— Luna de mi vida, mi resplandeciente sol. — sonrió el sultan, observándola entrar en los aposentos. — Tengo algo para ti amor mio.
— Debe saber que muero de la curiosidad por ello. — le sonrió.
— Ven, mira esto. — tomó delicadamente su mano, guiándola hasta la mesa en la esquina de la habitación, en donde ya se hallaba un pequeño cofre. — Ábrelo, va a encantarte.
La sonrisa de la pelirroja fue de total curiosidad, intercalando su mirada entre el y la caja, decidiendose al fin a abrirla.
— Es hermosa. — murmuró impresionada, dándole una sonrisa.
— Está hecha especialmente para ti mi sultana, es diferente a cualquiera, ninguna otra mujer a portado una corona tan hermosa como esta. — sonrió también, ayudándola a ponérsela. — Mi sultana magnífica.
— Digame la verdad, ¿me ha engañado? ¿Es por eso que está haciendome este regalo? — preguntó curiosa, sin dejar la sonrisa divertida de su rostro.
— Mi hermosa sultana, te he prometido serte fiel para siempre, planeo cumplirlo. — acarició su mejilla. — Te amo mi Mihrimah.
— Mi sultan, ¿como se encuentra el gran visir? — preguntó después de un rato, fingiendo estar interesada.
— Ibrahim fue trasladado a una cueva, dicen que su agua logra curar cualquier herida. — suspiró. — Temo que sea muy grave lo que le ocurrió y no pueda recuperarse...
— ¿Tiene algun sospechoso Suleyman? — preguntó interesada.
— Bali bey es quien está investigando todo, espero noticias de su parte.
— Allah mediante el paşa se recuperará pronto. — le sonrió de forma dulce, pidiendo en su mente que no lo hiciera.
— Amen.
•~•~
— Sultana, quise venir a verla, para darle mi apoyo. — Mihrimah miró a la sultana. — Lamento mucho lo que está pasando.
— Yo no necesito tu apoyo, Mihrimah. — respondió la mujer. — Ahora vete.
— Sultana yo...
— La sultana fue muy clara, fuera de aquí. — Mahidevran la miró con superioridad.
— Parece que siempre traes problemas a donde quiera que vayas. — Hürrem apoyó.
— Mahidevran, Hürrem, les recomiendo que tengan cuidado con lo que dicen. — miró a ambas, manteniendo la compostura.
— ¿Realmente quien te crees que eres? — preguntó Hürrem.
— Sultana Mihrimah, la sultana Yenişah no está bien, lo mejor es que se vaya. — Gülfem pidió.
— Bien, me iré, no quiero importunarla mas. — asintió, dándoles una última mirada, antes de dar la vuelta, dispuesta a marcharse.
— ¡Sospecho que tu eres la culpable! — le gritó Hürrem.
— Sería imposible que hiciera algo así, se lo importante que es el paşa para nuestro sultan. — respondió con calma, mirándola a los ojos.
— ¿Y debemos creerte? ¡Quieres deshacerte de todos en el palacio! — gritó Mahidevran.
— No me acuses y no vuelvas a levantarme la voz. — señaló la pelirroja.
— ¡Basta ya! — gritó Yenişah. — Callense todas.
— Me retiro sultana. — Mihrimah observó a todas en la habitación, dando la vuelta y marchándose esta vez.
•~•~
— Sultana, mi sultana. — Gul agha llamó su atención, mientras Mihrimah lo miraba confundida.
— ¿Que ocurre Gul agha? — preguntó.
— Llegaron noticias de la sultana Yenişah. — le informó. — Escuché que anoche tuvo una pesadilla y desde entonces la pobre no ha podido descansar ni un momento, dicen que no ha hablado, ni se ha movido, que permanece quita, como si no estuviese en su cuerpo.
— La sultana está pasando un mal momento Gul agha. — soltó con pena. — Debe ser difícil en su estado.
— Si mi sultana.
— Tal vez deba volver a visitarla. — se encogió de hombros. — Me preocupa mucho que pueda sucederle algo.
— ¿No recuerda como la trató acaso? — preguntó el agha sorprendido. — La echó de su palacio, no le dio su lugar como la esposa de nuestro sultan.
