Una nueva noche en París.
Han pasado días desde que el señor Belmont ha sufrido un ataque cerebrovascular, Alexandré estaba mal aunque trababa de disimularlo estando refundido en trabajo, hemos decido quedarnos unos días en París, para estar cerca del señor Belmont mientras se recupera, en realidad yo sugerí aquella idea, me gusta París, quise quedarme más tiempo.
François tuvo razón aquella vez que dijo que yo ni siquiera hacía el mínimo intento por caerle bien a sus padres, y ahora entiendo que decía la verdad, hasta ahora no me había esforzado en tener una buena imagen con mi supuesta suegra, lo intenté, intenté quedarme con ella, pendiente a si necesitaba algo, quería estar ahí para apoyarla, pero todo el tiempo me sentí fuera de lugar, como si fuera un estorbo, la señora Belmont tenía a Geraldine y a Jules, quienes estaban ahí a cada segundo, pendiente de ella, así que no lo intenté más, me esforcé en ser una buena nuera, simplemente la señora Belmont no conectaba conmigo ni yo con ella, así que para qué seguir intentando?
Quien me tenía preocupada es François, en todo este tiempo solo había ido una vez a ver a su padre al hospital, y luego desapareció, François es mi amigo, me tenía preocupaba su silencio, tal vez su madre no necesitaba a alguien como yo a su lado, pero tal vez François sí necesitaba a una amiga en este momento.
Alexandré quería estar solo y lo entendía, le daba su espacio, a pesar de que su manera de estar "solo consigo mismo" es trabajar mucho.
A pesar de que toda la familia Belmont estaba pasando un mal momento, yo estaba feliz por estar en París, ir de compras para sentirme mejor, y de vez en cuando estar al pendiente de la salud del señor Belmont para que Alexandré tome en cuenta de que me preocupo mucho por su querido padre, la realidad es que no me importaba el señor en absoluto, si moría o vivía me daba igual, de todas maneras sentía lástima por Alexandré y por François, solo por ellos tengo sentimientos encontrados respecto al señor Belmont.
Debía encontrar a François, saber cómo está, me preocupa no tener noticias de él, pero, ¿Cómo encontrar a alguien que tal vez no quiere ser encontrado?
Le había marcado varias veces sin obtener respuestas, había ido hasta su casa, pero la vez que fui no se encontraba, me tiene muy preocupada, nadie sabe nada de él incluyendo a Alexandré, tampoco nadie parecía preocupado a excepción mía.
— Alexandré, es que me preocupa, me preocupa tu hermano, no hemos tenido noticias de él desde hace semanas. — Dije. Pero Alexandré estaba sumido en unos papeles, solo me echó un breve vistazo y siguió en lo suyo.
— También me preocupa, pero no tengo cabeza para encargarme de él en estos momentos, tengo muchas cosas que hacer. — Dijo, un poco indiferente.
Dios mío, espero que se encuentre bien, solo eso deseo, mi mente imagina los peores escenarios.
— Dime dónde crees que pudiera estar, y yo lo buscaré. — luego de decir aquello, Alexandré dejó sus papeles de lado para prestarme su total atención, y creí que nos íbamos a poner de acuerdo para buscar a François.
— Te preocupas más por François que por mí, es molesto, no irás a ningún lado ¿de acuerdo?, ¿Piensas que François es el único que sufre? ¿O que su sufrimiento es mayor al mío? Se trata de mi padre, y sí, claro que me preocupa mi hermano, pero todos tenemos maneras distintas de lidiar con los problemas, conozco a mi hermano, sé como lidia con sus problemas, solo hay que dejarle en paz, y se acabó, no quiero hablar más del tema. — eso había sido un regaño, estaba fastidiado, Alexandré solo me ha hablado de esa manera dos veces, esta y hace un año cuando pasé mi cumpleaños con François en Mónaco.
Yo solo me preocupaba por él y por François, ¿qué tiene eso de malo? Por eso me he ganado un regaño.
Alexandré no es del tipo de hombres que suelen discutir frecuentemente, o de los que suben la voz, no estaba acostumbrada a aquello, por eso solía sentirme tan mal luego de sus regaños, y más cuando no he hecho nada mal.
— Ya puedes marcharte. — Dijo, volviendo su atención a los malditos papeles.
Salí de ahí lo más rápido posible, estaba muy enojada, simplemente no merecía ese regaño.
Estaba furiosa, ¿Cómo se atrevía hablarme de esa manera?
— Imbécil. — Dije. por ahora no podía hacer nada, pero me aseguraría de que Alexandré aprendiera una lección, y aprovechando que estaba en París y que es una bonita tarde, ¿qué mejor ejercicio para manejar la ira que ir de compras y gastar todo el dinero de tu marido?
