«Las Ninfas de ojos azules....»
Mujeres cuya belleza son capaces de doblegar a los propios dioses, muchas veces escuché esa historia dé pequeño podría quedar loco con lo que hoy en día se qué son ciertas. La veo en la cámara y no puedo creer cuanto creció, aún recuerdo cuando muchas veces mi padre me contaba esa historia.
Escuchó el sonido de la trompeta que anuncia qué debo despertarme, y me tardó en suspirar el día largo que hoy será
—¿Dey?—alguien toca mi puerta .
—Voy.
Me pongo una camiseta rápidamente y recibo a la persona qué aparece con una chaqueta dé la milicia, y un café que reposa sobre el living de mí cocina. Owen Morgan me recibe el buenos días, y siempre me mantengo firmé de qué es una persona muy carismática muy diferente a su hermana.
—¿Cómo va esa resaca?—me pregunta —Buen inicio de semana tuvimos todos
—Bien—me rio—me duele un poco la cabeza pero nada que una buena Aspirina no resuelva.
Me sonríe dándome los buenos días y desaparece de mi alcoba. Me aseo y hago todo lo que tengo que hacer me detengo cuando cierro mi puerta y emprendo el trote en las afueras dé el comandó. Saludando alegremente a todo el qué se me cruze.
Mi estómago sé encuentra afectado por la resaca de el fin de semana, fuimos a un bar a pasar el rato todos los hijos de la antigua élite que muchas veces persiguió la mafia italiana.
Me encuentro a Abby trotando junto a Maggi me da una tierna sonrisa y veo las intenciones de venir a saludarme pero el entrenador encargando la reprende me alejo dé la situación buscando mi objetivo y la encuentro sentada hablando con un par de chicas dé el comando.
Veo sus expresiones y alardea sobre qué en vacaciones irá con su familia a una excursión en el jet privado de su padre, qué asegura que muy pronto será de ella. Milenka Morgan no le hizo justicia a lo James, podría decir que lo único que tiene de su madre es el cabello, y varias facciónes de su rostro. Porque lo demás es el vivo retrato de el mismísimo Christopher Morgan.
Su forma pedante de responder, lo grosera y altanera qué puede llegar hacer en algunas situaciones, muchas veces a Sido castigada por desobediencia pero se muestra cómo es y a firma que nadie va a cambiar su forma de ser. Eso no quita lo apegada qué es con los suyos y lo demuestra cuando aparece su hermano mellizo y se une a la conversación.
Lo codea y empieza a jugarse con él, este muestra signos de fastidio pero ella no se inmuta en parar, observó sus ojos grises y creo qué son los más atractivos que he visto.
Es muy buena en todo, en la próxima conmemoración estoy seguro qué dos medallas más tienen ya su nombre y apellido, ya se rumorea en el comando y es más que claro. Voy hacía mi lugar de prácticas y me pongo en el asiento contrario dónde se qué se va a sentar.
—Ese mi asiento —murmura atrás dé mí.
—Perdo...n—tartamudeo.
—Tranquilo—se jacta sonriente—Te dejaré sentarte por hoy en mi asiento.
Su aroma almendrado es delicioso la observó y tiene un top deportivo y unos pequeños shorts que resaltan sus piernas esbeltas. Esperamos la llegada de nuestra tutora dé artes de la defensa personal. Saca su teléfono y empieza a tomarse fotos, y diría qué en alguna hasta salí yo observándola.
Me pongo nervioso cuando confirmó lo qué pensé y en una foto salgo yo observándola de reojo. Y se ríe en su puesto y me la enseña.
—¿Me estabas observando?—me pregunta con el tono pícaro.
—Milenka—la llama otra chica no recuerdo su nombre.—Deja la puteria porfavor saca lo Morgan en otra oportunidad.
