-Por quinta vez Osmar... ¡Los animales del Bosque no nos pueden guiar!-. Reprochó Félix. -Si sabes escuchar, el bosque te dará las respuestas-. Añadió Riley, imitando la voz de una loca. -¿A quién le copiaste eso?-. Refunfuñó Félix. -Déjenlo ya, tenemos que concentrarnos en el camino-. Comentó Osmar mientras sacaba las bayas que había recolectado junto a Fede. -Esto es lo único que tenemos para comer, más te vale no tragártelo todo chiquitín-. Agregó Osmar, dándole algunas a todos los integrantes. El albino colocó una mueca de molestia al escuchar esa última palabra saliendo de la boca del peli-morado. -¡Oye! Sólo yo lo puedo llamar enano-. Dijo Félix entre risas. Ambos rieron mientras Fede miraba a otro lado con cierta vergüenza. El peli-rosado observó las bayas antes de comerlas, y fue ahí donde se percató de que estas mismas no eran comestibles. -Un momento... ¡Estas bayas son bayas de hidria!-. Chilló, arrimándose automáticamente al albino para quitárselas.
-¡Estas bayas son venenosas! ¿Nunca dieron biología?-. Refunfuñó. Fede comenzó a gruñirle a Félix, puesto a que este no había comido desde anoche y estaba hambriento. -No me gruñas, lo hago por tu bien-. Agregó, mientras tomaba carrerilla y lanzaba las bayas lo más lejos que pudo. -Eso también va por mis zapatos...- Finalizó el peli-rosado con una cara de orgullo. El mayor frunció el ceño y le pegó un pisotón al menor, causándole un chillido ahogado. -¡Encima que te ayudo!-. Refunfuñó. Fede se alejó del contrario para quedarse junto a Riley, quien también lanzó las bayas al verlo arrimarse. -Lo siento Fede, pero si realmente son venenosas no quiero que corras el riesgo...-. Comentó. Al ver todo esto, Osmar sólo se dispuso a guardar las bayas en vez de tirarlas por los aires. -Estoy seguro de que a Fardax le encantarán-. Susurró el peli-morado. A todo esto, el albino comenzó a armar una rabieta, pateando las ramas que se hallaban en el suelo y chillando con sonidos ahogados inentendibles. -Déjalo, ya se le pasará-. Le susurró Riley a Félix antes de que este se le acercara más. Los cuatro continuaron con su camino mientras el albino seguía pateando cosas y refunfuñando sin parar. -A veces me cuesta pensar que tenga veinte años...-. Suspiró Osmar, viendo cómo el mayor seguía con su rabieta a pesar de haber estado así por diez minutos. -¿¡T-Tiene veinte años?!-. Gritó Félix, mostrando un asombro descomunal. Su amigo asintió, mientras se agarraba del estómago. -Aun que no lo culpo... Realmente hace hambre...-. Añadió, algo desilusionado. Félix suspiró. -Tal vez podamos encontrar algo más adelante...- Le respondió al peli-morado, causando que este asintiera.
Osmar comenzó a hurgar dentro de la maleta, buscando a ver si Fede había dejado lo mínimo, pero fue en vano. Lo único que logró sacar fue la hoja en donde Fede había metido los alimentos. -Esto es todo lo que queda, una puta hoja de papel... ¡Maldita sea Federico!-. Le gritó Osmar con cierta molestia. El contrario sólo le respondió escupiéndole con la lengua. En respuesta, Osmar le gruñó. -Dejen ya de pelear, ¡Tenemos asuntos más importantes que esto!-. Reclamó Riley, frunciendo el ceño en el proceso. -¿Como encontrar algo para comer?-. Argumentó Osmar. -Pues mira, tal vez si eh-. Agregó la peli-roja. -¡Estén tranquilos carajo!-. Gritó Félix, arrimando al albino a él y frunciéndole el ceño a Riley para que dejaran de pelear.
