Olvidé quien era.

By AriuSiwi407

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"Cuando Abbi confunde a Henry con un ladrón y se enfrenta a él no se imagina que ese malentendido va a conver... More

Trailer Olvidé quien era
Capitulo 1
Capítulo 2
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capitulo 18
Epilogo

Capitulo 3

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By AriuSiwi407

Habían quedado a desayunar en el restaurante de la pergola que había junto a los jardines. Henry se arrepentía de haber salido de su cabaña y solo deseaba volver para meterse de nuevo bajo las sábanas. Hasta el alegre canto de los pájaros martilleaba cada parte de su cerebro. Las copas, todos los tequilas de la noche anterior y el chapuzón improvisado lograron que despertara con un dolor de cabeza insoportable. Lanzó las gafas de sol sobre la mesa y sacó de su bolsillo un sobre de medicina, lo abrió y vació el contenido en su boca bebiendo después un gran vaso de agua de un trago.

Shin Woo que venía sonriendo y con un plato en cada mano se sentó junto a él.

-Te he traído estas tortitas tan esponjosas. Empaparan todo el alcohol que tienes aún en el cuerpo - se comenzó a reir y Henry se apretó las sienes en un gesto de dolor.

- ¡Hyung! -susurro molesto.

El matrimonio de pelo blanco que estaban sentados en la mesa próxima se volvieron sobresaltados, dando por sentado que había dicho un taco en su idioma

- ¿No eres consciente de lo sensible que estoy hoy a tus sonoras e irritantes carcajadas?

- ¿Te apuestas unos tequilas a que puedo dejar de reírme? -se puso serio para en un instante volver a soltar una risotada golpeando la mesa con la palma de la mano.

Henry amenazó con golpearle y Shin Woo se apartó riéndose sonoramente de nuevo. En cuanto se despistara iba

Shin Woo era, junto con Sang Jae, su mejor amigo. Realmente ambos eran sus únicos amigos. Kim Sang Jae y él se conocían desde pequeños. Vivían en casas contiguas y eran amigos desde que podía recordar. Acudieron juntos a una de las mejores escuelas de todo Seul. Un lugar donde estudiaban los hijos de la gente importante. Henry compartió aula con el hijo de un político, la hija de un famoso presentador, los mellizos de un director de orquesta... Siempre había estado rodeado de gente de su mismo estatus, pero nunca habían ampliado el grupo de amigos. Sobre todo, porque según fueron creciendo, aprendieron que nadie se reía de verdad de sus chistes, que solo jugaban con ellos por su apellido y que no iba a sus fiestas de cumpleaños por el placer de su compañía. Por eso prefirieron apartarse de aquella falsedad y acabaron siendo los marginados más envidiados y admirados de la escuela.

Pero con Shin Woo fue diferente. Coincidieron en clase durante el primer año de secundaria. El iba un curso atrasado por que había estado fuera del país. A Henry le llamaba la atención por que recorría los pasillos con su eterna sonrisa y rodeado de chicas. Además no parecía prestarles especial atención por ser quienes eran como hacían los otros, incluso paso el primer trimestre y ni si quiera cruzaron más que un par de saludos con él. Un día, cuando tenían quince años, en una fiesta se metieron en una pelea con unos tios. Shin Woo, que también estaba por allí, los ayudo. Acabaron los tres en casa de Henry, magullados y muertos de risa. A partir de ahí fue uno más, a Sang Jae lo hacía reír, a Henry enfadar y siempre estaba cuando lo necesitaban.

-Me divertí mucho ayer con vuestra apuesta.

- ¡Ja! esa camarera se pensaba que podia ganarme - bailo la lengua por sus dientes con altanería.

-¡Iba a ganarte!

-Ni de coña.

Shin Woo asintió lentamente.

-Por eso paraste la ronda. Además de que no soportabas la idea de tener que dejarla en paz.

-¡Que gilipoyeces dices! - lo miró de reojo.

-Venga reconócelo -dijo en tono cómplice dándole un codazo -. ¡Te gusta!

Henry recordó la cara de Abbi bajo la luz de la luna. Recorrió mentalmente sus brillantes y profundos ojos y las gotas de agua que morían en sus labios. Su estomago se encogió, pero inmediatamente lo achaco a todo lo que bebió el día anterior. Era imposible que esa chica lo hiciera sentir así.

- Hasta ahora todas las mujeres que has conocido te parecen aburridas, pesadas o muy cursis ¿Te acuerdas de Park Shin Min? La dejaste una navidad en la que te regaló un jersey de pareja - de repente Shin Woo lo miró con desaprobación-. Al menos podías haber evitado tirarlo delante de ella ¡Eres horrible!

-¡Lo horrible era ese jersey con el dibujo de un reno! -se metió media tortita en la boca y masticó concienzudamente antes de tragar-. Además, era insoportablemente ñoña. Que si galletas, que si peluches...

-Por eso creo que Abbi te mola tanto. Tiene caracter y si tuviera que agradecerte una cita excelente no lo haría con galletitas -volvió a dar con el codo a Henry mientras ponía sus labios como si fuera a darle un beso-. ¡Ya me entiendes!

- ¿Quieres morir? ¿Eh? -Aparto de un manotazo su cara-. Basta ya de molestarme con esa camarera.

-¡Espero que no estéis planeando otra juerga! -Sang Jae se unió a ellos con un zumo entre las manos-. Sé que acabasteis dando gritos en la piscina a altas horas de la madrugada.

