Olas de intensidad

By nniss9

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A veces no se conoce a una persona de la forma más bonita, pero lo importante es lo que pasa después. Justo... More

Capítulo 1. Qué pesadilla.
Capítulo 2. ¿Lo conoces?
Capítulo 3. Soy imbécil.
Capítulo 4. No, gracias.
Capítulo 5. ¿Todo bien?
Capítulo 6. ¿Es tu novio?
Capítulo 7. Deja de hacerlo.
Capítulo 8. Como quieras.
Capítulo 9. Que ni la miréis.
Capítulo 10. ¿Yo para qué?
Capítulo 12. Fuiste tú el que me besaste.
Capítulo 13. ¿Te hace gracia?
Capítulo 14. ¿No vas a decir nada?
Capítulo 15. Gracias por quedarte.
Capítulo 16. ¿Qué te pasa?
Capítulo 17. Deja de provocarme.
Capítulo 18. Te quiero.
Capítulo 19. Espera, Valen.
Capítulo 20. Pedri...
Capítulo 21. Te voy a matar.
Capítulo 22. Gracias por traerme.
Capítulo 23. Ni se te ocurra.
Capítulo 24. Valen, por favor.
Capítulo 25. Ya te gustaría.
Capítulo 26. Lo siento...
Capítulo 27. Qué guapa eres.
Capítulo 28. Hasta mañana.
Capítulo 29. Como te quieren.
Capítulo 30. Pídemelo.
Capítulo 31. No pasa nada.
Capítulo 32. No puede ser...
Capítulo 33. Dame un beso.
Capítulo 34. Si quieres...
Capítulo 35. Nada que no sepas.
Capítulo 36. ¿Puedes llevarme a casa?
Capítulo 37. ¿Estáis juntos?
Capítulo 38. No te preocupes.
Capítulo 39. ¿Has dicho...?

Capítulo 11. Joder...

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By nniss9

Finalmente hice caso a Gavi y acepté ir a cenar con él y sus amigos, y la verdad es que me alegro de haberlo hecho. Eran todavía más divertidos de lo que yo pensaba, y me lo pasé genial. 

Durante la cena, estuve bastante rato hablando con Ansu y Ferrán, mientras Gavi estaba más en silencio que otra cosa. Pedri también intervenía de vez en cuando, y yo estaba encantada de que lo hiciera, a parte de porque era el más gracioso, también por las caras que ponía el sevillano cada vez que su amigo me hablaba a mí. 

Cuando acabamos de cenar, subimos a un segundo piso, donde había un par de barras con algo de música, como si fuera una discoteca privada.

Todos nos pedimos unas copas, y nos quedamos alrededor de una mesa alta mientra seguíamos charlando. 

-¿Vives también en Sant Just? -se interesó Ansu mirándome. 

-No, no. Vivo en Vallirana, está a media hora más o menos -contesté amable. 

-Hostia, yo también vivo ahí -frunció el ceño Pedri. 

-Lo sé, ya me lo dijo Gavi, pero nunca te he visto -sonreí girándome hacia él. 

-Es que no suelo ir mucho al pueblo -explicó, y yo asentí, también lo sabía. 

En ese momento dirigí la mirada hacia Gavi, pensando que estaría mirándome más que mal. Sin embargo, estaba girado hacia otro lado sin ni siquiera enterarse de que yo estaba hablando con Pedri. 

-¿Y qué tal el trabajo? Creo que me dijo Belén que estaban reformando las oficinas o algo así -habló de nuevo el canario. 

-Sí, sí. De momento estamos trabajando en su casa, aunque por lo que tengo entendido no tardarán mucho en acabarlas -lo miré nuevamente. 

Seguí hablando con él hasta que vi cómo Gavi abandonaba la mesa y se dirigía hacia una de las barras sin decir nada. Lo seguí con la mirada, para sorprenderme al ver que se acercaba a una chica. Y no a cualquiera, sino a la que supuestamente era su novia. 

Ni siquiera le dio un beso al llegar donde ella, así que fruncí el ceño y me quedé observándolos. 

-Joder, ya está ésta -suspiró Ansu al verlos también. 

Y obviamente yo aproveché. 

-¿Quién? -dirigí la mirada hacia él. 

-Ana -señaló Ferrán con la cabeza. 

-Es la novia de Gavi -informó Pedri-. Bueno... O eso se supone -negó con la cabeza. 

-¿A qué te refieres? -me giré hacia él. 

-A que no saben ni ellos si están juntos o no. No se ven casi y cuando lo hacen discuten -explicó. 

-Ah, bueno... -murmuré. 

-Además, Gavi no sabe estar con alguien de verdad -añadió sin solución. 

-Eso es verdad. Aunque seguro que ya te has dado cuenta -me miró Ansu. 

