—¿Todo? —preguntó Mateo sorprendido.
—Sí, ¿Por qué no? —dijo Agustin con una sonrisa en el rostro.
—Porque llevan algo así como treinta juegos —dije obvia. Agustin estaba loco. Gaston movía la cabeza a ambos lados, estaba tan confundido como yo.
—Que loco, gasté más en tus cosas que en esto —miré las bolsas que Agustin tenía en las manos.
—No es lo mismo —traté de no sonar como una imbécil pero era imposible, claro que no era lo mismo.
—Vale, toma —Agustin había dejado de hablar conmigo y los chicos. Le entrego una tarjeta al tipo de la caja, sus ojos se abrieron al ver el nombre.
—Mh... el código de la tarjeta —susurró el chico nervioso.
—¿Estas bromeando? —rió Agustin— ¿Eres idiota? ¿Soy el dueño de esto y quieres que pague? —toqué su brazo con mis manos tratando de calmarlo.
—L-lo siento yo...
—Vamos, sólo hay idiotas acá —murmuró , tomó las bolsas y la mano de Gaston y los dos caminaron hacia la salida. Mateo me miró sorprendido.
—Perdón por eso —murmuré al chico de la caja— Sólo estaba algo molesto no es nada en contra de ti —el chico parecía aún tenso.
—¡Carolina! —gritó Agustin desde la puerta.
—No hay problema —murmuró el chico. Le di una sonrisa antes de caminar con la mano de Mateo apretando la mía.
(...)
—No puedo creer que lo hayas tratado así —bufé molesta— Él solo te estaba preguntando algo y tu lo trataste de imbécil.
—Lo siento —murmuró. Los gemelos estaban en los asientos de atrás jugando con una cosa que Agustin había comprado para ellos.
—Dejaste al chico lo bastante mal como para no querer trabajar más.
—Eres un poco exagerada, Carolina.
—¿Exagerada? Agustin tu no tiene la ninguna maldita idea de lo que es trabajar para alguien y que esa persona te diga estúpida. Naciste en una casa rodeada de lujos y nunca mueves un dedo en el día, ¿Te hubiera gustado que un chico me tratara así a mi mientras estaba embarazada? —no entiendo porque me moleste tanto de todos modos.
—Bien, lo siento.
No hable hasta llegar a casa. Esto era algo por lo que siempre discutíamos cuando éramos novios. Agustin y su forma de tratar a las personas que trabajaban para su padre... Bueno, para él ahora.
—Vamos —Agustin tomó la mano de Mateo y Gaston. De lo único que me preocupe fue del regalo de Agustin.
Entramos a la casa y fue directo a mi habitación, tenía que guardar las cosas que Agustin había comprado. Dios, fui muy aprovechadora.
—Mamá —llegó Gaston a mi lado.
—¿Qué pasa, cariño? —pregunté doblando mis rodillas y quedando de su estatura.
—Agustin... papá si, papá, dijo que te viniera a decir algo de perdonarlo.
(...)
—¡Eres una diosa! —exclamó Karol feliz mientras nos daban masajes en la espalda.
—¡Y tu! Deberías agradecerle a Ruggero.
—Debería —río.
Un spa era claramente la mejor forma de pedir disculpas, aunque ¡Vamos! Me estaba pasando. Esto sería lo último que le pediría a Agustin. Karol se lo había pedido a Rugge y él enamorado, no dudó en darle el regalo. Entonces, teníamos dos días en un Spa con todo pagado mientras los hombres se quedaban con los niños. Para Agustin era nuevo así que no dejaba de pensar un segundo en que estarán haciendo los gemelos junto a él.
—¿Y ahora? —preguntamos a la señora que estaba a cargo de nosotras.
—Un baño de barro —habló lentamente. Era tan relajador.
Miré a Karol y no dudamos en salir corriendo hacia el lugar que la señora había dicho.
(...)
Agustin
—¿Qué haremos hoy? —preguntó Mateo con una lechuga en su boca, la primera orden que me había dejado Carolina era alimentarlos bien.
—¿Qué quieren hacer ustedes? —los miré a ambos. Gaston esbozó una sonrisa.
—Oye, papá —sonaba tan lindo— ¿Me harías un favor?
(...)
—¡Aleja eso cosa de mí! —gritó Mateo asustado, tomé su brazo y lo subí.