Henry se hundió en su desayuno rehuyendo la mirada inquisitiva de su amigo.

-¡Es una historia muy divertida! -­ dijo Shin Woo.

-¡Divertidísima!-espetó con sarcasmo-. Hubo quejas a dirección y he tenido que pedir perdón por vosotros.

-Es que no puede evitarlo ella lo vuelve loco.

Shin Woo recibió un puñetazo en el brazo por parte de Henry con la intención de hacerlo callar, pero solo consiguió que comenzara a reírse de nuevo.

-¿Pero de quien...

Fuerón interrumpidos por qué a lejos les saludaban las chicas inglésas que llegaban en ese momento al comedor.

-Por cierto, quieren que vayamos con ellas de excursión - avisó Shin Woo agitando el brazo en el aire-. Me han hablado de una playa casi desierta donde podríamos llevar las motos de agua y hacer un poco el loco.

- ¿No iba a ser esto un viaje de amigos? - Sang Jae apoyo la mejilla en el hueco de la mano exasperado mientras las chicas los saludaban entra murmullos y sonrisas coquetas-. Seguramente sea la última vez en nuestra vida que podamos estar juntos de esta manera.

- ¡Eso! ¿Eh? Veníamos a hacer cosas de amigos -Henry lo apoyó mientras se masajeaba las sienes.

-Claro, como tú ya tienes chica -el joven se puso de morros y cruzo los brazos sobre su pecho.

-¡No te estarás refiriendo a esa!-señaló con un movimiento de cabeza a la chica que no se había separado de él durante la noche anterior.

-No hablo de ella, hablo de... -Shin Woo hizo el gesto que Abbi les enseñó en la apuesta.

-¡Que pesado eres! Podría salir con la chica que quisiera, crees que me voy a fijar en alguien como ella por muy bonitos que sean sus ojos.

- ¡Cree que tiene unos ojos bonitos! ¿No te parece interesante, Sang Jae? -este los miraba desconcertado.

-Era un ejemplo... si los tuviera... que no los tiene... -se excusó moviendo las manos rápidamente-. No solo rompió mis pantalones preferidos, si no que no para de insultarme, me ha llamado idiota más veces de las que puedo contar. Y dice que soy un maleducado, un niñato...

- ¡Vaya!, que bien ha llegado a conocerte en tan poco tiempo.

Shin Woo empezó a reírse mientras masticaba y la tortita se le fué por otro lado. Sang Jae tuvo que darle un par de golpes en la espalda.

-¡Que te quede claro! mi única intención con ella es amargarle el tiempo que este aquí y si tengo que tirarla a la piscina cada noche, lo haré -aseveró

- ¡Fué a ella! -Sang Jae lo acusó mientras se quitaba las gafas y las dejaba sobre la mesa-. Lo sabía, no te basta con molestarla a diario con tus tonterías. ¡Te dije que la dejaras en paz!

-¡Fué culpa suya! ayer tuvo el valor de desafiarme y nadie desafía a Henry Adler.

-¡Oh basta yá! - estalló molesto -. ¡Madura de una vez! No estamos en la secundaria.

Henry metió aire por la nariz y sus fosas nasales se dilataron. Se levantó , lanzó la servilleta contra la mesa con rabia y se marchó si mediar palabra.

- ¿Pero por qué insiste tanto con ella? - se preguntó Sang Jae viendo como su amigo se alejaba.

-¡Le gusta! - Shin Woo se encogió de hombros y bebío un sorbo de su café.

-¡Imposible! -respondió con rotundidad pero su gesto se contrarió un poco ante aquella idea- Nnn... no... ni si quiera es su tipo.

- ¿Y qué chica es su tipo? -preguntó con una mueca y se inclinó hacia adelante - ¿Con las que ha salido hasta ahora? ¿Esas que no logran mantener su atención más de dos dias?

Sang Jae se apoyo en el respaldo de la silla dejándose caer, escuchando atentamente a su amigo.

-Sin embargo, con ella es diferente. ¿No te has dado cuenta?- preguntó con enfasis-. Lleva toda la semana tras ella, solo piensa en cómo encontrársela, le hablas y no te mira porque constantemente la está buscando con la mirada; y cuando ella lo ignora se enfada.

Asintió ligeramente contrariado ante aquella información.

- ¡Ah! Y un dato importante-levanto el dedo índice con una amplia sonrisa-.Lleva reloj.

Sang Jae hizo memoria. Si recordaba haberlo visto, al lado de la pulsera roja del hotel. Era un reloj de plástico azul eléctrico con botones negros. Si, resultaba extraño ya que nunca había llevado, decía que le molestaba llevar cosas en la muñeca.

-¡Es un reloj feísimo! se lo compró a un chaval en la playa. Siempre lo está mirando, deseando que empiece su turno para ir buscarla.

Shin Woo termino sus tortitas asintiendo enérgicamente mientras él se volvía poner las gafas de sol, apesadumbrado y procesando todo aquello. Si a Henry realmente le gustaba Abbi las cosas iban a complicarse muchísimo.

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 Su plan  de no levantarse de la cama hasta la hora de la comida se estaba cumpliendo. No se encontraba bien, su cuerpo estaba dando buena cuenta de la zambullida del día anterior y había preparado un despliegue para luchar contra lo que iba a ser un catarro en toda regla. Alcanzó un pañuelo de la mesilla intentando sacar el brazo lo menos posible de bajo las mantas y se sonó con fuerza. Esto hizo revolverse a su hermana que se giró hacia ella y abrió un ojo con pesadez. Esta también pagaba el resultado de una noche complicada. Solo que su motivo era una barra libre.

