-Félix, no has comido desde que salimos del circo, te vas a desmayar-. Comentó Osmar mientras sacaba alguna que otra provisión del jabalí. -No tengo hambre-. Respondió el peli-rosado, sin siquiera voltear a ver a su amigo. Osmar suspiró, guardó la carne y se arrimó a su amigo. -Entiendo que quieras terminar esto ya, ¿Pero de que sirve salvarte si te vas a terminar muriendo de hambre?-. Refunfuñó. El menor paró en seco ante las palabras del peli-morado. -Creo que deberíamos descansar, esta empezando a anochecerse-. Dijo Riley desde atrás. Los cuatro estuvieron de acuerdo con la propuesta de Riley, y buscaron un sitio espacioso donde dormir. Acto seguido, Osmar le indicó a la pareja que salieran a buscar troncos y ramas para hacer una fogata en lo que Riley y él organizaban el lugar. -No se tarden, no se vayan a perder, no hagan ninguna estupidez-. Finalizó el peli-morado, terminando la oración con una mirada fija en Félix. -¿Qué? No es mi culpa que de la nada todo mundo me quiera asesinar-. Se quejó, en lo que tomaba la mano de su pareja y salían del lugar.
-Recuerda dejar las piedras para recordar el camino-. Le comentó Félix al contrario. Este último asintió como respuesta, en lo que hacía lo que el contrario le pedía. Ambos caminaban juntos por el oscuro lugar, rezando por que no se hiciera completamente de noche, puesto a que se habían dejado la lámpara de gas en el lugar de acampada. -Es lindo el atardecer-. Comentó Félix con la mirada al cielo. -¿No crees?-. Agregó, volteando a ver a Fede, quien no paraba de mirarlo a los ojos. -¡Deja de mirarme idiota!-. Chilló Félix enrojecido. Fede se rio con su característica risa muda, y se arrimó al peli-rosado para abrazarlo. -Aww, ¿Acaso el señor Fede busca algo de atención?-. Rio el menor, contagiándole la risa al contrario. Félix no tardó en corresponderle el abrazo, apretando un poco más que el albino. -Te quiero Fefi...-. Le susurró al oído. Este contesto pegándose más al peli-rosado. El menor reposó su cabeza encima de la del contrario, y aspiró el extraño aroma de prendas viejas que este erradicaba. A pesar del curioso olor, a Félix le encantaba. La tranquilidad no tardó en llegar a los dos. Ambos disfrutaban de la compañía del otro, aun que fuera sólo por unos minutos. Pero esta vez estaban completamente solos. Sin nadie que pudiera interrumpirlos. Félix se acurrucaba en el pelo del contrario hasta que sintió que algo lo tiraba hacia el suelo. -¡Fede que haces!-. Chilló, para luego caerse encima del albino. -¿Que tramas?-. Rio. El mayor lo movió a un lado para acurrucarse detrás de él, tomándolo como si fuera una almohada. -Ey ey ey, todavía no es hora de dormir-. Comentó el peli-rosado, intentando levantarse pero fracasando en el intento, puesto a que Fede lo tenía bien agarrado. -Déjame ir melosito-. Se quejó sin que sirviera de nada. -Ruiditos por favor, tenemos que hacer cosas-. Reprochó Félix. Nuevamente no sirvió de nada. Finalmente el menor dejó escapar un suspiro. -Muy bien, haz lo que quieras-. Refunfuñó algo molesto. La mueca que había puesto desapareció en un instante al oír la leve voz del mayor. -Siempre hay algo que hacer...-. Félix se quedó inmóvil por unos segundos, reproduciendo la voz del contrario varias veces en su cabeza y gozando del sonido del mismo. Estaba tan concentrado en la misión que no se había parado a pensar en cómo se sentían los demás. En ese momento supo que Fede estaba teniendo una emoción fuerte. El peli-rosado volteó hacia el albino con torpeza, dejando ver su asombro en su rostro. El contrario lo miró de vuelta a los ojos, y fue ahí donde Félix pudo sentir la misma emoción que el contrario reflejaba: Tranquilidad. -Esta bien, nos quedaremos un rato más...-. Suspiró Félix, colocando una sonrisa en su rostros y contagiándosela al contrario. Ambos terminaron abrazados en el frío pasto del bosque, dándose calor mutuamente.
