Simplemente Vanesa

By RoxanaInk

5.1K 2.7K 2.1K

Es la quinta vez que Vanesa se muda de ciudad en quince años, y ya se está haciendo a la idea de que (otra ve... More

Capítulo 1. Desierto
Capítulo 2. Odio a los chicos
Capítulo 3. Charlas nocturnas
Capítulo 4. Daisy
Capítulo 5. Mi profe es idiota
Capítulo 6. Daisy & The Geeks
Capítulo 7. Lucas
Capítulo 8. Porros
Capítulo 9. Una actitud inusual
Capítulo 10. Nietzsche
Capitulo 11. Debate
Capítulo 12. Silencio
Capítulo 13. Jenna
Capítulo 14. Cerrar un círculo
Capítulo 15. Enanos y pitos
Capítulo 16. Una sorpresa desagradable
Capítulo 17. El nuevo alcalde
Capítulo 18. Todo mal
Capítulo 19. Mi hermano
Capítulo 20. Laia
Capítulo 21. Ty
Capítulo 22. El príncipe se ha cansado del azul
Capítulo 23. Chicas como yo
Capítulo 24. El efecto mariposa
Capítulo 25. El mago de Oz
Capítulo 26. Ojos de sapo
Capítulo 27. La regla de las tres cosas
Capítulo 28. Gato negro
Capítulo 29. La historia del caimán morado
Capítulo 30. V de Vendetta
Capítulo 31. Karma
Capítulo 32. Trenes A y B
Capítulo 33. Una no-cita
Capítulo 34. El hilo rojo
Capítulo 35. Cenicienta
Capítulo 36. Lydia Bennet era feminista
Capítulo 37. Hierba mala
Capítulo 38. La navaja de Ockham
Capítulo 39. La reina abeja
Capítulo 40. Prácticamente blanca
Capítulo 41. Almas malditas
Capítulo 42. Casar, matar o coger
Capítulo 43. Conectar los puntos
Capítulo 44. Sin querer queriendo
Capítulo 45. Placeres culpables
Capítulo 47. Secretos oscuros
Capítulo 48. Conversaciones con el espejo
Capítulo 49. Una monja en apuros
Capítulo 50. El amor es la muerte del deber
Capítulo 51. Kitsuné
Capítulo 52. Dulce venganza
Capítulo 53. Una mierda con patas

Capítulo 46. La cuenta atrás para la felicidad

68 24 9
By RoxanaInk

El sábado por la tarde, Chris, Jenna y yo nos encontramos en el Rock n' Love para poner en acto nuestra venganza contra Laia.

Para mi gran sorpresa, hoy la cafetería está repleta de gente: un señor con una gorra obscena lee el periódico con las piernas cruzadas sobre la mesa, una chica un poco más grande que yo estudia en su computadora y una profesora con cara de no haber cogido durante siglos mira a todos con odio; y esto es solo por citar algunos.

Chris y yo nos refugiamos en la cocina mientras Jenna viene y va por la puerta, cargando enormes bandejas e hileras de hasta cuatro platos sobre los brazos. No sé cómo lo hace, a mí ya se me habrían caído todos; supongo que es una habilidad que desarrollan los camareros durante los años.

Archi, el cocinero del Rock n' Love, escudilla panqueques dulces de espaldas a nosotros, perdido en sus pensamientos. Lo conozco desde hace diez minutos y ya me gusta, porque no habla mucho y se limita a asentir con la cabeza cuando le preguntamos si podemos quedarnos. Tiene el pelo teñido de rojo cobrizo y un tatuaje de un tigre XXL sobre el bíceps derecho. A juzgar por el volumen de sus músculos, es el tipo de chavo que entrena todo menos que su cerebro.

-Me estoy muriendo de hambre...- suspira Chris cuando Jenna vuelve a salir de la puerta con una cuenca de nachos grasientos y salsa guacamole-. ¿Crees que puedo robar algo de comida sin que ese grandullón lo note?

Señala a Archi con la barbilla y juega con los anillos que le adornan los dedos.

-Creo que sí- contesto arqueando una ceja-. No parece muy listo.

Finjo no estar mirando mientras Chris estira una mano hacia un plato de tortillas abandonadas y roba tres. Se las pone todas en la boca con ímpetu, arrugándolas y empujándolas hasta que caben por completo en su paladar.

-Chingada madre- dice con cara asqueada después de haberse tragado las tortillas-. Saben a culo.

-¿Cómo lo sabes? ¿Oliste un culo alguna vez?

Chris voltea para mirarme y levanta mucho las cejas.

