Cambio de corazón

By Ash-Quintana

5.3M 419K 290K

Sophie se acerca al chico más apuesto de la clase para demostrarle a su ex novio que ella es cool y que ya lo... More

1. Vivo la experiencia premium
2. Adiós Dylan, hola Drake
3. Cita en el cementerio
4. Caigo por él (literalmente)
5. Drake se burla de Dylan (Y él lo escucha).
6. Me presenta a sus padres.
7. La amiga de Drake
8. ¿Dylan y Drake ya se conocían?
9. Terminamos
10. Operación: Nuevo amor
11. Los pantalones asesinos
12. ¡¿Él me gusta?!
13. Cena bajo la luz de la cocina
14. La fiesta
15. El rescate
16. Mermelada de arándano
17. El turista violento que roba novias
18. ¿Todos saben de nosotros?
19. Hombre suplicando
20. Padre con instintos asesinos
21.Cita nocturna
22. Una novia y una ex novia
23. Atrás, Satanás 👹🤺🤺
24. Quiero cometer homicidio
25. El plan de Galia
26. Cómo romper un corazón en mil pedazos
27. Cómo romper dos corazones en mil pedazos
28. Los pavos de foamy salvan el día
29. Una noche en la torre
31. Recen por Dylan
32. Siempre quise una madrastra
33. Primer tiempo
34. Drake al rescate
35. Segundo tiempo
36. Él y yo no somos tan distintos.
37. Esperan por mí
Epílogo
Segundo libro

30. ¿¡Él otra vez?!

105K 8.5K 4.5K
By Ash-Quintana

"Te amo"

¿Quién habría dicho, un par de meses atrás, que el chico de la casa de enfrente, con la motocicleta intimidante y los rizos de oro acabaría a mi lado, susurrando esas palabras con tanto amor?

—No tienes que responder si no quieres —se apresuró a decir Drake—. No lo dije para que te sintieras obligada a...

Atraje su mano, la que había pasado por detrás de mi cabeza para acariciar mi hombro, y le dejé un beso entre la unión su índice y su pulgar. Sus dedos olían a una mezcla del jabón del baño y la tarta de manzana que estuvimos comiendo mientras hacíamos la tarea.

—También te amo, tonto.

Cuando alcé la vista, me encontré con su rostro. Sus orejas estaban rojas y sus labios ligeramente separados.

—No me mires así.

Apartó la mirada, avergonzado. Sonreí, son su piel contra mis labios, sin soltar su mano. Le di un suave mordisco para llamar su atención. Él se quejó, pero volvió sus ojos hacia mí.

—Pórtate bien —me regañó antes de bajar y darme un beso.

—Como si fuera a hacerte caso.

Lo volví a abrazar. Él bajó su mano libre y acomodó una de mis piernas sobre las suyas. Estaba segura de que nos habríamos quedado un rato largo de esa manera de no ser por el golpe que dio una de las ramas de afuera contra la ventana.

Los dos nos sobresaltamos. Mordí a Drake por accidente en el labio y él me presionó contra su cuerpo. Cuando miré por encima de mi hombro, a la ventana, vi la cortina cerrada, pero la sombra de las hojas y las ramas dibujaban sus siluetas en la tela gracias a la luz de la luna llena. La lluvia no había cesado, sino que se había convertido en una fuerte tormenta.

Me senté, con la mano apoyada en su pecho. Las mantas se deslizaron hasta mi cintura.

—Esto es como una película de terror —lo molesté—. Ahora me levanto y reviso la ventana, pero resulta que el asesino en realidad está escondido debajo de la cama.

Drake miró mi cuerpo antes de subir a mis ojos y volví a sentir una oleada de calor. Ahora no había una sola parte de mí que él no hubiera visto ya.

—Confío en que me protegerás —bromeó.

—Tú sabes que en las películas de terror la pareja muere primero. Ahora que lo pienso ¿Recuerdas si cerré bien la puerta del fondo?

Su sonrisa se borró.

—No es divertido.

Me puse seria y negué con la cabeza.

—No, hablo en serio.

En ese momento se oyó el chirrido de una puerta abrirse. No vino del cuarto, sino del piso de abajo. Drake me levantó las cejas, como si creyera que aquello fue obra mía. Yo me congelé.

—Muy graciosa.

—No fui yo.

Los dos compartimos una mirada. No me atreví a moverme, por temor a oír otro sonido, pero no se volvió a escuchar nada más. La mano de Drake me sostuvo por la parte baja de la espalda y de ahí no se movió. Él también parecía estar guardando silencio por si percibía algo.

