Iniciativa Caídos 2: Tierra D...

By IniciativaCaidos

28.5K 2.6K 1.1K

Hace miles de años los dioses egipcios gobernaban la tierra, o al menos eso dicen los mitos pero son sólo eso... More

Prólogo
Capítulo 1: De vuelta a la Acción
Capitulo 2: Vida de Zorros
Capítulo 3: Mirar al Futuro
Capítulo 4: El más buscado
Capítulo 5: Preguntas sin respuestas
Capítulo 7: Más fuerte
Capítulo 8: Stairway to Heaven
Capítulo 9: Primer Contacto
Capítulo 10: Sarthor
Capítulo 11: Último Reencuentro.
Capítulo 12: Guerra contra Sombras
Capítulo 13: Poder contra Habilidad
Capítulo 14: Voluntad de Hierro
Capítulo 15: Alumno y Maestro
Capítulo 16: El Regreso
Capítulo 17: Riesg Contra Omegahumana
Capítulo 18: Peligrosos Aliados
Capítulo 19: El Reencuentro
Capítulo 20:Héroes
Capítulo 21: ¿Sabes qué son los pensamientos?
Capítulo 22: La Subasta
Capítulo 23: La Subasta [Parte 2]
Capítulo 24: El Ataque
Capítulo 25: Marcas Blancas
Capítulo 26: Lucha de Ideales

Capítulo 6: Regalo de los Dioses

1K 114 76
By IniciativaCaidos

El Jet recorrió numerosos kilómetros, a excepción de Hyrik ninguno sabía a dónde irían a parar ahora, luego de lo ocurrido con Cyberex la Agencia se dedicó a cambiar de posición sus bases principales en caso de que hubiera quedado algún registro de la que tenían en Suiza, el problema era que dicho desconocimiento de parte de los Caídos hizo que la espera les pareciera eterna, para colmo, Hyrik dijo que recibiría información más detallada de la misión por lo que aún no podía decirles mucho de lo que se trataría.

Ante esto la mayoría decidió relajarse un poco, cuando no se tiene mucho que hacer dormir siempre es una buena solución, aunque no parecía estar funcionando con todos.

Yasser salió de la habitación con sumo cuidado intentando no despertar a Klinn, fuera, sentado en uno de los cómodos asientos se encontraba Nathaniel, aunque en una posición extraña, sus pies estaban subidos al asiento, como si estuviera acuclillado en el, en su mano daba forma a un pequeño zorro, su creación era perfecta pero viendo el rostro del pelinegro no parecía satisfecho, parecía esforzarse por hacer algo con su creación, pero nada cambiaba.

—¿No puedes dormir? —preguntó Krieg haciendo que note su presencia.

—Quería intentar algo —respondió Fox suspirando y deshaciendo su sombra.

—¿Tiene que ver con la película que estabas viendo? —preguntó Castel uniéndose a ambos en ese mismo instante.

—No, eso solo lo hice por curiosidad —respondió el pelinegro—. Lo que intentaba ahora es algo que logre hacer antes, aunque no estoy seguro de cómo.

—¿Qué cosa? —preguntó el rubio, aunque Fox dudo en responder—. Acabo de darme cuenta que les conté gran parte de lo que me pasó durante este tiempo, pero no sé qué ocurrió con ustedes, tal vez podemos aprovechar este tiempo para ponernos al día.

Aún dudando Nathaniel respondió.

—En una de mis peleas contra la organización de los Shadows mis sombras fueron rodeadas de una especie de brillo rojo, parecían haberse hecho más fuertes, pero no he podido usarlas de nuevo desde entonces —comentó.

—Mmm, interesante —contestó Yasser pensativo—. Bueno, por lo que pude ver de tus poderes, en ocasiones pueden ser potenciados por un sentimiento de ira.

—No te ofendas Doc, pero aumentar de poder cuando te enojas suena a cliché de anime —interrumpió Matías.

—No si tiene una razón lógica y científica —replicó el vigilante—, cuando nos enojamos nuestro cerebro genera reacciones químicas elevando los niveles de algunas hormonas como la dopamina o la noradrenalina, en humanos y animales sirve para crear un mecanismo de defensa contra los peligros, tal vez como Omegahumano esto afecte a tus sombras.

