Olas de intensidad

By nniss9

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A veces no se conoce a una persona de la forma más bonita, pero lo importante es lo que pasa después. Justo... More

Capítulo 1. Qué pesadilla.
Capítulo 2. ¿Lo conoces?
Capítulo 3. Soy imbécil.
Capítulo 4. No, gracias.
Capítulo 5. ¿Todo bien?
Capítulo 6. ¿Es tu novio?
Capítulo 7. Deja de hacerlo.
Capítulo 8. Como quieras.
Capítulo 9. Que ni la miréis.
Capítulo 11. Joder...
Capítulo 12. Fuiste tú el que me besaste.
Capítulo 13. ¿Te hace gracia?
Capítulo 14. ¿No vas a decir nada?
Capítulo 15. Gracias por quedarte.
Capítulo 16. ¿Qué te pasa?
Capítulo 17. Deja de provocarme.
Capítulo 18. Te quiero.
Capítulo 19. Espera, Valen.
Capítulo 20. Pedri...
Capítulo 21. Te voy a matar.
Capítulo 22. Gracias por traerme.
Capítulo 23. Ni se te ocurra.
Capítulo 24. Valen, por favor.
Capítulo 25. Ya te gustaría.
Capítulo 26. Lo siento...
Capítulo 27. Qué guapa eres.
Capítulo 28. Hasta mañana.
Capítulo 29. Como te quieren.
Capítulo 30. Pídemelo.
Capítulo 31. No pasa nada.
Capítulo 32. No puede ser...
Capítulo 33. Dame un beso.
Capítulo 34. Si quieres...
Capítulo 35. Nada que no sepas.
Capítulo 36. ¿Puedes llevarme a casa?
Capítulo 37. ¿Estáis juntos?
Capítulo 38. No te preocupes.
Capítulo 39. ¿Has dicho...?

Capítulo 10. ¿Yo para qué?

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By nniss9

*NARRA VALENTINA*

Bajamos hasta los asientos más cercanos al campo, al lado de los banquillos, y me senté a la izquierda de Gavi. 

Todo el estadio comenzó a llenarse al poco rato, mientras los jugadores del Celta y del Barça empezaban a salir a calentar. 

Estaba ahí por trabajo, pero la verdad es que me hacía mucha ilusión ver un partido, además de que había conocido a algunos de los jugadores. Mi fan interior estaba gritando muy emocionada, pero mi exterior se basaba en mantener la compostura. Aunque no pude evitar sonreír cuando vi que Ansu y Pedri empezaban a pegarse en broma en mitad del campo.

Solté una risita y el sevillano enseguida se giró hacia mí para analizarme. 

-¿Qué pasa? -lo miré al darme cuenta. 

Negó con la cabeza como diciendo que nada, pero siguió sin apartar la mirada de mí. 

Tomé aire y alcé un poco las cejas, a lo que rodó los ojos y miró de nuevo hacia el campo. 

Sonreí de nuevo ante su reacción y entonces la que se quedó mirándolo fui yo. Llevaba el unos pantalones beiges y una sudadera blanca, con el abrigo azul del Barça por encima, haciéndome dudar de cuál era el color que le favorecía más. Aunque parecía quedarle bien todo. 

-¿Qué? -preguntó sin mirarme. 

Fruncí el ceño y se giró hacia mí. Me sorprendía lo rápido que se daba cuenta siempre de que lo estaba mirando, aunque él no me viera. 

-Que estás muy feo -aseguré en broma. 

-Pues anda que tú estás guapa -me la devolvió. 

-Seguro que Pedri piensa que sí -sonreí orgullosa. 

Entonces sí me miró mal, casi pudiendo ver cómo se mordía la lengua para no decir cualquier burrada. 

-No sé para qué dejo que vengas -murmuró mirando hacia el campo. 

Solté una risita y me acerqué a él para pasar un brazo por su espalda y abrazarlo. 

-Porque no puedes vivir sin mí ya -lo apreté con fuerza. 

-Sí, claro -sonrió y se escabulló de mis brazos. 

Reí de forma suave y se giró de nuevo sonriente para mirarme unos segundos, a lo que le guiñé un ojo divertida y él negó con la cabeza volviendo a mirar al campo. 

Prontos los jugadores entraron para salir ya del todo a jugar, y la verdad es que fue un partido bastante tranquilo. Para todos menos para Gavi. Se agitaba con cada pase perdido, y celebraba cada pase bueno. Se levantaba, se sentaba, negaba con la cabeza, aplaudía, animaba, así todo el rato. Yo hasta casi me mareaba solo de verlo. 

Y menos mal que ganamos, porque sino yo creo que hubiera sido capaz de pegarle una paliza a cualquier jugador que pillara del otro equipo, porque nos quitaron algunas buenas oportunidades. 

