Amistad, descubrimiento y rom...

By giu099

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¿Podría ser posible que el destino y una aplicación de citas se pusieran de acuerdo para que así Nani descubr... More

Introducción
Capítulo 1: Mali vuelve para arreglarlo todo
Capítulo 2: Jai, Nani y Mali
Advertencias, personajes y notita♡
Capítulo 3: El chico en línea
Capítulo 4: La idea para decirle la verdad a Jai
Capítulo 5: "Jaini"
Capítulo 6: Lo siento, es culpa del alcohol
Capítulo 7: Límites a mis sentimientos
Capítulo 8: Una confesión [parte 1]
Capítulo 8: Una confesión [parte 2]
Capítulo 9: Asimilación
Capítulo 10: Viajes y nuevos amigos
Capítulo 11: Mis deseos no importan
Capítulo 12: El hijo perfecto
Capítulo 13: Lo que en verdad quiero es...
Capítulo 14: El comienzo de todo
Capitulo 15: ¿Jai y Kiento en una misma habitación?
Capítulo 16: Empezar desde cero
Capítulo 17: Recuerdos, monstruos y... ¿Celos?
Capítulo 18: ¿Netflix and chill? No es mi tipo.
Capítulo 19: Entre ilustraciones y películas de terror.
Capítulo 20: Confusión
Capítulo 21: Me gusta tu atención [Parte 1]
Capítulo 21: Me gusta tu atención [Parte 2]
Capítulo 22: ¿Serán celos?
Capítulo 23: Si me besas...
Capítulo 24: Sentimientos, cuerpo y mente
Capítulo 25: "Me fascinas"
Capítulo 26: Tu mirada en mí
Capítulo 27: Una piscina puede guardar secretos
Capítulo 28: Pequeños pasos
Capítulo 29: Mi confidente
Capítulo 30: Comida coreana y el río
Capítulo 31: Confía en mí
Capítulo 32: Harry Styles y la cita oficial
Capítulo 34: Tiene que ser una maldita broma
Capítulo 35: Un sentimiento estúpido
Capitulo 36: Las ilustraciones
Capítulo 37: Una llamada de madrugada
Capítulo 38: Sentimientos verdaderos
Capítulo 39: La persona correcta
Capítulo 40: Sostén mi mano
Capítulo 41: El plan malvado
Capítulo 42: Seré bueno contigo
Capítulo 43, final: El fenómeno más hermoso
EPÍLOGO

Capítulos 33: La picadura del mosquito

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By giu099

Nani

Jai me mantuvo entre sus brazos por unos minutos, su mano viajaba por mi muslo aun desnudo, pero mayormente tapado por un abrigo que habíamos encontrado por ahí tirado.

Por unos instantes pensé que luego de hacerlo estaría preocupado, pero la verdad era que no había podido sacarme la maldita sonrisa de la cara.

—Deberías cambiarte, mira si algún chismoso te ve desnudo —dijo él, en un tono de queja.

Una risa suave escapó de mis labios.

—Se va a llevar la sorpresa de su vida.

Él negó.

—No quiero que otras personas te vean desnudo —comentó, mientras las yemas de sus dedos recorrían mi pierna, con delicadeza. Sin apuro.

—No hay nadie en la calle, nadie me verá.

Él asintió, soltando un suspiro que provocó que su pecho se eleve y luego descienda rápidamente en compás con este.

—Perdona por no poder controlarme.

Sonreí.

¿Por qué dice estas cosas?

—Sé que podríamos haberlo hecho en una habitación, preparados y no así nomás —agregó tirando su cabello hacia atrás en un gesto de molestia.

Quizá no quería algo romántico y preparado, quizá quería simplemente hacer lo que sea con él.

—No me importa, créeme que si lo hubiéramos hecho preparados hubiera estado más nervioso de lo que desearía.

—¿Tan nervioso te pongo?

—¿Tan creído te has levantado?

—Siempre lo he sido, ¿no es acaso eso lo que me hace insoportable?

—Por lo que he visto esa parte de ti te hace irresistible para la mayoría de las personas que quieren algo contigo.