Ellas estallan en risas y le voltea los ojos ¿Peyton es qué se llama? Ambas se echan a reír, y toman algunas cruces de miradas y me hago el sordo, saco mis apuntes y empiezo a dibujar hasta qué se escucha las puertas abiertas de la tutora indicando qué fuéramos al salón de prácticas.
En el pasillo había una reportera y vislumbre al ministro junto a su equipo ejecutivo dando un discurso. Permanecí viéndolo hasta qué sintió que alguien lo observaba y me busco con la mirada. Le quite la mirada cuándo sentí que me observaba también.
Entro al salón y varias personas estaba sentadas en las gradas Milenka estaba con la tutora y siento como me llaman al entrar.
—Dey tu con Milenka empiezen.
Tardo en darme cuenta qué hablaba dé iniciar los entrenamientos, y troto a mi mochila en busca de la protección bucal y guantes de boxeo.
Suena un ring en darle inicio y da pequeños brinquitos y me percato de algo más, observó la tela de crop top y veo un aro sobre las aureola de el pezón ¿Tiene perforaciones?
Siento un golpe en mi costilla, y todo el mundo estalla en risas. Mierda... fui muy obvio, me alejó recuperándome de el golpe lanza otra patada qué esquivo me agachó y la hago caer al suelo tomándola por los tobillos.
Se ríe.
Y me le subo encima y lanzo un golpe cerca de su mandíbula. No demuestra nada ante el golpe y trato, de levantarme cuando me toma de el cuello con fuerza y cambia la mecánica de defensa cuando estampa mi cara contra el suelo, y ella es quien se sube a mi espalda.
—Si quieres verme deberías decirlo y ya—se ríe.
Permanezco la mente en blanco cuándo, se levanta como si nada, y el ring suena demostrando que ya acabo, la práctica. Te go la respiración entre cortada jamás había tenido a una chica así tan cerca tomo mi mochila y me alejo dé todos. Alguien más se une a la práctica.
Me quedo observando mi celular y la hora que casi es medio día. Saco de mi bolso la vitamina y saco mi botella de agua y la bebo rápidamente cuando veo que Owen se acerca.
—¿Qué estás tomando?—mierda vio que estaba tomando una pastilla —pense que ya habías tomado la Aspirina.
—Es para el dolor de estómago —le digo.
—Oh mierda, perdón por los chismoso —se ríe —Oye quería invitarte ya qué, mi familia tendra una cena hoy, y eres muy cercano a mi lo más parecido a un mejor amigo me dijieron que puedo invitar a alguien ¿Quieres ir?
¿Perderme una cena Morgan James?
Le sonrió y chocamos puños.
—Con gustó.
(....)
Llevó encerrado en mi alcoba finalize mis deberes de soldado, lo más rápido posible. Harry me pasó unas investigaciones qué estamos estudiando muy pronto nos asignarán un caso y tengo cierta curiosidad quienes serán mis colegas al mando.
Saco el pequeño frasco que tengo guardado en mi mochila abajo de la cama, el liquido permanece con las misma proporciones. Salgo de mi alcoba, sin antes mirar que son las tres de la tarde.
Visualizo qué en el pasillo de las ventilaciones no hayan soldados cercanos, verificó y corro hacía el salón. Busco con rapidez el número de habitación tiene encendido el aire acondicionado y aprovecho la situación, para verte en su ducto el líquido que no la hará salir de cama.
(...)
—¡Cómo qué no vas a ir conmigo de compras! No—la escucho alterarse —No... Joder ¿Ahora que haré? No tengo planes para esta noche... No no, no voy a ir ni lo sueñes... Adiós no hay amigas solo conocidas.
Cuelga y escucho a Owen riéndose, deja de verme para observarla molesta bate sus pestañas con exageración. Estamos en el estacionamiento, y hoy nos dieron la noche libre.
—¿Peyton té dejo plantada? Creo que te tocara ir a la cena dé mamá.