—¿Dices que mis sombras se potenciaron como un mecanismo de defensa? —preguntó Nathaniel.

—Tal vez, ¿estabas enojado cuando eso ocurrió? —Pensamientos fugaces cruzaron la mente del pelinegro.

—Un poco —se limitó a contestar—. ¿Entonces no hay manera de controlarlas?

—Se puede controlar la ira —contestó Krieg soltando una risa seca—, aunque no es tan fácil —durante un instante tanto a Castel como a Fox les pareció ver un destello del Krieg del pasado—. ¿Qué ocurre?

—Bueno, si fue una sorpresa que ahora estés saliendo con una Hevenziana, pero creo que recién me estoy dando cuenta de lo cambiado que estás —comentó el rubio haciendo que Yasser sonría—, no te ofendas, pero la primera vez era imposible hablar contigo.

—Bueno, si, era una persona difi-

—O sea, en serio, eras una bomba de tiempo, tenias cara sería todo el tiempo y cuando sonreías dabas miedo, como si fueras a asesinar a alguien —Matías lo interrumpió.

—Bueno, creo que ya entien-

—Y ni siquiera hablemos de tus arrebatos de ira, a veces creía que nos ibas a intentar matar a todos.

—Castel... —en ese instante el mencionado notó que la sonrisa del vigilante había cambiado por su típica expresión seria—. Mejor cállate.

—Es broma, sólo estaba probando la paciencia del nuevo Krieg, sabes a lo que me refiero —contestó el rizado con una sonrisa de lado—. Y bien... ¿De qué creen que se trate la nueva amenaza?

—No tengo ni idea, pero si la Agencia le dio permiso a Hyrik para buscarnos debe ser grave —respondió Krieg.

—Bueno enfrentamos a Cyberex, literalmente alguien que controlaba al planeta entero —comentó Castel—, dudo que exista una amenaza mayor, incluso si es así, creo que todos mejoramos bastante desde la última vez que estuvimos juntos, si esta vez actuamos como equipo desde un principio, ¿piensas que tendremos algún problema?

—Espero que no —respondió Yasser—. Según lo que comentó Hyrik, lo que debemos buscar está en Egipto, y quisiera hacer algo allí si tengo tiempo.

—Créeme, lo tendrás —en ese momento Hyrik llamó la atención de todos saliendo de la cabina del piloto—. Bueno, fue un viaje largo pero por fin estamos llegando —comentó mientras el resto de los Caídos se juntaban y tomaban sus lugares antes de aterrizar.

—¿Ya vas a decirnos la razón por la que nos reuniste? —preguntó Himeya.

—La Agencia ha sido bastante reservada esta vez, y ahora que sé más al respecto puedo entender el porqué —respondió el hevenziano—. Díganme, ¿qué tanto saben de los Dioses egipcios? —la pregunta los tomó a todos por sorpresa.

—Estos suelen estar relacionados con cosas típicas de la región, como el desierto o la agricultura —comentó Yasser—, aunque también a conceptos más abstractos como la ira o el amor.

—¿Dirías que cada uno se caracteriza por tener una habilidad especial? —la confusión aumentó en los presentes—. A lo que quiero llegar es que según el informe de la Agencia, lo que buscamos es "el poder de los Dioses Egipcios".

—Puede que suene irónico que lo diga alguien que literalmente llegó a la Tierra desde el cielo —dijo Klinn tomando la palabra—, pero se me hace difícil de creer que exista algo así.

—Se de primera mano que existen cosas mucho más "ilógicas" que esas —respondió Samir para luego llevar su mano hacia la gema de su frente—, además... Me pareció sentir una leve reacción en Yamato cuando Hyrik lo mencionó.

—¿Quién es Yamato? —preguntó la Riesg confundida.

—Algo en el que se te haría difícil de creer —se limitó a contestar el mercenario.

—Un ser multidimensional muy poderoso atrapado dentro de la gema de su frente —detalló Castel, sorprendiendo a todos.

—Cuando lo dices así, haces que parezca menos loco —agregó Samir mostrando un poco de incomodidad por lo que piensen los presentes.