-Mejor no preguntes.

Jenna irrumpe en la cocina justo cuando mi ataque de risa llega a su fin.

-Se liberó una mesa- nos anuncia, secándose una gota de sudor de la frente y mirándonos con los ojos muy abiertos. Parece como si se le hubiera aparecido la Virgen.

La mesa de la que habla está ubicada en una esquina oscura y solitaria, justo por debajo de un grande póster patriótico que dice: "Of course I can!", y que muestra a una mujer con seis enormes frascos de conservas entre los brazos. No sé porqué, pero me recuerda a una versión rubia y blanca de Jenna.

Aunque la imagen me parece bastante machista, porque insinúa que la utilidad de las mujeres se limita solo a cocinar, no me quejo; por lo menos tenemos un lugar decente donde sentarnos.

-Háblanos de tu plan- dice Chris, poniendo su cabeza en mi regazo-. Tengo ganas de saber qué tiene en mente esta pequeña enana apestosa.

-Pero hagámoslo rápido, por favor- suplica Jenna. Se mira alrededor para comprobar que ningún cliente la necesite y luego empieza a jugar con el borde de su falda, nerviosa-. Tengo que volver a la cocina cuanto antes.

Asiento y saco mi laptop de la mochila. Cuando abro la tapa, la Lista de la Venganza que hice el sábado sale volando, y Jenna la agarra prontamente antes de que toque el suelo. Pone cara escandalizada cuando ve la cantidad de palabrotas y dedos medios que he dibujado, pero luego parece recordar el motivo de mi enojo y su frente se relaja.

-Aprovecharemos la magnífica plataforma de Instagram para engañar a Laia- digo, abriendo la app en la computadora-. Le haremos creer que un chico alto y guapo del equipo de fútbol le ha escrito para invitarla al baile de Homecoming. Lo que no sabrá es que en realidad ese chico somos nosotros.

Chris se incorpora tan rápidamente que casi choca contra mi barbilla.

-Pero, ¿Laia no tiene ya acompañante? Digo, es popular y todo eso, así que me extraña que nadie la haya invitado...

Niego con la cabeza. Lo tengo todo calculado al milímetro.

-Un día le pregunté a Jeff, y me dijo que los chicos no se acercan a Laia por miedo, y mucho menos en Homecoming. El año pasado tuvo que ir junto a Jana porque nadie quería bailar con ella.

Cuando lo descubrí, me sentí mejor al instante. A veces es reconfortante regocijarse en las desgracias de los que te hicieron daño.

Chris levanta las cejas dramáticamente y se pone las manos tatuadas sobre las mejillas. Cuando lo hace resulta tan ridículo que me dan ganas de salir del local y unirme a un circo.

-Eres diabólica, enanita.

-Lo sé. Soy una loca de mucho cuidado.

-¿Estás segura de que Laia va a caer en nuestra trampa?- pregunta Jenna, escéptica. Tiene la mirada cansada y la máscara de pestañas corrida. Supongo que trabajar doce horas en un lugar tan caliente es bastante agotador-. Digo, esa Laia no parece estúpida, así que podría darse cuenta del engaño.

-Lo he pensado yo también. Pero creo que estará tan desesperada por encontrar un acompañante que confiará en quién sea, incluso si es un futbolista fantasma llegado hace poco a la escuela.

Tiene que ser así. Tiene que funcionar. He perdido mucho tiempo trabajando en este plan, así que más me vale intentarlo.

-¿Y luego qué haremos?- vuelve a preguntar Jenna. Es muy típico de ella ser tan precavida y desconfiada-. ¿La chantajearemos? ¿Hackearemos su cuenta? Que no sea nada ilegal, por favor.

Dejo caer la cabeza detrás de mis hombros y suelto un largo suspiro.

-No te preocupes- contesto-. Te prometo que no es nada ilegal. Ahora centrémonos en crear un perfil falso, por favor.

-Dios, ¡Cuánto misterio!- exclama Chris, haciéndose aire con las manos. En su mirada destella el brillo proprio de los asesinos seriales antes de cometer un homicidio-. ¿Ya pensaste en cómo se va a llamar nuestro atractivo futbolista?

Me relamo los labios con malicia y no puedo evitar disimular una sonrisa.

-Kevin- respondo con orgullo.

Siempre me ha gustado ese nombre; así se llamaba mi "novio" del kinder, un chiquillo delgado como un palito que me defendía de los demás niños cuando intentaban robarme la merienda. Aunque nuestra relación duró solo algunas horas, su nombre se quedó grabado para siempre en mi corazón.