-¿Tienes que sonarte tan fuerte? -balbuceó-. ¿No ves que hay una persona durmiendo aquí?

Abbi contestó sonándose de nuevo haciendo chistar a Valeria molesta que se levantó malhumorada hacia el baño. Cuando volvió,alcanzó su teléfono movil y se tumbó de nuevo en la cama de matrimonio que compartían . Durante años tuvieron literas. Cuando crecieron su padre tuvo la brillante idea de intentar convertirla en dos camas individuales. La habitación fue una carnicería de madera y tornillos durante días. Finalmente tuvieron que aceptar la vieja cama de matrimonio de su vecina que había enviudado y se iba a vivir con sus hijos para evitar dormir en el suelo.

-Seguro que está en Internet -aseveró después de haber ojeado sus mensajes-. A ver si encuentro algún cotilleo que puedas utilizar en su contra.

Abbi parpadeó algo confusá hasta que se dió cuenta de que hablaba de Henry.

-Me conformo con que acabe el verano y salga de mi vida para siempre- se giró a su lado y se apoyo sobre el codo.

-Para eso aún queda, así que vamos a indagar-su hermana tecleaba torpemente y sus ojos se entrecerraban por los efectos de la resaca-. Henry... ¿Que mas?

-Adler -pronuncio de mala gana.

-¡Aquí esta! Henry Evan Adler - comenzó a hacer aspavientos-. ¡Ala pero si esta buenorro!  Parece muy alto ¿Lo es?

Abbi asintió con un gruñido mientras acomodaba su almohada.

-Pensé que los chinos eran algo más bajitos.

-¡Val, habrá de todo! -bufó indignada-. ¡No seas idiota! Además él es coreano.

-No del todo listilla-apuntó-. Su padre es inglés, Alan William Adler

"Por eso su nombre es distinto" se dijo así misma.

-... y su madre sí, es coreana, Yoon Sung Won.

Escuchar a su hermana, negada para los idiomas, pronunciar un nombre coreano la daba mucha risa. Le recordó el día de la despedida de soltera de Meri, cuando canto en el karaoke el famoso éxito de Britney Spears. Aquelló acabó con abucheos y una pelea.

-Mira, esto son sus padres -giró el aparató para que pudiera ver la pantalla.

Un hombre alto, con un traje azul marino, que destacaba entre un grupo de elegantes ejecutivos la sonreía.

"Sin duda es su padre. Henry ha heredado sus hoyuelos"  no se le paso por la cabeza, ni por un segundo, comentarle a su hermana lo atractivos que eran en vivo y en directo.

Deslizó el dedo hacia abajo y en la otra foto, una mujer asiática con piel de porcelana y rasgos distinguidos sujetaba un ramo de rosas.

-¡Es guapísima!-afirmó.

-Tiene un hermano -entrecerró lo ojos y se acercó el móvil a la cara para leer-. Philip Edward Adler. Ambos hermanos son herederos del proveedor líder global de soluciones de Tecnologías de la Información y Comunicación Adyoon. 

Valería la miró con la boca hecha un perfecto circulo

-¿Que pasa?

-¡Que fuerte! ¡Este teléfono es Adyoon hermanita! 

- ¿Ese es el que te dio Patrick?

Valeria asintió. Su cuñado era un muy exigente con los productor tecnológicos y solo compraba primeras marcas y  últimos modelos. Gracias a eso la familia estaba provista de productos de muy alta gama que el ya no quería.

- Por las venas de este chico no corre sangre, si no dinero y acciones

-¡Ya veo! por eso tiene se da esos aires  -se dio cuenta de qué su estatus era más alto del que ella imaginaba-. Fotos, biografía... ¿Donde estás leyendo eso? ¿Tiene un club de fans o qué?

-No querida, tu peor enemigo está en Wikipedia.

-¡Increíble! Nosotras solo saldríamos ahí como las hermanas frikis que compartieron cama de matrimonio hasta el día de su muerte.

-Rodeadas de gatos -apuntó-. Para añadirle dramatismo.

Abbi no puedo contener la risa, se tapo la cara con la almohada.

- ¡Venga, que sigo leyendo! - movió los ojos entre las lineas -. Su padre ocupa décimo el puesto en la lista de los hombres más ricos del mundo.

A Abbi aquello le sentaba un poco mal. A su hotel normalmente iba gente muy pudiente y no podía evitar sentir que no era justo que una persona pudiera tener tanto y en el mundo hubiera familias, como la suya, que tuvieran tan poco por mucho que se esforzaran.

-¡Déjalo, no quiero saber más! -se recostó habiendo perdido todas las ganas de reír-. La verdad es que se comporta como lo que es, un autentico idiota forrado.

-Eres afortunada por poder ver este cuerpazo cada día -Valeria pasaba fotos y ladeaba la cabeza-. ¿Seria muy fuerte que le preguntaras si esta fuera o dentro de la media asiática?

-¡Para ya! -le reprendió con un siseo autoritario.

Su hermana era muy propensa a hacer ese tipo de comentarios, lo que le producía mucha vergüenza ajena.

- ¡Aaah! -Exclamo ahogando un gemido-. Su hermano es un dios del Olimpo,esta mucho mas bueno que él. Tienes que decirle que me lo presente.

