—¿De verdad las tsahík tienen que curar a todos?
—Eso intentamos —le di una mirada a mi madre, quien tenía una leve sonrisa ante el interés de la pequeña Tuk—. Junto con la ayuda de Eywa debemos mantener a salvo a nuestro pueblo. Ayudamos a nuestros hermanos Na'vi a llegar a este mundo, al igual que a abandonarlo. Es un ciclo.
—No lo entiendo. ¿Por qué tenemos que irnos? ¿Por qué no podemos quedarnos para siempre? —La pequeña se cruzó de brazos y ambas, madre e hija, reímos ante su comportamiento.
Agarré a la pequeña Tuk y la senté sobre mis piernas cruzadas.
Por el rabillo del ojo vi a mi madre mirarme con curiosidad, esperando mis palabras.
—Verás, Tuk, toda la energía que tomamos es un préstamo, que algún día hay que devolver —se hizo un silencio, ya que ambas se había parado para oír mis palabras—. Una vida se va, y otra nueva aparece.
—¿Por qué? ¿Qué conexión hay? —La curiosidad en Tuk crecía y eso me daba ternura.
—El sentido del agua... Eywa. Son todo una misma cosa, como un rió sin final que lo conecta todo, que nos conecta a la Gran Madre. El sentido del agua conecta todas las cosas, desde antes de nacer hasta después de nuestra muerte.
—Wow... Eywa es súper poderosa —exclamó emocionada.
Mi madre y yo sonreímos enternecidas ante la escena.
—Pero no más poderosa que yo, renacuaja.
Neteyam apareció por la puerta y se acercó a Tuk, quien saltó al verle.
—¡Neteyam!
La pequeña corrió hasta su hermano quien la recibió con los brazos abiertos.
Ante su presencia, mi madre recobró su compostura seria mientras yo solo sonreía más. Si la actitud de la niña antes me parecía tierna, verla con su hermano mayor era algo aún más bonito de presenciar. Sin duda, lo que más destacaba en la familia Sully era el amor y aprecio que se tenían. Habían pasado tantas cosas que eso los había vuelto más unidos que cualquier otra familia.
Tuk jugaba con las trenzas del pelo de Neteyam mientras este fingía que no podía librarse de ella. En un momento, su mirada se conectó con la mía y ambos nos sonreímos. Realmente agradecía a la Gran Madre por traerlos hasta nuestro pueblo, su presencia iluminaba el ambiente.
—Vamos, Tuk, saldremos de excursión —dirigió de nuevo su atención a la niña y me giré para buscar la aprobación de mi madre. Quería ir con ellos.
Ella bajó la mirada un momento pero después aceptó, permitiéndome ir con ellos.
Tuk salió corriendo hacia la orilla y Neteyam esperó hasta que yo saliera.
—¿A donde vamos? —Salí con él a mi lado y comenzamos a andar hacia la orilla.
—Han mencionado algo de un árbol de los espíritus. Pero no se lo digas a Tuk, es una sorpresa —me guiñó un ojo.
Pensé por un momento en sus palabras y me detuve abruptamente.
Neteyam se giró con confusión al ver que me había parado, y frunció el ceño al notar como retrocedía.
—La ultima vez que estuve en nuestro árbol de los espíritus casi me ahogo en el mar —respiré profundamente a la vez que retrocedía de nuevo, bajo la atenta mirada de Neteyam—. Mi madre dice que tengo una conexión muy poderosa con Eywa, una que hay veces que ni siquiera mi cuerpo soporta.
Neteyam dio un paso al frente y se detuvo al ver que yo volvía a retroceder, mirándome dolido.
—Hay una razón por la que antes casi no estaba en el mar. Por la que tenia prohibido ir con el resto de mis hermanos y disfrutar de la vida en el arrecife —mi voz se entrecortó un poco, recordando sucesos que habían ocurrido tiempo antes de la llegada de los Sully.
—Pues cuéntamelo —Neteyam dio varios pasos para acercarse a mí, y esta vez no retrocedí, pero abracé mi cuerpo que había comenzado a temblar ligeramente—. No te guardes siempre las cosas, déjame intentar ayudarte. Por favor, Ngayä...
Di un paso hacia atrás nuevamente y negué con la cabeza a la vez que una lágrima rodaba por mi mejilla.
—No puedo...
Neteyam bajó la mirada dolido y miró detrás suyo, donde apareció Tuk.
—¡Neteyam! ¡Vamos, nos están esperando! —La pequeña le saludó a lo lejos y agaché la cabeza, sabiendo que se iría con su hermana.
Oí un suspiro profundo por parte de Neteyam y levanté la cabeza para mirarle, descubriendo que él ya se encontraba haciéndolo.
—De acuerdo, Ngayä. No me dejas otra opción —me dio una leve sonrisa y fruncí el ceño cuando se giró hacia su hermana pequeña.
—¡Tuk! ¡Dile a los demás que se vayan, que no iré con vosotros!
Abrí los ojos con sorpresa mientras veía a la pequeña irse para dar la noticia que le había pedido su hermano.
—¿Qué...? —Susurré para mí misma.
Neteyam se giró hacia mí con una sonrisa emocionada y le miré con confusión.
—Ven —me extendió su mano para que la tomara pero le miré con desconfianza y confusión—. Ven conmigo, Ngayä. Confía en mí.
Sus palabras y la intensidad con la que me miraba me hicieron flaquear y agarré su mano. Me acercó más hacia él y las bajó, entrelazando nuestros dedos con lentitud y delicadeza.