Aún así, el partido quedó 2-1, con ambos goles de Ansu, quién aplaudía hacia la grada muy contento. 

Me giré para mirar hacia la gente de detrás, viendo como muchos estaban haciendo fotos y vídeos a Gavi, así que pronto me di la vuelta hacia el campo otra vez.

Justo en ese momento vi como asomaba por abajo Antonio. 

-Gavi, corre, está ahí -me levanté de golpe. 

-¿Quién? -frunció el ceño. 

-El director de la revista, venga -contesté rápido. 

Se levantó al instante y cuando fuimos a bajar un par de escaleras me tendió la mano después de bajar él primero. 

Fruncí el ceño ante eso pero acepté su oferta, porque eran unos escalones bastante grandes, y no me apetecía caerme delante de miles de personas. 

Solté su mano una vez toqué el suelo, y vi cómo en su cara se dibujó una sonrisa traviesa. 

-Ya he aprendido -aseguré obvia.

-Entonces lo haces por eso, y no por querer apartarla de verdad -alzó una ceja. 

-Cállate ya -ordené haciéndome la enfadada.

Soltó una risita y yo busqué de nuevo con la mirada a Antonio, dirigiéndonos hacia él sin pensarlo dos veces. 

-Pablo Gavi -sonrió el director al acercarnos. 

-¿Cómo estás, Antonio? -sonrió el futbolista. 

-Muy bien, muy bien. Una pena que no hayas jugado hoy, ya nos apetecía verte en casa. 

-Lo sé, pero bueno... Así también descanso un poco -se encogió de hombros. 

-Claro, también hay que descansar -sonrió amable el señor. 

Entonces dirigió la mirada hacia mí y yo aproveché la situación. 

-¿Usted es el dueño de la revista ¡Hola!, ¿Verdad? -me hice la despistada. 

-Sí, así es -sonrió orgulloso-. Tú supongo que debes ser su novia -soltó mirando a Gavi. 

-¿Qué? -fruncí el ceño-. No, no -contesté rápido mientras el sevillano reprimía una risa. 

-Ah perdona -levantó las manos inocentes. 

-Trabajo en la empresa de su madre, es por eso que bueno... -informé entonces un poco más nerviosa sin saber qué decir. 

-Ah, Belén -asintió obvio. 

-Así es. Justo he estado hablando antes con ella sobre la revista. Había comprado esta mañana la de hoy, y mientras la leía me ha dado una sensación rara, no sé, es como que no entendía algunas cosas -fruncí el ceño-. Entonces ella me ha dicho que habíais cambiado de redactora, y he supuesto que sería por eso.

-Sí, sí... Ya hemos tenido bastante jaleo con eso -reconoció como cansado. 

-¿Ah, sí? -me interesé-. Creo que mis amigas también comentaron algo sobre eso, que no sabíais si cambiar de nuevo o no -mentí. 

-Ya imagino, ha llegado a todo el mundo -asintió. 

-Una pena, era de las revistas más leídas -dije como haciéndome la inocente sin saber de qué iba el tema. 

-No, pero la gente la sigue leyendo -le quitó importancia. 

-Ya bueno, supongo que por perder unas cuantas lecturas no pasa nada, tiene mucho éxito aún así -sonreí. 

-¿Perder unas cuantas? -frunció el ceño. 

-Mhm. Pero bueno, con tal de que no vayan a más -me encogí de hombros. 

Antonio se quedó observándome y después miró rápido a Gavi, para mirarme de nuevo. 

-¿A qué te refieres? -se interesó cruzado los brazos. 

-A ver, yo no tengo mucha idea de esto, pero como les ha pasado a mis amigas, le puede pasar a más gente. La forma de narrar los hechos es muy importante, es la piedra angular vamos, y si a la gente eso no le gusta dejarán de leerla. Además, cada día surgen más canales de información, y todo el mundo se entera de todo, por una vía o por otra -expliqué tranquila. 

Asintió y esperó a que continuara. 

-De todas formas seguramente usted sepa lo que hacer para solucionarlo, así que tampoco creo que los lectores debamos preocuparnos. Seguro que ya tiene algo en mente para poner fin al problema, he leído que es usted uno de los mejores directores, así que confiamos -sonreí dulce. 

-Bueno, es todo un halago -sonrió levemente-. Aunque me temo que en esta situación no es así...

Fruncí el ceño y me quedé observándolo. 

-Es difícil encontrar a alguien bueno hoy en día, y no quiero confiar en cualquiera -explicó. 

-Claro, es entendible -asentí. 

-Belén me ofreció un proyecto conjunto para trabajar en ello, pero tampoco sé cómo iría...