Le mostró una foto en ella Henry  estaba con su supuesto hermano mayor. Este le pasaba el brazo por el hombro y sonreía con los mismo hoyuelos cautivadores. Tenía unos rasgos perfectos y una mirada dulce. Ambos llevaban ropa de deporte y Henry sostenía un balón de baloncesto.

-No creo que quieras conocerlo, si es tan prepotente como su hermano  tú no le aguantarías ni cinco minutos.

- ¡Si es para un ratito! Sentir ese cuerpo sudando encima tuyo debe ser...

- ¡Por favor Val! espero que no hagas esos comentarios fuera de casa. Si mama te oyera, y ya no te quiero decir papa, se morirían de un disgusto.

-Abbi tienes que espabilar un poco -ladeó la cabeza y la miró con dulzura como si le fuera a dar un consejo maternal-.Que por tu vida solo haya pasado un hombre es muy triste.

-Quizá lo triste es que por la tuya ya hayan pasado unos cuantos -replicó de manera incisiva.

- Si me presentas a este juró que será el último -señalo a Philip en una imagen donde ambos posaban para una sesión de de moda de una marca conocida de trajes de novio-. Es que incluso han hecho de modelos.

"Qué bien que le queda el traje al muy idiota"  para su disgustó estaba guapo así vestido. Bueno para su mala suerte en general Henry era guapo, a rabiar. Además físicamente no le faltaba ni sobraba nada. Y le daba rabia por que sentía que por eso no era capaz de odiarlo todo lo profundamente que debería y ella no era así, ella nunca se dejaba llevar por apariencias. 

-¡Déjalo ya, anda!

-Espera, voy a buscar haber si ha tenido algún lió amoroso y si su hermano está soltero.

-¡Eres muy pesada! Haz lo que quieras, voy a dormir otro poco -se dio media vuelta y se arropo bajo su manta.

Antes de que le venciera el sueño, Valeria le informó que se le había relacionado con modelos, alguna cantante y una actriz. Aquello le escoció un poco, ya que si Henry salía con modelos Sang Jae seguramente también. Tuvo tentaciones de pedirle a su hermana que le buscara, pero no quería desvelar sus sentimientos por él a nadie. No por que eran ridículos e imposibles. 

Echó una pequeña cabezada y cuando despertó Valeria dormía con la cabeza bajo la almohada. Miró el reloj de su mesilla, era casi la una de la tarde. Se estiro pero permaneció bajo las sabanas un poco más. Estaba de nuevo congestionada, tambíen le dolía un poco la garganta y le pesaba la cabeza.

"Idiota" inmediatamente llego a su mente la imagen de ambos metidos en el agua. Cuando respiro el aroma de su pelo y cuando le tuvo tan cerca. Exaspero en bajo y se revolvió, no quería pensar en él ni un solo segundo de su vida. Por suerte su estomago comenzó a rugir pidiendo algo de atención así que se incorporo y se puso una chaqueta para bajar al salon. El olor a salsa de tomate casera que indundaba la casa le indico que su madre estaba preparando pasta para comer.

Estornudo nada más sentarse en la mesa y apoyo al frente sobre ella.

- ¿Te has resfriado? -Sara salió de la cocina con un trapo en las manos.

-Si y creo que tengo anginas también -su madre le levanto la cabeza para tocar su frente, dejándola después caer de nuevo.

-No tienes fiebre, pero tomate esos sobres azules que hay en el primer cajón del baño.

- ¡Mama! -le riñó-. Eres consciente de que los médicos no recomiendan auto medicarse y tu lo llevas haciendo con nosotras toda la vida. No eres medico ni enfermera, eres profesora.

- ¡Esta niña! Pues estáis bien sanas ¿no?

Abbi no quiso recordar aquella vez, cuando Meri tenía diarrea, en la que leyó mal un prospecto y le dio una medicina que hacia el efecto contrario.

-Por cierto hoy vienes a la escuela.

- ¿Yo? ¿Por qué no va Val? -Dijo sin levantar la cara de la mesa-. Voy a pegarles el catarro a los niños.

De joven su madre había trabajado en varias escuelas y guarderías, en esa época en el pueblo no tenían colegios y como en la ciudad no encontró trabajo decidió abrir un centro infantil. Allí los padres podían dejar a sus hijos mientras trabajaban. Su madre les daba todo tipo de clases, ayudaba con los deberes, organizaba actividades y excursiones.

-Tu hermana no tiene paciencia con los niños y necesito al menos una hora para reunirme con los padres y hablar de las cuotas.

- Ah ¿Pero les cobras por cuidar a sus hijos? -pregunto con ironía.

-No seas así. Esos padres no tienen otro sitio donde dejar a sus niños mientras se dejan la piel trabajando. Están como nosotros que a veces ni llegan a fin de mes. No todo es el dinero Abbi. Prefiero tener a los niños allí a que estén correteando solos por las calles y sean presa de alguna banda o cosas peores -musito angustiada.

- ¿Bandas? ¿Que te crees que vivimos en el Bronx?

-Además -señaló la cocina-. De esa salsa tan rica que vas a comer no he comprado ni un ingrediente. La madre de Sonia tiene un huerto y...

-Lo sé mama -se odió por traer a la realidad a su madre-. Pero la escuela no se mantiene de tomates y cebollas. Hay que pagar la luz, agua, la hipoteca y tenemos que arreglar los baños por que la humedad está destrozando el techo.

