Entre tus Manos [Versión anti...

By Sheery195

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Fabrizio Benedetti era un hombre frio, cruel, arrogante, incluso peligroso, pero tenia una pequeña debilidad... More

Nota de inicio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Epílogo
Especial: Julia & Carlo

Capítulo 10

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By Sheery195

Recordad que esta es la versión antigua, la nueva esta disponible completa en mi perfil.

Miraba de forma ausente el paisaje de París a través de la ventana, hoy por suerte volvíamos a casa, ya tenía todo preparado, él aún no había regresado, había dormido con ella toda la noche, de solo pensarlo me invaden unas inmensas ganas de llorar, cerré los ojos apretándolos con fuerza evitando que saliera alguna lágrima, el ruido de la puerta hizo que volviera a abrirlos y miré en su dirección

– ¿Qué haces tú aquí?–pregunté frunciendo el ceño levantándome de donde estaba sentada

– Vengo a por las cosas de Fabrizio, y a darte esto–me entrego un sobre con una gran sonrisa, lo abrí viendo un billete de avión

– ¿Qué significa esto?–

– Significa, que gane, es mío, y eso es para que te vayas, nosotros nos quedaremos más tiempo–comentó adentrándose al apartamento, fue hasta la habitación que compartíamos, al cabo de unos minutos salió con la maleta de él

– Quiero hablar con él–

– Él no quiere hacerlo contigo, acepta que perdiste querida–la miré con rabia, ella soltó una carcajada y salió del apartamento, me dejé caer en el sofá mirando el billete fijamente sintiendo mis lágrimas salir

Negué levantándome, corrí hacia la habitación recogí todas mis cosas incluida la maleta, salí del apartamento cerrándolo con llave, una vez en la calle pedí un taxi dándole la dirección del hotel, no iba a marcharme sin que al menos me dijera a la cara las cosas.

Una vez en el hotel, le pedí al taxista que esperase, me acerqué a la recepción pidiendo el número de la habitación de Octavia, al principio dudaron, pero al darse cuenta quien era me la dieron, apreté el botón del décimo piso, al salir busque la habitación 1030, al encontrarla comencé a tocar con insistencia hasta que la puerta se abrió, dejándome ver a Fabrizio con la camisa abierta

– ¿Qué quieres?–preguntó mirándome con frialdad

– ¿Te acostaste con ella?–cuestioné mirándolo a los ojos con esperanza

– ¿Acaso importa?, fuiste tú quien me dijo que podía tener una amante–

– Lo dije, pero tú dijiste que solo te acostarías conmigo–

– Cambie de opinión–se encogió de hombros, su tono de voz era gélido, un nudo se formó en mi garganta, sentía como mis ojos se humedecían

– Ya veo... ¿Vas a quedarte con ella?–

– Sí, así que vuelve a casa–asentí sintiendo mi pecho arder con fuerza

– Perfecto, espero al menos que tengas la decencia de usar condones–le tiré las llaves del apartamento, di media vuelta, caminando a toda prisa hacia el ascensor, una vez dentro mordí mi labio inferior con fuerza intentando evitar soltar el grito de frustración que tenía atascado en la garganta

Limpie las lágrimas que habían comenzado a salir, apreté los ojos para evitar que salieran más, si esto quería, así seria, no iba a luchar por un hombre como él, uno que no merecía la pena.

Al llegar a Milán, subí a un taxi, di la dirección de casa de Julia la verdad no estaba en condiciones de ir a mi casa y que me vean en este estado, tengo los ojos tan rojos e hinchados parecían tomates.

Toqué varias veces hasta que me abrió la puerta, tenía el cabello revuelto, cara de somnolienta, resto de maquillaje y de milagro traía puesto un pijama

– Veo que te divertiste anoche–ella sonrió, se hizo a un lado dejándome entrar

– ¿Qué haces aquí?, Y por favor no salgas con lo de venir a verme–me senté en el sofá mirando mis botas negras, el nudo que tenía en la garganta desde ayer, cada vez me ejercía más presión

– Tenías razón... Él me gusta–

– Oh, felicidades ¿se lo has dicho?–se sentó a mi lado, yo negué me abrace a ella comenzando a llorar– ¿Qué ocurrió?–preguntó, no conteste solo seguí llorando por un largo rato hasta que comencé a tranquilizarme, le conté todo lo ocurrido no me interrumpió en ningún momento

– Me ilusione yo sola–me lamente mirando el anillo con tristeza

– Bueno, quizás fue todo un malentendido–

–Se acostó con ella, ¿Qué tipo de malentendido hay ahí?–pregunté recostándome en el sofá

– Tienes razón, perdón, no pienso con claridad sin mi dosis de café–comentó frotándose los ojos– ¿Piensas volver a intentar hablar con él?–

– ¿Para qué?, no éramos nada, solo un contrato, yo fui la que me comencé a ilusionar y a hacerle caso a mi corazón en vez de a mi cabeza–limpie todo rastro de lágrimas con la manga de mi jersey– Solo quiero salir de esto, te traeré la copia del contrato, necesito saber si puedo librarme y no verlo nunca más–ambas quedamos en silencio, no había nada más que hablar al respecto. Hablamos de otros temas hasta que recibí un mensaje de Lorenzo, me despedí de Julia y me fui a casa.

