Olas de intensidad

By nniss9

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A veces no se conoce a una persona de la forma más bonita, pero lo importante es lo que pasa después. Justo... More

Capítulo 1. Qué pesadilla.
Capítulo 2. ¿Lo conoces?
Capítulo 3. Soy imbécil.
Capítulo 4. No, gracias.
Capítulo 5. ¿Todo bien?
Capítulo 6. ¿Es tu novio?
Capítulo 7. Deja de hacerlo.
Capítulo 8. Como quieras.
Capítulo 9. Que ni la miréis.
Capítulo 10. ¿Yo para qué?
Capítulo 11. Joder...
Capítulo 12. Fuiste tú el que me besaste.
Capítulo 13. ¿Te hace gracia?
Capítulo 14. ¿No vas a decir nada?
Capítulo 15. Gracias por quedarte.
Capítulo 16. ¿Qué te pasa?
Capítulo 17. Deja de provocarme.
Capítulo 19. Espera, Valen.
Capítulo 20. Pedri...
Capítulo 21. Te voy a matar.
Capítulo 22. Gracias por traerme.
Capítulo 23. Ni se te ocurra.
Capítulo 24. Valen, por favor.
Capítulo 25. Ya te gustaría.
Capítulo 26. Lo siento...
Capítulo 27. Qué guapa eres.
Capítulo 28. Hasta mañana.
Capítulo 29. Como te quieren.
Capítulo 30. Pídemelo.
Capítulo 31. No pasa nada.
Capítulo 32. No puede ser...
Capítulo 33. Dame un beso.
Capítulo 34. Si quieres...
Capítulo 35. Nada que no sepas.
Capítulo 36. ¿Puedes llevarme a casa?
Capítulo 37. ¿Estáis juntos?
Capítulo 38. No te preocupes.
Capítulo 39. ¿Has dicho...?

Capítulo 18. Te quiero.

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By nniss9

Al día siguiente estuve toda la mañana en casa, y después de comer me preparé para ir a casa de Pedri. Justo cuando estaba cogiendo el bolso dispuesta a salir, mi móvil comenzó a sonar, apareciendo el nombre de Gavi en la pantalla. 

-¿Sí? -contesté algo extrañada. 

-¿Estás en casa? -preguntó con voz seria. 

-Mm, sí -fruncí el ceño. 

-Te paso a recoger, baja en cinco minutos -informó entonces. 

Fui a contestar pero me colgó al instante, así que me quedé quieta y algo nerviosa. 

-Bueno, pues nada -suspiré guardando el móvil. 

Tal y como había dicho, en cinco minutos Gavi estaba frente a mi casa, así que salí rápido y subí al coche. 

-Hey -lo miré expectante. 

-Hola -arrancó de nuevo. 

-¿A qué se debe esto? -alcé un poco las cejas. 

-¿El qué? -me miró sin más. 

-¿Que me vengas a buscar? 

-Siempre lo hago -se encogió de hombros. 

-Iba a ir con mi coche -rebatí. 

-Pues ahora vienes con el mío -sonrió irónico. 

Rodé los ojos y negué con la cabeza apartando la mirada de él, haciendo que me mirara unos segundos, para después mirar de nuevo a la carretera. 

Llegamos en nada a casa de Pedri, la cual quedaba bastante cerca de la mía, y aparcamos en el garaje. 

-Hooola -abrió Ansu la puerta. 

Solté una risita y entré tras Gavi. 

-Ah, justo iba a decirte que si querías que te fuera a buscar -me miró Pedri cómplice. 

-Pues ya ves que no -sonrió Gavi irónico. 

Su amigo asintió sin darle importancia, a lo que Gavi se dirigió hacia el comedor y yo le choqué el puño a Pedri. 

-No sé qué estáis planeando vosotros dos, pero no esperéis a que vaya a vuestro funeral, tengo muchas cosas que hacer -se nos acercó Ansu. 

Nosotros reímos y entramos hacia el comedor, donde estaban Balde, Eric, Ferrán y Fer. También estaban Sira y otra amiga suya, las cuales ambas se presentaron muy amables. 

-¿Quieres beber algo? -me miró Pedri. 

-Mhm -asentí y me dirigí hacia él para ir los dos a la cocina. 