Así pasé la tarde, yendo de tienda en tienda comprando ropa y zapatos, últimamente me llamaba más la atención los bolsos de edición limitada, gasté todo lo que quise, y pague todo con mis tarjetas, que son una extensión de la tarjeta de mi esposo; el tiempo pasó volando, y cuando me di cuenta ya era de noche.
Nada perdía con volver a intentar, así que volví a marcarle a François, solo quería saber si estaba bien, era todo lo que quería, pero otra vez no hubo respuesta.
No me quedaba de otra que volver a mi primer hogar, cargando un montón de bolsas, y otra vez verle la cara de amargado a mi esposo.
Mi celular vibró, miré quien era, esperaba que fuera François, pero no, es Alexandré, ignoré su llamada, luego recibí otra llamada, esta vez es de François, por fin tendré noticias, después de semanas sin saber nada de él, tomé la llamada inmediatamente.
— ¿François? Soy yo, Salomé. —Dije con entusiasmo.
— Sé que eres tú, por eso te llamé, oye, ¿puedes venir a mi casa? Creo que hice una estupidez y no sé que hacer. — Respondió al otro lado de la línea, sonaba un poco extraño.
— Sí sí, estaré allá en unos minutos. — Dije. El colgó luego.
Creí que al escuchar su voz sentiría algún alivio pero no, sonaba extraño y eso me preocupaba más.
Cuando entre al ascensor tenia una extraña sensación, luego vi las bolsas que llevaba que ya me hacían peso.
Toqué el timbre, y él abrió inmediatamente, me sorprendí al verlo, él inmediatamente me ayudó con las bolsas que traía.
François estaba bien, pero no se veía bien físicamente, traía poquita barba, el cabello más largo de lo normal, y andaba un poco desaliñado, sin mencionar que apestaba a cigarrillo y quién sabe qué cosas más.
Al entrar en su departamento, todo era un desastre, como si él hubiese hecho alguna clase de fiesta aquí, pero había una vibra extraña, el lugar estaba desastroso.
— Ya estoy aquí, ¿en qué quieres que te ayude? ¿Estás bien? — el ambiente me daba una sensación extraña, olía a marihuana y colonia.
— Te llamé, porque confío en ti Salomé, ¿lo sabes, no? — Dijo, y yo asentí en respuesta.— Necesito que me ayudes.
— Bien, ¿en qué te ayudo?— Creí que él me daría alguna explicación, pero solo apuntó la puerta de su cuarto. Ambos intercambiamos miradas, ¿qué estaba pasando?
Así que fui hacia su cuarto, y lo primero que vi me asustó tanto que casi grito, pero me tapé la boca por inercia.
— ¿Para esto me llamaste? — dije susurrando. lo golpeé en el pecho, ¿Acaso se esta burlando de mí?
Había una mujer desnuda en su cama, por un momento imaginé lo peor.
— Ayúdame por favor, cometí el error de traer a esta prostituta a mi casa y ahora no se quiere ir! — Dijo este susurrando.
— ¿y qué quieres que haga?
— En primer lugar, quiero que bajes la voz, ella está profundamente dormida, y en segundo lugar quiero que me ayudes a sacarla sin que haga ningún escándalo.
— ¿Y porqué yo? Hazlo tú, es tu chica. — respondí.
— ¡No es mi chica! Y ya lo intenté, pero me besó, y creo que me gusta, quiero que se vaya, pero no quiero ser el malo, el idiota, el maldito. Por favor ayúdame, ¿si? — ¿esto se trata de una broma, verdad? François se veía fastidiado, mi celular vibraba como loco, seguro se trata de Alexandré, entonces lo mejor sería irme y dejar que François se encargue solo de sus problemas, pero luego él señaló el bolso de la chica que estaba en el sillon en uns esquina del cuarto, yo lo miré sin entender aún— Tiene un bolso Louis Vuitton...de imitación, mira este material, es una basura, una abominación, no puedo creer que traje a una chica de esta clase a mi casa, me siento abusado, no me dejes solo con ella, podría matarme.
Me causaba gracia verlo de esa manera, prácticamente suplicando mi ayuda, es François siendo François, qué ridícula fui, yo preocupada por él y él disfrutando con una chica.
— Esta bien, pero este favor te va a costar muy raro. — Dije. Le seguí el juego solo por la anécdota que tendría después, pobre chica, no sabe con que loco se metió, aquí la única que correría peligro es ella.
Me acerqué a la chica, que se encontraba profundamente dormida, dios, es una chica muy hermosa, de cabello rubio y piel clara.
Si hago esto, debo entrar en el estereotipo de loca novia latina que grita mucho como papel principal.
— ¿Quién es ella? ¿Qué hace en mi cama? — grité. Luego tomé una almohada y se la arrojé a la chica, François rápidamente me tomó por detrás, evitando que me balanceara sobre la chica, claramente es una terrible actuación, pero la chica se despertó desorientada.