—Ha de ser el viento —murmuró.

—¿Y si es mi padre? —susurré. Sentí su temor—. Aguarda.

Me levanté de la cama y busqué en el suelo cualquier prenda para cubrirme. Encontré su playera –que en realidad era mía– junto a mi ropa interior. Mis pantalones colgaban de la punta de una silla. Tropecé con mis pantuflas mientras metía las piernas dentro del pantalón del pijama, pero recuperé el equilibrio cuando me sostuve de la cómoda.

—¿A dónde vas?

Soplé la vela y todo se volvió oscuro. Busqué mi teléfono para encender la linterna y entonces recordé que aún se encontraba en el técnico. Solté por lo bajo varias palabrotas que habrían hecho sonrojar hasta a mi padre y caminé hacia las escaleras.

—Iré a ver.

—Espera. —Drake salió de la cama e intentó vestirse con prisa—. No vayas. Yo iré.

—No te preocupes. Tengo protección.

Abrí el primer cajón de la cómoda y saqué mi gas pimienta. Las monedas guardadas en el alhajero tintinearon cuando cerré el cajón. Bajé los escalones descalza y despacio, con temor a ser escuchada. Me tuve que apoyar en la barandilla de madera para que los escalones no crujieran bajo mi peso, pero lo conseguí.

En el piso de abajo había dos ventanas, una en cada extremo del pasillo. Las dos tenían las cortinas cerradas, pero un poco de luz se filtraba desde el exterior, por lo que no estaba caminando a ciegas.

La puerta de la oficina de papá estaba abierta. Me congelé al pie de la escalera, pero no oí nada proveniente de allí.

—¿Quién está ahí? —pregunté.

Drake bajó en ese momento. Volvió a pasar su brazo por mi cintura, pero esta vez para ponerse delante de mí. Pronto acabé escondida detrás de su cuerpo y lo único que pude ver fue su espalda. Pasé mi brazo por debajo de su axila con el gas pimienta listo para atacar.

—¿Qué crees que haces? —murmuró.

Me aclaré la garganta.

—Protegiéndote.

Nadie respondió desde el estudio, así que Drake avanzó. La puerta, abierta, nos tapaba la entrada de la oficina y nos impedía ver el interior. Cuando estuvo a punto de tomar la perilla, la puerta se cerró de golpe con tanta fuerza que el sonido resonó por todo el pasillo.

Los dos gritamos. Drake retrocedió, y yo también. Choqué con el primer escalón de la escalera y él chocó conmigo. Me resbalé y caí de culo al piso, con él encima de mí. En medio de la confusión me aferré a sus hombros para usarlo de escudo.

—¡Sacrifícate por mí!

—Déjame ponerme de pie, al menos.

Protestó y se deshizo de mi agarre para levantarse. Me disculpé e hice lo mismo, pero me quedé detrás de él. Cuando Drake abrió la puerta, yo extendí el brazo, aterrada, con el gas preparado. Pero no sucedió nada. Me asomé para espiar.

Dentro de la oficina no había nadie. Todo estaba en orden: los libros en sus estantes, el sillón acomodado detrás del escritorio. Los papeles... los papeles esparcidos por todo el suelo mientras la cortina se agitaba con violencia por el viento.

Drake caminó hasta la ventana abierta. Entré con él y comencé a recoger todos los papeles, más tranquila. Me había puesto muy nerviosa todo esto.

—Sólo fue el viento —dijo él.

Reí, nerviosa.

—Sí, eso tiene más senti...

La puerta volvió a cerrarse de un azote. Grité, Drake rió y cerró la ventana. Cuando se agachó para ayudarme a recoger los papeles, le di un golpe en el brazo. Me atrajo hacia él y me estrujó en un abrazo, sin dejar de reír, para evitar más golpes.

***

Unos minutos después estábamos bajando directo a la cocina para asegurarnos de que las puertas estuvieran cerradas con llave.

Encendí la luz y Drake usó su teléfono para ordenar una pizza, porque ninguno estaba con ánimos de cocinar o recalentar algo del refrigerador. Yo estaba me encontraba deshaciendo el nudo de la cortina en la puerta trasera cuando finalmente colgó la llamada.

—Estará aquí en veinte minutos.

—Bien.