Vi a Gavi mirarnos desde el sofá y la verdad es que me fui un poco nerviosa. 

-Vale, vamos a ir con calma -pidió Pedri. 

-Sí, mejor -suspiré algo agitada-. Espero que no nos estemos equivocando. 

-Val, hazme caso. Es la única forma de saber si de verdad piensa todo lo que dice, o si realmente te quiere solo para follar -aseguró sacando dos copas. 

Asentí y cogí el ron y la Coca-Cola, para echarnos a ambos. 

Tomé aire y salimos de nuevo hacia el comedor. 

-Aiba, estos dos van fuertes -nos miró Ferrán. 

-Sí hombre, anda que avisáis -se levantó rápido Ansu para ir hacia la cocina. 

Solté una risita y me senté al lado de Pedri en el sofá. 

Estuvimos la mayor parte de la tarde hablando, mientras iba llegando un montón de gente más que yo no conocía. Eran más amigos de Fer y Pedri, así que tampoco me molesté en saludar a todos, solo a unos cuantos que se acercaron. 

Sira y su amiga se fueron a saludar a otras chicas, y yo aproveché para ir a echarme otra copa. 

-¿No estás bebiendo demasiado? -se me acercó Gavi por detrás. 

Mis pulsaciones se aceleraron al notar su boca tan cerca de mi cuello. 

-Solo me he bebido dos copas -le quité importancia. 

-Tres -corrigió. 

-Bueno, ¿Qué más da? -murmuré sin más. 

Me eché Coca-Cola y me di la vuelta hacia el sevillano. 

-¿Quieres? -ofrecí dándole un trago. 

-No bebo -rechazó rápido. 

-Deberías. A ver si así se te quita la cara de amargado que llevas -solté casi sin pensar. 

-No voy a decirte cuál es la otra forma de quitármela -tensó la mandíbula. 

Me encogí de hombros y sonreí irónica, para después apartarlo y marcharme. Escuché cómo suspiraba por detrás y yo me humedecí los labios orgullosa. 

Al llegar al salón, me volví a sentar al lado de Pedri, a lo que pasó el brazo por encima de mis hombros. Gavi llegó pocos segundos después sentándose enfrente, sin embargo, no miró mal a su amigo como yo esperaba, más bien no le dio ninguna importancia. 

Tomé aire y me giré hacia los demás. 

-¿De qué habláis? -fruncí el ceño al escucharlos nombrar partes del cuerpo. 

-De dónde nos haríamos un tatuaje -contestó Fer. 

Asentí y Ansu pareció estremecerse. 

-Yo me niego, eso debe doler un montón -negó con la cabeza. 

-Qué va, no duele tanto -le quité importancia. 

-¿Y tú que sabes? Si no tienes ningún tatuaje -rebatió el moreno. 

-Sí tiene -frunció el ceño Pedri. 

Todos clavaron sus ojos en mí, recorriendo mi cuerpo como para ver dónde estaba. 

Yo lo único que pude hacer fue mirar la reacción de Gavi, a quien creo que nunca había visto tan cabreado.

-¿Dónde? -preguntó entonces Ferrán confuso. 

-Encima del culo -contestó Gavi con los ojos fijos en mí. 

Los chicos reprimieron una risa y yo asentí, a lo que Pedri sonrió. 

-Inolvidable, ponía, ¿No? -me miró el canario como recordando. 

-Mhm -di un trago a mi copa. 

Os juro que ni entrando a un mar lleno de tiburones habría tenido tanto miedo como en aquél momento. Mis pulsaciones iban a mil por hora y solo esperé a que Gavi no dijera cualquier burrada. 

Sin embargo, no lo hizo. Se limitó a levantarse y se marchó. 

-¿Nos hemos pasado? -miré a Pedri. 

-Creo que un poco -siguió a su amigo con la mirada. 

Mordí mis labios nerviosa y él alzó las cejas sin saber qué decir. 

-¿Voy? -dudé. 

-Igual deberías -murmuró. 

Suspiré y me levanté para seguir al sevillano, que había salido al jardín. 

Estaba apoyado en el respaldo de una silla mientras miraba el móvil. 

-Hey -saludé al llegar a su lado-. ¿Por qué te has ido? 

Levantó la vista hacia mí y negó con la cabeza. 