-¿Yo por qué? -lo miré confusa. 

-¿Aún no ha intentado ligar contigo o qué? -rió Ferrán. 

Me encogí de hombros y negué con la cabeza. 

-No lo veo con esa intención, la verdad -contesté sin más. 

-¿Quieres verlo? -preguntó Pedri divertido. 

Fruncí el ceño y él me tendió una mano para que lo siguiera. Los demás sonrieron y yo seguí a Pedri hasta un sitio un poco más apartado, y bastante oscuro, lo único que nos alumbraban eran las luces led que había en las paredes. 

Al instante comenzó a sonar una canción lenta, a lo que Pedri llevó sus manos a mi cintura y me acercó a él. Tragué grueso y llevé las mías hacia su nuca, sin saber muy bien qué hacer. 

-Vale, ahora solo dale dos minutos para que se de cuenta, y a partir de ahí, tardará cinco segundos en venir -murmuró divertido. 

-No sé yo... -dudé nerviosa. 

-Tú hazme caso -asintió el canario. 

Asentí también, y la verdad es que si Gavi se acercaba sería para echarme la bronca por bailar con su amigo, pero no por otra cosa. Sobretodo al saber que tenía novia. 

Pero mientras tanto, seguí el ritmo de Pedri, que se movía despacio de lado a lado conmigo entre sus brazos. Sonreí levemente al darme cuenta y él correspondió con otra sonrisa mirándome desde bastante cerca. No pude evitar recorrer su cara con la mirada analizándolo, y la verdad es que era más guapo de lo que me pensaba. Aunque no, no era guapo, era atractivo. Pedri tenía algo que pocos chicos tenían, pero no sabría decir el qué. Era carismático, divertido y siempre estaba de buen humor, y eso atraía a la gente. 

Entonces me acordé de otra cosa. 

-¿Tú no tenías novia? -fruncí el ceño-. Solo falta que salga algún vídeo o foto de aquí y te metas en algún jaleo. 

-¿Qué? -me miró confuso. 

-Gavi me había dicho que tenías novia -expliqué. 

-¿Yo? Qué va -negó con la cabeza. 

Me quedé observándolo y mordí mis labios hacia el interior. 

Qué cabrón. 

Todo para que no me acercara a Pedri. 

-Ya nos ha visto -informó sonriente y me apretó un poco más contra él. 

Erguí un poco la espalda y sin darme cuenta acaricié su nuca de forma suave, apartando la mano al instante. 

-No, no. Hazlo, tranquila -murmuró. 

Asentí y volví a repasar su cuello con mis uñas, cuando nos dio a ambos la vuelta, dejándome a mí ver a Gavi. 

Si no le salía humo por las orejas en ese momento ni bien ni mal. Seguía con Ana, pero su mirada estaba puesta en nosotros, parecía como si estuviera imantada, como si no la pudiera apartar. 

-Nos va a matar -me acerqué al oído de Pedri. 

-Que aprenda un poco a que no va a tener siempre todo -contestó tranquilo.

Tragué grueso y cuando la canción acabó me separé del canario, pero no me fui muy lejos. Bajé mis brazos a su cintura y lo rodeé, mientras él hacía lo mismo. 

-Mucho estaba tardando -balbuceó mirándome después de mirar por encima de mi hombro. 

-¿Está viniendo? -alcé las cejas. 

-Mhm -contestó disimulado. 

Sonreí victoriosa y seguí mirando a Pedri como embelesada. 

-Valentina, nos vamos -apareció Gavi a nuestro lado. 

-¿Qué? ¿Ya? -lo miré confusa. 

-Sí, ya -dirigió sus manos hacia las de Pedri para apartarlas de mí. 

-Tío, quedaros un rato más. Si estabas hablando tan tranquilo con tu novia -habló Pedri. 

-No es mi novia, y nos vamos. Te recuerdo que mañana trabajas -me miró de nuevo. 

¿No era su novia? ¿Todavía seguía con eso?

-Mañana tengo fiesta -informé. 

-Al coche -ordenó. 

Reprimí una risa y levanté las manos inocentes. 

-Nos vemos, Pedri -sonreí hacia él. 

-Sí que os vais a ver, sí -murmuró Gavi irónico. 

Fruncí el ceño y enseguida llevó su mano a mi espalda baja para dirigirme hacia la salida. Mientras tanto aproveché para repasar la discoteca con la mirada para ver si todavía estaba su novia, pero no la vi en ningún lado. 

Salimos directos hacia el coche y montamos ambos sin decir nada, y así seguimos mientras Gavi conducía. 

Supuse que estaría conduciendo hacia casa de sus padres, ya que yo tenía el coche ahí, sin embargo, me sorprendí cuando entró al garaje de otra casa.