Me volteé y lo encontré apoyado en la encimera, con los talones cruzados. Llevaba puesto el pantalón de su uniforme, con los pies descalzos sobre el piso de baldosa y se estaba abotonando la camisa completamente arrugada con cuidado. Se había recogido el cabello con una goma elástica, pero era tan corto y tan rizado que sólo pudo atrapar unos mechones detrás de su cabeza que formaron un pequeño pompón. El pelo de su frente se le iba a la cara.

Él siempre lo tenía esponjado, pero hoy parecía que acababa de salir de un tornado.

Entonces, me miró de reojo, con sus dedos aún maniobrando con el pequeño botón de la camisa.

—¿Qué sucede?

—De verdad te ves como un algodón de azúcar —medité—. Yo te habría protegido del asesino.

Levantó una ceja, para nada convencido.

—¿Con esos brazos?

¿A qué se refería con "con esos brazos"? Mis brazos estaban bien. Tenían una complexión normal.

—¿Qué tienen de malo?

Me arremangué la playera hasta los hombros y flexioné uno de ellos. Cuando presioné, no salió ni un músculo a la vista. Arrugué la frente e hice más fuerza, pero no había caso. Él rió y yo me tomé eso como una ofensa personal, así que fui hasta la mesa del centro, apoyé el codo en la mesa y levanté la mano en una invitación a una pelea.

Drake dejó su teléfono apoyado contra la alacena y caminó hasta donde yo estaba. Se paró del lado opuesto, apoyó su codo y tomó mi mano, aceptando la pelea.

—Sólo porque no tenga músculos, no quiere decir que sea tan débil —le advertí—. Y si yo gano, tendrás que pagar la pizza.

—Bien. Y si yo gano, tú tendrás que abotonarme la camisa con la boca.

—¿Qué?

Drake no respondió. Empujó mi brazo con fuerza y éste cedió. Grité y comencé a resistirme, pero él era fuerte.

—¡Eso es trampa!

El reverso de mi mano estuvo a punto de tocar la mesa, pero me resistí. Drake comenzó a aplicar más fuerza y yo tuve que apoyar la otra mano en la mesa. Poco a poco comencé a ganar territorio y él miró, impresionado, cómo comenzó a darse vuelta la situación.

—¿De dónde has sacado esa fuerza? —preguntó.

No tenía ni puta idea.

—No lo sé. A lo mejor me está ayudando el diablo.

Él volvió a reír y eso le hizo perder más territorio. Pronto su mano estuvo cerca de tocar la mesa. Usó su otra mano para sostenerse del borde y se puso serio. Lo vi preocupado, como si de verdad temiera perder. Eso me motivó para esforzarme aún más.

Estuvimos un buen rato peleando, hasta que el timbre de la casa sonó.

—Es la pizza.

Drake se enderezó y soltó la mesa. Aproveché su distracción para ganarle, pero su brazo no cedió ni un centímetro. De hecho, parecía que él ni siquiera estaba esforzándose para resistirse.

Tomé aire por la boca, indignada.

—¿Estabas fingiendo que yo te iba ganando? —le pregunté.

Drake bajó la vista a nuestros brazos y recordó que seguíamos compitiendo. Rápidamente volvió a sostenerse de la mesa y pretendió esforzarse.

—Ay, ay, me estás ganando.

Su brazo comenzó a bajar de a poco, pero yo ya no estaba empujándolo.

Me reí y lo solté.

—¡Me has engañado!

Él sonrió.

—Fue entretenido verte.

Le enseñé el dedo del medio y fui adelante a recibir la pizza. Saqué dinero del recibidor para pagarle al repartidor con la promesa de cobrarle el total a Drake más tarde, por mentiroso estafador. Cuando regresé a la cocina, él estaba sentado en la mesa, mirando su teléfono. Me pareció escuchar algunas voces saliendo de este y, cuando me paré detrás de él, vi que se estaba reproduciendo un video.

Él notó mi presencia y me entregó el teléfono. En el video estábamos los dos compitiendo. La cámara del teléfono, al estar apuntándome, me grabó de frente. Drake salía casi de espaldas. Se veía un poco de su perfil, lo suficiente como para que se note que estaba esforzándose o, al menos, fingiendo que lo hacía. Yo, por otro lado, lo miraba sorprendida antes de elevar el mentón con orgullo.

Tenía razón. Era entretenido verme.

—Eres malo —le dije—. Ve a cortar la pizza.

