Capítulo 37

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Entramos en casa en silencio, dejé mis cosas en el sofá, me senté, pero rápidamente me volvía a levantar, no podía creerme aun lo que había pasado, comencé a caminar de un lado a otro, no podía sacar a esa mujer de mi vida, sentía como si fuera un chicle el cual voy arrastrando

– Daniela, debes calmarte–dijo a lo que detuve mis pasos, me gire mirándolo con enfado

– ¿Calmarme?, Fabrizio estoy harta de no poder sacar a esa mujer de mi vida, es como un maldito parásito que se ha pegado a nosotros–

– Simplemente hay que erradicarlo–

– ¿Cómo?, porque siento que es imposible hacerlo, cuando creo que todo está bien, ella vuelve–dije revolviendo mi cabello apoyándome en el piano soltando un suspiro, escuché como se levantaba y caminaba hacia mí

– Ahora es la novia de Stefano, simplemente aléjate de él, aunque después de todo lo que has dicho de ella no creo que él quiera verte–lo contemple en silencio unos segundos, sonreí negando con la cabeza

– Qué fácil es para ti decirme esto... Pero todo es culpa tuya, si no la hubieras contratado, si la hubieras despedido después de lo de París, nada de esto estaría pasando–

– Tienes razón, es mi culpa, todo lo malo que ha sucedido es por mi culpa, por ser tan estúpido–me agarró de las manos mirándome a los ojos– Jamás me acosté con ella, es cierto que la llevé al pent-house y nos viste, pero... Lo único que hice fue besarla en el cuello, no hicimos nada, le pedí que fingiera–

– ¿Fingió todas las veces que iba al pent-house?–cuestioné con sentimientos encontrados, felicidad por un lado, decepción por otro

– Todas...–

– ¿Por qué me mentiste?, ¿sabes lo que sufría cada vez la escuchaba?, claro que no lo sabes, ¡porque eres un maldito imbécil que solo piensa en él!–exclamé soltándome de su agarre

– Daniela, lo siento yo–

– ¡Cállate, no me pidas más perdón!–lo interrumpí gritando totalmente rabiosa, me quedé en silencio, pasé mi mano por la cara, negué con la cabeza, corrí escaleras arriba hasta la habitación que ocupaba, entre al vestidor, agarré mi maleta colocándola en el suelo abriéndola

– ¿Qué haces?–cuestionó entrando

– Me largo, no puedo más Fabrizio... Esto me supera, cuando creo que quizás puedo perdonarte, siento que sucede algo que me lo impide–

– No, no por favor, no te vayas–dijo agarrándome por los hombros impidiendo que siguiera guardando cosas, pero me solté– Dani...–sentí un cosquilleo en mi estómago ante ese simple llamado, ignore aquello al igual que sus súplicas y las enormes ganas de llorar que me acechaban

Una vez terminada la maleta, salí de la habitación seguida de él y sus llamados, baje con cuidado las escaleras, me acerqué al sillón donde había dejado antes mis pertenencias, cogí el bolso abriéndolo, saqué las llaves de la casa y se las extendí.

– No te vayas, te necesito a mi lado–apartando mi mano intentando abrazarme, pero me eché hacia atrás impidiéndoselo

– Yo solo me iba a quedar hasta que estuvieras curado, ya lo estás, he cumplido con mis deberes de esposa–

– ¿Solo te quedaste a mi lado por eso?–cuestionó dolido, eso hizo que mi pecho se oprimiera, pero me sentía al límite

– Por supuesto–dije dejando las llaves en la pequeña mesa de cristal, agarré el asa de mi maleta, me di media vuelta con intención de marcharme, pero sus brazos rodearon mi cuerpo impidiéndomelo

Entre tus Manos [Versión antigua]Where stories live. Discover now