-¿Dónde estamos? -lo miré confusa. 

-En mi casa -contestó bajándose del coche. 

¿Qué? 

-¿Y por qué? -me bajé también y lo seguí-. Pablo, tengo que ir a casa de tus padres, tengo el coche ahí -dije obvia. 

Sin embargo, no me hizo ni caso. Abrió una puerta y subió unas escaleras que llevaban hacia el vestíbulo, el cual estaba iluminado por una pequeña lamparita. 

-¿Me estás escuchando? -pregunté al llegar arriba. 

Entonces frenó en seco y se dio la vuelta hacia mí. 

-Pensaba que te había dicho que no ligaras con mis amigos -soltó entonces. 

-¿Qué? -fruncí el ceño. 

Dejó las llaves en la entrada y se acercó tanto a mí que me hizo chocar con la pared. 

Su cara quedaba muy cerca de la mía y nuestros cuerpos estaban casi pegados. Podía notar perfectamente su respiración agitada por el enfado, así como la tensión que se concentraba en su mandíbula.

-Liga con quien quieras, pero no con mis amigos. No pienso volver a repetírtelo -murmuró amenazante. 

Estaba harta de eso.

-¿O sino qué? -lo reté. 

Entonces llevó sus manos a mi cintura y la apretó contra la pared, haciendo que mis pulsaciones se comenzaran a revolucionar. 

-Repito, no vuelvas a ligar con mis amigos. Si tienes ganas de follar me lo dices a mí -soltó con algo de rabia. 

-¿Y qué harás tú al respecto? -apreté la mandíbula. 

Ni siquiera sé por qué pregunté eso, ni que quisiera que hiciera algo. Sin embargo, él sí parecía querer hacerlo, porque al instante llevó una mano a mi mandíbula y me estiró hacia delante, haciendo que nuestros labios chocaran de forma brusca. 

Comenzó a besarme con fuerza, apretando todavía con la otra mano mi cintura, mientras la otra la había movido a mi nuca, apretándome contra él. Le seguí el beso un rato, pero me despegué rápido al recordar a la chica con la que había estado. 

-Lo que voy a hacer será quitarte las ganas de follarte a otro -contestó por fin a mi pregunta. 

Yo ni siquiera pude pensar en qué decir. Lo único que quería era bajarle esos humos. 

Tragué grueso y me recompuse un poco por dentro ante su mirada furiosa, aunque las mariposas en mi estómago revoloteaban como locas. 

Me quedé observándolo muy de cerca, y alterné miradas entre sus ojos y su boca. La respiración se me aceleraba más cada instante, pero no pensaba demostrárselo. 

Cogí la mano que tenía puesta en mi nuca, y dirigí su pulgar a mis labios. Los humedecí y después lo posé sobre ellos, mientras mis ojos estaban clavados en los suyos, y los suyos en mis labios. 

Paseé su dedo por la zona y sonreí levemente al ver su cara de embobado. Al darse cuenta, levantó la mirada a mis ojos y me miró con algo de rabia, aunque con muchas ganas. 

Incliné mi cabeza hacia la derecha y lo miré deseosa, acercándome un poco a su cara. 

Acto seguido bajé su mano y fui a soltarla, pero entonces atrapó la mía. 

Dirigí la mirada hacia ahí, y más que ver, sentí como entrelazaba nuestros dedos con algo de fuerza, estirándome un poco hacia él, haciendo que volcara todo mi equilibrio sobre su cuerpo. 

Negó con la cabeza suavemente y yo tragué grueso, con sus labios a un centímetro de los míos. 

Justo en el momento en el que pensaba que iba a besarme de nuevo, su móvil comenzó a sonar en el bolsillo. 

Tomó aire todavía con la mirada en mis ojos, y yo me separé de forma suave para que pudiera cogerlo. 

Una vez lo sacó, en la llamada entrante apareció el nombre de "Ana", a lo que el sevillano suspiró, para después levantar la mirada hacia mí. 

-Quédate a dormir y mañana te llevo a tu casa -murmuró sin ninguna expresión. 

Ni siquiera esperó respuesta, porque acto seguido se dirigió hacia las escaleras, girándose después de subir unas cuantas para hacerme un gesto con la cabeza como de que le siguiera, al ver que no lo hacía. 

Cogí aire e hice caso, sin saber muy bien qué es lo que estaba haciendo, y sin saber si debía hacerlo. 

Lo seguí hasta el piso de arriba, donde abrió la puerta de una de las habitaciones. 

-Puedes dormir en esta -me miró como cansado. 

Asentí y entré sin decir nada, a lo que él salió también en silencio. 

Me quedé de pie observando la habitación y sin saber qué era lo que acababa de pasar. Mi cerebro estaba extremadamente confundido y las malditas mariposas seguían revoloteando en mi estómago. 