Pasaron dos semanas desde todo lo ocurrido, no había recibido ni un mensaje o llamada por su parte, pero sí de todos mis familiares y conocidos, la noticia del compromiso había sido tendencia por varios días, mis redes sociales se habían saturado de mensajes tanto negativos como positivos.

Miraba el anillo con pesar, lo mejor sería que lo devolviera, pero lo que menos quería era tener que verlo, ni a él ni a su... ¿Novia?, ¿amante?, Sinceramente me era indiferente lo que ellos fueran.

Julia había leído el contrato de principio a fin varias veces, y su respuesta no era nada alentadora, no encontraba ningún vacío legal y eso me estaba frustrando.

Sacudí la cabeza alejando todos los pensamientos sobre él, tenía que concentrarme en otras cosas, como por ejemplo encontrar un nuevo empleo.

Unos golpes en mi puerta llamarón mi atención, esta se abrió y por ella entro mi madre con dos tazas de chocolate, me ofreció una la cual cogí oliendo su dulce aroma, se sentó a mi lado en la cama.

– ¿De qué quieres hablar?–pregunté soplando un poco el chocolate

– ¿Tan evidente soy?–yo solo asentí haciendo que ella riera

– Mamá, haces esto desde que tengo 6 años–

– Bueno, entonces cuéntame–suspiré dejando la taza en la mesita de noche

– Hemos discutido–

– Todas las parejas discuten, pero ha tenido que ser una muy fuerte, para que estés con este estado de ánimo–

– ¿Qué estado?–pregunté sin entender, ella se levantó agarro el cepillo y volvió a mí, sonreí colocándome de forma en la que ella pudiera comenzar a peinarme

– Estás deprimida, lo noto a kilómetros y no soy la única que lo ha notado–

– Lo más seguro es que, no nos casemos–confesé con una sonrisa triste, contemple mi reflejo en el espejo

– Cariño, las discusiones son normales, pero cuando hay amor todo se supera, solo no debéis rendiros, lo mejor es hablar y no dejar que las cosas pasen, porque así solo será peor–mientras hablaba cepillaba mi cabello con suavidad, era como volver a tener 8 años, solo que esta vez mi problema no era que Lorenzo había roto un juguete mío– Sea lo que sea, si lo amas no te rindas–besó mi cabeza y se marchó, escuché el timbre de casa sonar, suspiré dejándome caer de espaldas en la cama, ¿amarlo?, ¿yo lo amo?, claro que no, no podía sentir algo tan fuerte por un idiota como él y menos en tan corto tiempo.

–Enana, tu prometido está aquí–me senté de golpe mirando a mi hermano sorprendida

– ¿Fabrizio?–

– ¿Acaso tienes más prometidos?–preguntó Lorenzo con burla marchándose, me levanté de un salto, me miré en el espejo, comencé a peinar mi cabello con los dedos, paré en seco todos mis movimientos, si él estaba aquí no debía ser algo bueno.

Baje las escaleras vi a mi familia en el salón charlando, mi madre me miró con una pequeña sonrisa la cual devolví, seguro pensaba que él había venido a reconciliarse, al salir de casa lo vi apoyado contra su coche, respiré hondo acercándome a él con paso firme.

– ¿Qué haces aquí?–pregunté metiendo mis manos en los bolsillos de mi abrigo

– Mañana cenamos con mi familia–

– Debes estar bromeado–dije mirándolo incrédula

– Te dije en su día, que no bromeo, tienes la tarjeta compra un vestido apropiado, mañana vendré a las 8, espero que estés preparada–iba a darse la vuelta para irse, pero le detuve agarrándolo del abrigo

– Si quieres llevar a alguien a esa cena, lleva a la zorra con la que te acostaste–me miró con frialdad, se soltó de mi agarre y me tomo con fuerza del brazo

– Tenemos un contrato, no lo vas a incumplir–me apoyó contra su coche

– Tú lo incumpliste al acostarte con ella–

– Si lees el contrato, pone claramente que eres, tú, quien no puede tener un amante–se acercó a mi oído– Te recuerdo que me debes la vida de tu hermano–me separe de él con brusquedad mirándolo enfadada y dolida

– Dime cuanto te costó y te pagaré hasta el último céntimo, no me importara endeudarme la vida entera con tal de salir de esto–se acercó con cierto aire amenazante, quedó a unos centímetros de mi rostro sin dejar de mirarme

– No me interesa en absoluto el dinero, firmaste un contrato y lo cumplirás, no me provoques, o será tu familia quien sufra las consecuencias–un escalofrío de pavor me recorrió la espalda, su tono hostil, su mirada fría y despiadada, ante mí se encontraba ese hombre implacable que haría cualquier cosa, para destruirte.

– Estaré lista a las ocho, señor–susurré sintiendo un nudo en la garganta, di media vuelta caminando de forma ausente hacia casa, podía sentir su mirada penetrante en mi espalda, pero no me importaba.

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