~Evora
Habían pasado algunos días muy locos.
—¿Habías dado clases antes? — cuestionó.
Mi mejor amigo se había tomado muy en serio el papel cuando conoció a mi nuevo tutor hace unos días.
Él negó rápidamente y eso hizo que mi amigo sintiera más dudas. Mi papá fue él que lo salvó.
—¡Aquí están, chicos!
—Solo estábamos conversando señor Martin —responde mi amigo —. Es hora de que me vaya, mamá seguramente estará preocupada.
—No, quédate a cenar, Clover.
—Que gran idea, hija. Pediré una pizza para que comamos.
—Pizza suena bien.
—Informaré a mamá.
Esa era la parte sencilla del plan.
—¿Intentaste resolver la tarea de hoy? —cuestionó mi tutor cuando papá y mi amigo se alejaron. Asentí en respuesta.
—Ella está de acuerdo con que me quede —interrumpe mi mejor amigo.
Haré que esto termine.
—Yo iré a ayudar a tu padre —se excusa y se va.
—Actua extraño.
Tomo la mano de Clover y lo arrastro fuera de la casa, más específica: me lo llevo al frente de la casa. Un fuerte viento nos recibe y cierra la puerta con fuerza.
—¿No crees que estábamos mejor dentro? —dice y le doy una mirada de reproche —. Dime por qué estás molesta conmigo.
Yo negué y de un momento a otro quizás entendí porque mi mejor amigo había tomado ese comportamiento celoso desde que había conocido a mi tutor unos días atrás. Noté sus manos, se unían entrelazando sus dedos, tal vez mi teoría era cierta y él gusta de mí.