Entre tus Manos [Versión anti...

By Sheery195

683K 33K 385

Fabrizio Benedetti era un hombre frio, cruel, arrogante, incluso peligroso, pero tenia una pequeña debilidad... More

Nota de inicio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Epílogo
Especial: Julia & Carlo

Capítulo 11

12.2K 662 1
By Sheery195

Eran las 19:50 del sábado, faltaba poco para que él llegara, me miré al espejo sin ninguna emoción, suspiré alejándome, agarre mi pequeño bolso negro, me lo colgué al hombro agarré mi abrigo y salí de la habitación.

Con una sonrisa fingida me despedí de mi familia, mi madre me deseo suerte junto a una de sus sonrisas maravillosas, la abracé sintiéndome segura entre sus brazos, la tentación de contar toda la verdad, era enorme, pero sabía que de hacerlo, algo malo podría suceder, mordí mi boca por dentro guardando silencio.

Salí de casa viendo su Audi negro, suspiré acercándome, abrí la puerta entrando en este, murmure un hola, el cual no se molestó en responder, solo comenzó a conducir, apoyé mi cabeza contra el cristal mirando el paisaje, el único ruido que se escuchaba era la radio, entre ambos se había construido un muro bastante grueso y alto.

Al cabo de unos minutos, llegamos a un complejo residencial de villas, todas y cada una era más impresionante que la anterior, paro el coche delante de una, era color crema, el jardín delantero era grande tenía una pequeña fuente rodeada por flores, él salió del coche e imite su acción, se acercó a mí cogiéndome de la mano haciendo que le mirase, sus ojos parecían puro hielo.

– Recuerda que estás enamorada–sonreí amargamente asintiendo, no dijo nada más, tiró de mí con poca delicadeza hasta la entrada, tocó el timbre y al poco la puerta se abrió, salió una señora entrada en años algo regordeta, sonrió con felicidad

– ¡Mi niño, que alegría verte!–exclamó abrazándolo con cariño, él soltó mi mano devolviéndoselo

– También me alegra verte nana–comentó con una sonrisa separándose de ella– Mírate, estás preciosa–

– Eres un zalamero–dijo riendo levemente– Ahora dime una cosa, ¡¿Cómo es posible que te comprometas y no me lo cuentes?!–preguntó pegándole en el brazo haciendo que se quejara

– Vamos no te enfades, vengo a presentarla–dijo dándose la vuelta mirándome con una sonrisa, se acercó a mí, pasó su mano por mi cintura pegándome a él– Te presento a Daniela Moretti, mi futura esposa–

– Buenas noches, señora–salude con una débil sonrisa

– Buenas noches, querida, yo soy Plácida Rinaldi–me extendió la mano la cual estreche sin borrar la sonrisa–Pasad, os esperan–se hizo a un lado, aun con su mano en mi cintura, me hizo caminar a su lado

Al entrar en la casa quede totalmente fascinada, parecía un barco por toda la madera que había, tanto en el suelo como en algunas partes de las paredes, las escaleras de subida eran de cristal

– Ya habéis llegado, que alegría–me giré al escuchar la voz de su hermana aparecer por una esquina, se acercó a nosotros, lo abrazo primero a él, para después abrazarme

– ¡Tío!–gritaron dos niñas de unos 6 años, eran gemelas, ambas eran casi idénticas, tenían el cabello rubio, su diferencia era que una tenía los ojos azules y la otra de color verde, corrieron hacia él abrazándose a sus piernas

– ¿Cómo están mis pequeñas guerreras?–preguntó cogiéndolas en brazos haciéndolas reír

– Bien, ¿has traído regalos?–preguntó la pequeña de ojos verdes, se notaba su energía nada más verla

– ¡Patrizia!–regañó Isabella mirándola con el ceño fruncido

– Esta vez no–dijo bajándolas al suelo, ambas hicieron un tierno puchero– Hoy he venido a presentar a alguien especial–ambas me miraron con curiosidad, sonreí saludándolas con la mano

– Hola, me llamo Daniela, ¿Cómo os llamáis?–pregunté inclinándome un poco hacia delante

– Yo soy Marena y ella es mi hermana Patrizia–comentó con educación la de ojos azules con una tierna sonrisa, extendiéndome la mano

– Encantada Marena–dije estrechándosela

– Será mi esposa, espero que te lleves bien con ella–comentó él colocando su mano en la cabeza de Patrizia, quien lo miró con sorpresa y luego a mí, se me acercó algo dudosa

– ¿Serás mi tía?–preguntó con curiosidad

– Eso parece–forcé una sonrisa, asintió en silencio agarró la mano de su hermana y se marchó del salón junto con ella

– Perdónala, a veces es... Así–comentó algo avergonzada Isabella, me incorporé negando con la cabeza

– No te preocupes, son encantadoras–

Nos sentamos mientras charlábamos, más bien ellos, yo me limitaba a contestar cuando me preguntaba algo, a la hora, llegó Renzo, su marido era un hombre alto, de cabello negro y ojos verdes, era bastante simpático.

Al poco de llegar él, nos sentamos a la mesa a cenar, supe que era arquitecto, diseñaba los hoteles de la cadena, eso me sorprendió, porque jamás lo había visto o escuchado su nombre mientras trabajaba.