-¿Ah, sí? -me hice la sorprendida-. No sabía eso. 

-Es que no llegamos a ningún pacto -sacó el móvil del bolsillo. 

-Ah, bueno. Pues si Belén tiene redactoras muy buenas. Alejandra es genial -miré a Gavi en busca de apoyo, a lo que asintió alzando las cejas. 

-Sí, lo sé -sonrió Antonio-. ¿Has dicho que trabajabas en su empresa? 

-Sí, empecé hace poco, así que si va a preguntarme cualquier cosa mejor pregúntesela a ella, porque yo todavía no sé demasiado -puse de excusa. 

-Entiendo. ¿Tú eres redactora? -preguntó entonces. 

-No, no. Todavía no me han designado nada en concreto -volví a mentir. No podía decirle que era la que se encargaba de los proyectos, porque sino se habría notado del todo mi intención. 

-De acuerdo -asintió tranquilo-. ¿Podrías decirme en qué notaste el cambio de la revista? -se interesó. 

-Bueno, pues a parte de las imágenes gráficas, sobre todo el desarrollo de las noticias. A veces ni siquiera cuadraban una con otra, además de los saltos de escena y retrocesos hacia atrás y hacia delante. Cuesta seguir el ritmo en orden cronológico. Así como también las noticias seleccionadas para ir en una misma revista, porque en una página te hablan de Shakira y Hamilton y en otra de pingüinos -expliqué. 

-Joder, no sabía que estaba tan mal -soltó sorprendido. 

Sonreí encogiéndome de hombros y él se quedó pensativo.

-He estado muy distraído con otros proyectos, así que no he estado tan al tanto de la revista como antes. Supongo que sí que tendré que darle una vuelta -murmuró sin solución. 

-Bueno, eso ya como usted vea... -le di libertad de decisión, aunque obviamente lo hacía de forma consciente.

-Dile a Belén que mañana contactaré con ella para charlar un rato -ideó entonces. 

-Claro, sin problema -sonreí amable. 

Tomó aire y se dispuso a buscar algo en el móvil. 

-Esto de llevar un montón de negocios es un sinvivir -suspiró cansado. 

Gavi y yo sonreímos sin saber qué decir. 

-Nos vemos, muchachos, cuidaos -se despidió entonces el director.

-Hasta luego -contestamos nosotros casi a la vez. 

Lo seguí con la mirada hacia las escaleras de la grada y sonreí, hasta que Gavi se me puso delante. 

-Creo que lo has conseguido -alzó las cejas. 

-Más o menos. Al menos hablará con tu madre -lo miré entonces. 

Asintió y se quedó observándome. 

-¿Cómo has sido capaz de decirle todo lo que hacía mal? Pensaba que te iba a soltar cualquier revés en algún momento. Casi le has cantado las cuarenta -soltó sorprendido. 

Yo reí levemente. 

-Qué va. Mira, a este tipo de personas les gusta la gente que habla claro. Si te pones a dudar o a darles manga ancha, nunca vas a conseguir nada. Lo primero porque les das la sensación de que en realidad no tienes ni idea de lo que estás hablando. Y lo segundo, se piensan que por ser quiénes son y por llegar dónde están no tienen ningún fallo -expliqué-. Hay que hacerles ver que sí los tienen, y que la gente se da cuenta de ellos. Además, no todo lo que le he dicho ha sido malo, también le he dicho que era el mejor en lo que hacía, cosa que no es así porque sino no estaría en esta situación, pero también hay que regalarles un poco los oídos. Así los pones contra las cuerdas, porque les das la sensación de que la gente confía en ellos y ellos la están cagando. 

Gavi me miró con cara de sorpresa y yo sonreí. 

-Joder -se quedó atónito. 

-Se me da bien, eh -dije irónica. 

Asintió despacio y yo le di un golpecito.

-Venga, vámonos -comencé a andar hacia la grada de nuevo. 

-Espera, vamos hacia el vestuario -me frenó. 

-¿Para? -me di la vuelta hacia él. 

-Tenemos que esperar a los demás, hemos quedado para cenar -informó. 

-Ah, ¿Y podrás llevarme a casa antes? O sino pido un taxi -lo miré confusa. 

-No, si vienes tú también -soltó y comenzó a andar de nuevo. 

-¿Yo para qué? -lo seguí. 

-Para que dejes de estar amargada y lo único que hagas sea ir del trabajo a casa y de casa al trabajo -me miró obvio. 

-Oye, que yo no estoy amargada -fruncí el ceño. 

-Mhm -siguió hacia delante sin hacerme caso.

Negué con la cabeza y rodé los ojos ante la poca importancia que me dio, y lo seguí hacia el vestuario. 

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