Cuando Fede regresó por el encargo de Félix, se percató de que el menor tenía toda la boca llena de dedos.
-¡Deja de mirarme!-. Dijo el peli-rosado algo avergonzado. Fede le respondió con una carcajada silenciosa, mientras le pasaba una especie de jugo rojo y verdoso embotellado. Se podía leer en su etiqueta un "TVS". -¿Que es esto?-. Dijo Félix mientras se disponía a beber del extraño jugo otorgado.
"Son los jugos de Travis, los prepara el solo"
-Vaya, pues sabe bastante bien, felicítalo de mi parte-. Expresó Félix mientras se tomaba el jugo con ganas.
"Están hechos de sangre y jugos gástricos".
La cara de Félix cambio completamente al leer las palabras de Fede. Acto seguido comenzó a escupirlo. -¡AVISAME DE ESO!-. Gritó mientras se disponía a autoproducirse el vómito. Fede lo detuvo. -Bueno... Lo dejaré por ahora... Creo que me llené con los dedos-. Fede asintió mientras sacaba un paño de su pecho para limpiar la boca del menor. Este no dijo nada, solo apreció el momento mientras un leve sonrojo se formaban en su cara.
"¿Estas listo para practicar?"
Félix asintió nervioso, pues sabía que nada bueno iba a salir de eso. El albino se levantó del colchón y volvió a jalar a Félix con fuerza. -Ya no recordaba como eran tus métodos de transporte-. Expuso mientras intentaba seguir los pasos de Fede con torpeza. Recorrieron el pasillo hasta llegar donde se ubicaba Puppet. Félix lo saludo algo apresurado. -¡Buenos días Puppet!-. El individuo volteó a verlo con cierto asombro, pues este jamás le había dicho su nombre. Fede lo guio a través del circo, pero esta vez giro hacia la izquierda al salir del pasillo que conducía al despacho de Puppet. -Fede en serio, no tires tanto de mi-. Le reprochó Félix. Fede no escuchó y siguió hasta que pararon cerca de unos telones negros. El mayor los abrió y le hizo señas a Félix para que pasara. Este obedeció con refunfuños. Al ingresar Félix captó de que lugar se trataba, era la parte trasera del escenario. Estaba repleto de artefactos que probablemente eran de sus compañeros; había cuchillas, ruletas, encendedores, globos, sierras, y muchas otras cosas más. Incluso en el fondo se encontraba una guillotina que parecía haber sido usada hace mucho tiempo. -¿Ahí perdió Osmar la cabeza?-. Le preguntó Félix al albino, el cual asintió como respuesta. -Vaya, pues si que fue hace tiempo, la sangre esta casi negra-. Agregó. A lo lejos, un chico observaba a los otros dos; Era Berseker. Fede se acercó a el para saludarlo, y comenzó a hacer señas con las manos, las cuales Félix no entendía.
-"Cosas de mudos"-. Pensó el peli-rosado. Finalmente se despidieron con un choque de manos, yéndose los dos por otros lados. -¿Es tu amigo?-. Preguntó Félix. Fede respondió asintiendo con emoción. El mayor se arrimó a una caja alargada de color negro, y de ella sacó lo que sería el compañero de Félix a través de sus actuaciones; Un sable de punta afilada, con el mango del mismo de un color dorado, y una longitud casi de los brazos del individuo. -¡¿Me quieres meter esa cosa a la boca!? ¡No me cabe Fede! ¡Es demasiado largo!-. Fede fue arrimándose poco a poco a Félix, el cual quedó en un estado de shock. Quería correr, pero sus piernas no se movían. Ningún músculo se movía. Fede se acercó hasta quedar cara a cara con Félix, sonriéndole en el proceso. -¿Serás gentil...?-. Fue lo único que alcanzó a salir de la boca del menor, petrificado por el pánico. Fede le asintió, mientras lo miraba a los ojos. A pesar de la tensa situación, las mejillas de Félix comenzaron a enrojecerse al devolverle la mirada al mayor. Estaban solos, ya que Berseker se fue después de hablar con Fede, provocando mas tensión en el momento. Fede pudo notar el pánico de Félix, se olía en el aire lo aterrado que estaba, y en un intento de calmarlo, comenzó a acomodarle el cabello. El peli-rosado sintió como sus músculos se relajaban, al igual que su respiración volvía a la normalidad. Aún con todo esto, sus ojos seguían clavados en el mayor, quien parecía distraído con el cabello del sujeto. El rostro sonrojado de Félix no tardo en mostrarse cuando sintió los fríos pero suaves dedos del albino rozar su cuello, provocándole un pequeño pero satisfactorio escalofrío. -F-Fede... ¿Qué haces?...-. Logró decir Félix, todavía con la mirada clavada en los ojos del mayor. Este ignoró sus palabras, y procedió a recorrer con sus dedos la garganta del peli-rosado, provocándole un sonrojo más notorio. Félix podía sentir la respiración del contrario, al igual que comenzó a sentir su corazón latir con más potencia. El placentero momento fue interrumpido cuando un chico prendido de llamas entró. Ambos chicos voltearon a verlo. -¿Que estás haciendo Fede?-. Le preguntó con una voz ronca. Fede le hizo señas en respuesta. -Bueno, si tu lo dices...-. Dijo el extraño personaje, para luego arrimarse a unas cuantas cajas llenas de encendedores.