-Kevin...- repite Chris, rascándose la barbilla-. Me gusta. Suena como el protagonista de una película porno.

-¡Christian!- Jenna le calza un buen madrazo sobre la coronilla y se santigua, como si el porno fuera algo de Satanás.

Jenna me hace gracia porque todo lo relacionado con ella es sencillo e inocente: le gustan los bebés regordetes, las flores de campo y esas películas románticas sobre rubias tontas pero amables que encuentran el amor verdadero en las calles de Nueva York.

Me gusta también que crea de verdad en Dios; es bonito estar segura de que hay alguien allá arriba que te ama incondicionalmente y que siempre estará para tí en los momentos difíciles. Lástima que Dios no es tan bueno con todos.

Después de haber discutido sobre películas porno por un tiempo ridículamente largo, me arremango el suéter y procedo con la primera fase del plan. Con los ojos de mis amigos pendientes de cada movimiento que hago, escribo "chico guapo con pelo claro" en el buscador, y unos miles de resultados se despliegan ante mí como un álbum fotográfico.

Chris reprime un suspiro cuando hago scroll y la imagen en 4K de un cirujano sexy se proyecta en la pantalla sin que yo lo haya pedido. Miro de reojo a Jenna y la veo toda roja y sudorosa, como si ver a tantos chicos juntos le chocara. Tal vez me choca a mí también.

Buscamos por otros veinte minutos, pero ninguna foto me parece decente; hay una que no está mal de un bato de pelo negro y ojos azules, pero Chris asegura que es famoso y que por lo tanto Laia podría reconocerlo.

Bufo y paso a la siguiente.

-¡Esta! ¡Esta!- exclama Chris, indicando la pantalla y retorciéndose en su asiento como si lo estuviera poseyendo el espíritu de un demonio muy exaltado y muy gay-. Esta es perfecta, Vi, ¡perfecta!

Niego con la cabeza. A veces, cuando hace así, me parece tan aniñado que no entiendo cómo alguien pueda pensar que es un violador. Su color de piel destaca más que su comportamiento, supongo.

-No, Chris, no podemos poner esta. Es un hombre de treinta años, por Dios.

-Pero, ¿Qué más da?- mi amigo se cruza de brazos y frunce el ceño-. Está bueno, y además tiene unos músculos de ensueño.

-No es cierto. Sus pants con elásticos en los tobillos me dan cáncer visual- giro un poco el portátil hacia Jenna para que Chris no siga comentando cada cosa que parezca tener un pene.

Paso a la siguiente foto y mi corazón salta un latido.

Oh.

-¿Quién es? ¿Es guapo?- Chris da saltitos para ver quién es el culpable de mi embelesamiento, pero Jenna me arrebata el portátil y se lo pone sobre el regazo.

-¡Dios mío!- suelta, cubriéndose la boca con la mano-. Lo decía que es destino que estén juntos.

Me tenso. Mis ojos están encadenados a la foto de Ty que ha aparecido en la pantalla. No pensaba exactamente en él cuando busqué "chico guapo con pelo claro"; de hecho, su definición sería más: "buenorro carismático de cabello azabache".

Su cara es tan bonita que duele. Verlo en camisa de franela blanca y pantalones oscuros me recuerda al día que nos conocimos, cuando me acarició la mejilla y nos aventamos a la piscina de la escuela.

Me toco el pecho, intentando cubrir con la mano el enorme hueco que se ha abierto donde tendría que estar mi corazón; no puedo mirar a Ty sin pensar en que lo nuestro terminó aún antes de empezar.

No contesta a mis llamadas ni me escribe, así que ayer, después de clases, me prometí oficialmente que dejaría de molestarlo. Sin embargo, estoy tentada de romper la promesa ahora que su cara ha aparecido en alta definición en la pantalla de mi laptop.

Disimulo mi nostalgia y tristeza como puedo ante una emocionadísima Jenna, y por fin encuentro la foto que buscaba; es de un chavo desconocido con pelo alborotado y ojos cristalinos, recostado en el marco de una puerta. Su mirada es lo suficientemente idiota como para ser la de un jugador de fútbol.

-¿Por qué esta gente existe solo en el internet?- pregunta con un suspiro Jenna, y se deja caer sobre la mesa. Luego, mirándose alrededor: -Son dos años que trabajo en esta cafetería,
y hasta ahora solo me he topado con rastas y borrachos que se creen Superman.

Me río tanto que casi me olvido de Ty. Casi.