—Vamos —susurró, muy cerca de mi cara, dejándome anonadada.
Como si su olor tuviera un efecto paralizador, me quede en shock unos segundo hasta que tiró con su mano de la mía y me hizo caminar junto a él.
Neteyam aceleró el paso y comenzamos a correr entre la vegetación. No sabía a donde íbamos pero nos alejábamos de la orilla y era como subir una cuesta. Entendí que nos dirigíamos al punto más alto de la isla, lo que no entendía era el porqué.
—¿A dónde vamos? —Hablé alto, ya que el viento que procedía de la cima comenzaba a llegar a mis oídos.
—Tú solo sígueme —exclamó de vuelta.
Después de lo que parecieron siglos subiendo la cuesta, llegamos por fin al punto más alto. Puede que tuviera el ADN de un Na'vi de bosque, pero había perdido algunas de sus facultades; ganando otras de los Metkayina, claro.
—Espero que esto merezca la pena, Neteyam —me apoyé sobre mis rodillas, soltando su mano, y respiré con dificultad.
—Tranquila, estoy seguro de que te encantará.
No le miré, ya que estaba muy concentrada tratando de respirar con normalidad, pero oí una especie de silbido raro por su parte. No le di importancia hasta que escuché el fuerte sonido de un movimiento de alas y elevé la cabeza hacia el cielo.
Una criatura alada se apoyó en uno de las rocas cercana a Neteyam y se dejó acariciar por este.
Reconocía haber visto a la criatura cuando los Sully llegaron a la isla, pero verla tan de cerca era aún más imponente.
Observé cada una de sus facciones con asombro y maravilla, era una criatura preciosa.
—Los llamamos Ikran. Es una tradición de los Na'vi del bosque el unirse a uno al alcanzar la edad adecuada —me explicó Neteyam, mientras acariciaba al Ikran.
—Es... impresionante —murmuré. Me armé de valor y comencé a acercarme al Ikran, el cual captó mi presencia de inmediato.
Al ver sus ojos penetrantes mirar en mi dirección, bajé la mirada tratando de demostrarle respeto.
Al subir la mirada de nuevo, me encontré con una mirada más relajada. Sentí que esa vez si podría acercarme a él.
Acerqué la mano y toqué su cabeza, notando como este se relajaba ante mi toque. Sonreí, feliz de ver cómo el Ikran apreciaba las caricias.
—Me encanta, es una preciosidad —miré a Neteyam con agradecimiento y regresé la mirada al Ikran.
—¿Te apetece dar un paseo? —Neteyam volvió a extenderme su mano.
La miré con una sonrisa. Por mucho que tuviera curiosidad de a donde iríamos, o si estaría bien ir, solo me apetecía hacerlo. Acepté su mano y él subió a la roca donde estábamos tanto yo como su Ikran y me ayudó a subir, para luego subir él.
—Colócate así —imité su postura y asentí en su dirección.
De nuevo Neteyam hizo ese silbido extraño y el Ikran se elevó con mucha fuerza.
Abrumada por el repentino salto, abracé con mucha fuerza a Neteyam, temiendo caerme si no lo hacía.
—¡Oh, Gran madre! —Cerré los ojos y noté como poco a poco la sensación de caída desaparecía.
—Si fuera tú abriría los ojos —bromeó Neteyam.
Poco a poco abrí los ojos y me impresioné por las vistas. Desde arriba podía ver la aldea, se veía muy bonita con el sol en lo alto.
La sensación de la brisa goleándome junto al olor del mar salado me sacó una sonrisa genuina. Realmente era impresionante, todo se sentía demasiado increíble para ser una realidad.
—¡Neteyam! Dime ya a donde vamos, por favor —le agité con impaciencia, sintiendo que solo podría llevarme sorpresas impresionantes a su lado.
—Te prometí que valdría la pena, y es justo lo que voy a hacer. ¡Agarraté! —Neteyam cambió de posición a una más parecida a ataque y me agarré con fuerza mientras descendíamos.
El Ikran iba cada vez más rápido, planeando sobre el agua del mar.
—Mira abajo —me guiñó un ojo y guió mi mandíbula con su mano en dirección al mar bajo nosotros.
Abrí la boca, sin ocultar mi sorpresa. Todo tipo de criaturas marinas nadaban bajo nosotros, el mar era precioso desde arriba.
—¿Qué opinas, futura tsahík? ¿Está mereciendo la pena? —Neteyam se giró un momento a verme antes de volver la mirada al frente, aún sonriente.
—Sí... lo merece. Siempre que es contigo lo merece —me abracé a él y cerré los ojos, sintiéndome relajada.
Nunca nadie había tratado de hacer cosas para hacerme feliz, alguien a quien realmente le hacía feliz mi felicidad.
Inspiré y expiré sintiendo que podría quedarme en esa posición para siempre.
—Gracias, Neteyam —murmuré, adormilada.
Pero no pude escuchar su respuesta antes de quedarme dormida.
¡¡Buenas!!
He aprovechado para ir escribiendo uno de los capítulos del futuro, el capítulo 15 creo que será, y es una maravilla!! Estoy segurísima de que os va a encantar 😍
Mañana intentaré volver a subir 2 capítulos, a no ser que me de tiempo a escribir otro más ahora y lo publique. Realmente me he centrado mucho en el 15, me hacía mucha ilusión como estaba quedando ^^
¡Os leo!
Atte. Venus.