-Como te agobias, eres peor que tu padre -se sentó junto a su hija-. Sé que hace falta dinero. Por eso voy a reunirme con los padres, les voy a pedir si poco a poco podemos reunir algo para arreglar el techo y comprar material.

Abbi resopló y volvió a apoyar la cabeza sobre la mesa de madera. Entendía lo que su madre sentía por aquellos niños. A ella le encantaría que no tuvieran que pedir ni un solo centimo a los padres pero no podían permitirse hacer obras de caridad.

- ¿Me habéis llamado? -su padre bajo por las escaleras con un montón de ropa para planchar y vio a su hija con la cabeza sobre la mesa - ¿Que le pasa a esta niña? ¿Bebió mucho ayer?

-Esa será tu otra hija, la que está sin conocimiento en su cama. Esta pobre solo trabajo hasta tarde por hacerle un favor a un compañero.

-Que orgulloso estoy de ti pequeña -su padre la revolvió los cabellos mientras hacía malabares para no tirar la pila de ropa-. Cariño hoy voy a planchar yo que tengo el día libre.

Abbi levanto la cabeza perpleja por las palabras de su padre.

Su mirada se unió con la de su madre y ambas se rieron.

- ¿Que vas a pedirme Diego? -se levanto y se acerco a su marido con los brazos cruzados.

- ¿No puedo ayudarte sin querer nada a cambio? -replicó ofendido.

-Papa, odias las tareas de casa. Cuando mama se tuvo que ir a cuidar a la abuela tras su operación la madre de Itzel nos hacia la colada porque te negabas a poner la lavadora. Incluso trazaste un plan en el que llevaríamos la misma ropa durante toda la semana y nos la combinaríamos entre nosotras para que nadie se diera cuenta.

Sara resoplo dirigiéndose a la cocina seguida por su marido

-Eso eran otros tiempos, era un padre y marido inexperto.

-También nos ponías un plástico encima durante las comidas para que no nos mancháramos.

- ¿Quieres que deje de estar orgulloso de ti? -Hizo una mueca a su hija-. Cariño, no la hagas caso. Oye, mañana hay partido de futbol y...

-Ya hablaremos -dijo poniéndole la olla en la cara-. Ahora ve y despierta a la bella durmiente para que comamos.

"¿Donde está esa camarera? Es ya su hora y no ha entrado a trabajar" bufó tumbado en una hamaca junto a la piscina. Sang Jae y Shin Woo habían ido a la playa a hacer snorkel. Insistieron varias veces en que los acompañara, pero con la excusa de encontrarse algo enfermo se quedo en el hotel a esperar a que Abbi empezara su turno. Le tenía preparada una muy buena para divertirse. Pero los minutos pasaban muy lentamente y Abbi no aparecía. Ojeaba el reloj una y otra vez comprobando que no había mirado mal la hora. Ella nunca llegaba tarde asi que dedujo que estaba en su día de descanso. Dejó la piscina y se dispuso a ir hasta la playa con sus amigos. Pero se sentía demasiado ansioso. Algo mas fuerte que su voluntad merodeaba en su interior. Necesitaba verla. Mientras cruzaba el vestíbulo la recepcionista de pelo rojo le saludo de manera cantarina. Ese timbre de voz tan peculiar abrió su mente. Aquella mujer siempre hacia todo tipo de preguntas indiscretas y por suerte Henry no había tenido oportunidad de ser borde con ella, así que podía intentar sonsacarla algo de información sobre Abbi.

Puso su mejor sonrisa y con sus mejores modales se dirigió al mostrador.

-Buenas tardes...- miro su identificación con disimulo y se apoyo en el mármol-... ¡Nancy! hoy te veo especialmente guapa.

-Menudo galán ¿quiere que me divorcie y me fugue con usted o qué?- rio escandalosamente mientras se atusaba el pelo-. Dígame ¿en qué puedo ayudarle señor Adler?

- ¿Sabes quién soy? -se llevo la mano al pecho aparentando modestia- ¿Como puedes recordarme con la cantidad de huéspedes que hay?

-No todos los que se alojan en este hotel son como usted señor- sonrió coquetamente.

-Llámame Henry por favor, casi tendremos la misma edad- guiño un ojo y Nancy le dio una palmadita en el brazo.

Tantos años, aguantando a Shin Woo y el protagonista de dramas que llevaba dentro tenía sus ventajas.

-Eres un encanto, voy a fugarme contigo a Corea, ya está decidido.Lo único... -agarró el brazo del joven como un águila agarraría un ratoncillo-. ¿Qué pensará tu novia? Porque segurísimo que tienes una bonita novia esperandote allí ¿verdad?.

- ¡Por cierto! -Exclamo chasqueando sus dedos y eludiendo así la pregunta- ¿No te dejo algún recado o algo para mí una de las camareras de la piscina? Esa chica, ¿como se llama? A...Ab...

- ¡¿Abbi?! Pues no, la verdad es que no me ha dicho nada de... -musitó algo desconcertada.

- No me dijo nada de que hoy no viniera -apoyo las manos en las caderas-. Quedamos en que me traería varios folletos de excursiones que necesitabamos mis amigos y yo para mañana

-Pues siento decirte que descansa el fin de semana. Pero... - Nancy lo miró escéptica-creía que ustedes dos no se llevaban muy bien.