Guardo la foto del chuco rubio y Chris me ayuda a crear un perfil falso en Instagram. Dado que hasta un mono con discapacidad mental sería mejor que yo con la tecnología, delego a él todo el trabajo y aprovecho para estirarme en mi asiento.

Mis ojos se posan sobre la chica con el portátil que había visto antes, la que parecía estar estudiando. A pesar de las personas hablando y la música country, ella no ha dejado de estar concentrada ni un segundo. Me pregunto si irá a la universidad, y si es así, qué carrera habrá elegido.

Dentro de poco va a ser hora de que yo también mande solicitudes a distintas universidades, y la neta es que me da pánico.

-Listo- Chris se hace crujir el cuello y me enseña su obra maestra-. Aquí está el perfil de Kevin, un rompecorazones de diecisiete años venido directamente de Nebraska.

Miro hacia la pantalla con la boca muy abierta. El perfil de nuestro chico imaginario es tan apetecible que casi me dan ganas de enviarle un mensaje. Supongo que es así como tantas personas caen en las trampas de los maniáticos de internet.

-¿Ahora qué hacemos?- pregunta Jenna, sujetándose la barbilla con una mano-. ¿Le enviamos un mensaje a Laia y ya?

Miro mi Lista de la Venganza y asiento.

-Sí. Y también tenemos que rezar a quién sea para que no se de cuenta de la trampa.

Chris cruza los dedos y Jenna saca de debajo de su uniforme un rosario de plástico barato. Susurra algunas palabras, lo besa y luego vuelve a esconderlo entre sus prendas, como si fuera la guardiana de un preciado tesoro transmitido de generación en generación.

Busco el usuario de Laia en Instagram, y, cuando lo encuentro, me saltan a los ojos dos cosas; la primera es que su perfil es privado, por lo tanto tendré que enviarle una solicitud si quiero escribirle, y la segunda es que tiene...

-¿¿¿4.000 seguidores???- me tapo la boca con ambas manos para evitar que toda la cafetería vea mi paladar, y siento como mi ego se va haciendo astillas en mi interior.

Yo solo tengo 102 seguidores, de los cuales treinta son mis primos y tíos de México. Lo único bueno de tener una familia estúpidamente grande al otro lado de la frontera, es que está demasiado lejos para dar la lata pero lo suficientemente cerca para acordarse de tí y seguirte en Instagram.

Miro hacia la pantalla otra vez y me restrego los ojos con las manos, pero nada hará que la cifra que veo cambie.

-Seguro que ha pagado a toda esa gente para seguirla- comenta Chris, desdeñoso, y hace un gesto con la mano para quitarle importancia al asunto.

En mi mente, sin embargo, empiezan a formarse nuevas dudas. Si Laia tiene tantos seguidores, ¿Por qué debería aceptar la solicitud de un chico desconocido? Chris ha etiquetado a nuestro instituto en la descripción de Kevin, pero, ¿Será suficiente como para que sea creíble?

Nada de pensamientos negativos, me ordeno, aunque sé perfectamente que no voy a pararlos con una simple afirmación; Laia va a creérselo porque tiene que pagar por lo que me ha hecho.

Y cuando eso va a pasar, voy a ser la persona más feliz del mundo.

Me voy a sentir plena y realizada.

Voy a deshacerme de toda esa frustración que me acompaña cuando camino por los pasillos del instituto.

Lo juro por lo que sea que esté allá arriba.

Con esto en mente, envío la solicitud al perfil de Laia. Chris y Jenna silban y me aplauden, y mis labios se estiran automáticamente en una sonrisa malvada.

Tal vez mi sed de venganza me está convirtiendo en una mala persona, pero a estas alturas ya no me importa; con un simple click, ha empezado la cuenta atrás para mi felicidad.

Continue Reading

You'll Also Like

326K 18.4K 35
LIBRO TRES DE LA SAGA ÁMAME. Summer ha estado enamorada de Nikolai desde que tiene memoria, ella siempre ha estado consciente de que nunca pasaría a...
964K 85.5K 50
Ganadora del Watty 2022 en la categoría juvenil✨ «Una carta de amor, una chica con aroma a coco y un verano inolvidable». *** Astrid, la hija de un i...
138K 4.7K 43
¿Que pasaría si te sintieras completamente atraída por la prima de tu nueva compañera de trabajo? Descubre la historia de Chiara una artista emergent...
36.9K 951 23
En este libro, descubrirás cómo puedes ser un maestro de la manipulación para ayudarte a obtener lo que quieres de la vida. Psicología oscura: Una g...