Él se levantó y fue a buscar un cuchillo. Yo me senté en la mesa, con su teléfono en mi mano. Aproveché su distracción cortando la pizza en la encimera y, desde su teléfono, inicié sesión en una de mis cuentas. Subí el video, pero sólo los primeros treinta segundos, donde parecía que yo de verdad le estaba ganando a Drake. En la información del video coloqué: "No soportó ni un round 💋".

Cuando Drake regresó con la pizza, yo ya había publicado el video y cerrado sesión. Me aseguré de no etiquetarlo para que no recibiera ninguna notificación y él no sólo no se enteró de lo que había hecho, sino que ni siquiera revisó su teléfono en todo el tiempo que estuvo conmigo.

Cuando papá llegó, cerca de media noche, nos encontró a los dos echados en el sofá de la sala de estar, mirando películas. Habíamos tomado la decisión de no ver nada de terror mientras estuviéramos a solas en esta casa embrujada durante la noche, así que, después de comer y darnos una rápida ducha cada uno, nos sentamos a ver El Lorax.

Papá estaba lo suficientemente cansado después de hacer tantos pavos con foamy que simplemente mandó a Drake a su casa y luego subió a dormir. Creí que aquella noche no tendría ningún tipo de consecuencia hasta que llegó el día siguiente y me encontré con papá, más espabilado, desayunando en la mesa.

Yo estaba somnolienta y algo adolorida, así que me arrastré hasta la mesa con dificultad. No sabía si el dolor de cadera era producto de la caída cuando bajamos en busca del asesino la noche anterior, o de otra cosa, pero prefería no saber. Terminé de meter la camisa del uniforme dentro de mi falda y asentí agradecida cuando papá me alcanzó una taza caliente de café.

—¿No dormiste bien? —preguntó papá.

Moví un poco la cabeza para estirar el cuello. Papá debió de haber atado la cortina de la puerta trasera otra vez, porque la luz ahora entraba por la pequeña ventana que tenía y me daba en la cara. Afortunadamente, aún era demasiado débil como para estorbar.

—Debí haber dormido en una mala posición —mentí—. ¿Qué hay de ti? Anoche te veías fatal ¿Terminaste los pavos?

Papá no estaba mucho mejor que yo. Tenía ojeras bajo los ojos y su ropa podía estar planchada a la perfección, pero su cabello se veía como si dos ratas se hubieran peleado por un churro encima de este con música de Linking Park de fondo.

—Por desgracia no. Me dormí en el décimo pavo —me confesó—. Pero quiero pensar que fui un buen apoyo moral. ¿Qué hay de ti? ¿Hicieron todos sus deberes?

Tragué con fuerza y me rasqué la nuca. De repente los muebles de la cocina me parecieron más interesantes.

—Creo que Drake se durmió en medio del trazo de una derivada. ¿Cuándo vas a presentarme a tu novia? —cambié de tema.

Papá enderezó su espalda.

—Pronto. Algún día.

—Mañana es acción de gracias. ¿Por qué no la invitas?

—Porque ya tiene planes e irá a ver a sus padres.

—Vamos con ella.

—Sophie —Dejó sus manos sobre la mesa—. Sophie, hay algo importante de lo que me gustaría que habláramos. —Lo miré por encima de mi taza sin dejar de beber, temerosa. Él prosiguió—. Vi que Drake se bañó aquí anoche.

Ah, aquí me despido. Fue una buena vida. Corta, pero buena.

Me removí en mi silla, incómoda.

—Sí. Nos mojamos en la lluvia, así que le dije que podía usar la ducha.

Dejé mi taza sobre la mesa y me pregunté si siempre había sido tan fuerte el sonido que hacía la porcelana contra la madera.

Forcé una sonrisa inocente. Él asintió, como si comprendiera.

—¿Y eso fue antes o después de que yo los llamara?

—Durante. —Ay, no. ¿Qué dije?—. Después. O antes. No me acuerdo. Antes.

Continué sonriendo. Él no se había creído para nada lo que dije.

Tomó aire.

—Lo quiero saber es si se están protegiendo los dos.

—Por supuesto. Tenía mi gas pimienta a mano. Y él es cinturón negro en un arte marcial. No sé qué más protegido que eso se puede estar.

Papá cerró los ojos un momento y ladeó la cabeza antes de respirar hondo. Parecía estar reuniendo toda su paciencia.

—No. —Se corrigió—. Lo que quiero saber, es si están siendo responsables y usando preservativos, porque no quiero llevar a mi hija al hospital uno de estos días porque le contagiaron alguna enfermedad o terminó embarazada.