-¿Que te pasa Riley? Te veo decaída-. Comentó Osmar, terminando de acomodar todo y arrimándose a la peli-roja, quien se encontraba algo alejada contemplando el cielo. -Sabes que no lo vamos a lograr ¿verdad?-. Suspiró al ver a Osmar acercándose. -No digas eso, recuerda las palabras de X.O.R-. Argumentó. -Lo imposible siempre es posible-. Dijeron a la vez. -Si vamos a revivir al hombre de morado, vamos a necesitar a un alma corrompida, y en este bosque no se encuentran almas corrompidas-. Comentó Riley, dejando caer una lagrima. -Fede me va a odiar-. Agregó, dejándose caer hacia atrás. -Oh vamos, no digas eso. Eres como una hermana para él ¿Cómo te va a odiar?-. Añadió Osmar, mostrando cierta seguridad en sus palabras. Riley se recompuso con un rápido movimiento. -¿Que no lo recuerdas? Fede pudo hasta cantar cuando el boludo hizo su acto. Realmente le importa-. Dijo, para luego fruncir el ceño. -¡Maldita sea! ¡¿Por que el forro tuvo que besarlo delante de todos?!-. Gritó entre lágrimas. -Este pelotudo se va a morir y Fede se va a quedar... solo... otra vez-. Concluyó enfurecida. Osmar le colocó una mano en su hombro. -Tranquilízate Riley, no todo está perdido. ¿No recuerdas como era yo cuando llegué? Somos del mismo lugar, dale tiempo para que comprenda las cosas-. Dijo con un tono suave en su voz, intentando tranquilizar a la contraria. -¡No tenemos tiempo!-. Gritó. - La única manera de que revivamos al pibe es que uno de nosotros use las reservas que nos dio X.O.R... ¡Básicamente uno de nosotros se va a tener que sacrificar! ¡¿Cuál es el sentido de esta misión?!-. Chilló la peli-roja, alterándose más de lo que ya estaba. -Riley, relájate, esto no va a resolver nada...-. Suspiró. La chica del Alto Mando le iba a responder, pero paró al oír unas voces conocidas; habían regresado. -¡Perdonen la demora! ¡Alguien se puso de meloso!-. Chilló Félix a lo lejos. -Hablaremos de esto más tarde. Por ahora, intenta tranquilizarte. Si no lo haces por ti, hazlo por él-. Finalizó Osmar, mientras se levantaba para recibir a la pareja. -¡Bueno bueno! Se tomaron su tiempo-. Rio el peli-morado. -Ya ves, díselo al amigo-. Comentó con una sonrisa pícara.
Fede volteó a ver a otro lado con cierta cara de vergüenza. Osmar soltó una carcajada, seguida por una de Félix, y los tres se arrimaron al circulo de piedras que Riley había colocado para hacer la fogata. La pareja comenzó a colocar los palos y troncos que habían encontrado por el bosque en lo que Osmar llamaba a voces a Riley para que se juntara con ellos. -¿Saben? En mi tierra es muy común pinchar comida en palos y cocinarla a fuego lento-. Comentó Félix mientras terminaba de colocar los palos restantes.-¿Quién es el más bruto aquí?-. Preguntó Osmar. Los dos restantes voltearon a ver a Fede, quien se encontraba tumbado en el suelo jugando con lo que parecían ser dos huesos. El peli-morado se acercó a el y le dio un par de piedras. -Necesito que enciendas la fogata-. El albino asintió e hizo lo que le pidieron. -¿Quien tiene hambre?-. Chilló Osmar con una emoción inaguantable. Los demás se rieron y se sentaron en unos troncos que Osmar había acomodado alrededor de la fogata. Riley se arrimó a la maleta y sacó las reservas del jabalí. -Coman ahora o quéjense para siempre-. Comentó con cierta sátira. Los cuatro rieron ante el comentario y se repartieron las provisiones entre sí. Osmar aprovechó este momento y se arrimó a la peli-roja. -Distráete un rato ¿Quieres?-. Riley le asintió, dándole una sonrisa como regalo. A todo esto, Félix le mostraba a Fede como pinchaba la carne en un palo y la ponía al fuego. -Con este método se cocina. Tarda un poco pero vale la pena-. El mayor lo observaba con mucha atención, puesto a que le encantaba replicar las cosas que hacía Félix. -Pruébalo, pero ten cuidado que está caliente-. Le comentó, y acto seguido le dio de comer como si de un bebé se tratase.