Plácida se sentó a la mesa con nosotros, lo poco que sabía, es que ella los había cuidado prácticamente desde que nacieron, su madre había muerto cuando ellos tenían 9 y 8 años, Plácida se convirtió en una madre sustituta, cuando él tenía los 17 años recién cumplidos, su padre aun sumido en la depresión por haber perdido a su esposa se suicidó, quedando a cargo de su tío materno, quien se hizo cargo de los negocios hasta que él cumplió su mayoría de edad.

Durante la cena descubrí un Fabrizio totalmente diferente, uno que no pensé que existiera, era alegre, sonreía abiertamente sin rastro alguno de burla, malicia o arrogancia, hacía bromas con sus sobrinas, era tierno verlo con ellas.

– Me encantaría escuchar como fue el inicio del romance–comentó Plácida haciendo que me tensara por completo, algo asustada miré a Fabrizio el cual parecía bastante tranquilo

– Y... Yo, bueno...–

– Un día me entrego unos informes que le había pedido, entre esos papeles había una carta dirigida a mí, en ella me confesaba sus sentimientos, cuando se dio cuenta del error, avergonzada me pidió perdón, lo dejé pasar, pero con el tiempo, y su torpeza me fui enamorando de ella sin darme cuenta–lo miré impresionado por la soltura con la que contó esa falsedad, forcé una sonrisa ante la mirada enternecida de Plácida

Ella siguió haciendo preguntas las cuales él se encargaba de responder, yo solo sonreía, asentía de vez en cuando y bebía de mi copa queriendo que esta noche acabara pronto.

Cerca de las diez y media de la noche, Plácida se había marchado a su casa, era la hora de que las niñas se fueran a la cama, antes de hacerlo, insistían a Fabrizio para que nos quedáramos y así pudieran hacer tortitas juntos por la mañana

– Bueno, eso lo tiene que decidir Daniela–comentó haciendo que todas las miradas se posaran en mí, cosa que me puso nerviosa

– Bueno... Yo, no traigo ropa para dormir–dije intentando que eso persuadiera a las pequeñas

– No te preocupes por eso, te puedo prestar algo–miré a Isabella la cual me guiñó un ojo, sonreí asintiendo

– Entonces, no tengo ninguna objeción–ambas saltaron de alegría, me dieron un beso y luego a él para después marcharse escaleras arriba acompañadas de sus padres.

En cuanto nos quedamos solos un silencio incómodo cayó sobre nosotros, me levanté del sofá, me acerqué a una estantería en la cual había muchas fotos familiares, de las pequeñas, de ambos, del día de la boda de Isabella

– Gracias por acceder a quedarnos–comentó de repente haciendo que me sobresaltara

– Lo hice por sus sobrinas–dije dándome la vuelta mirándolo fijamente

– ¿Vuelves a hablarme de Usted?–cuestionó mirándome con una sonrisa burlona, quise contestar, pero guarde silencio al escuchar mi móvil sonar.

Me acerqué al sofá agarrando mi bolso, lo saqué, suspiré mirando el nombre de Stefano en la pantalla, desde lo de París, no había contestado ninguna de sus llamadas, incluso me negaba a verlo cuando iba a mi casa.

– ¿Quién es?–preguntó levantándose, me quito el móvil mirando la pantalla, sonrió de lado mirándome con frialdad– Tu amante, ¿no vas a contestar?–me lo ofreció

– No es mi amante y no, no pienso contestar–dije volviendo a cogerlo rechazando la llamada

– Eso no es lo que parecía en París–

– Lo confundiste todo, pero no me dejaste explicarme–comenté mirándolo con tristeza

– ¿Qué me ibas a explicar?–preguntó acercándose a mí, pasó sus manos por mi cintura pegando nuestros cuerpos causándome un estremecimiento

– No tiene importancia, dudo que me creas–intenté separarme de él, pero afianzo su agarre

– Dímelo, dime que no es tu amante, dime que esa noche no te revolcaste con él–acercó su rostro hasta que nuestros labios se rozaron levemente, reprimí el estremecimiento que eso me causo

– Yo, no soy la zorra que tienes por amante–comenté alejando mi rostro del suyo, me miró de forma inexpresiva, escuchamos unos pasos bajar las escaleras, me soltó volviendo a sentarse, agarró su copa bebiendo de esta.

Estuvimos de charla hasta cerca de la media noche, después de eso subimos hasta el segundo piso, Isabella nos guio hasta una habitación muy bonita, también me presto un camisón negro de seda, al verme con el puesto me sonrojé, era casi como un llamado a que Fabrizio se me tirase encima, sacudí la cabeza alejando esos pensamientos, eso no pasaría él ya tenía a su Barbie, mi pecho se oprimió al pensar en eso, suspiré alejándome del espejo.

Continue Reading

You'll Also Like

2.2M 124K 62
Secuela del libro "Odd-io", Del odio al amor solo hay un paso, se los muestro en esta novela "T-Odd-o". ~~
2.9K 94 48
Ashley Harris lo tiene todo: una prometedora carrera, la dirección de una empresa poderosa, y un compromiso con Alessio Caruso, el hombre que ha traí...
35.3K 4.8K 17
જ⁀➴ ❝ 𝗗𝗥𝗔𝗚𝗢𝗡'𝗦 𝗛𝗘𝗔𝗥𝗧 ❞ ── 𝐫𝐡𝐚𝐞𝐧𝐲𝐫𝐚 𝐭𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧 𝐟𝐢𝐜 ── 𑁍 | La historia hablará del am...
298K 12.7K 68
"Un Imperio de frialdad" +++ - "Porque somos demasiado orgullosos para decirnos lo que queremos de frente... porque no está en el destino que debamos...