—Sea como sea esa es su misión —interrumpió el Hevenziano—. La Agencia detectó una señal que corresponde a lo que ellos denominaron "Amuletos", objetos de origen desconocido, probablemente de una raza antigua con grandes avances tecnológicos. Su poder es demasiado grande como para dejar su paradero al azar, si la mitad de lo que se dice de ellos es cierto entonces representan un peligro gigantesco.

—Si la misión es solo buscar estos "amuletos", ¿por qué nos necesitan a nosotros? —preguntó Nathaniel entendiendo que debía haber algo más.

—El hecho de haber recibido esa señal nos hace creer que de alguna manera uno de los amuletos fue activado —contestó el Agente—. Hay diversas posibles razones por la que pudo pasar, pero la más probable es que haya sido encontrado por alguien, no sabemos qué tipo de habilidades le hayan otorgado a dicha persona, y como ya mencioné, no podemos arriesgarnos.

—¿Ahora debemos buscar a una persona de la que ni siquiera sabemos si sus intenciones son malas y arrebatarle esa cosa a la fuerza? —dijo Samir sarcásticamente—. Esto no tiene buena pinta.

—Lo ideal sería evitar que nuestra primera interacción no sea hostil e intentar conseguirlos de manera pacífica si es posible —respondió Hyrik—. Por otro lado, no importa quien sea esta persona, incluso con la mejor intención, usar estos objetos es peligroso.

—Soy consciente de que el poder puede corromper, incluso al mejor hombre, pero...

—No se trata solo de su poder —replicó el hevenziano, esta vez más serio—, la mera naturaleza de estos amuletos parece ser corrosiva para la mente.

—La Agencia parece saber demasiado de estos objetos —intercedió Yasser—, ¿cómo es posible?

—Incluso con mi nivel de acceso hay lugares donde no puedo revisar tanto como me gustaría —explicó el Agente—. Se que la Agencia no quiere revelarme todo, al menos no por ahora.

—Como militar sé que hay veces en las que tienes que seguir órdenes sin tener todos los detalles —comentó Himeya pensativo—. Pero en este caso no me gusta para nada, si es tan importante el desconocimiento es inaceptable.

—Lo sé, yo tampoco estoy feliz con eso —replicó Hyrik suspirando—, intentaré averiguar más pero necesito que cooperen, sea lo que sea que la Agencia oculte, es menos probable que terminen destruyendo el planeta, algo que no podemos asegurar del desconocido que posee el amuleto.

Los Caídos se miraron entre sí unos instantes hasta que finalmente terminaron asintiendo, tal vez no confiaban en la Agencia, pero si en él.

—Estamos descendiendo —comentó Yasser notando el cambio de dirección del Jet—. Supongo qué estamos en Egipto.

—Así es, vamos a detenernos en una de las bases de la Agencia y prepararemos el equipo que necesiten —respondió el hevenziano.

—¿No convendría ir directamente por el objetivo? —cuestionó Klinn—, si en verdad es tan peligroso deberíamos actuar cuanto antes.

—Tiene un buen punto señorita McGregor, pero aún no sabemos específicamente dónde se encuentra —dijo el Agente—. Cuando recibimos la señal se movilizaron los satélites de la Agencia pero fue demasiado tarde para localizar al responsable, tendremos que esperar a recibir otra señal para hallarlo —agregó esta vez dirigiendo su mirada hacia Yasser—, por eso decía que tendrías tiempo suficiente

—¿Dónde estamos exactamente? —cuestionó este mirando por la ventana.

—En El Cairo —ante dicha respuesta el vigilante apretó levemente los puños mientras una oleada de recuerdos le llegaban a la cabeza, algo que fue notado por la Riesg quien tomó su mano, claramente sabía en qué estaba pensando.

Al bajar del Jet, al igual que la primera vez, fueron observados por todos los trabajadores de la Agencia, aunque esta vez ya no se sentía tanta hostilidad hacia ellos, quizá porque ya habían demostrado que el equipo funcionaba.

—Me gustaría decirles que aprovechen a tomar un descanso, pero tengo la impresión de que no todos querrán hacerlo —comentó el hevenziano—. Las instalaciones están a su disposición, habitaciones, duchas, salas de entrenamiento, solo asegúrense de estar preparados, no sabemos en qué momento recibiremos una segunda señal.

Antes de que pudieran preguntarle qué era lo que él iba a hacer este se retiró dejándolos solos.