-¿Qué? -me acerqué un poco más. 

Tomó aire y guardó el móvil, para después cruzarse de brazos. 

-Valentina. ¿Puedo saber cómo sabe Pedri lo del tatuaje? -preguntó directo. 

-No sé, me lo habrá visto en algún momento -me encogí de hombros mintiendo, obviamente. 

-Te lo habrá visto... -repitió incrédulo. 

Tensé la mandíbula y me acerqué un poco más, introduciendo mis piernas entre las suyas. 

-¿Qué pasa? -insistí. 

-¿Qué pasa? -me miró obvio. 

-Tú también sabías de la existencia de ese tatuaje. 

-Ah, ¿Tengo que recordarte cómo me enteré de que tenías ese tatuaje? -se levantó hacia mí.

Tragué grueso y yo sola lo recordé en mi mente. 

-Mientras te tenía a cuatro en mi cama -soltó. 

-Gavi -lo corté. 

-¿Qué? -me retó. 

Negué con la cabeza algo más seria y él me imitó. 

-Si te follas a mi amigo al menos disimula un poco -sentenció y fue a marcharse, pero lo detuve. 

-No me he follado a nadie -aseguré. 

-Bueno, pues a partir de ahora puedes hacerlo -clavó sus ojos en los míos.

Fruncí el ceño y él apartó mi mano de su pecho, para después irse hacia dentro. 

-Mierda... -suspiré para mí misma. 

No tenía ni idea de cómo iba a funcionar mi plan y el de Pedri de ponerlo celoso hasta que demostrara sus sentimientos, pero desde luego no pensaba que fuera a acabar así. 

Chasqueé la lengua y entré hacia el comedor, donde el sevillano volvía a estar sentado junto con los demás. 

Le hice una seña a Pedri y él se levantó al instante, yendo los dos hacia la cocina. 

-La hemos liado -informé cogiendo otra copa. 

-¿Mucho? -me miró expectante. 

-Creo que se ha acabado del todo -me pasé las manos por la cara. 

-¿Qué te ha dicho? 

-Que a partir de ahora podía follarme a quién quisiera -dije casi a media voz. 

Pedri se quedó observándome y yo me apoyé en la encimera. 

-Mierda... -suspiró. 

Di unos golpecitos con los dedos nerviosa y negué con la cabeza. 

-Bueno, pues hazlo -soltó el canario.

-¿Qué? -lo miré rápido. 

-Fóllate a quien quieras -resolvió. 

-No puedo hacer eso, Pedri. 

-¿Por qué no? -se encogió de hombros-. Si tan seguro está de que le da igual que lo hagas, pues hazlo. 

Tomé aire y cogí el ron de nuevo. 

-Valen, ya está bastante mal la situación. No pierdes nada -insistió Pedri. 

-Tampoco quiero usar a nadie para eso -murmuré. 

-Nadie lo va a saber -aseguró. 

No tenía ni idea de qué hacer. Pero Pedri parecía tener razón. Ya estaba todo jodido, así que con eso, o lo arreglaba o lo jodía más. 

Guardé de nuevo las cosas en la nevera y di un trago a la copa que me había echado, bastante cargada.

-Joder -puse mueca de asco. 

-Suerte -sonrió Pedri expectante. 

Lo miré con algo de miedo y él me guiñó un ojo, para después salir ambos hacia el comedor, sentándonos como siempre. 

Miré a Gavi, quien ni siquiera me miró, y traté de centrarme en la conversación que estaban teniendo los demás, sin embargo, ni siquiera lograba enterarme. 

Me levanté y salí hacia el jardín de nuevo, ya se había hecho de noche y las luces led que rodeaban las terrazas del porche se habían encendido. 

Di varios tragos a la copa y me apoyé en una mesa de ping-pong que había, mientras dejaba el vaso de cristal sobre ella y sacaba el móvil. 

Contesté algunos mensajes a mis amigas y escribí a mi madre para decirle que no sabía cuándo iba a volver. Las letras se me empezaban a complicar un poco, así que supuse que era hora de dejar de beber. 

-Hey -escuché una voz masculina. 

Levanté la vista y fruncí el ceño al no distinguir al chico que estaba saliendo por la puerta. 