-¿Cómo es que lo hacen?-. Preguntó Riley, y en respuesta, Osmar le ayudó. -Vaya, ¿conoces esto?-. Preguntó Félix. El peli-morado se rio. -Vengo de tu misma tierra tontito-. Soltó entre carcajadas. El peli-rosado se sorprendió. -¡¿Eres de Ciudad Paleta?!-. Chilló. -Por supuesto, reconocí esa cara de Paletiano en cuando te vi entrar al comedor-. Félix se emocionó al oír las palabras de su amigo. Finalmente hacia un amigo de su mismo lugar. -Pero nunca te he visto, ¿Eres del Norte?-. Preguntó con curiosidad. Osmar negó con la cabeza. -No soy millonario, soy del Centro-. Explicó. -Vaya, jamás lo habría imaginado-. Rio. -¿Cómo llegaste al Circo?-. El peli-morado mordió su alimento y respondió. -Fácil. Tenía un proyecto de investigación. Nos dejaron averiguar que fue lo que ocurrió en el accidente del oso y la extranjera, tú sabes, la que salió en las noticias-. Félix asintió. -Y pues... Digamos que me perdí, y caminando entre el bosque me topé con el local. Me pareció muy extraño ver un circo semiabandonado en medio de un bosque, asique me adentré a el, y el resto es historia-. Finalizó. -Que quilombo-. Soltó Riley. -¿Por qué decidiste quedarte? ¿Dejaste tus estudios verdad?-. Preguntó Félix, abriendo más su curiosidad. Osmar asintió. -Mientras exploraba el lugar vi a Jackson llorando. Me pareció extraño que hubiera alguien en el lugar, asique me acerque a él, y en cuanto vi su rostro quedé prendado-. Comentó con una voz suave. -Todavía lo recuerdo como si fuera ayer. Además, sus lágrimas cristalinas hacían que brillase...-. Agregó. Los otros tres observaron como la cara de Osmar se iba poniendo roja. -Sin duda, fue el mejor día de mi vida-. Félix le sonrió. -Que bonito-. Dijo mientras recorría su mirada hacia Fede, quien parecía somnoliento. Osmar alzó una ceja. -Fede nunca me contó como se conocieron...-. Félix soltó una carcajada. -El enano llegó de la nada a un puesto de pizzas donde apenas me habían contratado, y el muy cabezón se robó mi diario y ni pagó la pizza. Cuando salí a tomar un aire ahí estaba, leyéndolo. Al final me di por vencido e iba a volver a entrar, pero Fede me dejo K.O. por detrás. Cuando desperté ya estábamos de camino al Circo-. Osmar y Riley se voltearon a ver. -Que... Agradable...-. Soltó el peli-morado. -Ya se, no son las mejores formas, pero bueno, si no fuera por ello no estaría aquí-. Ambos asintieron. -Yo a tu edad todavía no trabajaba-. Comentó Osmar. -Oh, no fue por gusto. Escapé de mi hogar asique necesitaba un trabajo-. Los dos voltearon a verlo sorprendido. -¿Y eso por qué?-. Preguntó Riley. Félix miró a otro lado. -Prefiero no hablar de ello...-. Su voz cambió casi al instante a un tono más triste. -Perdona... No quería incomodar...-. Susurró Riley. -No te preocupes, no sabían de ello. Tal vez algún día me anime a contarlo-. Finalizó el peli-rosado, dándoles una pequeña sonrisa para calmar el ambiente, la cuál cambió a una más intensa al sentir a Fede reposándose en el hombro del menor. -Pobrecito... Está cansado...-. Susurró Félix con una voz cálida.