—La sala de entrenamiento suena bien para mí —dijo Castel para luego dirigirse a Nathaniel—. ¿Te sumas? —el pelinegro simplemente asintió—, ¿y tú Himeya?

—Me gustaría, pero tengo que llamar a mi madre para ver cómo está —respondió el victoriano mientras tomaba su teléfono y se apartaba del grupo—. Espero que en este lugar haya cobertura.

—¿Yasser?

—Yo... tal vez en otra ocasión —respondió el doctor mientras volvía al Jet—, voy a preparar mis cosas.

—Y supongo que yo iré a revisar que no haga alguna estupidez —contesto Klinn luego de que este se alejara.

—Suerte con eso —Matías estaba a punto de dirigirse hacia Samir para hacerle la misma pregunta, sin embargo este ya se había ido—. ¿A dónde fue nuestro líder? —preguntó confundido.

—Se marchó, en la misma dirección que Hyrik —respondió Fox pensativo.

—Bueno, supongo entonces que solo seremos tú y yo.

La base era significativamente más pequeña que la de Suiza, aunque sí lo suficientemente grande como para perderse, por lo que tuvieron que pedir indicaciones para llegar a las salas de entrenamiento, estas se encontraban en el exterior, algo que no se esperaban.

—El lado bueno es que puedo moverme con más libertad con mis burbujas aquí —comentó el rubio—, lo malo es que deberemos tener más cuidado para no lastimar a los que estén alrededor.

—Dudo que sea el único problema —murmuró Fox, pues no se sentía muy cómodo con el hecho de que tanta gente lo observará al mismo tiempo.

—Y bien, ¿quieres practicar lo de la "sombra roja"? —el pelinegro se detuvo a pensar un momento.

—No, tal vez lo deje para después —comentó este—, aunque quizá me puedas enseñar algunas cosas —el rizado lo observó confundido.

—¿Yo? ¿Enseñarte a ti? —cuestionó a lo que Nathaniel asintió.

—Suelo aprender mucho observando a otros, durante una de mis peleas en Rickards City contra un trío de Omegahumanos copie algo de tu estilo de pelea con las burbujas —explicó.

—No sabía que tenía un estilo —respondió Matías riendo—, ¿qué hiciste? ¿Partiste a una persona por la mitad con una burbuja de oscuridad? —Fox negó con la cabeza mientras creaba una esfera de sombras y se paraba sobre ella.

—Hice esto —Castel volvió a mostrar confusión unos instantes hasta entender, por lo que creó su propia burbuja a la que subirse.

—Supongo qué buscas consejos de "vuelo" —dijo con una sonrisa, una que el pelinegro devolvió, aunque siendo menos amplia.

.

.

.

.

.

Hyrik Wyx era uno de los Agentes más antiguos de la Agencia, entró como un simple médico más, pero con el tiempo se ganó a pulso un estatus en la organización, aunque ni mucho menos era de las más altas, sus compañeros lo respetaban, mucho más que por su posición, sino por sus habilidades y compromiso por la causa. Por lo que se preguntaban por qué no lo consideraban digno de un puesto más alto, pero Hyrik lo sabía.

Para bien o para mal, el era un Agente de campo, estar tras un escritorio no era lo suyo, y la alta mesa de la Agencia intentaba aprovecharse de ello para tenerlo como su recadero, aunque para su suerte Hyrik no era del tipo orgulloso, desde el inicio supuso que sería así, pero eso no quería decir que permitiera ser tratado como un simple peón.

Se había mantenido prudente con respecto a quejarse por la falta de información de su objetivo, todo lo contrario a Cyberex que, además de ya haberlo conocido en Hevenzia, se había pasado 20 años estudiándolo a fondo, se contuvo únicamente porque pudo notar la genuina preocupación de los miembros de la alta mesa por todo el tema de los amuletos, pero ahora que ya tenía una ligera idea de lo que se trataba no podía permitirse seguir con dudas sin conocer todos los detalles.

Buscando una sala en la que pudiera estar solo busco una de las computadoras, se conectó al sistema de la base y comenzó a investigar, con sus años de experiencia ya había aprendió varios de los trucos de la Agencia por lo que pudo sortear gran parte de su sistema de seguridad. Una parte de él estaba aliviado por no encontrar información sobre los multiversos y el Guardián de los Espejos, al menos él sabía algo que la Agencia desconocía.