-Pedri me ha dicho que salga a comprobar si estás bien -sonrió amable. 

Dirigí la mirada rápido hacia el canario a través del cristal, quién me guiñó un ojo a modo de cómplice. 

-Qué cabrón... -negué con la cabeza. 

-¿Qué? -el chico llegó a mi lado. 

-No, nada, perdona -sonreí dándole otro trago a la copa-. Estoy bien, sí. 

Levanté la vista hacia él, quien era bastante más alto que yo. Moreno, ojos azules (creo) y con algo de barba pero no demasiada. 

-Lo siento, no me acuerdo cómo te llamabas -reconocí algo tímida. 

-Álvaro -sonrió tranquilo. 

-Eso, es verdad -recordé al instante. 

-Yo sí me acuerdo cómo te llamabas -se cruzó de brazos-. ¿María, verdad? 

Solté una risita y alcé las cejas asintiendo. 

-Justo -bromeé. 

Rió también y dio un trago a su copa, para después dejarla también sobre la mesa, acercándose un poco más a mí. 

-Creo que tienes al novio bastante enfadado -murmuró mirando hacia dentro y volviendo a mí. 

-¿Qué novio? -fruncí el ceño. 

-Gavi -contestó obvio-. ¿No es tu novio? 

-Ah, no, no -negué con la cabeza. 

-Pensaba que sí -se extrañó. 

-Qué va -sonreí levemente. 

-Pues no te quita el ojo de encima -advirtió. 

-Sí... Es lo único que hace... -reconocí y cogí de nuevo la copa. 

Él chico se quedó observándome y yo di un trago mirándolo. 

-Bueno, no todo el mundo sabe apreciar las cosas que tiene -soltó entonces. 

-¿A qué te refieres? 

-Nada, es solo que, no sé, a veces hay que demostrar a la gente que las puede perder -explicó tranquilo. 

Asentí y traté de que todo mi alrededor no diera vueltas sin parar.

Álvaro se acercó un poco más a mí, y llevó una de sus manos a mi pelo, apartándolo de mi cara y poniéndomelo detrás de la oreja. 

-Te queda muy bien esa camiseta -dije al darme cuenta. 

Soltó una risita y me miró divertido. 

-Gracias, a ti también te queda bien la tuya -correspondió observándome. 

-Ansu me ha dicho que es horrible -murmuré inocente. 

-Ansu sí que es horrible -bromeó. 

Sonreí y asentí mirándolo. 

-A mí me gusta -habló de nuevo-. O me gustas tú, no sé. 

Entrecerré un poco los ojos y me levanté hacia él, acortando sin querer el espacio que había entre nosotros. 

-¿Te ha dicho Pedri que hagas esto? -pregunté sospechosa. 

-¿El qué? -llevó las manos a mi cintura. 

-Definitivamente sí te lo ha dicho -suspiré mirando hacia otro lado. 

-No sé de qué hablas -llevó una mano a mi mentón mientras me miraba confuso. 

-Oye, no hace falta, en serio... -negué poniendo una mano en su pecho. 

-Valentina -sonrió-. Pedri no me ha dicho nada -repitió con calma. 

Lo miré todavía dudando y él bajó la mirada a mis labios, tensando un poco la mandíbula y apretándome contra su cuerpo con la mano que tenía en mi espalda baja. 

-¿De verdad? -clavé mis ojos en los suyos. 

-De verdad... -contestó bajito. 

Tragué grueso ante eso y no pude evitar mirar también sus labios, los cuales se humedecía una y otra vez. 

El alcohol en mi cabeza empezaba a hacer que me doliera, y a no dejarme pensar con claridad, solo podía notar las manos de Álvaro sobre mí, y su respiración cada vez más cerca. 

Sonrió levemente y acortó un poco la distancia entre nuestras caras ya bastante cercanas. Mi estómago se revolvió al instante, y justo cuando fue a besarme, alguien se aclaró la garganta a nuestro lado. 

Me solté de golpe como volviendo a la realidad, girándome hacia la derecha para encontrarme con un Gavi cruzado de brazos. 

Álvaro me soltó despacio y se quedó mirando al sevillano, mientras yo trataba de no marearme.

-¿Puedes dejarnos solos? -acertó a preguntar Pablo hacia el chico. 