»He perdido la cuenta de cuantas personas me han pedido que les ayude para estar con mi inalcanzable mejor amigo porque te ven como alguien imposible de enamorar por las auras que das. Auras de confianza en sí mismo, aunque yo prefiero decirte... Creído.

Jai sonrió al escuchar el tono sarcástico con el que dije la palabra mejor amigo, y terminó soltando una risita que escapó mínimamente de sus labios cuando finalicé la oración.

—Entonces, al resto le parezco irresistible y a ti te pongo nervioso. Es curioso, porque no me gusta cuando las personas se ponen nerviosas por mí, el problema empezó cuando tú llegaste. Tu nerviosismo, tu timidez, como tiendes a sonrojarte ante mi mínimo toque me fascinan —susurró, acariciando mis mejillas.

Bajé mi mirada por la vergüenza que aquellas palabras me generaban.

—Y bajas la mirada porque no puedes sostenerla en la mía, hambrienta por tu timidez.

—¡Callate! Ya he aprendido a no ponerme nervioso contigo, pero ahora solo me estás provocando.

Sentí a su risa gruesa y seca resonar en su pecho.

—¿Eso crees?—cuestionó mientras bajaba la mano que tenía en mi mejilla hacia mi barbilla y la levantaba para que nuestras miradas se encuentren.

—¿Entonces por qué estabas tan nervioso?

—Hacerlo me da nervios, no sé si voy a hacer algo mal o si—

—Así es como se aprende —me interrumpió—. No naces sabiendo, naces queriendo probarlo todo.

Sonreí.

—Lo sé, pero ya sabes cómo soy. Todo me preocupa.

—No te sientas presionado conmigo, ¿si? —dijo, su mirada recorrió mi rostro y luego se posó en mi mirada atenta a sus palabras—. Lo único que quiero es que la pases bien, disfruta. Di mi nombre entre gemidos cuantas veces quieras, eso me encanta, me encanta tu voz quebradiza mientras acelero mis movimientos —continuó y al notar que había cambiado de tema él negó con su cabeza—. Lo que quiero decir es que, me encantas, no te preocupes por cosas irrelevantes. Puedo enseñarte, puedo guiarte.

Sonreí, sintiendo como el calor comenzaba a acaparar cada centímetro de la piel de mis mejillas al escuchar sus palabras.

—Por cierto —volvió a hablar, llamando mi atención—, cuando se repita no te pongas algo tan difícil de quitar —comentó riendo.

Le golpeé el pecho con mi puño y Jai comenzó a reírse aun más.

Él me mostró su dedo del corazón a la par en que se alejaba de mí para incorporarse en el asiento. Él tomó mis boxers, tirándolos hacia mi cabeza.

—Vístete, Nani.

—Siempre tan tierno —dije en voz baja colocándomelos.

Supongo que esta es la parte vergonzosa.

Jai se veía como si supiera exactamente lo que hacía, sabía moverse en un auto después de tener sexo o hacer cualquier cosa como lo que habíamos hecho recién, era clara su experiencia y la mía casi inexistente.

Lo vi abrochar a su jean mientras sujetaba mínimamente su remera con los dientes, permitiéndome ver su abdomen marcado.

Él me observó de reojo al notar que no había quitado mi mirada de él.

—Voy a empezar a pedirte dinero cada vez que me mires, me haría millonario en cuestión de días.

Minutos, diría yo.

—Idiota —dije, mientras tomaba mis pantalones del suelo y comenzaba a ponérmelos.

—Jai, abre la guantera y pásame las toallas húmedas —pedí y él asintió, para luego hacerlo.

Él abrió el paquete, y sacando una me la tendió.

Al tomarla levanté mínimamente mi remera y comencé a limpiarme.

—A ver, déjame. Yo lo hago —dijo él y me quitó la toalla de la mano para continuar con la limpieza.

Quería reírme, se sentía tan rara esta situación, pero a la vez graciosa.

Pude ver como se relamía los malditos labios mientras lo hacía, limpiando con cuidado, o mejor dicho, con detenimiento para volver a tentarme.