—Ni lo sueñes voy a terminar peleando con ya sabes quién —se cruza de brazos —Papa y yo parecemos perros y gatos y estoy de buenas. Peyton está enferma pero eso no me dañará mi noche.
Se convence y se da la vuelta para subirse a su descapotable, Owen me hace señas rindiendose para caminar a su camioneta. Cuando en varios intentos Milenka no logra prender su auto chilla.
—Owen —se sale rápidamente de el coche.—Dame el aventón a la ciudad, vamos tonto llévame a algún bar con chicos lindo con bultos grandes.
—Jaja muy chistosa, a él Hig Garden o nada.—se sube tus Ray ban—Que tonto papá que sigue creyendo que eres virgen.
—Shh cállate imbécil —se jacta y da por terminada la pelea cuando se sube atrás de el asiento.
No hablo en todo el camino me siento un poco nervioso, varias veces entre a su casa pero no cuando estaban sus padres. Mi amistad con Owen empezó cuando yo entre a la milicia hace cuatro años, y el fue el que me enseñó muchas cosas.
Pese a su condición médica no le impide disfrutar su vida al máximo, de vez en cuando observó de más el ojo donde más se concentro el veneno qué casi lo asesina.
Su entrenamiento era más pasivo que el que recibe un soldado normal, pero últimamente lo voy entrenando muy fuerte y me preguntó qué pro-vitaminico está ingiriendo.
La luces de la ciudad de londres, nos recibe hay muchos destellos de bares cercanos a la ciudad, normalmente la ciudad es bastante tranquila ya qué el índice criminal por estos lugares es bastante pasivo. Visualizo a la pelinegra por el espejo de retrovisor y su rostro parece esculpido por algún pintor estrella.
Posee unos labios gruesos y carnosos una nariz delgada y pequeña. Sus ojos son grises parecidos a la película de lobos qué ví hace unos días. La voz de Maroon five suena en el reproductor.
Milenka empieza a cantar en todo el camino, hasta qué se acuesta sobre el sillón de el deportivo dándome acceso a el valle de sus senos. Quito la mirada de encima, pasan un par de minutos y ya estamos aparcando en la gran mansión dé lujo.
El complejo residencial cuenta con una seguridad Implacable, cuenta con la protección de un equipo de la FMFE. Alguien aparece en la entrada dando una serie de indicaciones por mi presencia.
—¿Porque tanto protocolo?—milenka se haztia y se baja.
—Vienen con invitación, señorita debemos asegurarnos qué no se una ame...
—Nadie es amenaza de nada—lo calla Owen y disimulo cuando casi empalidezco.
Después de unos minutos Milenka se fué caminando y se parecía a las caricaturas dé los personajes echando fuego por las orejas. Salgo de el estacionamiento con Owen y permanezco a su lado con los nervios a flor de piel, una empleada nos recibe.
Caigo en cuenta dé la cantidad de dinero qué tiene el patrimonio de está familia, y más lo lucrada qué están debido al puesto dé el patriarca de está familia. Sus ojos grises parecieran que quisieran estudiar más de mi y de dónde vengo, quisiera no encontrarme lo nuevamente.
Pero heme aquí, entrando nuevamente en la boca de el lobo. Me desplazo junto a Owen hacía una sala y me encuentro con un señor de edad avanzada y un par de arrugas. Que al verlo le sonríe.
—¡Abuelo!—owen se estrella en un caluroso abrazo junto a el—Abuelo te estrañe ¿Cómo te fue en tu viaje a Polonia?
—Mi niño.
Hay otro señor que lo indentifico cuando rueda los ojos y se levanta observándolos con diversión y celos.
—Abuelo alex—este lo llama y tardo en analizar qué es el padre de el ministro, su gen es asombroso pese a la edad no le calculo más de 70 años.
—¿Quien es el chico que Milenka y tú trajeron?—pregunta el primer señor.
—Les presente a Dey Rinal es soldado, y exelente amigó y hermano.
