Lo siento mucho Afton... Se lo duro que es...-. Volvió a decir Félix en un intento de tranquilizarlo. Finalmente, el mayor hablo. -No te preocupes chico... Es solo que... Dios santo...-. Comentó entre sollozos silenciados. Hubo un minuto de silencio entre los dos, el cual parecía eterno para Afton, quién no aguantó más y rompió el silencio. -¿Sabéis dónde está el cadáver?... -. Félix asintió con suma preocupación. -Probablemente nos lo encontremos en algún momento del camino...-. Afton asintió adolorido, puesto a que enterarse de la muerte de su hermano lo había roto por dentro. -Bueno... Será mejor continuar... La verdad no me gusta nada este bosque... Despertemos al resto ¿Vale?-. El mayor volvió a asentir.
-Vamos Osmar...-. El peli-morado gruñó. -Venga pelotudo, levántate-. El chico volvió a gruñir. Riley frunció el ceño en respuesta. -Muy bien, hagámoslo de la manera mala-. Refunfuñó, y dicho esto, tomó la cabeza del peli-morado y comenzó a girarla. -¡AAAAHHHH! ¡PARA! ¡¡PARA!! ¡¡¡YA ME LEVANTOOOO!!!-. Se quejó Osmar, quien terminó levantándose a rastras. -¡Hombre! ¡Pero si es el holgazán!-. Río Félix, quién sacaba los restos que quedaban para desayunar junto a los demás. -¡Dice el que llegó al circo a dormirse!-. Refunfuñó Osmar. -Estaba justifi-ca-dooooo~ -. Respondió Félix. Osmar rechistó y se sentó cerca de la fogata. Acto seguido, su padre apareció. -¿Cómo dormiste?-. El chico sonrió. -Bastante bien la verdad. Me obligaron a levantarme-. Afton río. -Me alegra oír eso-.
-¡Comida servida!-. Rió Félix, repartiendo equitativamente las provisiones. -¿Debería preocuparme por si te lavaste las manos?-. Comentó Riley. En respuesta, Félix frunció el ceño. Los cinco volvieron a acomodarse como la noche pasada. -¿En qué soñaste Fede?-. Preguntó la peli-roja. El chico le hizo algunas señas. -No me sorprende... ¿Y tú Osmar?-. El peli-morado volteó. -En un mundo de caramelos donde Jackson está hecho de azúcar en vez de hielo-. Riley rió. -¿Y tú Félix?-. El menor se sonrojo al momento. -Uh... Bueno... -. Riley alzó una ceja. -No hace falta que lo digas...-. Mientras tanto, Osmar se arrimó a su padre. -¿No vas a comer?-. El mayor negó. -Respeto tu dieta... Pero no creo que vaya conmigo...-. Comentó, dejando a un lado el alimento brindado por el peli-rosado. -¿Entonces que comerás?-. Preguntó Riley. Afton sonrió. -Al conejo que está por detrás-. Y dicho esto, el mayor lo señaló con su dedo y disparó una especie de luz desde el mismo, dándole en el corazón al instante. Los cuatro restantes se quedaron viendo la escena petrificados. Acto seguido, Afton movió sus dedos aleatoriamente y atrajo al animal ya muerto a sus manos, para luego encender una pequeña llama de color fucsia en su mano, cocinando la carne al instante. El cuarteto no dijo nada, sólo observaron la escena con curiosidad y algo de miedo. -Me encanta el conejo-., Rió Afton.
Una vez que terminaron el desayuno, los chicos guardaron sus pertenencias y continuaron su camino. -Oye Riley¿Estás setas se comen?-. La peli-roja se arrimó. -Si quieres que te dé un shock eléctrico puedes probarlas-. Rió. El peli-rosado refunfuñó. -Si te pregunté era por qué no sabía...-. El camino se hacía eterno para Fede, quién armaba algún que otro berrinche por querer llegar. -¡Fede deja de golpearte contra el suelo!-. Chilló Félix. -¡Eso no hará que lleguemos antes! ¡Todo lo contrario!-. Riley le arrebató la palabra. -Déjalo, en algún momento se cansará...-. Suspiró Riley, dando a entender que no era la primera vez que ocurría. En algún momento del camino, los chicos se encontraron con el cuerpo sin vida de William, el cual Afton despidió por ultima vez y lo enterró con ayuda de los demás.
No pararon de caminar hasta encontrarse con la carretera que separaba los dos bosques. -Estamos cerca-. Comentó Osmar. Riley se le adelantó. -Si cruzamos esta división entraríamos a los territorios de Fred-. El mayor se arrimó a los dos chicos. -¿Entonces está ahí dentro?-. El cuarteto asintió casi a la vez. -Una vez lo pisas no puedes salir a menos que el te deje-. Agregó Riley. Afton gruñó en respuesta. -Menudo egocéntrico...-. Félix le tomó la mano al Fede, quién se distraía viendo el cielo. -Fede... Si no salgo de esta... Que sepas que te quiero...-. El albino le sonrió en respuesta. Finalmente todos tomaron un gran suspiro y cruzaron. Lo que noto Afton al instante de entrar fue una esencia pesada, como si el aire se volviera más difícil de respirar. -No hemos casi ni avanzado y ya presiento algo malo...-. Osmar se acercó a él. -Tranquilo papá... No eres el único que se siente intranquilo ante Fred...-. Los chicos le dieron la razón, y sin más charla se adentraron en busca del Circo.