—Ay, ¿Por qué lo preguntas así, tan directo? —Aparté el rostro, avergonzada. Me pregunté cuándo iba a ser el día que pudiera tener estas charlas sin terminar roja como un tomate—. Sí, usamos preservativo. —Me aclaré la garganta—. Y también sigo tomando las mismas pastillas que me recetaron cuando salía con Dylan. Lo que me hace pensar, que deberías de subir mi mesada, porque están muy caras.

No es como si no me alcanzara entre el dinero que me daba mamá cada mes y el que me daba papá todos los días, pero para algo tenía padres con plata.

—Sophie, pensé que habías dejado de tomarlas. Por eso ya no te daba dinero para comprarlas... —suspiró— ¿Ves por qué es importante que tengamos estas charlas?

No pude evitar ponerme a la defensiva.

—Bueno, es que al principio creí que iba a volver con Dylan, así que no dejé de tomarlas, y luego cuando me di cuenta de que no, llegó Drake y dije "mujer precavida vale por dos" —Reí nerviosa y miré a papá, quien seguía serio. Eso me hizo sentir muy avergonzada—. Mejor me callo.

Papá me acercó las tostadas y las acepté como la oportunidad perfecta para comer y dejar de hablar. No volvimos a sacar el tema y con el paso del tiempo la vergüenza desapareció y fue reemplazada por una sensación de alivio.

Probablemente esto no significara que él iba a dejar entrar a Drake a la casa cada vez que se me diera la gana, ni que yo vaya a contarle todo lo que sucediera en mi noviazgo, pero tampoco tendría que hacer malabares para escondérselo.

Terminé el desayuno rápido y recogí mis cosas del cuarto, más tranquila, y ansiosa por ver la reacción de Drake después de ver el video que subí anoche, cuando el cartero dejó nuestro correo en la puerta.

Apoyé la mochila sobre el recibidor y me agaché para recogerlo. Eran principalmente facturas de servicios. Encontré un paquete delgado que iba a mi nombre y cuyo contenido ya conocía, porque hace unos días había ordenado por internet otro libro. Apoyé las facturas sobre el recibidor para abrir el paquete cuando un sobre se deslizó hasta el piso.

Era un sobre tamaño carta, pequeño y celeste. Lo levanté a contraluz y tuve que darle la espalda a la puerta de entrada para que el sol que llegaba desde las ventanas de arriba la iluminara. Decía la dirección de la casa escrita a mano y con bolígrafo azul. Creí que tal vez era una carta para papá, pero en el destinatario decía mi nombre.

Luego, abajo, el remitente:

Dylan.


-.-.-.-.-.

¿¡Qué es lo que quiere ese desgraciado?!

Holaa ¿Cómo están? ¿Qué tal  les fue en la semana?

¿Qué les pareció el capítulo?

El de hoy fue mucho más tranquilo, más allá del casi infarto que sufren lo dos por la puerta que se abre y se cierra sola.

Al parecer el señor Parker no es ningún tonto y los descubrió, pero  todo salió bien.

Sophie quiere conocer a la novia de su padre, pero él no cree que aún sea el momento. ¿Ustedes qué piensan? ¿Les gustaría conocerla? ¿Cómo creen que sea?

¿Cómo creen que sería la pareja perfecta del padre de Sophie? No vale decir que como ustedes JAJ 

Uy, y sobre la carta de Dylan ¿A qué creen que se deba? ¿Qué dirá la carta? ¡¿Por qué una carta?!

¿Creen que tenga que ver con el video que subió Sophie la noche anterior?

Ya sólo quedan dos días para el partido ¿Están emocionados?

Ah, preguntaba eso todas las semanas jaja.

Bueno, sin nada más que decir, me despido.

bai bai

Continue Reading

You'll Also Like

37.1K 2.8K 40
¿Alguna vez te has preguntado qué te hace falta para gustarle a esa persona que no te hace caso? Esas preguntas dolorosas que viajan a través de tu m...
694 120 81
El propósito de este libro es el canalizar "ideas" enfocadas en diferentes temas esenciales de la vida, para ayudarnos a que despierte nuestra consci...
174K 20.1K 43
La apariencia abre muchas puertas ,y eso le queda completamente claro a Midoriya Izuku luego de pasar por una increíble transformación. ¿Quién diría...
2.7K 132 8
Twirly Black una pony ordinaria, pensó que la vida era aburrida, pero un día común ese pensamiento cambiaría. Misterio, tristeza y confusión se apode...