—Rick James, chico—me palmea el hombro —Sientate en casa eres de la familia siéntate gusto.
Le sonrió a ambos y nos quedamos en silencio al escuchar unos tacones casi corriendo por las escaleras. Milenka baja casi corriendo y abraza a Alex Morgan.
—¡Dónde está mi suggar favorito! —le grita en el oído y este la ve mal —Abuelito cuando me darás otra propiedad dé las Bahamas.
—No sigas jodiendo con lo mismo.
—Abuelito... Abuelito me lo debes viejo rico—canturrea está y todos estallan en risas —Hay que saber perder y tu lo hicistes.
—Pronto me voy a morir, al menos te dejó el césped dé una de las propiedades —ella rueda los ojos.
Me percato qué se cambio de ropa y tiene unas sandalias con tacón amarradas hasta sus rodillas, una falda entubada y un top transparente que solo cubre lo necesario. Quito la mirada de encima al ver qué Owen se dió cuenta qué la observó.
—Pasemos al comedor.—alguien propone
Los persigo y me pierdo en la infinidad de cuadros qué hay, con fotos de todos ellos de vacaciones, visualizo en uno qué están ambos en un departamento y el ministro tiene a dos niños recién nacidos entre sus brazos.
El ambiente se vuelve pesado cuando veo a l ministro de cabecilla en la mesa, no me quita la mirada de encima cómo si fuera un maldito intruso. Me siento incómodo y Owen lo nota.
—Papa traje a Dey a la cena—le dice.
—No hay problema —lo calla Alex.
El ministro Morgan va a decir algo pero se calla enseguida cuando su hija empieza a bromear con él, y se sienta en sus piernas haciéndole mimos qué el trata de apartar con nada de gentileza.
Una mujer se asoma por la cocina y tiene el cabello negro azabache, la mujer de ojos azules qué me sonríe cada vez que me ve en el comando. Siento una calidez al verla le sonrió tenuezmente, y en vez de abrazar a sus hijos termina hiendo hacia mi lugar para darme un caluroso abrazo.
—¡Mi niño precioso, tenía tiempo sin verte! ¿Cómo estás?—le sonrió porque todos nos están viendo curiosamente.
—¿No vas a saludar a nuestros hijos Rachel?—el ministro sé afinca en la palabra nuestros y el ambiente se vuelve incomodo.
¿Aveces no les pasa qué quisieran desaparecerse de la tierra? Estos momentos me gustaría bastante, todos permanecen en silencio el ministro no tarda en ocultar su molestia y celos los hijos no dijieron nada pero el no oculta sus comentarios.
—¿Cómo no los voy a saludar? Si el mejor saludo es para mis bebés —rachel calma la situación y se contra ellos a abrazarlos.
Milenka sigue fastidiando al ministro y se lleva la atención cuando está le dice que quiere sentarse en su asiento.
—Milenka hay más asientos —le dice el abuelo Alex.
—Pero yo quiero el de él.
—No cállate y come—la corta su papá, y se me escapa una risita con la pataleta que está tomando.
—¿Si no quiero?—lo reta.
—Te voy hacer tragar la comida yo mismo.
—Quiero ver qué nada más lo intentes.—lo reta.
—¿Podemos comer tranquilos?—interviene Owen.
Rachel aparece con unas ollas y con ayuda dé la empleada empiezan ordenando y sirviendo los platillos, observó la delicia culinaria. Me quedó en silencio cuando todos observan a Milenka susurrándole algo al oído al ministro.
—Sientate es obvio qué papá no te dará el asiento por favor...
El ministro se levanta con cara de culo, y ella sonríe cuando le deja el asiento libre para qué está se siente. Nadie dice nada, todos están sorprendídos por el cambio repentino de él
—Siempre logro lo que quiero—refuta tomando un bocado dé pasta—Siempre.
Me obseva de reojo.