—¡Hey, idiota! Ya sé lo que haces, acabo de vestirme, déjame en paz.

Jai comenzó a reír, para luego terminar de limpiarme y tirarla en la bolsa de basura que tenía adelante.

—No te preocupes, no quiero apresurarme. No deseo tener sexo contigo, al menos no por ahora, prefiero hacer todo tipo de cosas primero y después veremos —admitió con una sonrisa en su rostro.

—¿Qué cosa después veremos? —Lo observé, curioso por sus palabras.

—Veremos cuantos de mis toques bastarán para que quieras más que solo lo que hicimos hoy.

¿Más?

Sonreí, tratando de ocultar mi nerviosismo.

—¿Quién dice que no serás tú el que me suplique que hagamos más de lo que hicimos hoy? —refuté.

Él enarcó sus cejas en sorpresa.

—Simplemente lo sé.

—Terminarás suplicándome tú a mí. Ya verás, idiota.

Jai asintió, aceptando aquellas palabras. Aunque sabía a la perfección que lo hacía para complacerme.

—Eres tan lindo cuando te enojas.

—Hasta que me enoje en serio, ahí ya no te reirás.

Él besó mis labios nuevamente.

—Si te hago enojar sería un idiota, y los dos sabemos que no lo soy.

—Creído.

—Te encanto.

—Si decirte eso te ayuda a sentirte mejor.

—Claramente, Circe. Ahora muévete —dijo empujándome mínimamente—, voy a manejar.

—Ah, no. Eso no. —Tomé su brazo para que no se pase al asiento delantero—. Ni en tu más ansiada fantasía.

Él giró sus ojos.

—Evité que te mojes, mínimamente me tienes que dejar manejar.

—Bien, maneja. Te doy un rasguño de margen de error, Kian. Si lastimas a mi auto te olvidas hasta de tu nacimiento.

Él sonrió, y guiñándome su ojo se sentó en el asiento del conductor, y yo a su lado.

El viaje hacia los departamentos, el cual se suponía que duraba unos treinta minutos, cuarenta, como máximo, se alargó a dos horas a causa de las calles repletas de agua y autos que esperaban para poder salir del tráfico acumulado.

Bienvenidos a vivir en una isla.

—¿Puedo ir a tu habitación? —habló Jai, al bajar del auto, sin olvidarse de tomar el girasol que había quedado en el asiento.

Asentí caminando hacia el elevador.

—Para nada sexual, lo prometo.

—¿Por qué crees que me molestaría si es algo sexual?

Él sonrió de costado, dejándome que suba primero al elevador, para luego subir detrás de mí.

—¿Quién eres y qué has hecho con mi Nani?

—¿Tu Nani? —enfaticé la primera palabra, acompañando a esta con una sonrisa y mirada curiosa.

—Es una manera de decir, ya sabes, porque eres el único Nani que conozco. Tiene sentido. —Se achicó de hombros, restándole importancia, mientras tocaba el elevador hasta nuestro piso.

—Sí, está bien. Aunque me gusta más pensar en que te refieres a que eres el único que puede tenerme —admití, copiando su gesto con los hombros, provocando que una mirada curiosa se pose en mí.

Él asintió, posiblemente pensando y considerando aquello.

—Nani de Kian... Suena bien. A partir de ahora te llamarás así —sugirió, acercándose a mí, mientras su mano recorría mi rostro con calidez.

—Y tú mi musa —susurré cerrando mis ojos, para luego, dejarle un pequeño beso en sus labios, y él en los míos. Cálido, corto y tierno.

La sonrisa que se le había formado en sus labios gruesos al llamarlo mi musa provocó que mi corazón se acelerase levemente. Una palabra que le encantaba que le diga, algo que lo identificaba.

El elevador se abrió, y como dijimos, nos dirigimos hasta mi habitación.

—Entonces, ¿te gustó la película?—pregunté, mientras ambos nos quitábamos las zapatillas algo mojadas y las dejábamos a un costado de la puerta.

—Me encantó, en especial la parte en la que te mordías los labios y susurrabas  mi nombre.