—Mateo, no te hará nada —gruñó Gaston tocando la jaula.
—Mamá te matará —dijo Mateo. No había pensado en eso ¿Cómo mierda se me ocurrió comprarle una serpiente a Gaston? ¿Es eso legal siquiera?
—Mamá se enamorará de ella cuando la vea.
Bueno al menos me había fijado en darle un regalo no venenoso. El tipo me había dicho que esas serpientes eran las más dóciles y que no eran venenosas, aunque sí mordían. Carolina me matará si ve eso acá y Gaston lo hará si me la llevo. ¿Por qué siempre termino en problemas? Lo menos que quería era a Carolina enojada otra vez, iba a terminar en la calle.
—¡Papá! —gritó Mateo cuando lo deje en el suelo— No — sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Lo volví a tomar en brazos y Gaston comenzó a reír.
—Te las das de fuerte y con una serpiente te meas en los pantalones —rió. Su dedo se metió entre los pequeños agujeros de la jaula y toco la fina cola del animal. Era pequeña de porte ya que había nacido sólo hace algunos días.
—Gaston, saca tu dedo de allí —gruñí. Ya la había cagado con comprarla y sería aún peor si Carolina llega y ve a Gaston si un dedo.
—Pero no tiene dientes, es una ternura —acercó la cara a la jaula, sentí que el corazón iba a explotar, no podía hacer mucho con uno llorando y el otro atentando contra su vida.
—Gaston —advertí— Saca tu maldito dedo y aleja la cara de esa cosa si no quieres que tire tu serpiente por el baño —fruncí el ceño.
—¡No! —se acercó a mi corriendo— No lo hagas papá —hizo un puchero. Demonios era sólo una broma. Mateo acercó su cabeza a mi cuello y se quedó allí. No... Gaston va a llorar también.
—Gaston era broma —una lágrima cayó por la mejilla del pequeño. Hice una maniobra no digna de algún ser humano y lo tomé también en brazos.
—No la tires —se aferró a mi cuello mientras Mateo trataba de alejar su mano.
—No me toques si tocaste a eso animal —gruñó— Me esta tocando —comenzó a llorar otra vez.
Carolina me va a matar, joder.
—Ssh —traté de calmarlos a ambos pero era realmente malo haciéndolo— Gaston no tiraré tu serpiente. Mateo ¿Quieres algo? Así están los dos con algo que quieran —Mateo formó una sonrisa, con una mano limpio sus ojos y con la otra arreglo su cabello que caían por su frente.
(...)
—No, Mateo —negué por quinta vez riendo.
—¿Por qué no? —hizo pucheros.
—No pienso salir con la mamá de tu amiga y dejarlos solos —Mateo hizo pucheros— tienes nueve años— reí.
—¿Qué tiene?
—Yo a tu edad recién estaba comenzando a vestirme sin ayuda de Claudia.
—Pero es aburrido estar acá.
—¿Y si viene Rugge? —Mateo hizo una mueca— Con sus hijas.
—Mh, puede que esto me este gustando —dijo feliz. No podía creer que él tuviera nueve años.
Saqué el teléfono de mi bolsillo y busque rápidamente el número de Ruggero.
—Bernasconi —se escuchó al otro lado de la línea.
—Ven a la casa de Carolina y trae a tus hijas, juro que hago lo que sea si lo haces —dije en tono de súplica, Mateo rió y Gaston escuchaba atento aún con el dedo metido en la jaula.
—¿Qué mierda quieres con mis hijas? —dijo rápido.
—Hombre sólo hazlo —pedí— Te mandó la dirección por mensajes.
—Pero aún no he aceptado.
—Te dejo ganar en el FIFA —gruñí.
—Agustin, compañero, estaré allí en menos de lo que crees y llevaré el juego ¿Tienes PS4 allá?
—Sí —dije y corte.
—¿Vendrá? —gritó Gaston desde la sala.
—Lo que me hacen hacer, los odio —llevé ambas manos a mi cabeza.
—Gaston vamos a cambiarnos —gritó Mateo y corrió a la escalera seguido por Gaston. Agradecí a Dios por poder diferenciarlos ahora.
Bueno, había podido sobrevivir a medio día con ellos, ahora queda el resto de hoy y mañana. Por favor que Carolina llegue luego.