- ¡¿Donde oíste eso?! Como no voy a llevarme bien con alguien tan encantador como ella. Todas las mujeres de este hotel sois estupendas.

-Ella misma me dijo algunas cosas que me hicieron pensar que... -Nancy no podía creer que tras esos hoyuelos hubiera alguien como el que Abbi describía- Disculpame, a veces esta chica es un poco exagerada -reflexiono unos segundos-. Seguramente iba a traerle los folletos de las agencias que hay en el paseo marítimo. Ella vive en el pueblo y las conoce muy bien.

-¿Vive en el propio paseo?

-No -negó moviendo la tensa coleta -. Ella vive con sus padres y su hermana en unas casitas de ladrillo que hay tras el supermercado.

-Me podrías indicar como ir al paseo. Voy a acercarme a buscar las agencias -Henry cogió uno de los mapas que tenían a un lado del mostrador-. También me gustaría que me dijeras donde está el supermercado. Me encanta conocer y probar la comida de otros países.

- ¿Estas seguro? el pueblo no es para alguien de tu clase. No van a robarte ni nada por el estilo -se apresuró a decir-, pero el ambiente no está a tu nivel - dijo mientras le marcaba con dos puntos rojos el inicio y final del mismo -. Mejor no salgas del paseo.

- Si es gente tan maravillosa como la que trabaja en este hotel seguro que estaré mejor que en mi propia casa -apuntó guiñándole un ojo.

-Eres adorable -rió encantada mientras le indicaba también como llegar al supermercado -.¿Como me dijiste que se llamaba tu novia?

Henry no escuchó aquello. Su cabeza maquinaba como iba a hacerse el encontradizo con Abbi en su propio barrio y como aquello la desquiciaría deliciosamente.

El hotel tenía sus propios coches de alquiler. Bastantes 4x4, varias furgonetas y unos cuantos turismos pequeños. Como Henry no podía conducir nada que no fuera automático tuvo que intimidar al encargado con sus influencias para lograr que le dejaran el Audi R8 Spyder. Uno de los coches que utilizaban cuando tenían que ir a buscar a algún directivo al aeropuerto. Le pusieran el nombre de la calle donde estaba el supermercado en el GPS.
En veinte minutos estaba entrando por el pueblo. La zona del paseo estaba muy animada. Había muchos bares, restaurantes, tiendas de regalos y de marcas de moda prestigiosas, como Gucci o Prada. El ambiente cambiaba radicalmente cuando se alejaba del paseo y se adentraba en el pueblo. El suelo estaba mal asfaltado, las calles eran estrechas, los edificios eran viejos y la gente perdía ese aire vacacional del rostro.

Llego junto al supermercado y vio a unos niños que estaban en la puerta mirando el coche con expectación.

- ¿Conocéis a Abbi? -preguntó bajando la ventanilla. Notó lo bien que lo aislaba el aire acondicionado del calor sofocante que hacia fuera.

Un de los chicos, que no tendría mas de diez años, muy moreno, con una nariz pequeña y respingona se acercó con su bici.

-Si, es mi vecina -tenía varias heridas en la cara y llevaba un brazo escayolado. Tenía una pequeña rama dentro de la escayola, con la que al parecer, se había estado rascando- ¿Tú quien eres?

-Un amigo.

- ¿Como te llamas?

-Henry ¿Y tú? -se subió las gafas de sol a la cabeza.

-Jorge -el chico se acerco mas al coche y se apoyo en el marco con la escayola- ¿Eres un amigo de la universidad?

- ¿Universidad? -preguntó extrañado.

- Si, ¿Qué si vas con ella a clase?

Henry nunca se había parado a pensar en la vida de Abbi fuera del hotel. Le sorprendió gratamente que ella estuviera estudiando una carrera.

-La conozco del hotel.

-Yo la conozco desde que nací -dijo estirándose-. Es la mejor amiga de mi hermana.

-¿Entonces también es tu amiga no? -el niño asintió con fuerza y Henry sonrió maliciosamente. Podría, rápidamente, saber más sobre la vida de la chica -. Entonces, ¿sabrás que es lo que estudia en la universidad?

- ¡Claro! Está estudiando turismo -respondió rápidamente-, quiere ser viajante.

-Viajante... -afirmó riendo por la ocurrencia -... ¿conocerás también a su familia?

- ¡Pues si! Conozco a sus hermanas, a su mama y a su papa -recitó de carrerilla tomándose aquello como un juego.

- ¿Y a su novio? -cruzo los dedos mentalmente deseando que el susodicho no existiera.

- ¿Abbi? -negó-. Ella no tiene novio que va. Mi hermana sí pero ella no.

Henry sonrió satisfecho.

- ¿Este coche es tuyo? -el niño toco el volante y lo giro levemente-. Es una pasada algún día tendré uno así.

-Seguro que sí, pero ya puedes tener más cuidado que con la bici. ¿Que te paso caíste por un barranco? ¿Eh? -señalo sus heridas.

- ¡¿Esto?! -Jorge agitó el antebrazo -, una carrera que salió mal.

-Te entiendo. Cuando tenía tu edad ya había tenido escayolado el brazo tres veces.

- ¿Y qué hacías cuando te picaba? -preguntó con fastidio.

-Me rascaba con una pajita de esas para beber. Es mejor que con eso -señaló la pequeña rama que sobresalía por el hueco de la escayola-, puede que se te rompa dentro.

El niño la saco y lo tiro con fuerza por encima del coche.