-Eh... -Álvaro me miró a mí. 

-Sí, sí -le quité importancia. 

-Gracias -murmuró Gavi y se acercó a mí para cogerme del brazo y llevarme hacia un lado. 

-Eh, despacio -pedí mientras nos alejábamos. 

Fruncí el ceño y frenó ante un lado de la casa, donde había dos enrollándose. 

-Joder -suspiró. 

Nos dio la vuelta y ambos entramos hacia dentro, para después subir escaleras arriba y entrar a una habitación. 

-¿Se puede saber qué haces? -lo miré enfadada. 

-¿Qué hago yo? -alzó las cejas. 

-Pues sí -solté cruzándome de brazos. 

-¿Estás a punto de liarte con un tío y me preguntas qué hago yo? -insistió y se acercó a mí. 

-Me habías dicho que hiciera lo que quisiera -le recordé. 

-Joder, Valentina -negó con la cabeza cada vez más irritado. 

-¿Qué, Gavi? -lo reté. 

Se quedó observándome como incrédulo y yo lo miré furiosa. 

-No somos nada, ¿Vale? Así que déjame en paz -solté y me fui a ir, pero me detuvo de golpe. 

-¿Puedes dejar de decir eso? ¿Puedes dejar de decir que no somos nada? -apretó sus manos en mi cintura. 

-Eres tú el que lo ha querido así. 

-No, así no. No haces más que fingir, te pasas el día evitándome y diciéndome "eso es muy de novios" y tonterías así cada vez que te digo de hacer algo. Yo no quería estar así, quiero estar como estábamos antes. Así que te pido por favor que dejes de decir esas putas tonterías, y que vuelvas a estar como al principio. ¿Puedes hacerlo? -clavó sus ojos en mí.

-¡Pues no! No puedo volver a comportarme como al principio, porque al principio no estaba enamorada de ti -solté con rabia. 

El sevillano recorrió mi cara de forma rápida y tensó la mandíbula mientras me analizaba. 

-Valen, estás muy borracha, vámonos a dormir -intentó moverme. 

-No, Gavi -lo frené-. No estoy muy borracha, estoy enamorada de ti, joder. Y lo siento. Siento no haberlo admitido en su momento, y siento haberte mentido. Pero es lo que hay, ¿Vale? Yo no lo he decidido así, y lo siento -repetí una y otra vez-. Siento quererte con todo mi corazón -la voz se me empezaba a quebrantar-. Sé que no estás preparado para esto, y es solo culpa mía. Lo siento, de verdad -negué con la cabeza y apoyé las manos en su pecho sin mirarlo. 

-Val, vámonos a dormir... -habló bajito. 

-Joder, Gavi... -busqué sus ojos-. ¿En algún momento hablarás las cosas cuando toca y no lo pospondrás? -lo miré con algo de dolor. 

-Val... -suspiró. 

-Déjalo -fui a apartarlo. 

-Escúchame, Valentina -me retuvo de nuevo. 

-¿Qué? -lo miré seria. 

-Te quiero, ¿Vale? -soltó mirándome a los ojos-. Pero sé que mañana no vas a acordarte de nada de esto, así que vámonos a dormir, y cuando te despiertes y seas consciente te lo diré todas las veces que haga falta -habló con algo más de suavidad. 

-¿Qué dices? -negué con la cabeza. 

-Te quiero -repitió. 

-Gavi. 

-Vámonos a dormir. 

-Espera, yo... 

-Ven. 

Bajó mis manos de su pecho y me dirigió hasta hasta la cama. Abrió la sábana que había por encima e hizo que me sentara, para después quitarme los zapatos y los pantalones. 

-¿Quieres quitarte el sujetador? -preguntó mirándome. 

Asentí casi sin saber qué decir y él me quitó la camiseta, para después quitarme el sujetador y volver a ponérmela. 

Me quedé observándolo, mientras se quitaba también los pantalones, para después rodear la cama y meterse en el lado derecho. 

-Ven -pidió tendiéndome la mano. 

Tomé aire y correspondí de forma suave. 

Me tumbé a su lado, a lo que pasó un brazo por debajo de mi cuello y me acercó hacia él, dejando un beso leve sobre mi frente, comenzando a acariciar mi espalda por debajo de la camiseta. 

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