Entre tus Manos [Versión anti...

By Sheery195

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Fabrizio Benedetti era un hombre frio, cruel, arrogante, incluso peligroso, pero tenia una pequeña debilidad... More

Nota de inicio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Epílogo
Especial: Julia & Carlo

Capítulo 6

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By Sheery195

Recordad que esta es la versión antigua, la nueva esta disponible completa en mi perfil.

Abrí los ojos sintiéndome un tanto aturdida, miré a mi alrededor dándome cuenta de que estaba en una habitación desconocida, me senté en la cama algo asustada, instintivamente miré y llevé mis manos a mi cuerpo, solté un suspiro de alivio al ver que estaba vestida.

Me levanté acercándome a un espejo mirando mi reflejo, tenía el cabello algo revuelto, comencé a peinarlo con mis dedos, ¿Cómo llegue aquí? Lo último que recordaba era estar en el coche con Fabrizio, suspiré comprendiendo al instante que él me trajo aquí, debía ser su casa, me alejé del espejo buscando con la mirada mis pertenencias. Estaban en uno de los sillones individuales junto a la ventana, me acerqué colocándome los zapatos.

Al salir de la habitación, me percaté de que había dos puertas más, dirigí mis pasos hacia las escaleras, las bajé con cuidado, una vez abajo dirigí la mirada hacia el ventanal que había enfrente, tenía vistas a la ciudad, por la altura parecía que estábamos en los pisos superiores.

Miré a mí alrededor, era un Pent-house muy bonito, tenía una decoración sencilla, pero se notaba el lujo, algo normal en él.

– Veo que has despertado–me sobresalte al escuchar su voz de repente, me giré viéndolo sentado en la mesa con varios papeles delante, parecía estar trabajando, se había quitado la americana quedando solo con su camisa blanca la cual marcaba sus músculos.

– ¿Qué hago aquí?–pregunté desviando la mirada, quería matarme, lo veía atractivo, pero no debía ser así

– Te quedaste dormida y te traje–

– Pudo haberme dejado en mi casa–comenté mirándolo con seriedad, el suspiró, levantándose, se acercó a mí con las manos guardadas en los bolsillos del pantalón

– ¿Quién era ese idiota?–

– No es ningún idiota, es mi amigo–

– ¿Amigo?, no me hagas reír, un amigo no te mira como lo hacía él, así que dime la verdad–su mirada era bastante penetrante, el tono de su voz hostil

– Es mi exnovio, pero quedamos como amigos cuando se marchó–

– No quiero que vuelvas a verlo–ordenó dándose la vuelta

– Usted no es nadie, para prohibirme nada–dije con enfado, él se giró mirándome con frialdad

– Soy tu prometido, próximamente tu marido, eso me da el derecho de decidir–comentó acercándose a mí cogiéndome del brazo sin dejar de mirarme fijamente

– Cierto, lo será... Pero yo no soy un objeto, ni soy una mujer con la que pueda barrer el suelo–me solté bruscamente de su agarré desafiándolo con la mirada

– Daniela, no me provoques–dijo tenso, podía ver su vena del cuello hinchada

– ¿O qué? ¿Va a pegarme?–pregunté a lo que me miró sorprendido

– Jamás haría una barbaridad así, ¿por quién me tomas?–

– Eso dígamelo usted, porque poco le importo sacarme de aquella cafetería casi arrastras– suspiro pasando su mano por el rostro algo exasperado– No le importó el daño que me hacía, dígame algo ¿será igual cuando nos casemos?–cuestioné con los brazos cruzados

– Te pido disculpas por eso, no debí reaccionar así, pero no me gustó nada lo que vi y menos lo que escuché–quedé impresionada, era la primera vez en tres años, que escuchaba una disculpas salir de sus labios

– ¿Acaso está usted celoso?–pregunté con una sonrisa burlona devolviéndole lo de esta mañana, sus ojos brillaron de cierta forma que no supe entender, me agarró de la muñeca tirando de mí pegándome por completo a él, pasó sus manos por mi cintura, se inclinó hasta quedar a la altura de mi oído

– Quien sabe–susurró causándome un estremecimiento que me recorrió por completo, deslizó hacia arriba una de sus manos hasta colocarla detrás de mí cuello, iba a quejarme, pero antes de que cualquier palabra pudiera salir de mi boca, me silencio uniendo nuestros labios.

Por un momento me quedé estática sin poder creerme lo que estaba pasando y sin saber qué hacer con exactitud, sus labios se movían suavemente sobre los míos, cerré los ojos y con torpeza comencé a corresponder el beso, con cada roce una corriente electrizante recorría todo mi cuerpo, la punta de su lengua tocó mis labios estremeciéndome, abrí la boca permitiendo que se introdujera y comenzase a dominar la mía con gran agilidad, su mano se enredó en mi cabello.