-Henry, ¿Quieres firmarme la escayola?

Este asintió y Jorge dejo su bici en el suelo para entrar corriendo a la tienda. Al poco volvió con un rotulador verde fluorescente de la mano.

-Es mi color favorito -dijo emocionado.

-El mío también -confesó Henry mientras buscaba un hueco en la escayola para estampar su firma.

Parecía haberle firmado todo el pueblo. Leyó algún comentario gracioso y vio dibujos de caras sacando la lengua; junto a uno de ellos había una dedicatoria y una firma.

"Jorgito, este verano no podrás bañarte en el mar. Abbi"

Henry pensó un rato y escribió algo junto a ella.

- ¡Jorge! -Unos niños, que estaban al final de la calle lo llamaron-. Vamos a por unos helados a la playa.

-Henry me tengo que ir -cogió apresurado la bici del suelo -. Ves aquel coche blanco, es el de Abbi. El número ocho es su casa. El nueve es la mía, por si quieres pasar a verme otro día.

-Eso está hecho -sonrió mientras se volvía a poner las gafas.

- ¡Oye! si quieres ser novio de Abbi cómprale unas bolas de chocolate blanco rellenas de gallera, le encantan -dijo mientras se subía a la bici-. Siempre que yo le llevo me da un beso y me dice que soy su chico favorito. Puede que a ti también te funcione.

Se despidió mientras pedaleaba a toda prisa calle abajo.

-Este crio -bufó-. ¿Por qué se piensa que vengo a pedirle una cita?

De repente, ante la posibilidad de hacerlo, no pudo evitar sonreír.

Cuando llego al número ocho vio que la casa tenía una verja bastante baja. Aquello le parecía ridículo comparado con el cercado de su casa y el complejo sistema de seguridad que su madre mandó instalar. Aparcó tras el Citroën que Jorge le indicó.

"Nunca le dejaría mi M6 a esta chica, a este pobre coche parece que le ha pasado un tren por encima" pensó al ver el elevado número de abolladuras y rayones que tenía.

Tras observar un poco más la casa por fuera, que no parecía muy grande pero si tenía un jardín bastante cuidado, decidió llamar al timbre. Se arrepintió en cuanto puso el dedo sobre él y sonó, no sabía que iba a decir o hacer. Había acudido allí para incordiarla un poco, pero realmente no tenía un plan definido. Presentía que realmente había ido hasta su casa por una absurda necesidad de verla.

Un hombre bajito, con los hombros muy anchos, abrió la puerta antes de que pudiera darse la vuelta y marcharse.

- ¿Vendes algo? -le indico señalándole con la barbilla. Henry no supo que contestar- ¿Qué... si vendes... algo? - repitió cada palabra a gritos. Como si hubiera deducido, viendo su apariencia, que no hablaba su idioma-. Si es así... vete... no tengo dinero -decía mientras se sacaba los bolsillos hacia fuera mostrándolos vacios.

-Disculpe señor se... se está equivocando, no tengo intención de venderle nada- Henry huyo su mirada y se rascó la nuca nervioso.

- ¡Pero bueno!, que bien hablas mi idioma -dijo sorprendido-. ¡Eh! di perro.

-Perro - repitió atónito.

- Bueno te falla un poquito la r, pero al menos no dices pelo -se rió-; y... ramón rodríguez.

- Pues creo que no lo conozco señor -respondió perdido por completo en aquella conversación.

El hombre se rio con muchas ganas y lo acompaño con unas palmadas amistosas, pero fuertes, sobre la espalda de Henry.

-Que gracioso eres, me gusta la gente con sentido del humor -se quitó la gorra verde y desgastada que llevaba. Se meso los cabellos y se la ajusto de nuevo-. Bueno, pues si no quieres venderme nada dime que necesitas de mí. Soy Diego Márquez por cierto, encantado.

A Henry no le dio tiempo a levantar su mano, el se la cogió y estrecho sin que el moviera un musculo.

-Soy Henry.... Adler... estaba buscando a... -la mirada de Henry se centro en el buzón mientras Diego le buscaba los ojos insistentemente. Quería ser educado pero no se lo estaba poniendo fácil.

- ¿No serás un pandillero? -Lo miró de arriba abajo sin dejarlo acabar.

Por un segundo lo miró ofendido y sus mofletes se inflaron. Quizá los pantalones morados eran algo llamativos, pero eran de una marca muy prestigiosa. Un pandillero no llevaría esa ropa ni aún que lograra robarla. ¿Y por qué no se sorprendía al escuchar su nombre? ¿Que clase de gente desinformada vivía en ese país?

-No soy ningún pandillero, soy... -decidió contar hasta diez y contenerse-. Estoy buscando a Abbi.

- ¿A mi pequeña?, no está en casa. Los días que no trabaja ayuda a su madre en la escuela.

- ¿Usted es su Padre?

-Exacto -Henry respiró aliviado por haber relajado su genio. De repente le volvió a palmear la espalda mientras le guiñaba un ojo- ¿Y tú? ¿Eres su novio?

-No señor -respondió avergonzado-. Soy un amigo del hotel.

- ¿También trabajas en el Wol?

-Algo así -asintió intentando alejarse de sus afables golpes.

-Si quieres puedo darte el teléfono de la escuela. Abbi no tiene móvil, se lo robaron un día en clase. Pero pienso comprarle uno para su cumpleaños. No la digas nada, será una sorpresa -le dio un codazo a Henry en las costillas lo que casi le hizo doblarse sobre sí mismo- ¿Si quieres te puedo decir dónde está la escuela?