—No te ofendas, pero no eres tan bueno con el sigilo como para que no te haya notado —comentó el Hevenziano aparentemente a la nada.

—Contaba con ello, así que no hay nada por lo que ofenderse —respondió Samir acercándose por su espalda.

—¿Vienes a asegurarte de que no les haya ocultado información? —preguntó Hyrik suspirando mientras comenzaba a revisar algunos archivos.

—He vivido lo suficiente como para aprender a ser desconfiado con todos y saber en quienes puedo confiar—contestó el mercenario—. Pero también sé reconocer cuando alguien se gana mi respeto, por ejemplo Yasser, logró superarse a sí mismo así que tiene mis respetos.

—Supongo que quieres decir que yo no tengo tu respeto—respondió Hyrik sin darle mucha importancia

—Supongo que tendré que confiar en ti por el momento, no pareces ser una mala persona, pero no confío en la Agencia, se ve que tienen sus secretos.

Encontrando lo que necesitaba, el Hevenziano sacó un pendrive de su ropa y lo conectó a la computadora mientras copiaba los datos en ella.

—Por supuesto que los tiene —dijo con calma—, no soy estúpido, tal vez seas mayor que yo, pero también tengo mis años de experiencia. La cosa es que luego de tanto tiempo entendí algo, no importa cuantas diferencias tenga con ellos, la Agencia siempre estará enfocada en proteger este planeta, bajo cualquier medio, por eso prefiero estar de su lado.

—Creí que era porque compartían el mismo deseo de acabar con Cyberex. —replicó Samir a lo que Hyrik rió.

—Bueno, quizá así fue al principio —contestó sinceramente—. Pero luego de tanto tiempo, éste planeta se convirtió en mi hogar, y no quiero tener que perderlo al igual que Hevenzia, por lo que si puedo ayudar a protegerlo lo voy a hacer, no importa de qué amenaza se trate.

—Bien, al menos podemos estar de acuerdo con eso. —La descarga terminó y Hyrik desconectó el pendrive.

—Vamos a ver qué es lo que nos han estado ocultando.

.

.

.

.

Piero le había dicho que confiara en Alezie, pero a pesar de que reconocía la gran habilidad de éste en su campo, Marin no podía evitar hacerse cada vez más preguntas, luego de conocer la teoría que tenía Salvatori sobre el brazalete conseguido las dudas aumentaron, aunque el pelirrojo le había mostrado sus traducciones aún no estaba segura, y lo que estaba ocurriendo en ese momento no le ayudaban a hacerlo.

—Normalmente nuestro trabajo es desenterrar estructuras antiguas, esta ya fue descubierta hace tiempo —comentó la hevenziana frente al templo que se alzaba delante de ella.

—A veces no se descubre todo lo que oculta una excavación a la primera —respondió Alezie mientras se adentraba al lugar—. Piero, ve con en resto a traer el equipo, Marin, conmigo —indicó sin titubear a lo que el resto obedecieron—, se que aún no confías del todo en lo que dije.

—No te ofendas, pero es difícil de creer —el arqueólogo soltó una ligera risa.

—Bueno, antes de la llegada de los hevenzianos también era difícil de creer en las naves interestelares, y aquí estamos.

—Buen punto, pero incluso en Hevenzia una tecnología como la que describes suena algo demasiado grande como para ser cierto —en ese instante ambos llegaron al centro de la sala principal de aquel templo.

—Suena a magia, lo sé, pero puedo demostrarte que es real —contestó Salvatori.

—¿Cómo? —le cuestionó Marin intrigada.

—Encontrando otro de los "regalos de los Dioses" —replicó sin un atisbo de duda en su voz—, precisamente en este lugar.

—Este lugar fue descubierto hace meses, ¿Dices que en ese tiempo nadie lo encontró?

—Lo ocultaron para que nadie lo haga —respondió el pelirrojo mientras daba un paso al frente y cerraba sus ojos. En su mente se materializó un pensamiento: "¿Dónde está?" Un sin fin de imágenes e información llegó a su cabeza, demasiado rápido como para que pudiera procesarlo, en ese instante sintió una dolorosa punzada que lo obligó a abrir los ojos y detenerse.