Giré mis ojos para luego dedicarle mi peor cara de culo.
Él río por lo bajo.
—Solo bromeo, si me gustó.

—Pero también te gusté yo debajo tuyo.

Él volvió a reír, estirándose, dejando salir un gemido de relajación por el cansancio.

—Iré a ducharme —dije, tomando una toalla y una muda de ropa limpia.

—Bien, ve. Prepararé algo para comer —dijo abriendo el refrigerador—. Si encuentro algo comestible.—Se rascó la cabeza mientras con su mirada buscaba en cada rincón del refrigerador esperanzado de encontrar algo.

—Sí, buena suerte con eso.

El agua caliente cayendo por mi cuerpo me relajó a los segundos en que tocó mi piel. Cerré mis ojos, y una sonrisa se formó en mi rostro al enjabonarme el cuerpo, mi toque recordó el recuerdo reciente de las manos de Jai por mi cuerpo, y de estas logrando que me sienta en otro mundo.

Me había tocado varias veces yo mismo, pero nunca había llegado a sentirme de la manera en que mi cuerpo se sintió cuando su mano estuvo en mi cuerpo, porque había una diferencia, él me tocaba queriendo conocer mi punto de excitación, indagaba, quería saber hasta dónde podía llegar, y no le costó mucho averiguarlo.

No comprendía por qué le había tenido tanto miedo a estar con él así, al final simplemente me había dejado llevar y disfrutar del momento. Las preocupaciones, los miedos, pasaron a segundo plano. Solo estábamos él, la lluvia y yo.

Sonreí, mientras me enjuagaba el cuerpo y luego el cabello.

Jai hizo que el sentir y el querer no sean tan difíciles, logró que quiera tener todo lo que él era capaz de provocarme.

Al salir de la ducha pude verlo sonreír mientras hablaba con Mali, ella estaba sentada en la punta de mi cama contándole algo que parecía divertido, él se encontraba recostado sobre la almohada de esta, comiendo algunas papas fritas. Mientras reía ante las ocurrencias de nuestra mejor amiga.

Claramente no había preparado nada de comer, porque mi refrigerador tenía menos cosas comestibles que un desierto.

Aclaré mi garganta, mientras secaba mi cabello aun húmedo. Mis pies resonaron sobre el piso frío al acercarme a ellos.

—¿Terminaste? —habló Mali, con una sonrisa—. Jai me dijo que veríamos una película, que traiga algunos snacks.

Le sonreí terminando de secar mi cabello, para luego dejar colgada la toalla sobre una silla.

Claro que le tenía que pedir snacks, y para ser honesto, mi apetito también había crecido luego de lo que sucedió en el auto.

—Perfecto, ¿qué quieren ver? —hablé sirviéndome un poco de agua fría en un vaso.

—Ven, vamos a buscar alguna de terror —pidió Mali.

Jai, aprovechando la distracción de nuestra mejor amiga en la televisión, golpeó su regazo un par de veces con la palma de su mano.

—Sí, Nani. Ven aquí.

Sus piernas estaban algo separadas, abiertas, mientras uno de sus brazos se encontraba acomodado detrás de su nuca, generando que sus bíceps resalten en su camiseta azul.

Tres maneras de que me de un paro cardíaco.

Tragué con dificultad, e intentando disimular, le mostré el dedo de mi corazón mientras me acercaba al lado de ambos.

Me recosté en el medio de la cama, mientras Mali se acostó a mi lado. Quedando encerrado entre los dos.

—Bien, vamos a ver si hay algo nuevo—dijo pasando por alto las películas que ya habíamos visto e ignorando las que lucían malísimas—. Dime si ves una que te guste —dijo mirándome, para luego pasar su mano por mi cuello.

Me alejé mínimamente por su toque, sin comprender qué hacía.

Entonces comenzó a reír.

—¿Qué mierda, Nani? ¿Tienes a alguien en tu vida? ¿Alguien sexual? Mira esos chupones.

—¿Qué dices? ¿Cuáles chupones? —dije y Jai se incorporó con una sonrisa de victoria para ver a mi cuello.

—Ah, ¿no son chupones?