— Es la hermana del sultan Gul agha y está preocupada por su esposo, con el cúa no tengo una buena relación, es normal su reacción. — suspiró. — Debo ir y mostrarle mi apoyo.
— Mi sultana...
— Está bien, Gul agha, encargate de mis hijos. — le sonrió. — Visitaré a la sultana.
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Suspiró, entrando a los aposentos de la sultana, mientras recibía algunas reverencias.
— ¿Como te atreves a venir aquí? — Mahidevran fue la primera en hablar.
— ¿Que acaso no tienes vergüenza? — Hürrem la miró de arriba a abajo.
— Gülfem, ¿que le pasó a nuestra sultana? — preguntó directamente, ignorando a ambas.
— Anoche tuvo una pesadilla, no ha hablado desde entonces, tampoco se mueve. — respondió.
— Bien, entonces salgan de aquí, dejenme a solas con ella. — ordenó la pelirroja.
— ¿Quien te crees que eres para darnos ordenes? — Hürrem se levantó furiosa.
— ¿No me escucharon? Les ordené algo. — miró a las tres, esta vez no iba a permitirles una osadía mas.
— Tu, maldita serpiente... — Mahidevran tambien la miró molesta.
— Sultanas, es suficiente. — Gülfem miró a ambas mujeres. — Vamos afuera.
— ¿Como vamos a dejarlas solas Gülfem? — negó Mahidevran.
— ¿Que tal si le hace algo? — la pelirroja giró los ojos, resoplando.
— Sultanas. — Gülfem llamó su atención nuevamente.
Ambas mujeres la miraron furiosas, saliendo de la habitación, mientras Mihrimah se acercaba a ella, sentándose a su lado, tomando su mano.
— Sultana, mireme. — pidió Mihrimah. — Yenişah, por favor, escuche lo que le digo.
La pelirroja suspiró, notando como la mujer parecía estar en un trance.
— Sultana, debe ser fuerte y paciente, se que la situación es grave y comprendo lo que pasa por su mente en este momento, pero no puede dejarse vencer por esto. — negó. — Debe levantarse, debe reunir todas sus fuerzas y tiene que atravesar este mal momento, la comprendo, mucho mas de lo que cree, se lo que es la angustia y el miedo de perder a alguien, entiendo lo que eso provoca, entiendo que no quiera afrontarlo, pero debe hacerlo, debe hacerlo porque el paşa la necesita.
Tomó un par de respiros, controlando sus nervios.
— Necesita que usted sea fuerte por el, necesita que sea usted quien luche por ambos, quien luche por su familia, por esté bebé, porque el depende completamente de usted. — colocó su mano sobre su vientre. — Sientalo sultana, es su bebé, está ahí, esperando que usted luche por el, que se levante y afronte todo, porque esta es solo una prueba, es una pesadilla y se terminará en cualquier momento, porque el paşa se pondrá bien y regresará con ustedes.
— Solía pensar que viviriamos una grande vida juntos, que tendríamos muchos hijos y seriamos felices. — Yenişah la miró al fin, soltando un par de lagrimas.
— Y lo serán sultana, porque usted dará a luz a su hijo y el se recuperará, solo para volver con ustedes, pero necesita de su fuerza. — le sonrió. — Necesita que vaya a su lado y tome su mano, porque el sigue con vida, sigue luchando por ustedes, así que vaya con él, permanezca a su lado y no suelte su mano hasta que el despierte, le aseguro que el estará feliz de que usted sea la primer persona que vea al despertar.
— Quiero ir con el. — pidió y fue entonces que Mihrimah se percató de la presencia del sultan y de la valide.
— En tu condición es imposible Yenişah. — negó la sultana. — Es un viaje largo, es peligroso para ti y el bebé.
— Por favor su majestad, quiero ir con mi esposo.
— Claro que iras Yenişah. — asintió el sultan, mirando con adoración a la pelirroja. — Pero debes dormir un poco, recuperar fuerzas, mañana por la mañana iremos a verlo juntos.
La sultana asintió tomando la mano de Mihrimah y dandole una suave sonrisa, la pelirroja le correspondió, acercándose a abrazarla.
— Todo estará bien sultana, se lo prometo.
¡Gracias por leer!♥
Los amo, besos ✨💜