Tal parecía ser que aún no podía manejar todo ese conocimiento de golpe, tendría que avanzar poco a poco.

—Lo ocultaron para que nadie lo haga —se repitió a sí mismo—. Pero siempre dejan un camino de migajas que seguir —agregó, esta vez abriendo bien los ojos y observando todo a su alrededor, cada muro, cada marca, cada jeroglífico, cada uno contaba con su propia historia, pero a su vez, todos formaban parte de la misma, una red de pistas enigmáticas, solo tenía que resolverlas, y poseía la herramienta perfecta para eso.

Marin lo observaba sin saber qué es lo que estaba haciendo, sus ojos se movían en todas las direcciones a una velocidad alarmante. Antes de que pudiera preguntarle, una sonrisa surco su rostro a la vez que su brazalete parecía iluminarse levemente, cambiando sus colores opacos por un amarillo y azul más brillantes.

—Ya lo tengo —dijo victorioso mientras avanzaba hacia una robusta palanca de madera.

—Ya intentaron usarla, no hace nada —se adelantó a decirle su compañera al deducir lo que pensaba.

—Claro que hace algo, solo que ellos ignoraron un detalle que yo no —contestó mientras le indicaba que se acercara—. Necesito que tires de ella —la Hevenziana lo miró confundido.

—¿Por qué no lo haces tú?

—Solo concédeme esto, por favor —esta aceptó aún sin entender y accionó la palanca, Alezie se alejó unos cuantos pasos pareciendo tantear cada una de las baldosas hasta hallar lo que quería.

Pisando una con fuerza logró que se hundiera un poco, ante esto uno de los muros pareció reaccionar moviéndose levemente sacudiendo el polvo del lugar.

—Lo tenemos —declaró el arqueólogo moviendo la pared como si de una pesada puerta se tratara, impresionada ante esto Marin se acercó quedando ambos frente a una habitación secreta, no era muy grande, sus muros eran simples y limpios a excepción de algunos huecos en su interior. Pero sin duda lo que más llamaba la atención era lo que había en lo más profundo de esta, tal como en el anterior templo, se encontraba un pequeño altar con un objeto encima—. Sigue mis pasos, hasta el más mínimo detalle —le indicó Alezie mientras avanzaba.

Marin lo siguió mientras daba pasos hacia atrás, y adelante y de un lado a otro pareciendo no seguir ningún sentido hasta que llegaron hacia el altar, el pelirrojo tomó una piedra del suelo y la arrojó hacia el camino cayendo en una de las baldosas que no pisaron, al mínimo contacto esta se hundió levemente haciendo que una ráfaga de flechas volará en ambas direcciones.

—¿Qué opinas ahora? —le preguntó Alezie.

—In-Increíble —fue lo único que pudo decir la Hevenziana al notar la trampa que evitaron. Por su parte el pelirrojo, se apresuró a voltear hacia el amuleto, este era una perilla egipcia típica, muy común entre las vestimentas de un faraón, con mucho cuidado la tomó en su mano y la observó cuidadosamente.

Su mente fue capaz de traducir los símbolos de manera inmediata "Para los que desean control, el regalo de las arenas".

—¿Qué demonios? —la voz de Piere los regreso a la realidad, Alezie volteo sosteniendo la perilla con una sonrisa victoriosa.

—Tenemos algo que decirles —comentó Marin ante sus confundidos compañeros que intentaban entender cómo es que lo habían encontrado.

Continue Reading

You'll Also Like

91.5K 3.5K 42
Quería compartir con ustedes estas pequeñas frases de las historias de Paulo Coelho que tanta alegría y tristeza me dieron. Estas frases no son mias...
5.9K 1K 33
Aunque todos digan que la muerte es el final del camino, ¿es realmente eso cierto? Alexander cuando estaba vivo tenía una gran cantidad de problemas...
8.9K 208 5
Una mejor forma de contar el Génesis, las revelaciones, hechos, el evangelio y tribulaciones, el posible lado oscuro de la religión cristiana, un man...
20.8K 6K 84
⚠️Solo a partir del capítulo 401, primera y segunda parte en mi perfil.⚠️ En un giro del destino, Jun Hao, un despiadado matón callejero conocido por...