Henry asintió con un gemido mientras se preparaba para evitar otra sacudida en su espalda.

- ¿Ves el súper? sigue recto por la calle de la derecha y la encontraras, hace esquina y tiene las paredes verde pastel. Se llama Jardín de Meteoritos. Mi mujer lo llamo así por una novela que la gustaba mucho, en ella una muchacha...

Le costó bastante despedirse. Diego lo invitó a ver su infinita colección de plantas y flores, le habló de lo cara que estaba la gasolina y le estrechó la mano unas cinco veces. Jamás había conocido a nadie que hablara tanto, incluso Shin Woo se cansaría de mantener una conversación con él. Pese a eso, y pese a los dolores que tendría Henry después de aquel encuentro, el padre de Abbi le gustó.

Reconoció fácilmente la escuela. Y en cuanto se acerco vio a Abbi tras el cristal. Está cruzaba una puerta de lo que parecía la recepción de la escuela hacia otra sala. Saber que estaba ahí tuvo un efecto calmante en una inquietud que lo había acompañado todo el día. Escucho el alboroto de dos niñas que pasaban detrás de él y entraban por la puerta. Fue tras ellas y giró en la esquina para poder ver mejor el interior de la sala gracias al gran espejo que tenían en la pared. Había un montón de niños de diferentes edades. Uno corrían gritando y otros estaban sentados coloreando enérgicamente. De nuevo vio a Abbi. Llevaba unas mallas ajustadas negras a la altura de la rodilla, una camiseta de tirantes rosa y unas chanclas negras con una flor blanca. Se había recogido de manera descuidada las hondas en un moño alto y unos suaves mechones le caían pegándose a su nuca. Henry se quedó inmediata prendado de esa nuca. Le parecía perfecta e intuía que una piel suave, impregnada de ese olor a vainilla y almendras dulces, la recorría. Tragó saliva con dificultad y se aclaro la garganta. De nuevo aquella sensación de mareo, similar al día que la conoció, lo invadió.

"¿Que me pasa contigo Abbi?" se preguntó mientras seguía observando el interior.

Al momento ella dio varias palmadas y dijo algo que Henry no pudo escuchar. Los niños que corrían se sentaron rápidamente en el suelo y empezaron un juego que consistía en cantar y dar palmadas por turnos mientras uno de ellos corría por la estancia. Ella mientras les gastaba bromas y les hacía cosquillas, haciéndoles reír a carcajadas. Una de las niñas que Henry había visto entrar comenzó a contrale algo. Movía mucho los brazos mientras Abbi le acariciaba la cabeza sonriendo con ternura. Nunca había visto esa sonrisa en sus labios. Le pareció tan cuidadosa y cariñosa que le hizo sentir envidia de esos niños. Parecía otra chica diferente a la que el lograba sacar de sus casillas cada día.

"¿Podría yo también sacarle esa ternura?" se preguntó.

- ¡Tu! ¿No estarás mirando a los niños? -le dijo una voz muy aguda.

Cuando se giró, una chica con la cara y ojos redondos y un pelo muy largo de color castaño recogido en una larga coleta, le miraba con los brazos en jarras y cara de enfado. Era aún más bajita que Abbi, pero estaba también igual de morena.

-No, no... estaba... -Henry solo se le ocurrió una respuesta ya que si decía que conocía a Abbi se vería obligado a entrar-... estaba mirando.... el local.

La joven lo miró con recelo por unos segundos.

- ¡Pues ni sueñes en comprarlo! -exclamó tajante-. Los niños de este barrio necesitan la escuela. Sara es la única que los cuida mientras sus padres trabajan. Ella jamás se deshará de ella.

-De acuerdo -retrocedió un par de pasos ante el énfasis de la chica-. Buscaré otro local.

- ¡Oye! ¿No pretenderás montar algún negocio turbio en el barrio? − lo siguió con los brazos en jarras −. Mi madre tiene una peluquería por aquí y no quiero que nos fastidies el negocio.

-Por supuesto que no -Henry levanto las manos como si le apuntaran con un arma- ¿Por qué piensas eso?

-Tienes pinta de pandillero, con esa ropa y ese pelo... -la joven negó con la cabeza-. ¿No conoces el gel fijador?

-Este conjunto vale casi cuarenta millones de Won -espetó indignado -. Y mi pelo lo tengo así porque tengo remolinos.

-Perdona, no quería ofenderte -la chica bajo la guardia y se dirigió a la puerta- ¿Quieres entrar? -Preguntó algo más afable.

-No gracias -dijo mirando de nuevo la forma de la nuca de la joven.

-Pues que tengas suerte en tu búsqueda de local. Ya nos veremos -la chica se despidió con la mano y entró.

Henry se marcho rápidamente hacia el coche.

"Tenia que haber entrado, Hubiera conocido a su madre, jugado con los niños. Podría haberla sorprendido mostrándole que también puedo ser encantador" se repetía siendo consciente de que aquel deseo se salía de sus planes de molestarla e incordiarla durante todo el verano. Esa chica lo confundía. Quizá debería intentar hablar más con ella, fuera de aquel campo de odio que se había minado el uno al otro, para descifrar porque se sentía así. Su mente maquino rápidamente y entro en el supermercado con un nuevo plan.

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