Fede volvió a hacer una de sus rabietas, puesto a que quería mostrarle algo a Félix con apuro y no quería tardarse tanto como lo estaban haciendo. -Fede por dios, tienes todo el día para enseñármelo, ¿Cuál es la prisa?-. Se quejó Félix, puesto a que este le estaba tirando de la ropa como era su costumbre. Y como tal, el chico seguía ignorando sus quejas. Por otro lado, Osmar le contaba a su padre sobre Jackson, quién prestaba suma atención. -Es muy amable... Algo tímido a veces, pero por que no suele salir mucho, entonces no sabe cómo entablar una amistad con alguien así de rápido como tú-. Afton asintió. -Debe permanecer bastante rato en su gigante cubo de hielo... Sino se empieza a derretir y bueno... Ya sabes...-. El mayor volvió a asentir, comprendiendo la situación de la pareja de su hijo. -¿Entonces no puede pasar mucho rato afuera por qué... Se muere?-. Osmar colocó una mueca ante la última palabra dicha por el mayor, pero terminó asintiendo de todas formas. -Es un Freak papá... Así que tiene sus condiciones...-. Afton se sorprendió al oír la frase. -¿Un Freak? ¡Ah si! ¡Yo conocí a uno hace muchísimo tiempo!-. Expresó con suma alegría. -Se llamaba Lefty, era todo un patán con su música a todo volumen-. Agregó. Osmar le sonrió. -¿Su fuerte era el sonido eh?-. Su padre asintió. -Siempre llevaba unos aparatos en los oídos-. -"Vaya, un sordo..."-. Pensó su hijo, quién intentaba imaginarse el como sería el dichoso personaje. A todo esto, la parejita de atrás también intercambiaban conversaciones. -Entonces necesitas una emoción fuerte para poder hablar...-. El albino asintió medio molesto, puesto a que no le habían hecho caso a su rabieta. -¿Como que tipo de emoción?~ -. Comentó Félix pícaramente. En respuesta, Fede rió en silencio. El peli-rosado le devolvió la sonrisa, acercándose más al contrario en el proceso. -¿Y si me enseñas esas emociones fuertes que tienes acumuladas al llegar?~ -. Fede volvió a reír, y asintió con la cabeza. -Cochino...~-. Finalizó el menor, dándole un beso en una de las mejillas del contrario. -Ugh... Consíganse un cuarto lejos del mío por favor...-. Se quejó Riley, colocando una mueca de desagrado, puesto a que no era la primera vez que los oía en sus asuntos.
Los dos chicos se liaron a carcajadas, causando un enfado mayor en la contraria. -Oh vamos Riley, ¡No es para tanto!-. En este caso, fue Osmar quién respondió desde adelante. -Lo siento Félix, pero se oye hasta mi cuarto... Y estoy literalmente al otro lado del Circo...-. El peli-rosado frunció el ceño. -¡No es mi culpa que Fede sea un salvaje!-. Riley rió. -En realidad si lo es-. El chico colocó una mueca mientras Fede seguía riéndose. -¡Y tú de qué te ríes! ¡También van contra tí!, ¿Sabes?-. Los otros cuatro se rieron juntos mientras Félix seguía quejándose. Una vez terminaron sus risas, Fede se arrimó a Osmar, pidiéndole la maleta. El peli-morado terminó por dársela para que se callara, y una vez esto ocurrió, obligó al resto a parar el camino. Cuando los demás obedecieron, el albino se arrimó a Félix. -¿Que? ¿Quieres otra ronda?-. Rió el peli-rosado. Fede negó con la cabeza y sacó el cuchillo de la maleta. -Ey ey ey, si vas a usar eso mínimo seré yo el top-. Gruñó Félix, y como es costumbre, el mayor lo ignoró. Acto seguido, el chico sentó a Félix en una roca cercana a un árbol y se colocó detrás de el. -"Por favor que no lo haga delante de todos..."-. Gritó Félix para dentro. Pero no podía estar más equivocado al oír el cuchillo deslizarse de un lado al otro, terminando en sentir su cabeza más ligera. -¿ME RAJASTE EL CUELLO?-. Preguntó en pánico, seguido de tocarse el mismo y sentirlo exactamente igual que antes. Félix quedó confundido, y al tocarse la nuca pudo darse cuenta de lo ocurrido.
-¡PIDE PERMISO ANTES!-. Le chilló al albino, quien sólo se dispuso a reírse. La amistad de los cuatro individuos había crecido bastante desde que salieron juntos a las afueras del Circo, y parecía que cada vez se hacía más fuerte.