La falta de oxígeno en mis pulmones era cada vez más necesaria, poco a poco nos fuimos separando, pero antes de hacerlo del todo, mordió levemente mi labio inferior.

Apoyé la cabeza en su pecho sintiendo su respiración igual de agitada que la mía, podía sentir mis labios un poco hinchados debido a la intensidad del beso.

La lucidez atravesó mi mente como un rayo, dándome cuenta de lo que acababa de pasar, sentía mis mejillas calentarse de golpe, esto no estaba bien, me alejé de él como si su cuerpo quemase, me miró sin comprender, di unos pasos hacia atrás evitando su mirada, intentaba esconder mi rostro con el pelo.

– D... Debo irme–me agaché recogiendo mis cosas que había dejado caer por el beso, di media vuelta, y salí prácticamente corriendo hacia la puerta.

Tocaba el timbre de forma insistente, mi cuerpo todavía temblaba por el beso, aún podía sentir sus labios contra los míos, su mano ascendiendo hasta mi cuello, el ruido de la puerta me sobresalto sacándome de mis pensamientos

– ¿Debo tener una razón para visitar a mi mejor amiga?–pregunté mirándola algo nerviosa, ella entrecerró los ojos mirándome con sospecha

– Daniela... Nos vimos ayer en el hospital, y la forma en la que casi quemas mi timbre, me hace pensar que algo pasa–suspiré dejándome caer en uno de sus sillones– ¿Tan grave es?–preguntó sentándose a mi lado, asentí mirando un punto fijo de la pared– Me visto y hablamos–

Escuché como sus pasos se perdían en por el pasillo, respiré hondo cerrando los ojos, la imagen del beso golpeo con fuerza mi cabeza, mordí mi labio inferior, maldita sea, ese beso había sido el mejor que me habían dado en mi vida, me hizo vibran, y aun ahora, podía sentir todas las sensaciones.

Me levanté de golpe, caminé un poco en círculos por el salón, revolví mi cabello con frustración, esto estaba mal, no podía sentir algo por él, siempre lo había odiado, esto era algo tan surrealista no podía pasarme, no claro que no.

– Bien, cuéntame–dijo ofreciéndome una cerveza la cual cogí, no era muy fan de esta, pero ahora mismo lo necesitaba con urgencia

– Tienes que prometerme 2 cosas–di un gran sorbo a la lata a lo que ella asintió– La primera no me interrumpirás, y la segunda, esto que te diré no puede salir de aquí–

– Lo prometo–asentí mordiendo una de mis uñas con nerviosismo, suspiré comenzando a relatarle todo lo sucedió en estos días, cuando terminé nos sumimos en un silencio el cual comenzaba a incomodarme

– ¡Por dios, di algo!–grité exasperada levantándome caminando de un lado a otro

– Cálmate–

– ¡¿Cómo quieres que me calme?!, ¡Julia, me besé con él, y eso no debió pasar!–exclamé alterada ante su tranquilidad

– Solo correspondiste un beso, no exageres, cuando éramos más jóvenes correspondías muchos, además que lo hicieras no significa que sientas algo–

– Tienes razón... No significó nada–asentí volviendo a sentarme intentando calmarme

– Pero por tu reacción, diría que es todo lo contrario–dijo sonriendo a lo que la miré con el ceño fruncido– No me mirés así, solo quiero decir, que hay dos opciones de lo que te está pasando–

– ¿Cuáles?–pregunté soltando un suspiro

– La primera es que te gustaba desde antes, pero debido a su carácter, estos se opacaron por así decirlo y con todo lo del contrato, están resurgiendo–

– No, imposible, ¿Cómo iba a gustarme ese... Ogro?–negué frenéticamente

– Gustándote, te recuerdo que tu jefe es un hombre muy atractivo–rodé los ojos ante sus palabras

– Si es atractivo, pero es un ser despreciable, que me chantajeo para que accediera a casarme con él–

– Cierto, pero tú misma has dicho que se ha estado comportando diferente–asentí recordando en esa sonrisa sincera que me dedico, o cuando me agarraba de la mano o me acariciaba con suavidad, recordarlo hizo que aquella sensación en mi estómago apareciera

– Solo actúa...–

– ¿El beso también fue actuado?–la miré mordiéndome el labio recordándolo, de solo hacerlo comencé a sentir mis mejillas sonrojarse, la escuché reír, agarré un cojín lanzándoselo– Ok, calma, la segunda opción, posiblemente es que sientas agradecimiento por él, al fin y al cabo le ha salvado la vida a Gianni–

– Si... Debe ser eso, agradecimiento...–dije intentando convencerme de ello, suspiré masajeándome el puente de mi nariz– Gracias por escucharme, aunque sinceramente creo que has generado más dudas en mí–ella me guiñó un ojo a lo que sonreí.

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