Félix volvió a la realidad en un abrir y cerrar de ojos, ¿Qué acababa de pasar?. El albino colocó su mano libre en la boca de Félix, haciendo que la abriera. El chico comprendió la situación; era hora de comenzar. Fede elevó el sable hacia arriba, dejándola quieta a escasos centímetros de la boca del peli-rosado, el cuál tenia la mirada fija en la alargada y filosa punta del sable que lo amenazaba. Fede le asintió, y Félix respondió con el mismo gesto. Después de esto, Fede introdujo el sable a la boca del menor de un sentón.
Félix no podía gritar, tampoco podía moverse, y mucho menos salir corriendo. Estaba estático y el dolor no tardó en llegar, pero era un dolor muy raro. Sentía su garganta debilitada, y su respiración se cortaba de vez en cuando. El dolor del sable comenzó a hacerle efecto, pero parecía que se convertía en placer, ¿Qué le pasaba? ¿Estaba drogado? ¿Cómo podía sentir placer de una situación tan espantosa?. Fede le dejó algo de espacio para que procesara su acto, pues quería que se acostumbrara a la sensación. La boca del peli-rosado no dejaba de chorrear sangre. Parecía infinito. Félix ni siquiera se movía, solo contemplaba todo con un toque de miedo y otro de placer. Le dolía, pero lo disfrutaba.
Finalmente reaccionó, y con sus propias manos sacó el sable tirándolo de un jalón. Al hacer esto, cierta de su sangre cayó al suelo, dejando una gran mancha roja. Tiró el sable al suelo y comenzó a toser y toser mientras se tambaleaba, dejando manchas de sangre por todo el suelo. Fede se acercó y lo sostuvo hasta que dejo de toser. Aún con su garganta medio destrozada, podía formular palabras. -Q-que m-mierda a-cc-abo de ha-c-cer...-. Dijo el menor con la voz entrecortada. El albino lo guio hasta sentarlo en unas sillas cercanas a la caja del sable. Félix se sentía débil, y Fede lo sabía, a fin de cuentas, la primera vez siempre es la más dura. -¿L-lo hice bien?-. Preguntó Félix, mientras que miraba hacia arriba con una estúpida sonrisa se le formaba en la cara. Fede le sonrió en respuesta, y le escribió.
"Lo hiciste muy bien"
Félix soltó una carcajada mientras tosía algo de sangre. -Quien diría que terminaría en un circo de putos locos haciendo cosas de putos locos-. Fede se sentó junto a el, y con el mismo paño, le limpió un poco de la sangre que seguía chorreando por su boca. -Oye, tampoco soy un bebé-. Le reprochó Félix con algo de gracia.
"Eres mi bebé"
Félix se sonrojó después de leer dicho cumplido. -Cállate un rato...-. Dijo con una notoria vergüenza en su rostro, mirando hacia otro lado. Fede soltó una carcajada silenciosa. Y se levantó para recoger el sable del suelo, limpiarlo y colocarlo de vuelta a su lugar. -¿Entonces esa cosa será mi nuevo amigo?-. Preguntó Félix mientras se levantaba con algo de torpeza. Fede le asintió.
"Será tu instrumento de aquí en adelante"
Félix asintió ante el comentario, y se arrimó a la caja. -Debo admitir que es bonito-. El albino asintió, y un sonido provino de su estómago; Tenía hambre. -¿Quién es el muerto de hambre ahora?-. Rio Félix. Fede le respondió con un pisotón en el pie. -Venga, vamos a que comas algo-.
"A ver si ahora te comportas"
Ambos rieron, mientras se alejaban de la caja con destino al comedor.