-Ya es muy tarde, deberíamos dormir-. Comentó Osmar. Los tres estuvieron de acuerdo con la decisión del peli-morado. Osmar fue el primero en retirarse, quitándose la cabeza para acomodarse mejor. En cambio, Riley se arrimó al peli-rosado. -Félix... Yo... Lamento mi actitud contigo... Puede que fuera algo ruda... Lo siento...-. El chico se sorprendió en un inicio, pero luego asintió. -Está bien, Fede es importante para ti ¿Verdad?-. La peli-roja asintió en respuesta. -Somos muy unidos, como si fuéramos hermanos-. Comentó. -He sido su protectora desde que tengo memoria, ha tenido una vida difícil con sus trastornos... Asique se podría decir que adopté un rol de hermana para él-. Explicó. Félix colocó una sonrisa en el rostro. -No te preocupes, lo comprendo-. Riley estiró su brazo. -¿Amigos?-. Félix estrechó la mano con Riley. -Familiares-. Respondió con una sonrisa en su rostro. Ambos rieron, y acto seguido Riley se despidió del menor. El peli-rosado dejó escapar un bostezo, y acto seguido se quedó dormido junto a su pareja, reposándose en el suelo junto a él.
Fede comenzó a ver a todos lados. Había tenido una pesadilla y por culpa de esta no podía volver a dormirse. Lo primero que hizo fue ver en dirección a Félix, quien tenía un sueño tan pesado que hasta le salían hilos de baba por la boca. Se había quedado frito. Una vez que comprendió que había sido una pesadilla se levantó en dirección a la fogata ya apagada de anoche. Mientras reflexionaba lo que estaba ocurriendo comenzó a escuchar lo que parecía la voz de Félix llamándolo, pero el mismo estaba dormido justo detrás de él. ¿De dónde salían esas voces?. -"¿Que mierda es eso?"-. Pensó el albino. Por un lado quería ir a investigar, pero por otro recordaba las palabras que le dijo Félix. -"No te alejes de nuevo"-. Aún con esto, el mayor se alejó un poco de los demás. Quería tomar un poco de aire fresco, más que nada para pensar en las cosas... O tal vez para pensar en sus fantasías eróticas con Félix.
Todo esto fue interrumpido por los pasos de Riley, quien también estaba despierta. -¿Una pesadilla?-. Preguntó. Fede asintió ante la pregunta de la contraria. -Todavía no te acostumbras a salir ¿Eh?-. Rio la peli-roja. Fede le sonrió sin apartar la vista del cielo. -¿Cómo llevas las cosas con el pibe?-. Volvió a preguntar, esta vez jugando con el pasto. Fede miró hacia abajo, colocando una sonrisa tonta. -Esa cara me dice algo...-. Susurró Riley, tomando una de las mejillas del mayor y apretándola tal como si de una madre se tratase. Las mejillas de Fede no tardaron en colorearse. -Lo quiero mucho...-. Logró decir con la voz entre cortada. Riley le sonrió. -Tu voz me lo dice todo-. Ambos rieron. Acto seguido, Fede le hizo señas a la contraria. -Algún día Fede... Algún día...-. Dicho esto, Riley se levantó de golpe. -¿Regresamos?-. Fede le asintió como respuesta. El mayor iba a seguirla, pero de nuevo las mismas voces extrañas lo pararon. No lo dudó y volteó a ver a todos lados, sin lograr encontrar nada. -Vamos Fede, no te quedes solo, sabes que es peligroso-. Parecía que sólo él podía oír las voces, puesto a que si Riley las hubiera oído ya se habría puesto a la defensiva. El albino lo volvió a dejar pasar, pensando que a lo mejor estaba muy cansado, y se arrimó a Riley para volver a dormir.
La peli-roja se dejó caer al otro lado de la fogata, cerrando los ojos al instante. Parecía que todos estaban cansadísimos. Después de todo, había sido un día muy largo. Fede se recostó detrás de Félix, cruzando sus brazos por la cintura del contrario y reposando su cabeza en la espalda del contrario, tal y como lo había hecho cuando salieron a buscar las ramas y troncos de la fogata. Sus ojos comenzaron a entrecerrarse, hasta que se dio por vencido, y con un último bostezo se quedó dormido.