— ¡Suéltame imbécil! Suéltame, te voy a matar!! — Hice un esfuerzo descomunal para aguantar la risa y seguir en mi papel.
La chica parecía asustada y enojada al mismo tiempo, estaba desesperada por buscar su ropa por toda la habitación, mientras que decía algunas cosas en francés que no entendía, y François le respondía igualmente en Francés mientras me tenía sujetada.
— C'est ma petite amie, tu dois y aller maintenant, s'il te plaît va-t'en!! — dijo él.
— Va te faire foutre sac à merde. — Dijo ella, para luego proceder a ponerse su ropa— Toi, t'es un beau salaud, gros con!
— ¡Qué me sueltes te digo! Te juro que te mataré junto con ella, los mataré a ambos!! — grité lo más fuerte que pude, luego la chica salió rápidamente, tomó su bolso y se fue.
Luego de asegurarnos de que la chica se había marchado, pudimos volver a lo nuestro.
— Siento que mi corazón se va a salir del pecho por tu culpa, eres un imbécil ¿sabias? — dije, y es que sí, François solo me había demostrado lo cobarde que es, pero también es mi culpa por prestarme a su juego. — Aquella chica no merece lo que le hicimos, espero que un día pueda perdonarnos.
— Lo superará — Dijo despreocupado— no acostumbro a traer mujeres a mi casa, probablemente estaba muy drogado — luego procedió a abrir una botella de vino- ¿Quieres una copa?
— No gracias, estoy bien. ¿Dónde estuviste? Te marqué varias veces, no respondiste, y no supe nada de ti por días.
— Lo sé, no debes preocuparte por mí, solo necesitaba una inyección de felicidad, solo eso. — sonrió— ¿Cómo esta la salud de mi padre, está mejor ahora?
— Sí, esta mejor que antes, supe que tu madre lo llevará a casa cuando mejore un poco más su salud, y que tu padre tendrá a los mejores doctores y a las mejores enfermeras a su disposición.
El señor Belmont quedaría en estado vegetativo, estaría vivo y podría respirar por su cuenta, pero no volvería a ser el mismo, estaría en silla de ruedas o postrado en una cama, y tampoco volvería hablar de nuevo, pero a mi no me corresponde darle esa noticia a su hijo.
— No quiero verlo, no quiero verlo postrado en una cama, no quiero recordar a mi padre de esa manera, simplemente... no estoy listo. — Comentó, tomando asiento en la sala de estar, yo le seguí. — ojalá hubiese muerto, es mejor estar muerto a estar encerrado en su propio cuerpo.
— Yo... no sé qué decir.
— Sé que esta mal que me exprese así de mi padre, pero, sé que él pensaría igual que yo. Él es un hombre de negocios, un hombre fuerte, admirable, y ahora tendrá que usar pañal y esa clase de cosas ¿no? Maldición, me jode crecer, no quiero envejecer.
— Yo tampoco. — respondí, y justo en ese momento mi celular vibró otra vez, es otra llamada de Alexandré, y otra vez volví a ignorar su llamado.
— ¿Porqué no respondes? Alexandré debe estar preocupado por ti. — Dijo.
— Tú tampoco respondiste mis llamadas, ni las de nadie en general, también estábamos preocupados por ti, además, no quiero hablar con tu hermano ahora.
— Esta bien, yo le marcaré y le diré que estas conmigo, para que no se preocupe por ti. — Dijo, pero lo detuve antes de que marcara el número.
— No te atrevas a decirle que estoy aquí. — eso haría empeorar las cosas, Alexandré ya me había regañado por causa de François, y me pidió que no lo buscara, si se enteraba que estaba en el departamento de su hermano va a enojarse aún más. — Estaba muy preocupada por ti e insistí en buscarte y Alexandré se molestó conmigo,
me pidió que no te buscara. — François se rió de mí, pero a mí no me causaba gracia en absoluto.
— Esta bien, no le diré que estás aquí, gracias por el favor de hace rato, y ya no te preocupes por mí, ¿de acuerdo? — yo asentí en respuesta, luego él me dio un corto abrazo.
— Creí que la chica estaba muerta cuando la vi desnuda en tu cama, me asusté. — Dije, recordando a la chica de hace rato, François estalló a carcajadas.
— ¿Ves estas manos? Estas manos son para hacer felices a las mujeres, no para hacerles daño. — Dijo, de manera dramática mientras que me mostraba sus manos, el tiene manos grandes, delgadas, delicadas y suaves, probablemente las manos más hermosas que le he visto a un hombre, manos de pianista. — Salomé, gracias por preocuparte tanto por mí.
— No es nada, yo siempre voy a preocuparme por ti François, eso hacen los amigos.
—Mejores amigos..— corrigió.