Osmar asintió cansado, y volvió a meter la hoja vacía de la comida dentro de la maleta, seguido de suspirar mientras le rugían las tripas. -Estoy demasiado acostumbrado a comer lo que sea en cualquier hora... Lo lamento-. Añadió. Félix se quedó pensando un buen rato, hasta que se arrimó a Osmar y le arrebató la maleta para sacar algo. -Buena suerte buscando algo para comer-. Comentó Osmar entre risas. -No estoy buscando comida, estoy buscando soluciones-. Agregó Félix, terminando por sacar el cuchillo que llevaban. -Oh genial, ¿A quién vas a sacrificar?-. Añadió Riley entre risas. Félix se arrimó a Fede, quien no parecía entender lo que el peli-rosado quería hacer. Acto seguido se agachó para estar a la altura de sus ojos y le comentó. -Córtame-. Los tres se quedaron perplejos. -Woah, ¡Tus fetiches a tu cuarto!-. Refunfuñó la peli-roja, colocando cierta cara de asco. -Si tienes hambre, córtame-. Le repitió el menor al albino, ofreciéndole el cuchillo. El mayor lo miró de arriba a abajo, dejándose ver un pequeño hilo de baba en su boca. -Vamos, se que lo estas deseando-. Le suspiró el peli-rosado. Fede tomó el cuchillo, y continuó analizando el cuerpo del contrario, pensando en donde realizar el corte. -Félix no es necesario que te jodas a ti mismo, con que le des una rama de un árbol será suficiente-. Los dos chicos ignoraron el comentario de la peli-roja, mirándose el uno al otro. -¡Esperen! ¡Veo un bulto adelante! ¡Probablemente sea algún animal muerto!-. Comentó Osmar, colocando una sonrisa que casi le cubría la cara completa, y terminando en romper la extraña tensión que tenía la pareja. Fede volvió a la realidad, arrimándose al bulto que Osmar señalaba. Los otros tres le siguieron de lejos, menos Félix, que procuraba quedarse cerca del albino.
El cuarteto paró en frente del bulto, el cuál resultó ser un Jabalí en estado de descomposición. -Genial... Esta podrido-. Suspiró Félix. -Supongo que tendremos que seguir con lo nuestro-. Añadió, pero sus palabras fueron en vano al ver el rostro de los otros tres. Parecían felices de haberse encontrado con el cadáver del animal. -¡Por favor! ¡Tiene hasta gusanos! Díganme que no se lo van a comer...-. Fede volteó a verlo con una sonrisa en su rostro, y no tardó en asentirle emocionado. -Miren... No pienso quedarme acá viendo como se comen esto... Yo... Iré a investigar un poco más... Volveré en un rato-. Asintió el peli-rosado, dándole un beso en la mejilla al albino y despidiéndose de los demás moviendo la mano mientras se alejaba en busca de respuestas.
-Podré comer carne, pero jamás me voy a comer un sólo puto bicho...-. Se dijo a sí mismo. El chico fue colocando algunas piedras en el camino para no perderse en la ida de vuelta, puesto a que su memoria no era la mejor. Todavía recordaba cuando se había tirado toda la noche estudiando para un examen de Geografía, y horas antes del mismo se le había olvidado casi todo el temario. -Que día más torpe-. Rio para sí mismo. -Juraría que lo sabía todo-. Añadió. El bosque parecía interminable, y estaba seguro de que era más extenso que Ciudad Paleta. -Bueno... Al menos no hay criminales por acá, finalmente puedo caminar tranquilo-. Sonrió, mientras comenzaba a chiflar para distraerse un rato. Su larga caminata fue detenida al toparse con algo inusual en el suelo. -¿Que es esto?-. Comentó al aire, agarrando el objeto con cautelo. Al analizarlo, pudo percatarse de que se trataba de una especie de carta, parecida a las del póker, sólo que con un diseño peculiar. En esta misma se podía leer "El Indefenso". -¿Qué es esto? ¿Una carta del Tarot?-. Se preguntó. Pero su sorpresa se incrementó al voltear hacia adelante, encontrándose con un camino de cartas que lo dirigían a lo profundo del bosque. -Encontré algo...-. Se dijo a si mismo, llevándose la carta y dando marcha atrás para comentárselo a los demás.
No tardó mucho en llegar, puesto a que las piedras que había colocado seguían tal y como las había puesto. Los tres seguían ahí, montándose un festín con el putrefacto cadáver del Jabalí. Félix intentó evitar el contacto visual con el animal, puesto a que le asqueaba que estuviera repleto de gusanos e insectos por todas partes. -Chicos, lamento interrumpir su festín, pero encontré algo importante-. Y dicho esto, mostró la carta que había encontrado. Los tres voltearon a la vez, deteniendo sus actos para observar el curioso objeto que Félix trajo.