Suspiré unas cuantas veces y me senté en un lado de la cama, tratando de aclararme, sin embargo, estaba demasiado cansada como para hacerlo. 

Negué con la cabeza y me fui a ir a dormir, y ahí fue cuando me di cuenta de que no tenía nada para cambiarme. 

-Joder... -murmuré. 

Me levanté y salí hacia la habitación de Gavi, la cual por suerte encontré pronto, porque era de la única de la que salía algo de luz. 

Al acercarme escuché que estaba hablando con alguien, así que llamé de forma suave a la puerta y abrí despacio. 

Estaba tumbado en un lado de la cama, con los pies colgando y el móvil apoyado en el pecho con el altavoz. 

Se levantó al instante al verme y frunció el ceño. 

-Un momento, ahora vuelvo -informó hacia la llamada, y quitó el micrófono para que no lo escucharan. 

-¿Me dejas algo para dormir? -pregunté mirándolo. 

-Ah, sí -se levantó al darse cuenta. 

Dejó el móvil sobre el escritorio y abrió el armario, tendiéndome después una camiseta muy ancha y unos pantalones de chándal. 

-Eso me va a ir muy grande -dije obvia. 

-Bueno, pruébatelo y sino te doy otra cosa -se encogió de hombros. 

Tomé aire y cogí la ropa, para después darme la vuelta y cambiarme ahí mismo.

Me quité la camisa que llevaba, y me puse la camiseta de Gavi, para después quitarme el sujetador y dejarlo sobre la cama. Luego me dispuse a quitarme los pantalones, ya que sabía que la camiseta me cubría lo suficiente como para que no se me viera nada. 

Al instante de incorporarme escuché cómo Gavi se acercaba, dejándome notar sus manos al  posarlas sobre mi pelo, que había quedado dentro de la camiseta. 

Lo sacó de forma lenta, y lo apartó todo hacia un lado. Juntó su cuerpo del todo al mío, haciendo que me recorriera como un calambre de pies a cabeza. La respiración se me comenzó a acelerar de nuevo, y todavía lo hizo más cuando posó un beso sobre el lado derecho de mi cuello. 

Cerré los ojos y traté de mantener la compostura, mordiendo mi labio interior aguantándome las ganas de cualquier cosa que se me pasara por la cabeza en ese momento. 

Gavi siguió besando mi cuello, y yo eché la cabeza hacia atrás, apoyándome en su hombro izquierdo dejando que siguiera, sin poder controlarlo. 

Entonces dirigió sus manos hacia abajo, acariciando mis brazos y mi cintura, hasta llegar a mis muslos. Posó sus dedos sobre ellos en los laterales, y después de acariciarlos un poco comenzó a subir de nuevo. Sin embargo, en esa ocasión, no solo subieron sus manos, sino que con ellas cogió el bajo de la camiseta, subiéndola de forma lenta. 

Tragué grueso y cogí aire notando su contacto como si fuera fuego. Todo mi cuerpo ardía, sobretodo las partes que chocaban con el suyo. 

Sentía que no podía más, mientras su boca seguía en mi cuello y la camiseta subiendo casi a cámara lenta. Así que llevé mis manos a las suyas, y las frené de golpe, cuando estaba a punto de destapar mis tetas. 

Las agarré con fuerza y él dejó de besarme, supongo que bastante confuso. 

Bajé mi camiseta junto con sus manos, para después darme cuenta de que los pantalones que tenía que ponerme se habían caído al suelo. Me agaché recta, sin pensar en que mi culo estaba a la altura de sus partes, chocando contra ellas al recoger los pantalones. 

El sevillano se echó un poco para atrás, pero no lo suficiente como para no notarlo. 

Al instante llevó las manos a mi cintura para apretarla con fuerza, y yo aproveché para ponerme los pantalones. 

Una vez lo hice, me di la vuelta hacia él, logrando escapar de sus manos por poco tiempo, porque volvió a posarlas en el mismo sitio, acercándome a él. 

Repasé mis labios con la lengua y me imitó, dirigiendo ambos nuestras miradas hacia allí. Las ganas que tenía de besarlo en ese momento eran más que gigantescas, pero no podía hacerlo. 

De repente una tos se escuchó al otro lado de la llamada, y yo dirigí la mirada hacia el móvil. Volví a los ojos del futbolista y él me miró como suplicante. Llevó unas de sus manos a mi pelo, recogiendo un mechón y poniéndomelo detrás de la oreja, haciendo que mi corazón diera un vuelco. 

Se acercó un poco y yo puse una mano en su pecho, deteniéndolo ahí. 

Negué con la cabeza de forma suave, y él apretó la mandíbula tenso. 



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