Negué.

—No, deben ser picaduras de mosquito —agregó Jai.

Mali comenzó a reír y Jai se le unió a los segundos. Yo no sabía dónde meterme.

Tomé una almohada y me quise tapar la cara, pero Mali me la quitó.

—Mira eso, Jai. Nuestro Nani tiene a alguien que le marca el cuello, esto es increíble. Nunca lo creí posible —comentó ella, y él volteó mi rostro para ver su maldita obra de arte.

Él relamió sus labios, posiblemente recordando el momento en que los había hecho. Yo no lo recordaba.

—¿Quién será el afortunado, no? —cuestionó él, riendo.

Tú, idiota.

—Déjenme en paz, no voy a alimentarles su curiosidad.

—¡Vamos, Nani! Cuéntanos —pidió Jai.

Lo voy a matar, lo juro.

—Pero si es obvio quién es —dijo Mali, acomodándose en la cama.

Ambos la observamos, sorprendidos por aquel comentario. Estamos muertos.

—Kiento, ¿verdad?

Al decir aquellas palabra fui capaz de al fin respirar, pero la expresión de Jai cambió de una de susto a otra de enojo.

—¿Kiento? Ya quisiera, no es el tipo de Nani —explicó él.

—Si tú dices—dijo ella, para luego apagar la luz y darse por vencida al notar que no le diría nada.
Ella tomó el control para así darle play a una película que había encontrado antes de ver el chupón que me había dejado Jai en mi cuello.

—Yo si creo que fue Kiento —susurró Mali—. Espero que bese igual de bien de lo que hace chupones.

Sonreí.

—Besa igual de bien, pero no te voy a decir quién fue.

Sus ojos chismosos se iluminaron con emoción a causa de lo que aquella oración le produjo.

—¡Ese es nuestro Nani! —dijo emocionada, para luego rodear mi brazo con el suyo y recostarse sobre mi hombro.

Puse toda mi atención en la película mientras me acomodaba sobre el respaldo de la cama, aunque aquella pose duró poco porque lentamente la mano de Jai se las había ingeniado para tomar a la mía y recostarse sin dejar de agarrarla.

Sus ojos se habían cerrado, en realidad no le interesaba ver la película estaba tan cansado como yo luego de lo que habíamos hecho horas atrás.

Al finalizar la película ambos estaban dormidos, ¿y cómo no? Si Mali había puesto una película malísima.
Los observé a ambos, con una sonrisa en mi rostro; Jai no había soltado mi mano y Mali estaba con uno de sus brazos colgando por la punta de la cama y el otro por arriba de su cabeza, mientras que su boca estaba abierta.

Reí mínimamente mientras apagaba la televisión, permitiéndole al cielo nocturno que mantuviese la habitación a oscuras.

Me acosté al lado de Jai.

Me agradaba no temerle al dormir acurrucado a él, no porque Mali no sospechaba de Jai, siendo que él es con quien estoy, sino porque siempre hablamos dormido juntos, no solo los dos, los tres, era tan común dormir abrazados que sabía que si Mali nos veía no diría nada, no malpensaría nada. Estos abrazos ya los compartía con Jai, pero ahora, habían sentimientos más fuertes de por medio.

Hundí mi rostro en su pecho mientras me acomodaba por debajo de su mentón, y sin soltar nuestro agarre, cerré mis ojos. Pude sentir como su mano libre se deslizaba por mi cintura hasta acaparar por completo a esta y así, atraerme en un abrazo más cerca de él.

—Descansa, mi Nani —susurró con su voz gruesa, algo dormido.

—Tú también, mi musa —respondí acariciando su mano, para luego sentir como sus labios besaban mi cabeza.

Quisiera quedarme así toda la maldita vida.

××××

N/A: Si fuese Nani también me gustaría quedarme así toda la vida.😭🙌🏼

Este fue un capítulo súper soft, algo que necesitaba, definitivamente.

¿Cómo están? ¿Bien? ¿Tomaron agua? No olviden de comer e hidratarse. Los quiero♡♡♡

Nos leemos la próxima. Besos.

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