-Eso sí que es extraño-. Comentó Osmar. -Sí... Y no es algo común dentro del bosque-. Añadió Riley, dando a entender de que eso no era parte del bosque. Algo o alguien debió dejarlo ahí, puesto a que no era algo con lo que te toparías en el lugar. Fede se levantó de inmediato y se arrimó a su pareja, analizando la carta. -¿Nos puedes guiar hasta allá?-. Preguntó Osmar, mientras arrancaba ciertas partes del cadáver para guardarlas dentro de la hoja de provisiones. El menor asintió, señalando el lugar por donde se había adentrado, y explicando el camino de piedras que había dejado. -Bueno Hansel y Gretel, vamos para allá-. Rio Riley.
-Es por aquí-. Comentaba Félix de vez en cuando, explicándoles a los demás lo extraño de la situación. No tardaron mucho en toparse con el camino que tanto comentaba Félix. -Vaya, no mentías...-. Comentó Riley sorprendida, causando una mueca de molestia en el rostro del contrario. Osmar se arrimó a la carta más cercana a ellos, en donde pudo leer -"El Ayudante"-. Leyó en voz alta. Riley también se arrimó a la que seguía y la levantó -"La Protectora"-. Leyó desconcertada. -¿Que es todo esto?-. Agregó confundida. -No lo sé, pero tiene pinta de guiarnos el camino-. Añadió Félix con cierta seriedad en sus palabras. Fede también se arrimó y tomó una carta. -¿Que dice el tuyo?-. El chico sólo se quedó callado mientras se arrimaba al peli-rosado. -"El culpable"-. El cuarteto se miró entre sí, pero el silencio se rompió al observar el resto de cartas del camino iluminarse de un color zafiro. -¿Que es esta mierda? ¡Parece un cuento de cinco niños desaparecidos y un puto asesino!-. Reprochó Félix. -Deja tus mariconadas, esto se ve maldito, no deberíamos seguirlo-. Reprochó Riley, volteando la mirada. -Maldito o no, será la gilipollez que me salve el culo-. Y dicho esto, Félix comenzó a seguir el camino. -Lamentablemente tiene razón-. Comentó Osmar para luego seguirlo. -Fede...-. Las palabras de la peli-roja se cortaron al ver al mayor corriendo hacia el peli-rosado. -En que mierda me metí...-. Refunfuñó Riley. -¡Espérenme!-. Chilló Riley para arrimarse de vuelta al grupo.
El camino parecía interminable. Los cuatro no se atrevían a tocar las cartas iluminadas, puesto a que no sabían por que se habían iluminado de la nada, y tenían miedo de que les pasara algo por pasarse de curiosos. -Fede no te alejes mucho-. Dijo Félix, arrimándolo a él con su mano. Félix no sabía si lo arrimaba por que se preocupaba por él, o por miedo de estar solo en contra de lo que sea que se toparan. Probablemente fuera un conjunto de las dos. -¡Como nos pase algo serás la próxima cena!-. Chilló Riley. -¡Nadie pidió que vinieras!-. Le reprochó Félix, dejando a la contraria sin argumentos para refutarle. Después de varios minutos caminando, llegaron al final del camino de cartas, siendo cortado por una gran fila de arbustos. -Los arbustos no crecen así naturalmente-. Comentó Osmar, levantando una ceja en el proceso. Félix se aventuró, y separó los arbustos para que los demás pasaran, terminando él por cruzar. Al juntarse de vuelta con el cuarteto, analizó el nuevo área que lo rodeaba. Era un lugar lleno de cabañas abandonadas, completamente vacío, y a lo lejos se podía distinguir lo que parecía un gran escenario. Había fogatas apagadas, conjuntos de piedras, trozos de madera tirados por doquier, y todo se veía a medio quemar. -¿Habían personas por aquí?-. Preguntó Osmar al aire, colocando una cara de asombro al igual que los demás. Riley dio unos pasos hacia adelante, hasta que miró hacia abajo, topándose con un objeto que no parecía demacrado, más bien se veía bastante cuidado. La chica no lo dudó, y se agachó para recogerlo. -No solo eso...-. Comentó mientras volteaba a ver al grupo. -Alguien estuvo aquí antes que nosotros...-.