.

9.7K 492 109
                                    

"Hola, soy Valentina. Gracias por ayudarme anoche, y lo siento, otra vez".

Miré dudosa el mensaje y borré y volví a escribir lo mismo varias veces.

-Envíalo ya -ordenó Andrea a mi lado.

Sonreí levemente al darme cuenta e hice caso.

Lo dejé sobre la mesa de nuevo y me eché un poco de zumo de melocotón en un vaso.

-En verdad qué majo -habló María-. Cualquier otro o no hubiera hecho nada o seguramente no se habría preocupado tanto.

-Pues sí -asintió Sonia.

Yo asentí también y volví a agradecerlo en mi mente.

-Yo cuando vino a hablarme Pedri me quedé casi sin respiración -dijo Inés.

Sonreí levemente y la miramos todas.

-Fue como, ¿Qué cojones? -puso cara rara.

-Normal -rió María.

-Menos mal que todavía no iba tan borracha como para decirle lo guapo que es -alzó las cejas como dando las gracias.

-Tía -soltó una carcajada Andrea.

-Aunque obviamente se me quitaron rápido las ganas cuando me dijo lo que pasaba -me miró sin solución.

Asentí imaginándomelo, y justo en ese momento la pantalla de mi móvil se encendió, dejándome ver un mensaje de Gavi.

"¿Cómo te encuentras?", preguntó, ignorando mis agradecimientos y disculpas.

"Estoy bien", contesté escueta y rápida.

No salí del chat porque vi que leía al instante, y poco después empezaba a escribir.

"¿No vas a denunciarlo, verdad?", se interesó.

"No", respondí.

Lo leyó y esa vez tardó más en volver a escribir.

"Ten cuidado la próxima vez que salgas", aconsejó.

"No creo que vuelva a hacerlo hasta dentro de un tiempo", dije obvia.

"Y controla un poco más lo de beber", insistió.

"Lo sé", iba a bromear, pero no creo que fuera lo más adecuado.

No me contestó a eso, así que tomé aire y dejé el móvil sobre la mesa, algo desencajada por todo lo sucedido.

-Bueno, al menos mira el lado bueno, ahora tienes el número de Pablo Gavi -se encogió de hombros Andrea.

-Eso es verdad -bromeó también Sonia.

-Yuju -ironicé.

Ellas soltaron una risita y yo sonreí también levemente.

La verdad es que agradecía haber coincidido con él, pero si me dieran a elegir habría preferido que no pasara nada de eso y seguir sin tener su número, que poca falta me hacía, como es obvio.

Por suerte mis amigas hicieron que se me olvidara todo un poco cuando me obligaron a bajar a la piscina con ellas, a pesar de que no me apetecía. Sin embargo, acabé pasándomelo bastante bien mientras observaba como hacían el idiota tratando de hacer natación sincronizada en el agua con Inés como directora.

Era muy afortunada por tenerlas, y lo sabía, por eso me daba mucha pena y miedo el día que íbamos a tener que separarnos para empezar de nuevo el curso.

Aunque todo eso estaba más en mi cabeza, porque cuando por fin nos despedimos del verano y de nosotras, seguimos viéndonos a diario por videollamada. Teníamos una hora estipulada a la que la hacíamos todos los días, y no podíamos fallar.

Olas de intensidadWhere stories live. Discover now